Oscuros. Guardianes 3. Origen...

De NomiSaez

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Después de más de un siglo Selt siente la presencia de su hermana Tanils, quien creyó muerta pero que ha regr... Mais

Guardianes
Prólogo
Capítulo 1: Oscuridad
Primera parte
Capítulo 2: Regreso
Capítulo 3: De la rosa
Capítulo 4: Adivina
Capítulo 5: Acuerdos
Capítulo 6: Venganza
Capítulo 7: Ataque
Capítulo 8: Encadenado
Capítulo 9: Familia
Capítulo 10: Funeral
Capítulo 11: Prometida del pasado
Capítulo 12: Cabaña
Capitulo 13: Novena muerte
Capítulo 14: Alonzo
Capítulo 15: Lobo
Segunda parte
Capítulo 17: Relicario
Capítulo 18: Presencia
Capítulo 19: Bienvenida
Capítulo 20: Mal presentimiento
Capítulo 21: Ciudad subterránea
Capítulo 22: Despedida
Capítulo 23: Fragilidad
Tercera parte
Capítulo 24: Cacería
Capítulo 25: Lazos familiares
Capítulo 26: Invitación
Capítulo 27: Retos y verdades
Capítulo 28: Revelaciones
Capítulo 29: Traición
Capítulo 30: Caos
Capítulo 31: Reencuentro
Capítulo 32: Ojos violetas
Capítulo 33: Ejecución
Epílogo

Capítulo 16: Ritual de nacimiento

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De NomiSaez

Capítulo 16:

Ritual de nacimiento

Alonzo se pierde entre el pelaje café rojizo con manchas negras. Es un jaguar. Un felino salvaje que supera el metro setenta. Su mirada desafiante es un juramento para darme muerte. Él me odia. El aullido de un lobo detiene sus pasos. No sé de dónde ha salido, pero pasa a mi lado. Lo he visto antes y me protege. El jaguar y el lobo luchan entre gruñidos y zarpazos. Tengo miedo de perderlo de nuevo.

El lobo. Sus ojos eran azules y algo más. ¿Era él?

—Era él.

—¿Quién?

Entre abro los ojos para ver a Damián.

—Sergio. Era Sergio.

—Ella no está bien. Delira —escucho la voz de Tania.

—No, no, no. Era él —insisto.

Lo veo sonreír. Si estiro un poco la mano puedo tocarlo. Sigue siendo el mismo lobo de mis recuerdos. Su mirada tan azul con esa mezcla verdosa que los hace ver tan profundo. Nada ha cambiado, como si él se hubiera detenido en el tiempo al igual que yo. No me atrevo a decir nada por temor a que no sea real. A que Sergio no sea real.

Todo fue producto de mi imaginación. Él no está aquí. Es ridículo pensar que ese mismo lobo pudiera ser Sergio, por el contrario, sí lo he visto antes pero no en mi pasado sino de hace un par de días. Es el mismo lobo que vi atacar a Leandro, o más bien lo que quedaba de ese hombre. Lo que no entiendo es por qué nos protegió de Alonzo.

—No has probado bocado, Selt —me regaña Tania.

Perdí mucha sangre. Damián me trajo directo a su casa, algún sanador se hizo cargo de mi herida y tuve tres días en que mi conciencia iba y venía con algunas incoherencias. Como nombrar a Sergio en varias ocasiones. Como lo extraño.

Hoy es veintiocho de febrero, a un día de mi cumpleaños. Este año el mes tiene veintinueve días.

Llevo la cuchara con un poco de caldo hacia mis labios. Verme en el espejo una vez que estuve fuera de la cama fue horrible. Soy blanca pero justo ahora parezco más bien un cadáver. La herida fue profunda y, además, parece que las garras del jaguar tenían alguna especie de veneno. Damián no me ha querido decir específicamente qué. En realidad, se está guardando todo lo que ocurrió en estos tres días.

—La terminaré —digo.

