inalcanzable

By Raystrid

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Él hablaba de ti como si fueras quien pone las estrellas en el cielo, como si pudiera haber un puente entre a... More

Regalo
ser o parecer
Decir adiós
Enséñame
Dame una razón
Cicatrices del corazón
Este corazón
Unas simples palabras
Inalcanzable

Reunión

322 44 5
By Raystrid

「 𝐑𝐄𝐔𝐍𝐈𝐎𝐍 」
⠀⠀⠀⠀⠀⠀↳ 𝑝𝑜𝑠 𝑡𝘩𝑟𝑜𝑢𝑔𝘩 𝑡𝘩𝑒 𝑚𝑜𝑜𝑛


«Lo siento, tengo que hacer esto sola»
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Cada día, a cada momento, recuerda esas palabras con las que terminaba parte de aquella carta que le dejó a Callum la mañana que se fue.
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Se había ido justamente la madrugada de su cumpleaños. Una fecha y día importante tanto para humanos como elfos. Habría querido celebrarlo con él, despertarlo de forma ingeniosa, algún comentario gracioso respecto a su edad y darle un beso. Pero sabía que si esperaba más tiempo no podría irse sola. Le había prometido que encontrarían a sus padres juntos, a Viren — de quien Rayla estaba segura seguía con vida. Pero sabía que, si esperaba un poco más, aunque fuera un solo día, su ansiedad crecería y el miedo de que algo le pasara a Callum por su culpa al ayudarla terminaría consumiéndola.
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«Hice lo correcto» se decía, «no podía ponerlo en peligro»
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Entonces el sonido chirriante de la puerta oxidada abriéndose le hizo abrir los ojos y trató de enfocar la puerta directamente frente a ella; la luz natural inundó la habitación, una cruel yuxtaposición de la sensación de intensa oscuridad que amenazaba con tragarla entera. Una silueta se formó a contra luz y ella entrecerró los ojos mientras se culpaba por haber sido descuidada y dejarse atrapar. El recuerdo de una parte de ella quebrada yacía no muy lejos, en el suelo, como cruel recordatorio de la crueldad de algunos humanos que no merecían las bondades que la magia primaria podía darles. No todos los humanos podían usar magia primaria, no todos los humanos tenían buenos sentimientos ni emociones, y justo por eso es que la magia oscura era repudiada por Xadia.
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La silueta frente a ella se fue acercando, los pasos resonaban sobre la madera que crujía taladrando sus sentidos luego de varios días de captura.
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El entrecejo de Rayla se frunció al verla.
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Jamás confío en ella. ⠀⠀⠀⠀⠀
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Jamás tuvo la mínima duda de que los traicionaría, no... Que traicionaría a Callum.
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Nunca tuvo dudas que ella era igual o peor que su padre. Lo supo al ver el cabello negro como la noche manchado con hebras blancas, unos mechones que en cualquier otra situación podrían pasar como nuevo estilo de peinado pero que ella sabía perfectamente era efecto secundario de haber usado magia oscura con desmesura, y una poderosa. Era una se las señales que se marcaban en los humanos que empleaban magia prohibida, el cabello comenzaba a volverse blanco, sin vida, igual que las criaturas que empleaban para dichos actos.
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Jamás el blanco sin vida sería igual al platinado lunar de los elfos de luna, o el oscuro azulado de los elfos Startouch; ni que decir de los cálidos colores de los elfos de sol que van desde el negro carbón hasta rubio dorado, sin olvidar los grises tormentosos o azules eléctricos de los elfos del cielo.
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En resumen, los humanos podían imitar la magia primaria, pero jamás eso sería de lejos igual. Ni correcto. Ni hermoso.
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— Es hora que tú y yo vayamos a dar un paseo —algo que más detestaba de la hechicera era esa facilidad con la que sonreía a pesar de estar lastimando criaturas, seres vivos, con tal de obtener lo que quiere, lo que su padre quiere, más aún, ¿Cómo Callum pudo haberse sentido atraído por alguien cuyo corazón estaba negro como sus ojos?
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No sabe cuánto tiempo ha estado ahí con las piernas flexionadas hacia atrás. Al ver sus muñecas nota como esos grilletes ya han dejado marca en su piel, como aquella cinta que no caería hasta haber cumplido su misión y que solo Zym pudo romper luego de salir del huevo. Escuchaba detrás de ella los pasos de desespero de Claudia, mientras su mirada estaba fija en el suelo bajo la protección de la capucha. Una parte se veía semi hundida, parte que ahora le hacía falta al igual que su cabello.
