Maid

By EasyCuteWat

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Conseguir una sirvienta podría ser sencillo para algunos, difíciles para otros. Pero usualmente son las perso... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Epílogo

Capítulo 6

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By EasyCuteWat

Seguir las instrucciones al pie de la letra no era algo que Lauren hiciera a la perfección, incluso sería un milagro si seguía una orden que no implicará su trabajo, al menos pudo controlarse en términos de no explotar frente a la castaña, e incluso la castaña estaba demasiado sorprendida.

Habían pasado días y siempre que regresaba la casa de su jefa no encontraba ningún plato tirado o rastros de comida tirada, e incluso fue a investigar en los botes de basura si su comida no estaba tirada, Lauren cuando vio la cabeza metida en en el bote de basura, no pudo controlarse y se burló de ella.

—¿Qué haces?, ¿buscas a tus amigos ratas?

Era una de sus ridiculeces que hacía para burlarse, pero al segundo que dijo eso, la castaña vio como la mujer palidecía, se dio la vuelta sin hablarle, y tampoco permitiéndole contestarle, para después irse a encerrar a su oficina.

Y en las comidas, sorprendentemente le ordenó que comiera con ella en la misma mesa, en el mismo horario, cuando meses atrás le había prohibido comer en su comedor, y frente a ella. Durante la comida, la ojiverde le lanzó al rostro un tipo de masa extendida y plana, Camila jamás le decía el nombre de lo que comían, pero Lauren juraba que eso se llamaba tortilla, podría no ser nacida en un país latinoamericano, pero tenía ascendencia cubana, y sabía algunos nombres, pero como gracia y maldad jamás le dijo a la morena, y tampoco le dijo que sabía español, y disfrutaba que la morena le dijera cosas en español creyendo que ella no entendía.

—¿Qué miras tanto?—Inquirió con seriedad después de haberle lanzado lo que ella creía firmemente que era tortilla.

Mierda, ¿qué mosca te picó?—Había reclamado en voz baja mirandola con muecas mientras tomaba la tortilla y ls colocaba en su lugar.

—¿Qué?—Tuvo que reprimir su sonrisa ante el comentario de la morena.

—Que estoy sorprendida, señora Lauren—Respondió con una fingida sonrisa mientras movía con la cuchara el arroz rojo que había hecho.

—Ah—No supo que decir haciendo que quedaran en un silencio bastante incómodo—Come y deja de hablar español—Masculló molesta consigo misma bajando la cabeza hacia su plato.

Gringos hermosos pero desesperantes—Murmuró entre dientes sin tener la molestia de disimular.

Y si hubiera levantado la cabeza, se hubiera dado cuenta del color rojizo que su jefa adquirió en su tono de piel.

—Entendí lo de gringos, Camila—Mintió llevándose una cucharada de la comida a la boca, y silenciosamente disfrutando de ese manjar.

—Dije que ustedes los gringos son muy especiales, mi señora.

Ambas se sonrojaron ante lo último dicho por la morena, pero esta vez ninguna de las dos habló, y se centraron únicamente en comer en silencio.

El silencio.

Algo que ahora las caracterizaba demasiado antes, ambas estaban en su propio lío, la ojiverde ponía musica a todo volumen con sus enormes y potentes bocinas para fastidiar a la morena, pero ahora silencio, el único ruido eran los sonidos de los pasos de Camila contra el suelo, el sonido de muebles moviendose ligeramente, e incluso el sonido que hacía el roceador para limpiar superficies 100% de madera.

—Camila.

El sonido de su nombre la hizo pegar un chillido y un salto del susto, inevitablemente se volteó con el roceador como arma, y al ver a su jefa suspiró, ¿no se suponía que estaba acostumbraba a sus repentinas apariciones?

—¿Me necesita para algo, señora Lauren?—Preguntó nerviosa y confundida totalmente cuando escuchó la risa encantandora de la mujer.

—Voy a salir, y quería... Preguntarte si... ¿Me acompañarías?—Camila podría morir en ese momento.

