Colección de One-Shots: Loudc...

By lucky-one456

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Estos serán relatos cortos sobre el enamoramiento de Lincoln Loud hacia sus hermanas y conocidas en la ciudad... More

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Luna x Lincoln (1/?)
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Carol x Lincoln (1/?)
Leni x Lincoln (1/?)
Luna x Lincoln (2/?)
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Lola x Lincoln (2/?)
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Sam x Lincoln (2/?) (+16)
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Lori x Lincoln (2/?) (+16)
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Lynn x Lincoln (2/?)
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Carol x Lincoln (3/?)
Linka x Loni (1/?) (+16)
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Di Martino x Lincoln (1/?)
Lily x Lincoln (9/?)
Luna x Lincoln (5/?)
Lisa x Lincoln (1/?)
Lola x Lincoln (4/?)
Lana x Lincoln (3/?)
Polly x Lincoln (2/?)
Lucy x Lincoln (2/?)
Luan x Lincoln (4/?)
Linka x Loni (2/?)
Lynn x Lincoln (4/?)
Rita x Lincoln (1/2)
Carol x Lynn Sr (1/?)
Lynn x Lincoln (5/?)

Darcy x Lincoln (2/?)

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By lucky-one456

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Lo mejor de mí...

I

—Lincoln, amor —le entregó unas correspondencias—. Dicen que son para ti.

—Gracias, Jordan —dijo el hombre que estaba en la oficina de su casa.

—No te excedas tanto, cielo —salía de allí—. Te llamó cuando esté la cena.

Tenía mucho trabajo acumulado desde hace una semana, era demasiado pesado todo lo que dejó para después. Todo parecía difícil, pero no tanto cuando tenía una familia de por medio y que eran motivo de su felicidad.

Jordan ahora era su esposa, y con ella tenía a su hija Laura, una linda rubiecita de ocho años. Eran su mayor motivo de superación.

Lincoln se levanta para estirarse unos momentos y se dispone a abrir las cartas que le enviaban. Solo una resaltaba entre todas porque no pareciera algo enviado por una entidad. Abre la carta sin pensar tanto.

Empieza a leerla con curiosidad. Luego de unos minutos sale de la impresión y se sienta de nuevo en su silla. Leyó la carta una vez más y no había nada que hubiera confundido.

II

Desde hace un año que ya no estaba con Kat, el fin de la relación fue más que nada su culpa. Él parecía insistente en pedirle hacerlo con ella, pero en parte fue por dejarse influenciar por unos amigos.

Le faltaba un año para terminar la preparatoria, el estar pensando en sus estudios superiores no estaba todavía para sus planes. Por el momento quería disfrutar esta etapa, o eso le habían dejado en claro sus hermanas, sobre todo Lori.

Lori justo esa semana libre los iba a visitar, eso quería decir que habría reuniones con sus amistades de la preparatoria en la casa o en alguna otra.

—Literalmente te noto más extraño de lo usual.

—No es nada, es solo que el tiempo pasa y... no sé.

—¿Has estado con alguien otra vez?

—No, y no creo que ese sea el problema.

—Linc, solo pregunto, intento ser una buena hermana.

Era sábado y ambos estaban despiertos más temprano de lo usual. Lori porque tenía que reunirse con unas amigas temprano para ir a distintos sitios. Quería que esos días libres fueran relajantes.

Lincoln tenía el aspecto de alguien sumamente depresivo, pero eso se debía a que pensaba en su última relación. Eso nunca lo iba a aceptar.

—¿No quisieras ir conmigo a una fiesta? —lo decía en tono amigable.

—No lo sé... quizás en verdad necesite relajarme... no estoy seguro de nada —estaba siendo sincero.

—Anímate, Linc. Literalmente te divertirás.

—Supongo que es bueno tener nuevos aires, quizás el ambiente repleto de universitarios me dé un respiro.

Los días pasaron y Lincoln fue con Lori a esa fiesta donde había muchas amistades de Lori. Era el único menor en esa fiesta.

Mientras trataba de encajar, tropieza con una chica que había tenido un mal día y empeoró más porque el peliblanco le derramó de su bebida en su blusa.

—L-Lo siento.

—Descuida... solo eso faltaba.

—Déjame ayudarte, por favor.

Lincoln la tomó del brazo y la llevó hasta el baño para que se limpiara de su torpeza. La chica se sorprendió por su iniciativa. Lo sorprendente es que ninguno de ellos reconocía al otro.

La mujer permanecía en el baño porque no sabía qué hacer, no tenía ni siquiera una chaqueta para cubrir la enorme mancha de su blusa. De repente alguien tocó la puerta.

—Señorita, quizás esto la pueda ayudar.

Abrió un poco la puerta y vio que el chico le había estirado el brazo alcanzándole una sudadera roja. No se esperaba que el chico fuera así de precavido. Salió luego de un minuto.

—Lo siento.

—Descuida, era un día horrible, era probable, pero gracias a ti sé que no lo es del todo.

Ambos se sonrieron con amabilidad, cada uno iba a tomar su camino, no obstante, Lori llamó a su amiga.

—¡Whitney, te estamos esperando! —lo dijo en voz alta con alegría.

Eso dejó sorprendido al peliblanco porque no la había reconocido en esos pocos minutos que interactuaron.

—Bueno, mi hermana te llama, es agradable reconocerte y volver a verte —lo decía con algo de vergüenza.

—¿Lincoln? Me siento mal por no reconocer ese pelo blanco —estaba sorprendida y algo avergonzada.

Cada uno se fue por su lado para disfrutar de la fiesta. Lincoln estaba con uno tipos que charlaban sobre su vida universitaria y le daban uno que otro consejo. Whitney por su lado, estaba hablando con Lori y sus viejos amigos del tiempo en que no veían.

Pasaron algunas horas y el ambiente, lejos de ponerse alocado, se tornaba más tranquilo.

El peliblanco se encontraba sentado en el patio de esa casa, quería disfrutar lo que quedaba de la noche sin necesidad de escuchar charlas universitarias. Se dio cuenta que Lori tuvo una buena idea que fuera allí.

—¿Solo? Déjame acompañarte —se sentó al lado del peliblanco.

Le daba asombro el que Whitney decidiera acompañarlo, había muchas personas con las que ella charlaría a gusto.

—Por su puesto... luces distinta... me refiero a que tu nueva forma de verte te hace irreconocible y encantadora —no quería dejar cosas a la mala interpretación.

—Eso es halagador de tu parte... hace tiempo que no nos vemos... has cambiado bastante, Linc... pensaba que eras uno de mis compañeros de curso —lo decía como un cumplido.

—Eso me sonroja —lo decía con una sonrisa amigable.

La charla en primera instancia fue de cosas muy banales, pero que los mantenía entretenidos. Luego ella le contó que iba a ser maestra y solía ser practicante en la primaria de la ciudad.

—Es como una retribución, uno aprende y, más adelante, enseña —Whitney miraba el pasto bajo sus pies mientras su cabeza y brazos se apoyaban sobre sus rodillas—. También porque pensé que sería algo sencillo.

Lincoln estaba fascinado por la forma en que ella se lo contaba, pareciera que estaba abriéndose para alguien de confianza. También porque se transmitía una sensación de inocencia.

Ahora Whitney quiso saber que era lo que él quería para su futuro. Aunque Lincoln en un inicio trataba de evadir la pregunta, tuvo que ser sincero y decirle que todavía no tenía nada claro.

—Quizás solo necesitas una motivación, te recomiendo que asistas a esas charlas que brindan las universidades a las preparatorias —lo decía de una manera muy amigable.

El peliblanco notaba que ella era muy encantadora. Hace años que la conocía, pero nunca había hablado más allá del formal saludo que daba a todas las amigas de sus hermanas. A veces pensaba que ella era la típica chica popular e indiferente de la escuela, ahora se tenía que comer sus palabras.

Conversaron algunas cosas más, las risas no faltaron, las demás personas ignoraban que el ambiente era más agradable donde estaban ellos. Ya se estaba haciendo tarde.

—Ya me tengo que ir —lo decía mirando su reloj—, no soy mucho de quedarme en fiestas. También tengo mucho trabajo que hacer para el día lunes.