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— ¿Qué se supone que esperas lograr aquí? Si no hablé durante estos días no lo haré aquí —Rayla gira un poco la cabeza para verle, pero solo hace el gesto, más no la ve—, debería agradecerte por sacarme de ahí, me hacía falta un poco de aire
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Escucha como la hechicera profiere un sonido exasperado, y luego ríe. ¿Seguros que la chica estaba bien? A veces se lo preguntaba.
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— Tu ayuda claro está será importante, ¡Deberías sentirte contenta de lo que haré por ti! —no estaba entendiendo a qué se refería, y por más vueltas que le daba no lograban comprenderlo; Claudia pudo haber visto su rostro cuando se agachó a verla con esa expresión sonriente y tan fresca—, oh vamos elfo, lo sabrás en unos instantes
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La hija de Lain y Tiadrin sintió algo de miedo, ¿Qué es lo que pasaba por la cabeza de esa chica? Jamás lo entendió, jamás lo entenderá. Guardó silencio, pensando en un modo de aprovechar que estaba afuera, de aprovechar la oportunidad y escapar. Fue entrenada por el mismo Runnan, podía hacerlo. Era la mejor. Podía lograrlo. Tenía que hacerlo.
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Mientras pensaba en ello Rayla quedó absorta en sus pensamientos, tenía en desventaja no tener ninguna arma, sus cuchillas Claudia se había encargado de destruirlas con magia, y con las manos atadas se limitaba su movilidad a la mitad. De repente sintió como agarraba de la capucha y cabello por igual, manteniendo su rostro hacia abajo, oculto. Alcanzó a ver una sombra proyectada en el suelo, inconfundible para ella.
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No.
No podía ser verdad.
Él no podía estar ahí.
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—Por fin llegas —escucha la voz divertida de Claudia mientras que sus manos comienzan a abrirse y cerrarse—, ¿Qué piensas, Callum? ¿No es esto una adorable reunión? —finalmente jaló hacia atrás la mano, un dolor punzante nació en su cuero cabelludo, pero uno aún más grande al comprobar que no estaba equivocada, y que Callum estaba frente a ella—, por cierto, tuve que hacerle un cambio visual a esta elfo, ¿Verdad que se ve mejor?
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Dicho eso, el frío aire rozó sus orejas, su cuello, alborotando su cabello dejando al descubierto algo que hubiera querido no mostrarle a Cal.
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Una de sus astas fue quebrada.
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Siente su garganta cerrarse. La mandíbula temblar. Sus manos tensas no por los grilletes. Y un escozor formarse en sus ojos.
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—¿Por qué? —pregunta simplemente luego de unos instantes de pie, una pregunta abierta, en realidad pudo ser para Claudia, pero también para Callum, y sinceramente también para ella como en una pregunta interna de «¿por qué dejaste que te capturara?»; pero en esos momentos su mente solo pensaba en que él estaba frente a ella, y que por primera vez no podía leer el rostro del segundo príncipe de Katolis.
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Ella se había ido. 
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Callum aún recordaba la carta que ella le había dejado cuando se fue, dejándolo atrás. Rayla le había prometido que lo harían juntos, que descubrieran la verdad. Pero comenzó a pensar que no confiaba en él. Después de ese día regresó al castillo, pero pensó en ella, por mucho tiempo estuvo enojado con Rayla por dejarlo, por abandonarlo como si solo fuera una carga, como si todo el tiempo que habían estado juntos no hubiera importado. Después de todo, seguramente se había ido  porque no confiaba en él; todo había cambiado desde aquel festival donde ella confesó que tenía celos, bueno, no había sido una confesión como tal. Pero algo entre ellos dos había cambiado, hasta el día que ella se marchó dejándolo solo.
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Así que cuando pudo se fue del castillo.
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Entrenó y la buscó, aunque no estaba seguro por qué la buscaba. Solo sabía que tenía que haber más, ella tenía que darle una explicación.
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Su corazón dolía.
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¿Tan poco confiable era?
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Con ese pensamiento en mente Callum emprendió un viaje por Xadia, y fue difícil. Al principio no recibió más que malas palabras, después de todo era un humano en tierra de elfos. Pese a que la guerra había terminado aún había una gran brecha, y claro que pocos conocían su verdadera identidad como el príncipe Callum.
