Inked Knockout

By SandyDayDreamer

170K 14.5K 19.5K

Una noche con amigas, un desvío, un callejón solitario. Un plan genial, ¿no? Por si fuera poco con la desastr... More

1.- Cavernícolas y Soju.
2.- Reina de corazones
3.- Adivinanzas
5.- X
6.- Abierto hasta... ¿el amanecer?
7.- Switch Stance
8.- Tíos malos; encuentros peores
9.- De boca en boca y tiro porque me toca
10.- Proposiciones (in)decentes.
11.- Sparring
12.- Juicio y Sentencia
13.- El poder de Rosita
14.- Promesas de tinta roja.
15.- Side Control.
16.- Ley de Gravitación Universal.
17.- Creciente menguante.
18.- Ensoñaciones.
19.- Jab
20.- Encuentros en la tercera clase.
21.- De treinta a cuatro mil ochenta.
22.- Rendición.
23.- Takedown.
24.- Dos a dos.
25.- Muros, paredes y grietas.
26.- Déjame entrar.
27.- Half guard.
28.- ¿Pasado o presente?

4.- Un pasito atrás

6.2K 551 841
By SandyDayDreamer

—Ahí dice que los martes tienen dos por uno.

—¿Quién quiere un croissant a medias?

—¿El café aquí está bueno?

—Yo quiero un croissant entero para mí —refunfuño a mis amigas, que siguen sin hacerme puto caso.

—Misu, ¿tú quieres que compartamos el croissant?

—Sí, claro.

—Vale, entonces son tres cafés, un croissant...

—¡Que yo quiero uno entero! —le hago saber a Hye, que se dispone a pedir para todas.

—¡Pues pídetelo tú, pedazo de floja!

—¡Si vas a pedir para todas qué más te da!

Misu suspira avergonzada y se esconde tras la carta mientras las mesas contiguas nos miran a Hye y a mí por el escándalo. Ya debería estar acostumbrada a esto, no sé de qué se extraña.

Tengo una misión muy importante que llevar a cabo hoy, y para que mi cerebro funcione necesito llenar el estómago; al final, Hye cede con tal de que deje de liarla y me pide un croissant enterito para mí. Y una vez el dulce calentito (recién hecho, qué maravilla) aparece en mis narices, me lo trago en un minuto a más tardar. Todavía con la boca y la barbilla llena de restos marrón claro de la corteza del dulce, un tío aparece justo frente a nuestra mesa; es el investigador, detective, policía (o como coño sea el título), no hay más que verlo para pillarlo.

El chaval es (o parece) bastante jovencito, por eso mismo tendrá esas buenas intenciones de resolver este caso él solito ante la falta de pasión de sus compañeros. Pero su cara de bueno me hace pensar que ni de coña va a conseguir hacerlo... y a mí me conviene que no lo haga por ese temita de la amenaza del coloso. El poli se presenta, pero la verdad es que ni me molesto en retener su nombre, porque tengo la cabeza muy ocupada en encontrar una solución a esto. Y sin saberlo, Misu me la sirve en bandeja de plata...

—Eran alrededor de las once; íbamos con retraso porque habíamos estado esperando a Sonje una hora y media, así que fuimos con bastante prisa por la calle —explica, obligándose a rememorar.

Mi amiga sigue dale que dale con la vaga explicación de siempre; no sé cómo cojones voy a hacer esto... la presión me está empezando a afectar, pero no puedo dejarlo pasar sin más. La amenaza del coloso revolotea en mi cabeza todo el rato, poniéndome los vellos de punta. No quiero que vuelva a venir a acosarme, tampoco quiero que hagan lo mismo con mis amigas... Solo hay una solución posible para todo esta locura: mentir como una bellaca.

—Sí bueno... —intervengo despreocupada sin que nadie se lo espere— puede que fuera más tarde de las once, no es que estuviéramos pendientes de la hora, ¿sabe? Solo queríamos encontrar un sitio para cogernos una cogorza...

—E-entiendo —murmura el investigador, muy confuso por mi comentario.

—En fin —masculla Misu, con evidente rencor hacia mi persona—, lo importante es que ese local estaba en el corazón de la intersección de calles de la zona Oeste. Hemos intentado dar con el sitio exacto, pero no ha habido manera...

—Claro, es que los callejones de Itaewon son un puzzle; la verdad: veo imposible que volvamos al mismo punto ni por casualidad —añado, una vez más, con intención de quitarle crédito al relato de los hechos.

La conversación mantiene los mismos términos durante media hora más o menos; a cada dato que dan mis amigas ahí estoy yo para desmentirlo, quitarle importancia o dejar caer que quizás, y solo quizás, están exagerando muchísimo (aunque sea mentira). Es por su propio bien, pero ellas no lo pillan; mejor que se mosqueen conmigo a que otro coloso las acose a ellas en su trabajo.

Pasado todo ese interrogatorio extraño, creo entender que me voy a quedar sin amigas, porque tanto Hye como Misu me miran como si quisieran darme de collejas hasta acabar dejándome con una desviación de columna de por vida. Incluso el investigador me mira con sospecha... Espero no haber sido demasiado obvia, pero si el hombre desconfía o no de mis constantes interrupciones, se lo guarda para él, porque cierra el cuadernito en el que ha tomado nota de todo y se despide con una reverencia y un "gracias por su tiempo", prometiendo ponerse en contacto con nosotras si hay alguna nueva pista en el caso.

