THANTOPHOBIA; James Potter

By prongs_girl

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❝Tipo de ansiedad que tiene que ver con el miedo a la muerte, el proceso de morir o perder a un ser querido.❞... More

𝐈𝐍𝐓𝐑𝐎𝐃𝐔𝐂𝐂𝐈𝐎𝐍
𝐀𝐂𝐋𝐀𝐑𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒:
𝐂𝐀𝐒𝐓
𝐏𝐋𝐀𝐘𝐋𝐈𝐒𝐓:
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AGRADECIMIENTOS Y EXPLICACIÓN.
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟭
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟮
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟯
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟰
𝗙𝗜𝗡𝗔𝗟 𝗔𝗟𝗧𝗘𝗥𝗡𝗔𝗧𝗜𝗩𝗢
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟱
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟲
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟳

| 𝟭 |

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By prongs_girl


Los días comenzaban a ser más fríos y tétricos. Para ser principios de Junio el clima estaba muy diferente en comparación a los años anteriores.

El mal se estaba expandiendo de a poco. Por suerte para quienes estaban del lado bueno, la oscuridad no los había consumido en su totalidad.

Los Mortifagos se habían relajado con los ataques en los pueblos de Inglaterra, tampoco habían atacado hogares de gente muggle, "Sangres sucia" o "Traidores a la sangre".

Los seguidores de Voldemort estaban ocupados intentando reclutar más magos, brujas y criaturas mágicas.

El que no debe ser nombrado estaba empeñado en tener a su lado a criaturas mágicas peligrosas. Acromántulas, Hombres Lobo, Gigantes y Dementores eran los de su preferencia.

Los Merodeadores intentaban no preocuparse mucho por el momento. Ellos ya tenían claro a qué lado pertenecían y todos coincidían, a excepción de alguien.

Los chicos querían aprovechar su juventud ahora que podían. El "estado de relax" que estaban teniendo los Mortifagos hacía que ellos aprovechen el tiempo para hacer lo que más les gustaba.

El grupo tenía planeado más de una actividad, querían pasar el mayor tiempo juntos antes de tener que luchar. Ellos estaban seguros de que más de una vez tendrían que enfrentarse cara a cara con el mal.

–¿Estás lista? Sabes que podemos irnos.

Alex suspiró e hizo una mueca mientras sentía las caricias que James le brindaba en su mano izquierda.

Estaban parados frente a la casa de Alex. Ella no había vuelto al lugar luego del ataque, estaba evitando regresar allí.

Alex estaba asustada. Sabía que al ingresar vería el lugar arruinado y vacío. Las cosas seguirían estando allí, tal vez rotas o desacomodadas, pero su abuela no estaría.

Recordaba ingresar y encontrarse con Martha, casi siempre llevaba un delantal y un aroma a comida casera inundaba el lugar.

Alexandra entraría y sería recibida por los brazos de la mujer, luego se sentaría en la mesa de la cocina y se deleitaría con la comida hogareña.

Su abuela la molestaría con James, estaba segura. Ellos ya eran novios, y por suerte Martha falleció sabiendo que el par estaba en pareja, pero todos saben que la mujer la seguiría molestando.

Alexandra sabía que debía dejar el miedo de lado y entrar, debía superarlo.

–Si, está bien. Entremos.

El azabache sonrió a medias y comenzó a caminar hacia la puerta de color marrón oscuro.

James soltó a Alex para dirigir su mano al bolsillo derecho de su chaqueta. Euphemia le había entregado la llave para que ambos vayan a buscar las pertenencias de la chica cuando esté lista.

Él metió la llave dorada por el cerrojo y abrió, haciendo que la puerta cruja levemente. James fue el primero en ingresar, e hizo una mueca al sentir la casa en completo silencio.

Alex suspiró y cruzó sus brazos sobre su pecho para sentir algo de seguridad, dió pasos dudosos y lentos hacia el interior.

Tenía una vista panorámica de la sala de estar, todo estaba en órden pero aún así se veían algunos papeles y fotografías desparramadas por el piso.

Ellos estaban buscando información, creían que Martha podría saber algo por tener una especie de relación con los Potter.

