Hate you, love me [l.s]

By TheSunLouehh

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«Arrogante, narcisista, insoportable, soberbio, hipócrita y un condenado hijo de puta.» Son algunos los térmi... More

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Dedicatoria
Epígrafe
Prefacio
Segundo acto
Tercer acto
Cuarto acto
Quinto acto
Sexto acto
Séptimo acto
Octavo acto
Noveno acto
Décimo acto
Décimo primer acto
Décimo segundo acto
Décimo tercer acto
Décimo cuarto acto
Décimo quinto acto
Décimo sexto acto
Décimo séptimo acto
Décimo octavo acto
Décimo noveno acto
Vigésimo acto
Vigésimo primer acto

Primer acto

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By TheSunLouehh

—¡RENUNCIO! Es oficial, ¡no lo aguanto más! —prácticamente gimoteó en frustración —¡Es un maldito imbécil, arrogante, incapaz de mostrar siquiera un gesto de agradecimiento!

—Pero...

—¿Sabes qué hizo hoy? ¿¡Sabes?! —tironeó de sus cabellos en frustración.

—Pues, yo no...

—¡Me hizo ir a las cuatro de la mañana a hacerle guardia a su modista personal, porque en su neurótica cabeza su traje de la gala del fin de semana no estaría listo! ¡Aghhh! —tomó al rubio del brazo y lo sacudió levemente — Las. Cuatro. De. La. Mañana. —repitió lentamente, con los ojos desquiciados.

—¿En se-...?

—Y eso, después de tenerme en vela toda la noche porque quería que clasificara su correo en ruso... —soltó una carcajada amarga — Dime, Niall, ¿tú hablas ruso?

—En realidad...

—Porque yo no.

Niall sonrió suavemente y con delicadeza tironeó de su brazo hasta sacarlo del agarre de su amigo.

—Tommo. —llamó — ¿Hace cuánto que no duermes?

El ojiazul le dio una mirada irónica.

—¿Tú qué crees, Niall? —susurró, casi con verdadera curiosidad, como si ni él mismo lo recordara.

Quizás no lo hacía.

Louis tenía los ojos hinchados y enormes, rodeados por profundas ojeras, el cabello regularmente sedoso en mechones pajosos y sin forma, con una barba de varios días sin rasurar y líneas cansadas alrededor de todo su rostro. Estaba enfundado en una camiseta holgada, con manchas de pintura salpicando la tela y un pantalón ajustado que tenía motas de polvo y zonas más claras, que le daban un aspecto algo descuidado, que contrarrestaba con su rostro aristocrático y elegante y las facciones de angelical belleza con las que había sido bendecido.

El rubio suspiró y negó.

—No quiero siquiera imaginarlo. —comentó calmado, tomándolo de la mano y arrastrándolo hacia el elevador, ignorando el bullicio y ajetreo a su alrededor — Pero no hay nada que un café bien cargado no pueda solucionar, además, te dará la energía para aguantar por el resto del día. —añadió en un tono confidente.

El mayor lo miró entrecerrando los ojos y soltó un bufido.

—No necesito aguantar una mierda. —afirmó —Ya te lo dije: voy a renunciar.

Un suspiro cargado de burlona resignación escapó de los labios del irlandés, haciéndolo fruncir el ceño en defensa.

—Llevas un año, siete meses, dos semanas y seis días diciendo eso.

A su pesar, las comisuras de la boca de Louis se alzaron en verdadera diversión. —No sabía que llevabas la cuenta.

Niall rio.

— Hace un año, siete meses y tres semanas te contrataron. —contó — Y sé, a ciencia cierta, que la emoción por haber conseguido el puesto te duró solo un día. Al día siguiente llegaste a mi lado jurando que dejarías el trabajo...—hizo una pausa significativa — Y henos aquí.

En ese preciso instante, el ascensor pitó, anunciando su llegada a la primera planta y logrando que sus ocupantes salieran a paso veloz rumbo a la cafetería.

—Este infierno solo empeora. —gimió frustrado el castaño, apoyándose en la barra.

