Ninfómana ©

By Luis-Burgos

18.1K 757 244

Él es Todd Hacker, y aunque no lo creas, ese jóven chico será tú perdición y más grande problema. ___________... More

¡ADVERTENCIA!
Prefacio.

Capítulo 1. | Sexo a primera vista.✓

4K 273 155
By Luis-Burgos


Victoria Weffer

Una tenue luz roja era lo único que iluminaba la habitación. El constante sonido de nuestras respiraciones agitadas haciendo eco por todo el lugar. Me permití jadear y gemir tras cada beso repartido por mi piel.

—¿Cómo quieres que te toque esta noche?

Musita en mi oreja, el moreno fornido sobre el que estoy sentada bailando. Su voz ronca y masculina son un plus a su buen físico.

Mi mente se pierde por un momento imaginando el tamaño de su dura erección rozando mi entrepierna, contra mi ropa interior.

—Eso lo debería preguntar yo —respondo juguetona, mientras lamo el pulgar que introduce en mi boca, para luego morder mi labio inferior suavemente—, para eso me pagas ¿no?

Me sigo meciendo sobre su cuerpo para incitar aún más a su amigo despierto.

—Esta noche quiero ser yo quien haga el trabajo, tú me dirás todo lo que quieras que te haga —sonríe con malicia y un ápice de picardía— ¿Te apetece?

Observo su mirada cargada de deseo y muerdo mi labio imaginando todo lo que podía pedirle hacer.

—Me fascina la idea. —susurro y acaricio suavemente su erección por encima de su pantalón, escucho como reacciona emitiendo un gemido ronco y sexi.

Me bajo de su cuerpo y quedo boca arriba en la cama, con nada más que mi baby doll negro cubriendo mi cuerpo. El moreno me observa atentamente y yo deslizo con delicadeza mi mano desde mi abdomen hasta mi intimidad.

—Buen lugar para iniciar... —acepta sonriente luego de haber entendido.

Se baja de la cama y posiciona su enorme cuerpo en la orilla de la misma, evaluándome desde allí por unos segundos.

El hecho de no saber su nombre aún, hace que todo esto sea aún más divertido y excitante.

Es un cliente frecuente, pero nunca compartimos información personal por seguridad, además de que también mantiene todo más interesante.

Decidido, me sujeta de las piernas con posesión y me jala hacia él.

—Te voy a hacer mía.

—No lo digas, solo hazlo.

Sonreí traviesa mientras me tocaba.

Por automatismo, arqueo mi espalda al sentir el contacto de su tibia lengua lamiendo sobre la tela de mi pantie. Siento una presión en mi intimidad por el placer tan intenso que me producen los movimientos ágiles de su lengua.

Me desespera la espera, y lo único que quiero es que me folle con toda la fuerza que tenga, Escucharlo gemir, escuchar que disfruta cada embestida contra mí. Con sus grandes y posesivas manos me quita el baby doll dejándome en mi desnudez.

—¡Oh cielos!

Dejé escapar un gemido al sentir el contacto de su lengua directamente en mi entrada. El placer aumentaba cada vez que movía su lengua dentro de mí. Este hombre tenía su lengua bien entrenada. No puedo evitar morder mi labio, rodando los ojos en blanco cuando introduce uno de sus dedos.

—Así es linda, ponte húmeda para mí.

—Sigue, por favor... —gemí.

Lame y succiona como un experto en mi parte baja, haciéndome estremecer con gran facilidad.

— ¡Empieza ahora! —le suplico entre jadeos y él me obedece.

Luego de colocarse un preservativo, con sus robustos y tatuados brazos, me posiciona frente a él.

—¿Estás ansiosa porque te folle, cierto?

Inquiere con una sonrisa egocéntrica y mirada de superioridad, había tardado en demostrar su narcisismo. Como dije, el moreno es un cliente fijo, no solo en el club, también conmigo. Ya sabía que le gustaba sentirse superior así que le seguí el rollo, mordiendo mi labio inferior y asintiendo reiteradas veces.

—Pídelo... Pídeme que te folle.

Muevo mis piernas y rodeo su torso con ellas para poder acercarlo más a mi piel.

—Fóllame —lo miré directo a los ojos —te quiero sentir dentro de mi.

Mis palabras lo hacen liberar un jadeo de placer y enseguida introduce su miembro, con lentitud.

—Ahhh —gemí débilmente y exageré mi placer para motivar al hombre un poco más.