La mujer no sabía nada, por lo que luego de torturarla y asesinarla rebuscaron por el lugar en busca de algo. Obviamente se fueron con las manos vacías.

Alex se quedó parada en el medio del lugar sin saber muy bien qué hacer o a dónde ir. No sabía qué llevarse, le daba miedo abandonar el lugar.

Tenía miedo de dejar esa casa y olvidar todos los recuerdos que tenía allí junto a su abuela y su hermano.

Alex recordaba esas tardes con Frank y Martha, antes de que toda la relación con su familia se vaya a la mierda.

Los domingos solían almorzar en el lugar junto a sus padres y sus abuelos maternos y paternos. Su padre cocinaría una parrillada mientras su madre y su abuela prepararían algún postre.

Alex y Frank pasarían la tarde corriendo en el patio trasero, jugando a ser superhéroes o policías. Luego de comer, mirarían alguna película o saldrían al vecindario a andar en bicicleta.

En la noche, luego de varias horas de juegos y risas, sus padres se irían dejando a los hermanos a cuidado de sus abuelos.

Alex sintió que su labio inferior temblaba y salió de su ensoñamiento al sentir la mano de James en su mejilla.

–¿Estás bien?

–Si, yo sólo.. –supiró y elevó uno de sus hombros mientras pestañeaba, intentando alejar las lágrimas. –Sólo recordaba algunos momentos.

El chico sonrió y continuó acariciando su mejilla. Él notó cómo ella refregaba sus ojos y le sonreía, intentando tranquilizarlo.

–¿Quieres que subamos a tu habitación y guardemos tus cosas? Te ayudaré, y mientras, puedes contarme algunos de tus recuerdos aquí, si es que no te molesta.

Alex amplió su sonrisa y sorbió su nariz mientras asentía con su cabeza. El chico bajó un poco su cabeza y besó su frente con
cariño.

–Bien, vamos. Ahora que recuerdo, no conozco tu habitación.

–Cierto. –asintió mientras comenzaban a subir las escaleras. –Cuando viniste miramos la película y luego Remus y Sirius llegaron.

James siguió a la chica por las largas escaleras hasta el primer piso, caminó hasta la tercer puerta e ingresó detrás de su novia.

James vió que el lugar estaba ordenado a la perfección, él sonrió con ternura al ver un oso de peluche enorme sobre la cama.

El azabache ingresó al lugar y miró con atención a su alrededor. Habían algunas fotografías en el lugar, la mayoría eran de ella junto a su hermano y su abuela.

James se sintió un poco mal al notar que no tenía fotografías con amigos. Ella no había tenido una infancia muy linda que digamos, y tampoco contó con un círculo de gente sana como para plasmar recuerdos en su habitación.

El azabache se acercó a una biblioteca donde habían algunos libros y velas aromáticas, reprimió una risa al ver un libro infantil sobre Bambi.

–Tienes un vicio con Bambi. ¿Verdad?

Alex se giró y rió al ver que el chico sostenía el libro con su mano derecha.

–La verdad, sí. Es una de las mejores películas de Disney, deberías verla.

–Lo haré, ahora quiero saber si tienes razón con eso.

–Claro que tengo razón.

James rodó los ojos y rió mientras tomaba un bolso y guardaba los libros de la chica dentro, intentó hacerlo con cuidado y ordenadamente para no arrugarlos o arruinarlos.

Él sabía que ella le tenía un gran aprecio a sus libros, y no dudaría en matarlo si arruina alguno.

–No es necesario que los lleves todos, ocuparán mucho lugar. –dijo al ver que metía algunos cuentos infantiles. –Esos son de cuando era pequeña, puedes dejarlos. Dudo leerlos ahora. –dijo soltando una risa.

James restó importancia y terminó de guardar los libros para luego cerrar el bolso. Se acercó a Alex, que estaba guardando el resto de su ropa en una valija, y la miró con atención.

–Los necesitaremos.

Ella elevó una ceja y lo miró confundida mientras doblaba un pantalón.

–¿A qué te refieres?

–Bueno, algún día deberemos leerle un cuento a nuestro hijo.

