Olivia | Negan and Daryl

Von maariaaa_26

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Somos animales condenados a vivir en el pasado. No se puede escapar de los recuerdos... ¿o sí? -Tú y yo somo... Mehr

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Von maariaaa_26

Volví a cerrar de un portazo e intenté recomponerme ante la atenta mirada de Negan.

—Le conoces... —él entornó los ojos y se mordió el labio.

—Sí —afirmé—. Ahora, por favor, ¿puedes dejarnos solos? —las manos me temblaban, pero las escondí detrás de la espalda.

—Si necesitas algo, grita. No estaré muy lejos.

Sacó un cuchillo del interior de su chaqueta de cuero y me lo tendió. No lo iba a necesitar, pero lo cogí de todas formas. Sostuvo mi mirada durante unos segundos y, después, entró en una habitación que había a unos cinco metros de allí.

Me cercioré de que no hubiese nadie más en el pasillo antes de apoyar las manos en la puerta, y suspiré profundamente. "Puedes hacer esto, Olivia", me dije a mí misma. Y aquello fue lo que me dio el impulso para abrir la puerta bruscamente.

Daryl se removió en el sitio, sobresaltado. Le miré desde arriba, sintiéndome superior, porque, aunque fuese solo en aquel momento, lo era.

—Mira donde has acabado —escupí—. En la boca del lobo.

Me senté enfrente de él y empecé a jugar con el cuchillo con la yema de mi dedo índice.

—No estás a salvo aquí —su voz salió ronca.

—Espera, espera —solté una carcajada cargada de ironía—, ¿creéis que sois los buenos?

—¡Ese tío mata a gente inocente! —gritó.

La adrenalina comenzó a recorrer mis venas, y, cuando me quise dar cuenta, el cuchillo ya estaba pegado a su cuello.

—¡No te atrevas a levantarme la puta voz! ¿Me oyes? —quería presionar con todas mis fuerzas y rajarle la garganta—. Vosotros también matáis a gente inocente. En la base de Salvadores había más de sesenta hombres y mujeres, algunos de ellos padres de recién nacidos.

—Tuvimos que hacerlo —su nuez se movió sobre el cuchillo, provocándole un corte no muy profundo.

—¿También tuviste que matar a mi padre? —mis palabras destilaban puro veneno.

—Eran ellos o nosotros, Olivia, lo sabes.

—¿No pensaste en mí ni un solo momento? ¿No pensaste que quizás podría haber estado con él? —retiré el cuchillo y volví a mi interior posición.

—Le odiabas, por supuesto que no lo pensé —se encogió de hombros—. Yo diría que hasta te hice un favor.

Me quedé sin respiración. No había cambiado en absoluto, seguía siendo el mismo cabrón de siempre.

—Te aconsejo que controles lo que sale por esa boca de mierda, porque te recuerdo que la que tiene el cuchillo soy yo, y realmente estoy intentando buscar el poco autocontrol que queda en mi cuerpo para no torturarte como a un cerdo —susurré, clavando mis ojos en los suyos.

—¿Serías capaz? —tentó su suerte, una vez más—. ¿Después de todo lo que pasamos juntos? ¿Después de lo que fuimos?

Me quedé en silencio, pero con una sonrisa digna de psicópata adornando mi rostro. No iba a romperme, no lo iba a conseguir, porque ya no era la Olivia de hace doce años, era una versión nueva y mejorada de mí misma.

—Tú has sido capaz de matar a mi padre —me mordí el labio inferior—, así que no te imaginas de lo que yo soy capaz.

Me levanté, sin apartar la mirada, y cerré la puerta con todas mis fuerzas. En aquel momento tenía la adrenalina por las nubes. Me sentía en el punto más alto de las fases de las drogas, cuando nada importa y nada duele, solo te dejas llevar, independientemente de las consecuencias. Pero, obviamente, todo lo que sube tiene que bajar.

Aún así, fui directamente a hablar con Negan, siendo totalmente consciente de que podría hundirme con él presente. No obstante, me prometí a mí misma que intentaría no hacerlo.

Entré en lo que parecía ser una sala de descanso. Las paredes estaban pintadas de un color verde oliva horrible, y lo único que había en aquella habitación eran tres sofás, uno de ellos ocupado por Negan. Sus piernas no me dejaban hueco a su lado, así que las aparté de un manotazo y me senté. Una sonrisa lasciva se dibujó en su cara cuando las volvió a subir, pero esta vez encima de las mías.

—No has tardado mucho —acomodó las manos detrás de la cabeza.