—Lo sé. Porque no te levantaras de ahí hasta que lo hagas —ella toma asiento a mi lado en el comedor. Como lo haría una madre con un hijo. Se me queda mirando por unos segundos y sonríe. —Tienes que recuperar fuerzas. Intentaron matarte, Selt.

Su preocupación por preserva mi vida me hace sentir acogida. He sido amiga de Damián y Tania por muchos años, aunque casi nunca estoy, porque solo los veo en cortas y esporádicas temporadas, ellos siempre me tratan como si fuera parte de su familia.

—Quizás hubiera sido lo mejor.

—Sé que estas cansada y que te sientes sola, pero la muerte no te dará la paz que aspiras tener. —Cuanta verdad hay en sus palabras. Además, se supone que están esperando por otro ritual, ¿no es así?

—Es más bien un nacimiento.

El último sacrifico ya ocurrió y la llegada de la criatura está cada vez más cerca.

—Muy bien. Eso podría ocurrir en cualquier momento. Y tienes que tener un mejor semblante si quieres salir de esta casa —sentencia Tania. Ella no me dejara ir en este estado, la conozco lo suficiente y sé lo obstinada que puede llegar a ser.

Ahora la comida se ve más apetitosa. Definitivamente tengo que salir de aquí. Mi oportunidad de dar con Tanils ese nacimiento.

—Tania, me puede decir, ¿qué es lo que Damián me oculta? —inquiero. Algo más que mi casi muerte, ocurrió en estos tres días.

—Él me pidió que no te dijera nada —es su respuesta.

—Tania, por favor —suplico.

Ella mira hacia el pasillo. Asegurándose de que estemos solas.

—Te diré, pero promete que terminarás tu sopa y que dormirás un par de horas más —hay suplica en su voz. Me veo terrible, lo sé. Además, sí estoy un poco débil. Dormir sería un bálsamo.

—Lo prometo.

—Más te vale que cumplas —mantiene un tono de voz bajo—. Los guardianes destrozaron la mansión Santamaría en busca de ese lobo y el jaguar, también de la anciana que vieron. Pero no hallaron nada. E lugar estaba vacío. Sí hubo una pelea, y el lugar estuvo habitado por algún tiempo. Solo encontraron rastros de los oscuros. El cuervo también desapareció. No regresó a la tienda. Y ayer la esposa de Antonio De la Rosa desapareció.

Dejo caer la cuchara y un poco de caldo salpica sobre la mesa.

—Selt, tienes que ingerirla no derramarla —me regaña Tania.

—Siempre fue ella —musito.

—Sí, parece que tenías razón.

Me muevo incómoda. Tengo la terrible sensación de que algo importante está por suceder y no estoy allí para detenerlo. Abro los ojos. Me encuentro en la misma habitación donde desperté horas atrás en casa de Damián. ¿Cuánto tiempo habrá pasado ya?

Retiro la sábana y salgo de la cama. Me asomo por la ventana, solo hay oscuridad. ¿Qué hora será? Se supone que solo serían un par de horas. Tania tenía que haberme despertado si se hacía muy tarde. Es una noche muy oscura, propicia para desatar la maldad.

Tania dejo un vestido para mí sobre la única silla que se encuentra en la habitación. Me cambio apresurada. El tiempo se acaba, estoy segura. Salgo de la habitación y recorro la casa descalza y de puntillas.

La voz de Damián y Tania proviene de la sala. No es tan tarde entonces. Paso directo hacia la puerta, evadiendo las preguntas de Damián y su esposa. El frío de la noche se impacta contra mis brazos descubiertos. Las mangas del vestido apenas y cubre mis hombros, y no tome nada que pudiera mantenerme caliente. Es tarde para devolverme por un chal.

Camino por un callejón, alejándome por completo de la casa de Damián. Atraída por un débil, pero constante llamado de poder que pensé nunca volver a oír. Es la magia de un demonio la que me guía. No existe otro que Simón en los rituales de los oscuros. El primogénito de Cándida, hermano de mi madre, lo que nos hace familia. Él no es precisamente el bueno de la historia, aunque no tuvo más opción que ser la fuente de magia de los oscuros, su participación es activa y sin remordimientos. Él quiere ser libre, es la razón de que se haya acercado a mí muchos años atrás. Me pregunto a qué se debe su llamada, si estoy limitada por los dictámenes del destino.

