๐•‚๐•š๐•ž๐•–๐•ฅ๐•ค๐•ฆ โ„•๐•  ๐•๐•’๐•š๐•“๐•’...

By Psey_Shadow

152K 5.3K 5.2K

Demon Slayer โค๏ธ (~*โ–ฟ*)~โ™ช ๐ŸŒธRelaciones romรกnticas, apasionadas y explรญcitas. ๐ŸŒธLas imรกgenes en este libro NO s... More

Importante antes de leer
๐ŸŒŠ Giyuu Tomioka ๐ŸŒŠ
๐Ÿ”ฅ Kyojuro Rengoku ๐Ÿ”ฅ
๐ŸŽถTengen Uzui๐ŸŽถ [Lemon Hardcore]
๐ŸŒŠTanjiro Kamadoโ˜€๏ธ
๐ŸŒซ๏ธ Muichiro Tokito ๐ŸŒซ๏ธ
๐Ÿ”ช Hotaru Haganezuka ๐Ÿ”ช
๐Ÿ”ฅShinjuro Rengoku๐Ÿ”ฅ

๐Ÿ™๐Ÿ“ฟ๐ŸชจGyomei Himejima๐Ÿ™๐Ÿ“ฟ๐Ÿชจ

13.1K 391 279
By Psey_Shadow


Este trabajo ha sido escrito con ayuda de  ACE . La historia es bastante profunda y emotiva a mi parecer, hemos escrito e ideado con esmero hasta el final y más mínimo detalle. Ha quedado un poco bastante largo, se recomienda leerlo cuando dispongan de tiempo.

Aquí está el primer pedido, pido disculpas por la tardanza. Espero que lo disfruten ❤️.

。・:*:・゚★。・:*:・゚★。・:*:・゚★。・:*:・゚★

POV ______.

El crepúsculo del anochecer se hacía presente. Me encontraba corriendo con mi hermano Dai por la aldea.

Llevábamos toda la mañana entrenando, él y yo aspiramos a ser cazadores de demonios. Uno de nuestros entrenamientos era esquivar la multitud perfeccionando nuestra agilidad, si queríamos perseguir a un demonio habiendo obstáculos, debíamos aumentar nuestra velocidad y evasión.

Uno debía tocar al otro, al ser algo cotidiano se notaba el progreso y cada vez nos costaba más alcanzarnos, llegando a terminar en el anochecer.

Había otro motivo por el cual acordamos entrenar y volvernos fuertes: la muerte de nuestros padres. Nos quedamos huérfanos desde pequeños, un demonio los mató en nuestra ausencia, en ese momento nosotros nos encontrábamos fuera de la casa.

Fue muy trágico el volver a casa y ver la escena que se grabó en nuestras mentes y corazón con fuego, marcándose de por vida.

Mi hermano es lo único que tengo, al igual que él, nos apoyamos mutuamente, lloramos juntos, nos cuidamos, reímos, nos hacemos fuertes, básicamente no había nada que hiciéramos en soledad. Aunque ninguno quería decirlo en voz alta, teníamos miedo de que alguno muriera dejando en este mundo frío al otro.

Al principio fue difícil sobrevivir en nuestra infancia, ya que no podíamos hacer mucho por los recursos, volviéndonos difícilmente independientes y pasando por muchas crisis de ansiedad por recordar lo solos que nos encontrábamos sin una familia.

Con el tiempo, esa herida iba sanando e intentábamos ser optimistas pasados pocos años después, hasta nuestra actual etapa de la adolescencia. Queríamos dar nuestra vida por aquellos que son débiles y no pueden defenderse, moriríamos con orgullo luchando hasta el final. Nos presentaremos a las próximas selecciones, entrenando siempre más duro que el día anterior.

Le miré de reojo mientras armaba un puzzle en mi cabeza, jugaba con mi entorno para crear una apertura y usarlo en el momento que se acercara lo suficiente. Había disminuido ligeramente mi velocidad cuando él estaba a escasos metros de mí.

Cuando me aseguré de ejecutar mi plan midiendo la distancia entre las personas y Dai, me deslicé mientras frenaba bruscamente, apoyé una mano en el suelo lanzando una patada a la altura de sus pies. Sorprendido por mi acción saltó, aproveché a correr en dirección contraria mientras que él frenaba su velocidad y volvía a correr hacia mí.

— ¡Oye, eso es trampa! — Gritó. Hacía un zig y zag ágilmente entre las personas que fueron sumándose, perdiéndome entre la multitud.

Me desvié de la calle tomando un atajo por un camino de tierra rodeado de un grupo de árboles que llevaba directamente a nuestra casa. Me estaba empezando a agotar y las piernas me dolían por llevar mucho tiempo corriendo, solo me concentraba en seguir dándolo todo.

— ¡Te atrapé!

— Que lento.— Dije para después tirarme al suelo y mirar al cielo recuperando desesperadamente el aire, Dai hizo lo mismo.

— Has hecho trampa. — Volvió a repetir pellizcando una de mis mejillas, aparté su mano de manera vaga.

— No. Solo hice el entrenamiento más difícil.

— Me parece bien pero, tu rodilla está sufriendo tus locuras. — Señaló con la mirada. Levanté la cabeza para mirar mi rodilla que se encontraba herida, empezaba a fluir la sangre por mi pierna.

— Si queremos entrenar de verdad, no podemos poner límites. En las batallas podemos acabar heridos y no puedo estar aquí quejándome por un simple raspado. — Suspiró por mi terquedad mientras se levantaba y tomaba mi mano tirando para levantarme sin delicadeza.

