I Need You |Yoonmin|

By Darkglow0

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Perder a la persona que mas amas en el mundo, es un golpe demasiado fuerte y es una realidad compleja de supe... More

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By Darkglow0

— Gracias por arruinarme mi noche. — le dice el chico pelirosa de manera muy molesta.

— ¿Arruinarla? — el rubio ríe irónicamente. — Kihyun, estabas a nada de engañarme.

— Por favor, Yoongi. No seas melodramático. — dice aun más molesto mientras realizaba movimientos con sus manos expresando su enorme desagrado. — No iba a pasar nada.

La cercanía de ese hombre no me decía lo mismo. Menos al verte tan encimoso. — Yoongi paró de conducir en el semáforo al ver que este se encontraba en rojo. Eran las tres de la mañana, se sentía demasiado cansado y molesto por la actitud de su pareja. Ya era suficiente.

¡Vete al carajo quieres! — dice Kihyun sin poder guardar su estrés y molestia.

¡No, tu vete al carajo! — Yoongi odiaba tener que alzar la voz pero ya estaba colmando su paciencia. — ¡Esto se fue al carajo! ¡Cancelaremos la boda para que sigas tu vida como una puta zorra como siempre lo fuiste! — el chico de al lado había quedado sin palabras. Eso le había dolido más de la cuenta. No quería hablar porque sabía que su voz se quebraría y en algún momento llegaría a un llanto total, así que sólo se enderezó en el puesto del copiloto y se quedó en silencio. Yoongi también consideró en mantenerse en silencio y poner el auto en marcha cuando el semáforo cambió a verde. — ¡Yoongi!

Y despertó otra vez de su más grande pesadilla.

Estaba sudando y su corazón latía con rapidez. Sus lágrimas no tardaron en salir y sin control alguno. Había pasado casi un año y medio desde el accidente, y la ausencia de su pareja le dolía cada vez más. Esto no lo iba a poder superar, era imposible. Cada vez se encontraba más deprimido, nada lograba motivarlo. ¿Cómo iba a vivir sin la persona de la que se había enamorado perdidamente? Su corazón dolía cada día y siempre deseaba ver atravesar a su pareja por la puerta para decirle que dejará de ser perezoso y fuera a desayunar, pero eso nunca volvería a suceder.

— Desearía no haberle dicho eso. — aquello era lo que lo hacía sufrir. Sus ultimas palabras habían roto el corazón del chico y la culpa era más grande a medida que pasaba el tiempo. ¿Cómo pudo ser tan cruel? Aun tiene en su memoria los ojos tristes que su novio le había puesto cuando fueron mencionadas aquellas palabras, ahora lo único que quería era poder volver a verlo y decirle que lo lamentaba y que lo amaba con todo su corazón, pero ya era tarde. — Necesito una cerveza. — limpia sus lágrimas y quita las sábanas que lo cubrían. Vio el reloj en su mesa de noche. 5:16 a.m. — Joder. — se levantó y salió de su habitación para ir hacia la cocina y sacar una lata de cerveza del refrigerador. Este mismo se encontraba casi vacío, lo que contenía en su gran mayoría eran las latas de cerveza, lo único que no podía faltar en su día a día. De seguro esta noche volvería a ser como las anteriores, sacaría y sacaría una lata de cerveza, una tras otra para así volverse a quedar dormido tirado en el sofá. Así es como se lo estaba planeando en su mente. Otra vez. Después de todo, cuando estaba completamente ebrio eran las únicas veces que podía ver a su chico amado.

...

Llanto, tras llanto, tras llanto.

Sus lágrimas no podían parar de salir, a pesar de que se decía a sí mismo que parará de llorar o la situación empeoraría mucho más, y eso no sería nada bueno para él, ni para su cuerpo, el cual evidenciaba cada dolor que pasaba.

— ¡¿Por qué lloras como un maldito maricón?! — le grita su padre con un postura nada derecha y estable. El cuerpo del hombre se balanceaba de lado a lado, pero este mismo intentaba mantenerse derecho a pesar de los efectos que estaba provocando el alcohol en su cuerpo.

