THANTOPHOBIA; James Potter

Oleh prongs_girl

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❝Tipo de ansiedad que tiene que ver con el miedo a la muerte, el proceso de morir o perder a un ser querido.❞... Lebih Banyak

𝐈𝐍𝐓𝐑𝐎𝐃𝐔𝐂𝐂𝐈𝐎𝐍
𝐀𝐂𝐋𝐀𝐑𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒:
𝐂𝐀𝐒𝐓
𝐏𝐋𝐀𝐘𝐋𝐈𝐒𝐓:
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| 𝟯 |
| 𝟰 |
| 𝟱 |
| 𝟲 |
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AGRADECIMIENTOS Y EXPLICACIÓN.
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟭
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟮
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟯
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟰
𝗙𝗜𝗡𝗔𝗟 𝗔𝗟𝗧𝗘𝗥𝗡𝗔𝗧𝗜𝗩𝗢
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟱
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟲
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟳

| 𝟮𝟬 |

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Oleh prongs_girl


Alex se quejó la mañana siguiente, un dolor de cabeza y de cuerpo se encontraban presentes. Era horrible.

Se sentó sobre el suelo, donde se había quedado dormida, y luego de unos segundos de quedarse mirando a la nada se levantó.

Bostezó mientras refregaba sus ojos, y acomodó su top que dejaba ligeramente su brasier a la vista para que tape todo correctamente.

Su cuerpo tenía manchas de pintura por todos lados, y su cabello estaba hecho un desastre.

Comenzó a caminar por la sala arrastrando sus pies, y pegó un pequeño grito al ver la escena enfrente suyo.

Cornamenta se encontraba tirado en el suelo, el ciervo tenía la corona de flores de Sirius sobre su cabeza y dormía con su boca abierta.

Canuto estaba a su lado, con la panza hacia arriba, el perro tenía su lengua hacia fuera y caía de costado.

Remus estaba completamente desnudo, a excepción de una hoja de la palmera del vecino que se encontraba tapando su parte intima.

Alex se quedó unos segundos asimilando todo, y luego negó con su cabeza mientras reía. Se acercó a la mesa del living y tomó la cámara para sacarles varias fotos.

Luego, buscó su varita sobre la mesada del lugar, pronunció un Sonorus y sonrió arrogante.

–¡Arriba! Es hora de levantarse.

Varios quejidos sonaron. Cornamenta refunfuñó mientras se levantaba y tambaleaba en su lugar, haciendo que sus patas choquen con fuerza en el suelo de madera.

Canuto ladró sobresaltado y gruñó al ver la actitud de la chica.

Remus se sentó, y luego de asimilar su estado se levantó y tapó su zona íntima para comenzar a correr hacia la habitación de Sirius. Aún así, dejó su trasero a la vista.

–Tiene un trasero increíble. –dijo Sirius ya en su forma humana.

–Que envidia. –murmuró ella estando de acuerdo. –¿Qué sucedió anoche?

–No recuerdo nada. –murmuró James bostezando.

–¿En qué momento se transformaron?

Ambos chicos elevaron sus hombros sin saber.

–Lo único que recuerdo es que se fueron todos y quedamos nosotros cuatro.

Remus llegó con sus mejillas rojas de la vergüenza y cambiado por completo. Su cabello también estaba hecho un desastre.

–Debemos limpiar todo esto antes de que tus padres lleguen, nos matarán. –dijo Remus.

–No, no quiero. –se quejó Sirius. –Quiero dormir mil años.

James se acercó a Alexandra y soltó una carcajada al ver toda su espalda y piernas llenas de pintura.

–Espero que se quite de la ropa.

–Creo que si.

–Debemos darle su regalo. –murmuró Remus sin que Sirius escuche.

–Iremos a ducharnos, ordenaremos y luego se lo daremos. –afirmó James. –Si mis padres ven esto me matan.

–¡Oigan! –dijo Alex indignada, todos la miraron extraño, y ella señaló sobre el sillón para que vean de qué hablaba.

Olivia se encontraba acostada allí y tenía su cabeza rapada, haciendo que todo el resto de su pelaje sobresalga. También tenía su larga cola pintada mitad rojo y mitad dorado.

Los tres chicos soltaron una carcajada y ella no pudo evitar también reír.

–Estoy segura de que fuiste tú.

–¿Yo? Jamás le haría eso a Olivia. –dijo Sirius indignado. –No porque sea una bola de pelos insoportable le haría eso.

Alex negó con la cabeza y acarició la cabeza ahora pelada de la pequeña gata, soltó una pequeña risa.

