✱ Pero así no era el cuento...

By PriscilaGibert

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Rubí Labelle vuelve por el camino más corto, pero más oscuro. Una niña pequeña con una capucha roja y zapatil... More

1 ~ Caperucita Roja
2 ~ La Bella y la Bestia
3 ~ Rapunzel
5 ~ La Sirenita

4 ~ Cenicienta

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By PriscilaGibert

CADA QUIÉN CON SUS DEMONIOS


Luz Igneus pasaba un mal momento —irritante, más que nada— cuando se cruzaba con alguien que sabía latín. Todos se creían muy listos y soltaban esa sonrisita de condescendencia al comentar que "igneus" estaba mal declinado en su nombre porque ella debería ser "ignea". Claro que no les hacía caso, pero después de tantos años le jodía un poco y ya estaba a la defensiva cuando alguien sacaba el tema con humor.

Por eso cuando se casó con Fenris Wolf (un nombre interesantísimo y muy acertado, cabe decir, y a él nadie se atrevía a comentarle al respecto) y tuvo un hijo con él, decidió darle al bebé el nombre de Fénix, porque Fénix Igneus era una composición perfectamente declinada de la que nadie diría ni mu. Lamentablemente, a Luz le sobraba ingenio pero le faltaba sentido común, porque tener un hermanastro menor llamado "fénix ardiente" era lo único que Skoll y Hati Wolf necesitaban para hacerle la vida imposible al niño. Tampoco ayudaba que Fénix fuese más bueno que el pan —y sobre todo, que le gustase bailar.

. ~ . ~ . ~ .

Me gustaría hacer de abogado del diablo y defender el actuar de los mellizos Wolf, pero hay cosas que son imposibles hasta para mí. Skoll y Hati no tenían nada digno de defender. Ni siquiera eran un ejemplo de trabajo en equipo o de lealtad; el único momento en que se podría decir que se apoyaron como hermanos sería muchos años después, tras la muerte de Hati a manos de una exsoldado del Ejército Argentino. Skoll tal vez lo sintió como una afrenta personal, y por eso secuestró a la nieta de la culpable. Puedo decir con bastante seguridad que no lo hizo por amor a su hermano, pero eso es otra historia. En este momento estamos con Fénix, y eso es más que suficiente.

Luz Igneus murió poco después del parto, dejando a su único hijo el legado de su nombre y un padrino en Europa, y nada más. Fénix quedó a cargo de sus hermanos mayores, que tenían diez años más que él y pocas ganas de educar a un mocoso llorón. Por otro lado, su padre Fenris no estaba interesado en absoluto en su existencia, y lo ignoró durante gran parte de su vida. Esa fue una de las razones por las que Fénix retuvo su apellido materno y se presentaba como Fénix Igneus en sociedad, evitando ser asociado con la nefasta familia Wolf. Nefasta la familia, infausto el destino del muchacho. Pero me estoy adelantando. Todo a su tiempo.

El dinero que Fenris Wolf tenía era mucho y todo ganado de forma ilícita. Como eso es mucho más fácil que trabajar duro, sus dos hijos mayores siguieron sus pasos tan pronto como aprendieron a mentir, y debo decir que les salía de maravilla. Su madre, fallecida cuando eran pequeños, no había sido mucho mejor; Dios los cría, ellos se juntan. Luz era más buena, y Fenris tal vez creyó que le ayudaría tener un pequeño cambio en su vida, pero el temprano deceso de la mujer mató de raíz esa esperanza y él volvió a sus andadas. Poco le importaba que hubiese salido un fruto de su relación, y menos aún cuando Fénix dio señales desde el principio de que no iba a ser capaz ni de matar una mosca.

. ~ . ~ . ~ .

—Skoll... —comenzó Fénix, plantándose frente a su hermanastro. Cuando éste alzó la vista y vio que Fénix estaba a punto de pedir algo, torció el gesto.

—No —respondió en tono seco.

—¡Ni siquiera sabés lo que iba a preguntar, Skoll! —se quejó Fénix, cruzándose de brazos.

Su hermanastro arrugó la nariz, volviendo la atención a su teléfono al contestar.

—Alguna idiotez. No me hace falta escucharte. Andá a molestar a Hati.

—Hati... —empezó Fénix, girándose hacia su otro hermanastro, pero éste también lo interrumpió sin miramientos.

—A mí tampoco me hablés. Estoy ocupado.

—Estás mirándote al espejo, ¿eso es estar ocupado? —soltó Fénix, un segundo antes de darse cuenta de que no había sido muy buena idea.

Hati bajó los brazos que había estado flexionando para admirar sus bíceps, y caminó hacia Fénix hasta que lo cubrió completamente con su sombra. El muchacho se encogió por instinto, pero le sostuvo la mirada hasta que Hati torció la boca en una mueca.

—¿Qué mierda querés? Si es plata, no te voy a dar.

—El examen de ingreso en el Teatro Colón es dentro de dos meses, y no me coinciden los colectivos para viajar, y no tengo plata como para pagarme un hotel. Además dura cuatro días y tengo que comprarme zapatillas de media punta porque las que tengo están...

