Estaban solos, solos frente a la puerta de la sala de Menesteres, la reunión del Ejercito de Dumbledore había terminado. Todos se habían ido, pero Harry notó que Ginny estaba sola y se negó a dejarla ir por los pasillos de noche, no con la patrulla de Umbridge dando vueltas, era la hermana menor de Ron después de todo, y si él no hubiese estado tan ocupado peleando con Hermione se hubiese dado cuenta de eso.
—Es extraño ¿No crees? Como una simple habitación puede volverse todo lo que uno quiera, me pregunto cuales son sus límites, ¿Puedes pedir un lugar lejos de aquí?— Harry se encogió de hombros.
—No lo sé, según Hermione es parte de Hogwarts pero es extraño que los Merodeadores no lo supieran, sabiendo todo de Hogwarts no lo pusieron en el mapa.
—Quizás lo sabían, solo es parte de la magia de este sitio aparecer cuando uno lo necesita, ¿No puedes preguntárselo? A Sirius o al profesor Lupin, tú hablas con ellos ¿Verdad?— Harry se quedó en silencio, si escribía a Sirius de tanto en tanto cuando su cicatriz le quemaba como fuego, todo el Ejercito de Dumbledore había sido una idea impulsada por su padrino después de todo, pero ¿tenían esa confianza acaso? ¿Podría preguntarle a Sirius sobre sus años antes de Azkaban? —No hablas con ellos.
—Si lo hago, solo que no tanto. Hay una guerra afuera, tampoco es como si estas cosas fuesen importantes.
—Harry, tú eres importante para ellos, estoy segura que Sirius estaría feliz de responderte hasta de que color es el uniforme de Gryffindor, deberías haberlo escuchado en el verano, moría por ir a traerte de la casa de tus tíos muggles.
—Lo sé, sé que se preocupan por mí. Solo que a veces siento que ven en mí la sombra de mi padre, como si lo viesen a él en mí. Creo que verme les recuerda lo que perdieron.
—Eres tan tonto a veces, cuando te miran, te ven. Como lo hace mi familia, ¿Te crees que mi madre te ve y ve a los hermanos que quien tú sabes mató? No, te vé. Y por eso te quiere, porque ve lo que eres y ¡Ojala esta maldita habitación pudiera mostrarte la familia que tendrás cuando todo esto acabe! — Golpeó el piso con el zapato de colegio y todo comenzó a dar vueltas.
—¡Demonios!— El pitido chilló en los oídos de ambos, haciendo que cierren los ojos y se aprieten las manos contra las orejas intentando silenciarlo. Parecía que un torbellino los hubiese envuelto, tirándolos al suelo, entre el viento y el ruido, con un nudo en el estomago producto del mareo ambos estaban desorientados.
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Ginny fue la primera en abrir los ojos, no estaban en la sala de Menesteres, no estaban en ninguna sala de hecho. Estaban al aire libre, parecía una pequeña plaza de los suburbios, con sus bancos y sus árboles.
—¿Harry? ¿Harry?— llamó, hasta que lo vio a unos metros de ella, despertándose— ¿Qué sucedió? ¿Dónde estamos?
—¿Ginny? ¿Qué fue eso?— Ginny miró a su alrededor, no había nada que les indicara haber estado ahí antes o alguna razón por la que hubiesen llegado a ese lugar. —¿Estas bien?— se acercó a ella, nada en ambos parecía estar afectado por el repentino suceso.
—¿Crees que nos hayamos aparecido involuntariamente? ¿Es eso posible?— Harry pensó que hubiese sido útil tener a Hermione cerca para preguntarle, pero solo estaban ellos dos y aunque estaba inquieto por lo desconocido, sabía que le gustaba estar con Ginny Weasley. Un sentimiento extraño, que pateaba al fondo de su cerebro y que sentía era más que incorrecto, pero existía.
—Deberíamos intentar saber donde estamos, ¿Preguntarle a alguien?— Ginny se dio cuenta entonces que eso era imposible, el sol del día hacía que la plaza estuviese llena de vida, de flores y de niños, pero ninguno parecía haber reparado en los dos extraños que habían aparecido de la nada.
—No nos ven, no se dan cuenta que estamos aquí— Ginny se acercó a un niño y quiso tocarle el hombro pero su mano traspaso el cuerpo como si de humo se tratase— Bueno, estoy segura que eso no es normal. Y definitivamente eso no es normal— Harry vio a la chica palidecer y siguió con la mirada donde ella apuntaba, teniendo que moverse dos veces para no caer de la impresión.
Frente a ellos estaba él. Estaba viéndose a si mismo, con unos años más, el cabello más largo, una barba creciente y un uniforme con el escudo del Ministerio de Magia bordado.
Que atractivo se ve, era un pensamiento algo tonto considerando las circunstancias, pero le fue inevitable. Era el Harry que ella conocía, pero parecía más alto, más maduro y más seguro de si mismo.
—Deberíamos seguirlo, ¿Seguirte? No es casualidad estar aquí contigo ahí— el Harry frente a ellos caminaba distraído y solo se detuvo al llegar a una casa de color blanco, tenía el aspecto de una casa antigua que había sido reformada. —¿Crees que debemos entrar a la casa cuando él entre?— Harry asintió sin dejar de mirar a la versión más adulta de él mismo.
Harry sintió el corazón latir al galope de un centauro cuando un niño pequeño corrió hacia él, un niño de no más de dos o tres años, con pasos torpes y mejillas regordetas.
—¡Papi!— El niño estiró sus brazos esperando que su padre lo levante.
—Hola pequeño, mira lo que papá trajo para ti— sacó de su bolsillo dos ranas de chocolate— Una para ti, una para Teddy.