El tono pálido de su jefa se convirtió en uno rojizo, la piel de Camila ardía y su corazón había empezado a golpear fuertemente contra su pecho ante la pregunta, sus nervios se alteraron haciendo que por accidente ella presionara el roceador, así disparandole esa sustancia al rostro de su jefa.

—¡Oh por Dios, señora, lo lamento demasiado!—Exclamó dejando caer la botella.

—Maldición, arde—Gimoteó llevándose su brazo al rostro y tallar con la tela para apaciguar el tremendo ardor.

—¡Señora Lauren, perdóneme muchísimo!—La tomó del brazo impidiendole que siga tallándose el rostro de forma tan violenta—Vamos a lavarla—Habló rápido empezando a jalarla al baño de la primera planta.

—Todo bien, me lo merecía—Gruñó la ojiverde tratando inútilmente de zafarse del fuerte agarre de la morena.

—¡No, nadie lo merece!

Una vez más, se llevó a rastras a la ojiverde al baño sin importarle los reclamos que está le hacía, aún no podía creer totalmente que la estaba invitando a salir o tal vez ella estaba malinterpretando las cosas.

Una cosa que se estaba segura era que la ojiverde era mucho más fuerte que ella, así que cuando siempre la terminaba arrastrando a algun sitio, sabía que la ojiverde dejaba de hacer fuerza o, al menos, un poco para dejarse llevar, ¿o también pensaba mal?

Una vez dentro del baño, se apresuró a abrir la llave del agua, y acercó a la ojiverde para mojarla en la cara teniendo el cuidado de únicamente mojar la cara. Lauren se dejaba limpiar el rostro, no sabía si ese ataque de la castaña había sido intencional o por accidente pero la sustancia con la que había sido salpicada, ardía demasiado.

Mientras tanto, Camila tenía un rostro lleno de culpabilidad y vergüenza, le terminó de lavar el rostro y la mandó a sentarse a la taza, mientras ella buscaba toallas para humedecerlas y poderle limpiar mejor.

—Si no querías ir, sólo me hubieras dicho, no había necesidad de atacarme—Refunfuñó viendo a la morena acercarse con la toalla húmeda

—Estaba sorprendida—Susurró avergonzada agachándose y el nivel de laurel para presionar con suavidad la toalla humeda contra el rostro de su jefa—Y sí, sería un gusto acompañarla.

La ojiverde vio cómo se sonrojaba ligeramente mientras presionaba con suavidad y delicadeza sus mejillas asegurándose de limpiarla perfectamente.

—Lástima, ya no quiero salir—Inmediatamente hizo una mueca cuando la castaña presionó con fuerza su mejilla contra la tela humeda.

Pues ahora se chinga, vamos a ir—La miró desafiante a los ojos siguiendo presionando llamo con tanta delicadeza su rostro.

—No se que significa "pue' hola se pinga" pero ya no quiero—Pronunció erróneamente sabiendo que la expresión usada era una mexicana, y sabía cuán era el grosero significado pero en su plan de no decirle que sabía español decidió improvisar.

La castaña sonrío ligeramente ante la pronunciación de la ojiverde, y a los segundos frunció el ceño, aún manteniendo la sonrisa, al notar un ligero acento que ella sentía reconocer.

—Lo lamento, señora Lauren, pero usted ya me invitó, y ahora yo la estoy invitando a usted, y yo no aceptó un no por respuesta—La miró desafiante unos segundos más antes de pasar la toalla por sus ojos, negándole verla más, y al instante soltó una pequeña risita al escuchar el gruñido que hizo la mujer.

—¿Me va a obligar a ir?—Preguntó tomando las muñecas de la castaña y quitando la toalla de sus ojos

—Si es necesario, sí.

Le sonrió, sus ojos se mantuvieron al contacto perdiendose en la magnética y atrayente mirada de la otra, ojos mar de chocolate y ojos laguna de esmeraldas, el calor que emanaba cada poro de su piel creando un ambiente y aura única y especial, así como el momento pacífico y encantador que tenían.

***

Cuando una persona sale con alguien millonaria, debería dejar de sorprenderse a las maravillas donde lo llevaran, y también de dejar de preguntar precios, al final la persona te terminaba comprando lo que sea, aunque no lo quieras.

