ɢʜᴏsᴛ sᴛᴏʀʏ [Bakudeku y tú]

By ArcoDeNemesis

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[Katsuki Bakugō, Midoriya Izuku y tú] [Historia por conversaciones en WhatsApp y narración] AU: En un futuro... More

Prólogo: "La Amigable Fantasma"
Capítulo 1: "Estoy aquí"
Capítulo 2: "¿Quién eres?"
Capítulo 3: "Yagami ____ "
Capítulo 4: "La Srta Puff"
Capítulo 5: "Un nuevo mañana"
Capítulo 6: "Vamos a ayudarte"
Capítulo 7: "Pruebas"
Capítulo 8: ¿Quién es ella?
Interludio: "Kirishima"
Capítulo 9: "Bakusquad"
Capítulo 10: "Los Todoroki"
Capítulo 11: "La verdadera forma"
Interludio: "Olvidar"
Capítulo 12: "La mujer taoísta"
Capítulo 13: "Incienso"
Capítulo 14: "El plan"
Capítulo 15: "Salida"
Capítulo 16: "Fantasma"
Interludio: "Normal otra vez"
Capítulo 17: "Lo que sigue"
Capítulo 18: "Halloween Pt.1"
Capítulo 19: "Halloween Pt. 2"
Capítulo 20: "¿Qué es amor?"
Capítulo 21: "El cambio"
Capítulo 22: "Celos"
Capítulo 24: "Podemos ser amigos"

Capítulo 23: "¿Por qué?"

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By ArcoDeNemesis

Bakugō Katsuki era un chico bastante cerrado y lleno de problemas. Él lo sabía, sus padres lo sabían, probablemente sus amigos lo sabían e incluso los extras lo sabían. Él creció con valores erróneos, y después de dos años de terapia, sabía que tenía una mezcla de problemas de inferioridad, superioridad y trastorno de impostor.

Lo sabía, pero a veces era difícil aceptar que no era tan perfecto como le gustaba decir que era.

Y sin embargo, de alguna manera él lo había aceptado, o por lo menos en un grado suficiente para aceptar que no era exactamente el mejor amigo que alguien desearía.

En su mente, él mantenía un puntaje. Si él hacía algo insensible, se callaba cuando sus amigos le hacían algo insensible.

Quid pro quo, una cosa por otra.

Y de alguna manera, este lema le había servido para mantener sus amistades durante toda la U.A. Bakugō pensó que esto era suficiente, pero claramente no lo había sido.

Durante las clases de ese día, su mal humor aumentó. No podía concentrarse porque todo en lo que pensaba eran las interacciones que había tenido con su falso mejor amigo.

¿En qué momento él había dado señales de querer algo más que sólo amistad?

¿Había sido durante la época de exámenes? Esa noche él había acobijado a Kirishima después del examen práctico, pensando que sería una acción gentil entre amigos.

¿Fue en el festival de primavera? Durante el festival Bakugō le había comprado la comida a su mejor amigo porque él había olvidado su cartera.

¿Cuándo sucedió?

Las campanas de cambio de clase sonaron, señalando el fin del día. Bakugō se sentía extraño, como si quisiera sentarse en el suelo y berrear. Su garganta se sentía seca y sus ojos se sentían irritados.

No es justo —pensó—. No es justo, ¿por qué tengo yo la culpa?

Sus manos levantaron su celular, desbloqueándolo con su rostro. Inmediatamente, la conversación que había tenido con la fantasma se mostró en la pantalla. Sus ojos recorrieron la conversación de nuevo, preguntándose qué demonios debía de hacer.

Se sentía enojado, sí. Se sentía molesto, irritado, frustrado e incómodo.

Pero también sentía un vacío en el pecho.

El estúpido de Deku se detuvo a su lado y discretamente tomó su mano, dándole un apretón. Los ojos rojos del rubio se posaron en los ojos verdes del menor, mostrando por unos segundos el pánico que sentía.

Deku hizo una mueca triste, como si acabara de matar a su perro enfrente de él.

— Kacchan... —Bakugō mantuvo su mirada en el nerd—. ¿Quieres...?¿Quieres que te acompañe?

Bakugō apartó su mano, irritado.

— Vete al dormitorio, estúpido Deku. No necesito de tu inútil ayuda.

