Take me back to the start [CL...

By soffiif12

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¿Crees en las almas gemelas? Si la respuesta es un "SÍ", espero que tengas claro que no importa el lugar, no... More

Introducción
Capítulo 1:Todo vuelve a empezar
Capítulo 2: ¿Quién es esa hermosa mujer?
Capítulo 3: Cumpleaños de Jane
Capítulo 4: La sonrisa de Jasmín.
Capítulo 5: Culpa
Capítulo 6: Día de madre e hija en el trabajo.
Capítulo 8: Pijamada
Capítulo 9: Acercamientos de amistad
Capítulo 10: Entre la guerra y la paz
Capítulo 11: Infidelidades
Capítulo 12: Entre vivir o marchitarse
Capítulo 13: Polos Opuestos
Capítulo 14: Expiación
Capítulo 15: ¿Y si decido quedarme?
Capítulo 16: Cuando la razón le gana al corazón
Capítulo 17: Paranoias y degustaciones
Capítulo 18: Metas y Obstáculos
Capítulo 19: Más de lo que debo
Capítulo 20: Un sobre de papel madera
Capítulo 21: No se puede romper aquello que ya está roto
Capítulo 22: Inauguración parte 1
(NUEVAS ACTUALIZACIONES) Capítulo 23: Inauguración parte 2
Capítulo 24: Consecuencias
Capítulo 25: Repercusiones del alma
Capítulo 26: Aquello que no controlamos
Capítulo 27: Limerencia y un plan de venganza
Capítulo 28: La contracara de realidades
Capítulo 29: Aferrada a la ilusión de un futuro diferente.
Capítulo 30: Take me back to the start
Capítulo 31: ¿Qué es lo correcto?
Capítulo 32: Una carta sin remitente

Capítulo 7 Lexa y Luna

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By soffiif12


Lexa y Luna

Lexa había llegado a su casa luego de un ajetreado día, se había bañado y se aprontó una copa de vino antes de dejarse caer en el sofá de la sala de estar. Prendió la televisión y lo dejó en el  canal que estaba, no quería mirarla, solo necesitaba que la casa no estuviera tan silenciosa, aquello le sucedía cada vez que Jane se iba con Luna; Lexa la extrañaba muchísimo y si bien estaba agradecida de tener algunos momentos de paz en su hogar, sería capaz de cambiar esos solitarios y silenciosos momentos para estar con su hija, y escucharla contar que tal le había ido en la escuela o esas peculiares y graciosas historias que se inventaba. Jane era una pequeña muy tímida, le costaba muchísimo relacionarse con otros niños, mucho más en esos momentos que se habían mudado a una ciudad nueva y la niña debía comenzar todo de nuevo, desde adaptarse a la nueva casa, a tener que pasar tiempo separada de sus madres y tener que hacer amigos. Era por aquello que Lexa estaba muy agradecida con la amistad de Jasmín, aquella pequeña rubia de ojos azules que siempre tenía una sonrisa en su rostro, lograba que su hija tuviera aquella misma sonrisa  cuando estaban juntas y hasta cuando no lo estaban, porque si había algo de lo que Jane adoraba hablar era de su amiga Jasmín.

Aquella relación que Jane y Jasmín tenían hizo que Lexa viajara en el tiempo, llegando al día en el que conoció a Luna. Una sonrisa nostálgica se le instaló en el rostro y nuevamente aquella pregunta le rondó por la cabeza — "¿Qué nos ha pasado?" —

Lexa y Luna se habían conocido cuando tenían solo 13 años, Luna había llegado al vecindario a mitad de año, su familia tuvo que mudarse gracias al trabajo de su padre. Le habían ofrecido un mejor puesto en la empresa, pero para eso debían trasladarse. Él lo habló con su esposa y no dudaron en hacerlo, lo que nunca se iban a imaginar era lo difícil que iba a ser para su pequeña hija.

FLASHBACK*

— Adiós mamá. — Saludó Lexa a su madre antes de ingresar a toda prisa a la escuela, ese día se habían quedado dormidas y Lexa había perdido el transporte escolar, fue por eso por lo que Becca tuvo que hacer los mil malabares para preparar un desayuno rápido, dejar a Lexa en la escuela y llegar a horario al trabajo.

