En el Pabellón del Lago

By Evonnis

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Después de doscientos años de matrimonio, Xie Lian pensó que sería agradable tener un miembro más en su nueva... More

Capítulo 1: Un sueño extraño
Capítulo 2: Noticias
Capítulo 3: Antinatural
Capítulo 4: Niño o niña
Capítulo 5: GuoShi
Capítulo 6: Ayuda extra
Capítulo 7: Otro sueño
Capítulo 8: Pasteles
Capítulo 9: Monte TongLu
Capítulo 10: Latido
Capítulo 11: Dejarlo ir
Capítulo 12: Galletas
Capítulo 13: Sopa de cordero picante
Capítulo 14: Dos
Capítulo 15: Voluntad del cielo
Capítulo 16: Movimiento
Capítulo 17: Desconcertante
Capítulo 18: Sangre
Capítulo 19: Niños inmortales
Capítulo 20: Normalidad
Capítulo 21: Advertir
Capítulo 22: Susurro
Capítulo 23: Pregunta
Capítulo 24: Amor
Capítulo 25: Nacimiento I
Capítulo 26: Nacimiento II
Capítulo 27: Nacimiento III
Capítulo 28: Viva
Capítulo 30: Pequeño durazno
Capítulo 31: Xiao'er
Capítulo 32: Pequeño descanso
Capítulo 33: Primer año
Capítulo 34: Enfermedad
Capítulo 35: Rutina
Capítulo 36: Familia
Capítulo 37: Medio Otoño
Capítulo 38: Cumpleaños
Capitulo 39: Trabajo de campo
Capitulo 40: Encuentro
Capítulo 41: Invierno
Capítulo 42: Invierno II
Capítulo 43: Invierno III
Capítulo 44: Pelea

Capítulo 29: Tíos

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By Evonnis

Reparar la Capital Celestial por completo tomaría al menos un mes, porque también era necesario terminar de registrar el Monte TongLu. De esta manera el Reino Celestial había pasado dos semanas ocupadas, y aun les faltaba un poco más de tiempo, mientras que la persona causante de todos los destrozos dormía la mayor parte de los días.

—Que bonita eres. —Shi QingXuan miró a la bebé que dormía entre sus brazos—. Ni siquiera haces ruido, ¿uh? Tienes un sueño pesado.

El Señor del Viento estaba sentado en el salón principal, Ban Yue y Pei Su estaban a su lado mirando el rostro apacible de XiaoTao. A diferencia de otros bebés, ella era difícil de despertar y solo lloraba en contadas ocasiones, sin embargo, su pequeño rostro se arrugó de repente y hubo una queja.

—¿Qué sucede? ¿ya extrañas a tus padres? —Shi QingXuan la meció con cuidado—. Solo dales unos minutos más.

Xie Lian y Hua Cheng ya habían decidido de qué manera iban a ordenar sus obligaciones, así que el Emperador Celestial solo recibiría informes y preguntas de Ling Wen mediante su matriz de comunicación privada. Los momentos que Xie Lian usaba para esto era cuando comía o cuando tomaba un baño, ya que esas eran las pocas ocasiones en las que dejaba a su bebé con otras personas.

En cuanto al Rey fantasma, él había relegado sus obligaciones a sus personas de confianza por todo ese mes. Él era un hombre bastante responsable cuando se trataba de su esposo, y quería ayudarlo lo más posible ahora que su hija había nacido. La ventaja que tenían era que XiaoTao no era un bebé común, era un ser nacido inmortal y sus necesidades eran menores que las de un ser humano.

Esa mañana ambos tomaron su baño juntos mientras Shi QingXuan cuidaba a XiaoTao, y esta vez usaron ese tiempo para relajarse un poco. Ambos se abrazaron dentro de la bañera en la que estaban algo apretados, compartieron algunos besos y Xie Lian apoyó su cabeza en el pecho de su esposo.

—¿El GuoShi no te dio una explicación? —preguntó él.

—Su única indicación fue escoger uno de los nombres, y ya que XiaoTao es una niña, ese debería ser su nombre. ¿A gege no le agrada?

