Todos alguna vez hemos tenido algún deseo, y creo que conforme nuestra vida avanza y los años nos hacen mayores estos van cambiando, para mejoría o porque simplemente nuestra utopía ha cambiado y estos sueños ya no forman parte de nuestras nuevas metas.
Siempre que miro al cielo recuerdo a ese niño, es cómo si mi cerebro hubiera creado una carpeta especial sobre él.
Conforme el tiempo pasa, he sacado muchas conclusiones, a veces pienso que quizá si lo conocí, pero algo ocurrió que me hizo olvidarlo, también he llegado a pensar que tal vez todo el tiempo estuve sometida en un profundo sueño, tal vez aquel niño solo fue parte de mi imaginación.
Siempre me reproché el no haber ido a nuestro encuentro, pero no pude hacer nada al respecto, ya que la vida misma se empeñó en que los sucesos acontecieran de tal forma.
Pero si realmente las estrellas fueron o son mágicas desearía verlo de nuevo, me gustaría ver su rostro, escuchar aquella voz del pasado y mirar las estrellas que nos fueron arrebatadas, pero tengo miedo, por qué posiblemente él ya me ha olvidado, mientras que yo cada día deseo verlo de nuevo.
Me siento estúpida divagando y creando mil historias de nuestro encuentro, he incluso he soñado con mi primer beso, si... estoy totalmente loca, todo en mi imaginación es perfecto, pero debo admitir que me faltan tres tornillos para crear tal cuento Disney con alguien que ni siquiera conozco físicamente.
De pronto una voz me ha sacado de mis pensamientos, cuando he volteado a mirar me he encontrado con una mano que sujeta mi muñeca, recorro aquel largo brazo hasta llegar al punto de su hombrera para encontrarme con su rostro, esta vez no había reflectores, esta vez sólo éramos él y yo.
Una ráfaga de aire nos envolvió mientras que él llevaba una de sus manos a despejar mi vista apartando aquellos cabellos míos que se cruzaban por mi rostro por causa del indomable aire que se tornaba en el lugar.
―Stella Bowen ¿me concederías el honor de subir conmigo a ese globo? ―Cuestionó Tobías frente a mí, sus ojos azules cómo la noche se clavaron justo en los míos. NI siquiera pude articular palabra alguna, por qué justo en ese momento sentí que esta escena la había visto en alguno de mis tontos sueños, es cómo si sintiera dejavú más no lograba concebir lo que ocurría, Tobías tenía un raro encanto que parecía hipnotizarte, él era muy alto, medía tal vez, 1.85 o quizá más o menos, realmente no estoy segura de una medida exacta ya que yo era una total enana frente a él, por suerte las zapatillas me estaban ayudando a destacar para quedar a una altura razonable, su cabello era negro, lacio, tenía una test clara que incluso se le notaban algunas venas, sus regados lunares en su rostro captaron mi atención era cómo unir constelaciones, sus labios eran gruesos y rojizos, su cuerpo se parecía al de un actor de películas, debo admitir que él era lindo, y el aroma que desprendía era delicioso, era una de mis fragancias favoritas de caballero, tanto que me he quedado como una vil idiota pensando en aquel aroma y lo he expresado en voz alta―Cash mine de Parre II de la colección de Edwar Parre.
―¿Lo conoces? Wow, no había encontrado antes a nadie que pudiera distinguir tan bien los aromas―contestó asombrado mientras soltaba mi muñeca.
―El señor Edward es uno de los socios de la empresa de mi padre, su hijo es amigo mío, el día del lanzamiento tuve el grato honor de oler cada una de las fragancias, pero al parecer tienes un buen gusto, me sorprende encontrar tal aroma en ti, solo hubo dos de cada uno, la colección fue...―Pero antes de terminar él me ha interrumpido.
―De 5 perfumes, lo sé, también fui un invitado en aquella gala, sin embargo, no recuerdo antes haberte visto―Comentó él.
―Es de esperarse, no soy muy llamativa para dejarse notar.
