Sin Oprobio

By islaplatanito

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Historia breve de una vida intensa. Leer esta historia bajo su propia precaución. Descripción, etiquetas e... More

Advertencia de contenido
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
7
8
9
10
11
13
14
21
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Epílogo

12

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By islaplatanito

Giana subió delicadamente a horcadas sobre su regazo, sin aun sentarse sobre él. Él puso una mano en su cintura y la apretó suavemente, luego se separaron por falta de aire.

- Y-yo pensé q-que... Tú eras... - dijo ella.

- Que yo era qué?

- Gay.

James la tomó del trasero y finalmente la sentó sobre su erección. Lo cual hizo que Giana abriera sus ojos como platos, sentía un enorme bulto bajo ella.

- Te parece que lo soy?

- No, pero me evitabas...

- Intento contenerme.

- James? - dijo ella con un tono tan dulce como la miel.

- Si?

- Deberías descansar, te estás durmiendo.

Él abrió los ojos, comenzó a fantasear tras el toque de la mano de Giana y accidentalmente se quedó dormido.

- Disculpa, no fue mi intención. - dijo él soltando la mano de la castaña.

- Está bien, solo ve y descansa, si?

Asintió y se levantó rápidamente del sillón.

- Giana...

- Hmm?

- Puedo pedirte algo? - dijo él temiendo la respuesta de ella. Por primera vez en su vida pedía algo con temor a ser rechazado.

- Si, lo que sea.

- Podrías dormir conmigo?

Giana se enrojeció de inmediato, pues esperaba todo menos ese favor. Nunca había dormido con un hombre, y menos con alguien que le llamara la atención, por lo que se sintió nerviosa, pero por la mirada de James, aceptó.

- Claro. - respondió ella amablemente. - Solo, dejame buscar mis pijamas e iré a tu habitación, bien?

James asintió animado y se dirigió a la habitación de él para cambiar su ropa y abrirle un espacio en su enorme cama. Acomodó perfectamente las almohadas y le buscó su propia manta para que ella no se sintiera incómoda. Él intentó acostarse lo más cerca a la orilla para que ella no pensara que él tenía otras intenciones. Giana entró a la habitación y tras verlo en su encantadora posición se echó a reir.

- Que haces James? - reía mientras cerraba la puerta.

- Yo te dejé espacio.

- La cama es de dos metros... - dijo sentandose en la cama. - Y estas en la orilla.

- No quise invadir tu espacio.

- Claro. - ella gateó por la cama hasta llegar a su lugar, puso su cabeza en la almohada y se acostó. - Ya deberiamos mimir.

- "Mimir"? - dijo James extrañado por la expresión.

- Si, es como "dormir" pero de bebé.

- Esta bien. - respondió no muy seguro.

- A menos que quisieras hacer otra cosa. - dijo cerrando los ojos.

- No. - él la miró. - Quiero mimir.

- Entonces cierra los ojos, grandulón.

Ella se quedó dormida inmediatamente, por primera vez en tanto tiempo no sobrepensó las cosas hasta agotarse mentalmente, ella se sentía como cuando comes tu comida favorita y quedas con la panza llena, pero sin hacerlo. James sentía lo mismo, ni siquiera intentaba respirar para evitar que Giana despertara, parecía un pequeño querubín durmiendo sobre una nube, definitivamente ella lo hacía sentir en paz; ella aceleraba su pulso y hacía que su necesidad aumentara pero al mismo tiempo lo hacía sentir sereno y manso.

James no pudo dormir en toda la noche, o mas bien, no quiso dormir en toda la noche, le pareció más entretenido intentar tocar sus mejillas, prefirió contar las pecas de Giana, contar cada vez que arrugaba su nariz si él se movía solo un poco; prefirió escucharla balbucear en un idioma desconocido mientras él se reía mentalmente, entendió y aceptó que ese mechón de cabello que tanto odiaba porque siempre caía sobre su mejilla era el favorito de ella, pues siempre lo tomaba y se lo enrollaba en su pequeño dedo índice. Esa madrugada James no lo supo de inmediato, pero se enamoró de ella.