— Entonces tampoco hay descansos, así que muévete. — Cogió mi brazo pasándolo por detrás de su espalda sobre sus hombros, haciendo de pilar para sostenerme y no caer. Le miré de reojo preocupada, mantenía una sonrisa fija en su rostro mientras que empezaba a sudar y a respirar pesadamente.

— Estás sobre esforzándote demasiado. Solo paremos a recuperar fuerzas, no corre prisa mi herida.

- La herida importa, me quedo más tranquilo si te lo curo cuanto antes. Es irónico, porque estando destrozado muevo cielo y tierra para salvarte. Que buen hermano tienes ¿Eh? — Dijo riendo por su comentario. Mi hermano siempre que podía sacaba su mal sentido del humor, es decir, todo el tiempo hacía el tonto. Tiré brevemente de un mechón de su pelo rebelde anaranjado y se quejó.

— Mentira, un buen hermano mayor le hace la comida a su hermana. No al revés.

— ¿Eh? Esperaba que te sintieras conmovida... ¿Eso significa que no harás la cena? - Dudó bajando el tono de su voz a medida que cambiaba mi expresión, dándole a entender mi respuesta. - Está bien, retiro lo dicho...

Reí un poco por su actitud, al principio preguntaba con los ojos brillando y ahora bajó las orejas como un cachorro. Un pensamiento fugaz me hizo volver a la realidad, poniéndome seria.

— ¿Crees que volverán? - Mi hermano cambió su expresión poniendo la misma que la mía.

— Es posible, no saben cuándo dejarnos en paz.

En nuestro pueblo, comenzó a correr un rumor sobre nosotros: Dos infantes fueron abandonados por sus padres. Mis padres eran sociables, lo cual con el paso del tiempo las personas que les conocían empezaron a sospechar por su ausencia.

El rumor se extendió llegando a oídos de una persona llamada Ubuyashiki, quien envió a su esposa para hablar con nosotros y ofrecernos su residencia como hogar.

Nosotros no confiamos en nadie, rechazamos su propuesta muchas veces pero no cesaron, decidimos irnos de nuestro hogar aún siendo pequeños. Nos fuimos a una aldea más lejana con el objetivo de alejarnos de los rumores y que no nos ubicaran más, además de haber sido una casa atacada por un demonio, no era una señal de ser un sitio seguro.

Al principio costó bastante acomodarnos, era una casa abandonada y aislada, estaba muy desarreglada y tenía algunas partes destrozadas, habiendo huecos conectando con el exterior en el techo y pared. Con el tiempo íbamos reparando cada cosa, nos llevó 3 días casi sin dormir, debíamos darnos prisa por ser temporada de lluvia y nieve.

No pude evitar reír por recordar cuando mi hermano gritó como una niña al ver unos arbustos moverse, al final era un conejo. Dai me miró confuso, abrió la boca para hablar, pero como si nuestras mentes estuvieran conectadas me anticipé a la respuesta.

— No, no tienes una araña en el pelo. — Relajó su rostro.

— Tienes una cucaracha voladora.

Por un segundo me miró en shock, diría que hasta dejó de respirar. Lentamente llevó una mano a su pelo, palpaba buscando para ver si decía la verdad, señalé mi cabeza por la zona de la coronilla, dirigió su mano hasta la zona donde señalaba y, efectivamente tenía una posada sobre su cabeza.

Como si estuviera poseído se sacudía el pelo con ambas manos gritando y tirándose al suelo rodando, realmente tiene mucha impresión por esas cosas...

[...]

Al día siguiente, salí a correr con mi hermano, como ya era costumbre, me sumergí en mis pensamientos, dejándole más atrás de lo normal. Tardé varios minutos en darme cuenta de que le había perdido por completo, y como ya era tarde y estábamos bastante lejos de casa, decidí esperarlo.

— Qué despistada... — Susurré para mí, seguido de un suspiro.

Esperé y esperé pero no aparecía. Comencé a inquietarme y fui a buscarle preocupada.

Cuando lo encontré quedé completamente inmóvil, con la respiración acelerada, mis lágrimas brotando incesantemente frente al desfigurado cuerpo de mi hermano.

— ¡Dai! — Grité con voz rasposa mientras corría hacia él. Mi mayor miedo se hizo realidad.

Me arrodillé frente a él, algunos mechones de su pelo ocultaban sus ojos, podía ver la sangre envolverle en el extenso y frío suelo. Por un momento me sentí fuera de este mundo; la respiración se me contuvo, mi mente se quedó en blanco, sentí como mi corazón dejó de latir por un segundo para después hacerlo desenfrenadamente, la ansiedad me invadió y me costaba respirar. Sentía que iba a morir.

No podía moverme ni pestañear, veía borroso por las lágrimas que se acumulaban.

Me asaltaron recuerdos de cuando encontramos a nuestros padres de la misma forma, era como volver a presenciar esa escena. No podía evitar culparme por haberle dejado solo.

— Parece que se ha unido alguien más a la fiesta, menos mal. Ese niño no es suficiente para llenarme, sigo hambriento. — Una voz ronca escondida en la oscuridad de la noche interrumpió mis pensamientos.

Giré mi cabeza en todas direcciones tratando de hallarlo, cuando sentí una presencia tras mi espalda. Volteé bruscamente, pero ya había desaparecido. Su risa se oía venir de todas direcciones, pero era imposible alcanzarlo con la mirada.

Dai... Dime que esto no está pasando... Vamos. Reacciona... ¡Reacciona! Me repetía de forma desesperada esperando que se hiciera realidad. Iba a morir si no me movía, quizás era lo mejor..., ya no tenía nada en esta vida. Dejé caer mis brazos.

Empecé a perder toda esperanza de sobrevivir, hasta que sentí como alguien empujó suavemente mi espalda haciendo que reaccionara. Giré mi cabeza, vi su melena naranja y una cálida sonrisa que se desvanecieron en un instante en el aire. Eso evitó que unas garras fugaces atravesaran mi cuello. Incluso en la muerte evitas mi final desesperadamente...

