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By aamaliamalfoy

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By aamaliamalfoy

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O

Noviembre 8, 1996

Querida Margot,

¿Recuerdas cuando éramos chicas nocturnas? Solíamos tener noches enteras de estudio, aunque debiéramos levantarnos a las 5:30 para nuestras clases de ballet en la mañana. Bueno, siento que acabo de tener un mes de esto, lo tomo o lo dejo. ¡Un mes y medio perdido en él!

Así que llamaré oficialmente al período entre septiembre veintisiete a noviembre cuatro: un mes.

Sí, estoy consciente que esto puede calificar como una broma, pero, hey, tengo que hacer algo con el último milímetro de humor que queda en mí.

Siento no haber escrito por dos días. Te lo compensaré esta noche porque siento que los últimos días fueron bastante acontecidos, aún para los estándares de Hogwarts.

Para el momento en el que Draco dejó mi habitación en la noche del miércoles, la nieve volvió a aparecer. Había estado nevando intermitentemente por un par de días. Todo estaba congelándose a nuestro alrededor, pero la nieve nunca fue suficiente para enterrar a Hogwarts en su gruesa y blanca manta.

Inicié en la ventana. Aquí en las mazmorras hay pocas ventanas que dan al exterior. Dos tercios del vidrio manchado se encuentran debajo de las aguas del lago negro, el cual ya se encontraba congelado algunos centímetros en la superficie. Me mantuve en silencio y observé a la nieve caer sobre el hielo y apilarse de manera peligrosa.

No me quise mover. Temí que si lo hacía, me rompería. Quise gritar, pero extrañamente, sentí que había soltado y apagado una buena parte de mi tensión cuando le ordené a Draco salir de mi habitación.

Así que, ahora, quería algo de silencio. Odiaba los pensamientos ocupados que la ira produce. Prefería la presencia silenciosa del dolor.

... ¿Quién es Margot? había preguntado. No había escuchado tu nombre decirse en voz alta en mucho tiempo, Margot, y necesitaba tiempo para adaptarme...

Alaska se acercó después de lo que parecieron horas. Aún me encontraba cubierta con tan solo una toalla y tenía frío. Estaba de pie sobre un pequeño charco de agua. Había goteado hasta quedar seca. Alaska jugó con la toalla para obtener mi atención. Enterró sus garras en la tela suave e intentó escalar encima de mí con suavidad, como si quisiese despertarme suavemente. Ella solía hacer eso cuando aún era una gatita, y sabía que no me resistía a eso.

La ignoré, me acosté en mi cama y dormí. Ni siquiera usé mi pijama. Sólo necesitaba descansar la mente.

Primero, dormí todo el martes. Le dije a todos que me sentía enferma y me quedé en la cama. Parecía que mi horario estaba tan desordenado que automáticamente me desperté a medianoche, la hora en la que normalmente iba abajo de las escaleras a verle. Pero volví a dormirme y no fue tan difícil, afortunadamente.

Aceleré el viernes, adormecida y sedada, intentando alcanzar mis estudios durante mi período libre. Parecía más fácil estudiar ahora que tenía más horas de sueño.

Durante el almuerzo, colecté mis libros y decidí tener una comida silenciosa en la mesa de Slytherin. Parte de mí quería evitar cualquier lugar en donde pudiese encontrarme a Malfoy. Otra parte de mí se sentía tentada a sentarse provocativamente con Harry y Ron en orden de obtener su atención. Me prohibí hacer eso. No iba a dejarme tomar decisiones basadas en él. Continué con mi comida como si nada hubiese pasado.

Él estaba sentado a tan sólo unas sillas de mí y no comía. Tenía mi copia de El gran Gatsby con él y leía silenciosamente. Tenía que encontrar la manera de obtener mi copia de vuelta. No merecía leer los libros de mi madre. Pensaría en eso más tarde, pero la noción de colarme en su habitación y robar mi libro no parecía una opción irracional. Él había actuado peor.

Él se había colado y había robado mis recuerdos. Al menos, yo estaría robando algo que era legítimamente mío. Este era mi Gatsby; mi portada triste – malhumorada de ojos inquietantes.