— L-lo si-ento. — dice Jimin con la voz cortada. Había llegado un poco tarde ya que en su trabajo de medio tiempo le pidieron que se quedará un poco más y a cambio le pagarían el doble a su sueldo del mes, y claro eso lo favorecía, por lo que no se negó, pero no pensó que su padre estaría tan pronto en casa. Apenas llegó, este mismo le gritó para saber de su anterior paradero, y con aquel simple grito, la estabilidad de Jimin perdió en esta jugada, otra vez. Su cuerpo no había dejado de tiritar e intentaba controlarse colocando sus manos detrás de él mientras jugaba con ellas, pero se sentía tan inestable que sus lágrimas salieron sin permiso alguno y aquello estaba empeorando el humor de su padre.

— Eres decepcionante. — le dice el hombre mientras camina con dificultad a la mesa de centro para tomar su vaso con whisky, tomándolo de un solo hilo. — Por eso tu madre nos dejo porque eres decepcionaste.

— No es cierto. — Jimin negaba con la cabeza para no seguir creyendo en esas palabras, pero ¿y si de verdad ella se fue por su culpa? Se fue sin ningún motivo alguno, no dio una explicación más allá de que no quería seguir viviendo con ellos, que se merecía algo mejor. Pero si aquello era cierto... ¿Por qué le decía que lo amaba con todo su corazón? ¿Qué haberlo estado esperando por nueve meses y tenerlo en sus brazos por primera vez fue lo más hermoso del mundo? ¿Fue solo una ilusión? ¿Una mentira?

— ¡Tú eres el culpable! — le grita mientras estrelló el vaso contra el piso haciéndolo miles de pedazos y sobresaltando al menor. — ¡Lárgate de mi vista! No tengo ni ánimos de golpearte. — le dice con un gran desprecio. Jimin no lo pensó ni dos veces y corrió hacia las escaleras para ir a su habitación y encerrarse en ella. Cerró la puerta con seguro y dejó sus palmas pegadas en la puerta al igual que su frente. Ahí su llanto no cesó. ¿Por qué su vida era tan mierda? Quería largarse pero no tenía donde llegar. No tenia amigos y no tenia contacto con su familia, estaba solo en este mundo. Ahora solo tenía a su padre, pero no podía considerarlo un apoyo, no cuando él era el encargado de arruinarlo cada día de su vida. Se alejó de la puerta y dejó su mochila a un lado de su escritorio y sacó sus apuntes para comenzar a estudiar. Su lámpara de color azul le daba iluminación en su escritorio. Su vista estaba en sus apuntes y a pesar de que comprendía el contenido a la perfección, su mente no procesaba nada y sus lágrimas solo caían en sus apuntes. Su corazón latía a una velocidad para nada saludable y sus manos no dejaban de tiritar, al igual que su pierna derecha no dejaba de moverse. Sus manos taparon su rostro y ahí siguió llorando sintiéndose un asco. Su teléfono vibró y lo observó de inmediato. Era solo un mensaje de su jefe avisándole que le había pagado de inmediato el tiempo extra que se había quedado trabajando, le respondió dándole las gracias y dejó su teléfono a un lado. Siempre sus mensajes eran de su jefe o de algún compañero de turno, pero solo se basaban en trabajo. Jimin deseaba con toda su esperanza recibir un mensaje de alguien esperando ser amigos, conversar hasta las tardes de la noche y reírse por un mal chiste o una anécdota estúpida que les haya ocurrido, pero él no tenia nada de eso. No tuvo amigos en la escuela, y ahora en la universidad estaba completamente solo. Solamente era un bicho raro para los demás. Nadie se sentiría a gusto con su presencia. Así era su vida a sus lamentables veintidós años.

¿Sería así toda su vida?

