Me di cuenta de que todo lo que juraste no eran más que palabras al viento. Que todo lo que sacrificamos, fue en vano, que la cantidad de lágrimas derramadas no valían la pena.
Me di cuenta pero... igual intenté, igual creí, igual caí.
Y después de creer que nos conocíamos, te volviste un completo desconocido. Las manos de un extraño fueron más cálidas en el frío que tus caricias falsas en nuestro largo recorrido.
No son palabras de reclamo, son de desencanto. El hechizo se rompió y la ilusión se marchó.
Ahora un extraño me tiene en sus brazos, pero de una forma vaga se siente más familiar que el estar a tu lado.
Ahora te despido, porque en otros brazos quedo.