Lincoln se iba a despedir moviendo su mano, sin embargo, Whitney le da un tierno beso en su mejilla y se va sonriente de allí. Ninguno pensó que las últimas horas de las fiestas serían las más reconfortantes.

La rubia se decía que tal vez el día no fue del todo malo. Tanto hablaron que se le olvidó contar sobre ello. Ya no importaba.

III

Cenaban con tranquilidad, casi siempre era así en la mesa de Lincoln y su familia. Pero esta vez él se mostraba algo distraído de la conversación familiar.

—Papi, ¿me escuchaste?

—¿Eh? Disculpa, pequeña... papi anda un poco distraído —miraba su plato.

—Lincoln, ¿te sientes bien?

Tenía que mentir para no dar explicaciones y tratar de no dejarse vencer por la noticia de la carta.

—Cosas del trabajo... usualmente cuando son difíciles me quedo pensando y me distraigo como ahora —trató de mostrarse genuinamente natural.

Jordan lo dejó pasar porque notó desde hace días que anda recargado de labores de su trabajo. Al término de la cena, se dio cuenta que regresaba a su oficina desanimado.

El hacino de trabajos era lo de menos comparado con la triste noticia que recibió en la carta. "Ella había muerto y nada más", criticaba en su mente lo que decía en la carta sobre su amiga.

IV

El peliblanco intentaba dejar esa aura deprimida para empezar a decidir sobre su futuro después de la preparatoria. Realmente no sabía con qué debía comenzar, había tanto por explorar en él.

Mientras caminaba con rumbo a su casa, se tropieza otra vez como hace días. Al querer ayudar y disculparse con la personas, reconoce que es Whitney.

—Creo que así serán nuestros encuentros, ji —expresaba la chica en son de broma.

—En serio, discúlpame —la ayudaba a incorporarse—. No sé qué es lo que me sucede en este año.

Ambos se quedaron mirando por unos segundos, no sabían qué más decir. Todo era tan repentino e inesperado. Pero algo que no podían darse cuenta era que sus sonrisas eran tan naturales.

—Bueno, estoy de salida. Nos vemos —decía Whitney con algo de pena.

—Espera... ¿no te gustaría almorzar? —no nació de su pensamiento aquello que dijo.

—¿Cómo lo supiste? —respondía con un tono bromista— Me encantaría.

Caminaron por unos pocos minutos, conversaban de lo que les pasó ese día, y la conversación se extendería más allá del almuerzo.

Lincoln no se percataba que en las conversaciones él comenzó a mentir sobre muchas cosa anecdóticas, su yo persuasivo se hacía presente para encantar a la amiga de su hermana.

Whitney no se percató hasta el final del almuerzo que se mostraba muy interesada en ese muchacho que alguna vez fue un muchachito con unas ideas disparatadas.

—¿Aún juegas bádminton? —preguntó con mucha curiosidad.

—A veces, mayormente cuando suele reunirme con tu hermana —decía la mujer rubia mirando a su vaso tratando de ocultar su angelical sonrisa.

—Yo también adoro el bádminton —lo decía por inercia.

Whitney sabía que a nadie de la familia de Lori le gustaba ese deporte, pero lo dejó pasar para sentirse sorprendida por el chico.

Ya las horas pasaban y se les hacía tarde a ambos para ir a sus residencias, no obstante, ellos no sabían cómo dar por terminado ese encuentro o, por lo menos, si dar el primer paso para finalizar.

—Fue un gusto, Linc. Me siento más relajada, no te imaginas cuanto me hace falta —lo decía mirándolo con una sonrisa algo seductora.

—¿S-Sí? ¡Es recíproco! —esa mirada fija en él lo dejaba nervioso.

—Desearía poder charlar contigo otro día —lo decía mientras se levantaba y revisando su cartera.

—Eso sería estupendo —sacaba su celular—, podrías darme tu núm... —se quedó atónito.

Whitney sacó un bolígrafo y le escribió en su brazo derecho su número. Lincoln nunca había recibido esa acción por parte de otra chica, mucho menos de una tan hermosa y encantadora como Whitney.

—Nos vemos —se fue haciéndole un guiño.

Al regresar a casa, se quedaría sentado en su habitación mirando su brazo y tratando de entender lo que había pasado en el almuerzo.

Los días pasaban tan rápido como un tren chino, y Lincoln empezó a salir con Whitney de vez en cuando. Pero lo curioso es que solía ser en lugares alejados para no ser reconocidos por tantos conocidos suyos. Él tenía diecisiete y ella sus veintitrés. Era como un pacto silencioso, aquello que se hacía, pero no se podía decir por la incomodidad que les generarían.

Las charlas motivaron a dar pie a la confianza, y la confianza dio pie a las preguntas algo personales. Pero sin perder ese encanto que caracterizaban sus tardes o noches de ambos.

Muchos meses después, Lincoln la visitaba en su departamento. Solían ver películas juntos, cocinar cuando podían. A veces era suficiente con la compañía del otro, y no decían nada.

Las necesidades a veces afloran, y más cuando Whitney era una chica sumamente atractiva. Sin embargo, Lincoln se había enamorado demasiado de ella como para tratar de seducirla. Aunque no fue necesario, puesto que Whitney lo había deducido al notar sus miradas torpemente discretas hacia su cuerpo.

—¿No quieres ver otra película?

Whitney tomó de la mano a Lincoln para que no se fuera aún porque ya se levantaba del sofá. Eran cerca de las diez de la noche y no había prisa alguna por parte del peliblanco, el problema era que Lincoln no sabía qué más hacer, él tenía la certeza de que las charlas ya estaban de más, la otra base lo llamaba y no quería quedar como alguien urgido o que solo se hizo amigo de ella por tener algo más allá de una amistad.

—Lincoln, ¿en verdad quieres irte?

—N-No es eso... es que tengo ocupaciones.

—¿Seguro?

Whitney sabía que los hombres por más que les des una señal a pocos metros de ellos, no entenderían. Es por eso que tomó la iniciativa y, de una manera seductora, se acercó donde él y le plantó un beso. Aquello se prolongaría por varios segundos.

Lincoln estaba embelesado por el amor que le mostraba Whitney. La mujer no dejaba de besarlo y acariciarlo en su rostro, mientras él solo acariciaba su espalda y cintura.

Empezaron a sentirse abochornados por aquello y, sin meditarlo tanto, acabaron en el dormitorio de la rubia.

La mujer estaba sobre él besándolo, pero se dieron unos breves segundos para poder dejar que las prendas se cayeran y continuar en ese pequeño paso al siguiente nivel de su amistad o relación.

—Solo relájate, Linc —estaba sobre él, le guiñó un ojo.

Lo besó de nuevo, pero esta vez sus besos empezaban a descender de sus labios, cuello, pecho, abdomen e intimidad. En la última instancia, no solo se quedaría con los besos, ella empezaría a darle una muestra de su experiencia. Sus labios no dejarían nada sin una pizca de humedad.

Luego de aquello ambos se besarían nuevamente. El peliblanco empezaba a comprender el juego de su amiga, las cosas se aclararían más y más mientras se mantuviera besándola.

Whitney se resistía a empezar por cantar de placer, no quería que esta sensación terminara pronto; además, su amigo era alguien neófito en ese disciplina.

El cuerpo de Whitney era todo lo que él necesitaba para tener conocimiento de los placeres terrenales que hasta hace minutos no tenía ni siquiera una idea cercana.

La mujer tuvo que hacerle un alto a los besos de Lincoln en todo su torso y busto porque ya necesitaba hacer que su amigo deje de ser solo un muchacho, necesitaba darle lo mejor de ella para que dejara esa parte tímida e inexperta.

Ella se mantenía sobre él, notó que estaba muy agitado y ansioso por seguir en ello. No lo dejaría con la necesidad, y es por eso que empezó a frotar el miembro de su amigo.

Las sensaciones se mezclaban, Lincoln no sabía por dónde expulsar todo eso que lo mantenía con ansias. Pero su amiga le daría el mejor desahogo por parte de ella misma.