Volví a mirar despacio a mis espaldas y ya no estaba ahí, miré su cuerpo descansando en el suelo. Pude reaccionar y el miedo me invadió, siendo más consciente de mi entorno. Aunque me doliera en el alma cargar con el peso de su muerte, él querría que yo siguiera viviendo, me lo hizo prometer.

Entonces no le daré ese capricho a este demonio, apreté mis dientes y mis puños.

— ¿Qué pasa con esa cara? Deja que adivine..., quieres matarme. ¿No es así? — Sentenció para recibir una patada de la nada en mi estómago, salí volando varios metros atrás hasta chocar contra un árbol, dejándome sin aire. Aún sin darme tiempo a procesar el ataque, sentí como me estrangulaba el cuello.

Esta vez pude verle, su cabello le llegaba hasta la altura de los hombros y de color verde oscuro que tapaba sus ojos, llevaba un haori negro dejando ver su pecho y abdomen junto a un colgante color rubí, tenía un hakama color negro y blanco e iba descalzo.

Reuní todas las fuerzas que pude apretando su muñeca mientras le miraba enfurecida.

— ¡Vamos! Me tienes justo delante. ¿No vas a vengar a tu hermano?— ¿Cómo sabe que es mi hermano? No recuerdo haberlo mencionado. Estaba jugando conmigo, sentí mucha impotencia, rabia, tristeza, ansiedad. No podía hablar por la falta de aire y menos por la presión en mi garganta. Quería maldecirle con todo mi ser. — Tsk, eres aburrida. Así no es divertido.

Con un movimiento brusco soltó mi garganta, dejándome caer en el suelo, empezando a toser descontroladamente. Sin decir nada más, se dirigió al cuerpo de la última persona que tenía.

Se agachó agarrando su brazo poniéndolo frente a su cara, me miró asegurándose de que estuviera viendo todo lo que hacía. Sonreía altanero.

— No le toques...- Hablé con un hilo de voz.

— ¿Hmm? ¿Has dicho algo?

— No le toques... Te digo que no pongas tus manos sobre él.

Primero miró su brazo, después me miró a mi.

— Entonces, impídelo. — Dijo para sacar sus colmillos.

— Maldita sea... ¡Te digo que no lo toques!— Grité a todo pulmón hasta el punto de hacerme daño.

Cuando de repente el demonio voló contra una de las casas como si hubiera sido empujado. Y entonces vi a mi salvador, su aspecto es el de un hombre de más de dos metros de estatura, con una apariencia fornida y musculosa.

— Sal de aquí, yo me encargo de todo.— Dijo determinadamente.

Obedecí y salí corriendo como nunca antes lo había hecho, perdiendo de vista la pelea que estaba teniendo lugar a mis espaldas.

Esperé escondida pensando en si había condenado a ese pobre hombre cuando unos pasos interrumpieron mis pensamientos. Me armé con cualquier cosa que estuviera a mi alcance, y sin ningún plan desesperada por defenderme como pudiera. La figura que estaba frente a mí fue cobrando forma hasta quedar completamente visible. Era ese hombre quien, ahora que estaba más tranquila, pude ver que se vestía como un cazador de demonios.

— El demonio logró escapar antes de que pudiese matarlo. — Agaché la cabeza entristeciéndome, de alguna manera, esperé que mi hermano fuera vengado. Aunque no le culpo de nada, me sentí agradecida por salvar mi vida. — Siento no haber llegado antes, podría haber salvado a tu hermano. — comentó con lástima mientras lloraba.

Su sensibilidad era contagiosa, lo que hizo que yo comenzara a llorar también, liberando todo lo que contenía.

Se ofreció a ayudarme a enterrar a mi hermano y rezó conmigo. Aun conociéndolo por primera vez, realmente me ayudó a que me acompañara en ese momento, en el que lo último que quería era estar sola.

— ¿Cómo te llamas? — Hice un esfuerzo para poder pronunciar esas palabras a pesar del nudo que sentía en mi garganta.

— Mi nombre es Gyomei Himejima.

Después de aquello, me explicó que él estaba buscándonos a mi hermano y a mi, Gyomei conocía a mis padres, estos le suplicaron al cazador de demonios sus últimas voluntades tiempo atrás en caso de que les sucediera algo: "Si algún día llegamos a morir, por favor, cuida de nuestros hijos."

Himejima compartió su opinión conmigo, dijo que en su momento no sospechaba nada ante tales peticiones ya que era normal en los padres que aman a sus hijos por encima de sus vidas. No le hubiera creído de no ser porque me entregó un obsequio único que solo podría portar mi madre, quien se lo dio a este hombre el último día que se vieron sin dar ninguna explicación.

Pero cuando ellos murieron, le pareció extraño al pelinegro, no podía ser casualidad que murieron dejándonos a cargo de él. Dedujo que fueron amenazados por un demonio y que mis padres pudieron prever el día que el destino escribió para ellos, tenían un don que les alertaba siempre que algo peligroso se acercaba, por eso nos dejaron a mi hermano y a mi en un lugar lejano de nuestro hogar...

Pero había algo más que demostraba que las deducciones del cazador estaban en lo cierto, no obstante no está seguro de ello y no lo dirá hasta entonces.

Venía frecuentemente a visitarme para ver cómo estaba. Al principio era incómodo debido al silencio que nos invadía por la falta de confianza y no saber sobre que hablar, de alguna manera sentía la necesidad de querer hablarle.

