THANTOPHOBIA; James Potter

By prongs_girl

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❝Tipo de ansiedad que tiene que ver con el miedo a la muerte, el proceso de morir o perder a un ser querido.❞... More

𝐈𝐍𝐓𝐑𝐎𝐃𝐔𝐂𝐂𝐈𝐎𝐍
𝐀𝐂𝐋𝐀𝐑𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒:
𝐂𝐀𝐒𝐓
𝐏𝐋𝐀𝐘𝐋𝐈𝐒𝐓:
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AGRADECIMIENTOS Y EXPLICACIÓN.
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟭
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟮
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟯
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟰
𝗙𝗜𝗡𝗔𝗟 𝗔𝗟𝗧𝗘𝗥𝗡𝗔𝗧𝗜𝗩𝗢
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟱
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟲
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟳

| 𝟭𝟭 |

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By prongs_girl


Los Merodeadores y Lily, Marlene y Dorcas se encontraban almorzando unas pizzas que los chicos se habían ofrecido a comprar.

Todos estaban hablado algo emocionados sobre la próxima reunión de la Órden del Fénix, la cuál sería la primera.

–Es algo lindo creo. –dijo Lily limpiando sus manos con una servilleta.

–¿Unirnos a un grupo donde lucharemos y podemos morir? Probablemente. –comentó Sirius irónicamente mientras masticaba.

–Mastica con la boca cerrada, troglodita. –comentó Marlene.

Sirius puso sus ojos en blanco y abrió su boca, dejando a la vista toda la comida masticada. Marlene frunció su rostro y le lanzó el borde de su porción de pizza.

–¡Oye! Los bordes de la pizza son la mejor parte. –dijo Alex estirándose y tomandola para comerla con una sonrisa de placer.

–Claro que no. –dijo James a su lado.

–Si, es lo mejor.

–No tiene sentido, no tiene queso o salsa. –dijo algo escandalizado.

–¿A qué te referías, Lily? –preguntó Remus ignorando las discusiones que se habían desatado en el lugar.

–No lo sé. –dijo tomando otra porción. –El que nos tengan en cuenta es algo lindo.

–Lo mejor es que podremos seguir viéndonos. –comentó James mientras apoyaba su brazo sobre el respaldar de la silla de Alex.

–Concuerdo. –afirmó Remus. –Nuestro miedo era perder el contacto, por lo menos con esto nos aseguramos el vernos.

–A mi eso me deprime. –comentó Alex. Todos la miraron sin entender. –El verlos, creí haberme librado de ustedes.

–Cállate, nos amas. –comentó Sirius.

–En especial a mí. –dijo Lily. –Yo soy tu favorita, ¿a que si?

–Claro que no. –dijo Dorcas frunciendo su ceño.

–¿Por qué tengo esa constante sensación de que quieren robarse a mi novia?

–Porque es la verdad. –dijo Marlene guiñandole un ojo a la pelirroja, Alex se lo devolvió haciendo que James grite escandalizado.

–¿Acabas de coquetear con Marlene en frente mío?

–No es la primera vez. –dijo la rubia.

–Exacto, sólo es la primera vez que nos ves hacerlo. –bromeó.

James colocó una mano en su pecho mientras arrugaba su rostro y miraba mal a Marlene. Colocó sus dos dedos en sus ojos para luego señalar a la rubia, indicando que la estaba vigilando.

–¿Cómo está tu madre, Peter? –preguntó Dorcas.

–Ella está mejor, aunque aún debo cuidarla.

–¿Necesitas ayuda en algo?

Peter bebió un sorbo de cerveza de mantequilla y miró a Alex con un poco de culpa.

–No, no. Todo está controlado. –dijo sonriendo.

–¿Hablaste con Macmillan hoy? –le preguntó James a Alex, la chica notó que todos hablaban en distintos grupos así que se giró para mirar mejor al azabache.

–Si, por suerte todo está bien. Me preocupaba su familia, pero si no me equivoco están escondidos.

–¿Corren peligro? –preguntó Remus que oía la conversación.

