Bilbo bostezó profundamente mientras descansaba la cabeza en la espalda de Bard, escuchando a los habitantes restantes de la ahora carbonizada Ciudad del Lago empujarse más allá de sus límites para llegar a la seguridad de la montaña.
A nadie le importaba su apariencia mientras los pelos se erizaban en cada cabeza, como viejas brujas decrépitas que se buscan unas a otras en torturada desesperación, buscando incluso el más mínimo consuelo. Todos estaban empapados hasta los huesos, con la ropa pegada al cuerpo con una pasta de agua congelada del lago mezclada con la ceniza ennegrecida que había cubierto muchos kilómetros. Las magulladuras, los rasguños y las lágrimas se reflejaban en la piel y daban un horror artístico a la realidad que se presentaba ante ellos.
Pero aún así fueron. En las viejas historias de Took, Bilbo había oído hablar de lo lejos que podían llegar las razas de la Tierra Media para sobrevivir, pero era algo completamente diferente de presenciar y experimentar. Era casi completamente ajeno al Hobbit.
En su cultura, los Hobbits no solo siguieron adelante, sino que caen en el hambre y solo se detienen una vez que han ganado o están muertos y luego se reconstruyen. Así fue como los diseñó la Dama Verde, arreglaron el terreno antes incluso de pensar en seguir adelante. La idea de tener que seguir caminando una vez que todo se haya ido simplemente no se hundió del todo. Parecía imposible. Pero no para las otras razas, evidentemente.
Adelante era la única dirección en la que podían ir.
El líder había insistido en llevar al hobbit a pesar de las muchas protestas de Bilbo. Aunque, para ser justos con el Hombre, la única vez que Bard había estado de acuerdo terminó bastante dolorosamente con el rostro de Bilbo teniendo un desafortunado encuentro con el suelo de piedra helada.
Así que aquí estaba, sintiéndose como el peor hobbit de la Tierra Media mientras Bard trataba de ocultar sus luchas y su incomodidad por llevar un Hobbit de peso muerto.
A pesar de no tocar el suelo, Bilbo podía sentir las agujas de un frío gélido perforar las plantas de sus pies con apática facilidad, lo que decía algo, ya que los pies de Hobbit eran diez veces más duraderos, tanto a la temperatura como al terreno, que incluso los mejores zapatos (no. importa qué raza los hizo). Así que solo podía imaginar la agonía a la que estaban sometidos los Hombres, sin importar los niños.
"Bard, creo que ahora puedo caminar". Bilbo pronunció la voz en el segundo en que vio al hijo menor de Bard una vez más tropezar exhausto.
Dicho hombre suspiró, "Tú y yo sabemos que ese no es el verdadero Maestro Hobbit. Dudo que alguien sea capaz de mucho después de salir del estómago de un Dragón ".
Honestamente, pensó Bilbo (ignorando por completo la verdad que sonaba en las palabras del Hombre), podría haber jurado que había dejado a su terco grupo en la montaña.
Con un pequeño giro de cabeza, Bilbo vio la desolación que una vez había sido un hogar. Las escamas rojas del dragón brillaban horriblemente bonitas bajo el sol poniente, rodeadas por los restos destrozados de las casas de madera que de alguna manera habían escapado del enjambre de fuego del dragón en una representación de la muerte y la destrucción en su apogeo.
Bilbo de repente giró la cabeza hacia el sonido de un suave golpe. La vista de la pobre Tilda esparcida por el suelo implacable y soltando suaves nubes de nubes movió a Bilbo a tirar del cabello de su transporte actual, sin importarle el grito agudo que causaba.
"Bard, te agradezco mucho tu preocupación, pero creo que tu prioridad en este momento deberían ser tus hijos". Bilbo le siseó al hombre inconsciente.
En unos segundos Bilbo había sido reemplazado por el niño exhausto. Dejó escapar una mueca de alivio ante los dolores y puñaladas que impregnaban su cuerpo por el exceso de tensión debido al asesinato del anterior 'Rey de la montaña'. Todavía se sentía bastante adolorido por el horrible calor que había contenido el reptil, sin mencionar los agujeros ocultos que habían hecho las garras y los huesos del dragón. Pero Bilbo era un Hobbit adulto, no se iba a agregar a la carga ya mundana que llevaban los habitantes del pueblo.