—No te voy a llevar, no te voy a dar plata, metete tu examen por el culo y dejá de joderme. Maricón.

Fénix sintió que sus mejillas ardían, y los ojos le picaron.

—¡Bailar ballet no es sólo de mujeres! —espetó por enésima vez en su vida. Cómo siempre, eso sólo sirvió para echar leña al fuego, y Hati esbozó una sonrisa torcida.

—¡Maricón! ¡Minita!

—¡Andate a cagar, Hati!

Hati le lanzó una trompada directo a la nariz, pero Fénix ya estaba acostumbrado y la esquivó con un movimiento ágil y flexible, cosa que sólo sirvió para que Hati lo imitase con exageración, en una parodia terriblemente ejecutada.

—El fénix volador, tururú... —canturreó Skoll sin levantar la vista de su teléfono. Fénix estaba harto, y salió dando un portazo.

. ~ . ~ . ~ .

"Mi vida es una porquería," escribió Fénix en su diario. Las palabras le ayudaban a enfocarse. Bailar le ayudaba más, pero no podía hacerlo sin que Skoll y Hati se enterasen, y no quería discutir de nuevo. "¿Por qué está mal que mi sueño sea bailar? No le hago daño a nadie, al contrario que Skoll y Hati con sus fechorías. Ni siquiera les afectaría mi fama, porque no me presento con el apellido Wolf. ¿Tan difícil es que me dejen ser feliz? ¿Qué ganan con joderme la vida?"

Dejó la lapicera en el escritorio y apoyó la frente en el papel frío del cuaderno. Estaba cansado. Y quería bailar. Necesitaba zapatillas nuevas, las suyas estaban dando su último aliento. ¿Y si pasaba el examen? ¿Y si entraba al Instituto Superior de Arte y luego se convertía en bailarín del Ballet del Colón? Su padre firmaría el acuerdo, no podía importarle menos; el problema eran sus hermanastros. No sabía cómo, pero si lograba ir al examen y lo aceptaban, sería libre.

¿A quién tenía de su parte? La profesora de ballet. No tenía plata como para ayudarlo, y había sido tan buena como para becarlo en su escuelita cuando Fenris se negó a pagar. También estaban sus compañeros (compañeras, más bien), pero eran todas menores de edad, como él. No podían ayudarlo. Nadie más. No había más familia.

Su padrino.

Y de qué carajo le servía su padrino, si estaba en Europa y jamás lo había visto. Levantó la cabeza y volvió a contemplar las palabras que ya se habían secado en su diario, pensando. ¿Tenía realmente algo de dignidad que perder? No, decidió.

Entró a Facebook en su celular y encontró enseguida al usuario. Hacía años le había enviado una solicitud de amistad, pero después del saludo reglamentario de contactos en Messenger, no habían vuelto a hablar. Suspiró, se encogió de hombros y escribió.

"Hola, padrino. ¿Cómo estás? Quería pedirte un favor."

. ~ . ~ . ~ .

Su celular sonó a las cinco de la mañana con el característico tono de Facebook Messenger, y Fénix, que no había podido dormir bien, se espabiló en tres segundos y observó la pantalla ansiosamente.

"Hola, Fénix. Todo de maravilla por aquí, ¿y tú? Por supuesto, dime. ¿Qué necesitas?"

Pero qué fácil había sido. Si le ayudaba en lo que quería, su padrino se habría redimido por sus trece años de no-existencia en la vida de su ahijado. Las manos le temblaban de la anticipación al responder.

"Gracias por contestar, la verdad no sabía a quién más acudir. No sé si estás al tanto de mi situación, pero me gusta mucho bailar ballet, mi sueño es entrar al Teatro Colón y hay un examen de ingreso en diciembre, pero me queda muy lejos y no tengo plata ni forma de ir sin ayuda de mi familia. A mi papá ni le hablo, no le importo mucho, y mis hermanos odian el ballet y se negaron a ayudarme de la manera que sea. Necesito conseguir un pasaje de ida y vuelta a la ciudad de Buenos Aires, y estadía de cinco días en un hotel."

La respuesta tardó sorprendentemente poco en llegar.

"¿Pero cómo vas a viajar, siendo menor de edad, sin autorización de tus padres? ¿Y qué hay de la inscripción al examen?"

Fénix lo dudó un momento, pero decidió que tampoco le quedaba vergüenza, y contestó.

"Conozco la firma de mi papá, la he falsificado para entrar a la biblioteca y al cine a veces. Él hace como si yo no existiera. También puedo conseguir su documento, e inscribirme como si fuese de parte de él. Estoy a tiempo para las inscripciones, por eso te pedí ayuda."

Esta vez tardó un poco más en llegar el mensaje de su padrino, pero al final apareció en la pantalla.

