Un príncipe imperfecto

By bonnell99

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Eric tiene una reputación cuestionable, luego de abdicar al trono británico, decide huir a Austria, allí se e... More

Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Epílogo
Agradecimientos
¡Más historias sobre la realeza y otras!

Capítulo 13

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By bonnell99

En algún punto de la noche intento conciliar el sueño, sin embargo, mi cabeza da vueltas recordando la conversación que Eric y yo hemos mantenido, a eso se le suman los recuerdos de mi hermano, sobresaltándome y haciéndome salir de un brinco de la cama. Enciendo las luces de la habitación, el pasillo y la cocina donde me sirvo un vaso de agua fría que intento beber de completo y aún me deja la garganta seca.

Mi corazón late con fuerza y al final me veo saliendo de mi departamento, mis pies descalzos caminan por el frío suelo del pasillo y me paro frente al antiguo departamento de Philipp, quiero entrar, los dedos de mi mano pican por cerrarse en el pomo de la puerta y abrirla, ¿por qué? Porque quiero respuestas aun cuando sé la razón por la que ya no está.

—¿Becca? —escucho una voz a un costado mío, la voz se oye distante, pero susurra mi nombre con cierta delicadeza que produce una nueva sensación en mi corazón. Cierro los ojos con fuerza y siento las lágrimas caer por mis mejillas—. Becca...

Insiste la voz al llegar a mi lado, siento una mano sujetarme del brazo y me volteo para encontrarme en medio de la tenue oscuridad con Eric, quien tiene el ceño fruncido por culpa de la preocupación.

Tenerlo frente hace que mi corazón lata con más fuerza de lo habitual. No puedo creer que esté aquí parada en miedo del pasillo, entonces hago lo que primero me pasa por la cabeza, acorto la distancia entre los dos y lo abrazo, Eric suelta un chillido bajo lleno de asombro por lo que he hecho, sin embargo, le toma segundos aceptar mi abrazo.

—¿Estás bien? —pregunta con su perfecto acento inglés que hace que los vellos de mi piel se ericen, quiero aferrarme a su ronca y masculina voz en estos momentos. Con cuidado, me aparta para mirarme e inspeccionar mi rostro para comprobar por su cuenta que estoy bien. Un escalofrío me recorre el cuerpo, ganándome una mirada de pies a cabeza de su parte y me sonrojo en segundos.

Traigo puesto un pijama de seda, los shorts son demasiado cortos que solamente consiguen cubrir mis muslos y la blusa de tirantes se ciñe bien a mi cuerpo, pues no es muy holgada, mientras intento pensar en otra cosa, no ayuda prestarle atención a Eric, aun con la poca luz que hay en el pasillo, veo que no trae playera y solo lleva unos pantalones para dormir.

—Ven, vamos adentro.

Dice haciéndome caminar hacia el interior de su departamento. Las luces están encendidas, lo que me hace cuestionarme si las acaba de encender antes de salir o simplemente no las ha apagado porque no ha dormido.

Eric me conduce hasta el sofá, donde me ayuda a sentarme con delicadeza, desaparece por unos minutos y aparece con una taza humeante de té que me obligo a tomar y aferrar mis manos a ella.

—Bebe —me ordena con sutileza, hago lo que me dice y bebo un trago, es una suerte que el té esté tibio. Un suspiro pesado se me escapa, ninguno de los dos hablamos y cuando decido hacerlo, me encuentro con que aún posee esa mirada de preocupación.

—Estoy bien, yo... —intento darle una explicación que no consigo tener, ¿qué estaba haciendo? Ni siquiera yo puedo averiguarlo, ¿realmente iba a entrar al departamento de Philipp? No era la primera vez que me encontraba de esa manera, en ocasiones pasadas, Sheryl y Caitlin me habían encontrado así y aunque no conocían toda la historia, no me cuestionaban, en su lugar, ayudaban a tranquilizar mis nervios.

—¿Por qué estabas frente a esa puerta? ¿Sucede algo malo?

Cuestiona dejando a relucir su curiosidad cuando ve que no le doy una respuesta en concreto. Vuelvo a beber un poco de té porque siento mi boca y garganta seca.

—Era el departamento de Philipp —me atrevo a confesarle después de un largo minuto. Eric no dice nada, ni ejecuta algún movimiento, más bien se queda estático procesando lo que he dicho.

