Macabra Tentación - 1.El Vínc...

By VeronicaGM

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Detrás de una leyenda siempre hay algo de realidad.Para entender la verdadera historia, debemos conocer todo... More

Elegia
Prólogo
Capítulo I
Capítulo II
Capitulo III
Capitulo IV
Capitulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítlo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
Capítulo XIV
Capítulo XV
Capítulo XVII
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XX
Capítulo XXI

Capítulo XVI

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By VeronicaGM

Y llegó el cápitulo XVI, espero que os ;)

La obra está registrada y publicada por lo que está prohibido su copia o reproducción. Todos los derechos reservados.

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Capítulo 16

El lugar quedó en silencio tras la marcha de los vampiros. Mi mente estaba echa un lio, muchas preguntas se precipitaban en mis pensamientos, James o Gunnar ¿cómo debía llamarle ahora que sabía su verdadero nombre?, ¿quién era realmente? Él seguía tenso... como ausente y su cuerpo estaba ligeramente encorvado hacia delante. Caminó cabizbajo y se apoyó en la chimenea, acto seguido agarró una esquina de la repisa de mármol. Aquel encuentro le había afectado bastante, escuché el sonido del mármol resquebrajarse bajo su mano y poco después transformarse en polvo entre sus pálidos dedos.

—James, tranquilo ya se han marchado. Pensaremos algo —le dije para tranquilizarle, al escuchar mi voz reaccionó y me miró.

—Lo siento Emily, lo he estropeado todo. Sabía que tarde o temprano se metería por medio. Él sabe todo lo que pasa en la ciudad y lo peor de todo es que debo obedecerle. Él controla lo que pasa en Londres y me temo que las consecuencias si no me marcho puedan ser nefastas para ti —sus palabras estaban llenas de ira contra él mismo, se sentía culpable.

—No tienes que disculparte, no todo es culpa tuya. De no ser por mí nada de esto estaría sucediendo. Dejé caer la chaqueta y acuné su rostro entre mis manos.

Estaba muy alterado, al fijarme en sus ojos me di cuenta que habían adquirido un tono rojizo alrededor de la pupila, lo mismo que les pasó a aquellos vampiros hacía un rato, pero de una manera menos intensa.

—¿Te has alimentado hoy? —le pregunté instintivamente.

—Llevo un par de días sin tomar sangre y lo sucedido esta noche ha hecho que se intensifique aún más mi sed.

—Ven siéntate —le indiqué mientas le conducía al diván.

Nos sentamos y se reclinó hacía delante enterrando su cara entre las manos.

—Sé que tienes hambre y estas alterado, pero hay muchas cosas que debes aclararme. Lo primero es cómo debo llamarte ¿James o Gunnar?, estoy confundida, no sé si el James que conozco es realmente como dice ser, necesito que me cuentes algunas cosas sobre tu pasado. En momentos como este siento que estoy enamorada de alguien a quien apenas conozco y del que no se nada —le dije con voz tranquila, no le estaba recriminando nada solo quería compartir más de su pasado, por algún motivo no quería hablarme de ello.

—Gunnar desapareció hace tiempo, me resulta muy doloroso recordar mis actos de aquella época. Hice cosas de las que no estoy orgulloso, Emily tienes que creerme, te prometo que te lo contaré, pero ahora no es el momento. Ahora soy James y soy lo que ves, si no puedes confiar en mi lo entenderé —su tono de voz había cambiado, su sed estaba empezando a hacer efecto en su cuerpo.

—Necesito alimentarme Emily, no quiero que me veas así, pero no puedo dejarte aquí sola. Esos dos podrían aprovechar para venir a por ti —apartó las manos de la cara y me miró, sus ojos estaban aún más enrojecidos. Necesitaba sangre y yo se la proporcionaría, confiaba en él y sabía que no me haría daño. Dejé al descubierto mi cuello y se lo ofrecí, James se levantó y se alejó de mí.

—¡No Emily!, no tienes que hacerlo.

—Lo necesitas y quiero hacerlo, ya tomaste mi sangre la noche que estuvimos juntos, confío en ti —nunca le había visto así y estaba un poco asustada, pero era lo mínimo que podía hacer por él. James caminaba sin rumbo por la estancia, me levanté y me detuve frente a él. Le abracé y me correspondió.

—Emily no... —me dijo en un susurro.

—¡Hazlo! —le ordené.

Acerqué suavemente su boca a mi cuello y se lo ofrecí sin reservas. Al principio no hizo nada, pero la sed que sentía era intensa y en pocos segundos pude sentir sus colmillos desplegarse y clavarse en mi carne. Sentí como mi fluido vital me era extraído poco a poco, con cada succión el dolor se iba transformando en un cosquilleo agradable, como si estuviese presa de algún embrujo que me debilitaba y obligaba a dejarle tomar toda mi sangre. Cada vez me sentía más débil y sus sorbos eran más profundos. Mis brazos se aflojaron cayendo a los lados de mi cuerpo, en ese momento dejó de beber y me cogió en brazos mientras me observaba detenidamente.

Sus ojos felinos y su piel pálida contrastaban con el rojo intenso de mi sangre que impregnaba sus labios y su boca, eso y sus colmillos le conferían un aspecto temible. Me dejó sobre el diván y se sentó a mí lado, después se limpió la sangre de los labios con la lengua, sus ojos presentaban el aspecto de siempre.

—¿Estás bien? —me preguntó preocupado al ver mi estado mientras acariciaba mi rostro.