Acelero el paso hasta ir al trote, agarrando parte de la falda sobre mis talones. Giro entre algunas calles, como si de un laberinto se tratará.

Los oscuros abandonaron la mansión Santamaría, pero no la ciudad. Y aunque los guardianes han estado buscando por todas partes, obviaron un lugar. Una casona muchas calles debajo de la residencia de Damián. Si no me equivoco es donde vivía Leandro, seguro que a nadie se le ocurrió que su hija podría estar aquí.

Suelto la tela de mi vestido. Con la respiración agitada coloco la mano sobre la puerta. Empujo y se abre sin ninguna dificultad. Todo se encuentra a oscuras en el interior, pero hay murmullos en alguna parte de la casa, alguna habitación quizás... o más bien el área del comedor.

Ya ha comenzado. El ritual para dar nacimiento a la criatura ha iniciado. Puedo sentir como se desborda la magia oscura por el pasillo, como una ola capaz de arrasar con todo el bien de la humanidad. Avanzo despacio. En efecto, el comedor fue adaptado para recibir a un pequeño sequito de oscuros. La estancia amplia y en penumbras. Una mujer embarazada grita desesperada, es difícil saber si por los dolores del parto o porque la estén lastimando.

Cinco personas con mantos negros rodean el pentagrama; una de ellas sostiene un enorme libro negro. La reliquia de la abuela Cándida no desapareció con Enmerald como debió haber sido. No me sorprende. El pasado se niega a ser olvidado. Sé exactamente lo que ocurre. No puedo ver sus rostros, pero sé que entre ellos está Tanils.

Observo a esa mujer, atada a cadenas. Verla así hace que los recuerdos afloren. En ella se refleja el rostro de Mia. No puedo soportarlo. Todo comienza a ocurrir tan rápido, aunque de una manera diferente que en el pasado.

El círculo de sangre se ha iniciado y la sombra negra y diabólica hace acto de presencia. Nadie se fija que estoy aquí, entre ellos. La sombra se inclina sobre la mujer y pasa sus manos sobre su pronunciado vientre. Ella grita al contacto, de una manera desgarradora; de las manos de la sombra se desprende algo que no alcanzo a detallar. Solo veo cómo desaparece sobre la piel de aquella mujer y le hace algo a la criatura que lleva dentro. Instintivamente, dirijo todo mi poder hacia ella y rompo la conexión entre el maléfico ser y el bebé. La barriga absorbe mis lazos de magia, al igual que la del demonio.

La sombra se irgue, a pesar de que es solo oscuridad puedo sentir el peso de su mirada.

—Muy bien Selt, lo has entendido —la voz de Simón es una caricia escalofriante sobre mis oídos.

Así que de eso se trata, no puedo evitar lo que veo, pero si interferir.

La sombra retrocede hasta desaparecer. Los oscuros se dispersan de inmediato, les importa muy poco lo que ocurra con Marián, ellos solo se preparan para escapar y no estoy en condiciones de ir por ninguno de ellos. Uno por uno comienza a desaparecer, seguro que tienen a saltus de su lado. Use todo lo que tenía para intervenir en el ritual y siento que mis fuerzas desfallecen.

—Esperaba que murieras —es la voz de una mujer y aunque es diferente al pasado, sé que es Tanils. ¿Acaso ha envejecido? Ella no retira el manto de su rostro como para que pueda comprobarlo.

—Pero no fue así. Quizás debas asegurarte con tus propias manos que eso pase.

Suelta una carcajada cansada. Sus hombros están encorvados. Ella no sigue gozando de la juventud que alguna vez tuvo, pero aun así sigue con vida después de tantos años. Sostiene el libro con fuerza contra su pecho. El libro que escribió Cándida, que paso a manos de mi madre y ahora está en sus manos. Si tan solo pudiera alcanzarlo...

