Inked Knockout

By SandyDayDreamer

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Una noche con amigas, un desvío, un callejón solitario. Un plan genial, ¿no? Por si fuera poco con la desastr... More

1.- Cavernícolas y Soju.
2.- Reina de corazones
3.- Adivinanzas
4.- Un pasito atrás
5.- X
6.- Abierto hasta... ¿el amanecer?
7.- Switch Stance
8.- Tíos malos; encuentros peores
9.- De boca en boca y tiro porque me toca
10.- Proposiciones (in)decentes.
12.- Juicio y Sentencia
13.- El poder de Rosita
14.- Promesas de tinta roja.
15.- Side Control.
16.- Ley de Gravitación Universal.
17.- Creciente menguante.
18.- Ensoñaciones.
19.- Jab
20.- Encuentros en la tercera clase.
21.- De treinta a cuatro mil ochenta.
22.- Rendición.
23.- Takedown.
24.- Dos a dos.
25.- Muros, paredes y grietas.
26.- Déjame entrar.
27.- Half guard.
28.- ¿Pasado o presente?

11.- Sparring

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By SandyDayDreamer

Concéntrate.

Respira.

No pienses, actúa.

Reacciona... Reacciona antes de que pase.

Con todo el aire que he estado aguantando ocupando mis pulmones y mi pulso disparado, separo los labios y controlo la exhalación que sale lenta y constante hasta dejarme vacío. Vuelvo a repetirlo un par de veces más; tengo que bajar mi ritmo cardiaco lo suficiente como para dejar de temblar. Aunque no lo hago por miedo ni por nervios, sino por pura rabia; me cabrea pensar que puedo llegar a perder otra vez... No puedo creerlo. No quiero que esa posibilidad me entre en la cabeza. No puedo permitirme perder.

Alzo la cabeza, observando el reflejo que me da el espejo sobre el lavabo; acabo de salir de la ducha y, a causa del estricto entrenamiento de estas semanas, me noto más en forma que nunca. Debería estar confiado, debería sentirme bien conmigo mismo al haberme esforzado tanto... pero solo puedo estar bien si gano.

La puerta del vestuario se abre, dando paso a Jin y a Hobi; encontrarme al Jin no me sorprende, ya que él va a presentar el combate que tengo en unos minutos (como lleva haciendo toda la noche), pero ver a mi otro hyung todavía por aquí me sorprende mucho. Debe haber notado que me quedo boquiabierto al verle, o eso me dice la sonrisa enorme que me dirige.

—Madre mía, Jungookie, te estás poniendo enorme —declara, soltando de paso una risilla.

A lo mejor no se reía por verme tan sorprendido, sino por verme tapado solamente por esta toallita enana que esconde lo imprescindible.

—¿Tanto te alegras de vernos, Jungookie? —pregunta Jin, conteniendo la risa.

—¡No es nada de eso! Es que la toalla esta marca mucho —murmuro cabreado, tapándome con las manos, aunque no se vea nada realmente.

Mis dos hyungs se parten a mi costa mientras voy a ponerme los calzoncillos en una esquinita junto a mi taquilla justo después de hacerme la coleta. No estaba mentalmente preparado para ponerme ya los shorts que voy a usar para el combate, pero con tal de que dejen de hacer chistecitos con mi paquete...

—¿Cómo te notas? —pregunta Hoseok, sentándose a mi lado para ayudarme a poner las vendas.

—Nervioso, cabreado, asustado...

—¡Eso es normal, Jungookie! Hay luchadores que lloran y todo antes de salir a pelear; si quieres desahogarte, a mis brazos —me ofrece Jin con una cara muy seria, dejando un hueco entre sus brazos para que llore ahí o algo.

—Estoy bien sin llorar... pero gracias.

—¿Sientes la presión? —pregunta Hobi. Asiento al momento, claro, la siento hasta en las pestañas—. Eso es bueno; eso es lo que te ayuda a ganar, no dejes que se te vaya.

—Si lo que quiero es precisamente quitármela de encima —murmuro en voz baja.

—Si te la quitas de encima como tú dices, vas a perder —comunica, palmeándome la mano ya cubierta por la venda para empezar con la otra—; la presión viene del miedo a la derrota, del miedo a tu contrincante. El miedo es fundamental: es el que te ayuda a que la adrenalina corra como loca por tu corriente sanguínea, y la necesitas para no notar el dolor, para reaccionar antes que tu enemigo, para moverte más rápido, para ser más preciso en los golpes.

—Entiendo, entrenador —musito muy concentrado en su discurso.