Marcando casi las cinco de la mañana, finalmente James se quedó dormido, aunque no quería dejar de admirar a la pequeña mujer que dormía a su lado.

Giana no pudo seguir durmiendo luego de las seis de la mañana, tenía un par de pesadillas y estaba acalorada. Al despertar se dió cuenta que tenía a James abrazándola desde atrás, se sorprendió inmediatamente, ya que no creía lo que veía. Él tenia su brazo derecho por debajo del cuello de ella, el otro brazo la tomaba de su cintura, y tenía la mano de él acunando su vientre. Ella no sabía si moverse o no, pero de igual manera sería inútil ya que el hombre era bastante grande y su esfuerzo por moverlo no valdría la pena; aun así decidió intentar, ya que debían tomar el jet dentro de algunas horas.

Ella subió su mano hasta la mejilla de James y comenzo a acariciar su escasa barba para despertarlo, pero sus intentos eran en vano, él estaba dormido como un oso en hibernación.

- James... - susurró dulcemente intentando que la escuchara. - Puedes despertar?

- Shhh... - respondió él abrazandola aún más fuerte.

- Carajo. -

James la atrajo aun más a él, pegando la espalda de ella a su pecho. Giana se sentía mas que avergonzada, pues lo único que los separaba era la gran ereccion mañanera de él.

- James? - volvió a intentar despertarlo.

Él solo metió su cabeza en la melena castaña de ella, y tras unos segundos aspiró el olor de su cabello, un olor bastante familiar, su olor a sandía. Abrió sus ojos azules de par en par y lo primero que vió fue las grandes mejillas de ella, miró más abajo y se dió cuenta de que la tenía prisionera en sus brazos.

- Disculpa. - su voz mañanera se escuchaba mas sexy de lo normal, algo que hizo que a Giana casi le diera un pre infarto. - Yo no sabía... Mierda.

James vió la enorme ereccion que tenía e inmediatamente se sentó en la cama, soltándola, tapandose la entrepierna con una almohada. Era bastante difícil ver a James sonrojado, pero esta vez, él estaba más rojo que un tomate. No paró de disculparse con Giana, algo que hacía que ella solo se riera.

- James, está bien... - dijo ella.

- Es que no, yo no... Perdón.

- Escucha. - se acerco a él y puso su mano en su mejilla. - Es completamente normal que te suceda eso.

- Pero es que...

- Tranquilo, aunque no soy un hombre, no te juzgo.

James cambió su semblante.

- Qué dijiste? - le dijo él levantando una ceja.

- Que no te juzgo.

- No, lo de que... Qué dijiste?

- Que sé que no soy un hombre y que no te juzgo?

- Porqué serías un hombre?

- Por lo de tu... preferencia? - Giana estaba confundida. En serio ella creía que James era gay.

- Dices que prefiero a los hombres?

- Ah... No los prefieres?

- Giana...

- Qué sucede, dije algo malo?

- No soy gay... - dijo quitándose la almohada de las piernas. - Esto es porque...

James no sabía como formular exactamente las palabras que quería decir, no quería decir que le gustaban las mujeres, él no queria parecer un mujeriego; no quería decir que le atraía, no sabía como decirlo exactamente.

- Escúchame. - dijo él llevandose una mano al rostro. - Giana, tú... Lo que tú...

- Si? - ella estaba nerviosa, en serio necesitaba que la tierra se la tragara.

- Tu, lo que me gusta... - se quitó la mano de la cara y la miró fijamente. - Me gusta lo que tienes entre tus piernas.

Tras esa confesión Giana olvidó como respirar.

- Eso no sonó muy bien... - por alguna razón James se puso nervioso. - Me refiero a que me gusta... Me gustan...

- Te gustan las vaginas? - dijo ella muy sonrojada. Sus mejillas ardían.

- Sí... Digo, no todas. No es que sea selectivo, de hecho todas las vaginas son lindas...

La tensión y nerviosismo que había entre ambos era muy grande, y cada vez las preguntas y las respuestas se sentían mas incómodas.

- Quieres decir que te gustan las mujeres?

- Si, pero no todas. No soy un mujeriego o algo.