–Un poco, sus padres están en contra de todo esto. Los mortifagos quisieron reclutarlos, pero ellos se negaron al instante haciéndolos enojar.

–Si, oí algo de eso. –comentó Sirius. –Un día después de que los reclutaran publicaron un comunicado en El Profeta para dejar aún más en claro su postura.

–¿Y se están escondiendo? –preguntó Peter.

–Creo que si.

–Debe ser horrible, esconderte o tener que escapar de esa forma. –dijo Peter. –¿Sabes dónde están escondidos? Supongo que será en su casa o algo así.

–No, no lo sé. –dijo mientras sacudía su cabeza.

Aunque de saberlo no lo diría, pensó.

Peter asintió y miró la hora del reloj, al instante suspiró y se levantó de su lugar.

–¿Ya te vas? –preguntó James algo desorientado.

–Si, pero uno de estos días podemos volver a juntarnos.

–Claro que si, te acompaño.

Alex saludó a Peter con un beso en la mejilla y se sentó junto a las chicas que estaban del otro lado.

–Bien, debemos juntarnos. –dijo Dorcas mientras juntaba sus manos sobre la mesa.

–Si, ¿luego de la primer reunión? –propuso Marlene.

–Si, sería lo mejor. Nos vamos de allí juntas. –comentó Lily. –¿Donde creen que sea el mejor lugar?

–Puedo hablar con los Potter, tal vez pueden venir aquí. No creo que tengan problema. –comentó mientras juntaba las servilletas usadas. –No creo que sea buena idea juntarnos en tu casa, Lils.

–Exacto. –concordó Dorcas. –No con tu familia allí.

–Si, ya debo ver de irme a vivir sola. –suspiró pesado. –No quiero quedarme allí y ponerlos en riesgo. ¿Ustedes qué planean hacer?

–No lo sé. –negó Marlene. –Me gustaría quedarme con mi familia, ellos planean ayudar en la guerra así que es lo mismo irme o quedarme allí. Están en peligro igual.

–Yo quiero irme. –comentó Dorcas. –Veré que hacer, no quiero quedarme con mi familia y que corran riesgo.

–Puedes venir a mi casa si quieres. –propuso la rubia. –Mis padres estarán encantados.

Dorcas sonrió mientras miraba hacia abajo y se sonrojaba levemente, lo disimuló un poco tosiendo sobre su puño, pero no pasó desapercibido para Alex.

La pelirroja pensó que luego interrogaría a su amiga por esto.

–No quiero molestar.

–No lo harás, sería lindo.

–¿Y tú?

Alex hizo una pequeña mueca ante la pregunta de Lily, negó con su cabeza sin saber.

–Creí que irían a vivir con James. –dijo Dorcas.

–No lo sé, no quiero agobiarlo.

–¿Tú? ¿Agobiar a ese miope? –ironizó Marlene. –Estoy segura de que él te agobiará a ti.

–Concuerdo. –dijo Lily mientras reía. –Probablemente estaría a tu lado todo el día y no te dejaría ni para que te duches.

–Bueno, puede ser. –dijo mientras se sonrojaba levemente. –Es que estoy aquí desde que dejamos Hogwarts, tal vez quiere pasar un tiempo solo o algo, sería normal.

Las tres chicas se miraron y comenzaron a reír al mismo tiempo ante la estupidez que Alex decía. La pelirroja rodó sus ojos y las golpeó una por una, haciendo que se quejen.

–¡No se rían!

–Hola, ¿de qué hablan? –preguntó James llegando por detrás y apoyando sus manos en los hombros de Alex.

Marlene sonrió burlona y carraspeó su garganta.

–¿Qué harás tú, James? ¿Seguirás viviendo aquí o planeas mudarte solo?

El azabache ladeó su cabeza ante la pregunta y relamió sus labios mientras pensaba.

–Bueno, me iré. –asintió. –Sirius planea hacerlo con Remus, y lo mejor sería mudarme ya que con esto de la Órden será complicado estar con mi familia.

Las tres chicas sonrieron al mismo tiempo y miraron a Alexandra, que les negó con la cabeza para que no digan nada estúpido.

