Eisherz

By leisydiaz14

355K 41.9K 23K

«Él está encerrado en mi sótano y yo estoy condenada a enamorarme de él.» Desde el día en que Madison descubr... More

ADVERTENCIA
PREFACIO
Capítulo 1: Malakai
Capítulo 2: Despertar
Capítulo 3: Extraño
Capítulo 4: Sonrisa
Capítulo 5: Hambre
Capítulo 6: Genio
Capítulo 7: Volar
Capítulo 8: Secuestradora
Capítulo 9: Cavernícola
Capítulo 10: Temperatura
Personajes
Capítulo 12: Reloj
Capítulo 13: Importante
Capítulo 14: Corazón
Capítulo 15: Beso
Capítulo 16: ¿Sorpresa?
Capítulo 17: Hermano
Capítulo 18: Proteger
Capítulo 19: Cita
Capítulo 20: Dibujo
Capítulo 21: Betsy
Capítulo 22: Límites
Capítulo 23: Almas
Capítulo 24: Pensamientos
Capítulo 25: Traición
Capítulo 26: Órganos
Capítulo 27: Cuento
Capítulo 28: Luz
Capítulo 29: Roto
Capítulo 30: Destrucción
Epílogo

Capítulo 11: Aren

11.3K 1.5K 1K
By leisydiaz14

Me había desmayado.

En mi defensa, había entrado en pánico.

Podía soportar que un chico que estuvo congelado en mi sótano despertara y me hablara en un idioma extraño. Podía soportar que ese mismo chico comenzara a volar de repente y que tuviera la capacidad de aprender cosas con solo verlo una vez.

Lo que no podía soportar era que una persona se transformara en un animal justo frente a mí. Ese era mi maldito límite. Verlo retorcerse hasta que sus extremidades comenzaran a cambiar, rompiendo sus huesos y cambiando la textura de su piel como si estuviera mutando de una forma que a mí me parecía sumamente dolorosa, era mucho peor que lo que yo había llegado a ver en películas de fantasía.

—¿Está muerta? —escuché la voz de Eisherz mientras su dedo repiqueteaba en mi mejilla.

—No lo creo. —respondió otra persona, y no tenía que ser un genio para adivinar de quién se trataba. Aún así, no abrí los ojos.— Por eso te dije que era mejor mantenerme oculto. Los humanos se ponen histéricos cuando ven algo fuera de lo normal.

¿Los humanos?

—Pero es que no me gusta tener secretos con Mad. Y mucho menos después de cómo se puso luego del desastre que hicimos ayer.

—Tú fuiste el que quisiste comer algo en medio de nuestro entrenamiento.

—No puedo controlar mi hambre.

—Ya me di cuenta. —añadió Aren con ironía.— De todas formas, ¿hasta dónde quieres contarle?

—Todo. —exclamó Eisherz sin dudar ni un poco.— Quiero que sepa todo lo que yo sé.

—¿Tanto confías en esa humana?

—Con mi vida.

En el instante en que escuché sus palabras, mi corazón se aceleró y sentí mi rostro calentarse. No sabía que Eisherz confiara tanto en mí. Siempre había querido saber que pasaba por esa cabecita sobre mí, y ahora con esto, era más que suficiente.

—Bueno, pues creo que ya puedes contarle. —habló Aren.

—Está inconsciente. Eso no cuenta.

—No está dormida.

—¿Qué haces? —en el momento en que esas palabras salieron de la boca de Eisherz, percibí como una mano se posaba en mi pecho y no tuve más remedio que abrir los ojos.

—¡Aléjate de mí! —exclamé, sentándome sobre la cama y pegando la espalda en la pared, alejando la mano del chico de ojos rojos de mí.

—Tu corazón estaba latiendo como loco. ¿Acaso escuchaste algo que te gustó, terroncito? —enarcó una ceja, recorriendo la vista de Eisherz hacia mí, sonriendo como un idiota.

Un idiota muy mono.

Un idiota muy perezoso, será.

—No sé de qué hablas y, deja de decirme terroncito.

—¿Estás enferma, Mad? —me quedé paralizada cuando la mano de Eisherz se pegó a mi frente y su rostro estaba a centímetros del mío. Su tacto era frío y, como siempre, me puso los pelos de punta.

—No lo está. Pero si sigues así de cerca, creo que va a explotar. —bromeó, Aren.