Los sonidos placenteros no se hicieron esperar cuando ambas intimidades se unieron al son de la experiencia de Whitney y las acciones inexpertas de un peliblanco que tendría muchas cosas a futuro a su favor.

Los movimientos eran una carga de excitación para uno y el alivio para el otro. Era tanto para Lincoln que, de un momento al otro, no dudó en tener en sus brazos y besar a Whitney que se mantenía con esos movimientos que iban más allá del aprecio mostrado por ella en el trascurso del tiempo.

La rubia recordaba su primera vez, en aquellos años de preparatoria con un amigo, en los baños del salón de gimnasia. En el rostro de Lincoln se pudo ver a ella misma, cuando aprendió sobre el verdadero placer.

Aquel acto terminaría con la ambos exhaustos y con un Lincoln preocupado por no usar protección con su amiga.

—Tranquilo, amor —aquellas palabras sonrojaron a Lincoln—. Estoy en mis días seguros —le dio un pequeño beso en sus labios—. Dime qué te pareció —se expresaba con una transparencia absoluta.

—N-No sé q-qué decir —en realidad él no salía de la impresión—. Solo sé que te quiero mucho más.

Whitney le parecieron lindas esas simples palabras porque Lincoln hablaba con una sinceridad mostrada desde que lo conoce a fondo.

—Dile a tu familia que —le besaba su rostro— te quedarás en la granja de tu amigo Liam.

—P-Por supuesto —lo decía con una sonrisa idiota.

Esa noche ambos serían más diáfanos de lo habitual, por primera vez Lincoln sabría lo que es sentirse inseguro porque ella le contaría parte de su adolescencia y últimos años.

V

—¿Algo malo ha pasado? —hizo que la mirara.

—Nada, no es nada... solo cosas de la escuela —lo decía muy deprimido.

Ambos estaban acostados y cubiertos con sus cobijas. Lincoln se mantuvo callado al momento de cambiarse su ropa, él siempre hacía uno que otro comentario. Para Jordan eso era muy extraño.

—La verdad es que... una antigua a-amiga murió —no podía ocultar su tristeza, mucho menos a su esposa.

—Oh, ahora entiendo. Siento si te presioné para que me digas eso, pero me tienes preocupada, no es normal verte descolocado —lo abrazó con ternura.

—Siento hacerte preocupar, Jordan —se sentía menos intranquilo.

—Y esa amiga... ¿cuál era su nombre? —tenía curiosidad.

Lincoln no escuchó lo que su esposa le decía porque el recuerdo de esa amiga, que en verdad fue más que eso, no le daba pie a mantenerse en la realidad.

Jordan vio que su esposo sonrió de una manera natural y encantadora, recuerda que no veía esa sonrisa de él desde hace mucho, para ser más exactos, desde que la conoció y fueron novios.

VI

A escondidas cada tarde, cada noche, cada vez que podían, y siempre había tiempo para ellos.

Ella ya ejercía como maestra en la escuela y necesitaba mantener su imagen de mujer recta. Lo mejor de todo es que Lincoln entendía y no actuaba de manera inmadura y mostrando celos.

Esos cuatro meses lo fueron todo para él, pero a la vez serían los más dolorosos de mantener en su mente y corazón por un tiempo.

Whitney se había enamorado en demasía de él, pero lo que se olvidó de enseñarle o dejarle en claro era que no todo es para siempre. Que si algo importante se presentaba, y era para asegurar un buen futuro, se tenía que tomar aquello.

Una noche de la que sería la última semana de su relación, donde hicieron el amor como tantas ocasiones anteriores.

—Lincoln... no sé cómo decirlo... pero... —fue silenciada por el dedo índice de él en sus labios.

—Sé que tienes que irte —dejó de besarla para hablarle como siempre—. En este tiempo he aprendido a saber más o menos de lo que vas a hablar... y sé que estás en una etapa donde debes aprovechar las oportunidades.

—Lincoln... te quiero demasiado... hasta podría decir que te amo... y sí, tengo que partir al extranjero... estoy segura de que te he dejado lo mejor de mí —lo decía con muchas lágrimas.

Aquella noche no dejaron de hacer el amor, no dejarían ni un minuto sin darse ese cariño que les haría falta en parte del tiempo que estaba por venirles.

Antes de que él termine la preparatoria, ella ya se había ido a Europa. Lincoln la vio en el aeropuerto, irse para obtener algo mejor y con el tiempo añorar ese recuerdo de su corta, pero importante relación.

Y gracias a ella, supo que era a lo que tenía que dedicarse, pero eso lo haría dos años después porque primero necesitaría tener independencia para sí.

Cuando tuvo veinte años, recién se dispuso a seguir con la carrera universitaria de docencia. Ser profesor sería su vocación y trabajo. Pero antes de que lo fuera, también pasaría por el tiempo de las prácticas y conocería a una chica con la que realmente marcaría un antes y un después.

VII

—Su nombre era Darcy Helmandollar, si la debes haber conocido.

—Me suena el nombre, pero sinceramente no sé.

—Ella era una antigua amiga de mi hermana Lisa, por no decir su única amiga hasta cierta etapa de su vida.

—Supongo que al no ser alguien cercana a Lisa, se hizo amiga tuya.

—No es tan simple, yo la conocía porque Lisa la llevó una vez a la casa, pero solo saludaba a la pequeña Darcy y la trataba como a mis hermanas menores cuando tenían menos de diez años —lo decía muy triste.

Jordan quería saber más, pero su esposo le dio la espalda para descansar. Nunca pensó que el fuera muy amigo de una amistad de sus hermanas porque rara vez lo era.

Lincoln solo le daría la espalda a Jordan para que no lo vea deprimirse más de lo que se expresaba al contarle. Solo cerrando los ojos podía recordar esos hermosos momentos con su amada Darcy.

VIII

Lincoln había dejado la casa de sus padres cuando cumplió los veinte, que también fue paralelo a su inicio en la universidad. Fue una despedida a medias porque él permanecía en la universidad de la ciudad, pero el tiempo compartido con sus hermanas se mermaría con el paso del tiempo.

No fue hasta cuando cumplió veintiún años cuando comenzó a dar clases particulares de matemáticas y ciencias. Poco a poco ganaba buenos ingresos y disfrutaba de lo que se dedicaba.

Usualmente visitaba a su familia los fines de cada mes, obviamente que las festividades o cumpleaños siempre asistía. En varias ocasiones se encontraba con su hermana Lisa que estaba sola en la casa.

Lisa tenía que dejar en orden muchas cosas antes de irse a continuar algunos estudios superiores en otro Estado. En esas veces que se encontraban, se hicieron más cercanos de lo que fueron años atrás. Eso dio pie a que ella le pidiera un favor particular.

—Lincoln, requiero de tu ayuda —decía Lisa mientras ordenaba unos papeles de su habitación.

—¿En serio? Después de años que escucho esto de ti —comenzó a sonreír al recordar algunos sucesos—. Antes solo me requerías para que te diera el alcance de algunos materiales o sea tu conejillo de indias.

—Lo que te voy a pedir es algo más personal —terminó de arreglar y se paró frente a él—. Necesito que le brindes de tu formación pedagógica a mi amiga Darcy.

Lincoln no se esperaba ese pedido, esperaba algo referente a lo que hacía esos días. Además, él tenía entendido que ella le daba clases privadas a su amiga.

—Soy una pésima maestra —se dirigió a ordenar una maleta—, y también una cuestionable amiga —ahora se notaba deprimida.

—Hey, con el tiempo se mejora, y no creo que lo seas... ¿ella ya lo sabe o quieres que me dé de voluntario?

—Ya le di por avisado, y también sé sobre tus horarios, creo que de jueves a sábado no tengas tantos problemas, ¿no?

Ahora se hacía la pregunta de por qué la repentina tristeza de su hermana, ¿es que acaso habrán tenido alguna discusión?

—No, nada de qué preocuparse —se iba a retirar para dejar que haga sus cosas con paciencia, pero le picó el bicho de la curiosidad con intensidad.

—¿Han discutido?

—Negativo, soy mujer y a veces una mujer no puede leer las miradas y profundizar en lo que le sucede a una —dejó de ordenar sus cosas y lo miró con una sonrisa casi imperceptible—. Yo sé que tú la ayudarás, confío en ti, unidad fraternal, Lincoln.