— ¿Por qué mi vida es tan miserable? — al pronunciar esas palabras sus lágrimas salieron aun mas rápido. Quería con todo su corazón un abrazo de su madre diciéndole que todo estaría bien, pero ni eso podía tener. No tenia el número de su madre, no tenia como saber de ella, solo se esfumó de su vida. Vio la hora en su teléfono y eran casi las diez de la noche. Se sentía agotado, pero no estaba seguro si debía dormir. Mañana sería viernes, el último día de estudio de la semana, pero aun así, no quería dormir, aquello era una verdadera batalla. Sin embargo, lo consideró a pesar de todo. Se deshizo de su ropa dejándola en el cesto de la ropa sucia y se puso su pijama de color celeste y finas rayas blancas y se acostó en su cama cubriéndose con las sábanas y con su teléfono en mano. Lo único que podía hacer era comenzar a ver alguna película o algún vídeo y que el tiempo avanzará y así él quedarse dormido en algún punto. Y así fue, o por lo menos por una hora y catorce minutos.

...

Su espalda dolía demasiado y aquello le indicó que había dormido completamente doblado. Se levantó aun con los ojos cerrados, y por el espacio de la superficie en donde estaba, supo que se había quedado dormido por milésima vez en el sofá de su departamento. Se sentó correctamente en él y escuchó como las latas de cerveza caían en el suelo provocándole abrir sus ojos.

— Joder, que puto dolor de cabeza. — se volvió a recostar al sentir su cabeza doler al igual que su cuello. Extendió su brazo para tocar la mesa de centro cerca del sofá con la intención de tomar su teléfono, pero resultó que no estaba ahí. — Puta madre. — se sentía tan agotado que decidió mentalmente en dejarlo así y no ir por el a la habitación, pero ese plan fue interrumpido por el tono de llamada que tenia en su teléfono. Lo dejo sonar, y aunque dejo de hacerlo, suspiró y se tranquilizó, pero el tono volvió a sonar estresándolo y haciendo que se pusiera de pie para contestarlo. — ¿Qué mierda quieren? — dice irritado y somnoliento.

Yoongi. — dice una voz femenina con asombro en su tono.

— Señora Chae, disculpe. — dice el rubio golpeando su mano contra su frente por ser tan imbécil y no ver el nombre de la persona antes de contestar y responder de golpe.

No te preocupes, querido. Quizás te llamé en un mal momento.

— No, claro que no. — claramente no estaba de buen humor pero no se lo diría a la mujer que a pesar de no compartir la misma sangre ahí estaba para él.

¿Cómo estás, querido? — le pregunta con un tono que Yoongi lo tomó con un poco de lástima.

— ¿Quiere que le conteste con sinceridad? — Yoongi volvió a sentir el nudo en su garganta poniéndole de mal humor. Lo que menos quería era ponerse a llorar mientras su suegra estaba al teléfono.

Yoongi, sé que es difícil. Tu perdiste a una pareja y yo a un hijo. no era el momento para empezar con estas palabras. — Yo también lo extraño, pero creo que debes intentar avanzar. No creo que Kihyun haya querido que te estancaras.

— Pero no está para decírmelo, así que no lo vale. — suspira mientras siente sus lágrimas caer. — Lo siento, señora Chae. Debo cortar. — antes que la mujer pudiera despedirse, Yoongi ya había cortado la llamada para tirar su teléfono a la cama y sentir como este caía al suelo por el rebote, pero poco le importó. Yoongi se sentó en el suelo apoyando su espalda en la cama y seguir llorando como lo hacía todos los días sin falta. ¿Seguir adelante? ¿Cómo? Cómo seguiría adelante si la persona que lo mantenía a flote y con una felicidad máxima estaba muerta. ¿Cómo iba a vivir sin él? Era algo que jamás iba aceptar, no podía asimilarlo. Lo necesitaba con todas sus ganas. Le habían propuesto que quizás podría conocer a alguien más, pero esa propuesta fue un dolor de estómago horrible. ¿Conocer a alguien? No podía hacerlo cuando tenia a alguien más en su corazón, menos cuando sentiría la estúpida sensación de que lo está traicionando. Además... ¿Quién lo querría así de arruinado? Nadie. Es muy difícil pensar en que puede enamorarse de alguien si la persona de la que se había enamorado por completo estaba muerta. El pensamiento de Yoongi era que creía completamente en que Kihyun sería la única persona a la que él amaría y seguiría pensando aquello.

