La Portadora de Almas (COMPLE...

By soyantto

363K 32.3K 38.3K

Mucho antes de nacer sabían en que se convertiría, entre innumerables posesiones Evangeline se bautizó como l... More

✞ANTES DE LEER✞
0. Evangeline
1. Vaticano
2. Voluntad
3. Posesión
4. Cuidarte
5. Resurgir
6. El control en despertar
7. Hablar con ella
8. Bailando sobre la muerte
9. Y la sangre caerá
10. Mi propio verdugo
11. El nuevo símbolo
12. Adev
13. PARTE 1: La llama del pecado
13. PARTE 2: La llama del pecado
14. Invocación
15. No puedo hacer esto
16. El Ángel retratado en Lucifer
17. Memorias Caídas
18. Por una noche
19. Galena
20. Conclusiones
21. Declarados enemigos
22. Diferencias
23. Cinco lunas nuevas
24. Prisión de las estrellas
25. El primero de alas cambiantes
26. Dolores vengativos
27. Las puertas del Infierno
28. Infierno
29. Unión inesperada
30. Nuevas sensaciones
31. Los tres juicios
32. Ruina y destrucción
33. Que comience el caos
34. El significado
35. Desunión sangrienta
36. Lazos retomados
37. Nuriel
38. El lugar de las Almas Divagantes
39. El fuego de la tentación
40. Caperucita roja
41. PARTE 1: Un Ángel endemoniado
41. PARTE 2: Un Ángel endemoniado
42. Creyentes
43. Retazos de normalidad
44. La Espada Celestial
45. Eucaristía
47. El sello de un pacto
48. PARTE 1: Los inicios de la Bestia
48. PARTE 2: Los inicios de la Bestia
49. PARTE 1: Ten piedad
49. PARTE 2: Ten piedad
50. PARTE 1: Soledad atormentada
50. PARTE 2: Regresar a casa
51. PARTE 1: Había comenzado
51. PARTE 2: Amén
0. Reescribir la historia
🎄ESPECIAL XMAS🎄

46. Fruto prohibido

3.6K 271 441
By soyantto

(Capítulo con contenido sexual +18, leer bajo su responsabilidad)

15 de septiembre del 2018

EVANGELINE

Me deposita con cuidado en el suelo y me apoyo en su cuerpo para estabilizarme. Me guío hacía él, mientras se sentaba dejando su espalda en la pared de piedra.

—No te sientes de espaldas. Ven aquí. —Palmea su pierna y tragando, me siento. A horcajadas en su regazo, apoyando mi cabeza en su pecho—. Así no te lastimarás —susurra en mi odio y me estremezco.

—Siempre tan considerado. —Dejo un beso en su pecho. La camisa de botones estaba semiabierta.

—Siempre tuyo, Evangeline.

Y nuestras miradas conectaron. Éramos nosotros dos en medio de la nada. Con un pasado y heridas del presente. Con un mañana asfixiante. Y aquí estábamos, solos.

Jugueteo con su nariz rozándola y entreabrió los labios. Su respiración caliente se comenzó a confundir con la mía. Un cortejo silencioso, crean nuestros cuerpos. Yo tocando su pecho por dentro de la camisa. Él, levantando mi vestido para masajear mis piernas.

Como si el tiempo estuviera de nuestro lado, abrí su camisa. Y el frío que sentía por el clima, estaba cambiando.

—Si por cada herida, vamos a terminar así... —Muerdo su mandíbula y él deja escapar un suspiro.

—Prefiero empezar y terminar de este modo sin heridas.

Sus dedos tantean mis muslos por la parte interna. Yo los separo para que tenga más espacio. Para que explore todo lo que quiera. Su toque es firme y a la vez lento, hunde sus dedos y aprieta mis piernas. Y solo con eso me hace gemir. Para este punto, su camisa está abierta y beso sus pectorales. Paso mis uñas por su abdomen marcado y se estremece.