Salió de la habitación para empezar por ordenar sus horarios, esto lo comprometía mucho, y recién se daba cuenta. Pero su vocación de profesor no le permitía relegar ese pedido.

Luego de unos días, Lisa se fue de la casa Loud. El hogar cada vez estaba más vacío. Sin embargo, Lincoln tenía que cumplir con su palabra e ir a enseñar a Darcy. Desde hace mucho que no la veía.

Al igual que su hermana Lori, él también consiguió un buen coche a un bajo precio. No era el más llamativo, pero por lo menos cumplía con la función de no hacerlo llegar tarde a ningún lugar.

Se aparcó en una casa tan enorme como la suya, salió del coche para proceder a tocar el timbre y ser atendido por el padre o madre de Darcy.

—Buenas tardes señ... ¿Darcy? —estaba asombrado.

—Disculpe, ¿quién es ust... ¿Lincoln? ¿Eres el hermano de Lisa? —se quedó sorprendida.

Ninguno de los dos creyó que la persona de en frente sea la persona con la que tenían que pasar varias tardes en adelante. Luego de que él pasara a la residencia, pudo conocer a los padres de ella y decirles que él le daría asesoría a su hija. Ellos se alegraron por el gesto de Lisa y su llegada de él.

Darcy solo lo observaba con curiosidad, ella lo vio pocas veces estos últimos años. Ya no iba a la casa Loud porque su amiga la visitaba. A veces lo veía de lejos al hermano de Lisa.

Fueron casi tres horas de ayudarla, no era difícil percatarse que ella se notaba distraída de lo que él hacía. Por la experiencia con chicas, podía darse el lujo de apostar por lo que le pasaba, estaba seguro de que trataba de un chico. Quizás a eso se refería Lisa también.

—Es genial poder ordenarnos y avanzado con parte de lo que no entendías —lo decía alegre.

—Sí, sí, es divertido —se notaba su desgano.

—Oye, ¿no quisieras relajarte? Hay un parque cerca, quizás quieras caminar para que te despejes —lo preguntó con amabilidad.

La morena se sorprendió por aquello, últimamente no salía de su habitación cuando está en su hogar. Notó válida la propuesta del hermano de su amiga.

—Me encantaría —lo decía con una tierna y dulce voz.

Darcy le dio el aviso a sus padres de que saldría a caminar por un momento, los señores agradecieron a Lincoln por tomarse las molestias de ayudarla y acompañarla a que se despejara.

—¿Lisa fue mala tutora?

La chica dejó de ignorar a Lincoln por unos momentos para responder esa pregunta. Desde que él entró en su casa, la chica lo ha ignorado porque cree que Lisa debió dejarla por su cuenta.

—No, ella es la mejor tutora, y mi mejor amiga... soy yo la que a veces no entiende algunas cosas —decía aquello sin mirar a Lincoln.

—Eso se resuelve de manera fácil —se adelantaba para comprar algo.

Lincoln compró dos hot dogs al carrito que había allí para comer mientras se sentaban en las bancas. Darcy lo recibió asombrada, no pensó que él le seguiría mostrando amabilidad.

—Pero hay cosas que a veces uno mismo debe resolver, y si no se pudiera, debería pedir un consejo o ayuda.

—Por supuesto, nadie podría resolver todo solo.

—Me alegra que me des una respuesta razonable.

Eso la hizo recapacitar sobre algo que se guardaba para sí misma. Lincoln sabía que tardaría en tener la confianza de Darcy como para ayudarla más allá de lo académico.

—Es nuestra primera tarde de tantas —la miró con una sonrisa amigable—, te aseguro que de aquí en adelante será distinto y ya no me necesitarás.

Darcy sonrió de manera casi imperceptible, no se imaginaba volver a ver esa parte encantadora de Lincoln. Alguna vez cuando ella visitó a Lisa cuando tenía menos de seis años, Lincoln la trataba con mucho cariño. Nuevamente sentía aquel trato.

Luego de charlar algunas cosas banales, regresaron con paciencia. La morena se sentía algo extrañada, sentía que aquella caminata era como una cita, pero a la vez como una indirecta para que tratara de contarle sus problemas.

Los siguientes días fueron casi la misma rutina, solo que exceptuando la caminata al parque porque Lincoln la observaba y sacaba muchas conclusiones con su comportamiento. No fue sino hasta el jueves de la tercera semana que ella se animó a hablar.

—Me rechazaron.

—¿Qué?

—Siento que me tardé en entender algunas cosas, pero... es muy difícil ignorar lo que un chico me dijo —ahora se sentía deprimida.

Estaban en medio de la mesa de la sala, Lincoln se mantendría atento a todo lo que dijera de ahí en adelante la muchacha.

"No eres para mí, no eres a quien quiero" —se notaba muy dolida—. Salí con ese chico muchas veces meses atrás... pensé que teníamos algo, pero solo... solo fui su diversión.

Para tener sus quince años se notaba muy deprimida, según pensaba Lincoln. Pudo comprender que ella era la clase de chica que se ilusiona de manera fácil, la típica muchacha inocente e inmadura.

—Nunca te quiso, te dejó en claro que no es de los que valoran a las personas, te puedo asegurar que la próxima chica que esté con él le pasará lo mismo —hablaba desde su posición privilegiada dada por la experiencia.

Whitney fue una persona que lo marcó demasiado. Cada vez que tenía una relación, no pasaba de los cuatro meses, ninguna podía llenar ese vacío que la rubia hizo y dejó. Pero poco a poco empezaba a reflexionar sobre su experiencia con la rubia y la forma en que se amaron.

—Si tú lo dices —se notaba descolocada de lo que hacían.

—Darcy, la paciencia es algo que se premia.

—¿Tengo que esperar muchos años antes de tener una relación? ¡Terminaré soltera! —se notaba muy asustada.

—No, no es eso —las reacciones de su amiga le parecían graciosas y tiernas—. La paciencia a veces dicta que esperes sin esperar —Darcy hizo un seño de confusión—. Las cosas llegan en el momento menos esperado, nadie dijo que la paciencia es algo que te ayudará con las cosas lejanas, solo hace que no nos arrojemos en los brazos de la desesperación —lo decía mientras revisaba un examen de la amiga de su hermana.

—Eso lo dices porque seguro has tenido muchas novias y, por lo menos, unas sí te han querido —lo decía con sus brazos y cabeza recargada en la mesa.

Dejando de lado a Whitney que era la primera en su lista, se podría decir que todas lo querían mucho, pero él no era tan recíproco. Quizás a Mollie, Paige, Mandee y Risas las haya querido como Whitney lo quiso alguna vez, no obstante, ese sentimiento sería efímero.

—Niña, no siempre es así. Solo ten esperanza que se presente la oportunidad de querer y estar con esa persona... no la dejes ir, te darás cuenta —puso a pocos centímetros de su rostro el papel de su examen—. No digas que no has entendido, tus notas han mejorado —lo decía feliz.

—¿Tú crees? —se sonrojó por la forma en que lo decía.

—Sí, es un buen avance, Darcy —dejaba el examen en medio de los dos.

Ambos se miraron con una sonrisa que se prolongó unos segundos más, Darcy no estaba segura de por qué en estos momentos ella se sentía más despejada y alegre de lo habitual.

—Creo que ya me tengo que ir —lo decía cortando las miradas.

Aquello hizo que Darcy hiciera una leve mueca de tristeza porque empezaba a sentirse a gusto con el hermano de su amiga. Ella lo acompañó hasta la puerta de su casa para despedirlo. En la noche, ella pensaba en lo que le dijo Lincoln respecto a ser paciente. Solo se acostó sonriendo por lo mejor que le iba en sus cursos gracias a él.

Ya habían pasado casi tres meses desde que Lincoln iba a darle clases a Darcy. Solía ayudarle en algunas cosas más allá de matemáticas o ciencias. Lentamente lo surgía era una amistad.

La morena le contaba sus cosas y él le aconsejaba alguna que otra cosa. De manera gradual, el trato dado entre ellos se tornó con mucha más confianza. Si uno no los conociera pensaría que habrían sido amigos de toda una vida.

