Oh, RenJun no podía esperar, claro que no.
Ya eran las siete de la tarde y la estúpida lluvia no se detenía, deseaba tener algún tipo de poder para protegerse de ella.
En fin, ya había pasado un hora desde que el deporte había terminado y no podía esperar más, ya no estaba caluroso, agradeció haber traído una camisa extra para no ir con la misma de regreso e ir regando todo su aroma maloliente en el camino.
KunHang le había ofrecido el paraguas que llevaba, le dijo que alguien lo iría a buscar, hasta le había ofrecido llevarlo más RenJun se negó al estar más preocupado por sus tareas pendientes.
Volvió al dormitorio entre ventisca de aires y gotas cayendo sobre su cuerpo aún cuando la lluvia era escasa, no estaba tan recia como minutos atrás, era estable pero obvia.
Llegó levemente empapado de las piernas y un poco de la espalda, enseguida se bañó con agua tibia y empezó sus tareas.
—Aquí estás. —dijo JaeMin cuando entró a la habitación.
—Pues ni que me fuera a quedar en el campus que está hasta casa de la fregada. —tampoco era tanto el camino que recorría –según él–, pero desquitarse con JaeMin por no haberlo ido a buscar le servía de algo que en realidad era nada.
—Ese fue tu problema.
—Aún si hubiera llevado sombrilla, ojete, me mojé todo, completo, completito —mintió, aunque el cincuenta porciento de su cuerpo sí había llegado húmedo al cuarto—, tu carro me hubiera servido de algo, ¿Me lo prestarías cuando me vaya a mi deporte? —le preguntó ansioso aún cuando sabía la respuesta.
—No.
—Entonces, me recompensarás ayudándome con mi tarea —le pidió con la baja esperanza de que este lo ayude.
—Está bien. —aceptó.
RenJun casi se infarta.