O al menos eso sucedió con Camila, Lauren la había llevado a un tipo de plaza enorme, y claro, los guardaespaldas detrás de ellas, no faltaban, sin embargo, apenas llevaban un cuarto de la plaza cuándo 3 de sus  guardaespaldas ya tenían cargando una bolsa a cada quien, hasta el tope, de cosas que pidió Lauren, tanto para ella como para la castaña.

—¿Lo quieres?—Interrogó la ojiverde deteniendose de golpe al notar como la castaña se quedó viendo unas cadenitas.

—¿Eh.. Qué?—Salió de un ensoñación volteando a ver a la pelinegra a su lado.

—Te quedaste viendo las cadenas de plata—Señaló con la mirada el ventanal donde mostraban las cadenas alrededor de una cabezota falsa.

—¡Oh, no, no, no!—Río nerviosa acercándose unos pasos a la pelinegra al sentir las miradas de varias personas que andaban en la plaza.

—Luke, consigue la cadena de plata, la de la luna y el sol que estaba mirando—Ordenó levantando un poco la voz sin despegar la mirada de la castaña.

—¡No, no, no, enserio no la quiero!—Chilló mirando asustada a la mujer.

—Por supuesto, señorita Lauren—La voz gruesa de uno de los hombres detrás de ella habló.

—No la quiero, en verdad—Miró al hombre tratando de decirle que no la comprara pero el castaño alto ya se había salido de su formación, y caminaba a la joyería.

—La quieres, la estabas mirando—Tomó con delicadeza su mejilla para obligarla a mirarla de vuelta.

—¡Estaba perdida en mis pensamientos!

—¿Qué pensabas?—Preguntó sintiendo su corazón acelerado cuándo la castaña recargo su su peso de la cabeza en la mano que sujetaba su mejilla.

—Te lo dire si no compras la cadena—Negoció mirandola al rostro mientras colocaba su mano sobre la mano de la mujer estaba en su mejilla.

—Tendrás que decírmelo porque Luke ya salió de la tienda con la cadena—Se levantó de hombros haciendo una voz de lástima, mientras sentía su corazón más alocado al sentir el tacto de la palma de Camila sobre su mano.

La ojiverde vio diferentes facciones en el rostro de la castaña, vio cómo se agrandaron sus ojos, vio como la sorpresa llegaba a su rostro iluminándolo de una preciosa manera, vio una ligera emoción pasar por ahí, y al final palideció para voltear, rompiendo el toque entre ellas, a ver si  efectivamente estaba saliendo de la tienda , y sí, ahí estaba un hombre alto y castaña saliendo de la tienda con una hermosa caja con el nombre y logo de la tienda.

—¡Dios mío, pero no se tardo ni 2 minutos!—Volteó a mirar de nuevo a la ojiverde con la boca semi abierta y los ojos abiertos.

La mujer  volvió a levantarse de hombros restándole importancia, pero sabía perfectamente que si el hombre se tardaba más de 5 minutos, se llevaría un castigo y una advertencia.

—¿Qué pensabas?—Volvió a preguntar acercando su mano al hombro de la muchacha.

Camila la miró buscando algún rastro de burla, pero no vio nada, suspiró y sin evitarlo, bajó su mirada recorriendo cada parte del cuerpo de su jefa, y tragó saliva desviando la mirada casi inmediatamente después de verla, pero todo lo que suponía Lauren le quedaba de maravilla, la camisa de cuello largo negro le queda perfectamente, acentuaba sus curvas y sus pechos mostrandola más alta y sinuosa, el pantalón color vino que usaba acentuaba sus caderas y los muslos perfectamente trabajados, y a la vez escondía el bulto de su entrepierna.

—Eh-eh... Yo solo... peeensaba que iríamos a un lugar más ¿privado?—Balbuceo sin mirar a la mujer por pena y vergüenza.

—¿Quieres ir a un lugar más privado?, pensé que te gustaría venir aquí—Se recargó en una pierna mirándolo nerviosa que se había puesto la castaña al darle una mirada de reojo.

