Eviterno || Terminada

By MsMistery19

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Una destinesia, había llegado dónde estaba ella, a su mundo, el problema es que había olvidado cómo volver al... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capítulo 15
Capitulo 16
Capítulo 17
Capitulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capitulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Final
Epílogo
Nota
Nota
Nota.

Capitulo 11

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By MsMistery19

Igual cómo una hoja seca volando en el invierno me envuelves con tus besos.

Pov Poché.

+18

Mi cuerpo ardía con solo sentir su cercanía, podía besarla y no cansarme jamás, Daniela estaba provocando lo que nunca jamás había sentido con nadie, tanto que arriesgaba mi trabajo y todo de mi por ella, pero es que simplemente no quería quitarle las manos de encima.

Había perdido totalmente la vergüenza al aceptar que estaba más que celosa, el verla con ese chico solo hizo que un enojo irracional invadiera todo mi cuerpo. Quería marcarla, hacerle saber que era mía, que solo yo podía tocar su cuerpo de diosa, que solo yo la hacía temblar de placer.

— Poché...— Jadeó, gruñí totalmente perdida en el aroma de su piel.

—¿Te gusta ésto?— Pregunté apretando sus nalgas con fuerza, ella gimió en respuesta. Enloquecí.

Toda ella sucumbía ante mi, dejando que hiciera con ella lo que quisiera, eso me calentaba demasiado. Por eso mismo ayer que confesó jamás tener un orgasmo perdí los estribos.

Sabía que el acostarme con ella lo jugaría el todo por el todo, pero no me importaba. En ése momento mi mente solo pensaba en hacerla correr por primera vez, y lo hizo de una manera tan gloriosa en mi boca. Justo ahora sabía que no tenía ni un derecho sobre ella, pero tampoco me importaba.

— Poché, espera.— Habló con voz agitada, intentó separarse de mi, pero se lo impedí acorralandola en lleno con mi cuerpo contra los casilleros.

— Shhh, no hagas tanto ruido.— Pedí posando mi dedo índice en sus labios, ella suspiró.

Volví a besarla porque su boca era una adicción, mis manos se dirigieron al botón de su pantalón, lo quité mientras mis manos se enganchaban a sus caderas bajandolos hasta sus tobillos. Dani con dedos torpes quitó mi camiseta dejándome en sostén, la quité rápidamente y sus uñas se aferraron a mi espalda, jadeé pegandola más a mí.

— Me encantas, Dani.— Susurré contra su cuello, mientras ella me daba acceso, era una perdición verla tan sumisa.

— Voy hacer que te corras delicioso, preciosa.— Ella gimió, haciendo que una punzada llegará a mi vagina, Daniela me excitaba demasiado.

Quité su blusa dejándola en sostén, baje la tela estorbosa para llevar uno de sus pezones a mi boca, un “plop” se escuchó al soltarlo, ella apretó mis hombros. Mis manos se dirigieron a sus nalgas de nuevo apretandolas con fuerza, ella mordió su labio inferior.

— Relájate.— Susurré en su oído, ella asintió lentamente.

Mis manos se colaron por su ropa interior, empecé a masajear sus nalgas, ella echó la cabeza hacia atrás, aproveché y besé su cuello con la intención de dejar marca. Mis manos seguían el masaje en sus nalgas pero esta vez mis dedos llegando más adentro, Dani gemía extasiada.

— Más, Poché.— Pidió sin vergüenza alguna.

Obedecí su petición mientras mis manos apretaban su culo con ganas en círculos, mis dedos rozando su ano y la entrada de su vagina la cuál estaba muy mojada, seguí mis movimientos mientras ella gemía sin poder evitarlo.

Tomé su pechos con mi boca mamando su pezón para luego expulsarlo con fuerza hacia afuera, mi boca repetía la misma acción mientras mis manos seguían en las nalgas de Calle.

—¡Dios, si! ¡Joder!— Gemía Calle haciéndome delirar y ponerme más mojada, sus gestos de placer me hacían quedarme embelasada.

Su mirada avellana totalmente oscura se encontró con la mía, besó mis labios reteniendo sus jadeos, gruñí cuado jaló mí labio inferior con fuerza, bajé la velocidad de mis movimientos en las nalgas de Calle, ella empezó a rozar su centro con el mío por encima de mi pantalón.

