Mis ojos se abrieron como platos y de pronto mi interior se llenó de ira. La verdad me sentí impotente y mis nudillos se pusieron blancos por empuñar mis manos de esa forma.
"¿Por qué lo hacieron?" Lauren se acomodó en su asiento.
"No lo sé, aparentemente era molestable para ellos," dijo.
"Eso no es molestar, para nada, es abuso, Lauren," repliqué.
"Lo que sea, ya terminó, ahora estoy bien..."
"¿Ellos provocaron tu ceguera?" Pregunté realmente interesada, me importaba mucho ella ahora.
"¿Qué? No, mi vista se fue mucho antes de haberlos conocido, yo era nueva, y ser ciega lo puso peor," ella contestó con un tono relajado.
"¿Cómo saliste del agua?"
"No lo hice," mis ojos se entornaron.
"¿Entonces qué? ¿estoy hablando con un fantasma o algo por el estilo?" Ella sonrió ligeramente.
"Camila, ¿en serio crees que si fuera un fantasma, estaría acá pasando pena siendo ciega?" Negó con la cabeza, "hmm, no, ahora estaría jalando los pies de algún chico que se haya portado mal, o estaría asustando niños en una escuela, incluso me le aparecería a gente en el hospital, haciéndoles creer que murieron."
Debí estar seria pero su broma me hizo estallar en risas, Lauren es demasiado divertida cuando se lo propone.
"¿Recuerdas que te había hablado de las condiciones de mamá?" Hechó al aire sus dos dedos índice y medio de ambas manos. Asentí luego de reír. "Un chico mayor, Zayn Malik, me vio al caer y se lanzó al agua para salvarme, y... lo hizo, mamá casi le tiene un altar en casa, incluso tiene una de ésas imágenes que usan las personas católicas, en donde adoran a un Santo, San Malik, así le llama..."
"Lauren..."
"Bueno, tal vez exagero, pero Zayn me salvó, y mamá está muy... demasiado agradecida con él, si no fuera porque soy ciega, seguro me da como ofrenda para él."
Para ése punto yo estaba riendo de las cosas que salían de su boca.
"Basta, Lauren," le dije tapando mi boca de la risa.
"Es el único chico no-ciego, al que tengo el permiso y deber de hablarle."
"¿Le hablas o no te cae?"
"Claro, es mi amigo," se encogió de hombros.
"¿Sólo tu amigo?" Me impresioné de haber dicho eso, yo no era celosa ni mucho menos.
"No, de hecho, cuando cumpla la mayoría de edad, nos casaremos e iremos a vivir a un lugar como París, o Londres, él es británico, ¿sabes?" Volví a apretar mis manos. "Obvio que es mi amigo, Camila, ¿en serio crees que te habría dejado besarme si tuviera novio o algo? No soy ésa clase de chica."
"Lo siento, yo sólo..."
"Calma, todo está bien," me tranquilizó levantando una de sus manos.
"Bueno," bebí un sorbo de café que me habían traído, Lauren hizo lo mismo, "¿no has vuelto a ver a los chicos que te molestaban?"
Negó con la cabeza.
"Y es genial, porque la verdad nunca pude verlos," se volvió a encoger de hombros. Me pegué en la frente con mi mano.
"Lo siento, soy torpe," reí por mi idiotez y ella negó un poco, "entonces, ¿dejarías que salve tu vida para que tu mamá no me odie?"
"Es eso o que te vuelvas ciega..." puso cara seria.
"¿En serio?"
"Bueno, sólo tengo una amiga ciega, se llama Normani, la conozco desde que mamá me llevaba a terapia, más de la mitad de mi vida, de hecho," se encogió de hombros, de nuevo.
"Todo eso de ir a terapias y ver doctores de otras ciudades parece bastante agotador, Lauren..." le tuve que confesar porque me mataba saber que ella debía hacer tantas cosas para conseguir una vida normal.
"Y no te olvides de la educación en casa, aprender a tocar libros especiales fue lo más difícil, es como la primera vez que te montas en una bicicleta."
"¿Sabes andar en bicicleta?"
"Sí," sonrió, "y de hecho sé conducir," hoy era el día que ella se había encogido de hombros más veces que el regreso de Selena Gomez y Justin Bieber.
"No sé por qué no te creo," dije sonriendo.
"¡De verdad!" gritó con emoción, "incluso tengo mi licencia."
"No te creo, Lauren, basta," le contesté devolviendo la emoción.