La ira retornó, así que respiré profundo. El oxígeno me ayudaba con la ira. Era una decisión que debía tomar con la cabeza clara.

Abrí mi libro de pociones y empecé a estudiar. Tuve que aprenderme de memoria la receta que estábamos estudiando ahora. Snape hacía que escribiéramos las recetas a mano para ayudar a perpetrarla de memoria y es un hábito que permaneció en mí después de que se retiró de su posición como profesor de pociones. Sin embargo, escribir la misma receta una y otra vez era una tarea aburrida y ahora que me había acomodado y me relajaba con la tibieza de la chimenea que ardía cerca, mis ojos se sentían pesados y con ganas de cerrarse.

Descansé mi cabeza en el libro e intenté despejar mi cabeza, notando los ruidos a mí alrededor en el gran comedor. El fuego chasqueaba detrás de mí, la vajilla tintinaba, los Hufflepuff reían mientras jugaban a las cartas. Draco pasaba una página.

—¡Señorita Blackthorn!

Me sobresalté y rasqué mis ojos para ver quién me llamaba. Debía de ser algún profesor, porque ¿quién más me llamaría "señorita Blackthorn"? El profesor Slughorn estaba de pie detrás de mí y miraba hacia abajo con una amplia sonrisa, sorprendido de verme durmiendo.

—¡Siento mucho interrumpir su siesta! ¿Está segura de que su libro de pociones es una almohada lo suficientemente cómoda?—dijo con la sola intención de molestar y no ofender.

Ciertamente, el profesor Slughorn podía ser extraño con los estudiantes y profesores. Para él, las charlas significaban un juego alegre de ajedrez o damas. Él siempre hacía una broma ligera y alegre, luego transfería su peso de una pierna a la otra, esperando ansiosamente para la contribución del otro jugador a la charla. Él parecía estar muy solo. Ningún otro profesor buscaba su amistad. Pudo ser por su larga ausencia desde la última vez que enseño en esta escuela, pero estaba sospechando que todos lo encontraban extraño y fuera de lugar. Yo no era una extraña a ese sentimiento y aunque encogía mi rostro cuando hacía sus bromas casi graciosas, siempre intentaba ser amable y amigable. Él sólo quería hablar con alguien.

—¡Profesor! Lo siento, ¡no intentaba dormir ahí! Yo sólo estaba...

—Oh, ¡no se preocupe! ¡recuerdo cuando tenía su edad y me preparaba para los E.X.T.A.S.I.S! ¡tampoco dormía mucho! Pero ¡no necesitas preocuparte o dejar de dormir! ¡Estoy ciertamente halagado de que estudies pociones aún en las horas de la comida!—cada frase fue pronunciada con una emoción profunda que pronto se convirtió en una palabra enriquecedora.

—Me siento terrible por perderme de su clase ayer, profesor. Estaba intentando adelantarme— dije.

—Oh, ¡no se angustie! ¡Su compañera de habitación nos dijo que se sentía terriblemente enferma! ¡Una sola clase no va a dañar su E! ¡Estoy seguro de que se adelantará en poco tiempo! Puede decirle a su amigo Potter que le enseñe lo que estudiamos ayer – ¡él se está convirtiendo en una especie de genio de las pociones!

—Lo tendré en cuenta, señor—respondí.

—Bueno, Miss Blackthorn, ¡mi invitación para mi fiesta sigue en pie!¡imagino que puede tomarse una tarde libre de estudiar para unirse a nosotros el siguiente sábado!

—¡Estaré encantada, señor!— digo.

Slughorn se alejó con un haz ausente mientras tarareaba una vieja canción.

Cuando se alejó de mi visión periférica, gruñí y dejé caer mi frente en el libro abierto gracias a la fatiga o como tributo al aburrimiento que representaba una fiesta. Había reservado secretamente mis tardes vacías del futuro para pantalones ligeros y comida sobre libros abiertos. Si pudiese evitar el contacto humano por unas semanas, tal vez encontraría mi viejo ser de nuevo y continuaría con mi vida.