Al momento que la puerta de la cafetería se cierra tras él, los ojos encolerizados de mis amigas caen sobre mí; y yo, intentando hacerme la inocente, bebo de lo poco que me queda de café y... me la juego...

—¿Qué? ¿Quién quiere otro croissant a medias? —ofrezco con una sonrisilla de lo más adorable, aunque ellas no parecen apreciarla.

Me empiezan a reprochar mierda al segundo que mis labios se cierran, lo que me hace saber que lo peor va a pasar: no me voy a comer ningún croissant más.

—¡Por tu culpa se piensa que estamos zumbadas! —exclama Hye, lo hace con tanto énfasis que su pelo liso, cortado a la altura de su mandíbula, se encrespa en la coronilla; esta chica fue un gato en otra vida, estoy segura—. ¡El tío se va a creer que estábamos pedo!

—Eso lo dirás tú, yo solo he sido sincera —me defiendo, teniendo el atrevimiento de hacerme la ofendida y todo.

—A ver, todo esto seguro que tiene una explicación —interviene Misu al ver cómo Hye iba a lanzarse a mi garganta—; Sonie, ¿por qué has estado desmintiendo todo?

—Por nada, es que quería ser precisa...

—Sonie, tú viste tan bien como nosotras todo lo que pasó; viste al chico que echaban del local, viste que nos siguieron, viste que nos amenazaron...

—Bueno, amenazar amenazar no fue —desmiento, pegando los ojos a un cuadro cualquiera colgado en la pared a su espalda—; creo que estamos exagerando un poco todo lo que pasó... Era tarde, todo estaba muy oscuro... Normal que nos diesen miedo, cualquiera nos lo hubiera dado; creo que decir que nos amenazaron es un poco subjetivo...

—¡Ya está: ME LA CARGO! —ruge Hye antes de ser parada por Misu, que empuja su pecho para que no me enganche del pelo, tal y como parece querer hacer.

Yo ni me inmuto, porque normalmente Hye y yo tenemos estas refriegas cinco veces al día; sino fuera por Misu, creo que ya nos habríamos sacado los ojos la una a la otra hace años.

—¿Qué te pasa, Sonje? Creo que hay algo que no nos estás contando —razona Misu, que sigue sin soltar a mi otra amiga.

—Para nada...

—Sonje, ¿ha pasado algo?

—Que no...

—Sonje... —vuelve a repetir, a este paso me borra el nombre— estás nerviosa.

—No estoy... —intento negar, pero Hye me interrumpe.

—¡Mira, mira cómo mueve la pierna! —apunta la pelinegra victoriosa—. ¡Sí que está nerviosa!

—Que mueva la pierna no quiere decir nada —masco, rodando los ojos, y dejo el tic de la pierna en el que ni siquiera había reparado.

—Sonje, mírame a los ojos —me pide Misu; lo hago al momento, para demostrar que mi inocencia, pero cuando veo los ojos color avellana de mi amiga, me empiezo a poner todavía más cardiaca—. Te están dando palpitaciones en el párpado derecho...

—¿Y?

—Esta oculta algo —apunta Hye, más curiosa que fastidiada.

—¿Qué ha pasado para que hayas mentido? ¿Ha ocurrido algo? ¿Han contactado contigo? ¿Has sufrido alguna amenaza?

Misu es periodista... y sabía para mis adentros que tarde o temprano esa puta profesión me iba a perjudicar. La tía tiene un instinto que ni los detectives de las películas, y cuando indaga y hace preguntas, nueve de diez veces da en el clavo; a pesar de que sé todo esto desde que la conozco, no puedo evitar que mi cuerpo le dé la razón sin que yo abra la boca, porque la palpitación de puro estrés que me ha dado en el párpado vuelve a latir de manera evidente.

—Vas bien por ahí, Missie, sigue, sigue que se derrumba —la incita Hye, encorvada sobre la mesa con ambas palmas sobre esta.

Aprieto los labios con fuerza para no soltar ni un suspiro mientras mis amigas se acercan más y más a mí; estoy en un interrogatorio peor que los que hacían antiguamente a los asesinos en serie... Miedo me da que, de repente, una de las dos me tire un vaso de agua helada a la cara o me pongan una lámpara directamente apuntándome a los ojos.

—¿Qué hiciste ayer, Sonie? —pregunta Misu, ignorando en la medida de lo posible las provocaciones de Hye.

—Estuve en el estudio —contesto al instante, sin titubear.

—¿Y qué hiciste?

—Tuve cinco clientes, fue un día de lo más normal; después me fui a casa, cené ramen y me quedé dormida viendo una serie de mierda —recito de memoria; ya sabía que me iban a caer preguntas y tengo mi coartada perfectamente estudiada.

—¡Mírala, si es que es evidente que oculta algo! —exclama Hye, dando un golpe sobre la mesa. Ella es el poli malo, eso seguro.

—¿Qué le hiciste a esos clientes? —cuestiona Misu... Qué pregunta más fácil, por ahí no me va a sacar nada.

—Una flor, un samurai, una frase y un delfín pequeñito... Las proporciones del delfín no me salieron muy bien, pero es que la postura en que lo quería era muy rara. Quedó bastante contento con el tatuaje, así que bueno, tampoco pasa nada, supongo.

He añadido datos completamente verídicos porque eso es lo que hace a una burda mentira corriente una buena mentira convincente; soy una profesional, qué se le va a hacer.