–Que hermosa casualidad. –dijo Lily. –Alex nos comentaba que también pensaba mudarse.

–¡Hola a todos!

Todos los presentes se giraron, encontrándose con Euphemia y Fleamont. La pareja había llegado del trabajo y tenían rostro cansado, pero aún así sonreían.

–Señores Potter ¿cómo están?

–Bien, queridas. –dijo la mujer acercándose al grupo. –¿Fueron a Hogwarts?

–Volvimos hace un rato, ya almorzamos.

–Oh, bien. Y ¿qué quería Dumbledore?

Todos miraron a James que se sonrojó violentamente mientras sacudía su cabello con nerviosismo, él suspiró y miró con una sonrisa inocente a su madre.

Euphemia se cruzó de brazos mientras alzaba una ceja, Fleamont quiso reír ante la actitud de su mujer, pero se aguantó.

–Bueno... nosotras debemos irnos. -comentó Lily. –Es un gusto verlos.

–Si, cuídense. –saludó Marlene.

–Pueden venir cuando quieran. –dijo Euphemia relajando su expresión.

Las tres chicas salieron del lugar luego de saludar a cada uno de sus amigos.

Luego de que la casa quede sola, Alex miró a James, y el chico se sentó a su lado. Remus y Sirius copiaron el acto de su amigo y tomaron asiento junto a la pareja.

Euphemia y Fleamont se miraron algo dudosos al notar que los cuatro chicos se ponían nerviosos, y se sentaron frente a ellos para oír lo que tenían que decir.

–Bien. –incentivó el hombre. –¿Qué quería Dumbledore?

–Bueno... –comentó Sirius con voz aguda. –Es complicado.

Euphemia miró a Remus y a Alexandra para que le digan qué sucedía. El castaño miró sus manos con atención, y la pelirroja sabía que no quedaba de otra y debía hablar.

–Nos comentó sobre la Órden del Fénix. –dijo Alex mientras buscaba las palabras correctas.

–¿Por qué me suena? –preguntó Fleamont mientras colocaba la mano en su mentón y pensaba.

–Es un grupo que evitó que Voldemort se apropie del Ministerio. –explicó Remus.

–Que no sea lo que estoy pensando. –dijo la mujer cruzando sus brazos.

James comenzó a mover su pierna de forma frenética al ver que su madre comenzaba a alterarse. El rostro de la mujer estaba tomando un color similar a su cabello, y su ceño se encontraba fruncido.

Los ojos entrecerrados de su madre lo intimidaban bastante, le recordaba a cuando lo castigaban de pequeño.

Alex miró a James y notó su expresión nerviosa, ella tomó su mano dándole un pequeño apretón para luego comenzar a acariciarlo.

–¿Qué piensas? –preguntó Sirius casualmente.

–Que el loco desaforado de Dumbledore quiere meterlos en ese famoso grupo para que peleen.

Fleamont rió ante las palabras de la mujer, pero se quedó en silencio al ver que los chicos sonreían inocentemente.

–Oh. –murmuró él.

–Si, oh. –imitó James inocentemente.

–Expliquen antes de que muera de un infarto o me metan a Azkaban por matar a ese señor irresponsable.

–Tranquila, mamá. –dijo Sirius.

–Nos dijo que estaban reclutando a algunas personas aptas y con potencial. –comenzó Remus al ver que ninguno de los otros tres estaba dispuesto a hablar. –Se encargan de proteger a la gente que está en peligro o en la mira de los Mortifagos, también suelen recorrer y hacer guardias en pueblos.

–Dijo que nos explicará mejor en la primer reunión. –comentó James.

Alex cerró sus ojos con fuerza al ver la mirada furiosa de la mujer. James se encogió y por instinto tomó la otra mano de su novia.

–¿Primer reunión? ¿Eso significa que aceptaron?

–Que cosas ¿no? –comentó Sirius riendo levemente.

Euphemia tapó su rostro y comenzó a respirar hondo para intentar no explotar. Fleamont acarició su espalda mientras intentaba calmarla.

–Tranquila.