—Oh, no es eso. Es solo que pensé que el GuoShi sería un poco más...

—¿Ceremonioso? —Hua Cheng vio a su esposo asentir—. El nacimiento de XiaoTao fue algo repentino, no hubo tiempo para explicaciones.

—Eso es cierto. De todas maneras, siempre será XiaoTao para nosotros. —Xie Lian estuvo en silencio por un rato, luego tuvo una duda repentina—. ¿San Lang quiere hacer algo para los primeros cien días de XiaoTao?

—El primer mes de XiaoTao puede ser solo para nosotros, pero sus cien primeros días serán algo para celebrar.

Xie Lian sonrió, pues él ya esperaba algo como eso. Conociendo a Hua Cheng y el gran amor que tenía por su familia, era natural que quisiera celebrar la vida del bebé que acaba de llegar a sus vidas. De seguro querría hacer una fiesta tan grande y deslumbrante que cegara los ojos de quienes se opusieron, y les demostraría todas las riquezas de las que su pequeña XiaoTao era digna.

Sonaba agotador el solo pensarlo, aún así, Xie Lian definitivamente quería que Hua Cheng lo hiciera. El gran Supremo deseaba tener una hija, y ahora que la tenía iba a querer presumírsela a todo el mundo.

—San Lang puede encargarse de eso, sé que lo hará bien.

Después de un rato ambos finalmente salieron de la bañera, se vistieron y Xie Lian vio a su esposo salir directo a arrebatar a su bebé de los brazos de Shi QingXuan. El Señor del Viento hizo un puchero cuando el padre de esta niña se la llevó, sin embargo, Hua Cheng lo ignoró y él tuvo que conformarse con tocar su propio vientre.

Por otro lado, el Emperador Celestial puso su atención en Pei Su y Ban Yue, quienes estaban listos para irse una vez más.

—¿Regresarán para celebrar los cien primeros días de XiaoTao?

—Nos quedaremos en el Reino de YuShi por el momento. —Ban Yue respondió y miró a Pei Su—. Supongo que vendremos si el General así lo desea.

—Dudo que Hua Cheng no invite a las personas de la Capital Celestial, así que todos serán bienvenidos. —Xie Lian estaba totalmente seguro de ello.

Él acompañó a los dos jóvenes hasta la salida del Santuario Puji, los despidió y luego regresó al interior de su hogar para encontrarse con su esposo. El salón del altar estaba lleno de ofrendas de felicitación de las personas de la villa, y Hua Cheng se había sentado al lado contrario del incienso, para evitar que un olor tan fuerte pudiera molestar a su hija.

Xie Lian se sentó junto a él y se recostó contra su hombro, observando a su bebé. La cabeza de XiaoTao estaba sostenida por las dos manos del Rey fantasma, mientras el resto de su cuerpo descansaba sobre sus antebrazos. Esta forma la hizo lucir aún más diminuta y frágil.

—XiaoTao. —Xie Lian la llamó en un tono suave, y XiaoTao bostezó. Sus manos pequeñas comenzaron a moverse igual que sus piernas, al fin parecía haber despertado una vez más—. Buenos días.

Él vio que XiaoTao fue capaz de llevar sus manos a su boca, y no pudo evitar acercar su mano a ella para tocarla. Era gratificante sentir que su bebé estaba viva. Esas manos que eran más pequeñas que una moneda cobre atraparon la punta de su dedo, aferrándose a él y manteniéndolo cerca.

—Está bien, no me iré entonces. —El Emperador Celestial sonrió.

—Gege, XiaoTao ya debería haber abierto sus ojos, ¿no es así?

—La Maestra Médica dijo que sí, pero XiaoTao parece estar durmiendo todo el tiempo. —Xie Lian movió su dedo un poco, y esas manos diminutas no lo dejaron ir—. ¿XiaoTao será una niña perezosa?

—Ella no necesitara hacer demasiado en el futuro de todas maneras. —Hua Cheng acarició la cabeza de su bebé gentilmente.

—Y la amaremos sin importar qué.

