La Reunión mas esperada de toda latinoamerica unida.
Siempre me había gustado el tocadiscos del tío Ted. Tenía muy buenas canciones de grupos muggles que no conocía pero el padre de mi prima siempre hablaba muy emocionado de ellos como Paul Anka o un grupo de muggles llamados Los Beatles. Ahora estaba escuchando la canción "Let it be" mientras lavaba los platos ya que no quería que mis tíos hicieran las cosas por mi, ellos habían sido tan amables en dejarme quedarme aquí, así que yo hacia todo lo que ellos necesitaran. La verdad es que también quería distraerme, me sentía un poco sola sin Presidente Besos, mis bowtruckles o Cody III.
—Ten querida. Para que no te de sueño— mi tía me dejo una taza de café muy azucarada a mi lado.
—Gracias tía Dromeda.— le sonreí, ella junto con su esposo estaban demasiado preocupados por su hija, siendo que ahora mismo ya estaban sacando a Harry de esa casa en Privet Drive. Siempre había encontrado el hogar de mi tíos muy cálido pero me sentía una inútil, Ron y Hermione estaban allí junto con Harry ayudando en la orden siendo que ambos tenían 17 ¿en serio cual seria la diferencia entre mi yo de ahora y la yo después de los 17?
Tome el café y le di un sorbo, hice un sonido de aprobación, estaba muy dulce, como me gustaba, fui a la sala de estar hacia donde estaban los dos.
—Vi tu vestido para la boda de los Weasley, es muy bonito— mi tía Andromeda me sonrió al mismo tiempo que yo me sentaba a su lado en el sillón, tomando el libro de Morgana que había dejado en la mesita con una mano y con la otra tomaba mi café.
—Por supuesto, todo lo mío es hermoso— sonreí con narcicismo—. Pero bueno, tu ya sabes tia Dromeda, me podría poner un saco de papitas y aun así me vería fabulosa.
—No lo dudamos— mis tíos sonrieron a la vez, les gustaba mi confianza que era la misma de Tonks, ninguna de las dos ocupaba su metamorfomaga para arreglar imperfecciones o arreglarnos mejor, la usábamos para hacer reír a la gente y estar a gusto con nosotras. De la misma forma que Tonks tenía su cabello rosa o morado yo me lo dejaba al natural.
Por unos segundos empecé a leer como un mantra el hechizo que Morgana y yo habiamos usado para evitar al detector cuando deje mi café en la punta de la mesa, hubo un estruendo que sacudió toda la casa y la taza cayó al suelo. Inmediatamente mis tios se pararon con las varitas alzadas.
—La barrera— mi tía Andromeda murmuró siendo la primera en salir de la casa, inmediatamente yo saque mi varita, siguiéndola, el corazón latiéndome a mil, las barreras de seguridad que le habían puesto a la casa funcionaban demasiado bien, eso solo significaba que Harry debió haber llegado.
—¡Laila no salgas! ¡Es muy peligroso!— escuche a mi tío Ted pero no le hice caso y salí con rapidez por la puerta trasera, mi tío siguiéndome, los tres buscando a quienes habían aterrizado en el territorio. Me manche las zapatillas con barro siendo que había un estanque cerca y a veces desbordaba y ayer había llovido un poco, me encontré con mi tía Andromeda, siguiéndola, noté gracias a la luz de su varita que alguien había salido alguien del estanque, donde a veces habían ranas cantarinas pero esta noche no se oía ni un crujido. La figura cayó al suelo y yo y mi tía fuimos corriendo, noté inmediatamente una enorme masa oscura, me asuste al principió pero reconocí esa tosca cara, eso solo significaba que la figura a su lado...
—¿Quién está ahí? ¿Eres Potter? ¿Eres Harry Potter? —mi tía Andromeda preguntó, inmediatamente fui hacia él, a pesar de las advertencias de mi tia, apenas podía ver por la oscuridad, pero al tocarle la cara, supe que era él, sobre todo esas gafas redondas que milagrosamente seguían intactas, muy segura que Hermione les habia puesto un hechizo hace años.
—Es él.— jadeé, traté de sonreír, se veía apenas consciente pero al menso me reconocía gracias a la luz que nos daba la varita—. Hola cariño.
—¿Laila....?— él murmuró extrañado.
—¡Se han estrellado, Ted!— la mujer le gritó a su esposo—. ¡Estrellado en el jardín!
Harry cerró los ojos, desmayándose e inmediatamente cuando le puse las manos en el cabello sentí algo tibio en mis manos, era su sangre.
—¡Esta sangrando— avisé alarmada, sentí los apresurados pasos de mi tio Ted hacia nosotras y ambos usando sus varitas, privilegio que yo no tenía, alzaron a Harry y a Hagrid en el aire, llevándolos hacia dentro de la casa. Noté el estanque, estaba hecho un desastre, ruedas y piezas de la antigua motocicleta de mi padre hecha trizas, luego vi al cielo, las barreras protectoras habían hecho su trabajo, sentí algo apretarse en mi pecho antes de dar media vuelta e ir corriendo de vuelta hacia la casa.
