Capítulo 5
Dame una razón
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Desde el principio ella fue una ladrona que robó su corazón, quizás ella no se dio cuenta, o él no lo notó al instante, porque así pasa con las historias de amor.
Callum se sonrojó pensando eso. Había leído este tipo de cosas en la biblioteca del castillo, y era algo que no admitiría jamás. Rayla conoció todos sus defectos y aun así lo aceptó, no esperaba que él fuera un príncipe que la salvara en su blanco corcel porque ella no necesitaba que la salvaran. Ambos eran como una rueda que giraba al mismo ritmo. Rayla había sido su salvación de muchas maneras. Pero ahora todo parecía derrumbarse.
¿Por qué se sentía tan distante?
Todo se había vuelto incómodo entre ellos desde que él mostró que aún le afectaba Claudia. Pero ¿Qué podía hacer? Sabía que era malo mintiendo y Rayla era buena dándose cuenta, eventualmente notaría que algo estaba mal con él, así que le demostró sus sentimientos. Porque ese era su defecto, ser demasiado sincero sin darse cuenta. Con Rayla hablar era demasiado fácil y fluido. ¿La estaba dando por sentada? Quizás era eso, quizás se había convertido en alguien que no se esforzaba por su relación.
Cuando llegaron a la aguja tormenta ya era de noche, hablaron y parecía que todo estaba bien entre ellos, era un sentimiento de haber avanzado un poco más en su relación. Ellos dormían juntos, es cierto, aunque jamás habían pasado de abrazos —y uno que otro beso, eso era porque se habían acostumbrado a su cercanía durante su aventura para llevar a Zym con su madre. Tenían una rutina, y después de todo lo que habían pasado, les costaba mucho trabajo romperla.
Callum observó a Rayla ese día, ella había dicho que estaba bien, que estaban bien, pero podía sentir por la manera que evitaba hablar con él que aún estaba molesta.
— Rayla… ¿Estás molesta?
Rayla suspiró, parecía hasta cansada.
—¿Sabes que hablas cuando duermes? — preguntó de repente, viéndolo fijamente, Callum sabía que tenía algunas pesadillas, todas eran malas y eran sobre perder a alguien— Tú… —Rayla parecía dudar sobre si continuar sus palabras —, dices cosas a veces… la nombras en tus sueños.
Aquello fue como un balde de agua fría para Callum. Sabía que podía hablar, una vez Ezran lo escuchó hablando dormido mientras soñaba con Claudia y sus labios, pero esa vez recordó el sueño, o una pequeña parte, pero ahora no podía recordar nada así.
— Qué… ¿Qué cosas digo?
— ¿Acaso importa? Es obvio que ella es importante para ti — cortó la idea, Rayla se abrazó a si misma, no le gustaba cómo se sentía, ella no era así.
Pero ¿Por qué le dolía tanto saber que Callum soñaba con su amiga de la infancia? Bueno, ella sabía que Callum sentía algo más que amistad por Claudia, lo supo desde el momento en que observó como la defendía, como creyó a Claudia y su hermano antes que en ella. Aquello cualquiera con dos dedos en la frente se podía dar cuenta, más si el hermano de Ezran se peinaba de manera ridícula el cabello que parecía un Moonstriders pasó su lengua por el cabello. Rayla siempre se vio como una chica que no era egoísta, que aquellas cosas como celos no tenían cabida en su vida, sino el ser aceptada por los suyos. Pero ¡Oh sorpresa! Ahí estaban ella y sus celos recién descubiertos, sintiendo una opresión en el pecho que calaba y se extendía hasta la boca de su estómago como un bocado amargo, algo que jamás sintió.
Si así era el amor, no quería sentirlo. ¿Por qué sufría de esa manera? Y para empezar. ¿Por qué alguien lo haría?
— Rayla… —Callum no sabía que decir, necesitaba aire. Solo despejar su mente y pensar con claridad el qué decir—, yo… necesito un momento.
Callum salió de la habitación.