Hobi termina con las vendas y tanto él como Jin me ayudan a colocarme los guantes. No sé si estoy preparado, pero ya no siento la presión como algo negativo gracias a las palabras de Hoseok; intento pensar que todo lo que siento (por muy jodido que me tenga) es bueno; intento acordarme de cada pauta que mi entrenador me ha enseñado; intento mantener mi respiración estable y mi pulso bajo; y cuando mis hyungs terminan de atarme los guantes y se levantan, intento seguirles sin que me tiemblen las rodillas.

—Yo tengo que ir adelantándome para presentaros —anuncia Jin—, estoy seguro de que vas a hacer un buen trabajo, Jungookie. Tienes madera de campeón, y eso se nota. —Mi hyung me guiña un ojo, a lo que le dedico una sonrisa que trata de ser amable y no desdibujada y extraña por la presión.

—Gracias, hyung.

—Te quiero mucho, Jungkookie... Pero mucho, mucho, mucho —reitera seriamente, posando una mano sobre mi hombro.

—Ah... ¿S-sí? —Jin asiente, y a mí me deja todavía más a cuadros—. Y... ¿E-eso a qué viene, hyung?

—No quiero que mueras sin habértelo dicho; te enfrentas al "dragon" Kim... Lo más seguro es que no pases de esta noche.

—Seokjin... —le reprocha Hoseok a mi otro hyung, que rompe a reír antes de alejarse por el pasillo.

—Mueras o no: te quiero, Jungkookie.

—Yo a ti no —musito ofendido por lo que acaba de decirme.

La realidad es que sí que le quiero... pero después de lo que me ha dicho le quiero bastante menos que antes. Se aprovecha de que soy más pequeño que él para joderme todo el rato, y lo que menos me hace falta ahora es que me ponga más nervioso de lo que estoy; mi corazón podría darle energía a una planta eléctrica entera de lo rápido que late.

Mi entrenador se pone delante de mí, con ambas manos en mis hombros, y me sonríe antes de dar un fuerte apretón con las manos.

—¿Listo? —Niego con la cabeza, porque así lo siento, cosa que a Hobi le hace reír—. Has entrenado muy duro, has aprendido mucho; este combate no es el de la primera vez, ¿lo entiendes? Es otro rival, otro día, otra lección... El desenlace también será otro.

Intenta explicarme que no voy a perder esta vez... o que voy a morir, no sé bien cuál de las dos. Ahora, por culpa de Jin, estoy sugestionado con la muerte.

—¿Te quedas? —pregunto con un resquicio de esperanza; mi hyung niega levemente con la cabeza. Él nunca se queda a los combates, y no sé bien por qué, pero no voy a obligarle a estar presente si no quiere hacerlo.

—Mucha suerte, Jungookie; enseña lo que has aprendido y... nos vemos dentro de una semana en el gimnasio, ¿vale? Te doy solo siete días para recuperarte de esta pelea, así que no dejes que te machaque, porque vas a entrenar sí o sí.

—Entendido, entrenador.

Escucho cómo, en la distancia, Jin empieza a presentarme, y cuando los primeros acordes de la canción que elegí para mi presentación empiezan a sonar, entiendo que es mi hora de salir.

—Concéntrate. Respira. No pienses: actúa. Reacciona antes de que pase —me repite mi entrenador. Lo entono mentalemente y asiento antes de soltar todo el aire que guardaba justo antes de meterme el protector bucal.

Y camino, dejando a Hobi atrás, pero con el miedo agarrado a mi espalda.

Las luces de la sala principal me hacen entornar los ojos por un momento debido a la oscuridad que había en el pasillo de los vestuarios. Las gradas están llenas, y oigo con total claridad los abucheos, los aplausos, los gritos, los ánimos... Todos se unen y se alzan formando una banda sonora que me abruma, y que se escucha incluso por encima de la canción que suena.

Antes de que entre al octágono, los jueces miran mis guantes mientras el cutman aplica vaselina a mi cara. Es un proceso de lo más rutinario; todos los luchadores pasamos por esto antes de la pelea, aunque lo único en lo que mis ojos se fijan es en mi contrincante... parece muy seguro, y no le culpo: no dejo de ser un rookie. Este combate es prácticamente como una práctica de sparring para él, pero no para mí.

Para mí, este combate es a vida o muerte. No puedo permitirme perder otra vez, eso podría desvanecer las apuestas a mi favor, y si no se gana dinero conmigo estoy acabado aquí.

Me golpeo el pecho un par de veces antes de entrar al octágono (costumbre que me ha pegado Jimin) y estiro el cuello dos veces a cada lado cuando piso la lona. Estoy completamente centrado, no existe nada a mi alrededor más que él... O no lo hace hasta que escucho el grito más agudo y desagradable que haya oído jamás desde las primeras filas de la grada que tengo detrás. Solo ha sido mi nombre (con los decibelios de un silbato para perros), y al girar el cuello ligeramente para mirar a Jimin (porque sé que ha sido él), le veo, claro; a mi hyung y a Sonje.