Parpadeó cuando un brazo se coló sobre sus hombros. Siguió el esbelto brazo hasta un chico igualmente esbelto que definitivamente había visto mejores días. Con su cabello rameado, piel manchada y ropa rota, el pobre chico parecía como si se hubiera peleado con la naturaleza misma y perdido épicamente.
"Una carga compartida es una carga reducida a la mitad". Bain explicó débilmente con una sonrisa a medio formar.
Dejando escapar un solo bufido de diversión, Bilbo se reclinó sobre el hijo del Bardo. Los dos compartieron tanto el peso de sus cuerpos cansados como un momento de camaradería instantánea y sorprendentemente pacífica que generalmente solo se encuentra en los amigos más cercanos.
Si había algo a favor del líder de los Hombres, era que crió a unos malditos niños buenos.
Paso a paso, el gran grupo siguió adelante, ignorando los gritos retorcidos de sus cuerpos y sus ojos se clavaron en el enorme agujero que una vez había tenido las puertas más grandes y brillantes de los Enanos.
Paso a paso, Bilbo podía sentir que le dolían las costillas por los profundos y estremecedores jadeos que sacudían su cuerpo con su fuerza. A Bain a su lado no le iba mucho mejor, pero al menos la altura de un adolescente significaba que Bilbo era el que cargaba la mayor parte del peso.
Paso a paso, estaban tan cerca, solo un poco más y estarían a salvo. Algunos niños más se habían derrumbado solo para ser cargados por los habitantes mayores, incluso los que no tenían relación con los niños.
Después de lo que se sintieron como horas de viaje tortuoso, la entrada finalmente estuvo a distancia. Bilbo sintió ganas de llorar al ver a su compañía todos de pie ante la puerta como las deidades dando la bienvenida a las almas perdidas a casa. Se habían sentido como milenios desde la última vez que había visto a sus queridos amigos en los relucientes pasillos del antiguo Enano.
Dejando ir a su compañero de viaje, Bilbo avanzó cojeando lo mejor que pudo con el hielo solidificándose en las venas de sus pies, una sonrisa temblorosa luchando por la existencia contra todos sus adversarios.
"¡Bilbo!" Los dos príncipes gritaron de alegría. Corrieron hacia el pobre hobbit con pura felicidad y alivio. Habían temido lo peor una vez que el dragón hirviente se disparó al cielo después de la inmersión suicida del Hobbit.
No importaba lo fuerte que fuera Bilbo, seguía siendo mortal y apenas tenía el tamaño de los colmillos de los wyrms, las probabilidades no se veían bien.
"Muchachos". Bilbo suspiró. Gotas abrasadoras de oro fundido escaparon por el rabillo del ojo en un intento de libertad para el suelo.
Sus manos se extendieron hacia adelante para agarrar a los chicos, con los dedos magullados y ensangrentados incapaces de extenderse por completo, y dio un paso tambaleante hacia adelante (en el rincón de su mente se comparó a sí mismo con esas viejas historias de los muertos vivientes).
"Niños." Bilbo susurró una vez más, y rápidamente perdió su control sobre el mundo, cayendo en la oscuridad del sueño.
Bilbo se despertó lentamente con pequeños escalofríos que sacudían su cuerpo. Podía sentir una multitud de pieles cálidas envueltas a su alrededor en un inútil intento de aumentar la temperatura de su cuerpo.
"¡No puedes hacernos esto con Oakenshield! ¡¿Qué pasó con tu promesa que nos hiciste ?! "
La ceja de Bilbo se movió. Ese patán no pudo haber ...
"Te damos las gracias por traer de vuelta a nuestro hobbit, te proporcionaremos los suministros que podamos, ¡pero no permitiré que nadie fuera de la empresa entre en nuestra montaña! ¡Mi reino!"
¡Por el bien de la Dama Verde! ¡Él hizo!' Bilbo pensó, llenándose lentamente con la familiar sensación de total y absoluta frustración.
"¡Así que estás dispuesto a dejar que nuestros niños mueran de hambre y mueran de frío!"
Para ser perfectamente franco, Bilbo estaba furioso y finalmente había tenido suficiente.