Alex tosió al ahogarse con su saliva y él rió con fuerza al notar que enrojecía completamente. Ella palmeó su pecho para eliminar esa sensación de carraspera y lo miró avergonzada.

–Basta.

–Hablo enserio. No sé tú, pero yo pienso tener minis cornamenta y minis eyad. –dijo tirandose sobre la cama de la chica y rebotando ligeramente por la fuerza ejercida.

–¿Ah sí? ¿Y cuántos piensas tener?

–Siete.

Alex abrió los ojos sorprendida y lo miró impactada, pero él elevó sus hombros restando importancia mientras tomaba el oso de peluche y lo miraba detalladamente.

–De cada uno. –aclaró el chico.

–¿Qué? –preguntó impactada.

James la miró y sonrió ampliamente mientras asentía con su cabeza.

–Así podrán jugar un partido de Quidditch. Siete contra siete.

Alex rió y cerró su valija al terminar de guardar la ropa que había quedado allí. El resto, la cuál usó en Hogwarts, se encontraba en casa de James.

–Estás loco.

–Claro que no. –dijo indignado. James se sentó y miró a la chica con atención mientras acomodaba sus lentes sobre su nariz. –Este es mi plan. Tendremos siete niñas y siete niños. –explicó mientras gesticulaba con sus manos. –Hasta podríamos crear un Club de Quidditch nuevo, tenemos catorce personas, titulares y suplentes.

Alex rió y James se levantó al ver que ella había finalizado con sus cosas.

–Imagina, podríamos ser el mejor equipo de Quidditch del mundo. Yo creo que sí lo lograríamos.

–Yo creo que no. –dijo graciosa. –Si tú fueras el que los tendría nueve meses dentro diría que si, pero sabiendo que esa sería yo, no. No hay manera.

James hizo una mueca y rodó los ojos mientras cruzaba sus brazos, haciendo un berrinche. Alex rió y se acercó para besar su mejilla, logrando que sonría.

–¿Qué es esa habitación?

Alex siguió la mirada de James, él señalaba la habitación que se encontraba enfrente de la suya. La puerta de la habitación de Frank se encontraba a la vista.

Ella tragó en seco y relamió sus labios antes de contestar.

–Era la habitación de Frank.

James sintió que algo dentro suyo de removía y asintió con su cabeza, sin saber qué decir.

Alex caminó hasta el largo pasillo y se paró frente a la puerta, no sabía si ingresar o no. Ella sabía que de no hacerlo tal vez se arrepentiría.

Los padres de Alexandra podrían venir al enterarse de la muerte de Martha, ellos podrían llevarse lo que quisieran ya que eran los herederos.

Martha nunca llegó a realizar su testamento, de haberlo hecho habría dejado todo a nombre de su nieta.

Alex no quería arriesgarse a irse de allí y no haber visto por última vez la habitación que le pertenecía a su hermano, por lo que tomó aire y abrió la puerta.

James caminó detrás de ella e ingresó al lugar.

Dentro había un poco de olor a encierro ya que nadie ingresaba allí. Aún así, estaba todo ordenado.

Si no sabías que la persona que ocupaba ese lugar estaba muerta creerías que alguien la utilizaba usualmente.

Alexandra sonrió al notar el balón de fútbol que ambos utilizaban, estaba en una esquina del lugar.

La habitación seguía teniendo el aura de un niño de catorce años. Las paredes estaban pintadas de un azul marino y los muebles eran de color blanco, todo estaba intacto.

La pelota de fútbol en una esquina, la guitarra en otra, los dibujos en el escritorio.. Nadie quiso desacomodar sus pertenencias, estaba todo intacto como él lo dejó aquél día.

James se acercó a su escritorio y miró algunas fotos que Frank tenía. En algunas él estaba junto a sus amigos del colegio y de fútbol, pero había muchas fotos con Alex, demasiadas.

James miró con atención una donde él estaba con su uniforme de fútbol y tenía un enorme trofeo en su mano derecha, Alex estaba colgado en su espalda mientras sonreía y levantaba su brazo festejando. Eran pequeños, él debía tener unos diez y ella unos seis años.