Tenía la sensación a veces de no ser abierto en su totalidad conmigo, poco a poco me daba cuenta sobre cómo es, tiene un lado bastante amable y emotivo, a pesar de su aspecto intimidante. Aún por su personalidad de pocas palabras y tendencias a emocionarse al punto de llorar, Gyomei decía tener un punto de vista objetivo y dudoso sobre las personas a su alrededor, debido a su experiencia antes de convertirse en cazador de demonios.

Me llevó tiempo que me aceptara por completo y con ello confiar plenamente en mí, al igual que yo en él. Tanta confianza que incluso llegó a rechazar a otros que hablaban sobre mí.

Dejé aparcado el sueño de unirme al exterminio de demonios, aún así, Gyomei me quiso entrenar para defenderme, y no lo rechacé. Agradecí que no se compadeciera de mí, por otra parte, los entrenamientos estaban fuera de mi nivel con diferencia, de alguna forma logré pasar los entrenamientos "básicos", tomándome más tiempo de lo normal.

Pasaron los meses y se convirtió en pilar, por lo que solía estar bastante ocupado y sus visitas cada vez eran más escasas. Los meses se convirtieron en años y me entristecía, tenemos un vínculo muy fuerte que nos une.

Solíamos enviarnos cuervos sin cartas por su discapacidad para comunicarnos, y mis sentimientos florecían por él. Al principio pensé que pudiera ser algo más que amistad, pero simplemente soy una inexperta sobre el tema del amor, temo equivocarme y que nuestra amistad se viera perjudicada por ello.

Desde hace un tiempo fui a un local y conocí a Aneko, una chica bastante alegre, social e hiperactiva, lo que yo solía ser antes de que me lo arrebataran todo. Iba frecuentemente a esa tienda como método de distracción hacia mi soledad, había algo en ella que me incitaba a hablarle por su personalidad, llegando al punto de convertirnos en conocidas, o así es como yo lo llamo mientras que ella nos llama amigas.

Aún me sorprende cuando la conté sobre mi pasado y mi hermano, ella era como una madre que siempre te recibía con los brazos abiertos y te consolaba, hasta que te cansas de llorar.

Estaba de camino mirando una hoja de papel revisando la dirección para ver a Aneko, necesitaba hablar con ella y que me ayudara sobre el tema. Fui a verla cuando el sol daba contraste color naranja, simbolizando el precioso atardecer, quedando pocas horas hasta que la luna, junto a su cielo azul oscuro, lo sustituya reflejando mis emociones tristes y melancólicas.

Mi cara era más que evidente por cómo me estaba sintiendo en este momento, sorprendida por ver el lugar donde estaba trabajando de camarera en la barra, me acerqué a ella.

— ¡______! Que alegría verte por aquí.— Dijo alegre con el tono lo suficientemente elevado para escucharla por el bullicio y gritos de la multitud, mientras que yo tenía una cara seria.

Me senté en el taburete cruzando mis brazos para apoyarlos en la barra, sin apartar la vista de ella, veía como llenaba una bebida en una copa y lo lanzaba sobre la barra deslizándose, hasta ser agarrada por el consumidor.

— Aneko. ¿Cómo que te alegras de verme aquí?

— Pensé que te gustaría ver cómo luchan y aprendías de ello. Quizás hasta puedas hacer apuestas y ganar un dinero, tienes buen ojo para predecir. — Me guiñó un ojo.

— Así que esto es un duelo camorrista. — Miré detrás de mí sobre mi hombro, observando a través de los barrotes el escenario donde estaban peleando y la gente les rodeaba, gritando el nombre del luchador por el que apostaron.

— Claro que sí, ¿no es emocionante?

Antes de volver a mirar al frente, mis ojos se detuvieron en un chico de pelo rubio y revuelto, se encontraba arriba, otro piso dando mejores vistas a las peleas. Estaba sentado en un sofá aparentemente cómodo de forma informal, rodeado de chicas y sirvientas ruborizadas de su atractivo y pecho desnudo con un collar amarillento.

Algunos hombres se comportan nerviosos cuando hablan con él, parecieran temerle o simplemente tiene buena fama. Su acción me sorprendió al ver cómo chasqueó los dedos, los dos gorilas que se encontraban detrás de él agarraron a uno de los hombres y se lo llevaron fuera.

Como si de un imán se tratara, sus ojos ámbar se encontraron con los míos, me miró un poco sorprendido. Manteníamos el contacto visual y después sonrió de forma ególatra.

Unas manos agitándose frente a mi cara me sacó de mis pensamientos, mi amiga robó totalmente mi atención y la miré.

— ¿Qué pasa? ¿Quieres ir ahí arriba? Esa es la zona VIP. No puedes entrar a no ser que seas rango 6 como mínimo. — Explicó Aneko de manera emocionante. — Son 10 rangos o niveles en total. Se consiguen luchando contra los adversarios más veteranos. No suelen aceptar a novatos, y si llegaran a dejarles entrar, se les critica y subestima fácilmente. Como ese chico de ahí arriba, ahora es el más prestigioso y destacado entre los luchadores. Es el dueño del lugar. — Se cruzó de brazos mirando en dirección al chico de antes, no esperaba que me siguiera observando.

Le dio la copa que llevaba en mano a una de las chicas y se levantó sin despegar su vista sobre mí, se dirigía hacia las escaleras aún mirándome de reojo. Me giré sobre mi taburete quedando de nuevo frente a la barra que se interponía entre mi amiga y yo.

— ¿Le conoces? — Preguntó, negué con la cabeza despacio.

— Yo vine para hablar contigo sobre algo importante.

— Antes de eso, está viniendo hacia nosotras. — Comentó con sorpresa.

Sentí como alguien apoyó una mano sobre mi hombro izquierdo. ¿Qué tan rápido ha llegado? Lo ignoré.