—¿Quieres correrte?— Lamí su labio inferior, mientras mi palma impactaba fuertemente en una nalga, ella gimió.

— Si, por favor.— Suplicó con voz jadeante.

—¿Te gustan las nalgadas, Dani?— Acaricié lentamente la zona algo enrojecida antes de impactar otra vez mi palma en el mismo lugar.

—¡Santa mierda!— Exclamó mordiendo su labio inferior.

—¿Te gustan si o no?— Hablé con voz ronca dejando otra nalgada, ella asintió rápidamente.

— Dios si, me encanta.— Jadeó con las mejillas sonrojadas, más una fina capa de sudor recorriendo su frente.

— Buena, chica.— Contesté, mientras dejaba besos en su cuello, sintiendo lo salado de su sudor, sentía que sabía a gloria.

Fue entonces cuando reanude los movimientos de mis manos, quería darle un orgasmo pero sin siquiera tocar sus puntos más débiles en éste momento. Quería hacerla llegar con otras partes de su cuerpo que ni ella misma imaginaba.

— Si así, voy... Aaah... C-correrme pronto.— Habló arañando mi espalda, mi rodilla fue a dar a su punto necesitado haciendo fricción.

Mis manos tocaban su entrada húmeda, haciendo espesa mi saliva, moría por probar su humedad. Lamí sus pechos mientras sentía cómo clavaba sus uñas con fuerza en mi espalda, me excitaba tanto que lo hiciera.

Entonces ví la mejor imágen de todas, su cabeza se echó hacia atrás y de su boca salió un fuerte gemido dándome a entender que había llegado a su clímax. Se aferró a mis espalda posando su frente en mi pecho, murmuraba cosas inaudibles respirando erráticamente. Alzó su vista para verme, sus mejillas sonrojadas, sus labios hinchados por los besos, se veía preciosa.

— Eso, eso fue...— No la dejé terminar hablar mi boca sobre la suya se lo había impedido.

Bajé mis manos hasta sus piernas haciendo que las enredará en mi cintura, su espalda chocó contra los casilleros de nuevo. Dani se separó de mí un poco, sonrió antes de llevar sus manos al botón de mi pantalón, alcé una ceja esperando.

— Muero por tocarte.— Susurró con voz coqueta chupando mí labio inferior, gemí.

Sus traviesos dedos se colaron por mi ropa interior tocando mi clítoris, cerré mis ojos gimiendo en susurros su nombre, mis dedos se clavaron en sus nalgas, mientras su dedo se movía con agilidad sobre mi clítoris húmedo. Iba a matarme.

Nos separé de los casilleros porque no aguantaría lo que Calle me hacía con sus dedos, vi una banca y agradecí internamente que estuviera ahí. Me senté con ella encima para tomar su rostro y besarla con posesividad, mi lengua invadió su boca de forma invasiva, ella jadeó mientras yo gemí contra su boca al sentir que uno de sus dedos entraba en mi.

Sin mucho que pensar, mi mano se coló por su ropa interior aún puesta, Dani suspiró en mis labios al sentir cómo mi dedo se movía de arriba abajo en su clítoris. Ambas jadeando sobre nuestras bocas, su mirada oscura y perversa encrustrada con la mía, ambas estábamos enloqueciendo.

Introducí dos de mi dedos en su interior, sentí su humedad y calidez caliente recibirme, me encantaba estar dentro de Calle. Curve mis dedos empezando a embestirla con fuerza, ella empezó a gemir sin parar, yo estaba igual porque sus dedos también me embestian a mi.

—¿Te gusta que te coja, Dani?— De su boca no podían salir palabras coherentes por los gemidos.

—¡Me encanta, Poché!— Gritó extasiada moviendo sus caderas con fuerza.

— Joder.— Mencioné sintiendo cómo el orgasmo se construía dentro de mí.

— Solo yo puedo cogerte de esta forma, ¿Lo entiendes? Solo conmigo puedes correrte,— Ella mordió su labio inferior con fuerza viendome.— Solo conmigo puedes gritar como una pequeña puta, ¿Lo entiendes?— Dije con voz demandante entrando en ella con fuerza.

—¡Dios, si... Lo entiendo! ¡Maldición eso se siente bien!

