Caricias Prohibidas

By juliettamv

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LIBRO I • DUOLOGÍA CARICIAS Leanne piensa que Edward es un bastardo que se cree superior a los demás y Edwa... More

CARICIAS PROHIBIDAS
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPÍTULO 41
CAPÍTULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPÍTULO 46
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO FINAL
EPÍLOGO
Caricias Peligrosas

CAPÍTULO 17

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By juliettamv

CUENTAS PENDIENTES
.
Leanne

—Señoritas. —El botones nos deja en la inmensa suite—. ¿Requieren de algo más?

—No, gracias —digo. Me dedica un asentimiento de cabeza y se retira.

Emma observa nuestro entorno a medida que nos acercamos a la inmensa suite de colores cálidos, adornos, una mesa con aperitivos. Porta dos camas de king size y dos cuartos de baño que incluyen jaccuzi y duchas. Contiene un inmenso sofá y un mini refrigerador con alguna que otra bebida energética.

Me dejo caer sobre la cama que elijo y saco mi teléfono del bolsillo de mi chaqueta. Lo primero que hago es enviarle un mensaje de texto a Rebecca diciéndole que acabamos de llegar al hotel.

Ya anocheció un poco, por lo tanto, la ciudad está un poco aglomerada. Me levanto del sofá mientras dejo mi maleta a un lado.

—Muero de hambre, ¿vamos a salir?

También se levanta.

—Claro, dame un segundo para cambiarme.

—Tomaré una ducha —le aviso.

Le dedico un leve movimiento de cabeza y hago lo mismo, cogiendo mis maletas y llevándolas hacia un lado de la habitación que compartimos. Decido darme una ducha para alivianar un poco el estrés del viaje.

Una vez termino la acción, me visto un poco casual y me arreglo el pelo, secándolo un poco para evitar cocer frío. Cojo una chaqueta negra que combina con el tono de la blusa ajustada que me sostiene los pechos en medio de un escote negro junto con los jeans y las botas que me hacen ver más esbelta.

Avanzo hacia el espejo, dejando que mi melena de pelo almendrada caiga en cascada casi hasta mi cintura. Para dar otro toque, utilizo mi estuche que tiene un poco de maquillaje y opto por algo simple, por lo tanto, solo utilizo rímel junto con un sutil brillo labial.

Finalmente, cojo mi teléfono y salgo al corredor de la suite. Examino a Emma con la mirada, quien va vestida den forma sencilla, siempre ha tenido una gran facilidad por la sencillez, se le da muy bien y aunque no sea de vestidos exuberantes o escotes que dejan mucho a la vista, es innegable el hecho de que sabe vestir.

—¿Vamos?

—Claro —dice.

Ambas abandonamos el edificio del hotel ya que optamos por salir a recorrer la ciudad. Hay miles de restaurantes y lugares un tanto especiales y estoy un poco familiarizada con la ciudad. No es la primera vez que tomo un vuelo a Paris, la mayoría de las pasarelas suelen llevarse a cabo en Paris, Milán o Nueva York.

Recorremos la ciudad anochecida mientras conversamos y debatimos entre que platillo francés nos gustaría degustar. Nos detenemos en un restaurante clásico en la ciudad llamado La Table du Connétable. Ofrece platillos exóticos, vinos de buena calidad junto con algún que otro postre. La especialidad del restaurante son los platillos parisinos típicos.

Tomamos asiento al aire libre, disfrutando de la brisa parisina que brinda la noche y del cielo oscuro.

Emma es la primera en abrir el menú y hago lo mismo, leyendo los diferentes platillos.

—¿Cuál es el platillo más recomendable, según tú? —interroga.

—Mhm... quizá un Boeuf Bourguignon o un Foie gras no estarían mal. Aunque si quieres algo diferente que no sea tan llamativo, te aconsejaría un Croque-monsieur.

—¿Qué hay del vino?

—Romanée-Conti —pronuncio, captando su atención—. ¿Quieres probarlo? Es el vino más costoso de la región.