—¿Eh?

—Estoy bien, Eisherz. —tuve que agregar, al ver la confusión en su rostro. Me mataban sus gestos. Todos y cada uno de ellos, eran demasiado adorables. Y cuando hacía eso de ponerme ojitos... Madre mía. Era super tierno.

Parecía que ya llevábamos unos minutos mirándonos fijamente, porque de repente, Aren negó con la cabeza y añadió:

—Los espero abajo, tortolitos.

—No escapes. —ordené, cuando estaba en el umbral.

—Aunque quisiera hacerlo, no podría... —murmuró antes de desaparecer por el pasillo y cerrar la puerta tras de sí.

—¿Qué significa tortolitos? —preguntó el chico de hielo, provocando que regresara mi vista hacia él.

—Ni idea. —mentí, encogiéndome de hombros.

—Siempre hay una palabra nueva por aprender en el español. Aunque me sepa el diccionario completo, hay muchas que no aparecen. Más tarde la buscaré en internet.

Eisherz dejó de hablar cuando se percató de que tenía los ojos entrecerrados en su dirección.

—¿Desde cuándo sabes que Mr. Hugs era... ese? —pregunté, con un tono de voz autoritario.

Él evitó el contacto visual conmigo, y tragó en seco. Por sus gestos, estaba segura de que la respuesta no me iba a gustar.

—A partir de la primera noche. —masculló.

—¿Qué primera noche? —fruncí el ceño.

—La noche en que salí de ese sótano.

Entreabrí los labios y elevé las cejas, sorprendida.

—¿Cómo?

—Cuando te quedaste dormida, él se transformó frente a mí. —explicó mientras jugueteaba con los dedos— Hablaba el mismo lenguaje que yo, y eso fue un alivio inmenso para mí en aquel momento. Al fin alguien me entendía.

Eso me dolió un poco más de lo que debía, pero no lo mostré.

—Me dijo cómo aprender tu idioma para poder entenderte. —siguió— Toda la noche me la pasé mirando videos que te enseñaban español y series a doble velocidad con su ayuda. Me enseñó que mi cerebro era capaz de aprender cosas muy rápido y, a cambio, me pidió que no te dijera nada.

—Y confiaste en un desconocido más que en mí. —bufé— Yo, que dediqué mi vida a buscar la forma de despertarte.

—No era cuestión de confiar, Mad. Gracias a él, pude entablar una conversación contigo sin estarme preguntando: "¿Qué demonios me está diciendo?"

Sonreí, irónica. Al menos no era la única que pensaba eso en aquel momento.

—Continúa. —ordené, neutra.

—Bueno... Después de eso, no hablamos hasta que nos viste peleando a través de la ventana. —añadió, y a mi cabeza llegaron los recuerdos de aquel momento. Él lo había negado y yo, de idiota, no le había preguntado más.— Se había comido mi queso, y eso me enfadó. Odiaba compartir mi comida.

—¿Estaban peleando por un pedazo de queso? —asintió avergonzado.

—No quería mentirte, Mad. Lo juro. —añadió, y sentí que tenía la intención de acercarse a mí. Pero, por alguna razón, no lo hizo.

—Pero lo hiciste.

—Sí, y por eso yo le dije que te iba a contar la verdad. Estaba harto de mentiras.

Había algo que no me estaba contando. No sé si fue que se le olvidó o que lo había ocultado a propósito, pero no había mencionado nada del "entrenamiento" del que habló Aren cuando se suponía que yo estaba dormida.

Podía preguntarle, pero no quería que supiera que había escuchado esa conversación.

—Puedes confiar en mí a partir de ahora. Te prometo que no volveré a mentir. —agregó cuando notó mi silencio.

—¿Cómo puedo estar segura de qué esa es toda la verdad?

—No lo es.

Enarqué una ceja.

—No me malentiendas. Solo que la otra parte le corresponde a Aren contártela. Yo aún no la asimilo por completo.

—¿Tan grave es? —me estaba asustando, y no sabía por qué exactamente.

Seguí a Eisherz escaleras abajo mientras él flotaba en el aire y yo lo miraba con los ojos entrecerrados, con miles de pensamientos en mi cabeza.

Al ver al chico de cabello azul con la cabeza colgando boca abajo en una de las butacas de mi salón como si estuviera drogado, la realidad me golpeó con un bate. ¡Él era Mr. Hugs!