"Pásame la fecha en que tienes el examen, y la dirección de tu escuela de ballet, o algún lugar seguro y con gente para que nos encontremos. Estoy libre y puedo viajar a Argentina para esas fechas. Quería verte, de todos modos. Vamos a solucionar esto, no te preocupes. Ahora ve a dormir, son las cinco y media de la mañana en Argentina, ¿cierto?"

Fénix no pudo dormir de la emoción.

. ~ . ~ . ~ .

Fénix no sabía qué esperar. En su foto de perfil, su padrino se estaba tapando el rostro con una máscara verde de madera, y Fénix sólo podía distinguir que era pelirrojo, de un tono más bien anaranjado. Eso y su nombre, Luke Igneus. Primo de su madre, o algo así.

Estaba fuera de la escuela de ballet, un rato antes de la clase, esperando. Luke le había dicho que ya había llegado al aeropuerto, y que se estaba tomando un taxi. Llegaría en cualquier momento.

Por alguna razón, Fénix se esperaba a un hombre adulto, de más de treinta años al menos, y por eso tardó en reaccionar cuando un joven se acercó caminando directamente hacia él, dando vuelta la esquina. Apenas si parecía mayor que Skoll y Hati, y los mellizos tenían veintitrés años. Era alto y delgado, vestía todo de cuero negro como un motoquero, y su pelo rojizo era muy largo, mucho más que el de Skoll y Hati. No encajaba en lo más mínimo con el entorno, y lo mejor era que no parecía importarle en absoluto. Se acercó con pasos totalmente seguros y frenó delante de Fénix. Se contemplaron por unos segundos, hasta que el tipo le tendió la mano.

—Fénix, ¿cierto? Encantado de conocerte. Luke.

Fénix le estrechó la mano por reflejo, pero aún estaba anonadado, y Luke le ofreció una amplia sonrisa. Tenía los colmillos súper puntiagudos.

—Me nombraron padrino tuyo cuando tenía doce años —explicó como si Fénix le hubiese preguntado. Tenía acento de España, limpio y claro, lleno de zetas y eses silbantes. Fénix estaba asombrado. Vaya padrino más raro—. Soy más joven de lo que esperabas, ¿a que sí?

—Creía que tendrías la edad de mi papá, más o menos —confesó el chico.

Luke se rio por la nariz y negó con la cabeza, antes de mirar alrededor. Las compañeras de Fénix, que estaban llegando a la clase en ese momento, se quedaban todas mirando a su padrino con cara de bobas.

—Así que aquí es donde bailas, chaval —dijo Luke, casi como una pregunta—. Voy a observarte ensayar, y si me convences, el viaje a la capital es tuyo. No voy a gastar dinero en alguien que luego resulta que baila fatal, ¿sabes?

Fénix definitivamente no estaba esperando eso, pero asintió. Tenía confianza en sí mismo, y convencería a su padrino del mismo modo. Total, ¿qué podía perder?

. ~ . ~ . ~ .

—Av nebbet så laga han kyrkjebåt, hei fara, han kyrkjebåt... Så folk kunne segla båd' frå og åt, hei fara, faltu riltu raltu ra... Av augo så laga han stoveglas, hei fara, han stoveglas... Og nakken han hengde på kyrkja til stas, hei fara, faltu riltu raltu ra...

—Luke...

Su padrino llevaba un rato cantando una canción en un idioma rarísimo, en el que Fénix no podría decir dos palabras seguidas sin que se le enredase la lengua. El ritmo era repetitivo, todas las estrofas exactamente iguales, con ese corito de "faltu riltu raltu ra" todo el tiempo. El chico sentía una profunda curiosidad sobre qué significaba eso, o en qué idioma estaba al menos. Luke levantó un dedo para frenarlo y siguió cantando.

—Og den som 'kje kråka kan nytta so, hei fara, kan nytta so... Han er'kje verd ei kråke å få, hei fara, faltu riltu raltu raaaaaaaaaaa... —Luke hizo un gesto dramático con la mano como un director de orquesta dándole final a una obra, y luego le sonrió, quitando los ojos de la ruta al frente—. Disculpa, tenía que terminarla o me iba a quedar mal. ¿Qué decías?

—¿En qué estás cantando?

—Noruego.

—¿Sabés noruego?

—Sí, soy profesor —dijo Luke con seguridad, y volvió la vista a la ruta. Luego de unos segundos en que Fénix lo miraba con admiración, su padrino soltó una carcajada por la nariz y sonrió de oreja a oreja—. No, te estoy vacilando, tío. Sólo me aprendí la canción de memoria, y sé decir "Hola" en noruego. No soy tan inteligente.

—¿Pero sabés qué significa la letra?

