βž€ Yggdrasil | Vikingos

By Lucy_BF

230K 21.6K 24.8K

π˜π†π†πƒπ‘π€π’πˆπ‹ || ❝ La desdicha abunda mΓ‘s que la felicidad. ❞ Su nombre procedΓ­a de una de las leyendas... More

β€– π˜π†π†πƒπ‘π€π’πˆπ‹
β€– ππ‘π„πŒπˆπŽπ’ 𝐈
β€– ππ‘π„πŒπˆπŽπ’ 𝐈𝐈
β€– π€π‚π‹π€π‘π€π‚πˆπŽππ„π’
β€– ππ„π‘π’πŽππ€π‰π„π’
β€– π†π‘π€Μπ…πˆπ‚πŽπ’ 𝐈
β€– π†π‘π€Μπ…πˆπ‚πŽπ’ 𝐈𝐈
β€– π“π‘π€Μπˆπ‹π„π‘π’
━ Proemio
π€πœπ­π¨ 𝐈 ━ 𝐘𝐠𝐠𝐝𝐫𝐚𝐬𝐒π₯
━ 𝐈: Hedeby
━ 𝐈𝐈: Toda la vida por delante
━ 𝐈𝐈𝐈: Fiesta de despedida
━ πˆπ•: Una guerrera
━ 𝐕: Caminos separados
━ π•πˆ: La sangre solo se paga con mΓ‘s sangre
━ π•πˆπˆ: Entre la espada y la pared
━ π•πˆπˆπˆ: Algo pendiente
━ πˆπ—: Memorias y anhelos
━ 𝐗: No lo tomes por costumbre
━ π—πˆ: El funeral de una reina
━ π—πˆπˆ: Ha sido un error no matarnos
━ π—πˆπˆπˆ: Un amor prohibido
━ π—πˆπ•: Tu destino estΓ‘ sellado
━ 𝐗𝐕: SesiΓ³n de entrenamiento
━ π—π•πˆ: SerΓ‘ tu perdiciΓ³n
━ π—π•πˆπˆ: Solsticio de Invierno
━ π—π•πˆπˆπˆ: No es de tu incumbencia
━ π—πˆπ—: Limando asperezas
━ 𝐗𝐗: ΒΏQuΓ© habrΓ­as hecho en mi lugar?
━ π—π—πˆ: PasiΓ³n desenfrenada
━ π—π—πˆπˆ: No me arrepiento de nada
━ π—π—πˆπˆπˆ: El temor de una madre
━ π—π—πˆπ•: Tus deseos son Γ³rdenes
━ 𝐗𝐗𝐕: Como las llamas de una hoguera
━ π—π—π•πˆ: Mi juego, mis reglas
━ π—π—π•πˆπˆ: El veneno de la serpiente
━ π—π—π•πˆπˆπˆ: ΒΏPor quΓ© eres tan bueno conmigo?
━ π—π—πˆπ—: Un simple desliz
━ 𝐗𝐗𝐗: No te separes de mΓ­
━ π—π—π—πˆ: Malos presagios
━ π—π—π—πˆπˆ: No merezco tu ayuda
━ π—π—π—πˆπˆπˆ: Promesa inquebrantable
━ π—π—π—πˆπ•: Yo jamΓ‘s te juzgarΓ­a
━ 𝐗𝐗𝐗𝐕: Susurros del corazΓ³n
━ π—π—π—π•πˆ: Por amor a la fama y por amor a OdΓ­n
π€πœπ­π¨ 𝐈𝐈 ━ π•πšπ₯𝐑𝐚π₯π₯𝐚
━ π—π—π—π•πˆπˆ: Donde hubo fuego, cenizas quedan
━ π—π—π—π•πˆπˆπˆ: MΓ‘s enemigos que aliados
━ π—π—π—πˆπ—: Una velada festiva
━ 𝐗𝐋: Curiosos gustos los de tu hermano
━ π—π‹πˆ: Cicatrices
━ π—π‹πˆπˆ: Te conozco como la palma de mi mano
━ π—π‹πˆπˆπˆ: Sangre inocente
━ π—π‹πˆπ•: No te conviene tenerme de enemiga
━ 𝐗𝐋𝐕: Besos a medianoche
━ π—π‹π•πˆ: Te lo prometo
━ π—π‹π•πˆπˆ: El inicio de una sublevaciΓ³n
━ π—π‹π•πˆπˆπˆ: Que los dioses se apiaden de ti
━ π—π‹πˆπ—: Golpes bajos
━ 𝐋: Nos acompaΓ±arΓ‘ toda la vida
━ π‹πˆ: Una red de mentiras y engaΓ±os
━ π‹πˆπˆ: No tienes nada contra mΓ­
━ π‹πˆπˆπˆ: De disculpas y corazones rotos
━ π‹πˆπ•: Yo no habrΓ­a fallado
━ 𝐋𝐕: Dolor y pΓ©rdida
━ π‹π•πˆ: No me interesa la paz
━ π‹π•πˆπˆ: Un secreto a voces
━ π‹π•πˆπˆπˆ: Yo ya no tengo dioses
━ π‹πˆπ—: TraiciΓ³n de hermanos
━ 𝐋𝐗: Me lo debes
━ π‹π—πˆ: Hogar, dulce hogar
━ π‹π—πˆπˆ: El principio del fin
━ π‹π—πˆπˆπˆ: La cabaΓ±a del bosque
━ π‹π—πˆπ•: Es tu vida
━ 𝐋𝐗𝐕: Visitas inesperadas
━ π‹π—π•πˆ: Ella no te harΓ‘ feliz
━ π‹π—π•πˆπˆ: El peso de los recuerdos
━ π‹π—π•πˆπˆπˆ: No puedes matarme
━ π‹π—πˆπ—: Rumores de guerra
━ 𝐋𝐗𝐗: Te he echado de menos
━ π‹π—π—πˆ: Deseos frustrados
━ π‹π—π—πˆπˆ: EstΓ‘s jugando con fuego
━ π‹π—π—πˆπ•: CreΓ­a que Γ©ramos amigas
━ 𝐋𝐗𝐗𝐕: Brezo pΓΊrpura
━ π‹π—π—π•πˆ: Ya no estΓ‘s en Inglaterra
━ π‹π—π—π•πˆπˆ: Sentimientos que duelen
━ π‹π—π—π•πˆπˆπˆ: ΒΏQuiΓ©n dice que ganarΓ­as?
━ π‹π—π—πˆπ—: Planes y alianzas
━ 𝐋𝐗𝐗𝐗: No quiero perderle
━ π‹π—π—π—πˆ: Corazones enjaulados
━ π‹π—π—π—πˆπˆ: Te quiero
━ π‹π—π—π—πˆπˆπˆ: La boda secreta
━ π‹π—π—π—πˆπ•: Sangre de mi sangre y huesos de mis huesos
━ 𝐋𝐗𝐗𝐗𝐕: Brisingamen
━ π‹π—π—π—π•πˆ: Un sabio me dijo una vez
━ π‹π—π—π—π•πˆπˆ: Amargas despedidas
━ π‹π—π—π—π•πˆπˆπˆ: Te protegerΓ‘
━ π‹π—π—π—πˆπ—: El canto de las valquirias
━ 𝐗𝐂: Estoy bien
━ π—π‚πˆ: Una decisiΓ³n arriesgada
━ π—π‚πˆπˆ: TΓΊ harΓ­as lo mismo
━ π—π‚πˆπˆπˆ: Mensajes ocultos
━ π—π‚πˆπ•: Los nΓΊmeros no ganan batallas
━ 𝐗𝐂𝐕: Una ΓΊltima noche
━ π—π‚π•πˆ: No quiero matarte
━ π—π‚π•πˆπˆ: Sangre, sudor y lΓ‘grimas
━ π—π‚π•πˆπˆπˆ: Es mi destino
━ π—π‚πˆπ—: El fin de un reinado
━ 𝐂: HabrΓ­a muerto a su lado
━ π‚πˆ: El adiΓ³s
━ 𝐄𝐩𝐒́π₯𝐨𝐠𝐨
β€– π€ππ„π—πŽ: πˆππ…πŽπ‘πŒπ€π‚πˆπŽΜπ 𝐘 π†π‹πŽπ’π€π‘πˆπŽ
β€– π€π†π‘π€πƒπ„π‚πˆπŒπˆπ„ππ“πŽπ’
β€– πŽπ“π‘π€π’ π‡πˆπ’π“πŽπ‘πˆπ€π’
β€– π’π„π†π”ππƒπŽ π‹πˆππ‘πŽ