— ¿Qué haces en un lugar así? — Me sorprendió por reconocer su voz, mi corazón saltó de alegría y me giré.

— ¿Himejima-kun? ¿Cuándo llegaste?

— ¿Este es el pilar de la piedra que te visita? No me esperé que fuera así... ¡Perdón! Soy Aneko, la mejor amiga de ______. ¡Un gusto!

La miré extrañada por relacionarme con ella como mejor amiga, pero lo dejé pasar.

— El gusto es mío.— Respondió para volver a mirarme.

— Es peligroso que estés aquí, no es un buen lugar. — Dijo con su voz amable y preocupada, pero de forma triste como solía ser siempre, era una melodía para mis oídos, hasta el punto de tranquilizar lo más profundo de mi corazón. Volví a sentir esas mariposas en el estómago, y me dejé llevar por la sensación que tanto anhelé.

Alguien se había puesto a mi lado, apoyando una mano sobre la barra.

— Hiromi-san. ¿Qué se le puede ofrecer? — Dijo Aneko refiriéndose al muchacho que estaba a mi lado.

Lo miré quedando frente a él, es el chico con el que crucé miradas. Era casi de la misma altura y masa que Himejima. Me miraba serio, y yo al igual que él mantenía la mirada. Hasta que sonrió de la misma forma que antes.

— Quiero a esta chica. — Dijo sin decir una palabra más, le ignoré dándole la espalda y me giré en dirección a Gyomei.

— Hiciste más amigos, ya veo. Mis oraciones no fueron en vano. — Comentó Gyomei llorando, juntó las palmas de sus manos junto a su cadena de color rojo.

— ¿A quién te refieres? No veo a nadie. — Sonreí.

— ¿Acaso estás sorda y no oíste a tu amiga? — Volvió a hablar, parece ser alguien desvergonzado y vanidoso. — Entonces, te diré mi nombre y más te vale recordarlo, me llamo Hiromi.

— Si, he oído tu nombre. Sinceramente... No me interesa. — Dije de lo más tranquila sin ánimos de ofender, aunque debo decir que me estaba reprimiendo.

— ¿Actúas así para llamar mi atención? Porque..., lo estás consiguiendo. — Susurró esto último en mi oído. Empecé a sentir demasiada aversión.

Me levanté de mi asiento y miré a Aneko.

— Lo siento, ya hablamos en otro momento. Vámonos, Himejima-kun.

Él expresaba duda, pero al final no dijo nada, le agradecí por lo bajo y pasé por su lado seguida de él.

Oí un chasquido a mis espaldas, y los gorilas bloquearon la salida.

— No os vayáis. Hagamos algo. ¿Si? — Gyomei y yo nos giramos haciéndole frente, la gente empezaba a rodearnos, como si estuvieran esperando por algo. Busqué con la mirada a Aneko, parecía preocupada.

— ¿Qué os parece si..., llamamos a nuestro campeón? ¿Eh? — Los entusiastas camorristas empezaron a gritar eufóricamente alzando los brazos.

Instintivamente me acerqué a Himejima.

— No vamos a luchar. Dile a tus guardaespaldas que se retiren.

La muchedumbre abuchea por la respuesta del pelinegro.

— Tsk. Sois unos cobardes.

La sala se llenó de gritos, animando a su líder por criticarnos, tal como dijo Aneko, enseguida fuimos juzgados.

— Es mejor que no me provoques. — Habló Himejima con el tono de voz intimidante.

El gentío retrocedió ante sus palabras, parando de vociferar, un súbito murmullo se elevó. El oji ámbar tragó grueso por un segundo, después habló.

— No te gusta que hable mal de ella, ¿eh?— Me miró ampliando aún más su sonrisa, como si hubiera descubierto lo más importante del mundo. — Solo acepta mi desafío, entra a la arena y os dejaré ir.

— ¿Por qué insistes tanto? — Respondió entrando a la defensiva.

— Hace mucho que no veo peleas emocionantes, tengo la sensación de que tú darás una buena pelea contra mi verdugo.

Gyomei no parecía muy convencido por su respuesta.

Había algo raro aquí, pero no me iba a parar a descubrirlo. Di la media vuelta, decidida a apartar a los gorilas si no lo hacían por las buenas, tenían la cara de un matón que espantaba a cualquiera, pero no me eché para atrás. Vi de reojo como Himejima iba a tomar mi brazo para detenerme, antes de que llegara a hacerlo, Hiromi se adelantó.

— Tienes valor para encararlos. — Sonrió de forma altiva. Tiró de mi brazo acercándome más a él, intenté forcejear. — Aunque no son ellos ante quien debes temblar.

Su mirada cambió a una tenebrosa y proterva, tenía la sensación de que me miraba con odio. ¿Qué estaba pasando con él?

Gyomei agarró la muñeca del oji ámbar hasta que soltó su agarre.

— Acepto el reto, a cambio lucha contra mí. — Levanté mi cabeza y le miré sorprendida. Apoyó una mano sobre mi hombro y lo apretó con cuidado, enseguida capté el mensaje: No había que interponerse cuando él estaba serio, relajé mis tensos músculos y no dije nada.

Comenzaron a animar a su líder a aceptar y gritaban su nombre, quien parecía frustrado por la respuesta.

— Está bien. — Respondió. Los múltiples gritos invadieron la sala con un subidón de adrenalina. — Nada de armas, cazador de demonios.

Aneko me sacó rápidamente de entre la multitud que se estrechó alrededor de los combatientes.

— Es peligroso. No entres ahí, por favor. — Suplicó. Apoyé una mano sobre la suya y sonreí, ella relajó su expresión. De alguna manera, me conmovió ver que alguien más se preocupaba por mi.