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Aun así, consiguió algunas pistas. El proceso no fue fácil, pero Callum había cambiado, tanto física como mentalmente. Ahora era más alto y su manera de hablar es más desenvuelta y el tono de voz más grave.
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Fue casi después de un año que finalmente tuvo una pista segura sobre el paradero de Rayla. Y no tardó en comprobarlo.
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— Vaya… así que eres tú. — Claudia había sonreído, una sonrisa que podía helar los huesos de cualquier persona, una que no tenía nada que ver con las sonrisas que podía mostrar antes que todo pasara —. Oí que buscas a alguien, quizás yo pueda ayudarte.
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Callum observó a Claudia, y se sorprendió de que ni siquiera podía reconocerla. Una parte de su cabello negro ahora era blanco, y aquellos ojos que alguna vez fueron vivaces ahora eran negros como la noche.
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— Yo sé dónde está… pero necesito algo de ti.
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Callum la observó. Se preguntó cómo es que alguna vez pudo sentir algo por ella. Claudia alargó su mano huesuda con un papel.
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—Ven a este lugar. Ven solo, trae la llave de Aaravos y te dejaré verla.
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—¿Cómo sé que no es una trampa?
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— Cal, tendrás que confiar si quieres verla de nuevo —Claudia sonrió, años atrás esa sonrisa habría sido agradable, ahora más bien parecía una sonrisa grotesca.
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Y con esas palabras Claudia desapareció.
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Callum pensó gran parte de la noche en lo que debería de hacer. Al final tenía un plan, la extrañaba tanto que veía los dibujos que había hecho de Rayla, y a veces lloraba recordando esos momentos juntos. Tenía que arriesgarlo todo si quería recuperarla. Pero había un problema, no sabía que pasaría con ellos una vez que la viera.
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¿Podría perdonarla por abandonarlo?
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Callum se presentó en el lugar a la hora pactada. Un lugar alejado de cualquier pueblo de paso y en medio del bosque donde todo ese frondor de los árboles generaba una barrera. Le costó decidir si ir o no, principalemte por el miedo de no saber que hacer o como reaccionar al ver a Rayla, pero si Claudia la tenía quería decir que probablemente estaba herida; la hermana de Soren siempre mostró y expresó su desagrado a toda criatura mágica, principalmente a Rayla. Al llegar se encontró con Claudia, y esta tenía esa sonrisa en el rostro. Al observarla notó como un bulto estaba cerca de ella, y al acortar la prudente distancia notó que era una persona, encadenada por el metal que podía ver, era alguien que se resistía.
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Entonces vio su cara, era ella.
Era Rayla.
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—Vaya, vaya ¿No es esto una adorable reunión? —dijo Claudia con una sonrisa burlona con la que buscaba lastimar a Callum, quería ver la desesperación en la mirada del príncipe al ver a la elfa tal como era: un animal, un ser inferior encadenado tal como debía ser.
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Años atrás Claudia habría dado todo por recibir el perdón de Callum así tuviera que hacer lo que fuera; era su amigo de la infancia, y pese a que sabía que el hermano de Ezran presentaba, para ella, notorio interés más allá de una amistad siempre se mantuvo al margen de aquello. Para ella Callum siempre fue un amigo. Después de la guerra muchas noches lloró en silencio esperando que él llegara a rescatarla, que la llevara de regreso. Pero eso jamás paso, no importaba cuando pidiera, nadie jamás llego por ella. Al contrario, vio afiches donde la marcaban como peligrosa, tal como su padre le decía siempre, los habían traicionado y los habían abandonado. Nadie la salvaría, solo la magia oscura le brindaba consuelo, le brindaba un poco de alivio a sus pensamientos. Solo la magia oscura hacía que olvidara las cosas que hacía, aunque cada vez necesitaba más no era un problema. Claudia siempre pensó que las criaturas de Xadia solo tenían un propósito, usarlas para extraerles la magia, así que matarlas no le resultó difícil. Pero ahora, mientras veía el rostro de Callum sintió una especie de sensación que pensó olvidada. Lo odiaba por no salvarla, por traicionarlos, pero sobre todo por olvidarse de ella y preferir a los elfos, principalmente, por elegir a esa elfo. ¿A caso jamás fueron amigos? Nuevamente vio a la elfo encadenado, al menos eso le dio cierto alivio.