–Me siento mal por reírme pero es que.. –rió nuevamente y suspiró.

–Bien, llegó la hora de tu regalo. –dijo Remus. Sirius chilló emocionado y aplaudió.

–¿Qué es?

–Espera cinco minutos. –dijo James mientras buscaba algo en los cajones.

–¿Qué es?

–Espera. –frenó Remus.

–¿Qué es?

Los dos lo ignoraron y Alex ingresó a la cocina con una pequeña sonrisa.

–Listo, ya está. –le anunció a Remus y James.

–¿Qué es?

–¡Sirius!

El pelinegro miró mal a James y se cruzó de brazos mientras gruñía por lo bajo.

–Bien, vamos.

James, Alex y Remus guiaron a Sirius hasta el living, el castaño tomó una de las bufandas que habían utilizado anoche y tapó los ojos de Sirius.

–No me gusta esto. –dijo ladeando su cabeza. –Lunático si quieres que intentemos cosas nuevas en la cama...

Remus golpeó la cabeza de Sirius y el pelinegro al instante se calló.

–Bien, sígueme. –lo guió Remus por detrás de Alex y James.

–No me dejarás caer ¿verdad? Porque...

Un estruendo llamó la atención de Alex y James, que frenaron su camino para mirar detrás suyo. Sirius se encontraba tirado en el suelo mientras sobaba su trasero.

–¡Lunático!

Remus rió y tomó a Sirius de la cintura para ayudarlo a levantarse.

–Fue divertido. Ahora sí, vamos.

Remus tomó la mano de Sirius y salieron fuera de la casa, Alex y James se colocaron a un lado del pelinegro para no interferir su vista.

–Bien, quitaré esto.

Sirius comenzó a morder sus uñas con ansiedad, y esperó impacientemente a que Remus dejara libre su vista.

Remus comenzó a desatar la bufanda y despejó sus ojos, Sirius los refregó ya que no estaba acostumbrado a la luz y pestañeo repetidas veces.

Al enfocar su vista sobre el regalo abrió su boca de forma descomunal, sus ojos viajaron desde el regalo hasta las tres personas a su lado de forma repetitiva.

–Yo no... ¿Cómo..?

Los ojos grises de Sirius se llenaron de lagrimas y apoyó sus manos sobre sus rodillas.

–¿Una motocicleta?

Los tres se acercaron para abrazar al chico, Sirius comenzó a reír con felicidad mientras los apretujaba.

–Mierda, no... no puedo creerlo. –dijo secando sus ojos. –Yo no... no sé que decir, esto es demasiado, no puedo...

–Si puedes. –lo interrumpió Remus. –Sabíamos qué tan emocionado estabas por conseguir una, y creímos que podía ser un buen regalo.

Sirius dirigió su vista a la motocicleta negra y sonrió ampliamente.

–Voy a morir de un infarto. Es... es increíble.

James sacó del bolsillo de su abrigo las llaves y se las dejó en su mano, Sirius sonrió mientras negaba con su cabeza, aún sin caer en lo que sucedía.

–Puedes acercarte. –dijo Alex burlona al ver que Sirius miraba la motocicleta de lejos.

Sirius se acercó y pasó una mano por el vehículo.

La motocicleta era negra y muy amplia, era de las más reconocidas en el mercado ya que tenía una potencia increíble. Además, se mostraban constantemente en las películas del momento, volviéndola aún más famosa.

–Esto debió salirles una fortuna, yo no puedo...

–Es tu regalo. –lo interrumpió Alex. –No te preocupes por eso, es tuya.

Él mordió su labio inferior y rió levemente al ver que habían colocado ciertas calcomanías en los costados. Sonrió mientras pasaba sus dedos por las mismas.

Las calcomanías eran de sus cantantes y bandas favoritas del momento, como Bowie, Queen, Kiss y Sex Pistols. También había una con el escudo de Gryffindor.

El casco a su costado también era negro, y tenía detrás una gran calcomanía con la silueta de un perro.

–Esto es... increíble. –dijo aún shockeado.

–Pruébala. –lo incentivó James. Alex lo miró dudosa, pero él elevó sus hombros.

–¿Sabes utilizarla?

–No debe ser tan difícil. –dijo restando importancia.

Sirius se subió a la motocicleta y Remus le tendió el casco, él se lo colocó y le dió marcha a la moto, haciendo un ruido increíble.

–¡Merlin! Suena increíble. –dijo emocionado.

Sirius pisó el acelerador y chilló agudo al salir con toda la velocidad del mundo, en pocos segundos lo perdieron de vista.