¿Cuándo se volvió todo incómodo con Rayla? Él jamás se había sentido realmente incómodo al lado de Rayla, ¿por qué ahora tenía esa sensación? Cuando llegó a la cima de la aguja tormenta, se sentó. Era una noche hermosa, tranquila, y sería perfecta si estuviera con Rayla, a ella le gustaba ver las estrellas y la luna. A veces se quedaban hasta tarde solo diciendo las diferencias entre los nombres de las constelaciones, que, aunque fueran las mismas solían llamarse diferentes en Xadia y el territorio humano.
De la nada esos pensamientos agradables se vieron interrumpidos por otro recuerdo, recordó aquella vez cuando él se enojó con ella por haberle ocultado la muerte de su padre. Pero, aun así, ella lo había confortado, había estado ahí para él.
¿Acaso su amor era tan frágil?
Unos pasos hicieron que volteara, pensó que era Rayla, pero solo era Ibis.
—Estás solo, y eso es verdaderamente extraño ¿Está todo bien?
— Si, bien —dijo con un tono de sarcasmo.
—Eso no parece para nada bien. ¿Ha pasado algo con Rayla? —Ibis preguntó, seguro que ellos dos siempre estaban juntos le era extraño ver a Callum solo de noche
—Ella está enojada conmigo. Yo… no sé por qué.
—No deberías ser tan duro contigo mismo, si ella está enojada contigo significa que se llevan muy bien —dijo el elfo con voz calmada y hasta un poco divertida—, solo alguien que te quiere se pondría así por algo. Los he visto, todos los hemos visto, y aunque es raro, ustedes dos son algo. No creo que sea algo que no puedan arreglar —durante una fracción de tiempo ninguno dijo nada, Ibis miró a un lado, luego al otro, hizo una mueca y sonrió—, oh quizás preguntarle por qué está molesta sea un buen inicio.
—No sé si sea así… —antes que pudiera continuar, el guardián de la reina dragón lo interrumpió
—Creo que tienes las respuestas, eres un humano interesante —Ibis volteo justo a tiempo para ver a Rayla, después solo sonrió levemente hacia ella antes de dejarlos solos.
Fue sorprendente para Rayla el ver a Ibis, o es que estaba tan ensimismada en sus pensamientos que claramente no lo escuchó, pero él sí. Lo supo por la sonrisa que le dedicó al despedirse. Sabía que Cal estaría ahí, ella elegiría ese mismo lugar si tuviera que alejarse y pensar. Rayla se mordió los labios y dudó unos instantes antes de acercarse.
—Lo siento. Yo… creo que tenía celos —soltó sin más, aceptando por fin aquello que se negaba a tomar.
Callum volteó a verla, aquello lo sorprendió. Jamás pensó que ella tuviera celos. Rayla era prácticamente la chica más genial e increíble que había conocido, de hecho, siempre se preguntaba cómo es que ella se había fijado precisamente en él.
— Y si solo me das una señal cuando eso pase —sugirió Callum, aunque tenía una pequeña sonrisa en los labios, una que Rayla notó al hacerle compañía sentándose también.
—Oye, ¿Estás feliz por eso?
—Es que jamás creí que tú tendrías celos —admite el joven príncipe, después solo pasó su mano por la nuca, como solía hacer—, pero apreciaría que me des una pequeña señal cuando eso ocurra, ya sabes… a veces no me doy cuenta de algunas cosas si no me las dicen —rascó su nuca, no era una sorpresa para Rayla que él era un poco torpe en cuanto a situaciones importantes.
La elfo sonrió, ese chico siempre era capaz de hacerla sentir nuevas emociones, cuando la alentó en el oasis diciendo esas palabras, hablando de lo hermosa que era… o como hace unos minutos donde pasó de sentirse insegura y descubrió sus celos a otro dónde re descubría cuán importante era para ella. Pero también lograba hacerla enojar.
Callum era sensible y distraído.
—No te daré ninguna señal, tendrás que aprender.
