Advertencia: contiene poco lenguaje inapropiado, oral (recepción femenina).
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Neville era el chico perfecto, lindo, inteligente y dulce. Habíamos estado juntos unos meses y nuestra relación era perfecta, nos lo contábamos todo, pero sobre todo Neville había decidido darme tiempo para decidir cuándo estaría lista. La primera vez de una chica se supone que es mágica, perfecta. Se supone que es con el hombre perfecto. Sabía que él era mi hombre soñado.
Los dos nos encontramos tranquilamente besándonos en su sofá después de terminar la tarea de pociones. Sus labios sabían a cítricos y hierbas dulces, y no podía tener suficiente. Serpenteé mis brazos alrededor de su cuello, acercándolo más y profundizando el beso, rozando mi lengua contra la suya. A medida que nuestra sesión de besos crecía gradualmente en intensidad, las manos de Neville encontraron su camino debajo de mi camisa y hacia mi pecho.
Mi postura se endureció, pasando desapercibida mientras su erección crecía, presionando mi muslo. La sensación de repente se convirtió en demasiado para mí. —Nev, espera— Su atención inmediatamente se volvió hacia mí mientras retiraba sus manos, dándome una sonrisa suave y presionando un beso a mis labios. Siempre lo hacía.
Me odiaba por dejar siempre a mi novio sin momentos íntimos, pero no pude evitarlo.
—Lo siento Nev, no sé por qué estoy tan asustada— hice una mueca, mi labio inferior sobresalió para formar un puchero y comencé a tener los ojos llorosos, tratando de evitar el contacto visual.
—Oye, oye, está bien, no quiero que te sientas presionada, flor. Llegaremos allí algún día— me aseguró, levantando la barbilla y presionando otro beso en mis labios.
—¿Podemos abrazarnos?— Neville respondió apoyando su mano en mi cuello y envolviéndome en un fuerte abrazo.
A la mañana siguiente me desperté en mi cama. Neville no estaba durmiendo conmigo, lo cual es extraño porque siempre se quedaba por la mañana abrazándome. Empujé las mantas y me puse la bata mientras salía del dormitorio.
Revise en los dormitorio de chicos, pero fue en vano. No pude evitar sentirme culpable. ¿Qué pasa si mis constantes "no estoy lista" o "espera" finalmente lo cansaron?
Llegué a la sala común, dejando escapar un suspiro de alivio mientras me acercaba a mi novio. Dio un leve salto al oírme entrar en la habitación, deteniéndose rápidamente de hablar con sus amigos. Me incliné para abrazar con mis brazos alrededor de su cuello, besando su sien antes de mirar a sus amigos, frunciendo el ceño mientras sus mejillas se ponían rojas.
—¿Por qué no te quedaste a abrazarme esta mañana?— Se encogió de hombros, mirándome con una pequeña sonrisa.
—Lo siento, tuve que ver a mis amigos para comparar nuestra tarea de pociones..., ¿Quieres volver a la cama?— Negué con la cabeza, bajando la mirada hacia él antes de volver a mirar a su amigo, pasando suavemente mis dedos por su cabello
—Entonces, ¿Qué estabas diciendo?
—Oh, nada en realidad.— se encogió de hombros de nuevo, sus mejillas se tornaron de un rojo más profundo mientras miraba a su amigo, también tragando saliva. Asentí lentamente mientras miraba los rostros de sus amigos, todos ellos callados y avergonzados.
—Hey chicos, ¿seguro que están bien?— pregunté. Asintieron torpemente.
—Estaban tratando de averiguar cómo ayudarte a estar más cómodo en la cama—, dijo Hermione, haciendo que tanto Neville como sus amigos se ruborizaran.
—Por favor, flor, no tomes esto como cualquier tipo de presión. Solo quiero saber si hay algo más que pueda hacer por ti, y pensando en ello ahora, debería haber hablado contigo y realmente lo sient...—
Lo interrumpí con un beso firme en los labios, ahuecando sus mejillas en el proceso y acariciándolas suavemente con los pulgares. Una pequeña sonrisa formándose en sus suaves labios mientras lo besaba. —Creo que es dulce que quieras asegurarte de que estoy cómoda, pero lo estoy. No puedo esperar para tener un momento más íntimo juntos. Pero cada vez que nos acercamos, entro en pánico, pero esto no tiene nada que ver contigo. Eres perfecto, Nev —le aseguré, jugando con los mechones de su cabello.
