Abrí lentamente mis ojos, estaba un poco adolorida.
¿Que sucedió?
¿Estoy bien?
¿Estoy muerta?
Sólo surgían preguntas en mi mente pero claramente sin respuesta alguna.
No recuerdo que ocurrió exactamente, sólo sé que de un momento a otro... todo se volvío oscuridad.
*
Me encontraba amarrada a una silla en una pequeña habitación completamente oscura con una mesa frente a mi, algo parecido a una sala de interrogación.
Tenía un jodido pedazo de cinta en mi boca, supongo que estos tipos, quien quiera que sean, me querían en silencio.
—Ya la tenemos. -Entró alguien por la puerta. —Por aquí, ven -Encendieron la luz de la habitación y pude verlos, uno de ellos, era el tipo que me habló en el paradero de autobuses.
—Es... -Habló el otro tipo. —¿Es la chica correcta?
"¿Chica correcta?"
¿De qué rayos me perdí?
—Si, lo es. -Afirmó el tipo del paradero. —La encontramos en el paradero, donde se suponía que estaría, a la hora que acordamos.
¡Maldita sea, esto es un error, se han equivocado!
Comencé a hacer ruidos, no podía hablar pero intente llamar su atención de todas las formas posibles.
—La bestia quiere hablar, ¿le damos la oportunidad? -Soltó una risita, primera vez que lo escucho hablar.
Uno de los tipos sacó una navaja y se acercó a mi.
Joder, ¿qué me hará?
Estoy jodida
—Tranquila pequeña. -Susurró el tipo que se acercó a mi para luego retirar la cinta de mi
—¡Malditos infelices! ¿Quién se creen que son? -Grité apenas arrancaron esa jodida cinta de mi boca.
—Samantha, controla tu vocabulario, no te hagas la estúpida. -Dijo uno de los tipos, pude identificarlos, eran 3.
Un momento... ¿Samantha?
—Lamentamos el susto que te dimos, pero el jefe lo quería así, tú sabes como es Sandman, le gusta el show. -Con la navaja que tenía en sus manos corto las cuerdas que amarraban mis brazos por detrás de la silla.
Confirmado, se equivocaron de chica. Esto no se queda así.
—¿Sandman? por favor, sólo quiero irme a casa, ya es tarde. -Supliqué.
—No podemos concederte eso Samantha, debes esperar al jefe. -Se retiraron dos de los tipos de la habitación quedando sólo uno. —Una vez que termines aquí pasas por tu móvil, lo guardé junto con tu mochila. -Salió de la habitación, él se veía un poco más "amable" que los otros dos.
Perfecto, ya no soy más Abby, ahora soy Samantha, una jodida puta.
5 minutos...
10 minutos...
Joder, mi mamá debe estar aterrada, ¿qué le diré cuando la vea? un momento, ¿volveré a verla? maldita sea.
La puerta se abrió otra vez.
—Buenas noches, Samantha.
Cuando escuché "jefe" sinceramente esperaba encontrarme con un hombre barbudo de unos 40 años aproximadamente... ¡No con un maldito adolescente que no alcanza los 18 años!
—¿Tú eres el "Jefe" Sandman? -Hice las comillas con las manos y me reí.
—Soy yo, un gusto -Soltó una sonrisa. —Por fin te veo -Tomó asiento en la silla frente a mí, quedando cara a cara conmigo, lo único que nos separaba era la gran mesa del centro.
—Mis respetos para usted señor, pero... los estúpidos de tus sirvientes se equivocaron de chica, así que me retiro de aquí. -Me pusé de pie dispuesta a marcharme.
—No te vas a ningún lado niña, no hasta que pagues lo que debes. -Me miró y cruzó sus brazos.
—No te conozco, jamás en mi puta vida te he visto, no te debo dinero -Comencé a sudar. —Mi nombre es Abby, no Samantha. -Grité
—¿No eres Samantha? -Preguntó abriendo sus ojos como platos.
—Es lo que dije, necesito irme. ¿Por favor? -Supliqué nuevamente.
Sandman se levantó de su silla comenzó acercarse mi y una vez llegó, agarró mi barbilla con ambas manos.
—Jamás cometemos errores de este tipo, no puedes decir nada de lo que viste acá. -Dijo en un tono amenazante.
—Joder que no diré nada, sólo quiero irme a mi casa. -Quité sus manos de mi barbilla.
Me puse rápidamente de pie, el lugar era tenebroso.
—¿Tienes idea de la hora que es? -preguntó.
—Supongo que han pasado 2 o 3 horas desde que tus estúpidos sirvientes me secuestraron. -Me crucé de brazos enojada.
—Samantha, dormiste toda la noche, ya es Sábado, casi Domingo. -Miró su reloj. —Y son las 23.25 para ser exactos.
¡Qué!
—Mierda mierda mierda -Repetí una y otra vez. —Mi madré va a matarme -Grité. —Y no vuelvas a llamarme Samantha, me llamo Abby. -Volví a gritar.
—Perdón, te llevaré a tu casa Abby -Me interrumpió.
—¿Estás loco? no te me acerques, mira donde estoy por tú culpa. -Levanté ambos brazos señalando el lugar.
—Fue un error y es lo menos que puedo hacer por tí, tranquila. -Me ofreció su mano.
Ni muerta tomo su mano, pasé por al lado de él y abrí la puerta.
Al salir me encontré inmediatamente en un ¿Night Club?
La música estaba increíblemente fuerte, ¿cómo no escuché desde ahí dentro?
Al otro lado del lugar donde yo estaba localicé al tipo que dijo tener mi móvil, caminé rápidamente hacía él.
—Quiero mi móvil, ahora. -Exigí
—¿Sigues viva? -Me miró sorprendido.
—¿No debería? -Estiré mi mano esperando mis cosas de regreso. —Son unos malditos desgraciados, hagan bien su trabajo la próxima vez.
—Me llamo Oscar -Lanzó una mirada coqueta.
—Y yo NO me llamo Samantha -Marqué la voz en el "no".
El chico comenzó a reír.
—¿Qué te hace tanta gracia? -Lo fulminé con la mirada.
—Tú -Siguió riendo.
Oscar me entregó mi mochila, la revisé por dentro.
Móvil
Audífonos
Cuadernos
Todo en orden
—Adiós, puedes quedarte con tus... -Mire con asco el lugar. —putitas. -Me dirigí hacía la salida del lugar.
Logré salir, estaba oscuro.
Habían demasiados autos en el estacionamiento, al parecer le iba muy bien al sitio, pero no me importaba.
No sé porque me alegraba tanto salir de ahí, cuando mi madre me vea, estaré muerta de todas formas.
—Oye... -Me giré rápidamente, después de lo que ocurrió el Viernes por la tarde, cualquier voz me provocaba escalofríos.
—¿Qué quieres ahora? -Respondí irritada.
Este chico me traerá problemas.
Hola queridas, ¿les gusta como va o ya les aburrió?
Por favor comenten y díganme que quieren que salga en la novela, que les gustaría que sucediera, si quieren aparecer también haganmelo saber.
Cuídense y que esten muy bien :)