—Es muy costoso —dice—, imagino que ambas pagaremos la cuenta.

—No te preocupes, yo invito.

Intenta oponerse, sin embargo, la inminente llegada del mesero nos hace callar a ambas.

Buenas noches, señoritas —habla con un perfecto acento francés—, ¿qué desean?

—Un Croque-monsieur estaría bien, gracias —atina Emma.

Asiente con la cabeza y dirige su mirada hacia mí. Noto como le brillan un poco los ojos a la hora de mirarme.

—Me apetece un Boeuf Bourguignon y para beber a ambas nos gustaría una botella de Romanée-Conti por favor —dispongo.

Anota todo y vuelve a mirarme.

—Así será, dentro de unos minutos traeré todo.

Le dedico un asentimiento de cabeza, terminamos de agradecerle y se retira. Emma examina nuestro entorno. Hay muchas personas, pero el ambiente es sereno, también hay una exótica fuente de agua ubicada frente al restaurante que es bastante vistosa.

Miro mi teléfono y me sorprende ver una llamada perdida de un número desconocido. Decido simplemente ignorarlo, no creo que sea tan importante la verdad.

Conversamos un poco entre sí y al cabo de unos minutos, el mesero nos trae la botella de vino. Le agradecemos y se retira. Sirvo el contenido en las dos copas y vuelvo a dejar el artefacto en su lugar. Procedo a llevarme la copa a los labios, degustando del sabor que emana.

Emma hace lo mismo y esboza una leve sonrisa al degustarlo.

—Es fascinante —dice.

—Lo sé.

Finalmente, cenamos, hablamos un poco acerca de nuestras últimas semanas y decido contarle un poco acerca de lo que sucedió el día que Noemí me llevó a Società Haste y como terminé enredada con Edward Haste porque a él se le dio la gana.

—¿Qué? —masculla, absorta—. ¿Entonces... los rumores son reales? ¿Estás saliendo con él?

—No. Es solo sexo.

—¿Como que solo sexo? ¿Cuántas veces te acostaste ya con él?

—Perdí la cuenta —admito—, pero sigue siendo solo sexo. Además, él no es mi tipo.

—No digas estupideces, es el tipo de todas las mujeres. Está buenísimo.

Sus encantos me hechizan un poco, pero no lo suficiente como para enamorarme hasta la médula y adorarlo. Él es un ególatra de mierda que solo sabe tocarme y follarme, es todo. No me interesa nada más que eso.

—Está bueno, eso no se puede negar, pero eso no quiere decir que me agrade. En mis ojos, Edward Haste es un puto arrogante que se cree el centro del mundo.

—No te quiero oír arrepintiéndote de tus palabras algún día, Lea.

—No te preocupes, eso no va a pasar nunca —le doy otro sorbo a la deliciosa copa de vino—. Solo estoy divirtiéndome un poco.

No tiendo a enamorarme demasiado y si soy honesta, mis relaciones serias pasadas no se sienten como si haya estado enamorada de verdad. Es decir, quise a mis ex-parejas, pero no lo suficiente, no diría que los amaba, diría que simplemente los quería. Nunca en mi vida sentí algo tan efusivo por alguien y no creo que suceda ahora.

Señoritas, lamento interrumpir —el mesero de hace unos minutos vuelve a aparecerse—. Venía a traerles el menú del postre, es la especialidad de la casa.

Tomamos los menús que nos extiende y observo la larga lista de postres. La boca se me hace agua al instante.

—¿Desean algo más en la sección de postres o traigo la cuenta? —indaga.

—De hecho, me gustaría ordenar un èclair —admito. Traslado mi mirada hacia Emma, quien también mira al mesero.

—Y a mí un crêpe suzette, por favor.

Claro —le extendemos los menús—, se los traeré en un par de minutos.

Volvemos a quedarnos a solas y hablamos acerca del mismo tema; nuestras últimas semanas. A eso de unos veinte minutos, el mesero vuelve con nuestros postres que degustamos y finalmente, pagamos por todo.