—Oh, si tuviese un galeón cada vez que un profesor favorece a alguien por sus padres...

Malfoy llevó su taza cerca de su boca para esconder que me estaba hablando a mí. Ni siquiera miraba hacia un lado y hablaba entre dientes.

—No creo que seas la persona indicada para decir este reclamo. Si yo tuviese un galeón cada vez que mencionas a tu padre, sería más millonaria que él—digo a través de mis ojos encogidos y rostro enojado. Retorno a mi libro.

—Veo que tu ser malvado ha vuelto— dijo complacido y satisfecho.

—Nunca se fue; pasa que no eras mi objeto de interés por dos lamentables segundos.

—Intenta: "por cada noche durante un mes.

Sonaba como si estuviese orgulloso de su respuesta, pero su tono escondía su urgencia y anhelo. A él le había gustado este mes, de eso estaba segura. Me mantuve en calma y negué darle el placer de discutir con él.

—¿Esto significa que volvemos a odiarnos?—preguntó después de una larga pausa, la cual probaba mi punto aún más: a él le gustó nuestra amistad de un mes.

—¡Dios!, eres lento. Pensé que había sido lo suficientemente obvia cuando te dije que no me volvieras a dirigir la palabra— respondí fríamente.

—No durarás ni una semana.

Su voz apestaba a satisfacción propia y presunción; me perdí.

Era la primera vez en que puso sus ojos en los míos esta noche. Lo hizo sin voltear su cabeza completamente hacia mí. Era obvio que estaba enmascarando nuestra conversación hablando con una boca semi-abierta. Pero, con lo que se había atrevido a decir, tenía que mirarme. ¿De qué otra manera iba a enviar el mensaje claro de que él creía fervientemente que yo había sufrido de una gran pérdida por terminar nuestra amistad? Y de nuevo, por supuesto, si no hubiese puesto sus ojos nublados y de humo en mí, ¿de qué otra manera iba a buscar la existencia de esta amistad – o mejor, ¿insinuar la existencia de algo más que una amistad?

Él solo hacía esto cuando se siente por encima de mí, solo cuando sabía que tenía superioridad en el juego – lo que automáticamente hizo que generara un montón de preguntas en mi cabeza. ¿Por qué, a pesar de sus errores obvios, tenía el poder de la discusión en este momento? ¿Por qué, a pesar de mis defensas, él parecía disfrutar de provocarme? Había líneas claras aquí; él era el que había causado que esta amistad se rompiera. Él era el que había invadido mi privacidad y había comprometido mi confianza. Él era el que estaba mal. ¿Por qué estaba actuando como si no fuera así?

Me di cuenta de que Draco prospera cuando claramente es el chico malo.

—Tu silencio es mi respuesta. Es bueno que estemos de acuerdo.

Regresé de mis pensamientos y de repente estaba furiosa.

—No estoy de acuerdo; solo estaba buscando la palabrota correcta. Pero, en serio, lo único que se me viene a la cabeza es "vete a la mierda" —me tomé mi tiempo para darme la vuelta para verlo, luego lo miré directamente a los ojos y hablé— ¡Vete a la mierda!

Tal vez dije esto un poco fuerte. Un par de ojos se posaron en nosotros, pero pronto ignoraron el incidente. No era una ocasión extraña que Draco insultara una mestiza y tampoco era un caso raro que le atraparan en un argumento profano.

Draco alzó su copa hasta sus labios y escondió una risita.

Estaba a punto de explotar cuando Harry y Ron entraron a mi visión periférica. No era el momento correcto para exponer que tenía algo que ver con Draco Malfoy. En vez de eso, actué de forma casual mientras se acercaban a mi lugar en la mesa de Slytherin.

No era inusual de cualquier otra casa recibir estudiantes de otras casas. Los Gryffindor se sentaban frecuentemente con los Hufflepuff y los Hufflepuff parecían haber desarrollado muchas amistades con los silenciosos Ravenclaw. Pero, nadie de las otras casas frecuentaba la mesa de Slytherin, así que Harry y Ron solo permanecieron de pie detrás de mí y saludaron. Desearía poder ver la reacción de Draco a nuestros visitantes.