Miré en dirección a la pelea, trataba de ver lo que ocurría. Gyomei y Hiromi estaban en posición de lucha encarándose.

Todos gritaron cuenta atrás junto a su árbitro de pelea para dar comienzo a la lucha, cada vez quedando menos hasta que iniciara, y la tensión aumentaba. Hasta que sonó un instrumento fuerte anunciando la pelea.

En un segundo ambos desaparecieron de sus posiciones. Cargaron hacia delante y sus puños chocaron con tal fuerza que el aire sacudió nuestras caras violentamente, me protegí con mis brazos. Hiromi le miró sonriente mientras que Himejima estaba serio.

A los entusiastas camorristas les pareció demasiado emocionante por cómo empezó la pelea, sin embargo, yo quedé sorprendida, ¿ha logrado parar la fuerza del pilar de la piedra?

Antes de poder seguir pensando, volvieron a contraatacar. Desataron una cadena de golpes, chocaron una vez más sus puños de la otra mano firmemente, luego lanzaron una patada haciendo una "x".

El pelinegro no cesaba sus golpes e iba a mucha velocidad, mientras que su adversario lo bloqueaba con el mismo ataque o esquivaba, no disminuyeron sus fuerzas en ningún momento.

Era difícil seguir con la mirada la pelea, a veces Himejima hacía retroceder a Hiromi, este último lo esquivaba divertidamente y contragolpeaba, sin éxito.

— Si no te das prisa, tendré que tomar a tu novia. Ella estará estupendamente si se queda a mi lado, y quizás hasta me sirva bien. — Gritó con emoción. Aunque nos haya relacionado mal, no era el momento de enmendarlo. Eso fue extraño, pareciera como si lo pusiera a prueba, con el fin de enfurecerlo.

Tras otra acometida, el pelirrubio lo esquivó girándose con gracia, quedando frente al público brevemente, extendió sus brazos en alto y lo vitorearon, volvió a encarar a su rival.

Gyomei apareció detrás de él rápidamente, y lanzó un golpe. Pero lo esquivó agachando su cabeza y saltando para mantener las distancias, como si tuviera ojos en la nuca.

— No te atrevas a seguir hablando sobre ella de esa forma. — Dijo firme. A Hiromi parecía pesarle el cuerpo por el aura enorme que portaba Himejima.

El rubio sonrió con valor, aunque a mí me dio la sensación de que sólo lo hacía como fachada para ocultar su miedo al descubrir el verdadero potencial de su adversario, sin embargo, no parecía estar dispuesto a rendirse.

La gente de alrededor los animaba aclamando.

Hiromi hizo un movimiento en su mano derecha. Unas cadenas moradas oscuras aparecieron de la nada y envolvían el brazo de Himejima, mientras desprendían una especie de humo denso del mismo color.

La cadena envolvió su codo y después su muñeca, se extendía y quedó suspendida en el aire mientras se estiraba en dirección a Hiromi. El de orbes color blanco intentó liberarse, pero cada vez que las rompía, se volvían a unir.

Levantó su brazo izquierdo y se envolvió desde la palma de su mano hasta poco más del antebrazo. Apretó con fuerza la cadena y tiró violentamente, atrayendo a Gyomei.

Se posicionó en modo de lucha y con el puño derecho arremetió un golpe a la cara de Himejima, pero este último lo paró con la palma de su mano.

Hiromi apretaba su puño contra la mano de Gyomei cada vez con más fuerza, marcándose varias venas en su frente y brazo a medida que aumentaba la presión.

El pelinegro atacó con su otra mano esquivando de lado aposta el golpe que retenía, el oji ámbar copió su ataque parándolo, otra sacudida de aire nos alcanzó. El suelo comenzaba a quebrarse bajo sus pies por la fuerza que ejercían, se podía ver el poder de la fuerza física que portaban, este era el golpe definitivo que decidiría quien sería el ganador.

Sentí que Himejima giró lentamente su cabeza, como si agudizara sus sentidos en su entorno, hasta que miró en mi dirección, pareciera haberse perdido entre la niebla de la lucha, buscando el motivo por el cual luchaba. Mantenía mis ojos pegados en los suyos con el pulso acelerado.

Inconscientemente mi amiga apretaba mi brazo, al igual que el gentío, que, como si estuvieran sincronizados, estiraron sus piernas y otros se levantaron de los asientos a la vez.

Hasta que en un segundo, todo acabó. El fuerte sonido de los gritos y la pelea cesaron, fue como la calma después de la tormenta, quedando completamente en silencio el lugar. Nadie hablaba, era como si nos hubieran robado el aliento.

— El... El ganador es... ¡Gyomei Himejima! — Se escuchó la voz del árbitro en el inmenso y silencioso lugar, anunciando el resultado.

Hiromi tenía las pupilas contraídas en un punto, el puño de Gyomei paró justo a centímetros de su cara, desde un principio no tuvo la intención de golpearle. Retiró su brazo poco a poco, abandonando su posición. Se dirigió hacia mí seguido de todas las miradas.

— Nos vamos a casa. — Dijo serio pero con la misma expresión triste que siempre poseía. Esas palabras hicieron que la sensación de calidez envolviera mi corazón, de alguna manera, me alegré de que Himejima haya ganado. Nunca vi una pelea emocionante, llegando al punto de sentir una presión enorme con cada segundo que pasaba.

Sonreí de forma sincera y asentí.

Hice una reverencia de despedida a Aneko, quien estaba mirándome conmovida y devolvió el gesto. Nos dimos la vuelta marchándonos del lugar.

Eché un último vistazo mirando por encima de mi hombro para ver detrás de mi, Hiromi seguía sin moverse aún sorprendido por lo reciente, pareció sentir mi mirada y conectó sus ojos con los míos una vez más. Ahora sí que parecía ser más atractivo con esa expresión que cuando sonreía.