Alex se acercó a los dibujos que estaban a un lado y sonrió mientras tomaba uno. El papel ya estaba algo viejo y amarillento, pero estaba intacto. El dibujo era de un paisaje con montañas, él era todo un artista.

–Dibujaba bien.

Ella sonrió y asintió mientras dejaba el papel sobre el escritorio.

–Si, era un gran artista. Le apasionaba demasiado. –dijo caminando por el lugar y mirando a su alrededor.

Caminó hasta una silla que se encontraba en un costado y notó un abrigo que pertenecía a él. Ella sonrió y tomó la prenda de ropa entre sus manos mientras sentía que sus ojos picaban. Rápidamente miró el suelo, intentando no llorar.

Ese abrigo lo había utilizado en su última consulta al médico, ella lo recuerda ya que lo molestaba por el cierre roto.

James se acercó a ella y la abrazó por detrás mientras besaba su hombro con cariño, rodeó su cintura con sus brazos y acarició el lugar con sus pulgares.

Ella sonrió a medias y se volteó sin soltar la prenda de ropa, tragó el nudo que se había formado en su garganta y habló.

–Estoy un poco emocional, lo siento.

–¿Por qué te disculpas? –preguntó ladeando su cabeza. Ella elevó sus hombros sin saber y él notó cómo sus ojos se llenaban nuevamente de lagrimas. –Ven aquí, pequeña.

James la estrechó contra él mientras Alex escondía su rostro en su pecho, ella se aferró a su chaqueta marrón claro mientras notaba que algunas lágrimas abandonaban sus ojos.

–Él estaría muy orgulloso de quién eres, estoy seguro. –dijo en voz baja. –No lo conocí, pero se nota que te apreciaba demasiado y que eras muy importante para él.

Ella asintió sin ser capaz de hablar y James se separó para besar su frente y limpiar su rostro. Alex pasó los puños por sus ojos y suspiró temblorosamente.

–Lo sé. –respondió con voz ronca.

Alex se giró y miró el lugar otra vez, recordando todos los momentos pasados allí. James miró la esquina del lugar y gritó agudamente, asustando a su novia.

–¿Qué sucede?

James gritó nuevamente y pegó un pequeño salto mientras caminaba al extremo izquierdo, miró la guitarra con los ojos brillosos y devolvió su vista a la chica, quien reía por su reacción.

–¿Tocaba la guitarra?

–Si, aprendía en el colegio. –dijo sentándose en la cama. –Era muy bueno. De hecho.. era de esas personas que son buenas en todo lo que hacen.

–¿Como Remus? –preguntó el azabache sin quitar la vista del instrumento.

–Como Remus. –afirmó riendo levemente. –Tocaba la guitarra, jugaba al fútbol en el equipo del colegio, tenía buenas calificaciones..

–¿Fútbol? –preguntó mirando a su novia y sentándose a su lado. –¿Qué es eso?

La chica sonrió divertida y sacudió su cabeza mientras señalaba el balón blanco y negro. El chico se levantó y tomó la pelota mientras la miraba dudoso.

–Es un deporte muggle, parecido al Quidditch. –explicó. –Algún día podríamos ver algún partido, hace mucho no lo hago.

–¿Tú sabes jugar?

–Algo así. –dijo con una mueca. –Jugaba con él, al principio me obligaba pero con el tiempo me fue gustando.

James miró la pelota entre sus manos y la lanzo al aire golpeando un cuadro de allí, rápidamente colocó las manos en su boca mientras miraba a su novia culpablemente. Alex rió con fuerza y negó con su cabeza divertida.

La chica se levantó y suspiró. Estaba dispuesta a irse.

–Deberías llevarte algo.

Ella lo miró y él elevó sus hombros.

–Es tu hermano, las cosas de aquí no sabemos donde irán a parar. Podrías llevarte algo para recordarlo.

Alex asintió y caminó hasta su escritorio, algunos dibujos y fotografías fueron guardados en el bolso de la pelirroja, al igual que algunas prendas de ropa para recordarlo.

Miró un peluche y reprimió una risa, era un conejo y ella recordaba que era su favorito. Frank insistía con que ya era casi un adolescente y no necesitaba de él, pero secretamente dormía con él en las noches.