Ella no grita mi nombre ni nada eso... Vaya, que no me da ánimos; está ahí sentada al lado de mi hyung mientras él forma un escándalo de tres pares de narices. Lo que sí hace es saludarme disimuladamente con la mano izquierda; la que tiene el tatuaje del corazón que me enseñó ese día en el metro.

Aquí dentro tengo que cumplir con un papel; interpreto un personaje para el público. Me tengo que labrar una imagen, porque cuanto más espectáculo des, más le gustas a la gente... Y creo que,como no tengo muy claro mi papel todavía, copio inconscientemente el de Jimin, por lo que, sorprendiéndome a mí mismo (y a Sonje parece que también), le guiño un ojo a la chica para saludarla.

¿Qué coño me pasa? Qué vergüenza.

Dejo de observarla inmediatamente al darme cuenta de la cagada que acabo de hacer e intento volver a concentrarme en lo verdaderamente importante: el combate.

Se va a creer que eres imbécil profundo...

Shhhhhh.

Repito las palabras de Hoseok en mi mente una y otra vez para centrarme; solo tengo unos segundos antes de que la campana suene. Jin parece querer alargar un poco la presentación para darme más tiempo; no lo necesito, al menos, no lo hago cuando veo la manera en que mi contrincante se pavonea delante de mí. Parece estar muy seguro de su victoria... Voy a tener que cambiar eso.

La campana suena y el espectáculo empieza. Hoseok tenía razón, como siempre, la adrenalina estalla en cuanto mi rival se acerca, intentando impactar el primer golpe a mi costado; no se ha atrevido a ir directamente a mi cara, lo que me demuestra que no está tan seguro de su victoria como quería hacer creer.

Me tiene miedo. Tanto como yo a él.

Esquivo fácilmente los puñetazos que intentan llegar, pero pronto me veo acorralado en una esquina. Esta vez tomo yo la iniciativa, aún a riesgo de que acabe dándome una patada en las costillas, y ataco. Ataco. Ataco... y salgo de la esquina.

Este tío es maestro de Muay Thai, así que tengo que tener cuidado con sus patadas. Esquivo una de milagro justo al quedarme en el centro del octágono y mido la distancia entre su cuerpo y el mío lanzando un puñetazo que no tenía verdadera intención de darle, pero que lo hace en su pecho. Ha bajado la guardia ahí... y no entendía muy bien el porqué hasta que noto una sacudida en las costillas; su guardia había cambiado porque se disponía a darme una patada. Una que me he comido y que hace que me arda el costado.

Exhalo fuertemente, porque el dolor recorre su camino a fuego por todo mi sistema nervioso. No puedo dejarle darme otra patada así, por lo que pego mucho los codos a mi costado y me cubro mejor. Hobi siempre me recrimina que sea más boxeador que luchador... y de verdad que intento cambiar eso, pero siento el boxeo como algo natural en mí, por lo que es difícil cambiarlo de un día para otro. Entiendo, sin embargo, que mi estrategia debe ser otra; no solo para sobrevivir a este tío, sino para reventarle.

La primera ronda termina; no hay que ser un genio para saber que él ha ganado por goleada al llevar el control. Por lo que me esmero de más en la segunda ronda, en la que consigo impactar un par de puñetazos bastante buenos... No es suficiente, porque otra de sus patadas me llega al costado opuesto al de la última vez, y otra, y otra... Me noto sin aire, me cuesta respirar a causa del dolor.

La tercera ronda pasa sin pena ni gloria para mí; ni siquiera me atrevo a despegar los codos por miedo a que vuelva a darme y me deje definitivamente sin poder respirar ni un poco; lo que es peor: me lleva al suelo... Esta, sin lugar a dudas, es la peor faena que puede hacerme, porque la pelea de suelo es mi carencia más evidente.

Me libero lo mejor que sé de sus intentos por someterme, pero me está ganando. Sé que con solo dos rondas por delante ya no tengo posibilidades de ganar a puntos, lo que me deja una única opción: el K.O.

Es la penúltima ronda, y me vuelvo demasiado descuidado. Me llevo un golpe en pleno pómulo que me deja sin ver bien durante unos segundos; me llevo patadas, me llevo intentos de luxación que me dejan agarrotado y con los brazos muy tensos por la guardia... Pero mi rival está cansado, y yo, a pesar de estar dolorido y casi moribundo, todavía tengo estamina. Todavía puedo ganar.

"Concéntrate".

Cuando suelto todo el aire (para evitar el dolor que me produce respirar), subo la guardia; él manda la misma patada de siempre a mis costillas, pero, en ese momento, agarro su pierna.