—No me gusta malgastar mi tiempo —sonreí—. Cuéntame todo lo que ha pasado. Sobre todo, me interesa saber quién te ha hecho eso en la cara —señalé el moratón que adornaba su pómulo izquierdo.

—¿Quieres los detalles macabros? —rio.

—No, gracias —descansé mi mano en una de sus piernas.

—Recibimos un aviso del líder de Hilltop. Al parecer ellos también tienen una comunidad, Alexandria, y trabajan junto a Hilltop. Una mujer del grupo de tu amigo está embarazada y estaba teniendo complicaciones. El médico de allí es obstetra, así que era su mejor opción. Les interceptamos por el camino e hicimos lo de siempre —suspiró, satisfecho—. Me cargué al puto pelirrojo, no hacía más que molestar. Entonces, nuestro nuevo prisionero se enfadó y me hizo esto en la cara.

—Menudo idiota —bufé.

—Tranquila, ahora viene lo mejor —adoptó una posición sentada, apoyando las manos en las rodillas y mirándome divertido—. Maté a otro de sus amigos. Lucille está muy contenta.

Dirigí mi mirada al bate, el cual estaba apoyado en una pared. Todavía había sangre seca y trozos de carne enganchados en el alambre de espino que rodeaba la madera. Miré a otro lado con una mueca de asco. Había matado a dos personas. Aún me parecían pocas en comparación con las que habían matado ellos. 

—Debiste matarlos a todos.

—No me faltaron ganas, pero sin gente no hay recursos —me cogió suavemente de la barbilla para que le mirase—. Ahora tenemos una comunidad más que trabaja para nosotros. Pronto iremos a Alexandria, ¿vendrás?

—Sí —me quedé pensativa—. ¿Con cuántas comunidades tenemos tratos?

—Sumando a Alexandria, con tres. Hilltop, a cargo de Simon; y El Reino, a cargo de Gavin. Aún no he decidido quién va a quedarse con el mandato de Alexandria, pero podrías ser tú —posó una mano en mi muslo.

—Bien —asentí—. Dwight y Laura también son buenos candidatos.

—Irán contigo, seguirán tus órdenes —cada vez estaba más cerca de mí.

¿De verdad Negan iba a dejarme a cargo de una comunidad? Muchos otros hombres y mujeres llevaban aquí más tiempo que yo, y él decidía poner un asunto tan importante en mis manos. Supuse que querría algo a cambio, pero no se lo iba a dar.

Me levanté rápidamente, desconcertándole.

—Ya hablaremos de esto más tarde, tengo guardia.

—Puedo buscar a alguien que te sustituya.

—No —negué con la cabeza—. Es mi trabajo, no tienes que hacerme favores.

—Está bien —alzó las manos al aire—. Por cierto, ¿te vas a ocupar de tu amigo o quieres que lo haga Dwight?

—Lo haré yo, si me dejas —me crucé de brazos.

—No quiero que tus emociones se interpongan en el trabajo.

—Podría decirte lo mismo —le guiñé el ojo y salí de ahí, dejándole con la palabra en la boca.

Ese día me tocaba la guardia en la zona de los obreros. Mi turno transcurrió sin ningún incidente, aunque en lo único que tenía puesta mi atención era en Simon, quien me vigilaba desde las escaleras del piso de arriba.

Aún no había tenido oportunidad de preguntarle porqué me salvó. Sin embargo, intuía la razón: quería volver a ganarse el favor de Negan. Y, claramente, lo consiguió. Había vuelto a ser su mano derecha, su persona de confianza. Pero tenía una rival, y esa era yo.

Cuando acabé el turno, me acerqué a él. Me esperaba cruzado de brazos, con una sonrisa malévola, y con claros aires de superioridad.

—¿Necesitas una foto, Simon? Llevas un buen rato mirándome el culo.

—Ya te gustaría, Olivia —me miró de arriba a abajo.

—¿Qué quieres? —fui directa al grano.

—Que te alejes del jefe —se me acercó, amenazante—. Todos sabemos lo que unas tetas y una cara bonita pueden hacer.

—Vale, vale, ya sé por donde vas —me reí—. No es mi culpa que tú seas un mierda y yo una persona decente, y eso Negan lo ve —le aparté de mí, empujándole suavemente, ya que no quería empezar una pelea—. Y como me vuelvas a faltar al respeto, puto machista de mierda, te quedarás sin la oreja que te queda.

Me giré para irme, pero sus siguientes palabras me detuvieron.