Lexa iba dando pasos alargados intentando llegar lo más rápido posible, pero los gritos de algunos niños hicieron que se desviara de su salón de clases y que sus pies la guiaran hacia un pequeño tumulto de niños.

—¡Cabeza de rastrillo! — Lexa frunció el ceño al escuchar aquello, todavía no podía ver que era lo que pasaba así que decidió acercarse más y abrirse paso entre los niños.

— ¡Pelos necios! — En ese momento Lexa pudo ver como Emori, una de las chicas más populares de la escuela y unos cuantos años más grande que Lexa, estaba molestando a la alumna nueva, Lexa la había visto un par de veces, pero nunca tuvo el tiempo necesario como para acercarse y charlar con ella.

— ¡Anda! ¡Quítate la peluca! — Le gritó otra mientras le agarraba la cabellera. Cuando la joven gritó Lexa se acercó y las separó.

— ¿Estás bien? — Le preguntó con una sonrisa en su rostro.

— Sí. — Le dijo apartándose las lágrimas.

—Mira, te vino a salvar tu novia. — Se burló Emori haciendo que los demás comenzaran a reírse.

—¡Cállate! — Le dijo Lexa mostrando su ceño fruncido.

— ¿Crees que te tengo miedo Woods? ¿Quién te has creído?

— Déjanos en paz Emori, dudo que quieras que mi madre le cuente a la tuya lo que estás haciendo ¿verdad, señorita perfección?

A Emori se le borró la sonrisa, se acomodó el uniforme y con un solo gesto hizo que todos se fueran de allí hacia sus salones de clases.

— Gracias. — Logró articular la joven.

— No hay de qué — Sonrió la castaña. —Me llamo Lexa.

— Luna. — Le dijo con timidez.

—Lo sé, estás en mi clase. — Lexa sonrió aún más. —Ven, vamos, estamos llegando tarde, te puedes sentar a mi lado si lo deseas.

—Eso me gustaría. — Le dijo aún más apenada, algo que a Lexa le pareció ¿extraño? ¿lindo? ¿tierno? Aún no lo definía.

FIN DEL FLASHBACK*

Desde ese día Lexa y Luna se habían hecho inseparables, al igual que sus madres cuando se conocieron por primera vez. Lexa no podía estar más feliz, no podía haberle pedido a la vida una amiga tan leal, cariñosa y compañera como lo fue, es y seguramente será Luna... Y allí estaba la respuesta a esa pregunta tan inquietante "¿Qué nos pasó?" al pensar en Luna como amiga se dio cuenta de que en realidad no les había pasado nada, en que quizás el destino tenía para ellas una amistad más que duradera, quizás estén unidas por un hilo rojo, pero un hilo que no representa amor de amantes, sino de amigas.

Lexa apagó la televisión y subió hasta su habitación, resopló al ver el desorden que había, desde que se había mudado prometió sacar todo lo que tenía en las cajas, pero siempre por una cosa u otra no podía hacerlo. La castaña le dio un sorbo a su copa y se regañó mentalmente por no subir el vino con ella. Dejó la copa en la mesita de noche y caminó hasta una de las cajas que solo tenía una letra L, sabía que aquello eran recuerdos que tenía con Luna; fotos, cartas, la alianza de casamiento, videos, muchas cosas. Lexa tomó la caja entre sus manos y caminó con ella hasta la cama, se sentó y la abrió; una enorme sonrisa se formó en sus labios cuando lo primero que vio allí fue un álbum de fotografías. Sin dudarlo, hizo la caja a un lado y comenzó a hojearlo.