Eso ya lo sabías. ¿Y te llamas a ti misma inteligente?

No lo entiendes, conciencia superficial. Ese animal estuvo colgado en mi cuello incontables veces. Hablé con él de mis problemas, incluso lloré cuando recién llegaba a Malakai. A veces se dormía encima de mí o... ¡entre mis pechos, joder!

Por la forma y la rapidez con la que Aren se puso de pie, supe que mi cara mostraba todo el enfado que traía.

—Yo que tú empiezo a hablar ya, antes de que te eche a patadas de mi casa por haber abusado de mi confianza cuando pensaba que eras un maldito animal herido. —ladré sentándome en el gran sofá con los brazos cruzados.

—Ay, no te quejes ahora, terroncito. —levantó una de sus comisuras— Bien que te gustaban mis apapachos que incluso me nombraste Mr. Hugs.

Me mordí el labio inferior, avergonzada.

—¡Te consideraba mi mascota!

—Aún puedo seguir siéndolo. No sé por qué te pones tan histérica. —seguido, soltó un gruñido como el de un león— Puedo ser el animal que quieras.

—Es decir, ¿que puedes transformarte en cualquier animal? —pregunté, recelosa.

—Puedo convertirme en cualquier ser vivo. —afirmó, dejándose caer en la butaca en la que estaba colgando antes. Eisherz se había sentado en la otro butaca, abrazando a sus piernas dobladas sobre el mueble y con la cabeza encima sus rodillas con la mirada fija en mí.

A pesar de que quería grabar la forma en que sus ojos se clavaban en mí, me obligué a devolver la vista hacia el peli azul.

—¿Qué eres, exactamente? —pregunté.

—Soy un Awaznac. —fruncí el ceño, sin siquiera saber cómo demonios repetir aquello. El pareció notar la confusión en mi rostro.— En tu idioma sería algo así como un Cambiante.

—¿Un Cambiante?

Asintió. —Puedo cambiar de formas cuando quiera.

—O sea, que si quiero que te transformes en un... dragón. ¿Puedes hacerlo? —agregué más como una broma. Mi cerebro no quería afrontar los hechos si no era con diversión. Hacía que fuera un poco más tolerable la situación.

Y tuve que aclararle que había sido una broma, justo después de que su cuerpo humano había sido transformado en un dragón azul de tamaño mediano que se alzaba en vuelo, mandando a volar todo lo que podía con sus alas, incluso a Eisherz, que había caído al suelo.

—¡NO ECHES FUEGO! —chillé cuando noté que tenía esa intención, poniéndome de pie y alzando las manos en su dirección. Aun siendo un maldito dragón, podía ver su sonrisa guasona— ¡VUELVE A SER UN HUMANO DE NUEVO, POR FAVOR!

—Mad... —clavé mis ojos en Eisherz, que se sobaba el cuello, levantándose del suelo.

Recorrí la mirada desde el dragón, hasta Eisherz una y otra vez, y solo pude pensar una cosa.

Fuego equivale a calor. Calor equivale a temperatura elevada. Temperatura elevada equivale a Eisherz dejando de respirar. Eisherz dejando de respirar equivale a mi muerte también.

—¡EISHERZ! ¡VEN AQUÍ! —exclamé, provocando que el chico se sobresaltara.

En ese mismo instante, el salón se fue vaciando cuando Aren volvió a su forma original sin perder la sonrisa en su rostro. Sonrisa que no fui capaz de percibir por mucho tiempo, ya que mis ojos se desviaron hacia abajo.

Creo que había olvidado mencionar que cuando cambiaba de forma, su ropa no se modificaba con él. Era más o menos, lo mismo que le pasaba a Hulk. Y ahora mismo, lo que antes había sido su ropa, se encontraba hecha pedazos en el suelo.

Pero eso no es lo que estamos mirando, ¿cierto?

Para desgracia de nadie, no lo es.

¿Acaso él podía modificar el tamaño y grosor de eso también?

Preguntas que no me dejarían dormir.

De pronto, la figura pálida de mi chico, se había interpuesto entre ambos. Tenía mi rostro entre sus manos, alzándolo hasta que nuestras miradas se chocaran.

—No lo mires así, Mad. —murmuró, suplicante, en un tono de voz que de seguro solo escuchaba yo. A no ser que el otro idiota tuviera más "superpoderes" y pudiera escuchar hasta el susurro más bajo.