Su mano caliente acuna mi intimidad apoderándose de ella. Sin ni siquiera tocarme directamente, solo presionando su mano ahí. Solo transmitiendo sus ganas por traspasar la barrera entre la tela, mi feminidad y su mano, abro la boca en un jadeo.

Y paso la lengua por mi labio inferior. Sin perder tiempo, Dorian la toma con sus labios haciendo que abra mi boca y la succiona. La racionalidad se fue y el dolor de mis alas, persistente, no va a interrumpir este momento.

Apreté las piernas para que su mano estuviera más en contacto conmigo. Entonces comenzó a mover la tela de mi ropa interior y estaba húmeda, lo sabía. Porque sus labios me doblegan y la intensa sincronía de nuestras lenguas, me deleitaba como para imaginar cualquier cosa.

—Estás muy mojada, Evangeline. —Tomé una bocanada de aire cuando rozó mi barbilla con sus dientes dejando un beso húmedo y pasando su lengua—. ¿Cómo vamos a solucionar esto?; ¿Ah? —Gemí cerrando los ojos cuando pasó un dedo por mi clítoris.

—Sabes cómo...

Y nos encontramos de nuevo en un beso. Explorando nuestros labios como si no lo hubiésemos hecho antes. Jugamos con la lengua del otro e incliné mi cabeza para guiar la suya y poder llegar hasta el fondo. Tomando sus gemidos y él llevándose los míos.

Está vez era diferente. Porque no lo sentía cohibido de intentarlo y no sentía esa capa de incomodidad que se crea en las primeras veces. Nos estábamos despojando de eso, recordando que nos conocíamos.

—Dime Evangeline, dímelo y lo haré. —Besa mi cuello—. Dime la forma en la que quieres ser tocada, besada y explorada. Me guío por tus deseos, dolcezza.

Solo sus palabras consiguen complacerme. Su mano ahora toca por completo mi intimidad y reposo mi cabeza en su pecho. Puedo sentir su erección crecer y escucho su respiración cortada al igual que sus latidos rápidos.

—Tómame Dorian, besa cada parte de mí. Con cariño, tócame con deseo. De forma lenta, pero constante —suspiraba.

Ya el vestido estaba a la altura de mi estómago y sus manos habían dejado la parte interna de mis muslos para rozar mis pezones. Entonces me hizo a un lado y quedé arrodillada, mientras él me veía desde arriba y yo intentaba regular mi respiración.

—Voltéate Evangeline —ordenó con la voz ronca. Le hice caso. Extendí mis alas con un poco de dificultad.

Lo miré girando mi cabeza y él se había quitado la camisa por completo. La luna se reflejaba en su cuerpo y creaba sombras en los lugares indicados, enalteciendo su torso.

Se arrodilla y toca mis piernas, se detiene para extender su camisa en el suelo, doblándola. Y me toma de la cintura, parecía un papel en sus manos. Deja mis rodillas en la camisa.

—No te dolerán tanto por el piso irregular. —Besa mi espalda baja. Poco me importaban mis rodillas, pero hablamos de este ángel. Que es minucioso con los detalles.

Desliza mi ropa interior despacio, la tela me causa escalofríos. Cuando percibo la corriente de aire, sé que estoy medianamente expuesta. Apoyo una mano en la pared de la cueva y la otra la llevo a esa zona. Separo las piernas y toco los pliegues, estaba más que excitada. Su mano intercepta mi camino impidiendo que continúe.

—No, de esto me encargo yo. —Retira mi mano.

—Mandón.

—Como si no te gustará —sonrío, porque me encanta.

Sus dedos recorren mi humedad, llevando mis jugos de punta a punta. Frotando de vez en cuando y haciendo que mis piernas temblaran y apretara mi vientre por la sensación. Se acerca hasta que puedo sentir su aliento y suelto un bufido cuando pasa a besar mis glúteos con leves mordiscos. Escucho su risa pícara, esa risa que sabe que juega conmigo.