Asintió levemente mientras escuchaba y procesaba, asimilando toda mi explicación.
—¿Quieres venir a mi dormitorio?— Sugerí, levantando su barbilla que me mirara. Sus ojos verdes finalmente se encontraron con los míos.
—No lo sé, no quiero que se sienta como si tuvieras que hacerlo— sacudió la cabeza mientras fruncía el ceño, sus manos se movían para frotar mi espalda.
—Neville, estoy lista, en serio— sonreí, intentando aligerar el estado de ánimo mientras miraba por encima del hombro, una sonrisa se extendió por sus labios, su mirada se encontró con la mía con admiración.
—Solo si estás segura. Tienes que recordar, puedes decirme que pare en cualquier momento y lo haré.— se tranquilizó, colocando un beso en mi sien antes de pararse conmigo, llevándome a su dormitorio.
Tan pronto como llegamos, cerró suavemente la puerta detrás de nosotros, y me tiró de un beso. Me acostó en la cómoda cama, antes de arrastrarse sobre mi. Mis brazos instintivamente envolvieron su cuello, atrayéndole para un beso hambriento. Neville deshizo el nudo de mi túnica, sus manos comenzaron a vagar por mi cuerpo, sus dedos trazaron la curva de mi cintura mientras sus manos se dirigían a mis pechos, deteniéndose durante un momento.
—¿Estás segura de que quieres continuar?—dijo, casi en un susurro.
—Nunca he estado tan segura— sonreí, pasando mis dedos por su cabello mientras él juntaba sus labios con los míos. Sus manos acariciaron mis pechos mientras golpeaba mi pezón con su pulgar. Gemí en voz baja contra sus labios cuando Neville se apartó del beso por un segundo para quitarse los pantalones de chándal, y en un segundo su longitud se liberó.
Lo miré, una ola de ansiedad se extendió por mi rostro mientras lo hacía. Neville se dio cuenta de que estaba comenzando a entrar en pánico, notando mi repentina rigidez. Me miró, mientras la preocupación cruzaba su rostro, envolviéndome en un abrazo protector.
—Solo trata de relajarte, flor, yo te cuidaré. Tal vez te duela al principio, pero te prometo que todo estará bien. ¿Confías en mí?—
—Por supuesto que confío en ti, Nev.— hablé en voz baja, devolviéndole el beso en la mejilla y dándole una pequeña sonrisa. Me dio una pequeña sonrisa tranquilizadora de igual manera y besó mi cachete.— Pero... te necesito, ahora.
—Sera válido si estas de acuerdo.— murmuró, besando el punto dulce en mi cuello mientras movía una mano entre mis piernas, descansando sobre mi centro vestido.—¿Me necesitas aquí, cariño?
—Sí, por favor— me quejé, tirando ligeramente de su cabello mientras se movía el material delgado de mi ropa interior a un lado, empezando a masajear mi clítoris sensible. Una ola de hormigueo inundo mi cuerpo en el nuevo tipo de placer, un pequeño gemido escapando de mis labios mientras mis ojos se cerraban. Neville mordió su labio mientras empujaba un dedo dentro de mi centro, haciéndome jadear silenciosamente, su otra mano moviéndose para golpear mi pezón otra vez.
Se dio cuenta de que me había relajado visiblemente en el momento, disfrutando de su propio placer al verme tranquila. Añadió un segundo dedo, comenzando a meterlos y sacarlos lentamente, estudiando mis expresiones en busca de pánico. Tarareé en voz baja ante la sensación, mi mano vagando hacia su polla, agarrándola por la base y comenzando a bombearla. Neville gimió, agachando un poco la cabeza para besar mis pechos, dejando un par de chupones en ellos.