—¡Hola, Ophelia!— dijo Ron y se inclinó para darme uno de sus abrazos apretados. De nuevo, él sabía que no era fan del contacto físico, aun así, no había tenido la oportunidad de hablar con él en casi una semana y esta era la manera de demostrarme que me extrañaba. Además, me apetecía saber la reacción de Draco a ese abrazo. Estaba perdiéndome progresivamente de los ojos celosos de Draco debido a mi sola persistencia de evitarlo.

—¡Bueno, bueno, bueno! ¿Cómo se siente el nuevo guardián de Gryffindor el día de hoy? ¡Felicitaciones! ¡Sabía que lo ibas a lograr!— dije.

—¡Gracias! ¡Fue muy loco! ¡Debiste de haber ido a verme, de todos modos! ¡No te vimos en las pruebas el último domingo! ¡Dijiste que ibas a ir!— Ron irradiaba energía victoriosa y parecía satisfecho con sus logros. Como una Slytherin, hubiese guardado mi emoción para el primer partido antes de perder la cabeza.

—Lo sé Ron...Lo siento. Ha sido una semana de locos y me he atrasado con mis estudios y...

—No te preocupes. Pero, espero verte en el primer juego de Gryffindor. Es el primer sábado de diciembre, así que anótalo en tu agenda.

—No me lo perdería por nada del mundo.

Harry no había hablado mucho. Estaba sonriendo, pero lo atrapé viendo por encima de su hombro. Nunca estaba cómodo cuando Draco estaba tan cerca.  Él se encontraba inventando toda clase de escenarios en estos días sobre lo que Draco estaba planeando. Desde espionaje hasta reuniones secretas de mortífagos, Harry no había dejado por fuera ningún posible caso.

—Ophelia, tenemos una proposición para esta noche que pienso que puede interesarte— se inclinó y susurró.

—Estoy escuchando...

—Karaoke.

—¿Karaoke?—aunque Harry, Hermione y yo estábamos familiarizados con este tipo de entretenimiento, dudaba que fuese popular con los magos. Lo más cercano que había visto del mundo mágico que fuese similar eran las letras flotantes que usaba el profesor Flitwick durante prácticas de coro para ayudar a los cantantes con su ritmo.

—Fue idea de Hermione—dijo Ron.

—Nos colamos a la sala de menesteres y encontramos versiones instrumentales de canciones famosas. Anoche, encontramos la manera de poner la letra en la pared sin necesidad de usar un hechizo cada vez. ¡Será divertido!

—Chicos, suena increíble, pero creo que tendré que pasar esta vez. No pueden imaginarse lo cansada que estoy. Siento como si no hubiese dormido en años...

Por supuesto, no podía decirles que también estaba esperando a que me llegase la regla en las siguientes horas de acuerdo con la frecuencia y volumen de mis dolores menstruales.

—¡Oh, vamos! No estaremos despiertos toda la noche porque iremos a Hogsmeade en la mañana— dijo Ron.

—¡Vamos, Ophelia! Es tu única oportunidad para que escuches a Ron cantar Ahora te puedes marchar.

—Realmente es la canción muggle más increíble que he escuchado— dijo Ron pensativo.

—Haces que suene muy tentador, pero de verdad necesito dormir por hoy. No puedo vivir de tres tazas de café todos los días...¿Es hoy el único día que puede suceder?

—Tenemos una práctica de Quidditch el domingo en la mañana, así que, sí, es nuestra única oportunidad. ¡Vamos! ¡Será divertido!

Me encontraba al borde de cambiar de opinión. Había tomado un descanso muy largo de mis usuales reuniones en la sala común de Gryffindor y les extrañaba a todos. Neville se encontraba progresivamente solo en estos días y Hermione ya estaba segura de que nuestra rutina de las mañanas de estudiar en la biblioteca antes del desayuno se estaba volviendo demasiado para mí. De todos modos, nunca volvería a perder el sueño por las lecturas de poesía a medianoche, así que, ¿qué importaba si me reunía con mis amigos para una noche de karaoke. Tenía todo el fin de semana para dormir todo lo que quisiera.