Inmediatamente fui hacia donde habían puesto a Harry, en el sillón largo de la sala de estar, le subí un poco la camiseta para ver que tan grave se veía, por ese raro hueso, diría que tenía una costilla rota, además del brazo que estaba en una extraña posición.
—¿Qué te hicieron, mi cuatro ojos?— murmuré, quitándole un mechón de cabello azabache de la frente que tenía sangre fresca, le acaricie la cicatriz con la yema de los dedos y sentí escalofríos. Rápidamente me puse manos a la obra y le puse una mano en las costillas, empezando a recitar un hechizo sanador de Morgana cuando alguien me tomo la mano. Era mi tio Ted.
—Sé que dices que tienes una manera de bloquear el rastreador. Pero es mejor que no hagas nada arriesgado hasta ahora. Yo me ocupare bien de él, no te preocupes. ¿Por que no mejor vas a la cocina y preparas un poco de té? Estoy muy seguro que estos dos lo necesitaran.
Quise argumentar, si fuera otra circunstancia me sentiría muy ofendida. Pero no quería causar problemas, y no tenía el tiempo de explicarle a mi tío porque mis hechizos de 500 años eran mucho mejores, hechos por la mas grande bruja que existió. Pero mientras iba a la cocina pensé en mis tios que ahora mismo debían preguntarse que le habrá pasado a su hija si Harry estaba así de herido.
Puse agua en la tetera dejándola en la estufa a la vez que sacaba dos tazas del cajón, Morgana apareció a mi lado, trató de tomar una cuchara pero en vano, desde que me había sanado el año pasado había perdido su influencia a su alrededor y ahora traspasaba todo como un fantasma.
—¿Como los mortifagos pudieron saber esto?— me incline sobre la mesa con un suspiro.
—Tienen un traidor en la Orden. Eso no se puede negar— Morgana afirmo.
—¿Pero quien?— arrugue la nariz—. Él único que se me viene a la cabeza es ese infeliz de Mundungus que robo Grimmauld Place después de la muerte de papá.
—Pensaba lo mismo. Es lo único que tiene sentido considerando a los demás, pero recuerda, Laila—ella me vio con seriedad—. Tu madre también confiaba en alguien con su vida, y él mismo vio como Lefay la asesinaba.
Negué con la cabeza.
—Ninguno de la Orden sería tan desleal como esa rata inmunda, excepto Mundugus— tamborileé los dedos contra la mesa mientras la tetera empezaba a sonar—. ¿Como estarán los demás?
Pensaba en Ron y en Hermione, en Tonks y en mi tio Remus, los gemelos, el señor Weasley...¿como estarían todos? ¿Alguien habría resultado herido de gravedad? ¿Alguien...estaria muerto o muerta? Ese pensamiento me hizo sentir escalofríos hasta que el sonido agudo de la tetera me hizo sacudir la cabeza. Puse el té en las tazas y luego el agua caliente, poniéndolo todo en una bandeja. Sali de la cocina manteniendo mi equilibrio para no botar las tazas mientras me dirigía a la sala de estar.
—Bien, ya traje el té ahora por favor puedo...¡Harry!— chillé al ver que estaba despierto, aun tendido en el sillón y hablando con mi tió Ted, se veía mucho mejor.
—¡Laila!
Mi tio Ted con su varita evito que las tazas y platos se rompieran al caer al suelo ya que la solté y fui directo a abrazar a mi novio, no pude evitar tirarme encima de él, de todas formas sus costillas ya estaban sanadas, aun así dio un pequeño quejido de dolor, pero al parecer muy poco le importó ya que me abrazó con tanta fuerza que sentí un hueso crujir pero no me importo.
—¿Co-como estas aqui?
—¿Son mis tios lo olvidas? Soy Black, por lo tanto Tonks es mi prima, cara rajada— sonreí y le llene de besos las mejillas y la frente—. ¿Que sucedió? ¿Que les paso? ¿Sabes sobre los otros?
Me atrajo en un abrazo de nuevo y yo lo acepte, suspirando aliviada, agradeciéndole internamente a toda la orden del fenix por la seguridad de mi novio, aunque maldecía en todas las lenguas posibles al traidor entre nosotros.
Hedwig esta muerta.
Ese pensamiento suyo me hizo quedarme helada, me quede quieta por un segundo, pensé en cuantas veces yo había sostenido a esa linda y valiente lechuza, le había dado de comer, acariciado sus suaves y blancas plumas.
—Lo siento tanto, amor— hice que mi voz saliera firme, Hedwig había sido la compañera de Harry desde que entró al mundo mágico, ahora mismo él se tenía que apoyar en mi, había perdido a su mascota. Le sobe la espalda con tristeza, sin dejar de abrazarlo. No me podía imaginar la pena que debía estar sintiendo.