Los señores Helmandollar les parecía encantador el muchacho desde un inicio hasta ese momento. Lo que les sorprendía es que con el paso del tiempo su hija ya no se mostraba retraída.

—¡Lo ves! ¡Eres buena en matemáticas, Lisa estaría muy orgullosa! —lo decía muy alegre.

—¡No lo puedo creer! ¡Soy una genio! —su tierna voz la hacía ver graciosa.

Sus padres de Darcy llegaron de haber estado en centro de la ciudad para algunas compras. Le pidieron a Lincoln que se quedara a cenar con ellos porque habían llevado comida.

Durante la cena, Darcy no dejaba de hablar con sus padres sobre el avance de sus conocimientos en matemáticas, y no dejaba de halagar a su maestro y amigo. Lincoln solo permanecía sonriendo con modestia.

Tanta fue la charla que acapararon los dos amigos en la mesa que, de un momento a otro, hablaron sobre peluches.

—Tienes que ver mi colección —lo tomó de la mano para llevarlo a su habitación—. Gracias por la cena.

—Gracias, muchas gracias —decía Lincoln sorprendido por la fuerza de su amiga.

Esa acción de Darcy dejó sorprendidos a sus padres, los cuales se miraron con una sonrisa y luego unas pequeñas risas casi inaudibles.

Lincoln se dio cuenta que la habitación de Darcy estaba pintada de ciertas tonalidades celeste, verde claro, rosa y amarillo. Y en un estante tenía todos sus peluches, pero uno en particular le llamó la atención a Lincoln.

—Este... ¿Este es Rafo la jirafa? —lo tomó con cuidado.

—¡¿Lo recuerdas?! —no pensaba que él recordaría aquel objeto valioso para ella.

—¿Por qué no? Antes de que fueras por primera vez a mi casa, Lisa hablaba mucho de ti y de las cosas que te gustaban, en especial de Rafo —miraba con curiosidad al peluche.

Eso la dejó impresionada a la muchacha, no pensaba que él tomara en cuenta minúsculos detalles de ella.

—Sabes... si trajeras a Bun Bun acá, él nunca estaría solo —decía señalando un lugar de su estante.

—No creo, Bun Bun está bien a mi lado —eso molestó de una forma fingida a su amiga.

Darcy no paraba de hablar con su amigo, realmente le gustaba mucho su compañía, es por eso que alargaba las horas de la estancia de él. Lincoln le tomó más cariño del que le tenía a otras amigas, es por eso que a veces no le decía nada sobre algunas cosas que necesitaba hacer. Ambos disfrutaban mucho de la presencia del otro.

IX

—¿Una pesada noche?

Lincoln levantó la cabeza y notó a su esposa preocupada, se dio cuenta que no había bebido su taza de café desde hace diez minutos.

—No, no eso, es solo... —no pudo continuar porque su hija llegó para sentarse en sus piernas.

—Papi, ¿hoy podemos ir a Lactolandia?

—Lo siento, corazón. Voy a estar un poco ocupado —sentía la mirada de su esposa algo apenada—. Pero te lo compensaré otro día.

Su hija no necesito que se lo dijeran nuevamente, le dio un beso en su mejilla y se fue a alistar para ir a la escuela con su padre.

Dividía su mente en las señales de transito y la hora del funeral de Darcy. Sería a las cinco de la tarde porque desde hace dos días estaban velándola en su antigua casa.

Dejó a su hija en su salón de clases y luego fue a su despacho para hacer el papeleo diario y atender alguno que otro problema en su escuela, la histórica primaria pública de Royal Woods.

X

—¿Te puedo pedir un consejo?

—Por su puesto

Ya casi medio año viéndose por motivos de asesorías en algunos cursos, pero en estos momentos Darcy necesitaba preguntarle algo sumamente importante a su amigo Lincoln.

—Dime —la notaba dubitativa—, confía en mí.

Ella lo miraba y no emitía palabra alguna, desde hace algún tiempo que quisiera decirle lo tan enamorada que está de él, sin embargo, no tenía el valor de ser sincera.

—Hay un chico que me pidió ser su novia... es guapo, inteligente, agradable...

Lincoln no se esperó aquella confesión por parte de Darcy, sentía que en el fondo no era lo que quería escuchar. Solo tenía que seguir escuchándola. Pensaba que ella no era la chica adecuada por varios motivos.

Con el pasar de los meses, empezó a ver a Darcy desde otra perspectiva, cuando estaba con él, ella tenía una encantadora dualidad, por momentos era seria y decidida, pero en la otra se mostraba dulce y tierna. Eso sin contar que era bella físicamente. Hubo momentos donde ella y él no tenían de que hablar cuando acababan sus clases, y tomaban temas de poco o nula importancia y los volvían todo un acontecer con puntos de vistas y demás. Solo necesitaban hacer un momento ameno para estar juntos por buenas horas. Con ella solía volverse aquel chico inexperto.

—Supongo que es como sacarse el premio mayor, ¿le dijiste que sí, no?

—Aún no, pero...

—¿Pero?

—Tengo un amigo... ese amigo es casi lo mismo que él y es especial para mí, pero...

—¿Pero?

—Cuando estoy con él, no quiero estar con nadie más... —se sentía lo enamorada que estaba.

—Eso es algo complicado —le respondía el peliblanco escondiendo su pena.

—Sí.

—Causaría una complicación, Darcy.

—Lo sé.

—La respuesta está frente a ti.

La morena se quedó estática y lentamente sus mejilla empezaban a tornarse rojas. Su mirada expresaba que Lincoln quizás haya entendido el mensaje.

—Elije a tu amigo —lo que dijo hizo que Darcy comenzara a reír y lagrimear—. ¿Qué dije?

—Bueno, es que él... es que... —dejó de reírse para hablar con tranquilidad— una relación amorosa entre los dos no sería posible, no funcionaría por el momento...

—¿Por qué? —estaba confundido.

—Porque él es may... porque... —le era difícil buscar las palabras exactas.

Lincoln notó que estaba nerviosa, ansiosa y muchas cosas, quizás era algo sumamente delicado.

—Tranquila, ten calma.

Ella solo sonrió, le tomó las manos y se rio delicadamente nuevamente.

—Nada, no es nada, Lincoln. Gracias por escucharme.

Darcy se levantó con lentitud para tomar un poco de aire y reflexionar, se sentía muy emotiva, no pensó estar tan cerca de ser sincera.

—Entonces... ¿qué harás con lo que te dijo el chico?

—Le diré que sí.

Lincoln hizo una mueca de asombro, por todo lo que ella le dijo, era obvio que debía escoger a su amigo, no obstante, recordó que cuando se es adolescente las decisiones a veces no son las más correctas.

—Adolescentes —dijo en voz baja y con tristeza.

Ahora cada vez que Darcy llegaba a su casa, lo hacía en compañía de un chico que no pasaba a la casa, según ella, su novio no quería ser visto todavía por su familia. Le decía que solo necesitaba más tiempo.

Lincoln mientras continuaba con sus estudios, no dejaba de pensar en su amiga. No podía creer que Darcy sea, después de tiempo, una chica que se lleva sus pensamientos como alguna vez lo fue Whitney.

Sabía que debía reprimir aquellos pensamientos con ella de destino, un muchacho de veintidós años no podía fijarse en una muchacha de quince. Quizás en otros tiempos no hubiera sido tan mal visto, como esas anécdotas donde los abuelos se casaban con sus abuelas, y solían llevarles más años. Recordó que alguna vez un anciano le contó que conoció a su mujer cuando ella tenía quince, y se casó con ella cuando tuvo dieciséis y él veinte años. Eran otras épocas, había un poco más de límites y el trato era distinto.

—Necesitas concentrarte, estabas bien en matemáticas, ahora tu promedio está bajo —le mostraba su examen.

—Es que los temas son más complicados —estaba con sus brazos y cabeza sobre la mesa y mirando a otro lado.

Notaba a Darcy distraída y con su cabeza en otro lado, pero no con una agradable sonrisa, parecía muy apenada. Se las ingeniaría para saber más de su relación.