...

El corazón de Jimin latía a mil por hora y daba vueltas por toda su cama intentando poder conciliar el sueño. Llevaba mucho rato intentando dormir desde que despertó, pero la taquicardia en su corazón y el sudor que se estaba creando no ayudaba en nada. Se sentó en la cama con rapidez posicionando sus manos en su cabeza con la intención de autocontrolarse. Odiaba sus crisis de pánico, las detestaba con todo su ser, pero no podía detenerlas. Era inútil. La respiración no servía para nada. Le habían mencionado que si intentaba respirar lentamente mientras contaba de a poco, se tranquilizaría, pero no era así, al contrario, intentar calmar su respiración lo estresaba el doble, ya que el aire no pasaba correctamente a sus pulmones, se ahogaba con facilidad, tal cual como lo está haciendo ahora. Jimin se puso de pie para caminar rápidamente al baño que tenia su habitación y se encerró ahí. Bajo la tapa del baño y se sentó en ella.

— ¿Por qué me pasa esto a mi? — dice mientras llora sin control y se pone de pie para moverse sin parar en la pequeña área del baño. Siguió así por varios minutos, en donde se cruzó de brazos y llevó su mirada al techo y sin dejar de moverse. Inhalaba y exhalaba pero seguía igual de inquieto. Quería golpear todo a su alrededor, pero hacerlo significaba despertar a su padre y tener problemas. Automáticamente llevó sus manos a sus brazos, los apretó y rasguñó lo más que pudo sin ser consciente de cuanta fuerza estaba aplicando. El ardor que comenzaba a sentir debido a los rasguños en sus brazos lo hacía de cierta forma para concentrarse en aquel dolor y no en toda la porquería que pasaba en su cabeza, aunque no era completamente efectivo. Dejó de moverse y dejó libre sus brazos de sus manos y las apoyó en el lavamanos para luego mirarse al espejo. Estaba destruido. Sus ojos estaban hinchados y su cara rojiza por el imparable llanto. Era un desastre. — Doy asco, por dios. — dice en un susurro para bajar la vista al lavamanos y dejar de observarse. No podía verse sin encontrarse un nuevo defecto. Se sentía asqueado de él mismo, su cuerpo no era suficiente para él a pesar de que había bajado muchos kilos durante estos últimos años, pero aun así se seguía viéndose como una bola de grasa, así tal cual como lo decían sus compañeros en esos tiempos y hasta el día de hoy. ¿A caso nada era suficiente? Su respiración comenzó a calmarse al igual que las rápidas palpitaciones de su corazón bajaron la velocidad. Se quedó en la misma posición por varios minutos sin ser consciente en cómo pasaba el tiempo y se calmó. Otra batalla terminada. Se enderezó y se volvió a ver al espejo. Su aspecto seguía exactamente igual pero su rostro se había vuelto neutro. Había botado todas sus malas emociones, toda la dosis de sufrimiento de ese momento y ahora estaba vacío, o de esa forma lo sentía él. — Eres patético. — se dice a sí mismo mirándose al espejo. Lavó su cara, la secó y salió del baño sintiendo otra vez un peso sobre él. Vio la hora y se sorprendió. Eran las 4:10 a.m. Cuando él despertó, eran las 2 a.m. y cuando decidió ir al baño a encerrarse y combatir su crisis eran las 3:20 a.m. ¿Tanto tiempo estuvo batallando con él mismo?

Se acostó en su cama para cubrirse con las sábanas y volver a colocar algún vídeo en su teléfono para volver a dormir. Estaba agotado. 

Sin duda, no hay mayor trabajo que luchar con uno mismo.

— Mañana será otro día.

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