Los delgados labios en aquel rostro redondo se curvaron en una sonrisa, demostrando que XiaoTao estaba feliz al escuchar las voces de sus padres. No era la primera vez que la veían sonreír, sin embargo, Hua Cheng sintió que su corazón se derretía una vez más.

—XiaoTao está muy feliz. —dijo Xie Lian—. Espero que siga despierta para cuando Feng Xin y Mu Qing vengan.

—¿Gege los invitó? —Hua Cheng miró a su esposo—. Aún no ha pasado un mes.

—¿Deberíamos esperar un mes? No somos mortales, así que pensé que estaría bien que vinieran.

—Puede que no sea necesario, aun así, gege, ellos son muy ruidosos.

—No es difícil despertar a XiaoTao. —replicó el Emperador Celestial—. Y ellos quieren conocer a XiaoTao. Será solo un momento, ellos dos aún deben reconstruir sus palacios y el suelo de la Capital Celestial.

Más que estar enojado o extrañado por la opinión de su esposo, Xie Lian encontraba un poco divertido el asunto. XiaoTao tenía apenas dos semanas de vida y Hua Cheng ya no quería dársela a nadie. De hecho, el Emperador Celestial vio a su esposo cambiar de posición y acomodar a su bebé entre sus brazos una vez más.

—San Lang nadie va a robártela. —Xie Lian estaba riendo hasta que miró el rostro de su bebé, se quedó mudo por unos segundos y luego sus ojos se llenaron de brillo—. H-Hola.

Hua Cheng siguió la mirada de su esposo y también se quedó paralizado, había un par de orbes redondos regresándole la mirada. La bebé en sus brazos tenía un par de ojos de color carmesí, como un estanque de sangre iluminado por la luz del sol.

XiaoTao pareció sorprendida al finalmente ver el mundo, aunque era obvio que ella aún no podía ver bien, y movió su boca como si quisiera hacer algún su sonido. Sus brazos y manos se movieron con torpeza, y sus ojos rojos parecieron tratar de mirar lo que había a su alrededor.

—Tiene tu color, San Lang. —Xie Lian le dio un par de palmadas a su esposo debido a la emoción.

Hua Cheng pareció encogerse un poco en su lugar, ocultando a XiaoTao por completo entre sus brazos. Los ojos de está criatura siguieron viendo hacía él, y una sonrisa apareció en ella otra vez.

Él había pasado toda su existencia odiando esa parte de sí mismo, aquel ojo carmesí por el que sufrió desde su temprana niñez, sin embargo, ahora que veía ese color en los ojos de su hija, Hua Cheng solo podía pensar que era hermoso. No solo el color, ella también lo era. XiaoTao era una de las dos personas más hermosas que jamás había conocido.

De repente sintió que quería protegerla, quería llevarla lejos y ponerla en una pequeña caja donde nadie pudiese herirla nunca. El mundo estaba lleno de sufrimiento y tristeza, él lo sabía mejor que nadie, y ahora temía a la sola idea de ver a XiaoTao experimentar algo como eso.

Xie Lian se recostó contra él, abrazándolo y mostrando una sonrisa comprensiva. Él conocía bien a su esposo y sería una mentira decir que no se sentía igual, porque él también deseaba proteger a esa niña de todos los males del mundo.

—Ella va a estar bien, San Lang. Vamos a cuidarla.

—No quiero que sufra.

—San Lang, no hay nadie que no sienta al menos un poco de tristeza en este mundo. —Xie Lian sabía que esto era una verdad—. Pero estaremos ahí para XiaoTao.

Nadie podía vivir en el mundo sin enfrentarse a dificultades y dolor, los padres de todo niño solo podrían prometer estar a su lado y cuidarle.


Poco después Feng Xin y Mu Qing realmente aparecieron, y entraron discutiendo al Santuario Puji. Xie Lian levantó su vista para mirarlos al igual que Hua Cheng, quien les dio una mirada de advertencia, aun así, sus ruidos solo se detuvieron al escuchar un pequeño sonido.

XiaoTao había abierto mucho sus ojos al escuchar tanto ruido, y, contrarió a lo que uno esperaría, ella pareció reírse. El Emperador Celestial la sostuvo con suavidad en sus brazos y se colocó de pie, acercándose a sus antiguos sirvientes.