—Nev, estoy lista. Fóllame como es debido— suspiré, mirándolo y pasando mi pulgar sobre la punta de su polla. Una sonrisa ansiosa se extendió por el rostro de Neville mientras se incorporaba, sacando los dedos, chupándolos antes de alcanzar el cajón de la cabecera de su cama en busca de un condón.
—Sabes tan bien, cariño. Quizás tenga que probarte más tarde— sonrió, sacando un preservativo y entregándomelo. —Pónmelo— estuve de acuerdo con su sugerencia antes de abrir el condón, sacarlo y dejar caer el papel de aluminio a un lado. Me mordí el labio y agarré su polla una vez más, enrollando lentamente el látex sobre su longitud, un gemido bajo atravesó sus labios.
Se apoyó sobre mí, besando mi frente antes de apretar un suave beso a mis labios.
—¿Lista?— Asentí cuando me encontré con sus ojos, estaban llenos de amor. Mis manos instintivamente se movieron sobre sus hombros mientras agarraba su polla y lentamente me empujó, observando atentamente mis expresiones para cualquier problema.
Mis labios se separaron mientras mis cejas se fruncían, gimiendo silenciosamente y clavando mis uñas en sus hombros mientras esperaba que el dolor desapareciera.
—Lo siento amor. Pasará— me aseguró, tomando una de mis mejillas y besándome. Yo correspondí, deslizando mi lengua en su boca para profundizar el beso. Gemí en su boca mientras mi cuerpo se ajustaba y relajaba a su alrededor, indicándole que comenzara a moverse. Empezó a empujar lentamente sus caderas contra las mías, apoyando su frente en la mía mientras sus ojos se cerraban.
—Dime cómo se siente cariño, dime qué necesitas—. Jadeó cuando mi espalda se arqueó hacia él, lo que hizo que ambos gimiéramos por el ángulo alterado.
—Nev, se siente tan bien. Ve más rápido— lloriqueé, moviendo mis manos hacia su cabello para tirar de él ligeramente. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios mientras sostenía mis caderas quietas, acelerando sus acciones mientras movía sus caderas más rápido contra las mías, los sonidos de la piel golpeándose y los gemidos llenando la habitación.
—Joder, estás tan apretada— murmuró contra mi cuello antes de morderlo y chuparlo ligeramente, comenzando a dejar un chupetón oscuro.
Lloriqueé en respuesta, girando y tirando de su cabello entre mis dedos mientras una nueva sensación de opresión comenzaba a formarse en la boca de mi estómago.
Empecé a entrar en pánico de nuevo, pero esta vez Neville lo captó —estás bien, es normal— susurró antes de presionar un firme beso en mis labios, distrayéndome una vez más.
Mi atención volvió a la nueva sensación de mayor placer a medida que mi orgasmo se acercaba, las embestidas de Neville comenzaban a desacelerarse.
—Quiero que te corras conmigo, ¿de acuerdo, cariño?— Gimió, la base de su polla rozando perfectamente mi clítoris, acercando mi orgasmo cada vez más.
—Sí. Voy a hac...— fue todo lo que pude manejar mientras mi orgasmo se apoderaba de mi cuerpo. El latido de mis paredes alrededor de su polla hizo que Neville se uniera rápidamente a mí, ambos revolcándonos en la pura excitación de los gemidos y jadeos del otro.
Bajando su clímax, Neville salió de mi, desechando rápidamente el condón antes de sentarse cómodamente a mi lado en la cama.
Me di la vuelta para enfrentarlo, mientras una pequeña sonrisa jugaba en mis labios. La cara de Neville se reflejaba en la mía a la vez que me abrazaba con fuerza. —Gracias, Nev. Por hacerme sentir tan protegida, amada y cómoda—.
—No deberías agradecerme por nada de eso, flor. Debería ser lo menos que esperes.— sonrió, tomando una respiración profunda mientras besaba mi frente.
Me encogí de hombros y me acurruqué contra él, descansando mi cabeza en su pecho, a medida que ambos nos quedabamos dormidos en los brazos del otro.
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ꕤ
quiero que alguien me diga flor, ayuda.
*se va a llorar porque no tiene un Neville*