El moreno sonríe ganador e introduce por completo su amigo erecto. El buen tamaño de su polla me hace soltar un gemido inconsciente cuando logra penetrarme.

—¿Te gusta, muñeca?

Su mirada desborda placer mientras aumenta las embestidas y agiliza sus movimientos.

Asiento con inquietud y me comienzo a mover al ritmo de sus embestidas. Sentir su miembro entrando y saliendo de mí es muy placentero, pero no lo suficiente para mí.

Me giro ágilmente sobre la cama—¡Quiero que seas más rudo! —exigí, al final de cuentas me dijo que él haría el trabajo esta noche.

El tipo me mira boquiabierto y sonriente, como si fuese eso lo que estuviese esperando que yo le pidiera. Enseguida me levanta con sus grandes brazos sin sacar su polla de mí, y yo me sujeto de su cuello mientras él me carga y me mueve hacia la pared más cercana, apoyándome contra ella.

—También quiero escucharte gemir —ordené mientras me sujetaba del cuello y comenzaba a penetrarme nuevamente, con más fuerza que antes, pero no la suficiente.

Si, follaba bien y complacía todas mis peticiones, pero no terminaba de convencerme.

Lo único que se escuchaba en la habitación eran nuestros cuerpos chocar, acompañado por gemidos roncos de su parte, cosa que si me excitaba a millón.

—Eres muy sexi, mujer —admite luego de un rato con una voz ronca y entrecortada, estaba cerca de venirse.

—Me lo dicen a menudo —sonrío y dejo un beso corto en su mejilla. Los espasmos en su cuerpo junto con sus roncos gemidos, anuncian que ya mi trabajo estaba listo por esta noche.

[...]

Un irritante y constante ruido me hace quejarme al despertar por interrumpir mi fantástico sueño.

Estaba en un trío con el Capitán América y Thor.

Parpadeo un par de veces para restablecer mi vista, revolcándome en la cama y estirándome. Pienso en lo bueno que estaba el sueño y lo raro que sería contárselo a alguien, creo que nadie entendería mi fanatismo por las películas de Marvel.

—¡Carajo! —bufé cuando el ruido volvió a producirse, era la alarma de mi teléfono—llegaré tarde al trabajo de nuevo.

A mi trabajo diurno.

Me levanto bruscamente porque no podía volver a llegar tarde esta semana, observo la habitación roja y noto que quedó un poco desordenada luego de lo de anoche. Con la mirada busco mi teléfono en la mesita de noche y me doy cuenta de que también hay una cantidad de billetes envueltos con una liga.

El moreno se había ido temprano como de costumbre y dejó mi pago.

Me doy un baño rápido, tomo las cosas de mi otro trabajo, mi dinero y salgo deprisa de mi habitación roja, pasando el largo pasillo con las demás habitaciones rojas.

—¿Tarde de nuevo, Weffer?

Inquiere Jessica, una de mis compañeras bailarinas en Sheriff, saliendo de su habitación me evalúa con una sonrisa mal fingida.

No la soporto.

Su cabello castaño está despeinado al igual que su vestido de dormir, con la expresión en su rostro parece querer demostrarme que pasó una buena noche, o que recibió una buena propina.

—Mejor tarde que nunca —respondo sin más, y sigo caminando con pasos rápidos, no quería seguir viendo su cara larga y nariz respingada.

—Lo mismo dices todas las mañanas —suelta una risita irritante.

Nadie te preguntó, tontita.

Al lograr salir, tomé un taxi justo frente de Sheriff, el antro en el que trabajo. Le pedí al conductor que fuese rápido para no llegar aún más tarde de lo que iba, pero fue imposible. Siempre hay tráfico cuando tengo prisa.

Entro al instituto con pasos rápidos, el pisar de mis tacones resonando por los pasillos.

—Weffer, llegas tarde... —dice saliendo de su salón la profesora de ciencias, apuntando el reloj en su muñeca.

Dime algo que no sepa, perra.

—Un poco —respondo por segunda vez en el día, y sigo caminando por el pasillo que da con la oficina de la directora, tenia que marcar mi llegada.

Lo más probable es que me lleve un regaño, van tres días seguidos que llego tarde. No es mi culpa tener clientes en Sheriff que paguen por noches completas, es mucho más dinero de lo que ganaría aquí en una quincena, pero igual me gusta este trabajo. Es para lo que estudié.

—Buenos días, directora Sol...

—De nuevo tarde, Weffer —señala hostil.

Dicen que la tercera es la vencida.