–¿Estará bien? –preguntó James.

–Supongo. –dijo Remus.

Esperaron unos segundos, y pudieron oír cómo a la distancia se oía el motor y el acelerador del vehículo. A los pocos segundos Sirius apareció mientras gritaba emocionado.

–Me siento en una película de Hollywood.

Todos rieron en lo que Sirius bajaba de la motocicleta y se quitaba el casco mientras sacudía su cabello.

Se acercó y abrazó a todos a la vez mientras murmuraba un “gracias”.

–Se lucieron, es el mejor regalo que me dieron en la vida.


Euphemia y Fleamont Potter habían regresado de su viaje a China, ambos estaban agotados de tanto trabajar allí, pero estaban felices.

El matrimonio había extrañado a los jóvenes, también a su hogar.

–Es bueno ver que no rompieron nada. –bromeó Euphemia mientras tomaban asiento en la mesa para ponerse al día.

–Tenemos tu regalo, Sirius, no creíste que nos olvidaríamos ¿verdad?. –dijo Fleamont, el pelinegro le sonrió. –Luego lo buscamos, ahora quiero saber que hicieron en estos días. Cuenten.

Los cuatro se miraron y devolvieron su vista al matrimonio.

–Bueno... –comenzó Remus. –Estuvimos de niñeras y...

–¿Qué?

–Tal vez olvidé comentarles. –dijo James con una sonrisa inocente.

–Tuvimos una misión con la Órden. –comentó Alex. –Y un niño había perdido a sus padres.

Euphemia tapó su boca con impacto mientras hacía una mueca triste.

–Él está bien. –aclaró rápidamente.

–Sus tíos viven en Estados Unidos, son profesores en Ilvermorny. –continuó Remus. –Pero no podían cuidar de él hasta unas semanas después del accidente, Christopher no tenía donde quedarse.

–Ofrecí nuestra casa, tal vez debí preguntarles y contarles. Pero fue por impulso y él...

–James. –lo interrumpió la mujer. –Me parece increíble que hayan hecho eso. –sonrió. –Fue algo lindo de su parte.

Los cuatro chicos sonrieron y asintieron con sus cabezas.

–Me hubiera gustado conocerlo. –comentó Fleamont.

–¿Sucedió algo más?

–No, estuvo todo tranquilo. Sin inconvenientes. –los tranquilizó Sirius.

–¿Y ese asunto de la Órden? ¿Deben seguir con esas misiones?

–Si, papá. En dos días tenemos un patrullaje, pero no es nada grave o peligroso.

Alex miró a James de reojo con un poco de duda. No era algo peligroso, pero tampoco podía asegurarlo así como así, ya que no sabían qué les esperaba hasta llegado el momento.

–Deben cuidarse, ¿si?

Todos asintieron ante las palabras de Euphemia y luego miraron a Fleamont con duda, ya que el mayor hizo un gesto confundido.

–¿Qué es eso?

Todos se voltearon y abrieron sus ojos al ver unas esposas de policía sobre la heladera, habían bromeado con eso toda la noche.

–¿Son esposas?

–¡No! –negó James rapidamente. –Son unas... queríamos...

–Vimos una película donde un prisionero se las quitaba, queríamos ver si eso era posible o no. –los excusó Remus.

La pareja asintió dudosa y luego Euphemia colocó sus manos sobre su cintura.

–¿Y mis flores de plástico? Las utilizo como adorno.

James aclaró su garganta mientras buscaba algo de excusa, su mente se iluminó al ver la mano izquierda de Alexandra.

–Lex y yo queremos contarles algo.

Sirius chilló con emoción mientras Remus reía ligeramente.

–¿Sucedió algo?

–No, papá. Pero debemos comentarles que...

–¡Seré abuela! –chilló Euphemia.

–¡No, mamá!

La mujer hizo una pequeña mueca y asintió con ansiedad, esperando que su hijo diga lo que tenía para comunicar.

–De hecho, nosotros también debemos hablar con ustedes. –dijo Fleamont. –Tenemos un regalo, pero no se los daremos hasta saber qué hicieron. –bromeó.

–No hicimos nada. –dijo Alex rápidamente.

–Nosotros... –comenzó James y limpió sus manos sudorosas con su pantalón.

–¡Ya dile, Cornamenta!

Remus codeó a Sirius mientras lo miraba con reproche.

–Lex y yo vamos a casarnos.

Alex, sin ser consciente, dejó de respirar hasta ver la reacción de los mayores.

Euphemia tapó su boca mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, la mujer comenzó a dar pequeños saltitos mientras golpeaba la espalda de su marido con emoción.

