JaeMin entró al salón sin pedir permiso y tomó la mano de RenJun en cuanto este estuvo a punto de protestar fue callado.
—¡Vienes conmigo! —ignoró las miradas de los demás encima suyo murmurando críticas y acusaciones.
Sacó a RenJun del salón, bajaron las escaleras necesarias hasta llegar al primer piso y encaminarse a un lugar un poco menos lleno de tantos estudiantes. En el proceso, RenJun se quejaba diciendo que lo lastimaba y como era de esperarse, JaeMin hacía caso omiso.
—¡JaeMin, suelta...me! —y lo soltó. RenJun se tomó por la muñeca, tallándola— ¿Qué te sucede?
—No, ¿Qué te sucede a ti? —lo apuntó con recriminación.
—¿A mí? Nada, yo estaba tranquilo en mi clase, esperando a mi maestro de Legislativo, ya sabes, me gusta mucho su clase y justo acabas de sacarme, aunque cambiaron al profesor sigue siendo mi clase favo-...
—¡Cállate! ¡Eres un maldito! ¿Tanto me odias?
—¿Qué?
—Sabes, ¡Yo también, me tienes tan harto! —le gritó furioso—, y yo pensando en darte una oportunidad para llevarnos mejor pero no, nunca —lo miró con amenaza—, me arrepiento, me arrepiento mucho, tampoco debí ayudarte cuando te desmayaste, debí dejarte ahí tirado para que luego te cambiaran de habitación, no lo sé, algo hubiera dicho para que te alejaran de una vez, maldición... Te odio demasiado.
—¿Disculpa?
—Lo que escuchaste.
—Jamás te había escuchado hablar tanto en mi vida.
—¡Lo que escuchaste, Huang! ¿Por qué hiciste esto? —sacó la hoja arrugada de su bolsillo.