—Creo que Blackthorn fue clara la primera vez en que dijo que no.

La voz provenía de atrás. Malfoy no había alzado sus ojos para mirarnos, pero había intervenido de todas formas. Había endurecido su mandíbula en un duro ángulo y ya estaba apretando sus puños.

—¿Quién pidió tu opinión, Malfoy?—Ron fue el primero en hablar.

—Siempre es interesante cuando Potter intenta salirse con la suya sin tomar un "no" como respuesta.

—¡Maldito raro! ¿Nos estabas escuchando a lo lejos todo este tiempo?— dijo Harry rápidamente.

—Aprendí del mejor, Potter— respondió con calma, refiriéndose al incidente del tren.

Era cierto, Harry había seguido a Malfoy por dos meses ahora y él era la persona menos indicada para enseñarle a Malfoy sobre la invasión. Tal vez, Malfoy se había dado cuenta de este comportamiento inusual. Por otro lado, él había probado que era la persona más invasiva y entrometida que conocía, así que no me atrevería a quejarme cuando Harry le reclamó sobre sus actos indecentes.

—¿Por qué no cierras tu boca?—dijo Harry e intentó volver a enfocarse a nosotros—Qué raro es, ¿no es así?

—¿Por qué no nos enseñas algo que no hagas tú mismo? De nuevo, no te reconocería si no estuvieses defendiendo tu doble cara con obstinación ejemplar. No es un incidente propio de Potter si no hay un poco de injusticia.

—Este es un escándalo de risas. Me están dando una lección de justicia por un Malfoy—dijo Harry y soltó una carcajada.

Malfoy se levantó lentamente.

—¿Qué has dicho?

—¿No están todos tus familiares en la cárcel o son criminales? ¿No haces tropezar a los nacidos de muggles cuando se atraviesan en tu camino? ¿Qué sabes de justicia? ¿Qué sabes de lo que es justo y lo que no?

El nombre de Sirius flotaba en el aire entre ellos. Ambos sabían de lo que se trataba esto, pero ninguno se atrevía a admitirlo. La tía de Malfoy era la que había asesinado al padrino de Harry. Para Harry, escuchar a Malfoy hablar sobre justicia era un insulto por sí mismo.

—Oh, ya sé de qué se trata esto...—dijo Malfoy e inclinó su cabeza hacia un lado— Es Potter, el chico que vivió, el defensor de la justicia, la celebridad, la estrella del show, siempre doliente, siempre herido, siempre un esclavo del terrible destino que es ser él. No estoy seguro de que pueda aguantar más duelo de alguien que solamente busca atención. Puede que vomite.

Harry ahora daba pasos lentos y agresivos hacia Malfoy. Él entrecerró sus ojos, pero Malfoy sólo hundió sus manos en los bolsillos de su pantalón y parecía disfrutar del enojo de Harry. Draco dibujó una pequeña sonrisa – esa sonrisa que me hacía estremecer.

—Eso es valiente viniendo de Draco Malfoy, el chico purista, siempre víctima de injusticias, siempre corriendo detrás de su padre como un pequeño cachorro.

La sonrisita desapareció del rostro de Malfoy cuando Harry mencionó a su padre. Él estaba congelado en su lugar, su mano se retiró de su bolsillo, ahora estaba esperando por el momento perfecto para atacar. Ambos de pie, con la sangre bombeando rápidamente por sus venas.

—Déjame adivinar Malfoy; tu padre se enterará de esto— imitó Harry—¡Por supuesto! No tendrías las pelotas para enfrentarte conmigo de todas formas. Los de Slytherin... ¡Siempre cobardes!"

—¡Harry!— dije de una vez, no para defender a Malfoy, sino para prevenir el provocar a su rival aún más.

Harry se las había arreglado para guardar su espíritu de sangre caliente de Gryffindor hasta hoy, pero ahora estaba seguro de que estaba enfureciendo a Malfoy con cada insulto. Harry sabía por puro instinto que, si mencionaba a su padre, Malfoy reaccionaría.