Alex lo guardó con el resto de las cosas y cerró el pequeño bolso.

La chica sonrió divertida al ver que desde un extremo James continuaba mirando el instrumento de madera.

Alex caminó hasta la guitarra y la tomó entre sus manos, pasó su manga por el objeto quitando el polvo acumulado.

La guitarra estaba en perfectas condiciones, de seguro tendría que cambiarle las cuerdas pero estaba como nueva.

–Ten.

James frunció el ceño al ver que Alex le tendía el instrumento y ladeó su cabeza.

–¿Qué?

–Es tuya.

El azabache relamió sus labios y rió nerviosamente mientras negaba con su cabeza. James abrió y cerró su boca repetitivamente sin saber qué decir.

–N-no, no Lex. –negó rápidamente. –Es de él, yo no..

–Es tuya, le darás un mejor uso. –dijo tendiendola nuevamente. Alex hizo un ademán con su cabeza y James la tomó de forma dudosa. –Si se queda aquí lo más probable es que se la lleven mis padres o que se pudra. Tú disfrutarás de ella.

Él sonrió enternecido y sintió que un calor recorría su cuerpo mientras miraba el objeto con admiración.

Él siempre quiso una guitarra, obviamente podría comprarla ya que el dinero no era problema, pero nunca había tenido la iniciativa.

–Gracias, Lex. –dijo con cariño y besando su frente.

Ella sonrió y restó importancia con su mano. James miró a su alrededor y suspiró mientras miraba algunos objetos.

–¿Crees que le habría caído bien?

–Si, no hay duda. –dijo riendo. –De hecho, son muy parecidos. Él tenía cierta actitud arrogante como tú, ambos igual de insoportables. 

–¡Oye! –dijo empujándola suavemente.

Ambos rieron y James salió de la habitación al notar que ella estaba dispuesta a irse. Alex se giró de espaldas a la puerta y sonrió al ver el lugar por última vez, tomó la manija de la valija para salir de allí de una vez por todas.

El balón de fútbol chocó contra su pie y ella rió mientras rodaba los ojos divertida.

–No molestes, James.

–¡¿Me hablaste?!

Alex frunció el ceño al oír la voz de James que provenía del piso de abajo, se giró y notó que nadie estaba en la habitación.

Un pequeño escalofrío recorrió su columna y sintió su cuerpo estremecerse al sentir una presencia. No daba mala vibra o miedo, era una especie de calidez y protección que la hizo sentir bien.

Alexandra sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas y sonrió mientras asentía con su cabeza de forma grata. Se agachó para tomar la pelota entre sus manos y llevarla con ella.

Era una clase de despedida.


James intentaba tocar la guitarra mientras Alex estaba acostada sobre la cama y jugaba con Olivia.

Olivia, por suerte, había salido sana del ataque. La pequeña gata tenía la costumbre de salir de la casa y recorrer el barrio, durante el altercado ella estaba fuera.

Euphemia y Fleamont se habían encargado de ir a casa de Alexandra un día después del ataque. Ellos sabían que para la chica seria difícil ver el lugar en esas condiciones.

El matrimonio se había dedicado a acomodar el lugar con un poco de magia y a limpiar los restos de sangre, el Ministerio se había lavado las manos y lo único que había hecho era llevarse el cadáver para ver si habían restos de magia en él.

Fleamont y Euphemia no hicieron mucho ya que no querían levantar sospechas utilizando mucha magia, pero habían ordenado, limpiado un poco y arreglado algún que otro objeto.

Alex agradecía infinitamente que Fleamont y Euphemia se hayan tomado el tiempo en hacer eso. También habían rescatado y cuidado de la pequeña Olivia.

La pelirroja rió al ver que James se frustraba con la canción que intentaba tocar.

–Ya saldrá. –dijo sentándose y acariciando su espalda.

James se quejó en voz baja y la miró con el labio inferior hacia fuera. Ella besó sus labios y él dejó la guitarra a un lado para prestarle atención a su novia.

–Cuando me salga te tocaré alguna canción de Elton, lo prometo.

Ella rió y asintió con su cabeza mientras tomaba su mano.