Ella movió sus caderas y sus dedos rápidamente... Entonces ambas llegamos al clímax en un fuerte gemido extasiadas, sentía cómo mi corazón iba a mil junto mi respiración pesada. Miré a Dani totalmente sonrojada, su boca entreabierta respirando pesadamente, llevé un mechón rebelde de su cabello detrás de su oreja.

—¿Qué piensas?— Murmuré acariciando su mejilla con lentitud.

— En lo mucho que me confunde estar cerca de ti.— Suspiró posando su frente en la mía.

— No quiero causar eso, solo quiero pasar tiempo contigo.

—¿De está forma?— Alzó una ceja con cara desconfiada.

—¿Tienes tiempo?— Pregunté sonriendo de lado, tenía una idea. Dani frunció el ceño.

— Si, si tengo tiempo. ¿Por qué?— Respondió confundida.

— Te llevaré a un lugar.— Dije con una sonrisa, ella ladeó la cabeza.

—¿Dónde?— Indagó peinando una de mis cejas, ése gesto me pareció muy tierno.

— Es sorpresa. ¿Me acompañas?— Ella asintió con una pequeña sonrisa en su rostro.

— Muy bien.— Saqué mis dedos del interior de Dani bajo su atenta mirada, llevé mis dedos a mi boca chupandolos.

— Rico.— Mencioné con una sonrisa pícara.

Fue entonces cuando ví cómo ella imitaba mi acción, llevó sus dedos los cuales estaban dentro de mí para chuparlos.

— Rico.— Imitó mis palabras sonriendo cómo niña pequeña. Reí mientras tomaba su rostro y dejaba un suave beso en sus labios.

(...)

Con Dani habíamos salido de la universidad, claramente no levantando sospechas, ella salió por un lado y yo por otro. Obviamente yo fui a terminar ciertas cosas con el director Montecinos. ¿Mi excusa? Un problema familiar que necesitaba de mi presencia.

Ahora íbamos en mi coche, había parado el coche en una tienda comprando todo lo necesario para comer golosinas por un rato. Dani ahora me hablaba de cómo una vez la habían confundido con una chica en el centro comercial y un tipo le lloraba y suplicaba que no lo dejara, todo eso en una navidad.

— Fue espantoso, al final el chico se disculpó con un moco bajando por su nariz.— Soltó una risita que me contagió.

— Bueno, al menos terminó en algo chistoso.— Respondí apartando una vista del camino unos segundos.

— Te ves sexy manejando.— Comentó comiendo de sus gomitas, reí.

— Tu te ves sexy de copiloto.— Halagué guiñándole un ojo, ella sonrió.

— Lo sé, soy irresistible.— Movió su cabello de forma diva, soltamos una risita.

—¿Cómo es que decidiste estudiar psicología?— Preguntó dándome una gomita, la tomé con mis dientes llevándola a mi boca.

— Mi madre sufría de depresión, siempre intentaron ver de menos sus problemas. De toda mi familia era la única que intentaba entender y ayudarla con tan solo 10 años.— Empecé a explicar, Dani me generaba confianza así que no era tan complicado abrirme a ella.

— Mamá empeoró y bueno, fueron años difíciles. Cuándo fui mayor decidí estudiar psicología, así ayudaría a aquellos que tenían sus batallas internas y nadie se da cuenta.— Finalicé con media sonrisa.

— Wow, eso es increíble. Lamento lo de tu madre, Poché.— Respondió dándome apoyo, pero no un apoyo de lastima, agradecía eso.

— No te preocupes, Dani. Es una herida que ya sanó.— Murmuré tomando su mano.

—¿Quieres gomitas?— Habló con voz de bebé, mi corazón se enterneció a lo que me hizo sonreír anchamente.

— Si me das un beso, si.— Contesté jugando con sus dedos, ella rió.

Detuve el coche porque habíamos llegado a nuestro destino. Observé por el rabillo de mi ojo cómo tomaba una gomita y se la llevaba a su boca, se inclinó hacia mi y tomó mi rostro.

Se acercó lentamente y unió sus labios con los míos, con su lengua empujó la gomita dejándola en mi boca, terminó el beso dejando un pico en mis labios para ir a su lugar.

— La gomita supo mejor.— Habló alzando sus cejas pícaramente, arrugue la nariz riendo.

— Hemos llegado, señorita gomita.— Comenté bajando del coche, lo rodeé hasta llegar a su puerta y abrir la puerta, ella bajó observando el lugar.