–No, no me digas que esté tranquila, Fleamont. –negó mirando al grupo nuevamente. –¡¿Están locos?! ¿Entrar a un grupo así y arriesgar sus vidas de esa manera?

–Debemos proteger a la gente, mamá. –dijo James soltando a su novia y apoyando sus manos sobre la mesa. –Si no lo hacemos nosotros.. ¿Quién lo hará?

–Pues, no lo sé. –dijo exhasperada. –Personas del ministerio, aurores, profesores.. ¡No unos niños de diesciciete y dieciocho años!

–Mia... –comenzó Remus. –Hay mucha gente que no está apta para luchar, nosotros somos jóvenes y podemos hacerlo. –dijo con voz calma.

–Si. –afirmó Alex. –Debemos protegerlos.

–¿Y quién los protege a ustedes?

Fleamont suspiró mientras negaba con su cabeza. Él no había dicho mucho, pero estaba un cincuenta por ciento de acuerdo con los jóvenes y otro cincuenta con su mujer.

–Yo creo que son capaces de hacerlo. –dijo el mayor. –Ustedes son unos magos espléndidos, y si Dumbledore los invitó es por algo.

–No, no es así.

James rodó sus ojos y cruzó sus brazos ante la negativa de la mujer.

–¡Ese hombre está loco! ¿Invitar a unos niños a luchar? Es un manipulador. –afirmó mientras se levantaba de su asiento. –Ustedes deberían pensar en su futuro y en qué estudiar o de qué trabajar, no estar luchando en una guerra. –dijo bajando el tono de voz.

Todos los chicos asintieron ante eso, sabiendo que la mujer tenía algo de razón. Un silencio algo triste inundó el lugar.

Ellos debían pensar y disfrutar en su juventud, ver qué estudiar, de qué trabajar, viajar, ir a fiestas.. Y aquí estaban, planeando luchar en una guerra que día a día se ponía más oscura y peligrosa.

–Estaremos bien. –afirmó Alex.

James apretó sus labios ante la expresión de la mujer, y con un poco de enojo se levantó de su asiento.

–Esperaba que aunque sea estés orgullosa de nosotros. –dijo mientras señalaba al grupo. –Estamos por proteger a gente que no tiene idea de lo que sucede o que no es capaz de luchar. ¿Qué esperas? ¿Que nos quedemos sentados sin hacer nada mientras la gente muere?

Alex tomó la mano de James para calmarlo, pero él se soltó de su agarre para salir del lugar y subir al primer piso.

Un silencio sepulcral inundó la sala, lo único que se oyó fue el portazo que provino de la habitación de James.

Alex miró a Sirius que apretó sus labios mientras negaba con su cabeza. El pelinegro le hizo un ademán a Remus para salir de allí, quien captó la indirecta al instante.

–Acompañaré a Remus a buscar algo de ropa ¿puede quedarse aquí unos días?

–Claro que si. –respondió Fleamont. –Vayan y vuelvan rápido, utilicen la chimenea.

Fleamont miró a su mujer, la cuál estaba con sus codos sobre la mesa y tapaba su rostro. El hombre miró a Alex y ella asintió con su cabeza, indicando que intentaría hablar con Euphemia.

–Debo ir a revisar los papeles de la nueva poción. –comentó llamando la atención de la pelirroja.

–Claro, te esperamos para la cena. –dijo dejando su rostro a la vista.

Fleamont siguió el paso de los dos jóvenes y se dirigió a la chimenea para poder ir más rápido al ministerio y terminar con su trabajo de una vez por todas.

Alexandra miró sus manos de forma nerviosa mientras pensaba qué decir. Ella entendía a la perfección a Euphemia, pero también entendía a James.

James creía que era buena idea unirse a la Órden, y claramente estaba emocionado por luchar y hacer el bien. Él creía que su madre reaccionaria de otra forma.

–Mia... –comenzó Alex dubitativa, la mujer la miró y esperó a que hable mientras relajaba su postura. –¿Está bien?

–Si, quiero decir... estoy preocupada. –dijo mientras miraba sus manos. –Entiendo a James, y era obvio que querría luchar, pero estoy asustada.