–Esperaré con ansias.

James tomó a la chica de la cintura y la sentó sobre sus piernas para besarla con cariño. Él había desarrollado una especie de vicio en sentarla en sus piernas y besar sus labios, era una adicción.

Alex se separó de él y acarició su cabello con suavidad, el chico cerró sus ojos ante el toque y se relajó por completo.

–Siento envidia por tus pestañas.

James abrió los ojos y sonrió al ver que ella miraba fijamente sus ojos, analizando sus pestañas naturalmente arqueadas.

–Yo siento envidia por tu rostro.

Alex rió y lo miró confundida mientras se acomodaba mejor sobre sus piernas.

–¿Te gustaría tener mi rostro? –preguntó graciosa.

–Claro que si, sería más lindo de lo que ya soy.

Ella rodó los ojos ante el tono arrogante del chico y besó sus labios nuevamente. James acarició su cintura y le devolvió el beso con suavidad.

Los labios de ambos encajaban a la perfección, hasta se podría decir que estaban hechos para el otro. Se complementaban.

Unos pasos rápidos se oyeron por toda la casa, se acercaban con fuerza y resonaban con eco por todo el lugar.

James suspiró con pesadez sobre los labios de su novia y abrió los ojos, encontrándose con la mirada divertida de Alex.

–Y Canuto entrará en tres, dos..

La puerta fue abierta con fuerza, logrando que se golpee con la pared del lugar. James se quejó en voz baja y escondió su rostro en el cuello de su novia, ignorando a su amigo.

–¡La encontré!

–¿Qué encontraste? –preguntó la chica al ver que su novio ignoraba la presencia del tercero.

Sirius sonrió ampliamente y levantó una bolsa blanca con felicidad, ella lo miró sin entender.

–Resulta que caminaba por el Londres muggle para ver los vinilos que venden en la tienda del centro. –explicó mientras amarraba su -ahora más largo- cabello en un moño. –Y me encontré con un nuevo local de cassettes y películas en video.

James, sin levantar el rostro del cuello de la chica, se quejó al oír la voz de Sirius. El pelinegro ignoró la actitud del azabache y continuó hablando.

–Hablaste tanto de esta película de Disney que te hace llorar que fui y pregunté por ella. –dijo gesticulando con sus manos. Alex abrió sus ojos ilusionada y Sirius amplió su sonrisa. –No recordaba su nombre con exactitud.

–Dime por favor que trajiste la correcta.

–Espera. –dijo queriendo terminar la historia. –Entré y había un chico muy guapo atendiendo. –dijo caminado por la habitación. –No le digan a Remus que dije eso. –agregó dejando de caminar.

Alex rodó los ojos y Sirius retomó sus pasos para continuar.

–Bien, le dije “¿Cuál es esa película de Disney con la que todos lloran y aparece un pequeño Cornamenta?”

Alex apretó sus labios para no reír y James negó con su cabeza indignado.

–No entendió lo que quise decir. –explicó rodando sus ojos. –Entonces le tuve que explicar que un pequeño ciervo aparecía.

–¿Entonces...?

Sirius sonrió y sacó la pequeña caja que tenía escrita en su portada “Bambi”, Alex gritó agudamente mientras saltaba de los brazos de James y corría hacia su mejor amigo para abrazarlo.

–Auch. –se quejó James tocando su oído que había sido atacado por el grito de su novia. –Me abandonaste, Lex.

–Es Bambi, claramente te abandonaré.

James lo miró con enojo fingido y Alex ladeó su cabeza mientras sacaba su labio inferior hacia fuera.

–¿Podemos ir a verla?

El chico sonrió con ternura y fingió pensar, solamente para molestarla. Sirius colocó sus manos unidas bajó su barbilla y miró a su amigo, buscando su aprobación.

–No lo sé, mañana iremos a acampar y debemos armar los bolsos y..

–Oh, por favor. –dijo Alex alargando la “o”.

James rió y asintió mientras se levantaba, Alex y Sirius chillaron y corrieron fuera de la habitación para bajar a la sala de estar.

–¡No corran! –se oyó a Euphemia que estaba en la cocina.

–¡Lo sentimos!