—¡No, no!, este lugar está perfecto—Volteó a verla inmediatamente, y sin notarlo, se acercó tratando de romper la distancia que habían puesto—Pero pensé que tú preferirías eso, y también por eso estoy sorprendida de que me trajeras aquí... Y a la vez impactada porque, porque estabas comprando demasiadas cosas—Hablaba demasiado rápido tratando de explicarse a la pelinegra.

—Calma, calma—Pidió la mujer al ver como la castaña se ponía roja y totalmente nerviosa, su mano recargada en su hombro, dio un ligero apretón para trasmitirle un poco de calma—Esta bien, ¿bien?—La castaña asintió rápidamente lastimandose un poco el cuello, y lo dio notar ante la pequeña mueca que hizo—No muevas demasiado rápido la cabeza, te puedes lastimar.

Camila se quedó paralizada al sentir las suaves y cálidas manos de su jefa llevarlos a que su cuello y acariciar con una calma y suavidad la zona afectada, sintió su cuerpo vibrar ante el toque, su corazón latía fuertemente y su piel arder en busca de más contacto.

—¿Po-podemos movernos?—Su voz era suave y casi inaudible al preguntar.

—Claro.

La morena inmediatamente se regañó a sí misma ante el comentario, porque al perder el contacto increíble de la ojiverde, sintió un terrible vacío y dolor el en pecho, que sin pensarlo se puso a un lado de la mujer haciendo que sus hombros chocaran cuando empezaron a caminar sin rumbo alguno.

Al hacerlo sintió la mirada penetrante de su jefa sobre ella pero la vergüenza era tanta que siguió mirando al frente intentando mirar únicamente el camino y no a la sorprendente e increíblemente elegante mujer a su lado.

—¿A... A dónde vamos?—Internamente se regañaba por ser estar tan estúpidamente nerviosa.

—¿A dónde quieres ir?—La volvió a mirar pero Camila no la volteó a ver sabiendo perfectamente que podría hacer el ridículo si la miraba una vez más.

—Uhmm... No sé, ¿podríamos... hacer algo más normal?—La miró de reojo y a los momentos, volvió a mirar al frente mirando como otras personas las miraban casi fijamente unos tomando videos escondidas y otros tomando fotos no tan disimuladamente.

—¿Normal?, ¿qué te refieres con normal?—Su voz confundida la hizo voltearla ver, y como sospechaba, claramente hizo el ridículo ya que se tropezó con sus pies, y si no hubiera pido porque su jefa la alcanzó agarrar probablemente estaría de cara contra el piso—¡Cuidado!

No había ningún lugar en donde la castaña se pudiera esconder por la vergüenza que estabaa pasando.

—Per-perdón—Tartamudeó totalmente roja y con la mirada en el piso.

—Mira hacia el frente siempre, jamás bajes la mirada—La voz ronca y femenina de la mujer, la hizo levantar la mirada con nerviosismo pero a los momentos los dedos blanquecinos de la mujer mayor la tomaron de la mejilla, contraria a su lado, la hicieron voltearla ver—¿Tienes hambre?—Decidió cambiar de tema al ver los ojos brillosos de la castaña.

—Uhm... Un poco—Murmuró internamente agradecida ante el cambio del tema.

—¿Qué se te antoja?—Preguntó viendo la calma que se empezaba a instalar en el rostro de la castaña.

—Uff—Suspiró nerviosa sintiendo su piel arder justamente bajó el toque de los dedos de la ojiverde—No sé... ¿Habrá como algo mixto?... ¿Para... Poder ver y elegir... Lo que me guste?

La voz de la castaña fue disminuyendo poco a poco sintiéndose más nerviosa ante la mirada casi adorable que le daba su jefa.

—Por supuesto, conozco el lugar perfecto.

Y nuevamente le sonrió.

Esa semana había sido una completa locura, ¿qué le sucedía a su jefa?, ¿por qué cambiaba de una semana para otra?, ¿será que estaba jugando con ella de algún modo?