Predeciblemente, Deku no se movió de su lugar. Ambos chicos siguieron mirándose, como si pudieran intercambiar palabras solamente con el movimiento de sus pupilas. Deku parecía buscar algo en la mirada del rubio, y si lo encontró, no dijo nada. Finalmente, el menor acarició con su meñique el dorso de la mano de Bakugō, y sin decir más, salió del salón.

Bakugō apretó sus puños y se tomó unos minutos respirando para calmar su enojo.

Lo mejor sería dirigirse a los dormitorios e intentar hablar con el cabellos de mierda. Su mente repetía la posibilidad de un cambio en la relación de ambos, pero si el cambio sería positivo o negativo, ni su mente sabía.

Habían quince minutos de caminata hacia los dormitorios, y Bakugō debatió su decisión en cada uno de ellos. Pronto sus pies pisaron el pasto, y notó con desdén que ya se encontraba en la zona residencial de los alumnos. Él siguió el camino, deteniéndose en el área comunal afuera de los dormitorios.

Para su desgracia, no tuvo que esperar mucho, y después de unos minutos, escuchó las pisadas de alguien en el pasto.

Bakugō levantó la vista y observó al pelirrojo. Kirishima tenía los ojos hinchados y su nariz estaba roja. Su cabello no estaba arreglado en su usual estilo, ahora estaba liso y pegado a su rostro.

Ambos se miraron en silencio.

— ¿No vas a decir nada?

Bakugō bufó— ¿Yo? Tú empezaste todo el maldito problema —inmediatamente, el rubio sintió su irritación aumentar—, y tienes el descaro de actuar como si yo fuera el culpable.

— Ese es tu maldito problema, Bakugō —el chico se acercó, apuntándolo con un dedo—. Nunca aceptas que las cosas son tu culpa. No tienes sentido de culpabilidad y te niegas a las consecuencias de tus acciones.

El rubio se detuvo, momentáneamente atónito— ¿De dónde salió eso, idiota? ¿Por qué no mejor me dices cuál es tu maldito problema? ¿Crees que ignorándome vas a ganar algo?

El pelirrojo alzó sus manos, como si estuviera frustrado— ¿Mi maldito problema? —su voz aumentó de volumen—. Mi maldito problema eres tú.

Bakugō inesperadamente sintió sus ojos arder y apartó la mirada. No sabía cómo se suponía que debía de responder a eso—. ¿Qué?

— No —el pelirrojo dijo, firmemente—. Ahora es mi turno de hablar. He estado un mes observando cómo te alejas de nosotros, como si yo fuera ajeno a ti. Me pregunté día y noche si había hecho algo para que me cambiaras de esa manera, pero ahora me doy cuenta de que el problema siempre has sido tú. Tratas a las personas como si fueran juguetes y los cambias cuando hay algo mejor. ¿No fue así como terminó tu amistad con Midoriya?

— Te dije eso en confianza, maldito —la impotencia parecía querer ahorcarlo. Ahora entendía por qué las personas evitaban pelear con sus mejores amigos. Ellos tenían toda la información para usar en tu contra.

— Ni siquiera te atreves a admitir que es verdad.

Bakugō rugió— ¡Porque no es verdad!

Kirishima rio, sarcástico. Ambos se detuvieron, analizándose.

El pelirrojo se dio media vuelta, evitando la mirada del rubio— ¿Si quiera te importamos? Puedes pasar días sin siquiera dirigirnos una palabra, y cuando lo haces, todo es sobre Midoriya y Yagami. No te importamos en lo más mínimo.

Bakugō lo observó caminar. Furioso, lo tomó de la camisa— Basta de evadir mis preguntas, imbécil. Dime en este instante cuál es tu maldito problema porque estoy harto de este estúpido monólogo —ante el silencio del pelirrojo, el rubio lo soltó—. Escucha, soy la primera persona en admitir que soy un maldito imbécil, pero si quieres una estúpida disculpa, tienes que decirme que hice mal.

— Ya te dije que-

Bakugō lo interrumpió— Esto no es sobre eso, o al menos no es lo principal.

Kirishima finalmente se volteó a encararlo. Las manos de Bakugō estaban apretadas en puños, escondiendo que en realidad, estaba temblando. Los labios del pelirrojo estaban apretados en una señal de enojo y frustración, pero aún así se negó a hablar.