—Un poco —esbocé una sonrisa cansada—, pero tranquila, no seguirá pasando.

—Espero que no, sino me dará mucha vergüenza haberte recomendado en Prisma —comenta y busca algo en una carpeta blanca sobre su escritorio.

Fruncí el ceño al escuchar lo último.

—¿Recomendarme en Prisma? —inquiero confundida.

Prisma es una de las instituciones privadas más estrictas y prestigiosas de la ciudad, el pago es muy bueno por lo que he escuchado, pero convivir con estudiantes caprichosos que se rigen por el "mi apellido es este y las cosas son como yo digo" también es difícil de llevar.

—Como lo escuchas, Victoria —esta vez la directora Sol me tutea, y su tono de voz se torna más sereno —, la orientadora de Prisma está embarazada y tiene reposo hasta nuevo aviso porque algunas cosas se le complicaron. Necesitan una orientadora suplente, no tienen una psicóloga en el instituto desde hace dos me...

—Me quiero quedar aquí —la interrumpo enseguida.

No estoy, ni quiero estar preparada para un cambio de institución. Es como mudarse de ciudad, dejar una vida atrás.

—Solo serán unos meses mientras se reincorpora la orientadora —sugiere—, no debería decir esto, pero...el pago allá es un millón de veces mejor que aquí —lo último casi lo susurra.

—Karen, la profesora de Bioquímica trabajó allá un tiempo —le recordé—, en algún momento la escuché decir que los profesores ahí apenas logran trabajar meses. Es una buena y lujosa institución, pero mantenerse estable en ella es complicado, pocos terminan cumpliendo su contrato. Sus estudiantes de alta cuna terminan siendo no muy simpáticos y educados.

Liberé todas las palabras muy rápido, mi garganta seca.

—Te conozco, Victoria y conozco tu trabajo —admite orgullosa—, eres la mejor opción, es tu oportunidad...el director de Prisma vino hasta acá personalmente para solicitar tu apoyo.

Se escuchó entusiasmada, mi vista se concentra en la hoja que la directora Sol saca de la carpeta blanca.

—Has llegado tarde estos últimos días, pero eso no me hace olvidar que haces un excelente trabajo y que tienes el carácter que se necesita para poner a los estudiantes de Prisma en el carril del medio —me extiende la hoja que tiene en su mano—, eres la indicada para esto, Weffer.

—No estoy segura de eso... —aun me siento insatisfecha y observo el papel.

Es una carta de traslado a Prisma para la suplencia.

—Tienes que presentarte en media hora en Prisma.

¿Ahora mismo? ¿Tan rápido? ¿Sin lubricante?

Sujeto la carta y salgo de la oficina inconforme por mi traslado. Busco mis cosas en mi oficina acomodándolas en una pequeña caja para irme al nuevo instituto. Fuera de mi antiguo instituto había un taxi parqueado, me subo dándole la dirección y comienzo a rodar de nuevo.

No soy fan de los cambios de rutina, mucho menos si son tan inesperados como este. ¿Para qué un cambio en mi vida? No lo necesito, estoy perfecta así. Mil y un cosas pasan por mi mente mientras veía a través de la ventana del taxi.

—Gracias —le doy el dinero y le agradezco al conductor antes de bajarme.

Observo detenidamente la fachada de la institución y recuerdo porqué se llama Prisma. El edificio principal tiene la forma de un prisma, además de que está pintado de varios colores llamativos que se ven increíbles con el reflejo del sol. Observó la entrada una vez más por un momento y decido entrar.

— ¡Bienvenida!

Me saluda una mujer pequeña y regordeta, con una amplia y practicada sonrisa en el rostro.

—Soy Beatríz, la coordinadora de Prisma, supongo que usted es la señorita Weffer, la nueva psicóloga y orientadora ¿Cierto? —inquiere con una mirada enérgica y ansiosa.

Me perturba su rara y fingida sonrisa, además, su bienvenida me parece haber sido practicada más de una vez.

—Si, mucho gusto —le regalé la sonrisa más convincente posible.

—Te ves bastante joven para ser psicóloga y tener tan excelente currículum —parece curiosa.

—Sí, tengo veinticinco —respondo directa y sincera.

—Vaya, no perdiste tiempo, además, aparentas menos, dame tu secreto —me halaga y guiña el ojo.

—Gracias —ya me cayó bien la loca.