- Entiendo, está bien. - dijo ella intentando calmar el ambiente.

- Lo que quiero decir es que no me gustan los hombres, me gustan las mujeres.

- Está bien. - ella aun estaba sonrojada.

- Yo... - dijo James casi tartamudeando.

- Disculpa por pensar que eras gay. - dijo Giana. - Pensé que por eso me evitabas.

- No. Yo no te evitaba por eso.

- Entonces si me evitabas?

- Sí. - dijo James viéndose las manos. - Tú en realidad eres... Estás muy... No sé como decirlo.

- Es algo malo?

- No, creo... - levantó su mirada y la vió fijamente.

Ambos buscaban algo en los ojos del otro, intentaban hablar mediante telepatía, pero era casi imposible. James se sentía frustrado por no poder expresar lo que realmente necesitaba decir. Así que siguió su impulso. Él se levantó de su lugar y tomó el rostro de Giana para atraerlo hacia el de él, la miró por unos segundos y finalmente la besó. A primera estancia, ella no reaccionó, pero luego de un par de segundos decidió seguirle el beso. Él poco a poco se acostó sobre ella y sin pensarlo se metió entre sus piernas para tener más accesibilidad. Ella subió sus manos por su nuca hasta llegar a su cabello, para tomarlo entre sus dedos y apretar a James hacia ella.

Giana no sabía exactamente lo que hacía, pues nunca en su vida había dado un beso, pero se dejó llevar por la lengua hechicera de James que poco a poco se metía en la boca de ella.

James tenía manos muy inquietas, por lo que comenzó a pasarlas por sus piernas, subiendo por sus caderas, trazando las líneas de sus pequeñas costillas y finalmente ubicandolas en la espalda de ella. La apretó fuertemente y la atrajo hacia su pecho, haciendo que su voluminoso trasero chocara con su erección. Ella soltó un leve quejido al sentir la fricción, cosa que hizo que James se pusiera aun más duro, apretó nuevamente la espalda de Giana, clavandole sus escasas uñas en el dorso, bajando una de sus manos a su rabadilla para luego meterla en su pantalón de pijama, tocando finalmente el borde de su braga.

- James? - susurró Giana terminando el beso.

- Me alejo? - preguntó él preocupado.

- No. Es solo que, no sé como hacer esto.

James sólo se dispuso a mirarla por varios segundos. Su inocencia y lo pura que era lo hacía sentirse más atraído y al mismo tiempo no quería arruinar su hermosa aura, sentía que debía alejarse, que no debía hacerlo con ella.

- Disculpa. - dijo James apartándose.

- James... - ella estaba confundida. - No te apartes.

- No creo que sea lo mejor.

- No te entiendo.

- Es mejor que no intentemos algo. - exigió James.

- Pero que caraj...?

Giana estaba confundida, no lograba entender el punto de James.

- James. Es porque soy... virgen?

Él solo la miro, no era necesario que dijera una palabra, pues sus ojos habían dicho lo suficiente.

- No quiero hacerte daño.

- Porqué dices que me harás daño?

- Yo me descontrolo. - dijo él sintiendo pena por su confesión.

- Te descontrolas?

- Me pongo un poco violento.

- Que tan violento?

- Yo no tengo piedad.

- Y te da miedo no tener piedad conmigo?

- Si. Aunque...

- Que?

- Tengo un deseo ardiente por ti.

- Entonces inténtalo. - Giana no estaba completamente segura de lo que su boca soltaba, pero era lo que quería. - Y no me hagas pedírtelo una vez más.

James se motivó por esa última frase y saltó sobre ella para volver a besarla, esta vez con más intensidad, metió de nuevo su mano en el pijama de ella y agarró fuertemente su trasero, estrujándolo y clavando sus uñas en el. Él bajo sus besos desde su mentón hasta su cuello, el cual chupó y mordisqueó hasta dejarle marcas, era su sello personal; ella bajó sus manos hasta su abdomen y las metió por debajo de la camiseta de él, subiendo poco a poco hasta llegar a su pecho, tomando el borde de la tela y quitándosela a James.

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