—Ajá —suelta Hye con una sonrisa radiante—. ¿Y el quinto?

—¿Eh?

—Has dicho que tuviste cinco clientes —explica Misu, también sonriente—, ¿qué le hiciste al quinto?

—N-no he dicho nada de cinco —repongo con una risilla nerviosa—. La habéis flipado.

Mis amigas se inclinan más hacia mí, y yo, en consecuencia, me echo hacia atrás todo lo que me permite la silla, que no es mucho. Ahora sí que siento la presión... La siento por todas partes: las rodillas, la espalda, las manos, las sienes... La frente me empieza a sudar e intento no tragar saliva con todas mis fuerzas, porque siento la boca seca y sé que va a sonar demasiado, delatando mi culpabilidad.

Si es que soy gilipollas, ¿por qué he dicho lo de cinco? ¡¿Por qué?! Lo tenía perfectamente preparado y la cago nombrando al coloso... ¿Qué problema tengo en la cabeza?

Hye y Misu siguen insistiendo, así que no me queda más remedio que retractarme.

—Vale, sí, hubieron cinco, pero es que a ese no le hice nada, por eso no lo he contado —me sincero... a medias, claro.

—¿Y para qué fue a tu estudio entonces? —sigue indagando Misu.

—Primero: no es mi estudio, es el de Namjoon, ya os lo he dicho mil veces —comento para desviar un poco la atención del tema—. Segundo: fue porque encontró la mochila que había perdido y me la trajo...

—Pero has dicho que era un cliente —me interrumpe Hye—, si había ido solo a llevarte la mochila, no era ningún cliente, ¿no?

—B-bueno, no... pero como si lo fuera.

—Un momento —susurra Misu, diciéndolo para sí—. ¿Dónde dijiste que habías perdido la mochila? ¿Cuándo fue eso?

—No he dicho nada de que perdiera la mochila. Se me cayó en el metro...

—¿En el vagón? —pregunta Hye, completamente desviada del tema principal a estas alturas.

—No...

—¿Cómo te encontró esa clienta? —murmura Misu.

—Era un chico —rectifico—, y me encontró porque tengo mil tarjetas de visita del estudio de tatuajes, agenda con citas y mierdas por el estilo, obviamente.

—¿Qué más da que fuera un tío, una tía o cómo la encontrase? —inquiere Hye descolocada. Misu la chista al momento, la tía ni parpadea; tiene un brillo preocupante en la mirada y me hace sentir muy pequeñita... y eso que soy la más alta de las tres.

—Ese chico... ¿cómo era?

—Pues alto... pelo negro a la altura de la mandíbula... Grande... No sé, normal —bufo nerviosa; se están acercando mucho y todo esto me está empezando a dar mal rollo.

—En las tarjetas de visita... ¿aparece tu número de teléfono? —pregunta, pasando de la descripción que ella misma me había pedido.

—Claro...

—¿Y por qué se tomó la molestia de ir a llevarte la mochila cuando podría haberte llamado?

—Ehhh... —Mierda, para eso no tengo razonamiento posible, ¿qué le digo? Si sigo sin decir nada se va a ver a la legua que aquí hay algo que no cuadra, ¿y qué me invento? ¡Que no se me viene nada! ¡Piensa Sonje, por lo que más quieras! ¡Piensa!—. Porque... Porque quiso...

—¿Amenazarte por lo que pasó en el callejón? —pregunta Misu de forma retórica, dejándome congelada—. Has dicho que tenía el pelo negro, así que fue al que le pegaste la patada en los huevos, porque el otro era rubio; obviamente, los mismos de los que nos escapamos tienen que ser los que arreglen la cagada de habernos dejado ir... —murmura, razonando más para sí misma que para nosotras.

—¿Han tenido los santos cojones de ir a amenazarte a tu trabajo? —inquiere Hye completamente indignada.

—N-no... qué va... ¿por qué iba nadie a...? Que no... que estáis delirando, que eso no es así.

—He estado investigando, Sonie, así que ya puedes dejar la trola; no somos las primeras que nos encontramos con una escena como la del callejón de Itaewon, esas cosas han pasado durante años por toda la ciudad —explica Misu, de lo más emocionada, sacando la libretita que lleva a todas partes. Normalmente nos reímos de la "agenda de investigación" cada vez que la vemos, pero ahora mismo no me hace ni puta gracia mirarla—. Ninguna de las denuncias ha llegado nunca a nada, ¿sabéis por qué? Porque todo el mundo la retiraba a los pocos días, diciendo que se habían equivocado, que estaban borrachos o cambiando los hechos en el último momento para restarle credibilidad a su propia declaración... Y ahora sé por qué hacían eso.

Al tiempo que habla, escribe a toda prisa, y mientras que yo sigo aquí con la mandíbula desencajada, Hye vuelve en sí y nos mira a Misu y a mí sin parar.

—O sea, que... ¿de verdad te han amenazado, Sonje?

Abro la boca para negarlo, pero... diga lo que diga mis amigas no me van a creer a estas alturas.

—Algo así —exhalo completamente desinflada.

—¡Lo sabía! —exclama Misu triunfal.

—Tías, que esto es serio: no es para tomárselo a coña. El chaval ese me dijo que si no retiramos la denuncia, otros iban a ir a por vosotras...

—No pienso retirar nada, ¿estás loca? —espeta Misu emocionada—. Estamos delante de un caso que nunca se ha podido resolver, ¡estamos a punto de hacer justicia!