Una de las primeras fotos que encontró, fue una en donde se las mostraba a ellas dos, en el cumpleaños número 16 de Lexa, ambas estaban apoyadas en un Mustang color mostaza, un modelo bastante viejo, aun para esos años. Aquel auto era el que le habían regalado sus padres cuando cumplió 16 años, Lexa no había querido una fiesta, ni siquiera había pedido algún tipo de regalo, sabía que sus padres no se lo podían permitir, si bien, nunca les había faltado algo, la castaña sabía el esfuerzo que hacían sus padres para poder mandarla a una de las mejores escuelas de la ciudad, ellos siempre dijeron que la educación es lo más valioso que ellos le podían brindar y era por eso que no querían que fuese a cualquier escuela, no, ellos querían la mejor educación para su hija.

FLASHBACK*

— ¿Papá? —Lexa ingresó a la cocina en donde su padre estaba cocinando 

—En unos minutos estará la cena, fideos con albóndigas, tu favorito. — Le dijo con una sonrisa en sus labios, sonrisa que se transportaba a sus ojos.

— Gracias papá... —Lexa se mordió el labio inferior.

— ¿Sucede algo?

— ¿Puedo pedirte un favor? — Preguntó con algo de temor.

—Claro. ¿Qué necesitas?

— Ya que he podido sacar el registro de conducir y ya he cumplido los dieciséis... quería saber si... ¿Me prestas el auto para salir con Luna hoy?

— El auto... no puedo prestarte el auto Lex, lo sabes. —Gustus dejó de revolver la salsa y se giró para mirar a su hija. - ¿Luna no tiene auto? Pueden salir con él de ella ¿no?

—Claro papá... —Lexa medio sonrió y miró su viejo móvil esperando que Luna le mandara un mensaje, era la única persona que había invitado a su cumpleaños.

Varios minutos más tarde, Becca, Gustus, Lexa y Luna, se encontraban cenando en el comedor de la pequeña casa, con el pasar de los años Luna se había vuelto parte de la familia, mayormente pasaba los fines de semanas allí, ya que muchas veces sus padres tenían reuniones o cenas de negocios.

—¡Es hora de los regalos! Exclamó Luna mientras se levantaba y prácticamente corría hasta su mochila de donde saco una bolsa de papel. —Ten, Feliz Cumpleaños Lex.

Lexa tomó la bolsa y cerró los ojos cuando Luna le dio un beso en la mejilla.

— Gracias. — Dijo la castaña luego de ver lo que había en el interior de la bolsa. — Pero, es uno de los últimos modelos.

— La ventaja de que tu padre trabaje en una empresa de móviles. — Luna le sonrió.

—Gracias. — Repitió mientras se levantaba de su asiento y abrazaba a Luna cariñosamente. 

Sus padres se miraron con complicidad, Becca se levantó de su asiento y caminó hasta uno de los muebles que adornaban la sala de estar, de uno de sus cajones sacó una pequeña caja de color verde, camino con ella entre sus manos y se la entregó a su hija, quien la miró frunciendo el ceño.

— ¿Qué es? — Preguntó antes de abrirlo.

—Pues ábrelo. —le dijo su padre entusiasmado. — Sino lo abres no lo sabrás.

—A ver... — Con una sonrisa en su rostro, Lexa abrió aquella pequeña caja, su sonrisa se esfumó y fue reemplazada por un ceño ligeramente fruncido, miró el contenido de esa caja y creía que aquello era una broma.

— ¿Qué? — Fue lo único que pudo verbalizar, sus padres la miraban con una sonrisa en sus rostros.

—Sabemos que nunca nos hemos podido permitir muchos lujos y sabemos que por más que lo quisieras no lo pedirías, nunca nos pides nada, con tu madre creímos que es la mejor forma de decirte que estamos orgullosos de ti, de todo lo que haces, de la hija que eres y de que confiamos plenamente en ti, sabiendo lo responsable que eres.

— ¿Es en serio? —Preguntó Lexa intentando que su mandíbula dejara de temblar.

— Tan en serio como el auto que te espera en la entrada cariño. — Le dijo su madre apartando las lágrimas que habían mojado las mejillas de Lexa.

—No es algo último modelo, pero sé que... — Las palabras murieron en la boca de Gustus ya que Lexa no había escuchado ninguna de ellas.

