RenJun lloraba a escondidas, roto.
Era el tercer día después de lo sucedido en la cafetería y RenJun no sabía porque lloraba de solo recordar.
Lloraba a escondidas por lo mismo, no quería que JaeMin lo viera llorar de nuevo, las razones por las que solía llorar siempre eran estúpidas –eso era lo que creía– como la actual y más cuando no sabía el porqué.
Llevó una cucharada del helado de vainilla que tenía en manos a su boca para disfrutar del dulce sabor mientras saladas lágrimas absurdas salían de sus ojos.
Esta vez se había tardado más de lo normal, a lo mucho lloraba diez minutos y luego se tranquilizaba.
En esos tres días menos había visto a JaeMin, lo veía en las noches mas no hacían por hablar lo suficiente para aclarar algunas cosas que RenJun tampoco quería sacar a la luz.
No era como si tuviera que indagar sobre la vida de JaeMin a cada rato en el que se sentía inseguro de su amistad. Eso era lo que pensaba RenJun, que la amistad que tenía con JaeMin iba en picada y por eso se sentía triste.
La verdad era que su mente y corazón morían por saber una sola cosa que aún no comprendía francamente.
ChenLe en esos días le había estado atascando los pensamientos de que indubitablemente JaeMin y JiSung tenían algo. RenJun tampoco podía dudarlo.
JaeMin aquellos días se la pasaba fuera del dormitorio junto a JiSung, lo sabía porque eran muchas las ocasiones en las que JaeMin iba junto a JiSung para su habitación en lugar de ir hasta la propia.
¿Qué más podría hacer que ahogarse en sus lágrimas?