—Habla de un tío que fue al bosque y vio un cuervo enorme, y pensó: "Vamos, que este cuervo me va a querer hacer picadillo si me ve". Entonces volvió a su hacienda y cogió su arco, y fue de nuevo al bosque. Disparó al cuervo, y lo ató a diez de sus caballos, pero el pajarraco era tan grande que no lo podían arrastrar, así que puso dos caballos más, y logró llevarlo hasta su granero. Y ahí comienza a decir qué hizo con el cuervo. Con el pellejo hizo pegamento, saló la carne y la puso en barricas, hizo una comida con la lengua, fabricó cuerdas con sus entrañas, usó las garras como rastrillos para el estiércol, puso el pico como barco de la iglesia, usó sus ojos como cristal de ventanas, y clavó el cuello en la iglesia, de decoración —Luke arrugó la nariz en un gesto de asco, y Fénix lo imitó sin proponérselo. Su padrino lo miro brevemente, y se rio—. Sí, muy bonito, gran gusto en decoración, ¿no? Luego dice que si tú no puedes hacer todo eso con un cuervo, ni intentes atraparlo en primer lugar. Es una canción de cuna en varios países de Escandinavia. Qué trauma deben pasar los pobres niños cuando escuchan a su madre cantarla —Luke negó con la cabeza, levantando las cejas. Fénix soltó una risita y pegó la nariz a la ventana del auto cuando se dio cuenta por dónde estaban.

—¿Estamos llegando?

—Al menos eso dice el GPS —contestó Luke. Las luces de la enorme ciudad de Buenos Aires se veían al frente, en todo el horizonte, justo debajo de las nubes rosas del atardecer.

Creo que hay que hacer una aclaración: Luke estaba como una cabra (no tanto como Rubí lo estaría años después, y de una forma mucho más agradable, cabe decir), y le había ofrecido a Fénix un viaje en auto en lugar de tomar un avión. Principalmente porque por mucha falsificación de firmas que Fénix hiciese, iba a ser difícil pasar por un aeropuerto sin ser detectados, y después, porque ir en auto era más divertido. Fénix se había escapado de su casa a las cuatro de la mañana el día fijado, y contestó las llamadas iracundas de sus hermanastros recién cuando estuvieron lo suficientemente lejos en la ruta. No les dijo nada sobre su padrino, dándoles a entender que estaba solo, y les aseguró que volvería en pocos días, que tenía todo bajo control. Recibió unas cuantas amenazas de muerte por haberse ido, que Fénix no podía entender del todo porque, al fin y al cabo, ¿no estaban Skoll y Hati hartos y no estarían acaso mejor sin él? A veces no los entendía en absoluto. ¿Lo querían o no?

—Esto merece una entrada triunfal —soltó Luke de la nada, y le hizo un gesto con la mano a Fénix para que le pasase su celular.

El Bluetooth estaba ya conectado desde hacía rato, y Luke tardó unos segundos en encontrar la canción que quería, quitando los ojos de la ruta con total despreocupación. No tuvieron un accidente sólo porque Dios lo quiso, la verdad. Al final Luke lo logró y volvió la mirada al camino mientras comenzaba a sonar el tema de "Rocky" a todo volumen. Eso, rock pesado, Lady Gaga, música clásica, canciones de cuna de terror en noruego... ¿podía alguien tener un gusto musical más variado? Fénix había escuchado en ese viaje canciones de todas partes del mundo y de todas las épocas. Su padrino, volvió Fénix a decirse a sí mismo, era rarísimo.

. ~ . ~ . ~ .

Fénix consiguió sus zapatillas nuevas, y no sólo eso. Por primera vez en mucho tiempo, o en toda su vida tal vez, se sintió realmente cómodo hablando de lo que le gustaba, y su padrino lo escuchaba con atención. Si le aburrió que Fénix le hablase de su vida entera, no lo demostró en absoluto. Habían viajado con un día de anticipación y Luke lo invitó al cine y al museo, le compró comida chatarra, cantó con músicos callejeros y le dejó hacer shopping como si el dinero creciese de los árboles. Parecía ser rico, y Fénix no se lo cuestionó realmente. Era feliz y eso bastaba.

Alquilaron una suite en un hotel y Fénix estaba encantadísimo con el buffet en el comedor, y con la vista sobre la ciudad, desde el balcón. Más que eso aún, estaba emocionado por el examen del día siguiente, para la cual ya se había inscrito de forma online en octubre. Luke parecía igual de emocionado que él y le dejó ensayar en la misma habitación del hotel mientras miraba desde la cama y tarareaba la música entre dientes, hasta terminar sumándose a él con pasos de ballet muy mal hechos que les dieron un ataque de risa a ambos.

Luego de la cena fueron a dormir. Fénix seguía despierto mucho tiempo después, mirando el techo en la oscuridad. No podía conciliar el sueño, tenía demasiada emoción bullendo en su pecho, el aire era húmedo y cálido, y la ciudad nunca dormía, con sus autos y sus luces. Si hubiese estado dormido no hubiese notado que Luke se levantaba de su cama a eso de las cuatro de la madrugada.

Fénix lo escuchó caminar hasta sus valijas, aunque le costó porque su padrino se movía como un gato, sin hacer ruido. Escuchó el cierre de un bolso, y luego los pasos de nuevo, ahora en dirección al balcón. Las puertas de cristal se abrieron casi en silencio, y la silueta de Luke fue visible contra el perfil iluminado de la ciudad. Llevaba una botella en una mano y algo en la otra, que resultó ser un paquete de cigarrillos. Se llevó uno a los labios y se vio el destello dorado del fuego cuando lo encendió, por un momento. Soltó una nube de humo, y luego salió al balcón y Fénix dejó de verlo.