—Son... Él es... Ese niño es mi...— Ginny lo tomó de la mano.
—Harry creo que tendrás un hijo.
—Si pero ¿Cómo? — Ginny soltó una risita— Quiero decir, ya sé cómo, pero Voldemort y la guerra ¿Cómo seré capaz de sobrevivir? —Harry estaba estático, casi asustado de la posibilidad de una vida normal y feliz.
—Harry, no parece que aquí exista quien tú sabes, quizás ganaste. Ganamos. Y parece que te casaste bastante pronto— Ginny sentía un dolor agudo en el pecho al pensar en Harry con esposa, siendo feliz con una mujer pero no podía ser egoísta, él había perdido tanto que merecía una mujer que lo amase y niños, sabía que ante todo Harry anhelaba una familia y no dejaría que su amor egoísta le prohibiera sentir alegría por verlo tener una vida feliz. —Ay, Ronald tendrá un ataque— murmuró.
Una mujer llegaba desde la cocina, una mujer que él conocía perfectamente porque estaba parada a su lado. Ginevra Weasley se acercaba a Harry y lo besaba. Una Ginny diferente a la que estaba junto a él. Traía el cabello más corto, igual de pelirrojo, pero parecía una melenita de león. Harry carraspeó casi avergonzado de lo que estaba viendo, la Ginny adulta no estaba demasiado cubierta, traía unos pantaloncillos demasiado cortos y una camiseta de breteles la cual no parecía tener nada debajo. A pesar de que Harry era una cabeza más alto que Ginny, las piernas de ella parecían interminables.
—Estamos juntos, casados— Harry no parecía capaz de procesar ideas ni de quitar la vista del cuerpo de la mujer que sería su esposa. Era hermosa, tan hermosa que le quitaba el habla. Siempre había sido consciente de que Ginny Weasley era una muchacha atractiva, pero nunca la había visto de una manera tan sexualmente atractiva. Y quizás tenía que ver con la manera en que se besaban.
—¿Todo ha ido bien, cariño?— Harry le palmeó el trasero con suavidad.
—Ahora que estoy contigo si, cada vez se hace más difícil marcharme. Dos días lejos de ustedes parece una eternidad— Un pequeño brinco y Ginny lo rodeó con las piernas, Harry la sostuvo y caminó hasta el sofá. Cayendo con ella sobre él. —Creo que tomaré unas vacaciones, quiero pasar contigo estos meses.
—Cariño tu trabajo es importante para ti— Harry le acarició la mejilla.
—También lo era el tuyo para ti.
—Harry, fui yo quien te pidió que tengamos a James Sirius, no fue un accidente y tampoco frustró mi carrera, yo elegí retirarme después de ganar los campeonatos, yo quería tener un bebé contigo. Y soy feliz siendo madre.
—James Sirius— repitió Harry con un nudo en la garganta— Mi hijo se llama James Sirius.
—Nuestro hijo, que fui yo quien lo dio a luz— corrigió Ginny— ¿Crees que haya sido jugadora de Quidditch? Lo había pensado, pero no creí ser tan buena.
—¿Bromeas? Eres excelente, la mejor del equipo. Eres buena en todo lo que haces— Harry la miró a los ojos— Permitiste que le pusiera el nombre de mi padre, gracias. Es increíble que vayamos a tener un hijo.
—¡Teddy, ven!— Llamó Harry mientras Ginny se acomodaba a su lado en el sofá. Un niño más grande, quizás unos ocho o nueve años, con el cabello de un brillante color azul corrió por las escaleras y no se detuvo hasta abrazar a Harry.
—¡Harry, estas aquí!
—Mira, ¿Es nuestro? No se parece a James— Ginny observó al niño con detalle.
—Te llamó Harry, no papá. Además ¿Por qué sería metamorfomago? Creo que tiene algo que ver con Nymphadora, ella me dijo que siempre ha querido ser madre ¿Será un niño suyo?— Harry no conocía a Tonks tanto como Ginny, quien había pasado todo el verano en Grimmauld Place con la sobrina de Sirius. Parecía agradable y divertida, pero ¿qué haría el hijo de Tonks en su casa?
—Ten, traje una extra porque sabía que James robaría la tuya— sacó otra rana de chocolate y se la dio al pequeño— ¿Quién es mi ahijado favorito? — el niño rió, mostrando que le faltaban algunos dientes de leche.
—¡Soy tu único ahijado!
—¿Soy el padrino del niño de Tonks? ¿Está casada acaso? — Ginny se mordió el labio.
—¡No se te ocurra decir que fui yo quien te contó! Pero creo que Tonks y el profesor Lupin tienen algo, ya sabes, algo— junto sus dedos— o al menos sucede algo entre ellos.
—¿Tonks y Remus? Él es algo mayor que ella.
—¿Y? Harry ella está enamorada y creo que él le corresponde. Además, sería lógico que el profesor te escogiera como padrino, digo él y tu padre eran amigos ¿No es así?
—Los niños estarán arriba por un rato— Ginny rodeó a Harry con sus brazos, comenzó a masajear sus hombros cansados y tensos. —Te extrañe, mucho.
—¿Cómo ha estado tu apetito?— Harry se relajó en los brazos de Ginny, sintiendo la caricia.
—Lo usual, muchas fresas y tocándome por las noches para evitar extrañarte tanto.
Harry tuvo un acceso de tos, no esperaba un comentario tan explícito salir de la mujer frente a él, Ginny se rio de él, pero sus mejillas también estaban teñidas de rosado.
—Creo que deberíamos darnos algo de privacidad— Murmuró, cuando la mano de Harry se metió por debajo de la camiseta de Ginny directo a su pecho. —A no ser que quieras ver.