—¡¿Pero qué dices de justicia?! ¡Que vamos a acabar como el tío apaleado como sigamos por ahí! ¡¿No lo pillas?! —exclamo para intentar hacerla entrar en razón.

—Yo estoy con Misu: ni de coña vamos a quitar la denuncia. Menos ahora, que ha ido uno de esos hijos de puta a por ti —masca con rabia—. ¿Qué se han creído? No les tenemos miedo.

—¡Hablad por vosotras, que yo sí que lo tengo!

—Tranquila, Sonie, que no vamos a dejar que te pase nada —me intenta tranquilizar Misu.

—¿Ah, no? ¿Y cómo vais a evitar exactamente que ese tío venga a buscarme otra vez al trabajo?

—Díselo a tu jefe —razona Hye, y Misu asiente profundamente—. Ese tío conoce a gente muy peligrosa, seguro que pueden ponerte un poquito de protección hasta que esto se solucione.

—¡¿Pero vosotras os creéis que esto es una peli?! —me quejo de los nervios—. ¡Que ese tío es enorme, como me coja me revienta si quiere! Además, no le puedo decir a Nam nada del lío... Ya sabéis que desde que empecé con Yoongi estaba todo el rato con las amenazas y eso... No puedo darle más problemas...

—A ver, que tu ex fuese un golfo de cuidado no tiene nada que ver en esto —le quita importancia Hye—, tú no tienes culpa de todo el lío, así que díselo, que seguro que te ayuda.

—Muchas gracias por el consejito de mierda, pero no pienso hacerlo.

—Pues se lo diré a la policía, seguro que ellos te dan protección —razona Misu.

—¡Claro! ¡Diles que quiero que me pongan guardia en un estudio de tatuajes completamente ilegal, que seguro que les encanta! —exclamo enajenada.

—Ah, pues es verdad... En ese caso solo te queda decírselo a tu jefe.

Con el cabreo que lleva Nam conmigo lo único que me faltaba era darle más problemas... Es que seguro que me echa de una patada en el culo; no puedo decírselo ni de coña, y como tampoco puedo contárselo a la policía, me quedo completamente desprotegida ante el chungo del coloso.

—¿Entonces no quitáis la denuncia? —pregunto, todavía con un pequeño resquicio de esperanza.

—Nope.

—Ni de coña.

Estas tías van a conseguir que me maten con tal de hacer "justicia".




Estoy tensa, lo reconozco; llevo un par de días así: a la espera de que el coloso demoníaco aparezca de la nada para retorcerme el pescuezo por no quitar la denuncia tal y como me pidió. He estado intentando convencer a mis amigas, pero no hay manera, y como no quiero tener que recurrir a la policía bajo ningún concepto, he tenido que acabar colándoles la trola de que se lo he contado todo a Namjoon...

La verdad es que creo que mi jefe empieza a olerse que algo no anda bien, porque cada vez que escucho la puerta de entrada a la casa abriéndose, me asomo desde mi pequeño estudio acojonada. Pero hasta día de hoy, ningún matón ha aparecido para matarme, aunque no sé cuánto quedará para que ese tío vuelva... Él o alguien peor, que me cuesta mucho imaginarme a ningún tío que pueda acojonarme tanto como él, siendo sincera.

Esta noche en particular me noto peor que nunca; quizás es porque se me ha hecho muy tarde... Y que la casa de Nam esté en las afueras me jode muchísimo, porque tengo que coger dos autobuses nocturnos para volver a mi apartamentito de muerta de hambre. Podría pedirle que me dé cobijo esta noche, al fin y al cabo, esta pedazo de casa no solo nos sirve para trabajar a todos, si no que es la residencia de Nam y de alguno de los aprendices que vienen de otras ciudades o que, directamente, no tienen dónde caerse muertos; creo que Picasso vive aquí, pero la verdad es que es una simple teoría, porque no es que se lo haya preguntado o se lo vaya a preguntar. De todas formas, por mucho que me pueda quedar a dormir aquí hoy, eso no va a solucionar nada, porque cuando amanezca mañana, la denuncia va a seguir en pie y, por lo tanto, la amenaza del coloso también...

Hay una opción, por otro lado, en la que llevo pensando todo el día. Es la peor que ha podido ocurrírseme, pero también es en la que más puedo confiar ahora mismo.

Una vez he recogido todo tras el día de trabajo, me siento en el taburete y miro por la ventanita que da al parterre del jardín; fuera no hay apenas luz, solo las bombillitas que cuelgan desde el tejadillo de madera que Nam puso para las enredaderas dan algo de iluminación al exterior, pero no consiguen tranquilizarme ni un poquito. Solo de imaginarme el trayecto que tengo que hacer andando a oscuras hacia la parada me dan escalofríos.

Venga, Sonie, no seas una cagada: vete, que no va a pasar nada...

Lo intento, de verdad que sí; me levanto, ando hacia la puerta, agarro el pomo... y vuelvo al mismo taburete para sentarme y darle vueltas a la cabeza. No voy a poder irme de aquí jamás, ¿verdad? ¿Me voy a quedar viviendo en mi estudio hasta que al coloso le dé por venir otra vez a cumplir con su amenaza?

Unos pequeños golpes a la puerta de mi estudio me sacan del trance, y doy paso con voz temblorosa, viendo que solo era Nam el interesado en entrar.

—¿Qué? ¿No te vas todavía?