—Justo ahora, tengo una vista de tu cuerpo que corrompe cada fibra de mi ser —susurra, mientras su aliento choca con mi zona sensible.

—Tócame —demando.

Siento dos de sus dedos haciendo que mis labios menores se abran, se desplaza hasta la parte superior. Uno de ellos va con recelo a mi clítoris, presionándolo.

Entonces se mueve hasta estar más cerca y con ambas manos en cada glúteo, le concedo toda mi intimidad. En bandeja de oro. Y siento su lengua y jadeo. Me lame de arriba a abajo, haciendo presión y apretando con firmeza el punto sensible. Estoy expuesta, con muchas sensaciones a flor de piel.

—Sabes tan bien Evangeline. Eres mi fruto prohibido. —Empuja un dedo dentro de mí y su boca se apodera del clítoris, de nuevo—. Mi pasado —Mete otro de sus dedos—, mi presente y futuro. —Aumenta los movimientos y se escucha mis jugos cuando él se desliza.

—No puedo... Oh, Dorian. —Cierro los ojos y muerdo mis labios.

Se mueve más adentro, curvando hasta encontrar ese punto. Y esa es mi perdición, mis piernas tiemblan. Los dedos de mis pies están contraídos. Toda yo era gelatina por él. Tengo el corazón acelerado, la respiración cortada, mis vellos erizados y la mano en la pared fuerte. Siento que voy a desfallecer.

Por la cueva viajaba el eco de mis gemidos y soltarlos con tal libertad me excitaba más y creo que a Dorian también porque aumenta el ritmo.

—Más rápido. —Me hace caso, porque estoy a punto. Desesperada por alcanzar mi liberación.

Me estremezco. Una respiración ahogada, la concentración de mi energía en la parte baja y su desplazamiento por todo mi cuerpo. Hasta cosquillear en mis piernas, abdomen y pecho. Y sigo gimiendo, porque estoy sensible y cuando él retira sus dedos ahogo los sonidos en mi garganta.

Comienza a besarme justo ahí, con cuidado. Mimándome, calmando mi cuerpo tembloroso.

—Voy a curar tu ala. Creo que debimos comenzar por ahí, no te muevas —dijo con la voz ronca.

No me puedo mover. Me duelen las rodillas y quiero acostarme, pero mi cuerpo palpita asimilando lo que acaba de suceder.

Lo dejo hacerlo y el dolor era un soplo. Porque estoy en una nube de éxtasis que no me hace diferenciar tal dolor. En la pared veo la sombra de la luz, esa que me curó la última vez.

Su tacto en mis alas me desespera, en el buen sentido.

—¿Listo? —pregunto.

—Desde hace rato.

—¿Por qué no me lo dijiste?

—Me gusta verte así, tan mía —Desaparezco mis alas y me toma de la cintura levantándome—. Tan tuya despojada de los prejuicios.

Su voz suena más grave de lo normal. Estamos conducidos por la excitación.

Sus labios están hinchados. Sus ojos verdes, oscuros. Me aprieta a él. Y puedo sentir su respuesta a mis gemidos anteriores. Está así por mí, preparado para mí.

—Dorian... —susurro pegando mi frente a la suya. Sintiendo el roce de nuestros labios.

—¿Sí?

—Quítate la ropa —vuelvo a susurrar.

Despacio comienza a quitar el cinturón haciendo que el sonido me golpeara de manera estimulante en mi vientre. Su complexión está bendecida y quiero probarlo por completo. Se despoja de sus zapatos, sin dejar de verme. De penetrarme con su mirada, dejando en evidencia las ganas que tiene. Quita la última prenda cayendo a sus pies y termina por retirarla.

Estoy deseosa y hambrienta de él. Lo quiero conmigo, encima de mí o yo arriba de él. Pero que nuestros cuerpos estén en sincronía como hace unos minutos.

