Yuuei
𝐂𝐑𝐎𝐖𝐍
Vincentt siempre pensó que la escuela era un lugar genial, a pesar de no haber asistido a una. Tenía un pensamiento muy positivo acerca de este lugar, sabía las cosas que sucedían dentro y los contraproducentes, es más, estaba ligeramente involucrado en la educación de su país, solo ligeramente. No puede negar que hubiese querido asistir ¿qué niño no?, pero tampoco se siente mal por ello. Prefiere no darle muchas vueltas.
Alcia es un país que siempre ha buscado la paz, por ello la mayoría de sus ciudadanos son nativos de ahí. Dirás ¿Y eso qué tiene que ver? Tiene que ver en el aspecto en el que se forma una crianza, un estilo de vida, una perspectiva y personalidad. Personas ajenas a Alcia podrían decir que su Reino es una total barbaridad, sin embargo, los Alces no piensan igual, ellos piensan en justicia.
Los Alces se han criado todos bajo la ideal de paz, de justicia y verdad sin mentiras. Desde niños fueron criados de la mejor manera, los padres a sus hijos, de los hijos a los hijos de los hijos hasta llegar a la generación actual, han heredado una educación de calidad en base a la amabilidad y visión. Ese es el porqué no aceptan personas ajenas, porque introducir otras ideologías puede ser contraproducente para los nativos que viven en completa armonía. No malinterpreten, no viven ciegos, los nativos conocen acerca de otras culturas y actitudes, pero prefieren mantener las suyas.
En Alcia abunda la libertad de expresión, están moldeados perfectamente, cada uno de ellos son personas productivas, amables y adorables. Eso no quiere decir que no sean rectos y estrictos, aunque usualmente no es necesario.
Crear un país de cero con un ideal nunca fue fácil, los ancestros sacrificaron mucho para formar el Alcia de ahora, un Alcia digno. Por ello, el consejo anduvo nervioso los primeros instantes de la partida del príncipe.
A pesar de haber sido instruido sobre otras culturas, estar frente a ellas es completamente diferente. Realmente tenían curiosidad el cómo Vincentt se proyectaría a la sociedad ajena a su ideal.
— Príncipe, estaremos en estudios generales. Llegaremos a su cuidado apenas suceda algo, estamos para servirle. — informó Yuuji recto junto a Novara y Mequmi. Ambos tenían trajes, vestidos correctamente y prolijos.
Vincentt sonrío haciendo que sus ojitos formen media luna y sus dientes se muestren como brillantes perlas. — Descansen. Vayan, disfruten y aprendan. — habló con una voz melodiosa y no tan alta, se escuchaba suave a pesar de comerse los nervios por dentro.
Toji, Zattoru, Kento y Zukuna se habían retirado a hacer guardia a los al rededores, ellos potegerían el recinto debido a la presencia del príncipe — sacrificando su molestia ante esa institución, claro está.
¿Será que me pierdo? pensó.
No tenía idea de dónde se encontraba el salón, tampoco quería pedir instrucciones y sentirse inútil de buscar por su cuenta. Bufó ligeramente mientras acomodaba su vestimenta, rascó su pantorrilla con sus zapatos e intentó idear un plan poniendo todas sus neuronas a trabajar.
¿Corro por todo el lugar? ¿Camino lentamente digno de un príncipe? ¿Busco un mapa? ¿Pregunto a un alumno? Pero me da pena hablar con desconocidos... pensó.
— Príncipe. — escuchó a sus espaldas dando un respingo del susto. Había adoptado una posición pensativa juntado sus cejas y mirando hacia su frente, lo cual lo había hecho quedarse en sus pensamientos y ausentarse de la realidad.
— Oh, hola. No es necesario que me llamen príncipe aquí, no es mi Reino. — respondió cálidamente. Ajustó su vista e identificó al hombre que tenía en frente sintiendo un escalofrío subir de los pies a la cabeza.
Era Aizawa, su héroe favorito.
— Mh, acompañeme. — se dio media vuelta y comenzó a caminar. Vincentt le siguió el pasó emanando brillo por los ojos y observándolo cada segundo. — ¿Tiene alguna duda?
— N-no, es solo que... usted es mi héroe favorito y es increíble verlo en persona. — tartamudeó ligeramente. Sus mejillas adoptaron un color carmesí suave y sus manos juguetearon detrás de su espalda.
Para Aizawa fue inevitable pensar que era adorable, consideraba que él era una persona seria y arrogante —como la mayoría— así qué se había sorprendido ante su aura tan amable y ahora este último comentario. Un ligero tono de orgullo azul pintó su alma, no es común que un príncipe de una nación tan increíble como Alcia te diga que eres su héroe favorito. Aizawa sonrió suavemente de lado por unos microsegundos para luego retomar su postura. Era profesor, sí.
— ¿Gracias? Ya llegamos.