El chico se incorporó y se quedó sentado en el borde de la cama, dudando. ¿Volvía a dormir? ¿Qué hacía Luke fumando a esa hora? No era quién para decirle nada, pero le daba curiosidad y preocupación a la vez. Tardó en decidirse, y cuando iba a acostarse de nuevo, oyó algo que indiscutiblemente era un sollozo, seguido por Luke sorbiéndose la nariz.

Fénix se puso de pie y se acercó al balcón, hasta que distinguió a su padrino sentado sobre la baranda, con la botella en una mano y el cigarrillo encendido en la otra, y los pies descalzos colgando a muchísimos metros sobre las calles debajo. ¿Era suicida o qué? Aun dándole la espalda, Luke se dio cuenta de que Fénix estaba ahí. Soltó una risa por la nariz como tenía por costumbre, pero sonó muy congestionada, y acto seguido se pasó la manga de la camisa por los ojos. Era obvio que había estado llorando.

—Ve a dormir, chaval. Mañana tienes un día importante.

Fénix no le hizo caso y se quedó parado ahí, en las puertas del balcón.

—¿No te vas a caer?

—Qué va, Fénix. Deja de fastidiar y vete a dormir —contestó su padrino encogiéndose de hombros y balanceando una pierna. Su cuerpo entero osciló peligrosamente a centímetros de una caída mortal.

—¿Por qué no te bajás de ahí, padrino? En serio. Te vas a caer.

—Lo que faltaba, tío. ¿Quién es el adulto aquí?

Fénix cobró coraje y le plantó cara, avanzando hasta llegar a sujetarlo del brazo.

—No te estás comportando como uno. Bajate de ahí.

—Vaya cojones tienes. Vete a dormir, sé lo que hago, no me voy a matar. Déjame en paz.

Fénix tiró de su brazo hasta que Luke se giró a mirarlo.

—Mirá, si te caés o te tirás, yo no sé qué mierda hacer. Soy un menor de edad en una ciudad que no conozco, Luke. No sé qué problemas tenés, pero si te ponés así no sé para qué vinimos.

Su padrino soltó un gruñido exagerado seguido de un suspiro, y luego se puso de pie con un salto sobre la baranda e hizo equilibrio unos segundos antes de saltar al suelo del balcón. Ya en terreno seguro, se afirmó con los codos en la baranda y le dio una larga pitada a su cigarrillo mientras contemplaba la ciudad a sus pies. Fénix se afirmó a su lado y lo miró de reojo. Después de un momento, Luke soltó el humo que retenía y luego empinó la botella contra sus labios. Fénix no tenía experiencia, pero podía suponer que cigarrillo y alcohol no eran la combinación más saludable. No tenía esa imagen de su padrino. Parecía tan... joven. Tan alegre de día.

—¿Qué te pasó? —preguntó Fénix, sin anestesia. Luke soltó una risa desprovista de gracia.

—No lo entenderías —contestó, y como Fénix le puso los ojos en blanco, sonrió, esta vez un poco más de verdad—. Problemas míos, chaval. Todo el mundo tiene sus propios demonios, y no necesitas saber de los míos. Puedo comportarme como un padrino normal por unas horas al día, pero... Vamos, que cuesta demasiado, para que encima me fastidies la noche.

—Pero ya me enteré. ¿No me vas a contar?

—La curiosidad mató al gato, ¿sabes?

—Pero murió sabiendo —contestó Fénix en tono picante, y a Luke se le escapó una carcajada en medio de una inhalación de su cigarrillo. Comenzó a toser por el humo, y cuando se recuperó se seguía riendo.

—Eres un crío, despreocúpate —dijo cuando dejó de reír—. Tienes un examen mañana, seguro que lo apruebas y te cambiará la vida. Yo sólo soy tu hada madrina en el proceso. Cuando termine todo esto, me iré por donde vine.

—¿E igual no me podés decir? —insistió Fénix, genuinamente curioso.

—Joder. Eres un pelma. ¿Qué quieres saber?

—Por qué estás así de mal. Entiendo que te guste fumar, o tomar, pero estabas llorando. Desde que te conozco me parecías feliz. ¿Pasó algo?

—¿Qué sabes tú de mí?

—¿Nada? Sólo sabía tu nombre y que vivís en Europa, o vivías hace trece años. Mi mamá murió ahí nomás después del bautismo. Yo no la recuerdo para nada.

—Bueno, para empezar, tu madre era mi prima, tenía la edad de mi hermana mayor. Como ya te dije antes, me nombraron padrino cuando tenía doce años, y yo estaba cabreadísimo. Me negué a mantener contacto contigo por ello.

—¿Cabreadísimo?

—Muy enojado.

—Entendí qué significa, no digo eso —contestó Fénix, sacudiendo la cabeza—. Quería decir que por qué estabas cabreadísimo.