—Pero sigues aquí. —le dijo con el ceño fruncido, antes de girar a hacer sus pedidos — Fanny, dame dos expresos cargados, por favor.

—Y un zumo de naranja natural, con seis cubos de hielo en tamaño estándar y dos hojas de menta. —Louis tomó la palabra con naturalidad —Además de un sándwich de pan sin gluten con jamón de pavo orgánico. Ah, y sin tomates, por favor. —añadió tranquilamente.

El rubio lo miró con una ceja arqueada en sorpresa, mientras que la muchacha que había ido a atenderlos y en cuya placa se leía claramente un "Fanny" parecía asustada. Fue Amanda – su supervisora –, la que, notando su aturdimiento, le dio una sonrisa de labios cerrados a Louis y se empezó a preparar el pedido del ojiazul, haciéndole gestos a la joven pelinegra.

—¿Sin tomates? —Niall repitió.

—Al imbécil no le gustan. —respondió con indiferencia.

—Claro que vas a renunciar, Tomlinson.

Louis le dio una mala mirada.

—Quiero renunciar, no que me despidan por llevarle mal la comida. — luego sonrió travieso —Aunque quizás debí pedirle el sándwich normal, ¿verdad? —por un momento casi parecía arrepentido — Así tal vez estaría indigestado por lo que queda de la tarde.

Niall parpadeó lentamente y abrió la boca para replicar, pero pareció pensárselo mejor, porque la volvió a cerrar y fue a recibir sus pedidos, en lo que terminaban de preparar el zumo de naranja.

—Bueno, lamento interrumpir tus planes malévolos, con algo tan mundano como un café, pero siento que si no dejas que la cafeína entre a tu sistema pronto, podrías cometer un asesinato.

—¿Crees que en mi juicio pueda alegar que todo es culpa del cabrón de mi jefe? —preguntó, más calmado, tras beber medio vaso de un solo trago.

—Depende de si a quien mataste fue a tu jefe o a un desconocido total.

Louis se quedó pensando. —Sí, creo que sería a mi jefe querido.

—Claro, es lo más lógico.

Compartieron una mirada divertida, mientras terminaban el contenido de sus vasos de cartón, dedicándose principalmente a mirar a todas las personas que topeteando, se movilizaban por la cafetería: algunos asistentes apresurados y con cara de susto, asistentes de rodaje que hablaban preocupados entre ellos, trabajadores de escenografía que revisaban frenéticos algunas fotografías e incluso el guionista, que rodeado de sus papeles, parecía abstraído en su propio mundo.

A un Louis más joven, le gustaba creer que todo ese alegre caos que a veces visitaba mientras acompañaba a su madre, estaba impulsado por el más puro amor al arte y cada uno de los peldaños necesarios de esa construcción estaba contento en su lugar; sin embargo, el Louis adulto que finalmente había entrado al mundo del espectáculo como asistente personal, sabía mucho mejor que antes, lo que en realidad conllevaba trabajar en ese ambiente: estrés, preocupación, correteos y gritos.

—Louis, querido. —Amanda lo llamó —Ya está tu pedido. —le señaló amablemente.

—Gracias, cielo, eres la mejor. —el castaño le dio una sonrisa brillante, revisando casi mecánicamente que todo estuviera en orden — Está perfecto.

La mujer de mediana edad le dio un asentimiento, y recibió los vasos vacíos de ambos jóvenes, antes de girarse a mirar con el ceño fruncido a uno de sus camareros que llegaba de los pisos superiores con bandejas vacías que dejó caer de manera brusca en el aparador.

Los ojos de Louis y Niall se cruzaron con algo parecido a la diversión.

—Muy bien, Tommo, coge esa bandeja y vámonos antes de que Amanda sea la verdadera homicida de este cuento.

El castaño se apresuró a hacer lo dicho por su amigo y con una maestría digna solo de alguien que había hecho lo mismo miles de veces antes, tomó la fuente en manos y casi corrió tras el rubio hasta el ascensor sin permitir que se derramase ni una gota del zumo.