—Ahora, Callum, yo le perdonaré la vida a cambio de la llave.

Ante la mención de la llave Callum metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó el objeto en cuestión, tenía la llave de Aaravos en su mano y la observó. Aquel ni siquiera era un intercambio, pero él daría todo con tal de recuperarla.

— ¿No es una dulzura? —Callum escuchó como se dirigía a Rayla, y él no pudo más que mirarlas—. Él quiere reconciliarse contigo, aunque tú lo dejaste. Pero él tiene que cumplir su parte del trato si no quiere verte hecha pedazos —para Rayla eso era una certera verdad Callum tenía ese cubo que ella le ayudó a recuperar, aquel cubo que le decía tenía más por dar, y Callum sabía que la llave era sin duda una pieza importante para conocimiento de la magia primaria.

Callum sentía que todo pasaba en cámara lenta frente a sus ojos, Rayla encadenada como un animal, Claudia sonriendo con una calma como si fuera un día cualquiera… y él no había podido protegerla. A ambas. Una que fuera su amiga de la infancia a la que no pudo rescatar de ese mundo de magia negra, y la otra, aquella elfo de Luna cuya relación empezó de forma extraña pero que trascendió a un punto más personal y emocional.

Escuchó la voz de Rayla preguntar «¿Por qué?», y no estaba seguro si aquella pregunta era para él. Pero era algo fácil de responder. Claudia la escuchó, la voz de esa elfo era tan molesta que rodó los ojos.

—¿Podrías callarte elfa? Agradece que solo corté tu cuerno y no tu lengua.

Callum sonrió para ella, incluso si le habían quitado un pedazo de cuerno seguía siendo Rayla, seguía siendo esa persona hermosa que amaba, aunque ahora no estaba seguro de nada.

—Porque todo cambió cuando te conocí —respondió Callum con una sonrisa que trataba de contener lágrimas de alegría por verla—, no sé si lo sepas… Rayla, tú eras mi mundo.

—No has cambiado nada en este tiempo Callum, aún piensas con el corazón en lugar de usar el cerebro, esa es una gran debilidad en un príncipe ¿No crees?

Ella tenía razón, estaba por hacerlo. Por Rayla haría cualquier cosa, incluso si no tenía sentido y lógica para los demás.

—Está bien, te daré la llave de Aaravos.

Rayla hubiera deseado que todo fuera una ilusión de Lujanne.

Todo sería más fácil si parpadea y esa escena ante ella desapareciera. Que Callum no estaba ahí. Que Claudia no la había capturado. Que no le había roto una de sus astas... Que no estaba pidiendo el cubo a cambio de ella. ¡Callum no podía dárselo! Ese cubo era importante para él, era parte de su esencia y lo que descubrió podía ser, ser alguien más que el hijo adoptivo del difunto Rey, ser más que él hermano mayor del actual Rey. Él descubrió que podía usar magia primaria, magia que supuestamente los humanos no pueden, ¡Incluso hizo el hechizo de las alas! Callum era especial, era único, y es cubo era parte de Callum tanto como Callum era parte de ella.

—¡Se supone que te quedarías en Xadia, en Katolis! —reclama momentos después de escucharlos mientras lágrimas comenzaban a caer humedeciendo sus mejillas con un camino salado hasta perderse en la curva de su quijada—, ¡¿Por qué viniste?! ¡Te dejé para que no estuvieras en peligro! —Ese fue el motivo por el que se fue sola, porque no quería ponerlo en peligro; no porque no confiara en él porque eso lo hacía ciegamente, pero la simple y cruel idea de perderlo también a él no la soportaba. No podía soportar que él saliera herido por su culpa.

Había perdido ya a quienes amaba. Sus padres que protegieron hasta las últimas consecuencias a la reina Zubeia; Runaan quien fue su padre adoptivo, y Ethari que, aunque físicamente está en Silvergrover no pueden verse por el castigo que aún cae sobre ella. Sus pesadillas iban todas, con diferentes escenarios, en la perdida de Callum a manos de Viren, incluso en Claudia. Y cada que despertaba se acercaba a la cama de Callum para asegurarse que está bien, que estaba ahí, dormido con tal calma que le daban ganas de dormir con él y abrazarlo en la seguridad de su presencia.

Y ahora estaba ahí, a punto de ser despojado de un objeto que ha cuidado y estudiado con esmero.