—Sí... Estaba arreglando un poco esto —murmuro sin mirarle directamente; la verdad es que todo está limpio, reluciente y de lo más ordenado... cosa rara.

—Sí que te lo estás tomando en serio, ¿eh? Me alegro, Sonie; desde que conociste a ese imbécil te descontrolaste mucho, pero me da esperanzas ver que poco a poco vas volviendo a la normalidad.

—Sí... —susurro casi sin voz. Es que no puedo decírselo, cada vez me queda más claro... Como Nam sepa que estoy metida en líos otra vez, me manda a la mierda.

—¿Todo bien? —pregunta más cerca. Se ha metido en la habitación y ahora está parado delante de mí, con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón negro. Como no me atrevo a mirarle a la cara, asiento con los ojos pegados a los tatuajes que decoran sus nudillos—. Te veo un poco decaída hoy, ¿estás durmiendo bien?

—Lo que puedo.

—Todo va a ir a mejor sin él, ya verás... —Supongo que quiere que le crea, porque, de un momento a otro, se agacha y deja sus ojos, ligeramente ocultos tras unas gafas de montura dorada, a la altura de mi cara. Odio esas gafas con toda mi alma, porque le hacen parecer un Sugar daddy, pero por más que se lo digo, sigue sin dejar de ponérselas—. ¿Me crees? —Asiento un poco, dedicándole una sonrisa sincera, momento que aprovecha para dar un pequeño golpe afectuoso a mi mano antes de levantarse.

Supongo que se cree que estoy sufriendo otra de mis continuas bajonas posruptura, pero nada que ver... Ahora estoy en una bajona completamente diferente, una del tipo: "no quiero que unos matones me revienten la cara"; aun así, estoy un poco más animada, eso sí. Nam tiene un aire paternal que me puede, no voy a negarlo.

—Termino por aquí y me voy enseguida —le hago saber, levantándome del taburete para recoger mi chaqueta motera del colgador de entrada.

—Vale, pues te dejo tranquilita; aprovecha que mañana tienes el día libre y relájate con tus amigas. Sal a tomarte algo, ¿vale?

Sí, lo que me faltaba: otra nochecita por Itaewon. No, gracias.

Asiento tranquilamente y Nam por fin me deja a solas con mis pensamientos. Se ha ido justo a tiempo, porque, si no me equivoco, ahora que tengo la mano alrededor de la polipiel de la chaqueta, me doy cuenta que el bolsillo derecho vibra...

Y esta vez, cuando agarro el móvil, a diferencia de las quinientas veces de antes, pulso la tecla verde.

Creo que él se esperaba tan poco que le contestase que ni siquiera habla durante un minuto entero, por lo que no me queda más remedio de ser yo la que rompa el silencio con el que llevo castigándole semanas.

—Yoongi... necesito un favor —murmuro indecisa. Intento hacerme la fuerte y no dejarme vencer por lo que su voz grave y hostil va a provocar en mi organismo cuando le escuche, y ni que decir tiene que no lo consigo del todo... porque me muerdo los labios en cuanto contesta.

—¿En qué puedo ayudarte?

—¿Puedes venir a buscarme al estudio? Es una historia muy larga... pero...

—En un rato estoy ahí.

Ahora que sé que voy a ver aparecer el coche negro en la lejanía en unos minutos a más tardar, me resulta mucho más fácil ponerme la chaqueta y salir a toda hostia del estudio y de la casa; voy al sitio de siempre, a esa pequeña esquina bajando la calle, junto a la rotonda. Este sitio me trae recuerdos que sé que no estoy preparada para rememorar, porque aquí me recogía Yoongi antes de salir por ahí, ir a su casa o llevarme a la mía. Intento no darle vueltas a la de cosas que hemos hecho en esos sitios (o en el mismo coche) porque tengo que mantener la cabeza fría: solo le he pedido que venga a recogerme para no volverme sola, eso es todo.

Nada de dejarte llevar por sus encantos, Sonie, por lo que más quieras.

La teoría siempre es más fácil que la práctica, porque me parecía de lo más posible de conseguir hasta que el descapotable para en toda mi cara y la puerta del copiloto se abre... Solo me hace falta agacharme un poco y ver a Yoongi mirándome desde el interior para que mi seguridad se vaya a la puta mierda.

Su pelo platino está recogido bajo una gorra que lleva puesta hacia atrás, y no parece que el fresco de primavera le afecte, porque lleva una camiseta de tirantes abierta por los costados que me deja ver perfectamente los tatuajes que escalan por sus costillas y se pierden en su axila; entre ellos está el que yo misma le hice, y parece resaltar ante mis ojos, pero supongo que es normal que una madre vea a su hijo mejor que a cualquier otro.

—¿Qué? ¿Te montas o te doy un par de minutitos más para que te lo pienses? —pregunta con sorna. Su cara, aunque inexpresiva (como siempre), muestra un pequeño atisbo de diversión que me hace saber que se alegra de verme tanto como yo lo hago de verle a él.

Esto es peligroso, y aún a sabiendas del riesgo que corro entrando por mi cuenta justo dentro de las fauces del lobo, lo hago. Cierro la puerta tras de mí y me abrocho el cinturón, dándome a mí misma unos valiosos segundos en los que no tengo que mirarle.

Una vez mi vista va al frente, el coche empieza su marcha, y un pequeño destello de luz de una farola cualquiera reluce en el reloj de su muñeca y me da en los ojos, provocando que le mire sin querer; si es que todo está en mi contra.