—Mis padres habían fallecido un mes antes, y tu madre pensó que tener un ahijado me daría... No sé, la verdad. ¿Una razón para vivir? Al menos eso le dijo a mi hermana, yo escuché detrás de la puerta. Me pareció una gilipollez tremenda, y estaba de duelo. No quería un ahijado ni ver a nadie por ninguna razón. Era un chaval, por Dios. No sé qué quería tu madre, y tampoco tuve posibilidad de preguntarle cuando me calmé, años después.

Fénix se quedó en silencio, y Luke no lo presionó para obtener una reacción. La curiosidad del chico había quedado satisfecha, pero sólo a medias. La explicación de su padrino había dejado un par de incógnitas sin responder, empezando por el hecho de que había estado llorando. Hacía trece años de la muerte de sus padres. ¿Tanto tiempo dolía?

—¿Pero por qué...? —empezó, y Luke alzó las manos al cielo como pidiendo paciencia.

—Joder, tío. ¿Cuánto más necesitas saber? Estaba cabreado, no te quería, ahora te he dado una oportunidad. ¿No es información suficiente? ¿Qué eres, el FBI?

—Perdón —dijo Fénix, nervioso. No era su intención irritarlo. Luke había sido la persona más amable que había conocido en mucho tiempo, después de su profesora de ballet. Luke chasqueó la lengua después de un momento.

—Vale, dispara. ¿Qué más quieres saber?

—¿Por qué estabas llorando?

—Joder, qué directo... Hasta hace menos de un mes estaba en la mierda, tío, y que me hayas hablado me ha distraído de todo ello. Pero estoy bien. No le des vueltas, vete a dormir.

Fénix no se fue, y Luke se enderezó y giró a mirarlo con una mueca de exasperación. Fénix siguió su instinto e hizo lo que jamás había podido hacer con nadie, lanzando los brazos alrededor de la cintura de su padrino y sepultando la cara en su abdomen. Más alto no llegaba. Sintió el cuerpo de Luke tensarse al instante, en respuesta al contacto.

—Chaval, que te voy a quemar el pelo —gruñó Luke, alejando la mano en que sostenía el cigarrillo. Fénix no le hizo caso, y lo abrazó un poco más fuerte, hasta que su padrino dejó la botella en la baranda del balcón y le dio palmaditas en la espalda—. Ya, Fénix. Tranquilo. Estoy bien, joder. Cálmate.

Fénix no había llorado, pero ganas no le faltaban. Si antes pensaba que su vida era una porquería, ahora veía que había quien estaba peor que él. Se separó con reticencia después de unos segundos y lo recorrió un escalofrío de emoción cuando la mano de Luke le revolvió el cabello con cariño. Su padrino le estaba sonriendo al fin, y parecía estar mejor que al principio.

—Vete a dormir, anda.

Esta vez el chico le hizo caso, y escuchó que Luke volvía a su cama poco después también. A pesar de los nervios, eventualmente se quedó dormido.

. ~ . ~ . ~ .

—¡Arriba, Bella Durmiente!

Fénix despertó con el sol en la cara. Luke estaba secándose el pelo con una toalla cuando lo distinguió entre sus párpados pesados. Luego cayó en la cuenta de qué día era, y se despejó por completo.

—¿Qué hora es? —preguntó sentándose en el borde del colchón.

—Las nueve. Has dormido como un tronco, y no te he querido despertar antes. Vamos, te da tiempo a darte una ducha y a desayunar antes de ir al teatro.

—No tengo hambre —dijo Fénix sintiendo un nudo en el estómago.

—Esos son los nervios. Tienes que comer, o te vas a desmayar en mitad del primer día de examen. Sería ridículo y negaría cualquier tipo de parentesco contigo.

Fénix soltó una risita entre dientes y se levantó. Arrastró los pies hasta el baño y se duchó en tiempo récord antes de preparar sus cosas y bajar a desayunar con Luke. Decir que simplemente estaba nervioso era algo muy suave. Fénix sentía que se iba a morir del estrés en cualquier momento.

Su padrino lo obligó a comer, y Fénix logró pasar una tostada y un vaso de jugo de naranja a duras penas por su garganta. En cuanto lo hizo se sintió un poco mejor, lo suficiente para dejar de temblar al menos. Luke lo acompañó al Teatro Colón, donde tomaría lugar la primera prueba presencial. La segunda prueba también sería en el Colón, al día siguiente, y las dos últimas en la sede del ISA, en los otros dos días que seguían. Todas las pruebas eran de carácter eliminatorio, cosa que no ayudaba en nada a los nervios de Fénix.

Con toda soltura, sin embargo, presentó el original del DNI de su padre Fenris, que en realidad era una copia perfectamente falsificada por el mismo Fenris en alguna de sus tramoyas anteriores, y que Fénix había conseguido por casualidad. Su partida de nacimiento sí era original, y lo mismo su propio documento de identidad. Todo ello sólo era necesario para verificar la validez de lo enviado digitalmente en la inscripción de octubre, y Fénix pasó sin problemas. Luke se quedó esperando fuera porque la mesa de exámenes no admitía acompañantes.