Sus brazos y piernas están tonificados. Sus abdominales contraídos y al final se forma una V. Trago hondo jadeando, es perfecto. Falta su ropa interior, pero la había bajado un poco. Dejando ver el inicio de su miembro que apunta en mi dirección.

Es un deseo bruto, pasional y lleno de sensaciones que abruman, pero que al colisionar y explotar, dejan paso al verdadero significado de satisfacción.

—Acércate dolcezza, no muerdo. Solo si quieres.

Esa voz, esa forma de mirarme. El alma se va a salir de mi cuerpo. No es el ángel tímido y reservado, se expone con seguridad como un hombre decidido. Y eso me va a conducir a la locura.

Antes de acercarme, termino de retirar el vestido. Porque no quiero más impedimentos entre nosotros. Lo bueno de tener pechos pequeños, es que a veces no era necesario usar sujetador. Así que estoy desnuda ante él. Voy con la misma decisión de su mirada. Sin dejar que las cicatrices de mi cuerpo me limiten.

Y su mano impacta en mi cuello y lo recibo. Recibo sus labios hasta confundirlos con los míos. La otra mano se sitúa en mi espalda y la acaricia de arriba a abajo, apretando mi trasero en el proceso, pegando su erección a mí. El beso es salvaje, nos mordemos, devoramos al otro por completo e incluso buscamos más.

Mi mano cae en su pecho recorriéndolo hasta tocar el bulto que presiona mi vientre. Lo escucho jadear en mi boca y besarme con rudeza cuando aprieto la zona. Cuánto toqueteo explorando su longitud.

—Mier... Evangeline... —Abre su boca soltando una exclamación que hace vibrar mi pecho. Mi mano fría se camufla con el calor de su miembro—. Tu mano está helada —dice entre besos.

—Vamos a calentarla. No veo el problema cuando la solución está aquí. —Lamo mi mano y la vuelvo a llevar a ese lugar, extendiendo mi saliva con cuidado.

Y muevo un poco mi mano, lo hago lento y apretando de vez en cuando. Llego a su cabeza y me concentro en rozarla, tocarla.

—Si lo permites Evangeline, déjame sentirte. Estar dentro de ti, es lo que más deseo —expresa con la respiración entrecortada lamiendo mi cuello y mordiendo mi mandíbula.

Su mirada no se aparta de la mía cuando me alza provocando que enrede mis piernas en su torso. Aprieta mi trasero haciendo que mi zona, que se conserva húmeda, deje evidencias en su abdomen. Por inercia, enredo mis manos en su cuello y no termino mi tarea anterior.

—Tú tienes mi permiso —lo beso—, mis deseos y mi corazón.

—Sé que dijiste que nadie es de otro, pero Evangeline, soy tuyo. En cuerpo y alma, me tienes.

Esas palabras cortas, que declaran el amor, se detienen en mi garganta, las siento en cada latido. En sus besos que van de mis labios a mis mejillas e incluso a mi frente. Es amor. Ni siquiera por acciones de terceros este latir rápido de mi corazón es fingido, todo es real. Todo lo que siento ahora es real y no pienso despojarme de esto.

No es el lugar más cómodo, pero lo hacemos funcionar. Me deja en el vestido y se ubica entre mis piernas, arrodillado. Alcanza su pantalón y lo dobla para tomar mi cabeza con delicadeza y hacer una especie de almohada. Me sonrojo, porque tiene detalles que arrugan mi corazón.

Respira por la boca alzando la cabeza. Veo su cuello, su manzana de Adán y muerdo mi labio. Es perfecto.

—Eres hermosa Evangeline. Mi Evangeline, mi amor.

No puedo. Esto es demasiado. Mis labios titubean y siento las lágrimas en mis ojos, sonrío. Tan amplio que duele.

—Tu amor —repito más para mí que para él.

—Si, mi amor.

