DongHyuck entró a la habitación de golpe provocando que justo cuando JaeMin y RenJun iban a besarse de nuevo, estos se separasen al instante visiblemente inquietos.
—Me dejas por unos minutos con un tarado, te escapas y ya quieres hacer tu nidito de amor con el otro tarado. —reclamó DongHyuck azotando la puerta.
JaeMin rodó los ojos y se levantó de la cama.
—Yo decido lo que hago, ahora, dame lo que me ibas a dar.
—Toma —abrió su cajón del buró y de ahí mismo sacó dinero y un par de audífonos inalambricos—. Por lo que te debo y por lo que te rompí. —explicó.
RenJun carraspeó.
—Oh, melocotón, sigues aquí.
RenJun enarcó una de sus cejas y JaeMin frunció ambas.
—¿Melocotón? —indagó JaeMin.
—Es por una cualidad del joven. —mencionó DongHyuck.
—¿Cualidad? La mayoría de las veces te la pasas diciendo mis imperfecciones. —se quejó RenJun.
—Esta es una parte que me agrada de ti. No me caes mal, Huang. Si eso es lo que piensas sácalo de tu mente. —explicó.
—¿Cuál?
—Tu trasero —dijo sin gesto alguno—. Son redonditos —hizo un ademán con su mano refiriéndose a los glúteos de RenJun.
JaeMin se reprimió una pequeña risa y solo negó con la cabeza.
RenJun lo miró sin encontrarle sentido a lo que le decía sintiéndose un poco intimidado, ¿Acaso ese tipo se la pasaba mirando sus nalgas?
—Eso es raro. —tomó su mochila y luego salió de la habitación.
Ahora, por culpa de DongHyuck, no tuvo tiempo para explicarle las cosas a JaeMin con claridad.