—Supongo que a él sí le va bien en las calificaciones.

—Creo que sí... no lo sé.

Dejó sus apuntes y exámenes a un lado para tratar de conversar un poco con ella. Estaba claro que algo no andaba bien.

—¿Todo bien, Darcy? —se notaba preocupado.

—Sí, ¿por qué no lo estaría? —se exaltó más de lo normal.

—Nada, por nada —quizás no debía meterse en esos asuntos.

Aquella joven noche, Darcy se la pasaría viendo televisión con Lincoln, sentados juntos. Sus padres de ella llegarían un poco más tarde de lo habitual y le pidieron que le haga compañía.

—¿Alguna vez te has sentido entre la espada y la pared?

—Claro que sí, ¿te sientes igual?

—Sí... ¿y qué hiciste?

—Traté de encontrar la mejor solución.

Darcy recargó su cabeza en el hombro de Lincoln, era lo habitual cuando se sentía cansada o aburrida. Él solo sonreía y a veces la abrazaba de un modo amical, y esta ocasión era una de esas.

—¿Y si eso dependiera una relación?

—Haría lo que mejor sea —hizo que lo mirara a los ojos—. Eso es para ambas partes.

—Sí, quizás tengas razón —se mantuvo recargada en su hombro.

Darcy no dijo una palabra referente a su cuestión en las siguientes horas. Lincoln solo esperaba que ella no cambiara para mal.

Las dos semanas que seguían, Lincoln no pudo ir a darle clases a Darcy porque tenía proyectos y exámenes pendientes. Eran unas semanas muy recargadas, solo por esos días no tuvo tiempo de pensar tanto en Darcy.

Cuando le tocó ir, notó preocupada a su madre y padre de ella. Le dijeron que Darcy estaba triste y no quería hablar con nadie como cuando vino la primera vez él.

Lincoln tocó la puerta de la habitación de Darcy, pero ella no abría para nada. Le dijo que era él, pero no contestaba. Sus padres intervinieron, pero solo se necesitó una frase para que nadie le dijera algo más.

—¡No quiero ver a nadie! —se notaba muy enojada.

Lincoln se sintió decaído, tenía esperanzas de verla, pero parece que necesitaba tiempo. Los padres de Darcy le pidieron perdón por ese inconveniente.

—Descuiden, quizás solo deban conversar con ella. Yo me comprometí a darle mi ayuda, estaré dispuesto cuando ella esté mejor —lo dijo con mucha educación.

Dos semanas más sin saber de ella, era algo tortuoso, pero no a extremos. Le preocupaba mucho, pero él había dado su palabra de que le enseñaría cuando ella quisiese, pero no que no pudiera ir por otros motivos que no fueran sus asesorías.

Fue un sábado cerca de las siete de la noche, aparcó su auto en la entrada. Suspiraba y pensaba en qué decir, desde hace tiempo que el tratar de hablar con una chica no le hacía sentir nervioso.

Bajó con paciencia, notó que algunas luces solo estaban encendidas en la residencia, se paró frente a la puerta y tocó. Pasaron varios segundos.

—Quizás hayan salido —se decía en voz baja.

Se dirigió nuevamente a su coche, lo encendió y se dispuso a avanzar para doblar en la siguiente calle, pero hizo un alto al darse cuenta que alguien abrió la puerta y salió.

—Lincoln, hola —lo decía con una sonrisa algo imperceptible.

Darcy se acercó al coche para subir y sentarse en el asiento de copiloto. Lincoln se quedó sin palabras al verla muy triste, con un semblante deprimente.

—Vamos a un lugar más privado, conozco uno que es hermoso —le dijo Darcy que trataba de sonreír.

—Claro, solo dirígeme —decía mientras presionaba el acelerador.

El camino fue muy silencioso, Darcy estaba mordiendo la manga de su sudadera con nervios. Lincoln se pudo dar cuenta que ella parecía que se hiperventilaba.

Fueron a una colina de la parte sur de la ciudad, ambos subieron con el coche hasta la parte más alta. Se notaba que el lugar estaba abandonado porque había objetos estropeados y dejados tirados.

Darcy lo tomó del brazo y lo llevó con ella para sentarse delante del coche. Ambos se sentaron en el pasto y miraron la ciudad que tenía sus luces encendidas.

—E-Escogí mal —lo decía llorando.

—¿Qué pasó, niña? —la abrazó con ternura.

Darcy en medio de su llanto le contó que su novio o mejor dicho su ex le propuso hacerlo con ella, esa era la duda que la tenía distraída en aquellas semanas pasadas. Y que gracias a la pequeña charla que tuvo con Lincoln, pudo decidir que no lo haría porque se sentía presionada. Aquello no fue del gusto de su novio y los días que siguieron la presionaba para ello. No sabía qué hacer, sentía que el cariño que le tenía lentamente desaparecía. Todo eso se acabaría cuando su novio la llevó a caminar por el campo de entrenamiento y la obligó a tener sexo con él a la fuerza. La chica no se dejó, pero el chico la empezó a insultar y tratarla con brusquedad. Es por eso que por muchos días no quería ir a la escuela o salir de su habitación cuando llegaba.

—Debiste decirles a tus padres —estaba indignado—. Eso no se puede quedar así.

—Lincoln, por favor, ya pasó, ya no quiero saber del tema —lo abrazaba poniendo su cabeza contra su pecho.

—Quizás no a tus padres, pero por lo menos habla con el psicólogo de la escuela, él te puede ayudar —le acariciaba los cabellos con dulzura.

—Esos días en verdad te necesité, eres mi confidente y el amigo que más amo —lo empezaba a abrazar con ternura.

—Cada vez que pueda siempre estaré para ti —no dejaba de abrazarla.

Esa muestra de afecto se estaba prolongando considerablemente, Lincoln se sentía un poco apenado porque lo disfrutaba. Sentir el suave cuerpo de Darcy era un sensación que lo transportaba a los tiempos con Whitney, pero sin dejar de saber que es la morena.

—Si ya me sentía arrepentida de estar con él... el darle lo que quería me hubiese dejado muy devastada —aprovechó para acercar su rostro con el de él—. Nadie más que tú es el indicado —lo dijo en voz baja en su oreja y con mucha sinceridad.

Lincoln inmediatamente la dejó de abrazar y se alejó algunos centímetros. Quizás se sobresaltó demasiado, pero en la mirada de Darcy pudo saber que esas palabras no fueron algo aleatorio.

—Linc, ¿por qué te alejas de mí? Quizás no debí dejar todo a las indirectas... debí escogerte a ti en un principio —lo decía mientras gateaba donde estaba él.

—¿A-A qué te refieres? —su pregunta fue obvia.

—Tu eres la persona que hace que no quiera estar con nadie más —le hablaba de una manera tierna y muy sincera—. Tú eres mi amigo.

—Darcy, no sabes lo que dices, realmente las secuelas de lo que pasaste te hacen decir cosas sin sentido —se alejaba con lentitud.

La chica se arrodillo ante él y le tomó el rostro con una sonrisa sincera. Lincoln temblaba, no sabía qué decir, Darcy le estaba diciendo que él era el amigo que quería mucho más que al chico. Se lamentaba no darse cuenta y mantenerse enamorado de la morena.

—Tómame antes de que alguien más me haga daño —lo dijo plantándole un beso al final.

Aquel beso dado con sinceridad y desesperación le recordó a él mismo aquella vez con Whitney. Le recordaba lo ansioso que estaba por decirle que le gustaba y hacerlo con ella. Sin embargo, esto iba más allá porque la chica no iba a tener otra oportunidad, había sido muy paciente y era el momento.

Lincoln se dejó llevar y la tomó con delicadeza a Darcy para replicarle la intensidad y deseo.

—¿Esto es lo que quieres? —la miró dejándose llevar por el éxtasis del momento.

—Sí... Lincoln... yo te quiero —lo besó nuevamente.

La atrajo con hacia él y la sentó en sus piernas para besarla con más fruición. Recordaba sobre la retribución de la que alguna vez le habló la rubia, y es lo que iba a hacer con la morena, tal como Whitney hizo con él.