No hace falta que realmente diga algo, comprende a la perfección ese sentimiento de perder a un ser amado, tampoco hace falta que le dé una explicación sobre cuán importante es mi hermano para mí, él sabe que los dos siempre fuimos unidos, Philipp y yo a pesar de la gran diferencia de edad teníamos un lazo especial, me cuidaba como si fuera su hija y no su hermana menor y eso a mí me gustaba, me hacía sentir que alguien realmente me amaba.

—Uh, no tenía idea de ello. —Por supuesto que no, pienso. Acaba de mudarse y no es que alguien más fuera a decírselo. Un suspiro pesado se escapa de él y lo veo rascarse el pequeño rastro de barba que le está saliendo, aquello lo hace ver un poco más grande de lo que es, aun así, dándole un toque atractivo y sensual a la vez—. Yo, uh....

Intenta pensar en algo que decir y coloco una mano sobre la suya, la cual descansa en su regazo y le doy un pequeño apretón.

—Gracias por la taza de té. —Es lo primero que se me ocurre, tampoco es lo mejor que puedo decirle, Eric ladea la cabeza intentando aferrarse a mis palabras, tiene el ceño ligeramente fruncido, luce pensativo—. Yo... no podía dormir.

Me atrevo a decir y él frunce los labios, se lleva una mano a la nuca.

—Tampoco yo.

Admite con un poco de culpa, observo el lugar, todo luce perfectamente organizado, pero me doy cuenta de que en la mesita que hay frente a nosotros hay un par de gafas de leer, libros, hojas sueltas y carpetas, seguramente debía de estar trabajando en algo.

—¿Cómo sabías que estaba afuera? —le pregunto, su mirada baja a nuestras manos, la mía aun encima de la suya y la alejo en un arrebato, sintiéndome apenada.

—Escuché ruidos —dice y me resulta una excusa absurda y un poco creíble a la vez. Decidido a que no lo cuestione, se aclara la garganta—. ¿Por qué no podías dormir?

No era por pesadillas, de eso no tengo dudas.

—Yo... —Mi corazón late con fuerza mientras pienso en mi respuesta, pero Eric niega antes de que hable.

—Olvídalo, no necesitas darme una explicación. —forja una diminuta sonrisa y se rasca la cabeza—. Sea lo que sea, ya está.

Dice e intento asentir, aunque él no luce convencido de sus propias palabras y yo tampoco lo estoy, agradezco que no quiera presionarme a hablar sobre el tema. Observo el lugar de nuevo y luego a él.

—¿Qué estabas haciendo?

Una pizca de curiosidad se revela en mi mirada.

—Estaba leyendo. —Hace un gesto hacia los tres libros apilados uno encima del otro en la mesita, me inclino para tomar uno de ellos y leer el título—. ¿Orgullo y prejuicio?

Siempre he considerado la poesía el alimento del amor. —Se encoge de hombros al citar una de las frases del libro, dejando en claro que lo ha leído, si bien lo recuerdo, fue Darcy quien lo dijo. No puedo evitar sonreír, Orgullo y prejuicio es uno de mis libros favoritos y que alguien como Eric lo cite, lo encuentro... encantador como seductor, ¿quién no se siente atraído por alguien que lee?

—Vuelvo a dejar el libro en su lugar y me enfoco en la pequeña estantería que tiene frente a la pared, debe haber aproximadamente cincuenta libros, quizá son pocos, pero muchos teniendo en cuenta que no lleva mucho tiempo en Austria.

—¿Los has traído contigo? —Señalo el estante y dejo la taza en la mesita para pararme a contemplar los libros, pues también me encanta leer, Eric se levanta para quedarse a mi lado mientras contemplo los títulos. Hay en su mayoría libros clásicos, pero también algunos libros juveniles no tan clásicos, pero sin duda reconocidos, lo sé porque me he leído la mayoría de ellos.

—Solo algunos, no podía traer todos de casa —responde a mi pregunta. Paso mis dedos por la solapa de ellos mientras leo los títulos.

—¿Planeas llenar la estantería?

—No lo sé, eso dependerá de cuánto tiempo me quede aquí. —Se encoge de hombros—. Quizá ordene algunos nuevos y los lea en mi tiempo libre.

—Podría prestarte algunos —sugiero al mirarlo—. Claro, tendrás que devolvérmelos o prestarme uno de los tuyos a cambio.

Bromeo y él sonríe ampliamente, esa sonrisa me gusta.