Eisherz endureció su semblante y añadió: —Aren, vístete.

—Ya voy, ya voy. —bufó, y escuché como se alejaban sus pasos escaleras arriba mientras murmuraba para sí mismo.— Puedo cambiar de forma, no crear ropa en el aire...

—Yo no estaba... —intenté responder, pero Eisherz ladeó la cabeza con una expresión de: "¿En serio?"

Vale. Habíamos sido pilladas, estrambóticamente.

Me mordí el labio sintiéndome culpable. Pero... ¿por qué me sentía de esa forma? No era que le hubiera sido infiel. Ni siquiera estábamos en una relación como para pensar de esa forma.

Pero, vale. Si teníamos en cuenta que yo no dejaba que nadie se le acercara a él, creo que era justo prometerle una fidelidad de mi parte aunque no fuéramos nada y ocurriera como algo simbólico.

Por ahora, amiga. Por ahora...

Eisherz me dio la espalda y comenzó a recoger todo el desastre que había hecho Aren con sus malditas alas de dragón. Me acerqué a él, y empecé a ordenar yo también. Había cuadros desechos en el suelo, la mayoría eran fotos de mis tíos, pero había una en particular que me dolía verla así.

—¿Son tus padres? —preguntó Eisherz, agachado a mi lado y apilando los marcos.

—Sí. —sonreí, triste.

La foto había sido tomada en uno de sus aniversarios. Papá y mamá acostumbraban a llevarme con ellos a comer en restaurantes caros cada 8 de febrero, cuando correspondía el aniversario de boda de ambos. No les gustaba dejarme en casa, o con algún vecino. Papá siempre decía que la familia debía permanecer unida.

Los extrañaba muchísimo. Mis padres nunca han dejado de hacerme falta. Estaba segura que aún teniendo cincuenta años, los seguiría necesitando. Y me gustaría vivir siendo una mujer capaz de decir: "Ellos están en el cielo, pero estoy segura que están orgullosos de mí"

Parpadeé para evitar que las lágrimas salieran y me dispuse a cambiar el tema.

—¿Te sientes bien? —le pregunté a Eisherz, siguiéndolo cuando se levantó a colocar los cuadros sobre la alacena.

Pareció extrañado por mi pregunta, pero asintió.

—Si sientes calor, dímelo. —afirmé la mano en su mejilla para comprobar que siguiera frío y me incliné hacia él.— Pareces un poco menos frío que lo normal... pero si tomas un poco de agua congelada-

Las palabras se quedaron atoradas en mi garganta cuando los dedos de Eisherz agarraron mi muñeca con fuerza, pero no tanta como para hacerme daño. El gris de sus ojos se hizo más notorio, cuando me percaté de que tenía las pupilas dilatadas.

—No sé si te has dado cuenta. Pero tú eres la me pone caliente, Madison. —gruñó con un tono de voz profundo que nunca antes había usado.— La próxima vez que me toques y me mires de esa forma, no respondo.

❄❄❄❄❄❄❄❄❄❄

¡Holiss!

Ha pasado mucho tiempo desde la última actualización. Pido disculpas por haberme demorado tanto, pero he estado de vacaciones y no he tenido tiempo para editar los capítulos.

Pero bueno, acá les traje una actualización sorpresa donde ya conocieron un poquito más de nuestro bb Mr. Hugs

Aquí abajo dejen sus opiniones de:

Eisherz "la paleta de hielo"

Mr. Hugs el Cambiante

Madison la sobreprotectora jjj

Os amo, y espero volver pronto. Muasss

Continue Reading

You'll Also Like

770K 46.8K 35
Todo en mi vida era normal. Hasta que entre a ese bar. ¿Dirás cuál es el problema? Ahi los conocí, conocí el secreto de este pueblo. No puedes confia...
14.2K 4.5K 43
Un café Una chica que ve el mundo mediante dibujos Y un chico amante de los libros. ¿Qué puede salir cuando mezclas todo eso? Bueno... Salen cosas i...
11.1K 442 7
Diversas y posiblemente extensas historias en las cuales los personajes de countryhumans te acompañarán tanto como protagonistas o secundarios. Así q...
12.4K 1.6K 73
Infiltración. Algo que puede causarle problemas a una persona muy torpe. Es decir, Alexandra Castro. Sin embargo, ella es una adolescente con una vid...