Se inclina besando mis pechos. Deja caricias con su lengua en mis pezones y muerde con timidez haciendo que pierda la noción del tiempo. Se aleja retirando la última prenda de su cuerpo, elevo mi cadera hacia arriba para sentirlo y en sintonía los dos sofocamos nuestros gemidos en otro beso

Abre mis piernas y vuelve a rozar mi sexo. Conducía su miembro en línea recta, presionando sin entrar y llevándose en el camino los desastrosos sonidos que salían de mi boca. Ver su cabello caer en la frente, como su boca se forma en una "o" mientras tiembla su mandíbula. Era mi perdición, lo deseo, lo quiero dentro. Quiero sentirlo por completo.

Le gusta lento y hacerme sufrir. Le gusta escuchar el sonido de mis jugos al entrar en contacto con su miembro. Se asegura de que estoy mojada por y para él.

—Ah, Dorian... —murmuro.

—Dime, Evangeline —habla enronquecido.

—Hazlo de una vez —suplico gimoteando.

—Primero bésame.

No lo pienso, tomo sus labios y lo beso. Lo beso hasta el fondo. Gime en mi boca y eso acelera mi respiración. Succiono su lengua y me deja ser. Me presta su maravillosa lengua, que me llevó al límite, para divertirme con ella.

—No tenemos condón —recuerda y niego.

No importa, sé que no puedo concebir. Un cuerpo como el mío, con tantos años de por medio y a la vez sin parecerlos, no está bien genéticamente para ser fértil.

—No puedo tener hijos, ahora no.

—¿Quién te lo dijo? —ruedo los ojos. Solo a él se le ocurre en un momento así.

—Hace tiempo, un mensajero. Se supone que no debía involucrarme sentimentalmente con nadie y me quitaron esa posibilidad —respondo rápido.

Por dos razones: es un tema sensible para mí y hablarlo nos conduciría a otros rumbos y quiero que me tome rápido.

Acuna mi rostro en sus manos y me besa. Pero es un beso lento, tierno, sin dejar de ser profundo.

—Gracias por involucrarte.

Jadeo es las medidas del placer y del dolor. Dios. Es, demasiado.

Lo hizo sin avisarme, pero fue una sorpresa increíble. No se mueve y cuando lo hace con la respiración acelerada, empieza lento. Inicia hacia adelante para enterrarlo hondo y luego sale. Marcando un ritmo, entra y sale con suavidad. Primero delicado y después apretando mis caderas hasta sumergirse en mí.

Me llena, las sensaciones viajan por mi interior. Me consume en una nube de placer. Y aumenta el ritmo. El sonido de nuestros cuerpos se escucha poco apacible y nuestros labios se tocan robando gemidos.

Me retira el cabello del rostro y me mira. Sus ojos no dejan de mirarme, con ternura, con ganas contenidas que están siendo exploradas y con los gestos de satisfacción plena.

—Evangeline... —Pasa la lengua por sus labios.

Aumenta la velocidad por unos instantes, hasta que vuelve al ritmo inicial. Eso consigue jugar un arma de doble filo en mi interior, porque me aproxima, pero al bajar la intensidad, reserva la cumbre de mi liberación.

—Evangeline, súbete. Ponte arriba.

Sin salir de mí, toma mi cuerpo y se deja caer en el piso. Le paso el pantalón para que coloque su cabeza y eso hace. Ese detalle me da risa, estamos tan desesperados por el otro.

—¿De qué te ríes? —enarca una ceja.

—Nada ángel, continuemos. ¿No quieres acabar? —beso su pecho.

—Contigo, todas las veces que se puedan.

—Nos esperan noches largas.

Elevo mi cuerpo para estremecerme. Apoyo las manos en su pecho y él sitúa las suyas en mi cadera. Aprieta fuerte. Amo que lo haga así, como si no quisiera soltarme. Me dejo caer y lo escucho y comienzo a moverme. Hago círculos lentos, alternando el vaivén subiendo y bajando.