"Respira".

Consigo tirarle al suelo y conecto varios golpes seguidos sobre sus costillas.

"No pienses, actúa".

Se revuelve y consigue librarse de mí, pero, aunque se pone en pie mucho antes de que consiga castigar que está desprotegido, uso mis piernas por primera vez y lanzo una patada... poco ortodoxa contra sus brazos.

"Reacciona antes de que pase".

Creyendo que mi intención principal era darle esa patada, la cubre demasiado rápido, lo que deja su cara completamente al descubierto... y ahí, en ese preciso instante antes de que mi puño llegue directamente a un lado de su mandíbula, tanto él como yo sabemos que ha perdido.




—No te ha matado, no... Pero mejor si lo hubiera hecho, porque vaya cara de mierda te ha dejado; no te reconoce ni tu madre...

Esta vez hasta me río (no sin que me duela todo) ante las bromitas de Jin. Me he dado una ducha, y la verdad es que siento el cuerpo resentido, pero también estoy lleno de energía; he ganado... Joder, he ganado de verdad.

—¡Jungkook, sal que hay que ir a celebrarlo! —grita Jimin desde fuera del vestuario.

—Sí, hombre, para fiestas está este —murmura Jin; aunque esté jodiéndome, sé que se siente orgulloso de mí, o eso me dice la manera en que me mira todo el rato—. Pasa y mira a tu amigo, anda, verás que gracioso el antes y después del careo con el "dragon" Kim.

Jimin no tarda un segundo en abrir la puerta y entrar al vestuario. Me alegro mucho de haberme vestido antes de que lo haga, porque detrás suya pasa Sonje, que mira a su alrededor bastante incómoda. No sé si lo que está es nerviosa, o a punto de potar otra vez, porque he sangrado tanto o más de lo que hizo Jimin en su último combate.

—¡Vaya puñetazo de la victoria! —exclama mi hyung mientras me abraza bastante más fuerte de lo que me gustaría ahora mismo—. La verdad es que creía que tenías todas las papeletas para perder, pero mira tú por dónde lo has hecho de puta madre. Vaya pelea; he estado todo el rato al borde del banco...

—¿Qué tal? —pregunto en voz baja mientras Jimin sigue con su diálogo de la pelea. Sonje se encoge de hombros, esbozando una sonrisa extraña mientras me mira la cara—. ¿Estoy muy mal?

—Hinchado... Lleno de cardenales... —murmura al tiempo que me observa—. ¿Siempre has tenido el ojo morado o es cosa de hoy?

Me sale una pequeña risa por su comentario, y creo que eso delata que no estoy prestando atención a mi hyung, porque me deja ir y nos mira a Sonje y a mí antes de hablar.

—Venga: felicita al campeón, mujer, que casi no lo cuenta —le pide a la chica, agarrando sus hombros.

Cuando Jimin te engancha de esa forma es que le gustas; siempre lo hace con la gente que le cae bien, aunque creo que en el caso de esta chica... puede que a mi hyung le caiga un poco más que "bien" a secas. Le comió la boca la otra noche, no vaya a creer que se me olvida; aunque yo también se la comí... se la comí mucho mejor que él, me atrevería a asegurar.

—Enhorabuena, coloso —musita, dando una pequeña palmada en mi brazo.

Después de eso se hace el silencio. Supongo que mis hyungs querían una felicitación más efusiva que la que acaba de darme la chica, pero a mí me parece que está bien. No sé qué coño esperaban que hiciese.

—Perdonad que sea yo el que lo diga —interviene Jin—, pero después del filetazo que os pegasteis la otra noche, ya esperaba que lo siguiente que hicieseis fuera un poco más fuertecito... Tocamientos o algo de eso.

—¡Hyung! —me quejo al momento; Sonje se pone roja y manda a mi hyung a la mierda, cosa que haría yo también si no fuera porque es mayor que yo y, bueno, le debo respeto y tal.

Nos ponemos en marcha después del incómodo momento. Aunque no sé bien dónde vamos, Jimin parece tenerlo muy claro, porque encabeza el camino hasta que salimos del club, sin parar de echar vistazos a su móvil.

En cuanto estamos en la calle y seguimos hasta el aparcamiento cercano a la zona comercial, veo a mi niña aparcada y reluciente; aunque la voy a tener que dejar tirada, porque Jin nos hace montarnos en su coche para ir donde quiera que vayamos... que todavía no me queda claro.

—¿Sabes llegar o pongo el GPS? —pregunta Jimin, que se ha sentado aquí detrás conmigo a regañadientes porque Sonje ha ocupado el asiento del copiloto. A mí me da igual, pero se ve que a él no.

—Me conozco perfectamente el camino, no te preocupes —murmura Jin, saliendo del aparcamiento.