Nos marchamos del restaurante y en lo que nos queda de tiempo, recorremos la ciudad del amor hasta regresar al hotel.

Me quito los tacones que están matándome cuando abordamos la suite. Me deshago de mi ropa, me pongo mi pijama y me cepillo los dientes a la par de mi amiga. En los últimos minutos de la noche, conversamos un poco y finalmente, es tiempo de descansar.

—Descansa, pulcino —la saludo y se ríe ante el apodo. Solíamos llamarnos la una a la otra de esa forma cuando nos conocimos.

«Pulcino: polluelo»

Tú también, pulcino.

Apago las luces de la suite y dejo que el sueño acabe conmigo. Al día siguiente, me despierto por la mañana, me alisto para el ensayo del desfile y abandono la suite no sin antes dejarle una nota a Emma diciéndole que tuve que salir por trabajo.

Procuro llevar conmigo un bolso con una botella de agua, un poco de comida y maquillaje. Emprendo viaje con un taxi hacia Carrousel du Louvre, el lugar en donde se llevará a cabo el desfile. Mi presencia es necesaria ya que soy yo quien se encargará de cerrar el show, portando la colección de invierno de la diseñadora de modas.

Al llegar a mi destino, saludo a mis colegas que conozco desde hace tiempo. La mayoría de ellas me tienen mucho aprecio, algunas me miran con recelo y a la otra mayoría simplemente no la conozco personalmente.

En la industria de la moda hay muchas comparaciones y enfrentamientos, no solo entre las modelos, también entre los medios. Generalmente, los medios se encargan de comprarnos o ponernos en contra, incluso hacernos preguntas que a veces son un poco fuera de lugar. Ya me he acostumbrado a ser comparada con mis colegas y pese a que no me guste la idea de serlo, no puedo hacerlo nada para detenerlo. La gente siempre va a tener algo que decir y lo tengo claro desde que la fama se apoderó de mi vida.

El ensayo culmina a eso de una hora y nos despedimos. Aun siguen con los preparativos a las corridas, pues la fecha se ha adelantado debido a problemas personales que desconozco por parte de la diseñadora.

Regreso al hotel hasta llegar a la suite, encontrándome con Emma, quien está recostada en la cama mientras saborea el desayuno que yace sobre el colchón en una bandeja de plata. Tiene el pelo recogido en un moño y la bata de algodón que lleva encima me da a entender que acaba de darse una ducha.

—¿Quieres? —me ofrece un puñado de arándanos.

Dejo mi bolso sobre la mesita y acepto el puñado de arándanos que me llevo a la boca.

—¿Cansada? —indaga.

—Un poco —me levanto de la cama—, iré a tomar un baño caliente. ¿Quieres salir luego?

Miro a través de la ventana en la cual se refleja la ciudad y la Torre Eiffel es visible desde aquí. Está atardeciendo y los matices claros del cielo contrastan con el entorno.

—Claro —coge un vaso de jugo exprimido que se lleva a los labios—, me apetece una merienda. ¿Te apuntas?

Le sonrío.

—Sí, dame un minuto.

Asiente con la cabeza mientras me restriego las manos para darme un poco de calor. Me urge bañarme con un poco de agua caliente.

Sin decir más, cojo un poco de ropa que llevo conmigo y me encierro en el cuarto de baño. Una vez allí, abro el grifo de la ducha, me desvisto y dejo que el agua caliente me aliviane la tensión que cargo en el cuerpo.

Mientras me echo shampoo en la mano y me lo llevo al cuero cabelludo, me regresa a la mente un par de ojos azules y de pronto, me veo asfixiada a mí misma al recordar la follada que me dio en su despacho.

Joder. Aprieto los labios con fuerza, tratando de borrarlo de mi mente, tengo que parar de fantasear o voy a terminar volviéndome loca.