Alex asintió mientras esperaba que la mujer termine de hablar. Euphemia mantenía sus ojos fijos en sus manos e intentaba hacer lo posible para no llorar.

–Sé que tiene mucho potencial, y estoy orgullosa de que tenga la iniciativa de ayudar en la causa. –dijo mirándola. –Pero es mi hijo, no puedo perderlo.

–Entiendo. –murmuró mientras asentía.

–Alex, no puedo perderlo. –dijo en tono desesperado pero en voz baja. –Él es lo más importante que tengo, al igual que Sirius. Ustedes también son muy importantes para Fleamont y para mí. ¿Qué haremos si algo les sucede?

Alex hizo una mueca mientras miraba sus manos atentamente. Ella creía que con sus padres ignorando su existencia y la muerte de Martha no tendría alguien que se haga problema por su unión a la Órden, pero por lo visto sí.

–Estaremos bien. –afirmó. –Dumbledore nos invitó por nuestro potencial, sabemos defendernos. Estamos preparados.

La mujer reprimió sus lágrimas y tragó el nudo que se había formado en su garganta.

–Por favor, cuídalo. –dijo levantándose de la silla. –Y cuídate tú también, eres lo más importante que tiene y no soportaría estar sin ti. Lo conozco y sé que es así.

Alexandra sintió que un revoltijo se hacía presente en su estómago, y tuvo ganas de vomitar todo lo almorzado.

Las palabras de Euphemia le llegaron de una forma desgarradora.

Si, todos estaban emocionados de comenzar a trabajar en la Órden. Pero ninguno se puso a pensar en qué sucedería si a alguno le pasa algo.

Euphemia se fue la cocina para limpiar y comenzar a preparar la cena con tiempo, dejando a la pelirroja sola.

Alex se quedó unos minutos sentada y pensando profundamente en las palabras de la mujer. Por algún motivo, ahora se encontraba asustada.

No quería que el miedo la consuma, en especial porque sabía que este era un tema que afectaba bastante a James, y si él la veía asustada sería peor.

Alex se levantó y subió las escaleras al primer piso, ahora tenía que hablar con James e intentar tranquilizarlo.

Tocó la puerta con tres pequeños golpes y se cruzó de brazos mientras esperaba que sea abierta.

–¿Quién?

–Soy yo.

Unos pasos acercándose alertaron a la chica, a los pocos segundos la puerta fue abierta por James.

El chico debía estar practicando con la guitarra, ya que esta se encontraba sobre la cama.

James sonrió al verla y la dejo pasar, la pelirroja se dejó caer sobre su cama y miró al chico con atención, en busca de algún signo de tristeza.

–¿Estás bien?

James suspiró y caminó hasta su novia para sentarse a su lado. Sus mejillas aún estaban algo rojas por el enojo, y un pequeño puchero adornaba su rostro.

El chico tomó la mano de Alex para poder jugar con ella y relajarse, ella sonrió al ver que comparaba los tamaños de las mismas.

–Estás enojado ¿no?

–No lo sé. –dijo finalmente. –Supongo que esperaba otra reacción. Sé que está preocupada, pero creí que estaría orgullosa de mí.

–Lo está. –dijo acercándose un poco más a él y uniendo sus manos, obligandolo a dejar de jugar y fijar toda su atención en ella. –Lo está, James. Pero debes entenderla, está preocupada y tiene miedo.

–Lo sé. –dijo en voz baja.

Un pequeño silencio reinó la habitación, y Alex recordó lo que Euphemia le había dicho en el piso de abajo.

James mantenía un gesto algo preocupado y movía su pie hacia arriba y abajo de forma repetitiva.

–Lo único que logró es aumentar mi preocupación. –continuó. –Creo que una parte de mí estaba relajada por unirnos a ellos y estar a salvo. Pero el que ella reaccione de esa forma me hizo dar cuenta de que no es así, no estamos a salvo.

Ella miró los ojos miel de su novio, estos desprendían preocupación y algo de tristeza, y eso le rompió el corazón.