Cuando dije aquello él sonrió y dejo ver aquella atractiva risa mientras cruzaba sus brazos―Las mujeres son muy vanidosas, creo que aman ser elogiadas.
― ¿Los hombres también? ―contesté desafiante con una de mis cejas alzadas.
―No has contestado mi primer pregunta―dijo sonriendo y estaba a punto de tenderme la mano cuando una dama muy elegante se acercó a él, parecían cercanos, o al menos ella se notaba con mucha confianza, cuando se acercó a nosotros tomó de inmediato su brazo, parecía urgirle que él fuera con ella, quizá era su novia o su compañera de noche.
El momento fue algo incómodo, aunque en parte me había salvado de subir a ese globo con él, de pronto él solo hizo una mueca en su rostro parecía molesto, pero a pesar de ello se alejaron un poco mientras que yo sólo perdí mi vista en el cielo, un mesero que ofrecía las famosas galletas de la fortuna se me acercó.
― ¿Gusta una? ―preguntó muy emotivo.
―Ah, claro―contesté algo insegura.
Antes de llevarla a mi boca la partí a la mitad y saqué aquel mensaje oculto, pero para mi sorpresa no era el típico mensaje de suerte esta vez decía: "Pide un deseo" Mensaje que me dejó muy pensativa, ¿Cuál era mi deseo? ¿Es que acaso ni yo misma lo conocía? Pero de pronto miré aquella estrella que pendía de mi cuello y elegí.
―Mi deseo es...
Tobías
―¿Qué quieres ahora Lía?
―Tobías necesitamos hablar
―No, ya te he dicho que entre nosotros no hay nada que hablar―Sentencie
―Tobías tú mejor que nadie sabes qué no me has olvidado, y yo sé que merezco tu desprecio pero si volví es por qué quiero que lo intentemos de nuevo―Llevó su mano a mi rostro mientras trataba de acariciarme pero solo podía sentir resentimiento.
―Suéltame―dije mientras apartaba su mano de mi rostro―lo nuestro es parte del pasado, y lamento realmente mucho que milagrosamente ahora que has cortado con tu novio y estoy destacado en las revistas el amor te haya vuelto.
―Es cierto, rompí con él por qué no lo amo, todo este tiempo me engañé, pensé que sería feliz y no, ciertamente tengo todo a mi alcance, pero me faltas tú―dijo ella mientras su rostro se veía vulnerable.
―Ah, te falto yo. No sabía que fuera un objeto que se desecha y se recupera cuando quieres.
―Tobías por favor, déjame demostrarte que mis palabras son sinceras, yo sé que tu corazón aún late por mí.
― ¿De verdad crees eso? ―dije desafiante
―Sí, tú nunca podrías estar con otra mujer que no sea yo, ¿sabes por qué? Por el simple hecho de que tu corazón está cerrado y aferrado a este amor que ambos sentimos Tobías.
―Lamento decepcionarte Lía, pero tú hace mucho que dejaste de ser parte de mi vida.
De pronto ella intenta acercarse más a mí y es que ella tenía una estatura alta que no se le complicaba llegarme al rostro, estaba a punto de besarme cuando mis manos repentinamente sostuvieron sus muñecas y he llevado mi rostro a un lado. Su expresión cambio totalmente ante mi rechazo y se quedó quieta sin decir palabra alguna.
―Lo lamento Lía, no hay forma de que yo pueda perdonarte, no ahora. ―solté sus manos y me di la vuelta, pero antes de avanzar ella me reprochó.
―Eres un tonto mentiroso, intentas herirme, pero no puedes porque ambos sabemos que sigues amándome―refutó con un llorisqueo leve.
No sabía lo que hacía solo vi que Adán y la señorita Julieth se dirigían a uno de los globos, y aunque mi genio estaba mal humorado no pude evitar sonreír, suertudo, había tomado una buena compañera, pero en ese mismo instante recordé a Stella, y no necesitaba tomar otra ruta pues la misma vida me la había puesto al frente. Esta vez no hice preguntas solo sujeté su brazo, ella estaba tan perdida en sus pensamientos.