Fleamont dibujó una sonrisa en su rostro, y se levantó de la silla para abrazar a ambos.

–Sabíamos que pronto sucedería, felicitaciones.

–¡Oh, por Godric! Esto es increíble. –chilló la mujer. –¡Una boda, Fleamont! Podremos ver las decoraciones, el vestido y...

–Mia. –la frenó con gracia Fleamont.

La mujer abrazó al par con fuerza y luego besó sus frentes con cariño. Dirigió su vista a la mano izquierda de Alex y sonrió mientras limpiaba sus ojos llenos de lágrimas.

–No puede ser, crecen muy rápido. –dijo con voz quebrada. –Ustedes se irán mañana. –miró a Remus y Sirius. –Y ustedes se casarán.

–Mamá, no llores.

Euphemia negó con su cabeza mientras se dirigía al estante de la cocina, Fleamont miró a los jóvenes sin entender.

–Mamá, ¿estás bien o ya has perdido la cabeza? –preguntó Sirius dudoso.

Mia rió y negó con su cabeza mientras sacaba algunos ingredientes de la cocina.

–Debemos festejar ¿no? Una despedida a ustedes y el casamiento. –sonrió.

Sirius sonrió enternecido y asintió mientras se levantaba junto a Remus, ambos debían comenzar a preparar sus cosas para mudarse.

Remus ya había empacado la mayoría de sus pertenencias una semana atrás, las cuales se encontraban allí mismo, ya que él se había quedado en casa de los Potter cuando el matrimonio viajó.

James miró a Alex con una sonrisa aliviada. Él ya sabía que sus padres amarían la idea de que él se case con ella, pero el miedo estuvo presente de todas formas.

–Por lo visto les gustó la noticia.

Ella sonrió y asintió.

–Por un momento creí que tu madre se infartaría.

–Creí lo mismo. –rió.

Fleamont se acercó a Euphemia y murmuró algo en su odio, rápidamente la mujer asintió con su cabeza de forma emocionada. Ambos se colocaron nuevamente enfrente de James y Alex, asustandolos un poco.

–¿Sucedió algo?

–Tu padre y yo tenemos el regalo que le comentamos, y ya que ustedes nos dieron esta increíble noticia creemos que lo mejor sería dárselos ahora.

James ladeó su cabeza confundido mientras Fleamont colocaba una pequeña caja enfrente de ellos.

Ambos levantaron la pequeña tapa de la cajita, encontrándose con una llave.

Se miraron sin entender, pero cuando Alex cayó en lo que era rápidamente abrió su boca.

–No, no. Esto es...

–No entiendo.

Mia rió ante las palabras de James e hizo lo posible para no llorar. Su hijo había crecido demasiado rápido.

–Alex y tú se casarán, es una nueva etapa. –comentó la mujer. –Deben avanzar, y no podrán hacerlo si continúan aquí.

James abrió sus ojos sorprendido y relamió sus labios nervioso ante la idea. A él le encantaba, pero la expresión de duda en el rostro de Alex lo inquietó un poco.

–Nosotros... –se quedó callado.

–Es un regalo, pero si no creen que sea buena idea pueden rechazarlo o guardarlo para más adelante.

James miró a Alex, pero ella alternaba su vista entre la llave de color plata y el rostro de sus padres.

–Es demasiado. –negó con su cabeza Alex. –Es muy caro y...

–No es problema. –lo interrumpió Euphemia. –Además... –hizo una pausa y miró a su marido, él asintió con su cabeza. –Tu abuela también colocó dinero para esto, es algo que nosotros queríamos regalarles para Navidad de este año, pero las cosas se complicaron.

El pecho de Alex dolió, y ella no pudo evitar que sus ojos se llenen de lágrimas. James pasó su mano por su espalda y la acarició lentamente.

–Siempre supimos que estarían juntos, ella y yo estábamos emocionadas con el hecho de que vivan juntos luego de su graduación. –dijo con una sonrisa. –Es un regalo de parte de los tres.


Alex y James se encontraba acostados en la cama, ambos estaban en un silencio cómodo desde que abandonaron la cocina.

Sirius y Remus continuaban empacando sus cosas, mientras Fleamont y Euphemia organizaban una cena.

–¿Te asusta? –preguntó él. Ella lo miró sin entender. –El hecho de vivir juntos.

Alex se giró quedando boca abajo y se apoyó ligeramente en el abdomen de James para poder verlo de frente.

–Un poco, pero no es nada que no podamos hacer. Si es que tú quieres, sino...