Vi los ojos de Malfoy transformarse en hielo, en frío y negro hielo.

—¿Qué has dicho?—dijo Malfoy, con sus fosas nasales dilatadas y sus labios fruncidos. Él no iba a retroceder ahora. Dio un paso intimidante.

Algunos Slytherin se reunieron alrededor para ver el espectáculo del "Elegido" peleando con el hijo de un mortífago. Otros estudiantes ahora se acercaban lentamente para ver en dónde el fuego había estallado esta vez.

—Dije que eres un cobarde. Un cobarde como tu padre. ¿Sabes qué hizo antes de que Sirius lo aturdiera? Alzó sus manos en señal de miedo. ¡Se rindió! No podía esperar menos de su hijo.

—Harry, vámonos...—Ron puso una mano en el pecho de Harry e intentó alejarlo, pero Harry solo movió su capa.

—Di una palabra más sobre mi padre y por Merlín que...—dijo Malfoy.

—Chicos... ¿Podemos actuar como adultos, por favor?—me hice en el medio de los dos, escudando a Harry y mirando a Malfoy justo a los ojos. Pensé que esto le recordaría que debía comportarse, pero Malfoy estaba demasiado concentrado en su tarea y rápidamente me empujó a un lado, casi dolorosamente.

—¿Una palabra más? Deja que la escoja con cuidado. Vil y patético mortífago. Un abusivo, maniático purista de sangre que se merece cada minuto de su sentencia de por vida. Un criminal.

Sabes que un mago está completamente furioso cuando su primera respuesta es aquella primitiva de una pelea a golpes. Malfoy fue el primero en lanzar el puño.

Su mano voló por el aire y golpeó a Harry en el ojo, aplastando sus lentes e inflamando su lado izquierdo. Luego, vino la respuesta violenta de Harry. Desde ahí, el caos explotó en el gran comedor. Estudiantes de todas las casas se acercaron para ayudar a separar a ambos chicos o solo para verlos emocionados o asustados. Algunos Gryffindor hacían barra mientras los Hufflepuff se acercaban al centro de la pelea para intentar arrastrarlos lejos el uno del otro.

En este caos, fui empujada al fondo violentamente por la multitud que gritaba y me dejaron luchando por mi camino hacia el frente.

Cuando pude ver a Harry de nuevo, era evidente que su nariz se encontraba rota de nuevo y sangraba. El ojo de Malfoy estaba morado y su labio roto.

Luché para hacerme en medio y mi presencia fue pacificante para ambos. Harry nunca se arriesgaría a herirme con el motivo de otro golpe. Aún Malfoy, quien me había ignorado en mi primer intento de prevenir esta pelea, parecía mirarme en algo parecido al arrepentimiento. Ahora se restringía.

Cada pequeño esfuerzo de iniciar la pelea de nuevo fue interrumpido cuando la profesora McGonnagall se acercó proveniente del fondo del Gran Comedor. Ella se había apresurado al lugar en poco tiempo cuando vio una pelea desatarse cerca de la mesa de Slytherin. Se veía furiosa mientras se detenía a mi lado, entre los dos contrincantes.

—¡Señor Potter!¡Señor Malfoy! ¡Quiero respuestas de ambos!—dijo, con la voz de mando que siempre llamaba al respeto y al miedo.

Pero ambos ahora miraban el suelo avergonzados.

—¡Pensé que habíamos olvidado el resentimiento este año!¡Los escucho!

Malfoy se limpió la sangre que corría de la esquina de sus labios. Su manga se coloreó instantáneamente de negro.

—¿Y bueno?—preguntó la profesora McGonagall impacientemente—¡Señorita Blackthorn! ¿Qué sucedió aquí?"

—Bueno...no estoy segura por dónde empezar...