Ambas caminaban ignorando todo a su alrededor, para ellos únicamente la otra y los guardias existían, ambas tenían una reacción parecida a la otra, parecía como si el mundo a su alrededor simplemente no existiera cuando estaban en la presencia de otra, ya sea que se comportarán una manera tan infantil y violenta hacia la otra. Los guardias tenían el cuidado de estarlas viendo y a la vez tener una distancia, en lo cual ellos le brindaban privacidad de su jefa y a la amiga de su jefa, los que no cargaba las bolsas eran los que se ponían a los costados y miraban a las personas tomar fotos y rápidamente los ahuyentaban con una sola mirada.

Antes de llegar al sitio el cual había elegido Lauren para ambas para comer, miró a la castaño y se quedó con la mente en blanco pensando qué cosas sabía de ella.

Tenía una hermana...

No tenía padres...

Es latina...

Ya no sabía más de ella de su vida personal, ¿qué día nació?, ¿dónde específicamente nació?, y Dios, ¿qué edad tenía?, ¡Jesucristo!, ¡¿cómo no sabía eso?!, se supone que ella era reconocida como una persona sumamente desconfiada qué investigaba a todos sus trabajadores antes de contratarlos o después, pero con Camila no hizo nada. No desconfiaba de ella porque había tenido ya varios meses para poderle hacer algo o sacar algo de su vida privada pero no hizo nada, le tenía confianza, pero se sentía cohibida al no saber nada.

—Camila...

La morena volteó a verla y vio el rostro nervioso de su jefa y frunció el ceño un poco desconfiada.

—¿Sí, señora Lauren?

—Ehm... ¿Qué edad tienes?—Preguntó con seriedad.

Camila sonrío sin poder creerlo.

—Llevó trabajando con usted casi 4 meses, ¿y no sabe mi edad?—Vio como su jefa refunfuñó avergonzada y río ligeramente antes de contestar—Tengo 24 años, ¿usted?—Devolvió la pregunta ahora preguntándose qué edad tenía su jefa y se sintió avergonzada a decirle eso y ella no saber su edad.

Y al parecer Lauren tuvo el mismo pensamiento puesto que la vio con una sonrisa burlona.

—26 años, dos años mayor que tú— Respondió ligeramente aliviada el saber que su empleada no era tan joven o tan vieja—Es ridículo que me sigas tratando de señora y de usted cuándo sólo soy dos años mayor que tú.

—Es por respeto, es mi jefa y debo tratarla con respeto—Se sonrojó ligeramente al ver la ceja levantada de la mujer ante el comentario de tratarla con respeto—Falta trabajar en ello—Murmuró avergonzada.

Llegaron a restaurante riendo ligeramente, la castaña veía asombrada el lugar mientras la ojiverde pedía una mesa la cual se le fue entregada inmediatamente con tan sólo verla.

Mientras caminaban hacia su mesa siendo guiados por la mesera, Camila veía la iluminación del lugar en aspecto tipo de caverna elegante, el lugar era increíblemente sorprendente y asumía que increíblemente caro, con tan sólo ver el material con el que estaban hechas las decoraciones, los muebles, el tipo de persona que comía ahí, y que de reojo las veía, la guarnición de vinos y bebidas alcohólicas hasta el fondo del lugar.

La mesera parecía moverse elegantemente y coqueta buscando un tipo de mirada diferente del ojiverde pero está tenía su mirada centrada en la castaña que miraba todo asombrada.

—¿Te gusta?—Preguntó sintiendo un ligero orgullo ante la mirada con la cual Camila la vio.

—E-es... Wow, magnífico—Habló en voz baja sintiendo un enorme emoción recorrerla.

—Me alegra que te guste—Internamente bailaba con orgullo por haberla traído ahí.

—Aquí es su mesa—Habló la mesera con voz ligeramente suave y aguda, una combinación extraña pero posible.

Ambas miraron la mesa y se sentaron, aunque Camila le ganó la oportunidad de qué Lauren moviera su silla para que ella se sentara, lo que hizo que la ojiverde suspirara y se sentara sin tener la oportunidad de tener un gesto de romanticismo.