–Claro que quiero. –dijo él acariciando su labio inferior y sonriendo.

Ella asintió y dirigió su mano a su cabello, para acariciarlo suavemente.

–Bien. –asintió. –Supongo que tus padres también necesitan algo de tiempo solos.

Él rió causando que sus anteojos se deslicen, ella los acomodó.

–De seguro, muchos niños por muchos años los habrán alterado.

–Aún así deberás aprender a cocinar. –bromeó ella.

James rodó los ojos y fingió un llanto.

–Nos liberaremos del dramatismo de Sirius, no comiences tú con el tuyo porque te aseguro que te golpeo.

–Cuanta agresividad, Lex.

James suspiró pesado al oír que unos pasos rápidos se acercaban, a los pocos segundos Sirius ingresó a la habitación corriendo.

–¿Qué te sucede...?

Remus ingresó a la habitación corriendo y comenzó a perseguir a Sirius, el cuál se tiró sobre Alex y la abrazó con fuerza para utilizarla de escudo.

–No me harás nada con la pelirroja a un lado mío.

–¿Me estás utilizando de escudo?

–Si.

–Ah, bien. Gracias.

Sirius chilló al ver la mirada amenazante de Remus, y James los miró en busca de una explicación.

–El muy idiota mordió un pantalón mío.

–¿Qué?

–Canuto, ¿por qué...?

–El muy idiota estaba celoso.

–Esperen, tengo mis motivos.

Sirius se levantó y Alex y James se sentaron sobre la cama para poder oír la discusión del par.

–No entiendo, ¿por qué morderías su ropa?

–Fue Canuto, no fui yo.

–¡Es lo mismo, imbécil! –chilló Remus. –Fuimos a la tienda de aquí a la vuelta para comprar algunas cosas que nos faltaban, en el camino nos encontramos con un perro y...

–¡Lo acarició! ¡Acarició a otro perro!

Alex frunció su ceño ante el dramatismo de Sirius, y apretó sus labios.

–¿Por qué me miran así? ¿No entienden la gravedad del tema? ¡Acarició a otro perro!

–¡Era un labrador! Y se acercó a mí. –se excusó Remus. –No puedes enojarte porque lo acaricié.

–Oh, claro que puedo. –dijo ofendido y sentándose a un lado de Alex.

–Es broma ¿verdad? –preguntó James mirando a Sirius.

–¿Qué harías tú si la pelirroja acaricia otro ciervo?

James pensó unos segundos y Alex suspiró indignada al ver que asentía levemente con su cabeza.

–Por favor, no respondas. –dijo antes de que el chico abra la boca. –Sirius, era un perro.

–¡Es lo que intento explicarle! –dijo Remus.

–Además los labradores son muy tiernos, ¿viste sus caritas? te dan ganas de abrazarlos. –dijo Alex con tono enternecido.

Sirius la miró indignado y golpeó ligeramente su estómago.

–Yo también soy perro tierno.

–Lo dudo. –bromeó ella.

Sirius entrecerró sus ojos con indignación y se lanzó sobre ella para hacerle cosquillas. James apoyó al pelinegro, mientras Remus negaba con su cabeza de forma indignada.

–¡Sirius! ¡Basta! –dijo con tono de voz entrecortado por las risas.

–¡Di que soy un perro tierno y hermoso!

–N-no lo eres.

–Sigue con las cosquillas, Canuto.

–¡James!

James sonrió burlón ante la mirada de reproche de su novia y continuó apoyando a su amigo, aunque esto cambió unos pocos segundos después.

Sirius continuó haciéndole cosquillas a la pelirroja, hasta que sin querer le tocó un pecho.

–¡Ah! Toqué una bubi. –dijo alejándose de ella con rostro perturbado.

–¿Le tocaste el pecho a mi novia?

–James... –advirtió Remus.

–¡Le tocaste el pecho a mi novia!

–¡Fue sin querer!

–¡Le tocaste el pecho! ¡Enfrente mío!

James se levantó y comenzó a correr detrás de Sirius para golpearlo.

–No, no puedo. –negó Remus con su cabeza. –Necesito un descanso de ellos.

Las corridas de Sirius y James se acercaron nuevamente, resonaban por todo el pasillo de la casa. Rápidamente Remus se levantó para colocarle el seguro a la puerta, dejándolos fuera.

–¡Ayuda! ¡Cornamenta quiere matarme!

–Canuto, ven aquí. ¡Ven ahora mismo!

Los ruidos de sus pasos se alejaron nuevamente y Remus suspiró aliviado.











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