Advertencia: contiene lenguaje obsceno, sobreestimulación, oral (recepción masculina).
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Fred y yo finalmente habías dado el siguiente paso en nuestra relación: vivir juntos en el apartamento encima de la tienda de bromas. Hasta ahora, me había sentido como si hubiera estado viviendo en un sueño. Despertar todos los días para ver su rostro durmiendo pacíficamente, o un Fred apenas vestido junto a la estufa de tu cocina donde me uniría a él para desayunar a su lado mientras estamos a los besos.
Esta noche, nos acurrucamos silenciosamente en el sofá, disfrutando de la compañía del otro mientras George estaba en el callejón Diagon por algunos encargos. Me recosté en Fred, mi cabeza descansando sobre su hombro, dejando un rastro de besos ligeros por su cuello y mandíbula a la par en la que él trabajaba en uno de sus nuevos productos y jugaba con mi cabello. Sus fuertes brazos se posaron alrededor de mi cintura, una mano sosteniendo el producto y la otra trazando formas aleatorias en mi estómago. Su mano se hundió en en dobladillo de mi pijama, haciendo corazones claros en el hueso de mi cadera.
Me estremecí en respuesta, sonriendo contra su cuello antes de besarlo lentamente de nuevo, —¿Qué estas haciendo, cariño? —Fred se encogió de hombros, con una sonrisa traviesa jugando en sus labios al mismo tiempo en que movía su mirada para encontrar la mía.
—Solo estoy leyendo, Freddie.
—Mhmm, de acuerdo.— No le creía ni un poco, pero elegí el beneficio de la duda y me acurruque en él una vez más. A medida que lo hacia, la mano de Fred se acerco despacio a mi ropa interior hasta que comenzó a mover los dedos alrededor de mi núcleo que la fina capa de material los separaba de mi calor. Arqueé una ceja y mordí mi labio, escondiendo mi rostro cuando el empujaba las bragas hacia un lado, pasando un dedo por mi humedad.
Me miro de nuevo, riendo en voz baja mientras bromeaba. —Niña bonita, estas tan mojada... ¿Te estoy poniendo así de fácil o algo parecido?
—Cállate— Resoplé. Mis mejillas se sonrojaron y volví a bajar mi cara al cuello del pelirrojo.
Fred se río mientras colocaba un beso en mi sien, poniendo el producto a un lado y envolviendo su otro brazo alrededor de mi cintura para mantenerme quieta, empezando a frotar ligeramente mi clítoris. Gemí en silencio, sintiendo el bulto de Fred crecer al sonido.
Golpeó mi clítoris, haciéndome chillar mudamente, antes de empujar uno de sus dedos dentro de mí, bombeando lentamente y sonriendo mientras besa mi cuello. Mi espalda arqueada, sólo para ser tirada de nuevo con el cuerpo de Fred por su brazo fuerte. — Sólo quiero sentirte en mí— me quejé, haciendo pucheros en mis labios y presionando mi trasero contra su bulto. Fred parecía un poco sorprendido por mi brusquedad repentina, sin embargo su conmoción rápidamente se convirtió en lujuria mientras retiraba sus manos.
—Sólo si te desnudas para mí, princesa.—Me moví de su toque —Hazlo— Fred me miró mordiendo su labio superior y levantó su varita hasta mi mentón y empujó hacia dentro. Caminó hacia adelante, haciéndome volver a una pared con su varita todavía pegada a mi mandíbula —¿Tengo que decirte qué le pasa a una puta como tú?— Me quejo, pero decido darle un pequeño espectáculo.
Los ojos de Fred rastrearon mi cuerpo mientras me paraba frente a él y comencé a desnudarme lentamente hasta quedarme en ropa interior, finalmente me saque las bragas y las tire en la dirección de Fred, ganando una risa profunda de él. Retrocedí para arrodillarme entre sus piernas, lamiendo mis labios al ver su polla suplicando ser liberada de sus limitaciones. Le quité el cinturón y lentamente tiré de sus pantalones vaqueros, gimiendo silenciosamente a su polla saltando libre.
—Cariño, pensé que querí...— lo interrumpí, envolviendo mi mano alrededor de la base de su longitud y lamiendo la punta. Fred dejo escapar un pequeño gemido, acompañado de un profundo suspiro relajado cuando se dejaba caer en el sofá mirándome con una expresión engreída en su lindo rostro.
Levante la vista, mis ojos se encontraron con los suyos y lamí delicadamente el liquido preseminal de la punta de su polla. —Joder, tu boca es tan perfecta.— Elogió, enredando en una mano mi cabello e incitándome a seguir. Lo hice, manteniendo el contacto mientras deslizaba mi lengua alrededor de la punta, antes de succionar lentamente, ahuecando mis mejillas.