Me aleje un poco de él, quitándome de encima, viéndolo con cuidado, asegurándome que mi tio había hecho un buen trabajo. Después de esa confesión sobre su mascota que la habían asesinado, no quise insistir en sobre lo que había pasado. Una vez en la Madriguera me lo diría.
Harry bajó las piernas del sofá; vio alrededor de la habitación, estaba buscando a Hagrid. No obstante, a penas se había levantado cuando una puerta se abrió y Hagrid pasó apretado por ella, su cara estaba cubierta de barro y sangre, cojeaba un poco pero estaba milagrosamente vivo.
—¡Harry!
Volcando dos delicadas mesas y una planta, cubrió el suelo entre ellos con dos zancadas y empujó a Harry a un abrazo que casi le rompió las recientemente reparadas costillas.
—Caray, Harry, ¿cómo conseguimos salir de esta? Ya creía que estábamos los dos acabados.
—Si, yo también. No puedo creer...
—¡Y Laila!— el semigigante gritó en jubilo—. ¡Estas aquí!
Hagrid me levantó del suelo en un enorme abrazo de oso, llenándome el vestido con lodo pero no me importo mucho, él se veía bien y eso importaba, además de que casi me rompía mis costillas completamente sanas.
—¡Tú! —gritó Harry, fijándose en mi tia Andromeda que había entrado tras Hagrid, y sacó la mano del bolsillo, pero esta estaba vacía.
—Tu varita está aquí, hijo,—dijo mi tio Ted, golpeando ligeramente con ella el brazo de Harry—. Cayó justo a tu lado, yo la recogí... Y es a mi mujer a la que estás gritando.
—Oh, yo... lo siento.
No podía culparlo, siendo hermanas Andromeda Tonks con Bellatrix Lestrange tenían un gran parecido familiar entre las sombras, sin embargo una vez ante la luz se podía notar sus diferencias. Como que su su pelo era de un ligero y suave castaño y sus ojos eran más grandes y más amables, al contrario de la loca. No obstante, parecía un poco arrogante tras la exclamación de Harry.
—¿Qué le ocurrió a nuestra hija? —preguntó—. Hagrid dice que cayeron en una emboscada; ¿dónde está Nymphadora?
—No sé, —dijo Harry—. No sabemos lo que ocurrió con nadie más.
Ella y Ted intercambiaron miradas. Yo los vi preocupada, habían estado asi desde que Dora había salido de la casa.
—El Traslador, —dijo Harry, recordándolo todo de repente—. Tenemos que volver a la Madriguera y averiguar... entonces podremos enviarles noticias, o... o lo hará Tonks, una vez...
—Dora estará bien, —dijo mi tío Ted—. Conoce su trabajo, ha estado en bastantes situaciones apuradas con los Aurores. El Traslador está aquí. —añadió para Harry—.
Se supone que se marcha en tres minutos, si quieren tomarlo.
Mi tía hizo un movimiento con su varita y el abrigo azul de mi abuelo Newt ahora mío, junto con mi bolso, volaron hasta mi.
—Si, lo haremos, —dijo Harry. Agarró su mochila, poniéndosela al hombro—. Yo...Le diré a Tonks... Dora... que envie noticias, cuando... Gracias por parchear-nos, gracias por todo, yo...
—Gracias, tios. Nunca podre agradecerles todo lo que han hecho—le corté a Harry siendo que las palabras se le estaban atorando en la garganta—. En cuanto vea a mi prima le dire que les mande sus buenas noticias y su estado. Los quiero.
—Cuídate Laila.— mi tía Andromeda mas bien me advirtió.
Le guiñe un ojo.
—Siempre.
Seguimos a mi tio Ted abandonando la sala de estar, y yendo por el largo pasillo hasta el interior de uno de los dormitorios.
—Ahi tienen. Este es el Traslador— él dijo apuntando a un pequeño cepillo bañado en plata posado sobre el vestidor.
—Gracias— dijo Harry, extendiendo la mano para poner un dedo sobre él, listo para marchar, yo hize lo mismo.
—Espera un momento—dijo Hagrid mirando alrededor—. Harry ¿donde esta Hedwig?
—Ella...la alcanzaron— respondió con pesadez, baje la cabeza, Hedwig que había sido su único lazo con el mundo mágico que amaba cuando estaba en esa casa con su odiosa familia muggle. Hagrid extendió una gran mano y le palmeó el hombro con fuerza.
—No importa— dijo roncamente—. No importa. Tuvo una buena y larga vida...
—¡Hagrid!— dijo Ted Tonks como advertencia cuando el cepillo comenzó a resplandecer de un brillante azul, Hagrid le puso su dedo índice justo a tiempo. Sentí como si alguien pasara su mano sobre mis entrañas y me empujara hacia adelante, girando incontrolablemente, viendo a mi tio desparecer. Segundos después caí de espaldas en la tierra dura en el patio de la Madriguera, escuchando gritos.
AY HEDWIG ¿POR QUE?!