Le echo un último vistazo a Rosita, queriendo decirle con la mirada que no voy a dejarla tirada y que pienso volver a recogerla... Sé que ella me entiende.

—¿A dónde vamos? —pregunto un poco chafado por dejar a mi niña a la intemperie.

—Joder, ya me creía que no ibas a preguntarlo nunca —bufa Jimin, más emocionado que hasta el momento—. No sé si te suena, pero vamos a la casa de un tío... Ehhh, ¿cómo se llamaba? ¿Kang Seohyung era?

—¡¿Qué?! —exclamo impactado—. ¡¿Kang...?!

—Seohyung, sí —repite con aires de superioridad—. Un promotor del carajo que ha pedido verte después del combate, Jungkookie.

—¿Ha pedido... verme? —musito casi sin aire. Juro que podía respirar mejor cuando me estaban pegando en las costillas que ahora.

—Perdón por la ignorancia... pero ¿me puede explicar alguien qué coño es un promotor? —pregunta Sonje, mirando únicamente a Jimin.

Se va a romper el cuello con tal de mirar a mi amigo... Podría habérselo preguntado a Jin y ya; vamos, digo yo.

—Un promotor es alguien que pone pasta para publicitar los combates. Hacen tratos por el luchador como aceptar o no eventos, regulariza sus apuestas, le paga por la publicidad de cierta marca...

—Ahhhhh, como su chulo —murmura pensativa, a lo que Jimin suelta una carcajada y asiente.

—Algo así, preciosa, sí.

Ya me está tocando la polla que Jimin ligue con cada ser viviente del puto universo. Ya está bien, vaya, siempre está igual... ¿No sabe contenerse o qué pasa? Estoy hasta los cojones de que siempre tire ficha a todo el mundo.

—¿Cuánto tardamos? —pregunto a Jin, ya que Jimin y Sonje siguen con su charla de amiguitos del alma.

—Veintidós minutitos de nada.

Eso de "de nada" lo dirá él, porque se me va a hacer eterno estar aquí, relegado a ser una simple sombra cuando he ganado por primera vez un combate. Deberían estar haciéndome la ola y preguntándome cosas... a mí y no a Jimin, que sigue dale que dale con Sonje.

Miro por la ventana para entretenerme con las farolas que pasan por la autopista mientras Jimin le dice a Sonje que invite a sus amigas a la fiestecita; eso debería habérselo dicho yo, que para eso estamos invitados a la casa de ese promotor gracias a mí, pero claro, como nadie sabe de mi existencia en este coche...

Antes de llegar a esta casa, en todo el tiempo que pasamos en la carretera (que se me hace tan eterno como pensaba que se me iba a hacer), es obvio que no me siento lo que se dice protagonista de nada, y creo que el destino había querido que sea así para que cuando entrase a esta mansión toda la atención que recibo me pille por sorpresa.

Hay muchos de mis compañeros invitados, pero también gente que no conozco y que parece importante. Todos me saludan, se saben mi nombre, me dicen los mejores momentos del combate... o los que más les han gustado. La atención está... bien, supongo, pero me marea. Lo de tener que estar haciendo reverencias, estrechando manos, siendo arrastrado de un sitio a otro para conocer al señor noséqué o a la señora nosécuantos, empieza a ser un poco demasiado para mí.

Esta fiesta es mucho más elegante de la que tuvo Jimin, y sé que aquí no va a haber ninguna competición de chupitos en la que acabe con la polla hinchada y dolorida; por esa parte no sé si sentirme aliviado o chafado, aunque lo verdaderamente importante de estar en esta mansión en vez de en una discoteca ruidosa y apestosa es conocer a mi posible promotor... al que, por otro lado, no he visto todavía.

Cuando miro a mi alrededor (una vez he rechazado por quinta puta vez la copa de champán que me meten por la cara) no veo a mis hyungs ni a Sonje; al final, con tanta vuelta, los he perdido. No sé dónde se habrán metido, y mis compañeros no dejan de felicitarme y corearme todo el rato. No me gusta esto, no, ya lo tengo claro.

La atención está bien... un rato, no toda la noche. Llevo aquí menos de una hora y ya estoy de los nervios porque no paren de darme golpecitos en la espalda y me digan el gran futuro que tengo. Al entrar a otra sala, una luchadora que conozco un poco de vista me felicita también, y justo entonces, por encima de su cabeza, veo a Sonje. Está con sus amigas, y parece más bajita de lo que es, porque está muy encogida mientras una de las chicas que tiene enfrente (la de pelo corto) le dice algo gesticulando mucho. Debe estar muy nerviosa, porque se toquetea el bajo del vestido y lo arruga con las manos, aunque su cara muestre una neutralidad absoluta.