Niall apretó el botón de su piso y finalmente expresó lo que tenía pensando desde que Louis irrumpió en el pequeño cuarto que le habían asignado como 'despacho' para quejarse sobre lo mucho que quería renunciar.

—En serio deberías dejarlo si tanto te molesta, ¿sabes? —comentó con la calma que lo caracterizaba.

El ojiazul pareció confuso unos segundos, antes de finalmente comprender las palabras del irlandés.

—Uh, tal vez lo haga. —se encogió de hombros indeciso —Realmente me pagan bien por aguantarlo, así que si mantener contento a una estrella arrogante y mimada puede costear mi departamento y la comida cara del Sr. Hyde, creo que puedo aguantar.

Niall estrechó los ojos, con las puertas abriéndose de nuevo al ajetreo del set.

—¿La comida más costosa de lo normal que consume tu gato es el motivo por el que llevas tanto tiempo aguantando al más insufrible de los hijos de Hollywood?

Su pregunta quedó sin respuesta, cuando ni bien pusieron un pie fuera del ascensor, el grito casi pasivo, llegó a sus oídos.

—¡Louis!

El castaño inmediatamente transformó su gesto tranquilo en un ceño fruncido y el labio superior crispado en una mueca que casi hacía parecer que en cualquier momento le mostraría los colmillos a quien osara molestarlo.

Y ahí estaba, imponente y rodeado por los reflectores, el principio y final de sus problemas: Harry Styles.

El aclamado actor, de sonrisa perfecta y adorables hoyuelos que besaba a niños en la calle y respondía amablemente a los reporteros, lo miraba con el gesto arrugado y algo parecido a la molestia bailando en sus hermosos ojos.

Y bueno, quizás Louis, como casi todos los mortales, podía caer engatusado por la belleza divina del actor. Un metro ochenta y tres de altura; musculatura marcada con los años; piel pálida decorada en tinta; cabello largo, rizado y oscuro, que recogido en un moño le daba un aire desenfadado; ojos verdes e intensos y el rostro más hermoso que Miguel Ángel podría haber soñado.

—Te estoy hablando, Louis.

Y, por supuesto, el carácter más insufrible creado por Lucifer.

Toda la perfección que Harry Styles podría encarnar, rápidamente perdía sentido cuando el infeliz abría la boca.

—Y yo te estoy escuchando, Harry. —le respondió inmediatamente, saliendo de su trance y regresando a su actitud cabreada —Habla rápido.

El rizado frunció el ceño disconforme.

—¿Dónde estabas?

—Contratando a algún matón que le haga al mundo el favor de eliminarte de una vez por todas, ¿por qué? ¿Me necesitabas?

Harry solo rodó los ojos, acostumbrado a la lengua rápida de Louis y le dio una sonrisa cargada de falsa dulzura.

—¿Sabes? De hecho, sí, te necesitaba. —habló suave, ajeno a las miradas curiosas que iban de uno a otro, conscientes de la bomba que esos dos hacían juntos — Porque resulta que la mitad de mi fortuna se me va en tu sueldo y espero que siquiera puedas cumplir tu trabajo, que por si se te ha olvidado, es asistirme.

—Owww. —Louis sonrió cínico —¿Me extrañaste, Harry? ¿Qué pasó esta vez? ¿Una malvada polilla amenaza tu integridad? ¿Un hilo suelto en tu chaqueta? ¿O tal vez gustas que te limpie la gota de saliva que se te escapó al hablar?

El rizado frunció el ceño y con un gesto hastiado, se pasó una mano por la boca, temiendo tal vez que el odioso de su asistente le estuviera diciendo – a su manera – que tenía rastros de baba. Louis rodó los ojos hastiado.

—No. —gruñó, después de asegurarse de que todo en él estaba bien — Pero Gerard llamó y dijo que hoy tengo una entrevista en lo de Hannah, cuando en realidad, esta tarde tengo prueba de vestuario y tú lo sabes bien.

Louis lo miró fijamente, con los ojos bien abiertos en un gesto que rayaba la locura, y su párpado temblando, quizás por el estrés, en un tic que terminó por preocupar al actor.