James se sentó junto a Alex, dejando a la chica en medio de él y Sirius.

–No entiendo por qué todos lloran con esto. –dijo James mirando la intro de la película.

–Estoy de acuerdo. –comentó Sirius mientras apoyaba sus pies en la pequeña mesa de enfrente. –Quiero decir.. es una película de fantasía, ni siquiera son personales reales.

–Exacto, no tiene sentido.

Alex suspiró mientras rodaba los ojos y se concentraba en la película, la cuál ya había visto mil veces pero la disfrutaba como la primera vez.


La mitad de la película había llegado, y Alex le había puesto la pausa ya que Sirius y James se negaban a continuar viéndola.

Los sollozos del par resonaban por todo el lugar, James mantenía su cabeza apoyada en el pecho de su novia, y Sirius en el regazo de su mejor amiga.

Ambos lloraban de forma desgarradora y se afeerraban a la chica con fuerza.

–Él-él.. –dijo Sirius entrecortado por el llanto. –Perdió a su mamá y..

–“Mami”. –dijo James entre lágrimas imitando el tono del pequeño ciervo. –Él llamaba a su mamá y- y.. –rompió en llanto nuevamente y Sirius comenzó a llorar con más fuerza.

–Está bien. –consoló Alex acariciando el cabello de ambos.

Euphemia salió de la cocina preocupada al oír el llanto de sus dos hijos, se paró frente al trío y miró a Alex con preocupación.

–Bambi. –explicó brevemente.

–Oh, con razón. –dijo la mujer restando importancia.

James se sentó recto y se quitó sus lentes para refregar sus ojos con cansancio. Miró a su madre y se levantó para abrazarla mientras lloraba nuevamente.

La mujer suspiró y palmó la espalda de su hijo mientras Sirius se levantaba y buscaba atención de la mayor.

–Es sólo una película, nada es real.

Los dos lloraron y asintieron con su cabeza mientras intentaban calmarse.


James y Alexandra se encontraban armando sus bolsos para acampar al día siguiente.

Luego de una pequeña investigación de parte de Remus, consiguieron un pequeño bosque en las afueras del pueblo.

El bosque tenía una tranquilidad extrema, justo lo que el grupo quería. Y lo mejor de todo era que a unas cuadras de distancia había una playa.

–Recuerda llevar algo de abrigo.

Alex sonrió al oír a James y asintió. El azabache actuaba como una madre. Era muy irresponsable en algunos casos, pero secretamente cuidaba de todos los que lo rodeaban.

–Y protector solar. –continuó tendiendole la crema a la chica. –No quiero que te quemes con el sol.

La chica tomó la crema y la guardo para al fin cerrar su bolso y dejarse caer en la cama del azabache. James se tiró sobre ella con fuerza y Alex gritó con sorpresa.

–Romperás mi columna. –dijo con dificultad.

James rió y se dejó caer a un costado para mirarla de lado, ella cerró sus ojos agotada por el largo día que tuvieron y sintió cómo el chico comenzaba a acariciar su cabello intentando relajarla.

–Estoy preocupada.

–¿Por qué?

Alex abrió los ojos y suspiró mientras miraba los ojos miel de James. El chico la miraba atento y esperaba que ella responda mientras continuaba peinando su cabello.

–No lo sé, varias cosas. –dijo apretando sus labios. –Siento que Peter nos evita, también estoy preocupada por Regulus, un poco por Sam..

–Espera. –interrumpió James. –¿Por qué por Black y Macmillan?

Ella suspiró y se sentó en la cama para mirarlo de frente, James se mantuvo acostado y apoyó sus brazos debajo de su cabeza para utilizarlos como almohada.

–Regulus intentará pasar desapercibido, pero de todas formas me asusta. –dijo elevando sus hombros.

James ya estaba al tanto de la redención del menor de los Black, Alex y Sirius se lo habían explicado a él y a Remus.

Ellos no lo sabían, pero tenían suerte de que Peter no haya ido a la casa de los Potter ese día. De haberlo hecho, se habría enterado de la decisión de Regulus.

James y Remus dudaron en un principio, pero ellos sabían que si Alex y Sirius confiaban en él y en su decisión era por algo.