Llevaba una chaqueta antes, ¿no? Juraría que sí: la llevaba.

Ahora, sin embargo, solo la viste un sencillo vestido de tirantes finos negro.

A lo mejor podemos hablar esta noche de lo que pasó en esa otra fiesta, la del club. Creo que Sonje quería hablarlo la tarde pasada, cuando me presenté en su estudio para invitarla al combate. Pero estaba nervioso y un poco arrepentido por haberla besado de esa manera, y no me encontraba en condiciones de buscar ninguna excusa; aunque, hoy es otro día, ¿verdad? Con suerte, puede que consigamos hablar un poco y tocar ese tema, porque la verdad es que todavía no entiendo cómo coño acabé lanzándome a su boca... tal y como lo hice.

—Jungkook, felicidades —repite (para no cambiar la temática de lo que llevo escuchando desde que he entrado aquí) una voz que conozco bastante bien. La de Yuya. La chica se alza para darme un abrazo, aunque lleve unos taconazos, y me besa en la mejilla que tengo sana mientras agarra mi nuca—. No he podido estar para el combate, pero me han dicho que lo has hecho muy bien.

—Bueno... bien es pasarse; he aguantado a duras penas las cuatro rondas, he ganado porque Kim estaba reventado de darme golpes todo el rato.

—Una victoria es una victoria —ataja, quitándole importancia a mi negatividad—. Hay poca gente que tenga tanto aguante como tú en el octágono... o fuera de él —añade con una sonrisilla peligrosa que conozco a la perfección.

Esa sonrisilla fue la que empezó toda la historia que tuvimos en Daegu cuando todavía ni había debutado.

—Buenooooooo, ya estamos otra vez con estos dos —carcajea un compañero a mi espalda—. Empezad a salir ya de una vez y dejad las indirectas todo el rato, que nos cansamos de veros siempre con el sí pero no.

—No metas presión, Gu, no es asunto tuyo —reprocha Yuya seriamente. Es una tía con muy mal genio y muchísimo carácter; eso es lo que más me pone de ella, tampoco me voy a hacer el santo.

—Ufff que mala hostia te gastas, Yuya, ¿cuánto hace que no echas un polvo?

Qué mala elección de palabras.

Mi compañero se libra de llevarse una torta porque engancho a la chica antes de que se vaya hacia él, y me debe una muy gorda ahora que la he parado a sabiendas de lo que iba a hacer. Pero claro, en cuanto todos ven la manera en que la agarro, las bromitas no tardan en aparecer: Que si vamos a mojar esta noche, que si quién somete a quién fuera del octágono, que si nos vamos a convertir en la primera pareja oficial de la liga; en fin, tonterías varias. Nada nuevo.

Como pasa siempre que la gente va un poco contenta a media fiesta, empiezan con la gilipollez de presionar a los demás para que hagan lo que ellos no pueden; ya sea follar, beber, besarse, o cosas por el estilo. El encargado de proponer el "beso al campeón" (una costumbre de toda la vida en estos círculos), es el gilipollas de Gu, que está más borracho que todos los demás juntos. Siempre hay beso, cada vez que alguien gana, sieeempre. Y, claro, como yo no había ganado hasta ahora se me había olvidado un poco.

Desde que Gu lo propone hasta que el salón entero lo pide, pasan poco más de diez segundos; y como yo dudo bastante, Yuya acaba decidiendo por los dos y me agarra del cuello para bajarme y pegarme toda la boca. Me duele un huevo que me clave los dedos ahora mismo en la nuca, porque siento incluso las uñas de los pies hasta arriba de sufrimiento poscombate. Pero en mi situación actual, con su lengua enterrada hasta la campanilla, no puedo pedirle que pare, y después de un ratito... se me quitan las ganas de decírselo.

Soy perfectamente consciente de que estoy muy necesitado de este tipo de contacto, y mi cuerpo me repite que tengo que hacer algo al respecto más pronto que tarde, porque la polla se me empieza a poner dura; y yo que creía que no iba a acabar esta noche como la de la fiesta de Jimin...

Yuya debe saber que me estoy empalmando, porque pega la tripa contra la mía y roza su pubis directamente contra la semi dura erección que se forma peligrosamente deprisa bajo mis vaqueros.

Ya, Jungkook, ya... que los huevos no perdonan como te empalmes y bastante te duele todo.

Me separo de ella incluso agarrando sus muñecas para alejarla de mi boca. Y aunque me cuesta que pare, lo consigo... Cuando la miro entiendo que a lo mejor esta noche no van a tener que dolerme los huevos, porque parece que a Yuya le gustaría seguir con lo que hacíamos en un sitio un poco más privado.