Camila le regaló una sonrisa sincera a la mesera, la cual le sonrió amigablemente ya que no tenía nada en contra de la mujer, quién parecía demasiado humilde y amable, no como sus demás clientes, entendió perfectamente que la millonaria tenía únicamente ojos para esa castaña y no haría nada para intervenir.

—Soy Mariana, y seré su mesera el día de hoy—Comenzó hablar acomodando perfectamente los manteles—Les dejaré la carta, si algo se les antoja y no está la carta, me pueden llamar y haré su pedido, no habrá ningún problema—Sonreía amablemente mientras dejaba las dos cartas que tenía bajo su brazo a cada una.

—Muchas gracias—Murmuró la castaña golpeando ligeramente, bajo la mesa con su pie, a la ojiverde para que dijeran lo mismo ya que está ni siquiera la miraba

La ojiverde frunció el ceño, aún sin mirar a la mesera, pero al sentir otro golpe de la castaña de su espinilla, maldijo muy bajo y decidió hablar.

—Gracias—Masculló rodando los ojos ante la mirada de la castaña.

—Un gusto, me llaman cuando quieran pedir—Habló con voz calmada y se se fue de ahí, dejándolas con privacidad y vio de reojo en la puerta como todos los guardias de la mujer se colocaban a la entrada e internamente tuvo un escalofrío.

—¿Por qué me pateaste?—Gruñó la ojiverde sintiendo su espinilla doler.

—Debes aprender a ser amable—Respondió paseando sus dedos por los cubiertos que la mesera había acomodado.

—¿Para qué?—Frunció el ceño mirandola.

La castaña la miro con incredulidad.

—¿Para qué?—La ojiverde asintió molesta—Habla bien de ti, te hace una mejor persona—Respondió sintiendo diferentes emociones golpearla.

—¿Y para qué quiero ser mejor persona?

—Así atraes a la gente—Contestó con sencillez bajando la mirada para abrir la carta.

—Aunque no sea amable, atraigo a demasiadas personas...

—Por tu dinero—Interrumpió la castaña parando de leer la carta y levantando la mirada para ver a la pelinegra—A nadie le importa como te sientas o como estás, ellas se centran en ti monetariamente—Suspiró y continuó viendo el como la ojiverde la veía con atención—Y aunque ahora digas que para ti esta bien porque obtienes algo sexual o de momento, con el tiempo vas a empezar a sentirte vacía, tanto que ni el sexo te va a llenar, o los objetos, los viajes, el dinero, somos humanos, e infortunadamente estamos programados para tener un acompañante.

La ojiverde veía como la castaña explicaba con tanta seriedad y dando a puntos que ella ya había considerado, pero quitandole la importancia al final.

—¿Infortunadamente?—Cuestionó ante aquella palabra que la hizo pensar que esto tenía mas en fondo

—Sí, infortunadamente, porque nosotros, los humanos, tenemos la desgracia de volvernos completamente fuera de si cuando no tenemos a alguien, somos seres de compañía, a pesar de que a mucho no nos guste—Se levantó de hombros volviendo a dirigir su mirada a la carta—Ahora dejemos la seriedad y pidamos, ya me dio hambre.

La ojiverde asintió, a pesar de que quería saber más a fondo que era lo que pensaba la castaña, supo que había algo personal ahí.

—Bien... Pero no sere totalmente amable—Avisó abriendo su carta escuchando de fondo la risa de su acompañante.

—No esperaba menos—Murmuró con risa risueña.

Pasaron solo un par de minutos en lo que ellas elegían lo que comerían, todo bajo miradas de reojos, ligeros roces de pies, y sonrisas reprimidas. Las personas alrededor miraban de reojo y uno que otro tomaba fotos y pequeños videos de ella, sin embargo, la mayoría de las fotos y videos fueron borrados cuando los trabajadores del lugar les pedían amablemente borrar todo.