—¿Me estás proponiendo un trato?

—Puede ser. —Me encojo de hombros y le causa gracia.

—Bien, lo tendré en cuenta.

Se aparta del estante y camina por lo largo de la habitación.

—¿Sabes? En estos días tengo una pequeña reunión, se supone que debo de leer un cuento a niños pequeños, podrías acompañarme si quieres.

La invitación lo sorprende tanto como a mí me sorprende, pero no me arrepiento de hacerlo, por lo general, solía leerles cuentos a los niños en escuelas, esta vez sería un evento en una de las bibliotecas públicas, tener a Eric allí sería bueno.

—Me encantaría, es una buena invitación. —dice y me alegro de que en verdad la acepte y no decida rechazarme. De nuevo, decide acercarse a mí, colocándose a escasos centímetros de mi, le sostengo la mirada, aún sigue manteniendo un brillo que indica curiosidad, me acerco más a él, el ambiente a nuestro alrededor se vuelve serio y me pierdo por un instante en su mirada. Eric vuelve a dar un paso adelante, su presencia se siente demasiado cerca, pero no es intimidante y no me alejo cuando decide alzar una mano y acariciar mi cabello rubio—. ¿Estás segura de que no ha sucedido nada?

Escucho completa preocupación en su voz.

Agacho la mirada hacia mis pies descalzos y cierro mis ojos, la mano de Eric deja de acariciar mi cabello y se desliza con delicadeza por mi mejilla para llegar a mi barbilla y alzarla, obligándome a mirarlo.

—Becca...

Pronuncia de nuevo mi nombre con su marcado acento, el acento perfecto que siempre ha poseído y mis viejos recuerdos se cuelan en mi cabeza y el antiguo sentimiento que tenía por él vuelve a colarse, acelerando los latidos de mi corazón. Le sostengo la mirada y si es posible, doy un paso más al frente, tímidamente, coloco una mano en su firme pecho, cerca de su corazón para sentir la intensidad con la que late su corazón y me pregunto si él también se siente de la misma forma en que yo lo hago, ¿también vienen a él los viejos sentimientos? Por la forma en que su corazón late, quiero aferrarme a la idea de que no solo soy yo quien se siente atraída por él.

—Eric... —pronuncio su nombre con suma sutileza, apenas puede escucharlo, aún seguimos mirándonos, los dos rehusándonos a romper el contacto visual. Su boca se abre como si de pronto fuera a decir algo y se cierra apretando los labios, segundos después rompe el contacto visual cerrando los ojos con fuerza y cuando los vuelve a abrir son de un color más intenso.

No sé en qué segundo se ha inclinado para que su boca quede a escasos milímetros de la mía y los latidos de mi corazón aceleran más de lo usual, sobre todo cuando lo veo lamerse los labios involuntariamente.

—¿Alguna vez has escuchado que un beso puede aclararte esos sentimientos que tanto llevas cuestionándote?

Se atreve a preguntar, mi boca se abre e intento buscar una respuesta en su mirada sobre lo que está pasando, sin embargo, estoy demasiado aturdida para ver lo que sucede e inconscientemente, retrocedo, cortando la conexión que se había creado entre los dos.

Eric se percata de ello y se aparta lo suficiente para darme mi espacio, dándose media vuelta y pasándose una mano por la cabeza, cuando vuelve a enfrentarme, veo un ligero rubor en sus mejillas como si estuviese avergonzado de algo.

Intento pensar en algo.

—Yo, uh, debo volver a casa.

Me excuso de manera absurda y salgo a toda prisa de su departamento para ir de vuelta al mío, ni siquiera llego a mi habitación, me quedo allí en la entrada asombrada por lo que ha sucedido y sus palabras retumban en mi cabeza.

¿Alguna vez has escuchado que un beso puede aclararte esos sentimientos que tanto llevas cuestionándote? Su voz se repite una y otra vez en mi cabeza como disco rayado.

Bufo en exasperación, ¿Qué me pasa? Pienso y mientras intento volver a mis sentidos —que es casi imposible—, me pregunto a mí misma qué tanta verdad tiene las palabras de Eric y, en definitiva, estoy segura de que no lo ha dicho solo por decir porque había total seriedad en su voz y en su mirada, no es algo que se ha inventado de último momento, no, es algo que se ha estado preguntando probablemente desde hace tiempo y si soy sincera, de pronto quiero averiguarlo.

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