—¿Que Gerard te dijo qué? —cuestionó con los dientes apretados — O sea que yo me jodo planificando tu agenda con dos semanas de antelación para que tu incompetente mánager pase por sobre lo que digo y programe entrevistas según lo que sus dos únicas neuronas existentes le dicen, ¿no?

Harry chasqueó la lengua y se encogió de hombros.

—Yo hoy tengo una prueba de vestuario. —repitió tenaz.

—Sí, ya lo sé. —Louis le tendió la bandeja con algo de brusquedad — Traga eso, nadie quiere al favorito de las cámaras desmayarse porque no tomó su comida obligatoria de media tarde. — sacudió la cabeza — Iré a arreglar lo de Gerard.

—Vete a la mierda. —le dijo de mal humor, a pesar del brillo en sus ojos al escanear la camina en la fuente.

—Solo si es contigo, amor. —Louis le dijo con la voz plana, alejándose de él y yendo hacia la especie de camerino que le habían cedido bajo la presión del rizado.

A su espalda le pareció distinguir la voz de su pesadilla personal, musitando una sarta de maldiciones que fueron coronadas con un "Gracias" a media voz que sonó como si hubiera dicho una grosería en lugar de un agradecimiento, pero que el castaño igual tomó en cuenta.

—Bueno, eso fue intenso. —Niall lo igualó en su caminata y arqueó las cejas con una sonrisa floreciente — Como siempre que se trata de ustedes dos.

—Ja ja ja, muy gracioso, Niall. —Louis le enseñó la lengua, con los ojos cálidos a pesar de su gesto todavía preocupado.

—¿Es muy grave que se le cruce una entrevista con una prueba de trajes?

—No, no lo es. —desestimó con la mano —Al menos no para nosotros. Solo tendré que llamar al canal y negar la participación de Harry.

—¿Y por qué estás tan molesto?

Louis se detuvo frente al camerino del rizado y suspiró profundo.

—Porque no es la primera vez que el cabrón de Gerard me hace esto. —comentó, abriendo la puerta y entrando a la amplia y bien iluminada estancia con una mueca —Más que poner en aprietos a Styles, soy yo el que tiene que lidiar con su desastre.

—Creí que te llevabas bien con el mánager de Harry. —Niall comentó confundido, mirando con curiosidad los dibujos y cartas hechas a mano por los fans, que el actor había pegado al costado del espejo.

—Oh, eso es porque el cobarde me pone buena cara siempre, pero sabotea mi trabajo cada que puede. —Louis empezó a buscar en los cajones de un mueble en la esquina — Supongo que si hay alguien que quiere con más fuerza que salga de este trabajo, ese es el inútil del mánager.

—¿Gerard quiere que te vayas?

—Sí, ¿no me estás siguiendo en mi trágica historia, Niall?

El rubio negó con la cabeza, con una sonrisa suave pintada en sus labios y viendo de reojo, que Louis parecía buscar algo en un cuadernito que sostenía en manos. Finalmente había encontrado la agenda de contactos que guardaba para esos casos.

—A lo que me refiero es a que por qué Gerard querría que dejaras el trabajo. —cuestionó —Si te vas él tendrá que buscar a otro asistente que soporte el trabajo que Styles da y que aguante ese ritmo.

—Hmm...

—Eres el primero que dura tanto, y es porque eres eficiente, y aunque tu relación con Harry...

—No hay relación.

—... sea extraña, él y tú de alguna manera se soportan. —continuó, como si el castaño no hubiera murmurado nada.

—Yo qué sé. —el ojiazul se encogió de hombros, aún concentrado en la agenda —Tengo la certeza de que Gerard es idiota y la teoría de que yo, por algún motivo, le desagrado.

—Quizás tenga que ver contigo dándole la contra en todo.

—Quizás. —Louis aceptó —Ven, vámonos, no se nos vaya a pegar algún piojo de superestrella.