— Woah ¡Es gigante! hehe, cómo no pude haberme ubicado. — Vincentt rascó su nuca con una sonrisa nerviosa.
La puerta era gigante, hay que tener el ojo jodido para no poder notar lo grande que decía 2A. Aunque... Vincentt era lo suficientemente distraído para no darse cuenta.
El mayor entró primero provocando silencio. Típico de profesor.
— Tengo noticias-
— ¿¡Otro ataque!?
— ¡Un festival!
— ¿¡Más villanos!?
Aquello fue lo que logró escuchar el príncipe causándole una ligera risa. Estaba enterado de los problemas que había tenido esa clase durante su primer año escolar, realmente eran unos salados.
— Silencio. — Aizawa los calló a todos activando su quirk.
Vincentt no sabía si estaba asustado o emocionado, qué va, los dos.
— Entre.
El pelirrosa juraba que se iba a cagar encima de los nervios. Tomo un respiro y se colocó en postura. Entró a la habitación a pasó normal, no tan rápido ni lento, en definitiva determinado y elegante, haciendo resonar sus zapatos contra el suelo en el silencio.
Todo el salón quedó en silencio. Cuando Vincentt entró por la puerta pudieron ver como de alguna manera brillaba, su porte elegante era increíble y sus facciones tan definidas y delicadas que se asemejaban a una flor única en el mundo. Su altura y forma del cuerpo hacían verlo atractivo en ese traje de calidad con oro y joyas de diseño. La clase 2A por un momento dejaron de respirar para tomarse el tiempo de admirarlo cautivados, su aura era así de imponente.
Era como ver una flor de invierno nacer, abriendo sus pétalos suaves y rosas deslumbrando su belleza y mostrando sus delicados componentes que lo hacían diferente a los demás, su elegancia.
— Buenos días a todos, mi nombre es Vincentt Tchaikovsky d' Alcia, el Príncipe de Alcia. Es un placer para mí estar en este lugar y aún en este salón, espero divertirme y llevarme bien con todos, además de poder volverme un héroe digno.
Su voz era algo increíble, parecía un cántico de sirena pero algo más masculino y suave. Podían dormirse en la suavidad de sus melodías.
— El príncipe será su nuevo compañero, tratenlo bien. Dormiré hagan lo que quieran, hora libre. — no dijo más y se acostó dentro de un saco amarillo, parecían un gusano en busca de volverse mariposa.
También parecía un sushi. Y una enchilada.
Aunque en realidad Aizawa no estaba dormido, tenía los ojos entrecerrados y se encontraba atento a todo lo que pudiera ir en contra del príncipe.
— ¿¡De verdad eres un príncipe!? — exclamó una chica de pura tez rosada. — ¡Soy Mina Ashido!
— Un gusto, Mina. Eh, sí, soy Príncipe de Alcia, actualmente ocupo cargos en los ministerios de justicia, salud, educación y protección. — respondió con una sonrisa amable.
Mina se sonrojó por la manera en la que le respondió, totalmente educado, uniforme y pausadamente, como si estuviera respondiendo con un poema. ¡Y la manera en la que había pronunciado su nombre!
— ¿Qué hace un niñito mimado como tú aquí? —preguntó un rubio ceniza. Aquella manera agresiva conjunto a la ofensa era relativamente nuevo para Vincentt.
— Primero que nada, un gusto, Katsuki. Es la primera vez que alguien me llama de esa manera, no comprendo con qué te sostienes para afirmar que soy mimado, pero está bien, los prejuicios son de humanos. En respuesta, he venido aquí a cumplir hazañas demostrando mi valía, dignidad y determinación para ocupar el puesto de Rey. — otra vez con aquella voz cautivadora que le causaba una molestia a Bakugo. — Quiero ser un héroe para poder proteger a mi pueblo con toda mi fuerza y poder morir en una batalla sacrificándome, con la certeza de que hice todo a mi alcance.
Aquello era una visión algo preocupante para los presentes, pensar en morir de esa manera podría ser algo que asuste, sin embargo Vincentt hablaba con mucho orgullo sobre ello. Aizawa pensó que ese niño había sido obligado a madurar para poder arriesgarse a tanto y querer proteger a su pueblo aún si significa muerte.
No quería admitirlo, pero verlo con un rostro tan inocente y los ojos brillosos...era como ver a alguien pequeño y emocionado viviendo su primera vida. Le llenaba de duda el cómo podía aguantar tanto peso sobre sus hombros, el puesto de Rey no es una broma, mucho menos en un país como Alcia. Pero a pesar de ser un peso bastante grande, Vincentt se veía bastante tranquilo.
Realmente quería saber qué era lo que escondía, algo debía estar mal con él. No era natural.
Ojalá las personas pudieran salir de su caja formada por ideologías impuestas. No todo se trataba de sus propios conceptos.
Y eso Vincentt se encargaría de demostrarlo.
perdonen la cagada, ando sin inspiración pero lo intenté. ):
espero les haya gustado. /sobs