— Vamos, cabello de regla —Bakugō lo empujó—. ¿No te sentías muy valiente ignorándome? ¿No te sentías indignado? ¿Acaso no alejaste a nuestros amigos de mí por este estúpido drama?

Kirishima tomó el brazo del rubio fuertemente— Tú nos alejaste.

— ¡¿Cuándo hice eso?! —exclamó indignado y frustrado, quitándose del agarre del pelirrojo.

— ¡Lo hiciste durante todo el estúpido mes! —gritó Kirishima, acercando su rostro al del rubio—. ¡El año pasado jurabas que nunca le hablarías de nuevo a Midoriya y este año casi te besas con él en la maldita fiesta de Halloween! ¡Y ni siquiera hablemos de Yagami!

Bakugō lo empujó— ¡Sorpresa! No es de tu puta incumbencia lo que haga, idiota. Yo puedo cambiar de parecer cuando se me de la puta gana. Además, no hay nada entre nosotros.

— ¡Sí es de mi incumbencia! —Kirishima rugió—. ¡¿Por qué él?! ¡¿Por qué ella?!

Bakugō inició su quirk, harto de la situación. Claramente ellos no resolverían nada hoy, y el cabello de mierda parecía perder la compostura con cada segundo—. ¡PORQUE SÍ!

Kirishima endureció su cuerpo, atrapando el brazo del rubio— ¡¿POR QUÉ ELLOS?! —Bakugō usó una explosión para soltarse de nuevo, y se alejó, tomando una posición preparada para el combate—. ¡¿POR QUÉ NO YO?!

Bakugō apagó su quirk por la sorpresa. Todo rápidamente quedó en silencio y solamente se escuchaban sus respiraciones.

— ¿Qué? —preguntó Bakugō suavemente.

El pelirrojo tenía sus manos encima de su boca, como si quisiera detener las palabras en su boca. Bakugō lo miró atónito, y un sentimiento de pánico creció en su interior. Toda la tarde él se había negado a creer que Kirishima estaba enamorado de él y tenía la esperanza de que todo fuera un grave malentendido.

Y sin embargo, en este momento, parado enfrente de su mejor amigo, no podía negar más la verdad.

— ¿Desde... Desde cuándo?

Kirishima tragó saliva y tardó en contestar— Desde primer año, después de Navidad.

Bakugō no podía decir nada. ¿Qué se supone que debería de hacer ahora? Los minutos pasaron rápidamente y los ojos del pelirrojo se llenaron de lágrimas. Bakugō apartó la mirada.

— Hiciste todo esto... porque tenías celos —intentó comprender. La impresión había hecho que se sintiera repentinamente calmado y separado de sí mismo. 

El pelirrojo asintió.

Bakugō sintió la culpa invadirlo gradualmente. De nuevo, su mente recorrió toda la amistad que tenía con Kirishima, analizando en qué momento le dio señales de querer tener una relación como más que amigos.

— Bakugō...—Kirishima intentó tomar la mano del rubio, pero fue apartado con un firme empujón.

Bakugō tragó secamente y por primera vez en su vida, hizo algo cobarde. El rubio dio media vuelta y caminó lejos de ahí, escuchando los llamados de su mejor amigo rogándole que regresara. Los ojos de Bakugō ardían y su garganta se sentía cerrada.

El recorrido al dormitorio pasó bastante rápido y pronto se encontró con la puerta abierta de la casa. Bakugō entró rápidamente, chocando con _____, quien parecía estar intentando quitar una decoración de la puerta.

— ¡Psycho! Bienvenido a casa, ¿Cómo te fue?

Bakugō la ignoró, apartándola de un empujón y subiendo a su habitación en cuestión de segundos. Una vez ahí, se aseguró de cerrar la puerta con seguro y tomó uno de los peluches de su cama, volándolo en pedazos con su quirk en cuestión de segundos.

Su pánico se transformó en irritación y en enojo. Se sentía ofendido, de una manera extraña, aunque sabía que no tenía derecho a sentirse así. Sus venas hirvieron al recordar la cara de Kirishima, y sabía que el chico regresaría al dormitorio, aumentando su miseria para recibir consuelo de los demás.

Sus manos explotaron otro peluche.

¿Qué se supone que debería hacer ahora?

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