La comida pedida había llegado después de varios minutos, los cuales Camila y Lauren habían estado hablando de cosas sin demasiado sentido, como el clima, pero a los minutos, cambiaron de tema a la vida laboral y privada de la ojiverde, quien no paró de hablar de ella mientras la castaña escuchaba todo con alegría y calma. Lauren y Camila habían pedido una orden de costillar y boneless, aunque la ojiverde tenía pensado pedir un omelette que tenía como ingredientes seis huevos, caviar Sevruga y una langosta entera, pero decidió compartir comida con la morena, vio como una pareja hacerlo y ella quería hacer lo mismo, a pesar de no ser pareja, y que eso no fuera completamente una cita.

Había empezado a comer sin importarle demasiado lo demás, la ojiverde estaba incluida en esa lista, hasta que sintió la mirada penetrante de la ojiverde en ella, y antes de levantar la vista, tomó una servilleta para limpiarse de la salsa de la que estaban bañadas sus boneless, y com vergüenza levantó la cabeza viendo la comida intacta de la ojiverde, y con Lauren viendola con un tipo de deseo.

—¿Por qué no comes?—Preguntó con nerviosismo ante la penetrante mirada de su jefa—Se supone que es para las dos—Mordió sus labios nerviosa.

La ojiverde sonrió y abrió la boca en un ademán de que la castaña le dé de comer, había visto una pareja hacer lo mismo y ante el comentario de ser "más normales" de Camila, quería hacer lo mismo.

La morena entendió el silencioso pedido y con un temblor por nervios y su corazón completamente alocado, tomo un boneless entre sus dedos, y al instante puso una mano debajo para que no cayera nada a la mesa, se levantó ligeramente al ver que la ojiverde no se acercaba a ella, y se inclinó para dejar, con delicadeza de no manchar demasiado a la mujer, entre sus labios y suspiró sintiendo un hormigueo recorrerla al rozar los labios humedos de la mujer cuando ella abrió más la boca para poder comer.

Pudo ver el brillo que se instaló en los ojos de la ojiverde cuando sintió el pedazo de pollo bañando en una salsa de mango con chile poco picante, el gemido de delicia por parte de la mayor paralizó por completo a la castaña, y aún más cuando sintió lengua de la pelinegra lamer ligeramente la punta de su dedo índice, salió de su shock cuando la ojiverde le pidió que comiera otras antes de volverle a dar.

Pasaron un par de horas en lo que terminaron el costillar y las boneless, con Camila alimentándose y alimentando a la ojiverde, a Lauren jamás le habían gustado ese tipo de comidas, sin embargo, sintiendo un tremendo revoleteó en su estómago, y por alguna razón, la comida le supo deliciosa.

Al salir del restaurante con alegría y el estómago lleno, ambas mujeres caminaban por la plaza con varios hombres de negro detrás, los hombros de ellas se rozaban ante cada paso y sus manos chocaban levemente, los nervios de ambas parecían haberse disuelto casi por completo después de aquella comida, sus palabras salían más fluidas y la incomodidad del ambiente desapareció como si jamás hubiera existido, pero aún así exisitia esa brecha de formalidad entre ambas.

—Camila—Dijo su nombre para llamar su atención.

—Dígame—Cruzó sus manos detrás de ella jugando con sus dedos.

—¿Nuestra relación mejoró?—Interrogó volteandola a ver de reojo.

Camila la miró confundida.

—¿Relación?

—Jefa-empleada—Respondió con seguridad.

—Ohhh—A los segundos soltó una risilla y asintió con una ligera alegría—Por supuesto que lo hizo—Afirmó y tomó su mano.

Lauren sintió su cuerpo estremecer al sentir el cálido tacto de la mano de la castaña, y milagrosamente no sintió la repulsión que normalmente sentía cuando alguien que no fuera familiar o amigo muy cercano le tomara la mano, ella sintio querer con ansias ese contacto, por más que ridículo que fuera.

—Esto no lo hace una relación jefa-empleada—Murmuró sintiendo esa fuerza de querer decir algo para molestar o incomodar.

Sin embargo, Camila río encantada y entrelazó sus dedos sintiendo una adrenalina como ninguna recorrerla, manteniendo esa sonrisa encantadora miro a la mujer y murmuró.

—Algunas si lo hacen.

***

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