Ella sonríe y habla, —Perfecto, te daré un recorrido por Prisma antes de llevarte a la oficina del director, así te familiarizas un poco con el instituto—habla muy rápido y se pone en marcha— ¿Te parece?

Asiento un par de veces y comienzo a caminar detrás de ella.

Luego de mostrarme algunos salones y pasillos, me di cuenta de lo mucho que odio las bienvenidas, son muy tediosas e incómodas. La coordinadora Beatríz me sigue mostrando otros lugares de la institución. Gimnasio, piscinas, baños y otras cosas mientras yo estoy que me arrastro en el suelo por el sueño que traigo, anoche apenas y pude dormir.

—Y por último, esta es la cafetería de la institución —abre la puerta y entramos a la zona común, llamando la atención de la mayoría de estudiantes.

Miradas, silbidos y uno que otros piropos ovacionaron algunos estudiantes al observarnos.

—Es primera vez que ellos se alegran así al verme —Beatríz comenta incrédula mientras acomoda su cabello.

—¡Maldito imbécil! —todos hacen silencio al escuchar la pelea y una bandeja caer bruscamente al suelo.

Unas cuantas cosas caen al suelo, incluyendo dos chicos que parecen perros y gatos.

—Es Todd de nuevo —alcancé escuchar a alguien que susurró muy bajo.

Me quedo quieta observando la situación y logro ver a uno de los chicos al otro lado de la cafetería con la nariz sangrando.

— ¡Dios santo!

La coordinadora Beatríz parece haber notado lo mismo que yo, y se le escaparon los colores del rostro al ver la sangre del chico.

Mi impresión es grande al ver mi recibimiento en Prisma, parece que tendré mucho trabajo por acá.

— ¡Todd! —brama con fuerza la pequeña coordinadora a mi lado —ahora mismo a la oficina del director.

Pensé que Todd era el chico de cabello negro y nariz rota, pero no, otro chico comenzó a caminar en dirección a nosotras obedeciendo la orden que le acababa de dar Beatríz.

Lo observo detenidamente y su aura oscura me transmiten algo extraño. Lleva un jogger y suéter negro con unos deportivos blancos y una gorra negra puesta hacia atrás, que deja escapar una salvaje melena dorada.

La expresión en su cara muestra cansancio. Su piel es pálida y su puño derecho lleno de sangre lo hace ver como un salvaje, algo peligroso.

—Esto no se volverá a repetir —Beatríz le señala al chico cuando casi pasa por nuestro lado.

No dejé de seguir cada uno de sus movimientos y gestos. Sus expresiones demostraban que a él no parecía importante nada de lo que estaba pasando.

Todos en la cafetería lo siguieron silenciosos con la mirada. El chico camina y se detiene justo a mi lado, gira su rostro y me observa detenidamente con una mirada intensa e invasiva. Su postura imponente y su mirada oscura me hacen lamer mis labios con nerviosismo, pensé por un momento que había algo mal en mi aspecto.

¿Cómo hizo eso? Mi piel se erizó con facilidad, cómo si su mirada hubiese logrado tocar mi piel.

Aún viéndome, esboza una sonrisa muy atractiva, suspira y se va como si nada.

La pequeña mujer a mi lado me observa con vergüenza en su rostro y niega con la cabeza.

—Él es Todd Hacker, y aunque no lo creas, ese jóven chico será tú perdición y más grande problema.

Señala Beatríz con una voz decepcionada y cansada.

Jueves 26 de Ago de 2021.

Y aquí comienza todo, ninfómanas. No hay vuelta atrás. El daño ya está hecho.

Espero que les haya gustado el primer capítulo de Ninfómana, si es así, no olviden dejar su huellita ya sea votando, comentando o recomendando la novela con sus amigxs lectorxs 💜

Pueden buscarme en Instagram (@luisburgossss), ahí siempre estoy activo subiendo cositas sobre mis historias. 💜

¡Nos leemos pronto, Ninfómanas!

Luis Burgos.

Continue Reading

You'll Also Like

138K 629 75
Compilacion de historias y relatos eróticos.
100K 7.6K 24
Hazel, una chica que es famosa en la escuela por agarrar a patadas a todos y ser muy extrovertida y Noah, la chica mas popular de toda la escuela, a...
94.9K 12.2K 158
Entra para obtener más información de la historia 💗
359K 29.2K 19
¿Cuánto esta bien entregarle al otro? ¿Con cuanto alguien se siente satisfecho? Dinero, fama, éxito.. O tal vez... ¿nuestra propia vida? Fiorella se...