POV Narrador.

La noche cayó sobre vosotros.

Había momentos en vuestro camino hacia el hogar en los que hablabais sobre cosas triviales sin importancia. El mayor se limitaba a responder o comentar, pues estuvo analizando aquel extraño poder que lo encadenó.

Era la primera vez que veía algo de ese estilo, no había por donde atar cabos, y si hubiera sido obra de un demonio, lo hubiera notado. Aunque había algo que le resultó conocido de haber presenciado en alguna parte.

Sumergido en sus pensamientos mientras daba vueltas sobre el tema, agarraste su mano, robando totalmente su atención. Estabas sonriendo, feliz por verle de nuevo, aunque Himejima no podía ver, notó tu felicidad y se imaginó tu sonrisa, para él era como su santuario sagrado donde podía encontrar la tranquilidad.

Llegasteis a casa y os quedasteis en silencio, no había necesidad de hablar y no fue incómodo.

Gyomei se sentó sobre un cojín al lado de una mesa baja. Ibas a sentarte a su lado, pero te percataste de la suciedad en su piel y ropa.

— Espera aquí un momento. — No pudo preguntar, pues ya cruzaste la puerta corrediza que conectaba con la cocina. Cogiste un paño y lo humedeciste, después, regresaste con él.

Te sentaste a su lado quedando pensativa, no te paraste a meditar sobre qué hubiera pasado si él no hubiese llegado, pensabas en el peor de los casos mientras barajabas todas las posibilidades. Dirigiste el trapo a su cara, Gyomei agarró tu mano junto al paño de forma delicada, te sonrojaste.

— No es necesario.

— Lo hago porque quiero. — Dijiste para aclarar que no lo hacías por su discapacidad, sabías perfectamente que podía hacerlo él, pero en cierta forma tú lo ocasionaste y querías remediarlo. Soltó tu mano, ahora no tenías la misma perspectiva al acercar el paño a su cara, estabas un poco nerviosa e intentabas ocultarlo.

Cuando acabaste, remangaste su haori verde y agarraste con cuidado su brazo, extendiéndolo sobre tu regazo, se dejó limpiar mientras miraba con preocupación en dirección a tu cara.

— ¿Estuviste yendo este tiempo allí? — Preguntó con su característica expresión triste. Dejaste de lavar y le miraste.

— No, es la primera vez que voy a un sitio así. Me lo imaginaba diferente. — Terminaste de limpiar su brazo, tomaste el otro y frotabas con cuidado. — ¿Cómo sabías dónde estaba?

— Apenas llegué no sentí tu presencia, busqué a los alrededores y en el pueblo. Hasta que te encontré.

Paraste de limpiar su brazo y agachaste tu cabeza.

— Lamento..., lo que pasó. — Dijiste en voz baja pero te escuchó, clavaste tu mirada sobre tus manos aún aferradas al paño. Sabías que aquello no era tu culpa, pero no podías evitar sentirte mal. — Ha sido una noche rara, sin mencionar nuestro reencuentro después de tanto tiempo.

Alzaste un poco tu cabeza aún agachada, sin apartar la vista en donde la anclaste. Te sorprendiste cuando te rodeó con sus brazos alrededor de tu cintura, abrazándola. Apoyó su cabeza de lado sobre tu pecho, escuchando tus latidos calmados.

— Sabes que no fue tu culpa. — Se mantuvo por unos minutos callado. — Tuve miedo todo este tiempo. Cada día que pasaba me preguntaba si estarías bien aquí, sola.

Esbozaste una sonrisa enamorada y llena de ternura, acariciaste su pelo sedoso, dándole a entender que dejara salir todo lo que le preocupaba.

— Cada noche velo por tu bien estar durante mi ausencia, cuestionándome si hacía lo correcto en hacerte caso.

— Sabes que yo estaré bien, sé defenderme gracias a ti. La gente de ahí fuera te necesita más que yo. — Dejaste de acariciar su cabello, dirigiste tus manos apoyándolas sobre sus mejillas y alzaste su mirada, observando directamente sus ojos. — Pero déjame por esta vez ser egoísta, y pedirte quedarte esta noche, conmigo. Quiero dejarme llevar por estos sentimientos que desbordan mi corazón.

Apoyó una de sus manos sobre la tuya aún sosteniendo su cara, acercaste tu rostro despacio hasta unir sus labios con los tuyos de manera apasionada, sus labios se movieron de la misma forma. Se sentía demasiado bien el amarse mutuamente mientras lo demostraban en ese beso largo y profundo.

Cuando se separó, la tranquilidad cayó sobre la habitación como cae la noche en invierno. Le despojaste de su haori verde, dejándolo caer al suelo. Te cargó llevándote en dirección a tu habitación, te recostó cuidadosamente sobre el futón mientras volvió a unir vuestros labios y metió su lengua.

En cierto modo, sentías que estabas reaccionando más por instinto que por lógica.

Los suspiros y jadeos se hacían presentes en aquella habitación, despojaste tu kimono mientras que te ayudaba a despejar tu ropa interior, quedando totalmente desnuda. Colocó su cabeza entre tus piernas para después empezar a complacerte con su lengua, gemiste arqueando la espalda, llevando tus manos a tu boca para acallar los gemidos que te arrancaba.

Ante la impresión cerraste las piernas, pero te lo impidió sujetándolas con sus grandes manos, manteniéndolas abiertas. Levantaste la cabeza para ver lo que hacía, movía su lengua en tu clítoris, y después, lo metió dentro de ti, acariciando tus paredes y rozando tu punto más sensible.