Le quitó la sudadera y blusa con paciencia, sin dejar de acariciar su espalda y muslos. Ahora empezaría el inicio de la infinita satisfacción porque el peliblanco no dejaría que sus medianos senos no estuvieran húmedos.

Los quejidos de placer no se hicieron esperar por parte de Darcy que tomaba con la fuerza que tenía los cabellos, cuello y espalda de Lincoln. Se notaba muy agitada.

La acostó con delicadeza y la observó con goce, ella le respondió con una mirada de felicidad por lo que él le daba en esos momentos. Y sin meditarlo y acordar, ambos se desvistieron del todo.

Lincoln se inclinó nuevamente para besar su rostro, cuello, pechos, torso y todo lo que pudiera. Darcy solo tenía su mirada hacia la izquierda o la derecha con los ojos cerrados y un cuerpo inundado del goce.

La atrajo hacia él y la sentó delante suyo solo para seguir besando toda la parte trasera de su cuerpo. No solo iba a tener relaciones con ella como si fuera una cualquiera, él le haría el amor como nadie se lo haría en su existencia.

Darcy estaba adorando sus brazos, labios, manos, lengua, intenciones, lindas palabras. No importa si fuera palpable o apreciable, ella sentía que su adoración se transformaba en verdadero amor. Es por eso que no se quiso quedar atrás y decidió hacer lo mismo que él, con lentitud y derrochando el éxtasis necesario para mantener encendida la pasión del momento.

La muchacha estaba en un trance producto de la excesiva excitación que no se dio cuenta que Lincoln empezaba a tantear el unir sus intimidades. Ella no pensaba en dar marcha atrás, aunque Lincoln lo pensara por unos segundos.

Lincoln no quería que su primera vez fuera dolorosa, es por eso que trató de controlarse y no hacer movimientos bruscos y rápidos, por lo menos, por los primeros minutos.

Darcy no dejaba de gemir y abrazar a Lincoln como podía, necesitaba callar sus gemidos con otro de los miles de besos que le entregó.

Y así como pasaron al roce de intimidades, así terminó aquel acto de revelación y amor. Darcy necesitaba respirar, y lo hizo sobre el brazo de Lincoln.

El peliblanco no la miraba porque quería reflexionar por lo que hizo mirando a las estrellas. Se sentía mal y a la vez no, quizás así se haya sentido Whitney al acostarse con el único hermano de su amiga.

—Ninguno se aprovechó del otro, solo hice justicia a tus palabras, fui muy paciente —le acariciaba su mejilla.

—Necesito digerir este momento... —la miró con una sonrisa sincera— pero sé que te di lo que esperabas y esperé.

—Te quiero, Linky —la chica lo abrazó con mucho amor.

Ambos se levantaron y empezaron por cambiarse. Al estacionarse en la casa de ella, le dijo que sus padres no llegarían hasta la tarde del día de mañana. En otras palabras, quería que se quedara con ella. Finalmente accedió porque no quería que estuviera sola en su casa.

Lincoln y Darcy durmieron abrazados con mucha ternura, ambos parecían esas parejas inexpertas y melosas. Ella caería dormida después que él, quería cerciorarse de que no fuera una de sus tantas fantasías. Amaba mucho a Lincoln, lo amaba demasiado para la edad que tenía.

XI

Estaba en su oficina reflexionando por la inoportuna noticia y triste acontecimiento. Ya había pasado más de una hora desde que los alumnos habían salido.

—Yo me llevo a Laura, ¿todo bien, cariño? —le preguntó extrañada.

—Sí, disculpa que te haya hecho venir —lo decía abrazándola.

—Lincoln... —quería decirle algunas cosas, pero por el momentos se las guardaría— nada. No llegues tarde a casa, cariño.

Se había despedido con un beso corto, aquello sorprendió a su Jordan porque lo notaba cortante y distraído. De nada servía seguir pensando en lo distante del momento. Canceló una junta con los profesores y fue al velatorio antes de que enterraran el cuerpo.

Al aparcarse fuera de la antigua casa, pudo ver por la ventana a los señores Helmandollar sentados cerca de la ventana y siendo consolados por familiares, amigos. Lincoln se percató de la presencia de su hermana Lisa. Eso le sorprendió porque pensaba que ella había perdido contacto con Darcy y su familia.

Al pisar la casa, observó a todas las personas, la mayoría eran jóvenes y pocas personas ancianas. No pasaron segundos cuando los Helmandollar y Lisa posaron su vista en él, sin embargo, necesitaba ver a su fenecida amiga.

Era tan hermosa como cuando la conoció, solo que ahora no podía decirle lo mucho que la amó. Tuvo que resistir las ganas de tomar aquel cuerpo y darle un último abrazo y beso en su frente. Solo se persigno y fue a hablar.

—Se ha ido muy joven, hermano —exclamaba Lisa con mucha pena.

Los señores Helmandollar le contaron a Lincoln que Darcy comenzó mostrar signos y síntomas de una enfermedad degenerativa que se generó hace seis años atrás. Darcy nunca se llegó a casar o a tener hijos, tuvo uno que otro novio, pero nada más. Le dijeron que en sus últimos días, ella solo mencionaba su nombre, no había otra cosa que dijera que no fuera él.

Lincoln había pedido ir al baño para poder desahogarse, aquello le dolía inmensamente, realmente ella merecía seguir viva. Solo le quedó llorar por unos minutos y luego lavarse el rostro.

XII

Los días pasaban y ellos solo sentían que las cosas tenían un paso lento porque con lo enamorado que estaban pocas veces tenían noción del tiempo.

Ellos se veían casi todos los días, con excepción de los domingos. Ahora los dos inventaban excusas para que él fuera a darle clases y ella tenerlas.

Con el pasar del tiempo, tenía más confianza con los señores Helmandollar, parecía un integrante más de esa familia, ellos depositaban toda su confianza en el chico. A veces cuando ellos no se daban cuenta, los Helmandollar los miraban con alegría.

Solían ir al cine antes de que atardeciera y terminar aquello antes de que todo se oscureciera mucho más. Eran los días que serían añorados para ellos dos. Desde que son novios en secreto, pocas veces intimidan. Quizás porque Lincoln aún notaba a Darcy algo inmadura o porque quizás siempre quiso disfrutar momentos así con Whitney o con cualquier otra de sus tantas exnovias. La dulzura y la exultación imperaban en sus días.

—¿Te gusta? —lo decía vestida con un overol plomo y manchada de pintura.

El cuarto ahora tenía un combinado de colores beige, ligeras tonalidades rosa y celestes. El estante de los peluches ya no estaba porque estaban en un estante de su clóset de la morena. Ahora tenía cuadros de cantantes como Smooch que a los dos les gustaban.

—Es precioso —la tomó de la cintura— como tú.

Ambos se besaron aprovechando que los señores estaban en el primer nivel. Al terminar aquel beso, procedió a darle algo que dejó afuera de su habitación. Era una caja de tamaño mediano.

—¿Te gusta? —esperaba la reacción de ella.

Darcy se emocionó muchísimo, no pensó que su novio le regalaría a su preciado Bun Bun. Lo colocó en el clóset al lado de Rafo la jirafa. No dejaba de abrazar a Lincoln.

—Me encantó, amor —no dejaba de apretujarlo.

—Eso me alegra —la abrazaba con dulzura y le daba un beso en su frente.

Había momentos donde ella se excusaba para salir a las afueras de la ciudad. Y eso era aprovechado para ir a esa colina donde se demostraron el amor, quizás verdadero o el que merecían.

—¿Y qué nombre le pondrías a tus hijos?

No se esperaba una pregunta así, pero viniendo de ella no podía ser una mala, todo lo que fuera de ella era hermoso.

—Quizás un nombre con L —decía sin dejar de mostrar sonrojo.

—¿Quieres seguir la tradición familiar, no? —se mostraba jocosa.

—Pues los nombres con L son bellos —lo decía acomodándose de costado para verla al rostro.

Darcy dejó de mirar el cielo y se movió para devolverle la vista a Lincoln. Se notaba pensante y alegre.

—Me gusta el nombre Laura para niña, ¿a ti no? —lo miraba esperando una respuesta.