Tengo los oídos un poco taponados, pero escucho perfectamente los aplausos por el besito (que de "ito" poco ha tenido). Gu se me tira a la espalda mientras grita guarrerías a todo volumen, haciendo que me dé un latigazo en todas las cervicales. Ya no puedo con esto; encima de mareado por los gritos, ahora estoy cachondo. Necesito alejarme un poco por mi propia salud mental.

Me cuesta mogollón alejarme de la gente que me para a cada paso que doy, y me cuesta todavía más encontrar a mis amigos; sin embargo, acabo dando con ellos en una sala donde hay un par de billares, un minibar, y que es, con diferencia, la sala más grande y hortera de la casa. Todos (incluidas las amigas de Sonje) están sentados a un sofá blanco de cuero muy grande, que parece separar la estancia en dos. Como la sala está igual de llena que el resto del sitio me cuesta un poco llegar hasta ellos, pero cuando me planto delante del sofá, mi recibimiento es mucho más apagado que el que he estado sufriendo hasta el momento.

Jin y Jimin me sonríen e invitan a que me siente con ellos, las amigas de Sonje, por otro lado, se conforman con dedicarme una mirada asesina y otra reticente, y en lo que respecta a Sonje... rueda los ojos y suelta un bufido raro antes de llevarse la copa a los labios.

¿Qué?

¿Qué coño me he perdido?

—Ya creía que Yuya no te iba a dejar volver con nosotros, Jungookie; ¿todo bien en tu viaje por sus papilas gustativas? —inquiere Jin, conteniéndose para no reírse de mi cara descolocada.

Hostia... pues claro.

Lo que le pasa a Sonje. Mi beso con Yuya. Antes simpática, ahora pasa de mí... ¿Le ha jodido que me bese con ella?

¿La he cagado al hacerlo?

Tampoco es como si pasase nada por un beso... Tampoco es como si yo tuviera más con Sonje de lo que tengo con la misma Yuya. Tampoco es que quiera liarme con ella...

¿No quiero?

Ese beso que nos dimos, el de la fiesta de Jimin... Esos besos, más bien... me dejaron bastante tocado; y digo tocado por no decir cachondo y desesperado. Aunque no es como si hubiera pensado en repetirlo... No he pensado MUCHO en repetirlo, vale, solo unas cuantas veces.

Todavía con un resquicio de esperanza porque el mosqueo que tiene se le pase mágicamente, la miro, pero ella se pone a hablar con sus amigas como si yo no existiera. Tiene las piernas cruzadas, y la que apoya sobre la otra se mueve levemente, enfundada en una bota motera que pega entre poco y nada con el sofá en el que se sienta... pero que me pone a doscientos por hora. Paso los ojos por sus laaargas piernas y subo por su cintura hasta llegar a sus pechos; mi incógnita sigue ahí clavada, en el fondo de mi cerebro, pero creo que hoy lleva sujetador, porque no se le marcan ni un poco los pezones; una mierda todo... Sorprendentemente, supero la barrera de sus tetas y me fijo en sus clavículas. Tiene un escote muy sexy, aunque no deje ver su canalillo; no le hace falta enseñarlo para que quiera morder esos huesos que se marcan y los hombros en los que desembocan. Subo por su cuello, delgado y ligeramente doblado para mirar a sus amigas mientras bebe... y su cara, completamente neutra, pero con las cejas contraídas, me hace saber que sí: me pone.

Me pone bastante más de lo que es sano en este momento para mi cuerpo magullado.

Y si juego bien mis cartas, para el final de la noche la montaré en Rosita, iremos a mi piso y... volveré a montarla sin moto de por medio.

Esta va a ser la noche, Jungkook; concéntrate, respira; no pienses... actú...

¿Hyung?

La mandíbula se me cae al suelo cuando, sin previo aviso, Jimin llama a Sonje, le pasa un chupito que los dos se terminan en un parpadeo y tras el que apoyan el vasito muy fuerte contra la mesa antes de lanzarse a la vez para comerse la boca...

Pues lo de follármela esta noche no pinta bien... no.

Sé que es un juego sin más, pero si quedaba una pizquita de mi empalme todavía bajo los pantalones, se me va bien pronto. Me desinflo en todos los sentidos de la palabra.

Se separan tras un buen rato dale que dale con el meneo. Es que veo hasta cómo la lengua de mi hyung se mueve dentro de la boca de Sonje. ¿Le metí yo la lengua? Juraría que no, ¿y por qué no se la metí?