En esa primera prueba evaluaban la aptitud física de los bailarines, y Fénix, a pesar de sus nervios, la pasó de forma brillante. Cuando salió a encontrarse con Luke parecía estar flotando de la emoción, y aceptó la oferta de su padrino de ir al zoológico con tanta euforia que Luke lo estuvo burlando un buen rato entre risas.

El segundo y tercer día de examen corrieron sin ningún impedimento, y Fénix estaba realmente feliz junto a Luke, quien seguía despertándose de noche. Fénix, sin embargo, no lo volvió a interrumpir en esos momentos, y en la mañana su padrino era la persona más alegre y llena de cafeína del mundo, despertándolo con apelativos cada vez más estrambóticos y llenando de luz la corta y patética vida de su ahijado, sin saberlo.

Fue en el cuarto y último día de examen que Fénix recibió una llamada de sus hermanastros, quienes ahora sonaban sinceramente preocupados. Fénix anhelaba creer que les importaba, y por ello atendió sus razones sin discutir. Los mellizos le decían que en casa estaban alarmados, que incluso su papá estaba nervioso, que dónde estaba parando, en qué zona de la capital, que había mucha inseguridad, ¿y si lo asaltaban? ¿Y si lo raptaban? ¿Y si lo mataban? ¿Cuándo iba a volver? ¿Estaba solo? ¿Y el examen? ¿Al final lo había hecho, después de todo? ¿Tenía plata suficiente? ¿Tenía pasaje de vuelta? ¿Estaba seguro con su autorización falsa? ¿La policía no lo había agarrado?

Fénix los tranquilizó. No mencionó a su padrino, claro está, porque no quería que Skoll y Hati se metieran en medio de algo tan lindo, que seguro que lo harían si se enteraban. Les dijo que estaba bien, que tenía todo bajo control, que le estaba yendo genial, que en dos días emprendía el viaje de vuelta porque aprovecharía a ver una función profesional en el Teatro Colón antes de irse, justo después del examen. Les dijo que estaba a tres cuadras del Teatro Colón, así que moverse era seguro porque no tenía que caminar mucho. Luego colgó la llamada, y entró a la sede del Instituto Superior de Arte con Luke a su lado. Había pasado las pruebas anteriores, de aptitud física, de técnica de danza clásica y de lenguaje musical. La de hoy era prueba de francés. Fénix había estado estudiando durante meses con su profesora de ballet, quien sabía el idioma a la perfección.

. ~ . ~ . ~ .

Fénix había aprobado el examen completo, y se pasó dos horas llorando en el baño del hotel, con Luke riéndose del otro lado de la puerta y soltándole frases inspiracionales de Facebook en un español castizo perfecto, sólo para hacerle reír.

Eventualmente lo logró, y Fénix salió del baño hecho una persona nueva, con una vida brillante al frente. Ni Skoll ni Hati ni su mismo padre lo frenarían. Iba a bailar, y bailaría hasta que ya no tuviese pies. Luego la adrenalina que lo había acompañado los últimos cuatro días lo abandonó, y cayó dormido a media tarde. Su padrino no lo despertó, y cuando abrió los ojos, eran las siete de la mañana del día siguiente.

La función en el Teatro Colón era esa noche, por lo que tenían todo el día libre. Fénix y su padrino salieron en dirección a La Plata en auto, y dando vueltas por ahí encontraron un muelle de pesca que daba una vista genial sobre el mar; Luke dijo que era aburrido y que quería irse, pero Fénix insistió, y su padrino lo dejó quedarse a regañadientes. Había empezado a lloviznar y el cielo estaba encapotado, pero no le importaba mucho a Fénix. Mientras él contemplaba las olas que azotaban los pilotes del muelle cinco metros más abajo, afirmado en la baranda de cemento y metal con los codos, su padrino se había sentado en el suelo dándole la espalda al agua y murmurando para sí mismo en voz tan baja que ni siquiera se distinguía qué idioma era.

—Joder —soltó Luke de pronto en voz alta, separándose del cemento donde había estado apoyando la espalda y poniéndose de pie. Fénix se giró a verlo y su padrino se sacudió como un perro mojado, llevándose una mano a la espalda.

—¿Qué pasó? —preguntó Fénix sorprendido.

—He sentido que algo me andaba por la espalda.

—¿No habrá sido agua? Si está lloviznando...

—No lo sé, pero me ha pillado por sorpresa —contestó Luke, aunque soltó una risita por la nariz como si se burlase de sí mismo.

—¿Querés que me fije?

—Vale, si hay una araña la matas, que las odio.

Fénix sonrió divertido y le levantó la camiseta para ver la espalda, pero no había nada. Ni bicho ni picadura.

—No hay nada —aseguró—. Seguro te lo inventaste, estarás nervioso.