–Él va a estar bien, los Black son especialistas en ocultar sus sentimientos y lo que piensan. –dijo tranquilizando a su novia. –Y lo bueno, es que ni Malfoy, Snape, Mulciber y Avery seguirán allí, eso significa que no lo estarán atocigando y será más fácil para él pasar desapercibido.

–¿Y ahora en vacaciones?

James hizo una mueca y suspiró mientras buscaba qué decir. Él sabía que Alex estaba preocupada por Regulus. La chica tenía ese instinto materno donde quería proteger a todos los de su alrededor, y eso a James le encantaba pero también le preocupaba.

Él tenía miedo de que ese instinto protector que Alex tiene la termine llevando a situaciones malas. James últimamente estaba muy preocupado por lo que podía sucederle a la chica.

Alex a veces se preocupaba tanto por el resto que se olvidaba de sí misma.

–Escucha, él estará bien. –dijo tomando su mano. –Los Black saben cómo actuar en esas situaciones.

Ella asintió sabiendo que su novio tenía razón y se dedicó a jugar con la mano del chico, haciéndolo sonreír.

–¿Y con Macmillan?

–No lo sé. –dijo indecisa mientras entrelazaba sus dedos. –Hay algo que no te conté.

James frunció su ceño y se sentó algo preocupado por lo que su novia le decía. Alex suspiró y se arrepintió de haber dicho eso, sabía que debían dormir y descansar para disfrutar del día siguiente.

Ella quería contarle a James la advertencia que Caroline le había dado sobre Sam. Alex había estado meditando y también se había enviado algunas cartas con el rubio, llegó a la conclusión de que la ex de James sólo buscaba manipularla.

Pero Alex estaba confundida, no entendía por qué Caroline buscaría manipularla de esa forma y hacerle creer que Sam formaba parte de los Mortifagos.

Ella no quería que James desconfíe del tejón, ya que estaba segura sobre el pensamiento y la postura de su amigo. No quería que el azabache se deje llevar por los celos.

–¿Puedo contarte mañana?

James reprimió una mueca y ladeó su cabeza. Había quedado un poco preocupado ya que notó que ella estaba algo nerviosa.

–Prometo que no es nada malo, pero sé que nos llevará algo de tiempo y quiero que hablemos bien sobre el tema.

El chico se acostó y tiró de ella para apoyarla contra su cuerpo.

–Bien. -dijo alargando la “e”. –Pero mañana me cuentas.

–Mañana estaremos con los chicos.

–No importa, en la noche. –dijo con simpleza. Ella sonrió y asintió con su cabeza mientras besaba la mandíbula del chico. –De hecho, yo también debo contarte algo.

Ella frunció su ceño confundida pero asintió, sabiendo que él no le contaría hasta el día siguiente.

–¿Es algo malo?

–No, tranquila. –dijo tomando las mantas y tapando sus cuerpos. James besó sus labios cortamente y con un movimiento de varita, apagó la luz de la habitación.

James aún debía contarle a Alex sobre las insinuaciones de Caroline hacia él. El chico no quería que su novia se entere por otro lado de las actitudes de la rubia y piense mal.

James no lo admitiría, pero estaba algo preocupado. Él sabía que Caroline era una buena chica, o por lo menos lo era cuando estaban de novios.

En su relación, ella era buena, atenta y cariñosa. Pero también era algo celosa, controladora y manipuladora.

Él sabía que Caroline podía ser un poco difícil de tratar, y ella era muy persistente. Si la chica quería algo, lo conseguía. Simple.

James estaba preocupado de lo que Caroline podría hacer con tal de que él vuelva con ella.

¿Y si lo amenazaban nuevamente con hacerle daño a Alex?

Él no podría dejar a la chica nuevamente. James ya se había equivocado una vez, no volvería a hacerlo. Él se mantendría a su lado y la protegería a más no poder, pero aún así la preocupación no desaparecía.

–Descansa bien, bonita. –murmuró James.

–Descansa bien, bonito.











Primer capítulo del segundo libro, estoy muuuy emocionada de volver con la historia. Espero que este les guste tanto como el anterior.

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