Abriendo un ojo exhausto, Bilbo localizó la fuente de su ira con una mirada que habría congelado incluso a Smaug, si el lagarto crecido hubiera sido sometido a ella. Un gruñido bajo pero letal se arrastró por el suelo de piedra y se enganchó a las espinas de cualquier criatura dentro de su alcance.
Los gritos se habían detenido y, en cambio, la pareja que discutía permanecía erguida como una baqueta mientras hacía contacto visual vacilante con el hobbit casi asfixiado, que parecía mucho más amenazador de lo que una pequeña criatura mullida y exhausta en el suelo tenía derecho a ser.
"Acabo de luchar contra un dragón, bajé por la garganta de dicho dragón, destrocé órganos tres veces más grandes que mi tamaño y regresé a tu glorificada colina topo". Bilbo escupió sin un atisbo de culpa.
Los hombres y los enanos circundantes se estremecieron ante el veneno puro que estalló con sus palabras. Sus dos objetivos se veían mucho como si quisieran simplemente dejar de existir mientras el Hobbit se levantaba lenta y dolorosamente para ponerse de pie.
"¡Así que les sugiero que se callen, se metan en la maldita montaña y solucionen estos problemas tan lejos de mí como sea físicamente posible para que pueda dormir! La próxima persona que me despierte por razones ridículas descubrirá rápidamente cómo es la vida sin su cabeza. ¡Muchas gracias!"
Con un giro brusco sobre sus talones, Bilbo marchó hacia el enorme agujero de una entrada con la cabeza en alto en busca de un lugar tranquilo para dormir el resto de sus dolores y molestias.
El Enano y los Hombres solo pudieron observar con asombro mientras el más pequeño de la compañía se alejaba. Con las pesadas pieles colocadas sobre sus hombros como una capa, los grupos solo pudieron ver que Bilbo se parecía mucho más al gobernante de la montaña que al enano de la realeza.
Con una pequeña mirada el uno al otro, los líderes de las dos facciones guiaron al Enano boquiabierto y a los Hombres cansados hacia la Montaña Solitaria, teniendo mucho cuidado de dirigirse al lado opuesto al que se había dirigido Bilbo.
"¿Siempre es así?" Preguntó Bard en voz baja, sus ojos parpadeaban nerviosamente por el miedo a que un hobbit saliera de la oscuridad para castigar la fuente de cualquier ruido.
"Hurumph". Dwalin expresó igualmente suave, "No has visto nada todavía. Si ese chico realmente quisiera, estaríamos todos muertos antes de pestañear.
Bard se detuvo a medio paso y tragó saliva cuando vio la expresión completamente seria copiada en los rostros de la Compañía de Thorin. ¡Había llevado a un temible a la espalda y lo había tratado como a un niño!
Bilbo pisoteó con feroz júbilo mientras se abría paso a través de los pasillos anticuados, buscando un pequeño agujero tranquilo para acurrucarse e hibernar. Porque después de esa debacle de una batalla, Bilbo no quería abrir los ojos hasta que los vientos del resorte correctamente colocado.
Murmuró amenazas e insultos inaudibles a cualquier cosa y todo lo que podía pensar, Thorin era su nombre más visitado.
Con un breve bostezo, Bilbo acercó las pieles a su barbilla mientras continuaba su búsqueda. Incluso un armario de suministros sería aceptable en este momento. Las rocas estaban tirando de sus párpados y Bilbo sabía que si no encontraba ningún lugar pronto estaría durmiendo en el mismo piso en el que estaba parado.
Finalmente, al encontrarse en un rincón de la tesorería, Bilbo se derrumbó lo suficientemente cerca del suelo. Solo pasó un segundo antes de asegurarse de que las pieles lo cubrieran adecuadamente. Se acurrucó esperando el sueño de su vida.
Con solo unos segundos antes de que alcanzara esa dicha celestial, la nariz de Bilbo se crispó.
Y luego se retorció de nuevo.
...
Algo olía absolutamente divino ...
Sus ojos se abrieron como rendijas mientras buscaba el origen del seductor aroma. La curiosidad es demasiado fuerte para dejarla de lado.
"Honestamente." Bilbo negó con la cabeza y cerró los ojos una vez más. "¿Cuánto tiempo estuvo ese dragón sobre ese montón de baratijas inútiles? No hay ... una sola moneda ... inmaculada ... "
Duerme por fin.