Niall rio divertido y siguió al castaño hasta su propio camerino, que parecía principalmente un estudio, mucho más amplio y organizado que su despacho al otro extremo del set. Louis rebuscó en su maletín por la Tablet que siempre cargaba consigo, y mientras malabareaba – con lo que el irlandés supuso era un correo – revisaba las notificaciones que no dejaban de llegar a su teléfono.

—Oh, mierda. —Louis exhaló.

—¿Qué pasa?

—Hannah ya anunció que Harry estaría en vivo en su programa de hoy. —frunció el ceño, justo cuando una llamada entró al mismo tiempo que el otro teléfono que mantenía cerca, empezaba a sonar.

Louis sonrió sin la menor pizca de diversión.

—No enloquezcas. —atinó a decir Niall.

—Tarde. —el ojiazul respondió, al tiempo que contestaba la llamada —¿Sí? Oh, Joseph, ¿qué tal?... Ujum, sí, sí, ya lo sé... No, esto no es obra mía, gracias. —rodó los ojos — Ajá, yo me ocupo. Sí, adiós. —colgó —Imbécil.

—Lindo.

—Amo mi trabajo, ¡yey! —hizo una porra sin gana y volvió a descolgar el teléfono — ¿Hola? Ah, Drisella, ¿cómo estás? Sí, la prueba es hoy... No, no se cancela. Yo me ocuparé de que el horario cuadre... Sí, sí, ya sé que Harry tendrá una entrevista... No, ya dije que yo me ocupo...

—Ey. —Niall susurró —Será mejor que me vaya y te deje con tu circo.

Louis asintió, haciéndole señas y vocalizando algo sin sonido que el rubio no terminó por entender; el castaño bufó de risa y mientras respondía un apresurado "Sí, Drisella, ya sé que es mi trabajo" garabateó algo en un papel que le señaló a Niall.

El rubio se acercó a leer lo que decía:

"Por favor, podrías usar tu encanto para que Gianna nos deje salir antes?"

—Por favor...—susurró muy bajo el castaño, sosteniendo el teléfono con el hombro y formando una súplica con las manos —No, Drisella, ya sé que debo evitar los cruces de horarios. —gruñó — Estoy en eso, cálmate.

Niall lo miró con lástima y asintió.

—Yo me ocupo. —musitó, guiñándole un ojo y saliendo apresurado en busca de la directora.

—Gracias...—le dijo, antes de volver a rodar los ojos y regresar a su conversación con la relacionista pública — Ya sé que dará mala imagen cancelar a última hora, así que no lo haremos, yo cuadraré los horarios, podemos hacer la entrevista y la prueba. Ajá, adiós. — colgó y mientras marcaba al chófer privado de Harry, metió en su maletín todos los documentos que necesitaría, la Tablet, la laptop y los teléfonos. —¿Hola, Xander? Necesito que nos recojas en quince minutos... Sí, lo sé, por favor. Okay, te esperamos.

Salió de la oficina, y volvió al camerino de Harry, para recoger apresurado las cosas del rizado y echarlas – sin mucho cuidado – al mismo maletín que cargaba. Tomó el abrigo del más alto en una mano y regresó al set, saludando con un gesto a algunos de los asistentes y actores con los que se cruzaba, mirando con el ceño fruncido el correo que le acababa de llegar de Gerard en el que le decía que Hannah los estaría esperando para el programa nocturno.

—Imbécil. —gruñó, sin molestarse en responder la sarta de tonterías que había enviado, con su mente ya proyectando el recorrido que tendrían que hacer durante el resto del día, para no perder ninguno de los compromisos y comprometer la imagen del chico dorado de Hollywood.

Se detuvo justo detrás de los camarógrafos, que se movilizaban con rapidez para no perderse ningún plano de la escena.

Harry, con un cigarrillo en la boca, estaba recostado en la estantería de la habitación armada que tenían, mirando con el ceño fruncido a Liam, que rebuscaba entre los papeles del escritorio con una expresión casi frenética.

—¿Dónde está? —preguntó el ojimiel desesperado, sin mirar directamente al otro hombre — Maldita sea, ¡ese infeliz nos engañó! —arrojó todo lo que estaba sobre el mueble al piso, haciendo que las figurillas de porcelana se rompieran — Ese imbécil cree que puede jugar con nosotros.

