Capitulo I

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Estaban solos, solos frente a la puerta de la sala de Menesteres, la reunión del Ejercito de Dumbledore había terminado. Todos se habían ido, pero Harry notó que Ginny estaba sola y se negó a dejarla ir por los pasillos de noche, no con la patrulla de Umbridge dando vueltas, era la hermana menor de Ron después de todo, y si él no hubiese estado tan ocupado peleando con Hermione se hubiese dado cuenta de eso.

—Es extraño ¿No crees? Como una simple habitación puede volverse todo lo que uno quiera, me pregunto cuales son sus límites, ¿Puedes pedir un lugar lejos de aquí?— Harry se encogió de hombros.

—No lo sé, según Hermione es parte de Hogwarts pero es extraño que los Merodeadores no lo supieran, sabiendo todo de Hogwarts no lo pusieron en el mapa.

—Quizás lo sabían, solo es parte de la magia de este sitio aparecer cuando uno lo necesita, ¿No puedes preguntárselo? A Sirius o al profesor Lupin, tú hablas con ellos ¿Verdad?— Harry se quedó en silencio, si escribía a Sirius de tanto en tanto cuando su cicatriz le quemaba como fuego, todo el Ejercito de Dumbledore había sido una idea impulsada por su padrino después de todo, pero ¿tenían esa confianza acaso? ¿Podría preguntarle a Sirius sobre sus años antes de Azkaban? —No hablas con ellos.

—Si lo hago, solo que no tanto. Hay una guerra afuera, tampoco es como si estas cosas fuesen importantes.

—Harry, tú eres importante para ellos, estoy segura que Sirius estaría feliz de responderte hasta de que color es el uniforme de Gryffindor, deberías haberlo escuchado en el verano, moría por ir a traerte de la casa de tus tíos muggles.

—Lo sé, sé que se preocupan por mí. Solo que a veces siento que ven en mí la sombra de mi padre, como si lo viesen a él en mí. Creo que verme les recuerda lo que perdieron.

—Eres tan tonto a veces, cuando te miran, te ven. Como lo hace mi familia, ¿Te crees que mi madre te ve y ve a los hermanos que quien tú sabes mató? No, te vé. Y por eso te quiere, porque ve lo que eres y ¡Ojala esta maldita habitación pudiera mostrarte la familia que tendrás cuando todo esto acabe! — Golpeó el piso con el zapato de colegio y todo comenzó a dar vueltas.

—¡Demonios!— El pitido chilló en los oídos de ambos, haciendo que cierren los ojos y se aprieten las manos contra las orejas intentando silenciarlo. Parecía que un torbellino los hubiese envuelto, tirándolos al suelo, entre el viento y el ruido, con un nudo en el estomago producto del mareo ambos estaban desorientados.

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Ginny fue la primera en abrir los ojos, no estaban en la sala de Menesteres, no estaban en ninguna sala de hecho. Estaban al aire libre, parecía una pequeña plaza de los suburbios, con sus bancos y sus árboles.

—¿Harry? ¿Harry?— llamó, hasta que lo vio a unos metros de ella, despertándose— ¿Qué sucedió? ¿Dónde estamos?

—¿Ginny? ¿Qué fue eso?— Ginny miró a su alrededor, no había nada que les indicara haber estado ahí antes o alguna razón por la que hubiesen llegado a ese lugar. —¿Estas bien?— se acercó a ella, nada en ambos parecía estar afectado por el repentino suceso.

—¿Crees que nos hayamos aparecido involuntariamente? ¿Es eso posible?— Harry pensó que hubiese sido útil tener a Hermione cerca para preguntarle, pero solo estaban ellos dos y aunque estaba inquieto por lo desconocido, sabía que le gustaba estar con Ginny Weasley. Un sentimiento extraño, que pateaba al fondo de su cerebro y que sentía era más que incorrecto, pero existía.

—Deberíamos intentar saber donde estamos, ¿Preguntarle a alguien?— Ginny se dio cuenta entonces que eso era imposible, el sol del día hacía que la plaza estuviese llena de vida, de flores y de niños, pero ninguno parecía haber reparado en los dos extraños que habían aparecido de la nada.

Nuestro futuroWo Geschichten leben. Entdecke jetzt