Me sentía como en una nube, como si mi cuerpo no pesase nada, aletargada.

—Sí, ¿ves como no ha ido tan mal? —afirmé sonriendo.

—No deberías estar tan débil, solo tomé lo necesario, apuesto a que tú tampoco has comido nada en todo el día —me regañó.

—He de confesarte que apenas comí nada hoy, la discusión con mi padre me puso el estómago del revés. No me apetecía comer con él.

—Debes hablar con él e intentar arreglar las cosas.

—Sí, lo sé. Mañana intentaré que me escuche. Ahora dime ¿qué vas a hacer con todo este asunto de Lucius? —estaba preocupada, dos días pasaban muy rápido.

—Te quiero Emily y no dejaré que nadie te haga daño, no me marcharé, no me importan las amenazas que haya lanzado Lucius, ya pensaremos como arreglar este embrollo.

Ya me encontraba un poco mejor y me incorporé, debíamos esconder los enseres de Thomas y yo tenía que volver a casa antes de que amaneciera, intente levantarme pero estaba mareada y caí sentada en el diván.

—Descansa, yo me ocupo de la maleta, prefiero que no veas donde la escondo así si ocurre algo no sabrás donde se encuentra y eso te hará parecer inocente —me besó y el sabor metálico de mi sangre aún permanecía en sus labios—. Vuelvo en un momento.

Desapareció y ni siquiera le vi pasar con la maleta, estaba demasiado cansada para fijarme en nada más, cuando quise darme cuenta ya estaba de vuelta.

—Deberías llevarme a casa pero antes me gustaría hablar contigo —tenía algunas preguntas rondando mi cabeza.

—Está bien, ¿Qué quieres saber? —me dijo con voz queda.

—¿Qué es exactamente el consejo?, lo has mencionado algunas veces y esta noche también amenazaste a Lucius con él —sentía mucha curiosidad por saber que era y que función desempeñaba en todo esto, imaginaba que era una especie de tribunal vampírico o algo parecido.

—No debo hablar de ello y menos con una mortal, pero el hecho de que tenga que presentarte llegado el momento ante él me permite contarte algunas cosas, no profundizare en ello pero te contaré lo que necesitas saber por ahora —dijo muy serio, estaba adentrándome en su mundo y me daba la impresión de que estaba infringiendo algún tipo de regla contándome esas cosas.

—Está bien, te escucho.

—Casi cada capital de Europa tiene un consejo; aquí en Londres Lucius tiene el control. Estos consejos se encargan de mantener el equilibrio y juzgar a los que desafían las leyes. No puedo contarte más, ya te he contado demasiado, entiéndeme. Cuando llegue el momento tu misma comprobarás y sabrás de lo que hablo. Créeme que incluso temo presentarte ante ellos, no sé cuál será su reacción, ni si aprobaran todo esto —hablaba despacio escogiendo cada palabra que debía pronunciar—. Yo colaboro con el consejo de París uno de los más importantes, formado por vampiros antiguos y como te conté, estaba en Londres para investigar los asesinatos. En estos momentos deben estar preguntándose por qué se está demorando tanto mi viaje.

Ahora entendía un poco más el por qué amenazaba con hablar con el consejo. Los vampiros temían ser juzgados por aquellos más antiguos, los que se encargaban de mantener el equilibrio.

Lucius estaba quebrantando esas leyes creando nuevos vampiros sin que el consejo tuviese conocimiento y no le convenía que yo permaneciese con James. Estaba retrasando su trabajo y si no se marchaba ya terminarían enviando a alguien para ver lo que pasaba y descubrirían lo que estaba haciendo. Lucius amenazaba con hacerme daño si James hablaba con el consejo o permanecía más tiempo en Londres. Su única opción era marcharse y guardar silencio para evitar que yo sufriera daño alguno. James me miró esperando algún comentario sobre lo que me acababa de contar.

—Ahora entiendo porque Lucius te ha amenazado si no te marchas, no quiere que el consejo descubra lo que está haciendo —la idea de que quizás era mejor que se marchase cobraba fuerza en mi cabeza—. Quizás si es mejor que te marches —dije mientras la tristeza se apoderaba de mi corazón.

—¿De verdad crees que si me marcho Lucius no te hará daño? Él no me tiene demasiada estima y no perderá la oportunidad de hacerte daño si con eso consigue quitarme del medio. Sabes demasiado sobre nosotros y podría utilizarlo para justificar tu muerte frente al consejo. No pienso dejarte sola mientras ese indeseable esté interesado en ti, me quedaré en Londres el tiempo que haga falta —me aseguró rotundamente.

—No soportaría perderte —no pude reprimir las lágrimas al pensar en la posibilidad de no volver a verle.

Me acurrucó sobre su regazo y secó mis lágrimas que no cesaban de caer por mis mejillas. En ese momento el reloj de pie sonó anunciando las cuatro de la madrugada, recordándome que debía marcharme.

—Debemos irnos Emily, pronto amanecerá —me recordó mientras terminaba de secar mis lágrimas.

Aún me sentía débil y al levantarme me tambaleé, me hubiese caído al suelo de no ser por la rápida intervención de James que me agarró a tiempo.

—Estas muy débil, prométeme que en cuanto te despiertes comerás algo —me regañó dulcemente, volvía a ser el James de siempre.

—Te lo prometo —no alcancé a decirle nada más pues caí rendida en sus brazos y todo desapareció a mi alrededor.

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