Harry sonrió de lado, mirando el desastre que había hecho su amigo con indiferencia y negó, avanzando unos pasos, hasta llegar a donde Liam apretaba los puños, furioso.

—Pero nosotros le mostraremos el precio de entrar a un juego que no puede ganar. —apagó el cigarrillo en la madera aparentemente apolillada del escritorio.

—Y... ¡CORTE! — Gianna habló por los altavoces — Ya veremos con qué toma nos quedamos, gracias, muchachos. Por favor, cambio al set cuatro, Miley, ¡a escena!

El alboroto volvió a despertar y Louis regresó a la realidad en la que tenía que salvar su trabajo y la imagen de Harry Styles, y lamentablemente se estaban quedando sin tiempo. Buscó con la mirada el gesto sereno de la pelirroja directora, que asintió escuetamente, mientras seguía ladrando instrucciones para las siguientes tomas.

Tomando eso como su señal, el ojiazul caminó veloz entre las maquillistas, asistentes y demás trabajadores, hasta llegar a ambos actores que reían divertidos.

—Liam, ¿cómo estás? —Louis saludó amable al guapo hombre.

—¡Louis! —el ojimiel lo miró con una sonrisa —Bien, casi ni te he visto, hombre... ¿Agenda ocupada?

—Y un jefe cabrón, lamentablemente. —dijo con fingido pesar.

—Muy gracioso, Tomlinson. —Harry rodó los ojos —¿Arreglaste lo de Hannah?

Louis lo miró sobre el hombro y le sonrió dulcemente.

—¿Sabes que sí? Lo tengo cubierto. —le tendió el abrigo —Nos vamos, despídete de Liam, Ricitos.

El más alto bufó y se puso el abrigo con velocidad.

—¿De qué hablas ahora, mierda? —cuestionó de mal humor.

Louis miró la hora en su móvil y negó con la cabeza.

—Tenemos todavía diez minutos. —suspiró —Nos vemos luego, Liam, cuídate.

El ojimiel sonrió divertido y asintió, conociendo al siempre eficiente, aunque gruñón asistente de su amigo.

—Hasta luego, Lou...—miró a Harry, aguantando la carcajada — A ti también, supongo.

Harry solo bufó y miró al ojiazul.

—Todavía me quedan dos horas de grabación.

—¿En serio? —preguntó con falsa sorpresa, caminando hacia la salida con rapidez, deteniéndose para agradecerle con un gesto y una sonrisa a un Niall que parecía vibrar de emoción por estar hablando con el director.

—No puedes resolver ni una mierda, ¿no es así? —frustrado llamó al ascensor y con un seco asentimiento dejó pasar al castaño primero — Dime siquiera por qué te sigo pagando.

—Cállate o te envenenaré el té nocturno, Styles. —fue toda la respuesta que le dio, tomando la llamada entrante de Callie y dándole un asentimiento a los guardias que, al llegar a la primera planta, parecieron materializarse de la nada a su lado —Hola, dulzura, sí. Ajá, ahora mismo vamos, gracias... Sí, sí, gracias.

Ignorando los flashes de las cámaras de los paparazzis que los esperaban a la salida de la productora, ambos hombres entraron a la camioneta, siendo custodiados por los dos mastodontes que ejercían de seguridad. Harry, todavía enfurruñado le gruñó algo a lo que no le prestó atención por seguir atento a lo que la modista decía, haciendo que el actor frunciera el ceño aún más profundo.

—¿A dónde vamos? — preguntó impaciente cuando Louis terminó la llamada.

El castaño, apretó el puente de su nariz y lo miró con molestia.

—Quiero un aumento.

—¿Perdona?

—Me escuchaste, Styles. —sacudió la cabeza —Así que ve pensando en eso.

El más alto rodó los ojos y repitió su pregunta.

—¿A dónde vamos?

—¿Qué acaso no tienes prueba de vestuario? —fue toda su respuesta.

A su pesar, Harry sonrió.




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