—No importa ya...Señor Weasley, por favor, acompañe a Potter a la enfermería y...— miró a su alrededor, posiblemente para encontrar a Blaise, pero cuando no vio a nadie cerca, se dio la vuelta hacia mí. —Señorita Blackthorn, puede lidiar con el Señor Malfoy. Después de esto, espero verlos a ambos en mi oficina—dijo, moviendo sus ojos entre Harry y Malfoy—. O mejor, pueden ir directo a la oficina del director. Ahora, todos ustedes, de vuelta a sus asientos. ¡Despejen este lugar ahora!—ordenó y se alejó muy enojada del Gran Comedor.

Harry había torcido su tobillo, así que tuvo que ser apoyado parcialmente por Ron mientras se alejaban.

Yo, entonces, miré a Malfoy sin ganas y puse mis ojos en blanco cuando él inclinó su cabeza levemente para parecer que me miraba desde arriba. Su rostro parecía rudo con los moretones en él, pero en ese momento, me sentí aparentemente repulsada por el hecho de demostrar prominentemente su fuerza- o por lo fácil que estaba funcionando en mí.

—¿Qué tan malo es?— dijo y actuó indiferente ante mi respuesta.

—Te ves como la bestia que eres.

—Así que, ¿me queda bien?

Bufé hastiada y volví a rodar mis ojos.

—Vamos, entonces...—señale la salida.

—No necesito ir a la enfermería. Es sólo un rasguño.

—No tomo órdenes de ti. Las tomo de McGonnagall. Ambos estuvimos de mala suerte por estar cerca. Así que, ¡vamos!

—¿Por qué necesitaría un acompañante?

—¿Quién me asegura que no vas a seguir la pelea en la enfermería? ¿Vas a venir o perderé el tiempo contigo de nuevo?

Aceptó a regañadientes. Seguimos a Ron y Harry de lejos y fui lo suficientemente cuidadosa de guardar una sana distancia entre ellos. Malfoy continuó enfocando su mirada a algunos centímetros de nosotros; a la espalda de Harry.

—¿Puedes decirme en qué estabas pensando?—susurré mientras subíamos las escaleras.

—Tú escuchaste la forma de la que habló de mi padre—sugirió casualmente.

No iba a entrar en detalle de su mentalidad incorrecta. Si había aprendido algo acerca de Malfoy, era que no había forma de razonar con él cuando se trataba de su padre. Él tenía esta relación contradictora con su padre. A veces, Malfoy parecía estar oponiéndose a él completamente; otras veces parecía admirar todo lo que tocaba, decía o era.

—No estoy hablando de eso. ¿Por qué tuviste que hablar con Harry en primer lugar?

—No parecías estar interesada en su propuesta—dijo casualmente—. Se nota cuando estás emocionada por algo y cuando no. Si no dices que sí de una vez, probablemente no estás interesada. No me gustó que te estuvieran presionando. Ellos debieron dejarte en paz.

—¿Desde cuándo fuiste ordenado que seas mi defensor?

—No te halagues. La pelea no fue por ti—dijo en una voz calmada y fría.

—¡De seguro inició de esa manera!

—Estás volviéndote tan egocéntrica como tu amigo, Blackwood.

—¡Blackthorn!—grité.

Ron y Harry se dieron la vuelta para inspeccionar de dónde provenían los gritos. Harry le lanzó a Malfoy una mirada asesina. Creo que él deseaba verle atacándome así podría iniciar de nuevo la pelea, pero todo lo que pudo ver fue a Malfoy y a mí caminando en silencio. Ron agarró el hombro de Harry y le dio la vuelta de nuevo.

Con el borde de mis ojos, pude ver a Malfoy contener desesperadamente una sonrisa.

—¿Sabes qué no me termina de gustar tu apellido?— preguntó.

—Estaba empezando a sospecharlo...

—¡No me gusta!—proclamó—¡Para nada!

Lo miré y retuvo una vaga sonrisa. Estaba conversador – lo cual nunca sucedía cuando no estábamos solos. Sus ojos perdían enfoque constantemente y parecía luchar por mantener sus párpados abiertos.

—Bueno, es el único que tengo. Y la última vez que revisé, ¡no te pregunté por tu opinión!

—Blackwood te queda mejor...— anunció ignorándome completamente.

Empecé a sospechar de una contusión.