"Bueno, allá tú, cuando quieras un aventón, no recurras a mí," y se volvió a encoger de hombros.
"Eres adorable, ¿sabes?" pregunté tomando la mano que estaba apoyada en la mesa.
"Es una de las ventajas de ser ciega," dijo, "quiero escribir mi propio libro acerca de eso, y se llamará 'Las Ventajas de Ser un Ciego'," me reí por lo bajo para no interrumpirla, "será de una chica, llamada Charli, y ella escribirá cartas para aparentemente nadie, en donde plasmará lo que le pasa día a día, la primera ventaja será haber conocido, gracias a su ceguera, por supuesto, a una chica linda que parece estar muy interesada en ella, luego contará cómo es que aprendió a conducir y cómo consiguió su licencia..." me quedé viéndola fijamente, "ya tengo la mitad del libro, que no se te haga raro ver mi nombre por todas partes, Camila."
"Me lo imagino," dije sonriendo, "'escritora ciega, Lauren...'" me detuve dándome cuenta de que no sabía su apellido.
"Jauregui," contestó ella con una sonrisa que me hizo estremecer.
"'Escritora ciega, Lauren Jauregui, vende mil billones de copias en el mundo de su libro debut Las Ventajas de Ser un Ciego', vaya, no te olvides de mí cuando estés dirigiendo la película..." bromeé jugando con sus dedos entre los míos.
"Basta, Camila, no es posible vender tantas copias, ni siquiera hay esa cantidad de personas en el mundo, creo que mínimo venderíamos mil millones de copias por todo el mundo, y, tal vez, deje que protagonices la película, ahora que sabes mucho de mí," sonrió correspondiendo mi juego de manos.
"Lo bueno es que eres modesta," dije, asegurándome ser lo suficientemente sarcástica.
"Es una de mis muchas cualidades," su sonrisa se extendió mientras mi estómago sentía un ligero tirón dentro de mí, "pero volvamos con las preguntas, Camila, recuerda que seguro me hago famosa y ya ni hablo... Y como que me está gustando ésta entrevista... Sobre todo la entrevistadora."
Me levanté y acerqué sigilosamente a ella y besé sus labios, tres días eran eternos para mí, el sabor de su boca era mi favorito, así que hice lo posible para que fuera lento y sin prisas. Yo en serio la quería cerca.
"Camila," dijo sobre mis labios, "esa no es una pregunta."
"Lo siento," me disculpé al separarnos, "sólo que moría por besarte."
"Está bien," dijo moviendo su mano cerca de la mía, ya que las habíamos soltado durante el beso.
"Seguiré con mis preguntas," me acomodé en mi asiento, "¿te has...?"
"¡Miren a quién tenemos aquí!" una voz me interrumpió en el fondo.
"¡Camila!" era la voz de Ally.
Me volteé para ver a mis amigos, Dinah, Ally, Luis y Austin, viniendo hacia la mesa en donde estábamos Lauren y yo. Entré en un ligero pánico, pero luego me molesté, sólo a mí me pasaba encontrar a mis amigos un día en el que en serio no quiero ser molestada por su presencia.
"Hola, chicos," los saludé cuando estaban parados frente a la mesa, "ella es Lauren," la presenté cuando se levantó, "Lauren, ellos son los chicos."
La de ojos verdes sonrió a la nada y estiró la mano amablemente.
"Son Ally Hernández," fue Ally la primera que le estrechó la mano, "Dinah Hansen" la polinesia fue la segunda, "y los chicos son Austin Mahone y Luis Santos," finalicé, aunque ni Austin o Luis la habían saludado. La miraban petrificados.
Entonces pasó algo verdaderamente fuera de lugar: mientras Austin y Luis se veían el uno al otro y pestañaban al ver a Lauren, ella tomó su vara y susurró un 'disculpen' y sin más salió golpeando el piso con el objeto.
Me aventuré a seguirla fuera del local, ella estaba yéndose deprisa por el asfalto hacia su casa.
"¡Lauren!" grité antes de correr y alcanzarla, "¿qué te pasa?" ella se detuvo un momento.
"Debo ir a casa," contestó.
"¿Son mis amigos?" pregunté "¿te dan mala vibra o algo? Oí que desarrollas un sexto sentido cuando..."
"No es eso, Camila, es que..." comenzó pero se detuvo al acercarse a mi y decir: "Mahone y Santos encabezan la lista de los niños que me tiraron por el acantilado."