Procuro terminar de ducharme antes de lo esperado y en un abrir y cerrar de ojos, ya me encuentro lista. Me coloco un enorme blazer encima, unas medias veladas negras y unos tacones. El frío me obliga a secarme el pelo para evitar coger un resfriado y me recojo la melena en un moño francés. 

Emma ya está cambiada con ropa nueva también y me rio cuando suelta un silbido a modo de coqueteo al verme.

Abandonamos el hotel y recorremos la ciudad hasta encontrar la cafetería que nos parece más adecuada. Es sencilla y no hay mucha gente dentro, lo cual me gusta ya que las aglomeraciones juegan con mi paciencia.

Se hace un poco más tarde y terminamos de merendar, por lo tanto, procedemos a recorrer la ciudad. Me gusta pasar tiempo con Emma, la conozco desde hace un buen tiempo y me siento afortunada de tenerla como amiga.

Tomamos un poco del tiempo para realizar compras al toparnos con una tienda de ropa muy llamativa. Nos probamos vestidos, faldas, jeans y corsets.

Llegamos al hotel un poco más tarde con las bolsas de compras que dejamos por allí y nos dejamos caer sobre nuestras camas.

—Estoy exhausta —suelta mientras se deshace de los tacones.

Hago lo mismo mientras dejo escapar una corta risa. En lo que queda de tiempo, nos arreglamos un poco, recorremos el hotel y cuando llega la noche, ordenamos comida.

Al día siguiente hacemos algo parecido y posteriormente a ese día, llega el día del desfile.

Ya me encuentro en Carrousel du Louvre, nos están preparando a las modelos en la misma habitación y hay un bullicio terrible.

Mis colegas me hablan un poco mientras nos arreglan, todas llevamos batas encima, aún no tenemos la ropa que vamos a desfilar.

—¡En dos minutos todas las modelos tienen que estar listas! —avisa la mujer, olvidé su nombre.

Me dan la ropa y me meto en uno de los camerinos junto con mis pertenencias. Me desvisto, me coloco la ropa con cuidado, cerciorándome de no arruinar mi pelo ni mi maquillaje. Una vez lista, guardo toda mi ropa y abandono el camerino.

Me encamino hacia donde están todos detrás del telón, oyendo al público, ya se encuentran aquí.

—Un minuto para que empecemos —vuelve a avisar la mujer de acento francés severo.

Los minutos pasan más rápido de lo que creí y en menos de nada, el desfile empieza. La primer modelo en dar rienda al show es Alisa Ivanova, que se encarga de desfilar el primer conjunto que tiene un matiz sexy pero a la vez, tierno.

Es conservador, pero atractivo de alguna forma u otra.

Una enorme tanda de modelos se alza en la pasarela, atrayendo la atención de todo el público. Todas se ven radiantes.

Mientras tanto, por detrás del telón nos toman fotos, conversamos y los coordinares ayudan a las modelos que están a punto de salir.

Los minutos pasan, pasan y...

—¡Vitali! —exclaman.

Me levanto de un brinco y me arreglan el pelo.

3... 2... 1...

La música me llena los oídos, llevándose mis sentidos. El cuerpo ya lo tengo acostumbrado a la sensación, a los sentidos y mis caderas se balancean por si solas sin necesidad de poner mucho esfuerzo.

Avanzo por la pasarela hasta detenerme, posando ante las cámaras. Lanzo un beso antes de devolverme por donde vine. Mis colegas me felicitan una vez estoy detrás del telón y posamos frente a las cámaras. El desfile se da por finalizado cuando todas las modelos regresamos a la pasarela para posar frente a las cámaras, poniéndole un fin al evento, y me dirijo al camerino.

Me apresuro por desvestirme, pero mi teléfono me alerta de una llamada entrante, dejando la acción a medias.

No doy muchas vueltas a la hora de contestar pese a que se trata de un número que me es ajeno.

—¿Si?

Buenas noches.

Me quedo quieta en mi lugar al oír su masculina voz.

—¿Disculpa? ¿Cómo conseguiste mi número?

Tengo mis métodos.