―Oye, ¿a dónde me llevas? ―Dijo ella alterada
―Guarda silencio Niña.
―Oye ¿si me devuelves mi brazo?
―Ok―dije y la solté justo cuando estábamos frente a uno de los Globos y la cargue, realmente no era muy pesada, y es que en realidad era tan pequeña que causaba ternura, debo estar loco al pensar todo esto.
―Yo no acepte subir contigo―reclamó.
Mientras ella decía mil cosas yo sólo me reía de escucharla, el chico encargado del globo soltó los costales que servían de ancla, no era mi primera vez en un globo de estos, prontamente este se elevó, pero solo habían pasado minutos cuando vi que Lía había hecho lo mismo con un grupo de chicos y chicas. Traté de ignorarla y centrarme en Stella.
―Y bien Stella, aparte de ser muy parlanchina, enojona tocar excelente el violín ¿qué otra cosa sabes hacer? ―pregunte con mucha curiosidad.
―Se golpear a los tipos que me meten a la fuerza en un globo―contestó molesta.
―Oye relájate, no es un secuestro, tampoco soy un acosador, tú estabas sola y yo quería subir a este globo, además tus padres ya están en uno.
―No me caes bien―dijo muy directa. A lo que no pude evitar reír.
―Ni siquiera me conoces y ya te caigo mal, Dios.
― ¿No eras acaso el novio de Hanna?
Cuando dijo aquello pensé... ¿de dónde me conoce esta chica?
―No sé a qué Hanna te refieras, pero no tengo novia ni he tenido―dije ocultando lo mío con Lía.
―Olvídalo, todos son iguales―agregó ella mientras rodaba sus ojos y se cruzaba de brazos.
― ¿Cuántos años tienes? ―Pregunte curioso ya que se veía algo mayor. Quizá unos 19
Vio su reloj y luego―Voy a tener 18 en 15 minutos―contestó.
―Wow, eso es genial!
―Sí y estoy arriba en un globo con un tipo que me cae mal, y que no es exactamente a lo planeado.
―Oye relájate, créeme soy buena persona, mira, estás de suerte―le mostré mi calendario lunar que estaba guardado en mi celular―Lluvia de estrellas―Así que si buscamos un buen punto tendremos una vista espectacular―dije mientras aprovechaba una buena corriente de aire para ascender más.
― ¿Te gustan los eventos astronómicos? ―dijo mostrando interés
―No soy muy experto, pero me gusta―contesté
De pronto su semblante se volvió el de una chica feliz, parecía más segura.
― ¿Qué prefieres? ¿Churros o Buñuelos?
―Churros
― ¿conoces su consistencia bien?
―Ah...si o eso creo―Me sentía raro, parecía un interrogatorio policial, basado en quien se comió el churro, pero al menos se veía cómoda, pero quien en una "cita" te pregunta por churros.
― ¿me prestas tu pañuelo? ―Me cuestionó por última vez señalando el pañuelo que traía en la bolsa de mi saco.
―Claro―dije mientras lo sacaba para ponerlo en sus manos.
De pronto lo puso en forma de triángulo para luego darle unos dobleces y ponerlo en sus ojos.
― ¿Me ayudas? ―Dijo sosteniendo el pañuelo que cubría sus ojos.
―Claro―Tomé las dos puntas del pañuelo y lo amarré, luego se dio la vuelta y sonrió, sus labios eran gruesos, muy rojos e hidratados, tenía una sonrisa encantadora, sus dientes de hecho eran muy blancos, cuando reía se formaban unos pequeños hoyuelos en sus mejillas, era un deleite mirarla, por primera vez sentía una sensación extraña, pero creo que solo era algo pasajero.
―Tu nombre es Tobías ¿verdad?
―Si, ese mismo soy yo.
―Ok...Tobías podrías describirme como es un churro...
―Bueno...es una fritura alargada, muy azucarada, a veces se acompaña de Miel, lechera o cajeta e incluso chocolate, su consistencia se basa en harina de trigo.