—Lo haría, pero al igual que tú he usado todo lo que tengo esta noche.

Marian sigue tirada en medio del pentagrama. Comienza a quejarse, su bebé está por nacer.

Una pequeña chispa de mí poder saltar sobre mi mano, no es mucha, pero lo intento. El aire responde de inmediato y una ráfaga golpea a Tanils tirando unos pocos metros más allá de Marian. El libro ha quedado en el otro extremo demasiado lejos para que pueda recuperarlo.

Mis piernas ceden contra el piso. Agotada. Hasta respirar se me complica.

—¿Vas a huir? —mi voz sale un poco agitada.

Tanils se arrastra por el suelo sin las fuerzas suficientes como para alcanzarlo.

—Hoy sí, pero ya está hecho. No hay marcha atrás Selt. El gato mágico nacerá.

Intento convocar mi magia de nuevo, hacer algo, lo que sea, pero no hay nada. Mi cuerpo no se ha recuperado por completo del veneno y le he sobre exigido demasiado.

Marian grita.

Desde afuera escucho pasos y voces agitadas. Damián tuvo que haberme seguido, pero sigue siendo tarde. Mi hermana y los oscuros se han ido.

Un hombre entra al comedor.

—¿Dónde están? —exige saber.

—Se han ido —respondo desganada. Me pego contra la pared, y decido que ya no tengo nada más que hacer aquí. Necesito descansar.

Otro par de hombres entra, y detrás Damián. Me toma por el brazo al verme y me impulsa hacia arriba.

—Caramba mujer, no pensé que pudieras correr tan rápido. No estas completamente recuperada. ¿En qué estabas pensando? —dice un par de cosas más pero no le prestó atención.

Mi única intención es no desmayarme. No me encuentro nada bien, eso de comer una sopa y descansar un poco no fue suficiente. Me siento fatal.

—Tenemos esto señor —dice alguien.

—Resguárdenlo muy bien —ordena Damián. El libro está en nuestro poder. Una pequeña vitoria, ya era hora.

Damián lleva casi todo mi peso, mientras arrastro mis pies hasta la salida. Él me hace subir a un carruaje. Me deja sola un momento. El señor De la rosa entra a la casona tan de prisa que casi tuba a Damián. Lo veo disculparse con premura y despedirse antes de terminar de entrar.

Mi amigo sube hasta sentarse a mi lado y ordena que nos pongamos en marcha.

—¿Cómo supiste que estaban aquí?

—El demonio de la familia me atrajo.

—¿Trabajan juntos entonces?

—Tenemos un mismo objetivo, acabar con los oscuros, aunque él es parte de ellos.

—Marián tendrá a su bebé. Esperemos que todo salga bien. No está lastimada. Supongo que llegaste a tiempo—comenta.

—Está hecho Damián —respondo con los ojos cerrados. —Ese bebé es el gato mágico. Ahora solo podemos esperar a ver qué ocurrirá dentro de algunos años.

—¿Así nada más?

—Intervine en el ritual. No sé qué pueda ocasionar mi magia con la del demonio en esa criatura. El ritual está lejos de haber acabado. Los oscuros regresaran, te recomiendo que mantengas tus ojos sobre esa criatura en mi ausencia.

—¿Piensas irte? ¿Con todo lo que está pasando? No sería mejor que te quedarás.

—Tan pronto como este completamente recuperada. Damián, mi presencia en Pétalos de oscuridad puede ser contraproducente. No envejezco. Además, ya he causado mucho revuelo.

—Eso es cierto.

¡Maldición!, Damián tenía razón. Mi destino cambió, y mis lazos con los De la losa se inician con este bebé. El destino parece divertirse jugando malabares conmigo.


Sé que ha pasado mucho tiempo desde la última actualización, mis disculpas. La verdad es que se me ha hecho muy difícil subir los capítulos. Tengo demasiado trabajo, y sigo sin acceso a internet en casa, así que hago lo que puedo.

Espero me comprenda.

Saludos.

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