—RenJun, levántate.
Una queja se escuchó por parte del mencionado quien yacía acostado de la manera más incómoda posible, más sin embargo, la más cómoda para RenJun.
ChenLe llegó hacia él y lo sacudió en el intento de despertarlo. Otra queja se escuchó.
—Está bien que sea sábado pero debes despertar, son la una de la tarde y ni siquiera has desayunado. Puedes comer y seguir durmiendo. —dijo con total tranquilidad.
RenJun abrió uno de sus ojos y con pesadez estiró cada músculo de su cuerpo para finalmente levantarse del sillón.
Accidentalmente se había quedado dormido en el sillón de ChenLe.
El día anterior a ese había sido fatal para ambos.
Le ofreció su casa para así poder platicar a gusto y vivir por un tiempo desde la segunda semana en la que RenJun se notaba decaído, su mejora era visible. En aquel día, tal vez beber un poco serviría para curar el tonto corazón de RenJun.
ChenLe quería ayudar a su amigo para que se desestresara un poco, en todo caso desahogarse, había salido mal.
—Te tomaste casi dos botellas de alcohol de mi vitrina, no puedo creerlo, ¿Estás bien? —su risa resonó en los oídos de RenJun como un martillazo y este por inercia los cubrió.
—No lo sé. —la voz salió ronca y un poco seca.
—Ve a ducharte, así te compones un poco. —recomendó.
—Esperaré un rato.
—Oh, Dios mío.
—¿Qué? —preguntó mirando extrañado a ChenLe quien lo observaba con disgusto— ¿Tengo algo en la cara?
—Te ves horrible.
—Y tu te ves muy bien, ¿No? —rio solo, doliéndole el acto y recayendo en su cabeza.
—Ayer lloraste demasiado.
—¿Llorar? —dijo sin entender.
—Sí, estuviste así como por tres horas diciéndome que-...
—No —detuvo sus palabras—. Tan solo espera a que termine de bañarme y... Me cuentas todo. —hizo una ademán con sus manos para que procediera después de que el martirio en su cabeza y cuerpo disminuyera.