—¿A dónde vas? ¿Con tu amigo el prisionero? Supongo que te interesará saber que ha intentado escapar, pero Negan le ha detenido, y el cabrón ha intentado pegarle otra vez —puso especial énfasis en la última frase—. No me extraña que quiera reclutarlo como Salvador.

—¿Qué? —exclamé, con el ceño fruncido—. Espero que no me estés tomando el pelo, Simon, porque si no, te las verás conmigo.

No dejé que jugara más con mi cabeza, fui directamente a comprobarlo por mí misma. Pisaba el suelo con rabia a cada zancada que daba, hasta que llegué a la habitación de Negan. Pensé en llamar, pero eso le daría tiempo para inventarse una excusa. Abrí la puerta de par en par, y lo que vi me dejó de piedra.

En ese momento, supe que había llegado la hora de bajar.

Dwight tenía enzarzados sus dedos en el pelo de Daryl, tirándole la cabeza hacia atrás, mientras este se quejaba. Negan le preguntaba que quién era. Lo mismo que hizo conmigo, le estaba dando la oportunidad de ser un Salvador.

Ambos hombres dejaron lo que estaban haciendo para prestarme atención. Apreté la mandíbula, tanto que creía que se me iba a desencajar. Lo mismo hice con mis puños, tornando los nudillos de color blanco.

—Fuera —miré a Dwight—. Y llévatelo —dije entre dientes.

El rubio miró a Negan esperando su aprobación. En cuanto asintió, cogió a Daryl por el cuello del mono que le habían puesto y se lo llevó arrastras. Clavé mi mirada furiosa en los ojos de Negan, sin decir absolutamente nada. Cuando abrió la boca para decir algo, se lo impedí levantando la mano.

—Me das asco, eres un mentiroso —me tembló la voz, y me maldije a mí misma por ello.

—Déjame explicarm-

—¡No! —le corté—. Sabías que quería hacerme cargo de él —me acerqué poco a poco hasta donde estaba—. Me prometiste que yo lo haría —llegados a ese punto, no fui capaz de contener las lágrimas—. ¡No le quiero aquí, no quiero que sea un Salvador!

Descargué mi rabia dándole puñetazos continuados en el pecho. Los aguantó todos mientras yo lloraba y balbuceaba palabras imposibles de entender, hasta que me cogió de los puños y me obligó a parar. Llevé mi vista al suelo, incapaz de mirarle. Estaba avergonzada, había hecho el ridículo, no había sido capaz de controlarme. Me dejé caer al suelo y gemí cuando mis rodillas impactaron en este.

Negan se quedó en silencio. Podía sentir su mirada de lástima clavándose en mi espalda. Y, al contrario de lo que esperaba, se agachó junto a mí y me abrazó. Fue el detonante para volver a derramar aquellas odiosas gotas de mis ojos. Me estrechó contra él, rodeándome con un brazo las caderas. Con el otro me acarició suavemente el pelo.

—¿Qué te ha hecho, Olivia? —sonó dolido.

—Nada —me sorbí los mocos.

Eventualmente, yo también le abracé, y apoyé mi mejilla en su pecho. Pude oír los latidos de su corazón, acelerados.

—No creo que sea nada cuando te has puesto así —su voz salía delicada, aterciopelada.

—Me rompió —admití, con un nudo en la garganta.

—¿El corazón? —pasó su mano del pelo a mi mejilla.

—El corazón y la mente, todo —hice un puchero intentando evitar llorar de nuevo—. Me quedé embarazada cuando tenía dieciocho y él veintiséis. Y me dijo —hice una pausa, ya que las palabras no querían salir de mi garganta—, me dijo que me tirara por las escaleras para no tenerlo. Eso fue lo que me hizo alejarme definitivamente de él.

—Hijo de puta —gruñó—. No te preocupes de nada, Olivia, las va a pagar.

Se separó un poco para poder mirarme. Acunó mi cara con sus manos y limpió las lágrimas de mis mejillas, sin despegar sus ojos de mis labios.

—Gracias —susurré.

Negó con la cabeza y me besó. Fue un beso tierno, delicado y placentero. Su mano derecha estaba aferrada a mi nuca, mientras que la izquierda trazaba un recorrido de mi espalda a mis caderas, y así sucesivamente. Tuve que separarme, ya que me faltaba el aire.

—Mientras estés bajo mi protección nadie te hará daño, Olivia.

Me protegería del resto del mundo, sí. Pero, ¿podría protegerme de él mismo?

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