—Siente esto Dorian. Oh, Dios. —Porque no solo tenía el mando, también podía sentirlo en mi cavidad y hacer que tocara ese punto.

—Voy a... —jadea—. Lento, dolcezza, lento.

Le hago caso, pero se incorpora hasta que mi pecho toca el suyo. Entonces, él también comienza a embestirme subiendo sus caderas. Creo que no puede más porque aumenta el ritmo, lo hace fuerte y también lo hago. Nuestros cuerpos chocan, el sudor, las respiraciones calientes. Todo comienza a mezclarse.

—Ah, Evangeline. Mi amor, esto es... —Siento el líquido llenar mi interior y su calor hace que jadee—. Es increíble.

Sus ojos están dilatados y oscuros. Soy un papel, endeble y fácil de moldear. Dejo caer mi cuerpo hasta depositar mis manos en sus piernas y continúo, con él viéndome hacer de su cuerpo mi lugar de placer.

Y vuelve a suceder, las descargas de adrenalina y pasión me consumen. Cierro mis piernas y me contraigo alrededor de él. Meciendo mis caderas de forma perezosa, me despido de las mejores sensaciones que he podido experimentar.

Salgo de su cuerpo sintiendo como por mis muslos internos resbala la prueba de su corrida. Dorian se da cuenta y por la luz de la luna que le da de frente en su rostro, lo veo sonreír apenado.

—No te preocupes, me limpiaré con... —Veo a nuestro alrededor—. ¿Tus medias?

Lo miro con gracia y él alcanza las medias levantándose. Hago lo mismo. Se arrodilla, separa mis piernas y me limpia con cuidado. Es tierno, esto es tan íntimo que voy a desfallecer de nuevo.

—¿Escuchas eso? —pregunta. Agudizo mi oído y es una buena señal.

—Hay una corriente de agua.

La verdad es un alivio, no quiero tener una infección. Por lo menos limpiarme con agua será mejor, hasta que lleguemos a Ragusa y me bañe.

—Toma, vamos a buscarla.

Me da el vestido y me lo pongo. Levanto mi ropa interior y él se coloca su ropa. Toma mi mano y salimos de la cueva. Hay un camino hacia la derecha bajando. Ahí debe estar lo que supongo será un riachuelo o cascada pequeña. Escucho su risa mientras caminamos y volteo a verlo, tiene un aire distinto. Se ve tranquilo y me permito sentirme así, porque es nuestra noche improvisad. 

—¿Tú por qué te ríes?

—Estoy pensando que Alysa debe estar preocupada y Vito haciendo bromas para aliviar su desesperación.

Lo observo incrédula, lo dijo relajado. No está preocupado por irse rápido para que no piensen que nos pasó algo.

—Bueno, creo que tenemos que repetir. Te hace bien —bromeo empujándolo.

—En este punto de mi vida, no creo que pueda vivir sin eso —dice altivo y me mira por el rabillo de su ojo sonriendo.

Permiso para morir ahora, es hermoso.

—Oye vaquero, aguanta ahí. Yo no soy una máquina.

—Sin saberlo esperé por mucho tiempo —se encoge de hombros—. Te daré cinco minutos para que te recuperes.

La seriedad con la que lo dice me hace soltar una carcajada. Que corto por miedo a que alguien nos escuche.

Somos amantes de los bosques, me di cuenta de que siempre los buscamos. Por lo que el paisaje verdoso nos rodea. Y los animales nocturnos se escuchan en lo lejano. Me siento ligera, con un tipo de energía tranquilizadora, me aferro al brazo de Dorian para sentirlo cerca, para asegurarme de que sea real.

—¿En qué te he convertido? —Llevo una mano a mi pecho con dramatismo.

—Exacto, nadie te manda a comer un durazno de esa forma tan... —sonríe y me doy cuenta de que se le marcan sus mejillas de forma tierna—. Peculiar.

—¿De qué hablas?