Alex dirigió su mano a la mejilla de él y comenzó a acariciarla, James sonrió y reposó su mejilla contra la palma de la misma para que no se aleje.

Él cerró sus ojos mientras disfrutaba del contacto de Alexandra.

–No te diré que estamos a salvo, porque no es así. –dijo ella en voz baja. –Pero vamos a estar bien, hemos superado muchas cosas y seguirá siendo así. No quiero que te preocupes cuando aún no ha sucedido nada. –continuó preocupada.

James asintió y volvió a unir sus manos, para luego mirar cómo estaban entrelazadas, estaban hechas para la otra.

–Está preocupada, no seas tan duro con ella. –dijo mientras levantaba su otra mano y acomodaba su cabello. –Ella está muy orgullosa de ti, al igual que yo.

James sonrió y miró sus pies al sentir que el color subía a sus mejillas. El azabache sintió que su estómago era invadido con miles de criaturas mágicas que hacían que se sienta como el primer día.

–El James Potter que conozco no se deja vencer así de fácil.

James rió y la miró con una ceja alzada, ella sonrió al ver que ya no desprendía preocupación o tristeza, sino felicidad y un poco de orgullo.

–Sabes que lo único que logras diciendo eso es que mi ego aumente ¿no?

Alex rodó los ojos y dejó caer su espalda sobre el suave colchón.

–Creí que no era posible aumentarlo aún más. -contestó elevando sus hombros. –¿Estabas practicando? –preguntó intentando cambiar de tema mientras señalaba la guitarra.

–Si. –contestó emocionado. –Y adivina qué. -dijo mientras tomaba el instrumento. –Ya me salen la mayoría de los acordes.

–Tengo un novio increíble. –dijo sonriendo y guiñandole un ojo.

–Claro que si, cariño. –respondió con altanería.

–Pero no eres más increíble que yo, eso nunca.

–¿Disculpa? –dijo en tono ofendido mientras cruzaba sus brazos. –Maldita.

James se abalanzó sobre Alex para comenzar a hacerle cosquillas por todo su abdomen. Ella chilló mientras comenzaba a reír con fuerza.

–¡Basta! Eso es traición. –dijo entrecortado por las risas.

James rió al ver que su rostro se tornaba de un color rojo fuerte.

–Di que soy el más cool de la relación.

–¿Quién utiliza la palabra cool?

James entrecerró sus ojos y aumentó el nivel de cosquillas, haciendo que ella ría más fuerte e intente golpearlo con su codo, pero él la esquivó.

–¡Dilo!

–Nunca.

El chico gruñó por lo bajo y aumentó las cosquillas sobre la zona de sus costillas, sabiendo que en ese lugar era más sensible.

–Basta, por favor.

–¡No! Dilo.

Alex aprovechó que el chico se distraía un poco y estiró su pie para poder safarse de su agarre, pero no calculó bien la distancia y termino dándole una patada en el estómago, logrando que caiga sobre el suelo.

–Ay, Merlin. –dijo sentándose y mirando al chico que estaba tirado.

–Auch.

–Lo siento. –dijo intentando no reír.

James se volteó y la miró con el ceño fruncido, ella apretó sus labios y él la miró ofendido.

–¿Te estás riendo de mí?

–Claro que no.

Él elevó una ceja y fingió sentir un dolor en su cabeza mientras sobaba la zona. Alex se preocupó un poco e intentó pararse, pero él la tomó de la pierna y la arrastró hasta tirarla al suelo con fuerza.

–¡Oye! –dijo sobando su trasero.

–Estamos a mano.

Ella se levantó y lo golpeó con fuerza en el pecho, haciendo que él la miré enojado.

–Estábamos a mano, traidora.

–Eres un bruto.

–Tú eres la bruta. –dijo levantándose y mirándola con los brazos cruzados.

Alex iba a hacerle burla pero se quedó en silencio al ver la expresión seria del chico, aunque un atisbo de sonrisa estaba presente.

–No. –amenazó al notar las intenciones de él.

–¿Qué, Lex? ¿Sucede algo?

–Basta, James. –dijo caminando hacia atrás al ver que él sonreía con maldad.