— No lo hagas —pide antes que un nuevo tirón en su cabello le haga formar una mueca de dolor, al mover las manos el sonido tintinante de las caderas cruzaba el espacio rompiéndolo con finura—, no le entregues el cubo, eres... —mordió su labio inferior, cerró los ojos con fuerza unos instantes precios a volver a abrirlos enfocando sus ojos en él, y sonrió—, no se lo entregues, eres la persona más fuerte y valiente que he conocido —puede sentir la tensión de la hija de Viren en el agarre en su cabello, y no le importa, en ese momento es como si Claudia no estuviera—, tu honestidad te lleva a ver lo mejor de los demás —hace un ruido con la nariz, en otra situación habría reído con algún chiste malo diciendo que era un chiste humano—, eres generoso, noble Cal —le llama de esa forma que tenía para él; entonces retira su mirada del segundo príncipe de Katolis para voltear lo que podía por sobre su hombro y ver a la hechicera—, y también es lo bastante listo para no caer en esta trampa, Claudia, no hay forma en que Callum arriesge todo y te entregue ese cubo, lo siento, pero estás perdiendo tu tiempo —mira nuevamente a Callum, sonriéndole—, vete, no se lo entregues, estaré bien
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⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀
Le duele tanto verla así, pero aún reconoce el fuego en su mirada, ella está ahí, sigue siendo su Rayla. Él sonríe, aunque hay lágrimas saliendo de sus ojos.  Claudia observó a Callum, el cómo miraba a la elfa casi como si ella no estuviera ahí, y eso le heló la sangre. Aquella manera que tenían de mirarse la enfermaba. ¿Cómo es que esa vulgar elfo ha podido cambiar tanto a su amigo?.

Una sonrisa burlona se asomó en el rostro de la hechicera

—En verdad no has cambiado, ¿Qué piensas Callum? —Claudia era cruel en sus palabras, de repente se río al recordar esa comunicación entre ellos; cerró su puño en el cabello de la elfo dando un tirón con fuerza—. No puedo creer que estés enamorado de está monstruo, todo lo que dicen de ti es cierto.

Callum observó a Claudia fijamente mientras se acercaba lentamente a ella, con el cubo en su mano derecha

—No puedo creer que alguna vez quise un monstruo como tú.

—Touche —Claudia limpió una lágrima que le había ocasionado reírse demasiado, y probablemente al ver que su querido amigo estaba bajo los efectos de esa elfo—. ¡Basta de charlas! Perdonaré la vida de tu amada elfo. ¿No te parece increíble? Tu cuerno siempre ha estado con tu amado príncipe. Ahora, Cal — Usa el mismo tono que uso la elfo antes para burlarse de ella. — se un buen príncipe y dame la llave o la verás hecha pedazos.

—Al mismo tiempo —dijo Callum, jamás haría un intercambio de forma unilateral, a lo que Claudia parecía bien con eso. Callum deslizó el cubo lentamente mientras esperaba que ella dejara ir a Rayla. Cuando vio que lo hizo terminó de acercar el cubo hasta ella.

Cuando su mano tocó finalmente a Rayla, la abrazo. Ella estaba ahí, era real, no era una ilusión. Después de tanto tiempo por fin podía volver a verla. Saber que estaba bien, dentro de lo que cabía, le generaba un alivio y paz interior. Pero ese no era momento de abrazos ni charlas. Al levantar la vista y notar como Claudia se agachó para recoger el cubo fue cuando se dio cuenta, era el momento. Lo supo al ver la expresión de duda en la hechicera.

—¿Pero.... Qué? —dijo sin entender la pelinegra, en su mano había un cubo cualquiera, un cubo normal, sin magia ni misterios que descubrir; arrugó el entrecejo poniéndose de pie.

Callum sonrió.

—Es una ilusión —responde encogiéndose de hombros como si fuera algo simple y normal mientras sus brazos aun sostienen a Rayla—, solo necesité un momento para hacerlo

Los ojos de Claudia se tornaron completamente negros, un aura verde salió de ella producto de la magia negra. Estaba molesta. Más que molesta. Y se denotó en un pequeño grito ahogado que salió de ella. Pero antes de que pudiera hacer algo Callum actuó.

—Aspiro Frigis —dijo congelándola, sabía que eso no la detendría mucho, pero les daría tiempo de escapar—. ¡Vamos! —tomó la mano de Rayla y la llevó con él, no había palabras, aún no sabía que decirle, tenían que escapar primero antes de siquiera poder decirse algo.

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