—Me parece hermoso —lo dijo alegre y acariciando su mejilla.

Al fin podía decir que se sentía muy enamorado, incluso superando el poco tiempo que tuvo con Whitney. Por segunda vez, podía decir te amo a una persona.

XIII

Lincoln era una de las cuatro personas que cargaba el ataúd de su amor del pasado. Solo miraba los pies para no tropezarse, no quería ver todo nublado por sus lágrimas.

Colocaron el féretro en el lugar donde le correspondía, pero antes de ello venía el rezo característico de toda sepultura. Lincoln aprovecharía todo ese tiempo para reflexionar y darle su último adiós, como hace mucho ya lo había hecho... esta sería la segunda y definitiva.

XIV

Medio año juntos, más de un año desde que le dio clases, un tiempo relativamente corto con respecto a otras parejas, un largo tiempo para una chica de preparatoria y un universitario, y el fin de un amor muy correspondido.

No había nada nuevo en ello para Lincoln. El dolor vendría, las noches de insomnio volverían, las tardes mirando a la nada regresarían, la carencia de amor estaría de vuelta. Pero sería de otro tipo porque Darcy no era Whitney o Mollie o Jordan o cualquier chica antes de ella. Y ahora todo daba marcha atrás, por lo menos, en ese momento.

Darcy era la chica a la cual por primera vez le dijo cuántos hijos quisiera tener, dónde quisiera casarse, cómo sería su hogar ideal, el lugar correspondido.

La noticia fue como haberse tirado en el lago de Royal Woods en épocas de invierno. Fue algo que no era para nada agradable. Pero él debía medirse para que Darcy no sintiera que las cosas hermosas son efímeras.

Se enteró un día que ella no había salido de su habitación, la madre de ella lo atendió con muy buen trato como siempre, y es por eso que lo dejó subir sin decirle nada. La señora Helmandollar solo miraba a otro lado que no fueran las escaleras, acompañada de una mueca de pena.

—¿Qué pasa, Dy? —así le decía él con mucho cariño.

Notó que había sacado muchas de sus cosas de todos sus cajones, armario y clóset. Parte de esas cosas ya estaban en cajas.

Darcy no lo miraba solo le mostraba su peluche Rafo y Bun Bun, luego los abrazó con ternura mientras evitaba mirarlo. No fue necesario decir más porque era algo tonto preguntar.

—¿Cuándo te irás, Dy?

—¿N-No me preguntas el p-porqué?

—No creo que tengas que rendirme cuentas; además, si tu padres lo hacen es por... —fue interrumpido.

—¡Lo sé, l-lo sé muy bien! —se levantó de la cama.

Lincoln solo recibió a Darcy en sus brazos y se mantuvieron así casi toda la mañana hasta el mediodía de ese fin de semana. Su madre de Darcy estaba ordenando algunas cosas en el primer nivel y el padre había ido a arreglar cosas respecto a la mudanza.

—M-Me voy al extranjero... ni siquiera sé si podré volver a verte —no quería soltarlo de su agarre.

Él quisiera decirle que esto no será nada, que con el tiempo la olvidará... pero era imposible, ella no entendería por la conmoción del momento y él... él tendría que mentir y decirse que se volverían a ver.

No fue sino cuando dieron la una y media que él la dejó acostada descansando de lo mucho que había llorado. Él sabía como era dejar a la persona que crees que es la que te corresponde, pero el destino es incomprensible la mayoría de veces.

El lunes fue por la tarde para poder charlar con ella, para su sorpresa la casa ya estaba casi deshabitada, solo faltaban algunas cosas porque la mayoría de objetos estaban en cajas.

No fue necesario saber que esa sería la última vez de ambos. Y no hubo contratiempo o excusa que les diera chance de no hacerlo. Darcy no quería irse sin un último recuerdo de Lincoln.

Es por eso que solo se dedicaron a besarse y decirse palabras tiernas, ninguno de los dos tenía la necesidad de intimar porque necesitaban expresar muchas cosas. Al fin y al cabo, esa necesidad sobraba.

Acostados en el suelo de una habitación vacía, ambos conversaban de lo impensado que fue su relación de poco más de medio año, mientras se miraban.

—¿Encontraré a alguien como tú? —tomaba su mejilla.

—No, todos somos únicos, y te aseguro que nadie será como tú, linda —le acariciaba su mano.

La miró detenidamente y comenzó a reflexionar, desde hace algún tiempo la voz de Darcy ya no es tan aguda, ahora se puede notar seguridad. Su mirada inspiraba confianza, más dulzura que ternura. No pudo evitar derramar algunas lágrimas.

—¿Te di lo mejor, no?

—Sí, Lincoln... no sabes cuanto te lo agradezco —se levantó con paciencia.

Darcy le dio la mano para que hiciera lo mismo. Acabó en sus brazos, pero ya no con la cabeza presionando en el pecho de su novio, ahora su cabeza estaba en el hombro de él. Y su abrazo ya no era de tanta desesperación.

—Sí me diste lo mejor de ti, siempre te voy a amar —tenía sus ojos cerrados.

Lincoln no habló solo se mantuvo abrazándola sin aplicar tanta fuerza y llorando. Aquel día terminaron con un beso en la frente por parte de él, ya muchos en los labios se habían dado.

Y cuando fue al aeropuerto, se mantuvo observando el avión que dejaba América hacia uno de esos países europeos refinados.

XIV

—Ellos siempre lo supieron, no es mentira, Homo sapiens —le decía la científica.

—¿Cómo? —preguntó de manera automática.

—Todos pasamos por esa etapa, es fácil darse cuenta cuando alguien está enamorado y cuando esta de novio, y ustedes eran demasiado obvios —lo decía algo sonriente.

—¿Y eso no les pareció mal? —se notaba asombrado.

—Si no hubieses sido tú, sí. Pero tú no eras un chico cualquiera en ese entonces y hasta ahora, ellos supieron que no tenías malas intenciones... fuiste el amor de su vida, hermano mayor.

Lisa se levantó de esa estancia de la casa de Darcy para irse a otra, en el primer nivel estaban invitando algo de comida a todos lo que asistieron al entierro. Regresó con una caja y se la dio.

XV

—Lincoln, necesitamos hablar —fue lo primero que le dijo al entrar.

El peliblanco regresaba a casa después de pasar unos tres días en la casa de sus padres porque no se sentía con ganas de que nadie, y en especial su esposa, le preguntara sobre su tristeza.

—Solo sé que se murió Darcy y nada más, te deprimes como si una persona muy importante se hubiera muerto o yo que sé... soy tu esposa, nos juramos lealtad y confianza... ¿lo recuerdas? —lo abrazaba con desesperación.

Lincoln solo atinó a mantenerla en sus brazos y darle un beso en sus labios. Su esposa no merecía menos.

Laura se acercó a la caja que trajo su padre y vio dos peluches: uno de conejo y otro de jirafa.

—¿Me los puedo quedar? —lo decía emocionada.

—Claro que sí, pero con una condición: no deben separarse. ¿Entendido?

La niña solo abrazó a su padre y se fue a su habitación para jugar con aquellos peluches.

—¿Recuerdas el lugar donde te pedí matrimonio y que a la vez fue donde nos hicimos novios?

—¿Es broma? Nunca olvidaré esa colina.

—Aquella colina alguna vez fue de alguien más, yo solo no la dejé en el olvido... —lo decía mientras tomaba la mano de Jordan para ir a la sala y contarle parte de su pasado. Esperaba que ella comprendiera.

Lincoln amaba Jordan porque era su esposa y la madre de su hija, amaba a Whitney porque fue la que le dio lo mejor de sí y, sobre todo, a Darcy que es la persona a la que amó y le dio lo mejor de él.

—... Y todo eso me trajo a ti, Jordan... y para llegar hasta a ti... tuve que darle a ella... lo mejor de mí —lo decía mientras la abrazaba acostado en su cama.

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Espero que les haya gustado este "pequeño" Shot. Para decir nuevamente que lo publico gracias a los 1000 seguidores de Wattpad. También recordarles que [Érase una vez en Royal Woods] terminó y que [Una difícil decisión] está en camino de publicarse.

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