Cuando terminé de hablar ella se quitó la venda y sonrió y dijo:
―Ay Dios por qué me hace esto a mí!! ¡El idiota que me cae mal es él!! ―discutía consigo misma mientras ponía una mano en su frente y la otra en la cintura.
―Ah? El Idiota ¿Soy yo, es él? No entendí muy bien―contesté muy extrañado ante la situación. De pronto el reloj marcó las 12:00. Estaba por decirle Felicidades cuando una ráfaga de viento quitó la estabilidad del globo haciendo que Stella estuviera a punto de caerse hacia atrás, de no ser por que tomé su cintura y con mi brazo libre jalé la cuerda del globo para estabilizarlo, pero sin esperar nada o imaginarlo sus labios junto a los míos quedaron a unos cuantos centímetros de distancia, tenía unos ojos hermosos, ella era una chica hermosa, que sin pensarlo un instinto impulsivo me ha llevado a darle un beso al cuál ella se quedó fría y se volvió una pluma ligera en mis brazos, mis ojos se cerraron, parecía un momento mágico cómo si hubiera estado esperando algo así. Pero después de unos segundos nos separamos, ella parecía estar en shock.
―Stella...Perdón yo... no quería, no sé, discúlpame―dije balbuceando, sus mejillas estaban sumamente rojas, y parecía que se estaba ahogando.
―Tob...Tobi―habalaba de manera ahogada y buscaba algo en el suelo del globo, muy desesperada más no lograba entenderla, solo veía como apretaba su pecho, me empecé a preocupar no sabía que estaba sucediendo.
―Ne―Jadeaba―cesito―su respiración se volvía muy sibilante―Mi inhalador―dijo casi ahogada.
―Dios mío ¿eres asmática? ―Pregunté asustado, nunca había visto o tenido un familiar con un cuadro como este. ― ¿Que hacemos, donde tienes tu inhalador? ―me estaba alarmando así que la senté y abrí la válvula paracaídas para que el globo comenzara a descender.
Ella seguía jadeando y su respiración cada vez era más dificultosa, no sabía qué hacer, quería que el maldito globo bajara rápido pero el ascenso era lento, así que encendí la radio tratando de pedir auxilio.
―Hola, ¿aquí me escuchan? Necesito ayuda, Globo 40, una de las pasajeras tiene una crisis asmática y no tiene su inhalador, está muy mal―más nadie me contestaba.
―Repito, necesito una ambulancia, una chica de 19 años tiene un cuadro asmático―Después de casi 5 intentos alguien contesto en la vía de radio.
―Señor, Examine las vías respiratorias, la respiración y el pulso de la chica. Y dígame sus datos
―Hice lo que me indicaron, pero su pulso parecía muy bajo y sentía que se me iba a morir en los brazos. ―Su pulso es muy Bajo. Su nombre es Stella Bowen tiene 18 años o 19 no sé exactamente.
―Trate de calmarse por favor, desajuste la prenda que lleva, que no está ajustada ni nada que le impida el pase respiratorio.
―Las manos me temblaban, no sabía que iba a pensar Stella, pero me quité el saco que llevaba puesto y desabroché su vestido y puse por encima de su pecho mi saco―Vas a estar bien, estamos llegando ya, no te preocupes ¿Ok? ―De pronto la lluvia de estrellas cayó sobre nosotros y sus ojos se elevaron al cielo ella seguía en crisis, pero parecía que aquellas estrellas la calmaban aun en su angustia. No sabía que más hacer por ella, pero mi corazón sintió escalofríos, sentí que debía protegerla más no tenía la habilidad para hacerlo.
" La vida...Creo que es una cosa tan extraña, te da los giros más inesperados, te ofrece momentos mágicos, te vuelve vulnerable, en ocasiones fuertes y algunas te obsequia lo que tanto esperaste o lo que nunca imaginaste, pero de una u otra forma te lleva a experimentar sensaciones, únicas con experiencias que te desagarran o te suturan el alma."-Gabs