—Supongo. Estoy un poco alterado. ¿Pero de verdad que no hay nada? —insistió Luke, y se quitó la remera del todo para sacudirla. Ambos estaban distraídos y Fénix estaba a punto de preguntarle por qué estaba alterado, y ninguno de los dos vio a los mellizos Wolf acercándose desde el comienzo del muelle.

Habían estado siguiendo a Fénix desde la mañana, usando la poca información que él les había dado por teléfono y utilizando todas las herramientas —legales e ilegales— a su disposición. Claramente no estaban en casa cuando habían llamado. Cuando descubrieron que su hermano menor estaba en compañía de un joven poco mayor que ellos con una pinta de lo más extraña, que mantenía una cercanía constante con Fénix y más de una instancia de contacto físico, se habían hecho una película en la cabeza que era a la vez grotesca y muy creativa.

La situación en el muelle empeoró el panorama, si eso era posible. Skoll y Hati los vieron justo cuando Luke se estaba quitando la camiseta, y Hati desenfundó el arma que llevaba cruzada en el cinturón. Un desconocido estaba acosando a su hermano menor, y eso era todo lo que podía ver. En pocos pasos veloces había llegado a la altura de Fénix y Luke, con Skoll pisándole los talones.

—¡Hijo de la re mil puta! —rugió, golpeando a Luke en el estómago con tanta fuerza que lo envió trastabillando contra una parte del muelle que tenía la baranda rota, pero Luke logró clavar los talones a tiempo para estabilizarse. Acto seguido Hati lo apuntó con el arma directo al centro del pecho, con el pulso seguro.

—¡Pará, Hati! —gritó Fénix, pero Skoll lo sujetó de los hombros para mantenerlo cerca.

—¿Vos sos consciente de lo que pasa? —le preguntó casi como un ladrido.

—¡Pero si él es...! —empezó Fénix, y Hati lo interrumpió, bajando ligeramente el arma y mirando a Fénix por un segundo.

—...un degenerado de mierda, y un hijo de puta. ¿Qué te hizo?

—¿Podemos calmarnos? —dijo Luke, levantando las manos a la altura del pecho en un gesto de rendición.

—Sí, a vos te voy a calmar bien rápido —siseó Hati, volviendo la vista a él y centrando la mira.

—¡No!

Fénix logró soltarse de las manos de Skoll y se lanzó contra Luke. Un segundo antes eso hubiese funcionado para que Hati bajase el arma, pero su dedo ya había comenzado a apretar el gatillo, y terminó el recorrido justo cuando Fénix cubría el cuerpo de su padrino con el suyo.

Luke quiso empujar lejos a Fénix, Skoll se tambaleó hacia atrás de la impresión, y Hati se quedó clavado en el lugar, con la pistola humeante aún alzada y una máscara de horror pintada en su rostro. La bala atravesó el abdomen del chico, esquivando el corazón por pocos centímetros; Hati había bajado el arma en el instante del disparo, en un fallido intento de evitarlo.

La bala que había traspasado a Fénix pasó rozando la pierna derecha de Luke y se perdió en el mar debajo. Luke había perdido el equilibrio con el golpe de Fénix contra él, seguido del impacto del disparo, y se sujetó de la baranda que tenía más cerca para no caer de espaldas. Fénix no tuvo tanta suerte.

Sin el cuerpo de su padrino de respaldo, de pronto, ya no había nada entre él y la caída. Miró por un segundo que pareció eterno el agujero en su camiseta y la mancha de sangre que se extendía por la tela, y luego perdió pie y cayó hacia el mar. La llovizna se había vuelto lluvia, y se oyó un trueno a lo lejos. Skoll y Hati parecían haberse transformado en estatuas de piedra, y Luke...

Luke aún recordaba cómo se sentía ahogarse.

Volvía a su memoria, de tiempo en tiempo, la sensación ardiente del agua salada recorriendo todo el camino hasta sus pulmones, como un recordatorio de que la muerte había estado ahí y lo estaría de nuevo alguna vez.

Siempre pensaba que se ahogaría con agua otra vez, o con sangre si cabía; vómito incluso, si se metía demasiada droga en un momento de desesperación. Nunca creyó que estaría allí de pie, incapaz de reaccionar, ahogándose en el aire mismo. Los segundos marcados por los latidos de su corazón resonaban en sus oídos, cada vez más lejanos como si escuchase a través de un túnel, y sus pulmones ya no sabían cómo moverse.

Cerró los ojos y dejó que el miedo se escurriese como la lluvia que caía sobre él. Tomó un paso de impulso, y saltó. Por un momento brilló contra el cielo como un dios, pero luego cayó y desapareció entre las olas embravecidas.

. ~ . ~ . ~ .

Aquí dejo la lista de quienes participaron o están participando en este desafío, para que disfruten leyendo las historias de los demás (si tú estás participando y no te encuentras aquí, o si has cambiado tu nombre de usuario, déjame un comentario):

— PriscilaGibert

— LeahGaroz

— Blogger6Fowl

— cukibola

— SergioLinde

— WeCallThemMuggles

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