—¿Me vas a contar qué ha pasado para que por fin contestes a una de mis llamadas?

—¿Me vas a contar tú para qué me llamas tanto si sabes que no te lo cojo? —contraataco al momento; mejor ser gilipollas que una presa fácil.

—Está claro que lo hago para hablar contigo.

—Nunca me has hablado mucho de todas formas —escupo sin pensarlo—, ahora que me alejo es cuando te da por querer charlar, ¿no? Impresionante, Yoongi.

—Oye, deja de ser tan borde, que solo he venido porque me lo has pedido; yo estaba de puta madre en mi casa, así que si me haces venir hasta aquí, por lo menos que no sea para estar atacándome todo el rato.

—Mira tú por donde, ya me has hablado más que en un año entero —contesto con sarcasmo, pasando por completo de su reproche. Yoongi se ríe... y a mí me tiemblan hasta las pestañas al ver sus pequeños dientes asomando tras sus labios rosas.

—Cómo me pone que te hagas la dura, Sonje...

—No me puede importar menos —escupo tratando de hacerme la impasible. Voy mal... voy muy mal...

—Sigue, nena, no te cortes: tú sigue vacilándome y verás cómo acabamos la noche.

Joder, juro por mi vida que acaba de dejarme con el Niágara entre las piernas con una frase.

—Mira, si vamos a seguir por ahí mejor me bajo en la parada del bus —declaro, haciendo que gire el cuello en mi dirección con un latigazo—. No te he dicho que vengas para esto, ¿vale? No quiero volver a esa mierda que teníamos...

Tras unos segundos en silencio, Yoongi vuelve a mirar al frente, quitándome un peso enorme de encima sin saberlo; es demasiado pronto para estar con él, y como buena gilipollas me creía que estaba preparada.

—Vale —suspira al tiempo que cambia de marcha—, seré bueno.

Es normal que dado lo muchísimo que le conozco no me creyera una mierda esa declaración, pero el resto del camino, Yoongi se mantuvo completamente alejadito de mí, preguntándome cosas de lo más inocentes cómo qué tal me iba en el trabajo, qué había aprendido últimamente, qué tal me iba con mis amigas... Todo normal. Aunque lo raro no se hizo de esperar, claro, porque, en vez de ir a mi apartamento... Yoongi me acabó llevando al suyo.

Me cuesta mucho más pensar de manera racional estando sentada en el mismo sofá de cuero negro sobre el que hemos follado más veces de las que pueda recordar mientras él trastea tras la barra americana, sirviendo dos copas de un vino carísimo que sabe de sobra que me suele poner tontorrona.

¿Y por qué no le he dicho nada de que quería volver a mi piso? ¿Por qué no me he negado a subir cuando ha aparcado en su plaza de garaje? ¿Por qué he cogido el ascensor calladita y sin reproche alguno junto a él? Pues está claro: porque todavía no le he superado, y he cometido un error monumental al pedirle ayuda.

—Bien llenita, como a ti te gusta —declara sonriente, pasándome la copa rebosante de vino. La cojo de su mano extendida con un pequeño "gracias" nervioso, sin querer fijarme mucho en que ahora que se ha quitado la gorra tiene todo el pelo revuelto—. Ahora que estás más tranquilita, ¿qué tal si me cuentas por qué me has pedido que vaya a recogerte? Corrígeme si me equivoco, pero llevas semanas un poquito reticente a comunicarte conmigo...

—Ya sabes por qué llevo semanas sin querer hablarte, tampoco te hagas el inocente —masco resentida; el tema me sigue doliendo, ¿para qué negarlo? Él lo sabe tan bien como yo...

—Bueno, si lo que quieres es hablar de eso... —murmura, sentándose relajadamente a mi lado, a lo que me levanto como un resorte y huyo a plantar mi culo en el sillón gris que descansa junto a la enorme estantería rebosante de libros; ni de coña me quedo a su lado en un sofá sin supervisión alguna de un adulto responsable, que si no me lo tiro.

—No quiero hablar de nada de eso; ya sé lo que pasó, y por eso mismo ahora estamos en esta situación.

—No me la tiré, Sonje.

—No, claro, porque te corté el rollo; pero vaya, con lo empalmado que estabas podrías habértela follado con mirarla —mastico cabreada. Tengo que dar un largo sorbo al vino para despejarme, porque duele solo de acordarme de esa noche.

—Estuviera lo empalmado que estuviese, si no se la metí no hay crimen...

—Para, en serio: no quiero hablar de ese puto tema.

—Como quieras —bufa justo antes de beberse media copa de una vez—. ¿Puedo preguntar entonces para qué querías hablar conmigo?

—Ahí te equivocas: no te he dicho nada de que quiera hablar contigo, simplemente te he pedido que vengas a recogerme al curro porque no me apetecía coger dos autobuses nocturnos.

—Muy bien, pues ya te he recogido... Ahora explícame entonces por qué no me has pedido que te lleve a casa.

—Tú eres el que me ha traído aquí —me defiendo, roja de pura furia.

—No te he visto quejarte de que lo haya hecho —murmura relajado—. Además, te conozco demasiado bien para no ver que estás rayadísima y que necesitas desahogarte conmigo; siempre ha sido fácil contarme tus cosas, ¿no?