Llegamos a la enfermería. Ordené intencionadamente a Malfoy sentarse tan lejos de Harry como fuese posible. Madame Pomfrey parecía estar en shock de ver sus caras arruinadas, pero prometió arreglarlas en poco tiempo. Desde que Malfoy no tenía nada más evidente que un corte de labio y no parecía necesitar mucha atención, ella atendió primero el tobillo y la nariz de Harry.

—Hey...—dijo Draco en un susurro.

—¿Qué?—sisée y me crucé de brazos.

—¿Qué es  un "karaoke"?—lo dijo con la expresión aún más tonta y aturdida. 

—¿Sientes algún dolor de cabeza? ¿Puedes decirme cuantos dedos ves?—dije y levanté mi mano en frente de él.

—Solo contéstame— dijo en la forma más seria que pudo reunir.

—Hmm...es un pasatiempo muggle. Borran las letras de las canciones y las cantan ellos mismos. "Karaoke" traduce "orquesta vacía" en japonés— digo y sé que me extendí de más en una pregunta que pudo haber sido respondida en pocas palabras. En cualquier caso, estaba segura de que me encontraría con el mismo desprecio que Malfoy tenía para todo lo muggle.

—Esa es la cosa más poética y hermosa que he escuchado en todo el día— dijo pensativo—. Y justo estaba leyendo a Fitzgerald; no es como si estuviese haciendo cualquier cosa...

Se sentó con sus manos dobladas y consideró esta pieza de conocimiento por más tiempo de lo que cualquier humano sobrio podría hacerlo.

Fue diagnosticado con una contusión unos minutos después. Rápidamente, se le dio una  poción y retornó a su ser sin emociones en menos tiempo de lo que imaginé. Tragó la medicina de un sorbo, cambiando de perdido a serio y sombrío en lo que parecieron segundos.

—¿De verdad dije todo eso?— dijo avergonzado, yo asentí compadecida y lo observé cerrar sus ojos lentamente, como si la oscuridad hiciera que estos recuerdos mortificantes y alegres se fueran.

—Bueno, entonces...— dijo madame Pomfrey—¿Sientes alguna clase de dolor o inflamación en algún otro lugar?

—Creo que mi hombro derecho se encuentra algo adolorido, pero no es nada...—dijo Malfoy, quien ya se encontraba de pie y se preparaba para salir de la enfermería.

—Bueno, déjame verlo entonces...—dijo Madame Pomfrey y le señaló la cama de nuevo. Era la única que podía permitir que un estudiante dejara la enfermería.

—No— respondió Malfoy rápidamente.

—Vamos, levanta tu manga—insistió Madame Pomfrey, halando de la manga obstinadamente.

—¡Dije que no!— gruñó Malfoy. Madame Pomfrey, quien no esperaba este tipo de reacción sobre un procedimiento trivial, retrocedió cuando Malfoy alejó su mano.

Malfoy no esperó a su aprobación y tampoco le dio una mirada de remordimiento. La miró de la misma manera en la que miraba a los hijos de muggles en clase. Agarró su blazer de la silla y se alejó enojado de la enfermería sin una sola palabra; el rubio vestido de sombras desapareció en la distancia.

—Tu novio es ciertamente algo neurótico, cariño— exclamó Madame Pomfrey, alzando sus cejas en disgusto.

—No es mi novio—digo sin pensarlo.

...Ni siquiera es mi amigo.

Margot, si estuvieras aquí, me dirías que me olvide de él de una sola vez. Siempre me decías que no subestimara la prueba que alberga el comportamiento. Si sé algo ahora, es que Malfoy es tan violento como reservado. Pero, siempre me dices que debería confiar en mis instintos de vez en cuando. Espero que veas a lo qué estoy yendo con esto; tu consejo siempre se contradice.

Estoy consciente – para que sepas, que siempre trato de ser honesta conmigo misma – que esta es mi excusa para seguir mis instintos esta vez.

En cualquier caso, aún tiene mi Gran Gatsby. Tal como la última vez, tiene algo que me pertenece. Aún tiene algo de mí y el bastardo lo sabe.

Nos vemos pronto,

Ophelia.

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