Ajá —me rio—. ¿Qué sucedió? ¿El arrogante de mierda se ha encaprichado conmigo?

No te creas tanto.

¿Qué quieres? —me arrepiento al instante de hacer la pregunta, pero eso no quita el querer oírlo.

Lo mismo que tú quieres que haga; volverte loca y hacerte gemir de nuevo.

Maldita sea. Ignoro el calor que me provocan sus palabras.

—Que sepas desde ahora que mi respuesta es no. Si quieres sexo entonces vas a tener que esperar, porque lo voy a decidir yo.

Me gustaría saber que te hace pensar que esperaré por ti como si te necesitara para vivir.

A mí me gustaría saber que te hace pensar que estaré disponible para ti las veinticuatro horas del día.

Ignoro la forma en la que mi cuerpo reacciona.

—Tú decides.

Imbécil.

Cuelga la llamada y dejo el teléfono sobre el tocador. Ignoro el volcán en el que se ha convertido mi cuerpo, termino de cambiarme de ropa y finalmente, abandono la estancia.

Afuera los flashes de las cámaras me blindan, pero los ignoro y avanzo hacia mi único punto de interés. Emma me espera con los brazos abiertos y se ríe a carcajadas cuando le correspondo.

—¡Estuviste increíble! —exclama entre el bullicio. Me rio.

—Gracias.

Me toma del brazo.

—¡Vamos a celebrar! —exclama.

Asiento y la sigo.

***

Decidimos pasar unos dos días más en Paris a modo de unas cortas vacaciones. A decir verdad, la pasé muy bien. Fuimos de compras, paseamos por la ciudad, fuimos a una de las mejores cafeterías, centros comerciales y disfrutamos de la estadía del hotel.

Termino de empacar mis maletas y Emma hace lo mismo. El botones toca la puerta y le abro.

—Señoritas, con permiso —lo invito a pasar—. ¿Les ayudo con el equipaje?

—Sería de gran ayuda, gracias.

Lo ayudamos con los bolsos que cargamos nosotras. Tomamos el ascensor que nos lleva a la recepción y salimos al exterior, en donde la limusina nos espera con mi chofer que nos saluda a ambas.

Le volvemos a agradecer al botones, saludo al chofer dándole a indicaciones y finalmente, nos metemos dentro del vehículo.

—¿La pasaste bien? —interrogo.

Apoya su cabeza sobre mi hombro mientras sonríe.

—Sí, me subiste el ánimo.

—Me alegra, por eso soy tu amiga. Siempre contarás conmigo.

—Gracias.

—No tienes que agradecérmelo.

El viaje hacia el jet privado es un poco extenso, pero en tres horas ya estamos allí. Mis hombres nos ayudan con las maletas y abordamos el jet.

El viaje no es demasiado extenso, dura eso de una hora y veinticinco minutos.

Aterrizamos a eso de las nueve de la mañana en Milán y nos reciben a ambas, abriendo las puertas del jet. Bajo las escalerillas y mi chofer se encarga con los equipajes.

Hay dos limusinas, una para mí y otra para Emma, quien me pidió ordenar otro vehículo ya que tiene que irse ahora mismo debido a un cliente.

—Gracias por el viaje —me abraza—, te veo luego, ¿si? Ten un buen día.

—Tú también —le doy un beso en la mejilla a modo de saludo y no pierde mucho tiempo en marcharse en el otro vehículo.

Me acerco a la limusina y un chofer de pelo negro me abre la puerta.

—Buenos días señorita Vitali.

—Buenos días.

—¿A dónde debo llevarla? —interroga.

Mi mente clama una cosa, pero mi cuerpo... otra.

—Llévame a Società Haste, tengo que saldar un par de cuentas con alguien.

NOTA DE AUTORA: así que, finalmente llegamos al fin de capítulo. Espero que hayan disfrutado de este capítulo.

Esta nota se me hizo necesaria para comunicarles que finalmente tenemos booktrailer.

Sin más que decir, nos estaremos leyendo en el próximo capítulo.

❤️

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