En eso no se equivoca, Yoongi es un oyente de puta madre... Siempre me ha dado los mejores consejos del mundo, pero no sé yo si es buena idea compartir el temita de Itaewon con nadie más. Aunque, tal vez pueda pedirle algo de guía sin tener que dar demasiados detalles.

—Estoy metida en un lío gordísimo —exhalo, jugueteando con los dedos sobre el fino cuello de cristal de la copa.

—¿Un nuevo ligue? —pregunta al momento; no sin razón, debo admitir: soy propensa a enamorarme de hijos de puta chungos a más no poder. Para muestra un botón.

—Nada de eso —niego cabizbaja, y creo ver de soslayo cómo Yoongi sonríe un poco antes de beber de su copa—. Hay un tío de por medio, pero no es que esté liada con él ni nada de eso; ni le conozco...

—¿Y en qué clase de lío estás metida para tener problemas con un tío que no conoces? —cuestiona infinitamente más serio. Ya puedo ver cómo empieza a maquinar, porque sus dedos tamborilean sobre el cuero del sofá, emitiendo un pequeño sonido apagado.

—No puedo contártelo, pero es... bastante jodido. Te juro que no he tenido nada que ver, todo fue por culpa de Hye y Misu, que tuvieron que ser unas cotillas y me metieron en medio de un problemón —murmuro muy rápido, a lo que Yoongi asiente unas pocas veces y se relame los labios, sobre los que un poco de vino todavía reposaba.

—Ese tío del problema, ¿qué sabes de él?

—Nada a parte de que sabe dónde trabajo... y que... ha amenazado con volver —musito casi sin aliento; los vellos se me ponen de punta de solo pensar en la mirada demoníaca del coloso.

—Namjoon no sabe nada de esto, ¿verdad? —pregunta de forma retórica, aunque contesto igualmente.

—No, después de lo nuestro Nam ha estado bastante cabreado conmigo; no quiero contárselo porque seguro que lo malinterpreta.

Yoongi sonríe satisfecho ante mi declaración, aunque cabecea un poco, como si no diera crédito a lo que oye.

—Típico de Nam, se cree que es una hermanita de la caridad que tiene que llevar a todo el mundo por el camino correcto —bufa con cierto desdén—. ¿Se alegró cuando le dijiste que habíamos dejado de vernos?

—Mogollón —admito tranquilamente.

—No es para menos... Siempre he sido un peligro para ti, ¿no? —pregunta, mirándome fijamente; tiene una postura que denota un poder que no entiendo, pero que siempre me ha puesto a mil. Con una mano extendida sobre el reposacabezas del sofá, la otra sujetando la copa de vino y las piernas cruzadas, me hace sentir intimidada y, a la vez, atraída hacia él—. En fin... si lo que necesitas es un poco de protección hasta que las aguas vuelvan a su cauce, yo mismo puedo ir a recoger y a llevarte todos los días a dónde quieras...

—¿No estás ocupado? —pregunto incrédula por su ofrecimiento. Yoongi tiene muchas cosas que hacer siempre, así que me resulta un chiste que diga algo así tan abiertamente.

—No para ti, Sonie —murmura sonriente.

Un ataque directo que no puedo evitar llega pulsante a mi cerebro; no estoy preparada para esto. No, ni de coña.

—Te lo agradezco, pero... no es lo mejor para mí ahora mismo, Yoongi; además, Nam me dejó muy claro que... s-si volvía a vernos juntos...

—Te echaba, ¿no? —Asiento solemne y Yoongi suspira—. Qué dramitas es Namjoon... como si yo fuera una mala influencia para ti o algo —comenta con sorna, haciéndome reír al tiempo que me alza las cejas.

Es verdad que Yoongi es una influencia de mierda... siempre lo ha sido, pero lo que Nam (ni mis amigas) parece entender es que, a su manera, también me ha hecho sentir querida, protegida de todo mal, comprendida, deseada... y millones de cosas más. Sin embargo, puedo entender las reservas de Nam hacia él, no por nada Yoongi es una especie de jefecillo de los maleantes que nos sirven de seguridad en el estudio. Por eso mismo le conocí, y por eso mismo creo que Nam se siente tan responsable de que acabase por liarme con él...

—Tampoco es que hayas sido un angelito nunca, pero eso siempre me ha gustado.

—¿Te gusta que sea un cabronazo? —pregunta con algo de tristeza en su expresión, a lo que niego con la cabeza.

—Que no seas legal del todo no quiere decir que seas ningún cabronazo; puede que lo hayas sido con... otras cosas, pero siempre me he sentido bien estando contigo —confieso; sigo dolida, por lo que no puedo evitar que esa frase suene amarga.

—Estábamos bien, ¿no?

—Lo estábamos cuando aparecías, sí —le doy la razón—. Pero lo de no verte durante semanas, las veces que te pirabas sin darme explicación... Los problemas, lo de irte corriendo por una llamada... Y ya sin mencionar a otras tías, claro —murmuro amargada—. Nada de eso me hacía sentir precisamente feliz.

—Lo sé...

Me termino la copa ante su atenta mirada, y acabo apoyando el cristal contra la mesa baja de mármol frente a la que me siento.

—Lo peor ni siquiera era eso. Nunca, ni una sola vez, ni borracho, ni por contentarme, me dijiste que me querías —susurro resentida, repasando con los ojos las vetas de negro que se desdibujan en el mármol—. La verdad es que siempre lo he tenido claro, ¿sabes? Lo de que no me querías como yo te quería a ti, pero... joder, podrías haberlo dicho alguna vez aunque fuera mentira; es una mierda sentir que quieres a alguien mucho más de lo que puede quererte de vuelta.