Algo ajeno a la puñalada trapera que me ha dado mi hyung pasa de repente; unos tíos que no había visto nunca le enganchan por los hombros y le alejan del sofá. Jin se levanta de inmediato para ayudar a mi amigo, y yo voy también (en cuanto se me pasa un poco la impresión) para que le suelten, sin entender muy bien el motivo de todo esto. La cosa empieza a ponerse tensa cuando los tíos esos sueltan a Jimin y mi amigo se revuelve encolerizado para increparles por haberle enganchado así... Sin embargo, la cosa se pone todavía más rara cuando veo aparecer a la mano derecha de Kang Seohyung justo detrás de esos tíos.

—¡¿Qué coño haces aquí, Sonje?! —ruge en dirección a la chica.

¿Pero qué...?

¿Cuándo...? ¿Dónde...?

Parece que cuesta que la pregunta correcta se forme en mi mente ahora mismo, pero tras varios esfuerzos sin resultado alguno, por fin consigo pensar lo que de verdad me impacta de todo esto:

¿Cómo conoce Sonje a Min Yoongi?

Jimin debe estar preguntándose lo mismo, porque ha parado de revolverse entre los brazos de Jin y los míos para mirar a la tatuadora con la misma mueca de descoloque absoluto que Jin y yo esbozamos. Aunque, se conozcan de lo que se conozcan, Sonje no parece precisamente feliz de verle. Tampoco parece como si hubiera esperado encontrarse con él esta noche, porque parpadea mucho, completamente estática.

—¡¿Cómo has encontrado este sitio?! ¡¿Cómo coño te has metido en esta mierda?! ¿Piensas contestar? —inquiere el chico, de pie frente a ella.

—¡No va a contestar a nada que tú le digas, gilipollas! —interviene la amiga del pelo corto, agarrando a Sonje para levantarla del sofá a tirones.

Veo cómo las dos chicas forman una especie de escudo a ambos lados de Sonje mientras se van a toda prisa de la sala; cuando intento acercarme a ella para saber qué coño pasa, la del pelo corto me manda a la mierda sin pensárselo y continúan caminando hacia la salida al tiempo que las sigo... y no puedo hacer nada para evitar que se acaben largando.

—¿Qué acaba de pasar? —musita Jimin, que por lo visto también las ha seguido hacia la puerta principal.

—Tú —dice de sopetón otra voz que me cuesta reconocer como la del promotor, ya que su tono ahora es mucho más grave que el de antes. La fama de Min Yoongi desde luego es bien merecida—, ¿cómo te llamas, rookie?

—P-park Jimin —musita mi amigo.

—Bien... tranquilo que no se me va a olvidar; lárgate —le pide con desdén, soltando una especie de gruñido cuando mi amigo se va (porque Jin le arrastra) y nos quedamos a solas, plantados en la entrada mirando cómo las chicas se alejan hasta desaparecer—. Oye... ¿y tú quién coño eres?

—A-ah... yo, Jeon Jungkook —declaro nervioso por la mirada fría que me lanza.

—A ti te había estado buscando —suspira, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón antes de girarse para ponerse de frente a mí—. Has hecho muy buen combate hoy, enhorabuena.

—Gracias...

—Sabrás que mi jefe es el que te ha invitado a su casa...

—S-sí.

—Y que no te ha invitado solo por ser amable.

—Me imagino que no.

—Bien —vuelve a suspirar, girando el cuello para mirar hacia el exterior, como si tratara de dar con Sonje aún si ha desaparecido hace ya rato—, pues si estás buscando patrocinador, quizás me interese hacerte una oferta...




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Hello, darlings <3

Como habéis podido ver en el capítulo, la cosa resulta que se ha liado un poquito... ¿Qué pensáis del beso del campeón que se ha comido el coloso en este capi? XD No parece haber sido muy inteligente por su parte lo de dejarse engatusar, pero bueno, ya veremos qué pasa con esto.

Por otra parte, ¿qué pensáis de que Yoongi tenga que ver algo en este mundillo? ¿Os lo esperabais? La verdad es que este hecho pequeñito acaba de torcer bastante lo que fuera a pasar esa noche; aunque, viendo cómo estaba Sonje no parece que fuera a pasar lo que el coloso quería tampoco.

En este, queridas mías, como habéis visto, nos narra otra vez el coloso; y ya lo dije hace unos capis atrás, pero sus capítulos llevan titulación distinta. Esto se debe a que cada capítulo que narra el coloso está nombrado como una técnica de boxeo o de otro arte marcial relacionado; con tecnicismos varios, vaya. Y además, siempre están relacionados con lo que va a pasar en el capi, claro... Espero que os guste esta curiosidad jeje.

En fin, queridas, espero que os haya gustado mucho el capítulo. Sinceramente, había perdido un poco la ilusión con esta historia, pero releyendo me he dado cuenta de que me encanta, y estoy particularmente orgullosa de la narración y el desarrollo, así que espero que a vosotras os guste mucho también!

Nos vemos prontito, darlings.

Py<3

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