— Éste lugar es increíble.— Mencionó yendo a la orilla de aquél lago.

Habíamos venido a un lago que había encontrado hace un tiempo, no era un lugar muy concurrido y por eso estaba lleno de árboles, el agua era tan cristalina que te podías ver en ella, los atardeceres aquí eran una locura. Caminé dónde estaba Dani para rodear su cintura con mis brazos.

—¿Te gusta?— Pregunté en un murmullo en su oído.

— Es muy lindo aquí, está lleno de paz.— Respondió recargándose en mi, apreté su cintura dejando un beso en su mejilla.

—¿Haz pescado alguna vez?— Pregunté, Dani soltó una ligera carcajada.

—¿Qué? ¿Tú lo haz hecho?— Respondió dándose la vuelta para verme, sonreí.

— Por supuesto, hay un pequeño bote no muy lejos.— Contesté viendo sus avellana, radiaban hermosamente por el sol viéndose más claros.

— Vamos, te mostraré el mundo de la pesca.— Jale de su mano llevándola a dónde estaba el bote.

(...)

Dani soltaba una estruendosa carcajada echando su cabeza hacia atrás, solté una mientras intentaba subir al bote. Si, había caído al lago en la lucha de atrapar un pez, obviamente el pez terminó ganando la batalla.

—¡Te dije que soltarás el pez, Poché!— Dani no dejaba de reír, tanto que sus lágrimas salían y tomaba su estómago.

—¿Y yo que iba a saber que el pescado ése me ganaría?— Contesté llevando agua a mi boca para escupirla en un chorro a Dani, ella se quejó.

— Dios que divertido.— Mencionó parándose con cuidado en el bote para llegar hasta donde estaba yo.

— Seré una buena persona y te ayudaré a subir.— Agregó sonriendo mientras tomaba mi mano, sonreí perversa.

— Ni se te ocurra, Garzón.— Enchinó sus ojos al ver mis intenciones.

— Sería una lastima si cayeras.— Dije jalando de su mano con fingida lastima mientras sonreía, Dani se aferró al bote.

—¡Ni se te ocurra!— Gritó con total diversión, empecé a mover el bote mientras jalaba de su mano con fuerza.

—¡Dani al agua!— Grité riendo mientras veía cómo Calle entraba de un solo chapuzón al agua. Salió totalmente empapada llevando su cabello mojado hacia atrás.

—¡Eres una idiota!— Habló echándome agua en la cara, reí mientras me sumergía y la tomaba de sus piernas para sumergirla conmigo, salí rápidamente y Dani venía detrás de mi, tomé su cintura bajo el agua mientras ella secaba el agua de sus ojos con sus manos.

— Puedo ser tu idiota.— Contesté hipnotizada por lo bella que se veía, sonrió de manera tímida.

— Creo que hay que irnos.— Susurró separándose de mí para nadar hasta el bote.

— Claro.— Mencioné extrañada por su cambio repentino.

Con mucho esfuerzo subimos al bote de nuevo, encendí el motor y nos dirigimos a la orilla del lago. Una vez llegamos a la orilla amarré el bote a la estaca que se encontraba ahí, Dani se bajó rápidamente esperándome. Su silencio estaba alertandome.

Tomé su mano llevándola al coche de nuevo, en todo el camino ella solo de limitó a estar en silencio, por suerte tenía una toalla conmigo en el auto, siempre portaba una pequeña maleta en la cajuela. Me acerqué a ella y la envolví en la toalla para frotarla y darle calor.

—¿Pasó algo?— Me atreví a preguntar acariciando su mejilla.

— Nada. Es tarde, debo ir a casa.— Contestó sonriendo a medias, asentí lentamente.

Dani se cambió de ropa dejando la mojada en la cajuela, hice lo mismo mientras ella esperaba adentro del coche, una vez terminé de cambiarme cerré la cajuela y entré al auto. Iba a encenderlo cuándo una llamada entró a mi teléfono, fruncí el ceño al ver el número desconocido.

— Garzón. ¿Quién habla?

— Hola, María José.— Sentí que los colores de mi cara iban y venían al escuchar esa voz.

«¿Tú después de tanto?» Pensé petrificada.



































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Llamada misteriosa tan tan tan taaaaaaan.

Y recuerden amo el drama.

Me retiro, putitos de clóset. 

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