La castaña salió tan rápido como sus piernas la dejaban para encontrarse con un Mustang color mostaza modelo 90, impecablemente entero y brillante por donde se lo mire. Lexa dejó escapar un pequeño grito y casi que corrió hasta el auto, pero detuvo sus pasos girándose para abrazar a sus padres y dejarle sonoros besos en ambas mejillas a cada uno.

Lexa no dudo un segundo en subirse al auto y admirar cada parte de él, el interior era hermoso, prolijamente cuidado, sus ojos brillaban tal y como aquel auto.

La castaña le hizo señas a su amiga para que se subiera, sus padres las saludaron desde la puerta de entrada y lo último que Lexa escuchó fue a su madre gritar que tuviera cuidado.

Luna y Lexa pasearon por la ciudad, aquella noche de verano era completamente hermosa y se prestaba para pasear con las ventanillas bajas dejando que el cálido aire ingresara.

— No puedo creer que mis padres me lo hayan regalado.

—Una sorpresa muy grande Lex, te lo mereces.

— ¿Tú crees? — preguntó con algo de dudas la castaña.

—Claro que lo creo, te mereces todo lo bueno que te pasa, siempre. —Lexa sonrió dulcemente y volvió a fijar su mirada en el camino, luego de algunos minutos su ceño se frunció y Luna lo noto rápidamente.

— ¿Qué sucede?

— He salido tan rápido que no agarre mi cartera con el dinero, solo tengo la billetera con mis documentos. —Lexa la miró he hizo un mohín — Quería ir al cine contigo.

— Podemos ir cualquier día al cine. —Por puro impulso, Luna acarició la mejilla de Lexa haciendo que la castaña sonriera al instante.

—Podríamos ir al mirador, observaremos un rato las luces de la ciudad.

—Me parece una idea brillante.

Por algún motivo, el cual todavía desconocía, Luna dejó que su mano viajara hasta la nuca de la castaña, quedándose allí, moviendo sus dedos con parsimonia, dejando pequeñas caricias en aquella zona. Luna sonrió al notar que Lexa no se quejaba, ni hacia el intento por apartarla.

Una vez que llegaron al lugar, ambas se bajaron del auto y se apoyaron contra el capo, observaron las luces de la ciudad y el cielo repleto de estrellas. En realidad, la única que tenía sus ojos puestos en las luces y las estrellas era Lexa, Luna estaba ensimismada mirando el perfil de Lexa, tan perfecto, con rasgos tan delicados. Luna sintió un pequeño cosquilleo en sus manos y en su vientre, algo que esa vez no iba a ignorar, con todo el miedo situado en su pecho, se armó de valor y acarició el rostro de Lexa, haciendo que la castaña la mirara.

La sonrisa que Lexa traía en su rostro se fue desvaneciendo a medida que Luna se acercaba a ella, los ojos de su mejor amiga demostraban miedo, pero al mismo tiempo una calidez que nunca había visto, Lexa no tuvo tiempo de pensar antes de que los labios de Luna se cerraran sobre los suyos.

Luna se separó de Lexa con algo de temor, pudo ver en los ojos de la castaña el asombro y un brillo, de esos que nunca había visto. Luna se relamió los labios cuando la mirada de Lexa cayó sobre ellos y sintió su corazón dar un vuelco cuando fue la castaña la que cerró toda distancia que existía entre ellas dos uniendo nuevamente sus labios.

FIN DEL FLASHBACK*

Lexa pasó los dedos por aquella foto, tantos recuerdos abarcaban que era imposible no sentirlos en el centro del pecho, aquella noche había sido la más increíble de toda su vida, aquella noche había marcado un antes y un después.

La castaña rio con cada una de las imágenes. No recordaba haber sacado tantas, en realidad, Luna había sido la que había sacado cada una de aquellas fotos, ya que en la mayoría aparecía Lexa, distraída, sonriendo, durmiendo, mirando la tv, estudiando o lavando su Mustang, algo que hacía a menudo.

Lexa suspiró y recordó como aquel auto no la había abandonado nunca... o bueno, casi nunca. Solo una vez y la castaña creía que fue un acto del destino, algo que tenía que suceder si o si, esa noche, a esa hora y en ese lugar.