—XiaoTao, mira. Son el Tío Mu Qing y el Tío Feng Xin.

Aunque la bebé realmente no podía ver muchas cosas, sus ojos se movieron hacía las dos personas de pie frente a su padre. Los dos Generales la miraron de regreso sin saber como reaccionar, un montón de emociones estaban en sus mentes en ese momento. El rostro de XiaoTao era redondo igual que sus ojos y su pequeña nariz, y sus delgados labios tenían un ligero color rosa. Su apariencia era hermosa y tierna, pero sus ojos le daban un aire sutilmente diabólico.

—Se parece a Su Alteza. —Mu Qing ya tenía un poco de experiencia con niños, así que Xie Lian no tuvo miedo al momento de ofrecerle cargar a su hija—. No debería...

—No te preocupes, vamos.

—Hazlo. —Feng Xin lo empujó.

—¿Y por qué no lo haces tú? —Mu Qing replicó.

—¿Parezco alguien que sabe cargar niños?

El General Xuan Zhen bufó y aceptó con un poco de nervios. Él no estaba nervioso por Hua Cheng y su mirada feroz, lo que le ponía nervioso era que esa era la bebé de la persona en la que había puesto toda la lealtad de su vida. El cuerpo delgado y frágil fue puesto en sus brazos, y los ojos rojizos miraron hacía él.

—Pequeña Alteza... —Mu Qing no encontró palabras para expresarse. Y Feng Xin no estaba mucho mejor, él parecía que estaba a punto llorar.

—El bebé de Su Alteza...

—XiaoTao ha abierto sus ojos justo hoy, a ella realmente le gusta dormir. —Xie Lian acarició la cabeza de su bebé con gentileza.

La bebé cerró sus ojos de repente, su boca se abrió y estornudó. El sonido fue extremadamente tierno, y se repitió un par de veces hasta que XiaoTao frunció el ceño y su cuerpo tembló.

—Está bien, está bien. —Mu Qing la meció para tranquilizarla—. Pequeña Alteza no debe molestarse por eso.

Al ver a XiaoTao tranquilizarse y llevarse las manos a la boca, Feng Xin no pudo evitar sentir una pizca de nostalgia incomoda. Él miró a Xie Lian y preguntó:

—¿Alguna noticia?

—Jian Lan dice que CuoCuo aún está durmiendo. Ella lo ha guardado en la Mansión Paraíso, ahí estará seguro. —Hua Cheng fue quien respondió—. No hay ningún daño en él, creo que solo necesitará tiempo para despertar.

—Preguntamos a algunos habitantes de Ciudad Fantasma, ellos dicen que solo parece estar hibernando. —informó el Emperador Celestial.

El General Nan Yang tenía una relación compleja con su propia familia, pero nunca tuvo y no tenía la intención de dejarlos de lado. Si CuoCuo tenía algún problema, él estaba dispuesto a ayudar incluso si Jian Lan no quería aceptarlo.

Xie Lian y Mu Qing se miraron por unos segundos y parecieron pensar lo mismo, entonces XiaoTao fue puesta en brazos de Feng Xin. Este General que tenía miedo de las mujeres jamás había cargado un bebé, así que se puso firme y rígido.

—¿Cuál es su nombre? —Mu Qing preguntó, ignorando el sufrimiento del otro Dios marcial.

—GuoShi escogió su nombre. —dijo Xie Lian en respuesta—. QiongYing.

Feng Xin se mantuvo sereno hasta que XiaoTao se retorció y bostezó, y ese movimiento lo asustó al punto de que un sudor frio apareció en su frente. Xie QiongYing era, por herencia de su sangre noble, Princesa de XianLe. Sin embargo, ella también era la única hija del Emperador Celestial y de la Lluvia Carmesí que Busca la Flor, nadie en este mundo querría atreverse a dejarla caer.  


(๑•́ o •̀๑) Los primeros 100 días de XiaoTao se celebraran en el próximo capitulo, de seguro será una gran fiesta. ¿Qué clase de regalos recibirá un bebé como ella?

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