Te dejabas guiar por el enorme placer que te hacía sentir, dejaste de tapar tu labios para después dejar salir tus gritos de placer, sentías que te ibas a ahogar si seguías conteniendo ese torbellino de emociones. Te aferrabas en la manta mientras volvías a arquear la espalda, apretaste tus pies sobre el futón.

Tus gemidos se volvían más agudos, anunciando orgasmo. Hasta que finalmente tocaste el cielo, tu cara se sonrojó violentamente y algunas lágrimas se escurrieron por tus mejillas del placer. Le miraste avergonzada aún con la respiración agitada.

Se posicionó encima de ti colocando su miembro en tu zona íntima, apoyó las manos a un lado de ti para después embestirte duro, soltó un sonido gutural de placer. Soltaste un fuerte pero corto gemido una y otra vez, salía y entraba por completo, agarrando dulcemente tus caderas con sus fuertes brazos.

Sentías que te llenaba más allá de lo normal, y más si tu zona íntima ha quedado sensible por alcanzar la eyaculación. Empezabais a sudar, dejándote llevar por sus movimientos, estabas a punto de llegar a tu segundo orgasmo y tus paredes vaginales se estrechaban más.

— Gyomei ¡Ah! Más despacio por... favor. — Disminuyó la velocidad pero no la fuerza, cada vez que embestía ponía toda sus fuerzas, llegando a lo más profundo de tu ser.

Pegó su torso a tu cuerpo sin parar de embestir, te besó con mucha ternura ahogando vuestros gemidos. No hacía falta hablar para decir cuánto os amabais, apoyó su frente en la tuya, dando las últimas embestidas, hasta que eyaculó en tu interior. Se tumbó a tu lado, acomodaste tu cabeza en su pecho mientras os abrazabais. Cerrabais poco a poco los ojos, y finalmente, os dejasteis llevar al mundo de los sueños.

Más allá, en un bosque lejano a la orilla de un río, alguien se encontraba viendo su reflejo en el agua. Giró de lado su cabeza, mirando de reojo.

—- Sigues igual de horrible como el resto de tu especie. — Comentó sonriendo de forma provocativa, observando una silueta que se encontraba entre los árboles.

— Ten más respeto por tus mayores. ¿Y bien? Dime de una vez que era eso tan urgente.

— La encontré. — Dijo, el contrario se sorprendió abriendo los ojos de par en par. — Debo decir que me sorprendió verla donde menos me esperaba, vino a mi como si el destino estuviera escrito.

— ¿La capturaste?

— Apareció el pilar de la piedra, fue inoportuno. — Escupió con amargura. — Al parecer la mantuvo escondida en una casa aislada en el bosque, rodeada de glicinas.

— Eso va a ser un problema.

— Por eso yo no quise ser un demonio, no quiero esconderme de la luz del sol ni de unas flores. — Habló y después se dirigió a un saco que trajo consigo.

— Mira, te presento a su mejor amiga, Aneko.— Se arrodilló hasta quedar a su altura, se encontraba inmovilizada en el suelo con una soga, le retiró el pañuelo que le tapaba la boca para dejarla hablar.

Le miró enfurecida.

— No pienso ayudarte en esto, Hiromi-san.

— Eso lo decidiré yo... — Se dio la vuelta, dirigiéndose hacia el demonio, quien se expuso a la luz de la luna dejando ver su cabello color verde oscuro.

— ¿A qué estamos esperando para ir, hermano?

— Esperaremos a que el pilar se aleje lo suficiente. Y la haremos una visita.

Aneko miró con desesperación al oji ámbar.

— ¡No! Por favor, Hiromi-san, no la hagan nada, se lo suplico. — El mencionado se giró para observarla con odio. — No sé porque la quieren a ella, pero solo..., déjenla... Yo pagaré por ella, aunque me cueste la vida. — Dijo determinadamente, abandonando todo sentimiento y esperanza.

— He estado esperando mucho tiempo para acabar con esa familia, ya maté a sus padres y hermano. Solo servirás como mi platillo de esta noche, te sacrificarás por nada. — Dijo el demonio riendo. Esta vez miró a su gemelo. — ¿Le marcaste?

El contrario asintió con la cabeza y riendo, mirando la palma de su mano, donde tenía unos símbolos morados.

— Me serviste de mucho... Gyomei Himejima. — Susurró para sí. Mientras que la noche y la luna, eran testigo del caos que se avecina.

Continue Reading

You'll Also Like

141K 19.1K 105
๐…๐€๐Š๐„ ๐‚๐‡๐€๐‘๐Œ || ๐™ด๐š• ๐šŽ๐š—๐šŒ๐šŠ๐š—๐š๐š˜ ๐šŽ๐šœ ๐šŽ๐š—๐š๐šŠรฑ๐š˜๐šœ๐š˜, ๐šข ๐šŒ๐š˜๐š— ๐šœ๐šž ๐š‹๐šŽ๐š•๐š•๐šŽ๐šฃ๐šŠ ๐š‘๐šŠ๐š›รก ๐šš๐šž๐šŽ ๐š๐šŽ ๐šŠ๐š›๐š›๐šŽ๐š™๐š’๐šŽ๐š—๐š๐šŠ๐šœ. Teen Wolf...
129K 15K 25
SLOWBURN :: Es difรญcil explicar cรณmo mierda habรญa llegado aquรญ. Se supone que solo era un pequeรฑo secreto, mi pequeรฑo secreto; ese tipo de secretos q...
227K 6.1K 34
๏น๐Ÿ๏นž โ”€โ”€ Traducciones de historias sobre los Slytherin Boys
65.2K 12K 42
Jimin es un humano comรบn y corriente, un dรญa va a una excursiรณn en el bosque y al recostarse en un รกrbol es transportado a un mundo mรกgico, llamado f...