— Entonces… ¿Estamos bien?
Rayla entrelazó sus cuatro dedos con los de Callum, recargando su cabeza sobre el hombro. Cuando el salió de la habitación Rayla se dio cuenta que no quería que él se fuera así. Ella no quería sentirse así. Callum era la persona más sincera que había conocido. Y si él le había mostrado aquel dolor era porque confiaba en ella. Aunque él no se diera cuenta que eso generó nuevos y descubiertos celos. Pero ¿Cómo se daría cuenta si ella no era como él? Rayla no mostraba sus emociones como lo hacía él. Callum había aprendido a entender su silencio, y ella debía entender que él necesitaba tener su momento de "grandes sentimientos"
— Estamos bien… Estaremos bien.

La magia oscura se sentía bien, Claudia podía recordar aquella sensación de grandeza con cada hechizo que realizaba.
Aquella criatura llamada Aaravos le ayudaba a abrir su mente mostrándole nuevas formas de magia oscura, e incluso, podía imitar la magia primaria si dejaba que Aaravos se proyectará en ella. Al inicio siempre todo se sentía bien, pero después, cuando todo terminaba, cuando la noche llegaba y se daba cuenta que seguían en medio de la nada, se sentía vacía.
Y se encontraba a si misma tratando de acomodar sus pensamientos.
Era como si la magia oscura fuera una droga, pero en vez de hacerla sentir mejor siempre se sentía mal. ¿Pero a dónde iría? Su padre seguía diciéndole que era lo único que le quedaba, que todos los habían abandonado y, por lo que había visto en el asentamiento de los elfos de tierra, todos siguieron con su vida. Así que siempre regresaba a la magia oscura, era lo único que podía calmar aquel sentimiento de soledad.
— ¿Quién necesita a esos traidores? —Claudia repitió eso por quinta vez en un día mientras esperaba que le pidieran usar un hechizo.
A eso se había reducido su vida: planear vengarse, sobrevivir, conseguir información.
Se sentía bien mientras pensaba en las cosas, pero cuando estaba sola, cuando no tenía a su padre diciéndole lo mucho que la necesitaba, entonces su mente regresaba a Katolis, a aquellos días soleados que tanto amaba cuando la suave brisa recorría su cabello negro. Quería borrar todo eso, quería destruirlos a todos.
Y entonces, Claudia lloraba en silencio.
—Estoy bien —dijo sonriendo a su reflejo en el agua, mientras observaba como su cabello, que alguna vez fue negro, ahora era blanco.
—Eres necesaria, eres la única que puede hacerlo. Te necesito —Viren abrazó a su hija, ella siempre fue una chica muy obediente e inteligente, con un don nato y habilidad para controlar la magia que no dudaba pudiera ser superior al suyo, e incluso, cuando su madre se fue, ella solo se concentró en los estudios —. Solo tú puedes ayudarme a recuperar lo que nos arrebataron.
Claudia sentía que se ahogaba, ella se ahogaba lentamente pero su padre era todo lo que tenía. Era todo lo que le quedaba. Llegó a usar magia prohibida para traerlo a la vida. No quería estar sola.
—Vamos a recuperar todo —Claudia habló en voz baja, más no sabía si fue para su padre, o para ella misma
—Bien, es hora de dar el siguiente paso en nuestro camino. Todo está listo, ahora más que nunca necesitaré que te concentres, deja que Aaravos te guíe y muestre cosas maravillosas. Es la magia que hará que el mundo se incline ante nosotros.
La manera en que su padre hablaba la asustó.
Por primera vez entendió la mirada de Soren cuando escapó, cuando su padre convirtió a Kasef en un monstruo de sol seguido de todos los demás soldados motivados por la acción heroica del príncipe de Neolandia. Claudia sintió náuseas. Pero estaba bien, era fuerte, podía soportarlo. Era una maga y haría todo lo posible por regresar las cosas a la normalidad.
Quizás al terminar todo podría volver a Katolis.