FLASHBACK*

Luna y Lexa habían estado saliendo de hacía poco más de un año, habían terminado la secundaria y se estaban preparando para la universidad.

Todo marchaba a la perfección entre ellas, habían descubierto el sentimiento más puro y hermoso, habían dado un paso más allá de la amistad y habían superado sus miedos con respecto a eso, o bueno, casi todos sus miedos, ya que uno de los temores más grandes de Lexa estaba por golpearla en el rostro de una manera rotunda.

—¿Qué hiciste qué? — Preguntó una exaltada Lexa mientras estacionaba su auto de manera algo brusca.

— Te dije que lo haría, ellos no se lo tomaron a mal.

—Luna... ¿Por qué lo hiciste?

— Porque lo necesitaba. —Se defendió.

—¿No te paraste a pensar un minuto que yo aún no estaba lista?

—Mi amor, si hacemos las cosas juntas todo irá bien.

—¡No! —dijo rotundamente. — Así no, aun no estoy lista, Luna...

—Amor...— Luna sufría al ver a Lexa así de alterada, ella creía que no había hecho nada malo.

— Ya te lo he dicho, mis padres no se lo tomaron a mal, solo al principio, lloraron un poco, insultaron también, pero terminaron entendiendo que es a ti a quien amo y con quien quiero pasar el resto de mi vida. — A Luna se le encogió el pecho al ver la preocupación y el temor en los ojos de su novia – mi padre hasta bromeó diciéndome que tú eras una buena chica y que te quería como si fueses su propia hija, tú sabes que lo hacen amor, lo sabes, tus padres lo entenderán, así como lo hicieron los míos.

—¡Pero quizás yo no estaba lista! — Gritó. — Yo no estoy lista para esto Luna, lo siento.

—¿Estas terminando conmigo? — Preguntó en un hilo de voz. — ¿Lexa? — Insistió al no obtener respuesta por parte de la castaña. —Si esto es lo que quieres. — Dijo intentando sonar fría, pero se maldijo mentalmente cuando su voz se quebró.

Lexa no fue capaz de frenar a Luna cuando está bajo del automóvil, no se creía capaz de dar el paso que Luna había dado, todavía no estaba lista para enfrentarse a sus padres, a lo que la sociedad piense, a nada, no estaba lista para estar bajo la lupa de todos y mucho menos en la boca de todos, porque eso era algo que seguro iría a pasar.

Sin mirar atrás y con la seguridad no tan segura de que había tomado la decisión correcta, Lexa puso el automóvil en marcha y emprendió camino a casa. La castaña suspiraba cada tanto, había algo en su pecho que le dolía muchísimo y eso era haber perdido a Luna así, de un segundo para el otro, fue en ese momento en el que ese replanteo que quizás hablar con sus padres sobre su relación con Luna no era tan descabellado como ella creía.

Lexa se aferró con fuerzas al volante y lanzó una maldición al cielo, cuando su automóvil comenzó a moverse manera extraña hasta que quedó quieto a un costado de la calle. Por más que Lexa intento ponerlo en marcha, el auto no respondía, la luz de la batería estaba encendida y pensó que quizás sería eso, pero por más que intentará arreglar el problema por ella misma, no tenía ni idea de lo que debía hacer.

Saco el móvil del bolsillo y sintió como las lágrimas se acumulaban en sus ojos cuando al desbloquear la pantalla una foto de ella y Luna aparecía de fondo, una en donde se veían completamente felices y enamoradas. Apartando las lágrimas de sus ojos, la castaña marcó el número de su padre y le hizo saber que era lo que había pasado, Gustus le dijo que lo esperara, que estaría allí lo más rápido que pudiera.

Lexa espero con impaciencia mientras intentaba comunicarse con Luna, pero esta no le atendía el móvil. Resignada Lexa suspiro y negó con el rostro.

— ¿Qué has hecho? — Se preguntó una y otra vez.

Varios minutos más tarde el auto de su padre se estacionaba junto al de ella, Lexa se bajó del auto y dejó que su padre hiciera todo, Gustus negó con el rostro luego de echar un vistazo.