La espalda de Fred se arqueo ante la sensación, echando la cabeza hacia atrás en el sofá, empujando su polla más adentro de mi boca. Me aparte besando su punta, y un grito se escapo de su garganta a medida que me alejaba antes de levantarme, obteniendo una sonrisa descarada. —Te la chupare más tarde, pero por ahora la quiero dentro de mí.
Se quejo en voz baja antes de hacerme un gesto para que me diera la vuelta y así poder azotarme el trasero. Un dolor punzante recorrió mi cuerpo, hice una mueca de dolor, el cual disminuyo rápidamente cuando Fred tomo mis caderas y me atrajo a su regazo, apoyando mi espalda hacia él. —¿Lista, bebe? Si no, solo dilo— me pregunto, siempre asegurándose de que todavía estuviera preparada para ello. Incluso llegó un poco tarde al consentimiento esta vez, aunque tengo que admitir que estaba jodidamente caliente.
—Quiero que me folles, Freddie.— Murmure, mirándolo por encima del hombro. Lo tomó como un sí y alineo su punta con mi entrada, empujando dentro de mi. Ambos gemimos al unísono cuando su gruesa polla me lleno perfectamente. Fred se reclino en el sofá de nuevo, frotando mis caderas mientras admirada su longitud profundamente enterrada en mi, dejándome tomarlo un momento para adaptarme. Me senté un poco más erguida, comenzando a rebotar lentamente hacia arriba y abajo en su polla, proporcionándole al Weasley asientos de primera fila de mi trasero.
Me incline hacia delante y agarre sus rodillas para estabilizarme, pequeños gemidos escaparon de sus labios a la vez que observada con atención. —Joder, t/n—, Una pequeña sonrisa se extiende por mis labios cuando el gemía en respuesta. Agarrando su polla mientras me deslizaba por su gran longitud, mordí mi labio ganando un gemido bajo de Fred. Movió sus manos a mis caderas, guiándome para que comenzara a rodarlas y balancearme a diversas direcciones. —Eres tan preciosa cuando te follo, Oh mierda—
Fue todo lo que puede manejar, gemidos y blasfemias silenciosas deslizándose de mis labios cuando Fred comenzaba a rozar continuamente mi punto G. —N-No pares, Justo ahí— gemí sin aliento. Se sentó un poco más derecho, moviendo una mano desde mi caderas hasta mi clítoris, golpeándolo ligeramente antes de comenzar a frotar duramente en forma de ocho. Grite de placer, cerré los ojos con fuerza y deje que mi cabeza colgara, mi boca se abrió a medida que dejaba escapar continuos gemidos.
La estimulación extra del frotamiento del clítoris de Fred hizo que mis piernas empezaran a temblar, luchando por mantener mis movimientos. —Joder, no voy a durar mucho más Freddie.— tartamudeaba ya que podía sentir el nudo que se formaba en mi estómago, clave mis uñas en los muslos de Fred, ya que yo quería seguir adelante.
—Yo también estoy cerca, ángel. Sigue adelante—, contestó.
Fred envolvió un brazo alrededor de mi cintura mientras empezaba a empujarme, aún torturando mi clítoris sensible en la punta de sus dedos. Empecé a sentir mi clímax bañando mi cuerpo en olas mientras mis paredes se apretaban y pulsaban alrededor de la polla de Fred, enviándolo al borde conmigo. Fred enterró su cara en mi cuello mientras se venía, atornillando su cara y soltando silenciosos gemidos, apretando su agarre alrededor de mi cintura. Gemí silenciosamente mientras mis piernas continuaban temblando, cerrando ligeramente mis ojos mientras bajaba lentamente de mi altura.
Fred se recostó en el sofá otra vez y me recliné contra su pecho, sentada en silencio por unos minutos mientras ambos jadeábamos, tratando desesperadamente de respirar. Una pequeña sonrisa se extendió por mis labios una vez que finalmente recuperé el aliento, inclinando mi cabeza para admirar a Fred,así que moví una de mis manos hasta su pecho —Me gusta mucho vivir contigo.— Dijo con una sonrisa.
—Me encanta vivir contigo—, contesté. Abrió sus ojos para mirar en los míos antes de salpicar mi rostro con besos una vez más.
—Creo que debería decirle a George que salga más a menudo— Fred se río, dándome un pequeño apretón.
—No es tan mala idea—me reí, picoteando lentamente sus labios. Mientras ambos nos transportábamos. —¿Entonces cuando George viene a casa?— Me encogí de hombros,
—Creo que tenemos otra hora a solas— Ante esa respuesta, sonreí, erizando su cabello.
—¿Segunda ronda entonces?— dije.
—Si insistes, cariño.
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