—Una vez fui a hablar contigo y estabas leyendo. Después tomaste un durazno —Se gira de repente asustándome.

—¿¡Qué!?

—Somos "Adev", tiene sentido —asiente decidido y toca su barbilla.

El sonido del agua se hace más fuerte, nos estamos acercando. De inmediato pienso en lo fría que estará. Menos mal que no podemos morir.

—Necesitas organizar tus ideas. Creo que te rompí.

—No estoy roto, estoy en perfectas condiciones. Primero, tú si lo estás, la memoria te falla con lo del durazno. Segundo, ese día antes de ir contigo fui a una biblioteca dentro del Vaticano y encontré una carta donde hablaban de la creación de los ángeles y de nosotros, de nuestros hijos. La firmaba "Adev".

—Adán y Eva. Bien por nosotros, nos avisamos en el futuro sobre el tema. —Estoy orgullosa de nuestros "yo" del pasado.

—Ni tanto, recuerdo que fue difícil entender. Igual lo comprendí tiempo después —ruedo los ojos. Dorian, siendo él. Pudo dejarlo en "Sí, somos geniales".

—Sabes que te acabas de llamar tonto de forma indirecta, ¿no?

Abre y cierra la boca, alterna su mirada entre el camino y yo.

—Ya veo el riachuelo. Apresuremos el paso.

Niego mientras lo sigo. No lo va a admitir.

—Sí, vamos a obviar el tema —lo riño con gracia.

En unos minutos, llegamos al riachuelo. Dorian entra primero desnudándose sin vergüenza. Me gusta eso, porque no siente pena de mostrarse ante mí. Nos estamos acostumbrando al otro, a nuestra forma, con nuestra historia. Era lo suficientemente profundo como para podernos meter.

—Está un poco fría, pero te acostumbrarás. —Incita moviendo su mano para que me una a él.

Me quito el vestido bajo su atenta mirada, dejándolo en la piedra donde Dorian había dejado su ropa y me voy a él. Por la espalda, abrazándolo. El frío se refleja en mis pechos y me pego a Dorian buscando calor.

Agradezco en silencio que apareciera en mi vida, que me sacara de la Iglesia. Por órdenes, por el destino. Por lo que sea, pero que se uniera a mi camino.

Y antes de limpiarnos, nos volvemos a unir. Volvemos a explorarnos como si fuese la primera vez.

Hola gente bonita.

Creo que les haré preguntas random para conocerlos, la de hoy es:  ¿Cuál es su postre favorito?

En otras noticias...

Permiso. Estos dos son demasiado tiernos hasta haciendo el frutifantástico.

¿Qué les pareció el capítulo?

Amo demasiado como se desmuestran el amor y a su vez se respetan. Siempre que estén con alguien, hablen con esa persona y mantengan la comunicación activa. Así ambas partes puedes disfrutar.

Cuando esa gente vuelva con los demás, me voy a reír demasiado. Pero también vienen conversaciones fuertes. Nos acercamos al final, ahora sí, de verdad. Ese ritual está a la vuelta de la esquina.

Gracias por apoyarme y leerme. Estaré atenta a los comentarios para hablar con ustedes.



Continue Reading

You'll Also Like

263K 19.8K 54
Después de unos meses en las murallas existió algo que nosotros no podemos vivir sin. el...Wi-Fi XD Ahora todos en las murallas utilizan los teléfon...
1.9M 144K 33
Chiara Ricci ha crecido escuchando una y otra vez la historia de como sus padres, comparándola amargamente con su frustrada relación con el amor de s...
3.5M 99.2K 21
¡Disponible en todas las librerías de México y Amazon para todo el mundo! ¡Ganadora Wattys 2016! Gracias por esto;3 "-Courtney, acéptalo.-dice el ch...
6.6K 817 11
Jeongin se encontró en una situación incomoda. Le está dando lecciones de guitarra a Hyunjin, la persona que le gusta, para poder darle una serenata...