— Mañana lo llevaremos al taller. —Gustus frunció el ceño al ver el rostro de su hija. — ¿Y Luna?

— Se ha ido a casa.

— ¿Está todo bien cariño? —Pregunto preocupado el ver como Lexa hacía lo posible para que su mandíbula no temblara y las lágrimas no saltaran de sus ojos.

— ¿Podemos ir a casa?

—Claro, sube al auto. —Gustus se encargó de cerrar el auto de la castaña, al otro día iría a buscarlo con el servicio de grúas, ahora lo que le importaba era saber que le estaba pasando a su hija, esa cara de tristeza lo estaba matando a él también.

— Mañana vendré con el servicio de grúas. — Le dejó saber, Lexa solo asintió. —¿Quieres hablar de lo que sucedió?

—Papá...

— ¿Lexa, que pasa? —Preguntó aún más preocupado ya que para ese entonces Lexa ya no fue capaz de contener las lágrimas. —¿Lexa? —Gustus frenó el auto y estrecho a Lexa en un fuerte y reconfortable abrazo, algo que al parecer Lexa estaba necesitando con desesperación.

Luego de varios minutos Gustus hablo nuevamente.

— ¿Qué sucede hija?

— Creo que la amo, papá. — Dijo aun con la cabeza apoyada en el pecho de su padre. — Y no quiero que me odies por eso, ni tú, ni mamá. — Por fin Lexa salió de aquel pequeño escondite.

—No he hecho nada malo, sigo siendo la misma de siempre, sigo siendo yo, Lexa tu hija, solo, solo... creo que la amo, como... como... como algo más que una amiga y no quiero que te enfades, por favor, sucedió sin que ninguna de las dos lo buscara, ni lo planeara, sólo pasó, papá, lo siento, siento si te estoy decepcionando, pero es lo que siento y...

—Lexa, espera. —Gustus tomo a Lexa por ambos brazos. — Tranquilízate, estas siendo verborrágica sin sentido alguno. — Cuando Gustus tuvo la atención de Lexa le regaló una cálida sonrisa.

—¿Por qué sonríes? —Preguntó confusa. — ¿No estás enojado conmigo?

—¿Por qué lo estaría?

— ¿No has escuchado nada de lo que te he dicho?

—Cada una de tus palabras sin orden o sentido. —Gustus sonrió aún más. — Cariño, hace tiempo que lo sabemos.

—¿Qué? — Preguntó con un hilo de voz.

—Tu madre me lo ha hecho saber en realidad, según ella, tú miras a Luna de la manera en la que yo la miraba a ella cuando éramos adolescentes. —Gustus se encogió de hombros. — Desde hace un tiempo nos hemos hecho la idea de que quizás estuviera pasando algo entre ustedes, pero no quisimos interponernos ni curiosear en su relación, estábamos esperando que estuvieras lista para hablar, si es que había necesidad de hacerlo.

— Entonces... —Lexa se apartó las lágrimas del rostro. — ¿No están molestos conmigo?

— ¿No has escuchado nada de lo que te he dicho? — Esa vez fue el turno de Gustus para preguntar aquello.

— Papá, yo no sabía que tú... que ustedes... — La castaña suspiro. — He jodido todo papá.

— Si ella siente igual que tú... dudo que lo hayas hecho. — Gustus acarició las mejillas de su hija.

— Te amo, con mamá te amamos más que a nada en este mundo y siempre serás lo más importante de nuestras vidas, nunca, escúchame bien, nunca debes avergonzarte de lo que eres, de cómo eres, de nada, porque tú, mi amor, tú eres perfecta exactamente así.

Lexa abrazo a su padre, lo último que se le hubiese ocurrido pensar, era que tanto él como su madre sospechaban de aquello, ella creía tener todo bajo control, todo bien oculto, pero al parecer a los padres no se les escapa nada.

— ¿Me puedes llevar a su casa?

— Estaba esperando que me pidieras aquello. — Gustus sonrió y puso en marcha el auto.