—Sonje, no creo en esa mierda, ya lo sabes... —murmura y, no sé si consciente o no, me clava una estaca en todo el pecho.

—Si no crees en el amor es porque nunca has estado enamorado, Yoongi —repongo pesadamente, levantándome del sillón—, y créeme que es una putada oírte decir eso cuando yo sí que lo he estado... Pero bueno... tampoco es que pueda hacer mucho más, ya te di todo lo que pude y no fue suficiente —declaro ante su atenta mirada—. Es mejor que me vaya ya...

No le doy tiempo de reacción antes de pirarme rápidamente a la entrada del apartamento. Pero en cuanto me hago con la chaqueta, le siento acercarse por detrás; por lo que, en un giro de mis talones, me planto de cara a él, rogándole con la mirada que no lo haga: que no me bese ni se acerque por nada del mundo a mí...

—Las cosas no son blancas o negras, Sonie —murmura con su voz de siempre, esa grave y ronroneante—. No puedes decir que no te he querido solo porque nunca lo haya dicho...

—No has estado enamorado de mí —le corrijo—, has podido quererme, pero no de la misma manera que yo a ti, Yoongi.

—¿Y cómo ha sido tu manera?

—Ni puedo ni empezar a explicarlo —susurro, con una sonrisa triste asomando de la comisura de mis labios. Sus brazos se tensan cuando, en un movimiento que parece involuntario, se acerca más a mí.

Su aliento huele al vino que todavía recorre mis papilas, y su perfume (ese masculino y muy suave) se mezcla con el aroma afrutado del alcohol; no sé si es por eso por lo que me empiezo a notar mareada. Espero que sea solo por eso...

—¿No hay nada que pueda hacer para arreglar esto? —pregunta suavemente.

—No quiero que hagas nada para arreglarlo, mejor dicho —exhalo pesadamente; estoy tan cerca de su boca que me noto temblando.

—¿Puedo ayudarte con ese problema por lo menos?

—No sé cómo vas a hacerlo sin que Nam se entere...

—Algo se me ocurrirá —murmura; sus ojos caen directamente a mis labios entreabiertos y, a causa de esto, una corriente eléctrica recorre mi columna y remata en la base de mi cuello—. De momento... —susurra muy bajito— mantente alejada de ese tío todo lo que puedas... Y si no puedes, llámame.

Al momento que me relamo los labios, me arrepiento de todo esto; que ya sabía que iba mal... sí, pero es que no sé si voy a poder evitarlo... No sé si voy a salir de aquí ilesa... Menos todavía cuando Yoongi muerde su labio inferior con fuerza desmedida.

Mal. Mal. Mal, Sonje, vas muy muy mal...

—Tengo que irme —repito, más para mí que para él—. De verdad que tengo que irme, Yoongi.

Al final, el fuerte de los dos es él, porque se separa el paso necesario para que su cuerpo no se sienta remotamente cerca del mío; y es ese pasito el que me permite volver en mí y salir pitando. Su casa está bastante más cerca de la mía de lo que está el estudio, así que con un paseo me plantaré en mi apartamento sin mayor problema.

Lo malo es que, cuando llego a la calle, no parece tan fácil irme sin más... Y por un momento pienso que tampoco es tan mala idea lo de acostarme una última vez con él; sería algo así como una despedida, ¿no? Todas las rupturas merecen un último polvo, uno de luto... Pero antes de que me decida y vuelva a su piso, mi móvil emite un pitidito, avisándome de que me ha llegado un mensaje.


Yoongs:

No te lo pienses más y lárgate

Porque te juro que como baje no vas a pisar tu casa en toda la noche

23:21



---

Hellou!

Como ya bien he dicho, he publicado este capitulito para paliar un poco la depresión post-Muster... Que es GRANDE. No quiero dejar mis impresiones de estos dos días de concierto porque básicamente sería una sinfonía de gritos y lloros, así que os podéis imaginar mi estado en general...

Hablando del capi, tenemos por primera vez intervención del Yoongito, ¿qué opinión os merece en esta historia? ¿Y qué opináis de Sonje a estas alturas? ¿Creéis que caerá en sus brazos? Aprovechad este capitulito medianamente tranquilo, porque la cosa se pone modo hardcore a partir del siguiente (Nyahahahaha). Espero que os guste mucho, mis darlings <3

P.D: El edit que he usado para el multimedia no es mío, y por más que he buscado al creador no he tenido narices de encontrarle, así que si alguien lo sabe que me lo diga por aquí, please, y doy créditos. Muacks.

Pyouuuusssss! <3<3

---

Continue Reading

You'll Also Like

11.4K 656 16
Eres una chica de 17 años con el sueño de bailar con artistas mundiales.
86.4K 3.9K 37
Ruby Blanchet es la hija del primer ministro de Francia. Su vida cambia cuando empieza a recibir cartas anónimas de un admirador secreto, el cual ac...
513K 52.6K 132
La verdad esta idea es pervertida al comienzo, pero si le ves más a fondo en vastante tierno más que perverso. nop, no hay Lemon, ecchi obviamente, p...
995K 105K 142
1era y 2da temporada ♥️ Sinopsis: En donde Jimin es un Omega mimado y Jungkook un Alfa amargado, los dos se casan por sus propias conveniencias. ⚠️...