–Estoy caminando. –comentó con inocencia fingida.

Alex comenzó a correr por la habitación al ver que él aumentaba el paso, chilló al ver que él corría detrás de ella e intentó salir de la habitación, pero James fue más rápido y bloqueó la puerta con un hechizo.

–¡Eso es trampa!

–No, es inteligencia.

Alex gritó agudo al sentir que James la tomaba de la cintura por detrás y reía victorioso.

–Gané. –comentó tirándola sobre la cama con fuerza, haciendo que esta rebote por el impulso, luego elevó sus brazos triunfalmente.

–¡Me lanzaste como a una bolsa de papas! –dijo ofendida.

James sonrió y se tiró sobre ella, haciendo que esta haga una mueca de dolor.

–No me importa, gané. –dijo acomodándose sobre ella y apoyando sus codos en sus costados.

–Hiciste trampa. –comentó mientras acomodaba el cabello azabache del chico, el cuál estaba en desastrosas condiciones.

–Claro que no. –dijo acariciando los pequeños lunares de su mentón. –¿Ya te dije que eres hermosa?

Alex puso sus ojos en blanco mientras sentía que su rostro enrojecía por completo.

–¿Siempre dirás lo mismo? –replicó.

–Hasta que dejes de sonrojarte.

Ella rió mientras él miraba su rostro con atención, ambos estaban muy cerca.

James sonrió inconcientemente al ver que sus ojos verdes brillaban con felicidad, sus labios estaban naturalmente rojos y sus cejas algo despeinadas, por lo que pasó un dedo sobre ellas para acomodarlas.

La respiración de ambos seguía acelerada de tanto correr y bromear entre ellos. Sus rostros estaban un poco rojos y con una leve capa de sudor.

Ella sonrió mientras acariciaba la nariz del chico, James arrugó la misma al sentir algo de cosquillas.

–Bueno.. ¿ya te dije que eres hermoso? –replicó.

James esbozó una sonrisa que se podía asemejar con la de un niño y fingió pensar mientras entrecerraba sus ojos.

–No, nunca. –dijo gracioso.

–Bueno, lo eres.

–¿Soy qué?

Ella rodó los ojos ante el tono del chico, y él hizo el ademán de volver a hacerle cosquillas, por lo que rápidamente lo miró mal.

–¡Ya, ya! Ni se te ocurra Potter.

James sonrió divertido y dejó un corto beso sobre sus labios.

Al separarse, bastaron unos segundos para que sus labios se unieran nuevamente, y comenzaran una especie de lucha entre ellos. James subió una mano al cuello de la chica, pero al recordar que le afectaba rápidamente la movió a su mejilla.

Alex se separó y notó sus ojos miel preocupados, ella sonrió para tranquilizarlo y tomó la mano que anteriormente estaba en su cuello para dirigirla ahí nuevamente.

–Lex...

–Tranquilo.

James la miró con admiración y sonrió mientras volvía a unir sus labios en un beso lento y profundo. Su mano comenzó a dejar suaves caricias en su cuello, y ella elevó sus manos para poder acariciar el cabello revoltoso del chico.

Los labios de ambos estaban hechos para el otro, estaban seguros de eso. Encajaban a la perfección y parecían tener una especie de imán que hacía que no quieran separarse.

James mordió suavemente el labio inferior de la chica y se separó, para mirarla con sus ojos brillosos.

–Te amo, Lex. –dijo con voz profunda.

James sentía la necesidad de decirlo, de que ella sepa cuánto la amaba y necesitaba a su lado.

Todas las emociones que había sentido ese día lo había puesto algo nostálgico, y quería decirle a la chica todos sus sentimientos.

Ella aumentó el tamaño de su sonrisa dejando a la vista sus dientes blancos y asintió mientras respondía.

–Yo también, Potter.

James puso los ojos en blanco al oír su apellido, y gruñó por lo bajo mientras escondía su rostro en el cuello de Alexandra.

–¿Te gusta mi apellido? –preguntó gracioso.

–Si. –dijo más en tono de pregunta.

–Bien, porque algún día lo llevaras puesto.







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