FIN DEL FLASHBACK*

Lexa dejó a un lado la caja cuando las fotos de su boda aparecieron, era un bello recuerdo, ya no dolía, en realidad, quizás nunca dolió, pero verlas le hacían pensar que quizás habían apresurado todo, que quizás no debían casarse en un principio, pero por más que aquellos sentimientos y pensamientos se agruparan en su ser, Lexa era consciente de que no cambiaría nada de lo que había pasado, mucho menos después del nacimiento de Jane, aquella pequeña que era el mundo para ella.

Luego de dejar la caja en un costado de la habitación, Lexa volvió a mirar el desorden y se prometió que al otro día lo acomodaría, aprovecharía que Jane estaba con Luna y pondría un poco de orden en aquella casa, total, podía tomarse el día libre, al fin y al cabo, ella era su propia jefa.

Cuando por fin se acomodó en la cama, la castaña desactivó las alarmas y dejó su celular en la mesa de noche, se puso de costado para intentar conciliar el sueño, pero la mente le vagó hasta el recuerdo de horas antes. Durante la mañana su móvil sonó notificándole un nuevo mensaje y cuando lo abrió sintió cómo su corazón golpeaba con fuerzas, y enseguida revivió aquella sensación del momento.

Se dio la vuelta quedando boca arriba conteniéndose de algo. Algo que no estaba segura qué era. Soltó un suspiró y estiró el brazo para tomar el móvil. Sin pensarlo demasiado, Lexa, abrió la casilla de mensajes y buscó ese que le generó y generaba tantos sentimientos juntos.

— Clarke...— Dejó escapar en un susurro. Y volvió a releer aquel mensaje que Clarke le había enviado.

El mensaje de la arquitecta era corto y sencillo, pero el hecho de que Clarke le haya escrito hacía que el pecho de Lexa cosquilleara con fuerzas, y aunque habían pasado exactamente 9 horas desde ese simple mensaje, la Chef se sentía de la misma forma.

El mensaje decía:

"Hola Lexa, soy Clarke, la mamá de Jasmín, te escribía para confirmarte que podrá quedarse con ustedes este viernes. Yo la llevaré, así que nos estamos viendo. Un beso."

La respuesta de Lexa fue inmediata esa mañana, porque no había motivos para hacer esperar algo que, sin advertirlo de forma consciente, había esperado por varios días.

"Me parece perfecto, cuando le cuente a Jane se pondrá feliz. Ya que tú la traes, quizás tengamos tiempo de tomar una copa mientras las niñas juegan. ¿Te parece buena idea?"

Luego de arriesgarse a preguntar aquello y de los nervios que la invadieron, la sonrisa volvió a parecer ante la respuesta simple y directa de Clarke que la llenaba de una ilusión que carecía de sentido, ya que no tenía idea de qué tipo de ilusión se trataba.

"Perfecto"

Se mordió el labio inferior y sonrió como una adolescente entusiasmada al releer su respuesta.

Hizo a un lado el celular y suspiró intentando de entender aquellas sensaciones que la hacían sentir tan bien por un simple mensaje, esas sensaciones y sentimientos que ni siquiera con Luna había sentido en el pasado.

Volvió a tomar el móvil, y esta vez se dirigió a la información de contacto para abrir la foto de perfil que la arquitecta poseía junto a Jasmín. La observó por unos cuantos minutos, apreciando cada detalle en el rostro sonriente de Clarke, y cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo, que estaba lejos de parecer la actitud de una mujer adulta, sacudió la cabeza, cerró todo y volvió a dejar el móvil en la mesa de noche. Se dio la vuelta, abrazada a las sabanas, e intentó calmar a su acelerado corazón. Definitivamente jamás había sentido tanto por una persona en su vida, tanto, pero sin saber que nombre ponerle. Porque aquel sentimiento que era propio de su alma, era nuevo para Lexa, y no se podía comparar con nada. Cerró sus ojos y con la imagen de Clarke sonriente en su mente, se preguntó:

—¿Quién eres Clarke Griffin y que estás haciendo conmigo?

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