━ π‹π—π—πˆπˆπˆ: Mal de amores

746 88 217
By Lucy_BF

N. de la A.: cuando veáis la almohadilla #, reproducid el vídeo que os he dejado en multimedia y seguid leyendo. Prometo que no os arrepentiréis.

✹.✹.✹

──── CAPÍTULO LXXIII──

MAL DE AMORES

────────ᘛ•ᘚ────────

( NO OLVIDES VOTAR Y COMENTAR )

◦✧ ✹ ✧◦

        DRASIL SENTÍA QUE ESTABA LLEGANDO a una especie de límite. Había emprendido el camino de regreso a casa sin mediar ni una sola palabra más con Lagertha ni avisar a Ubbe o a su madre. Y lo había hecho con un molesto nudo en la garganta y los ojos anegados en lágrimas de rabia e impotencia. Los comentarios de la soberana no dejaban de repetirse una y otra vez en su cabeza, resonando en su mente como un eco penetrante. Debía haber supuesto que su preocupación por lo que había ocurrido con Margrethe no había sido algo sincero por su parte. Lagertha no se había acercado a ella en aquel momento de vulnerabilidad para ofrecerle consuelo y apoyo moral, sino para echar más leña al fuego. Y lo peor de todo era que lo había conseguido.

Aceleró un poco el paso cuando divisó en la lejanía la vivienda en la que residía junto a su progenitora, queriendo llegar y guarecerse entre sus cuatro paredes cuanto antes. Daba gracias a los dioses porque no hubiera nadie más merodeando por las calles de Kattegat; a esas horas de la noche o bien los lugareños estaban en el Gran Salón, disfrutando de la fiesta, o bien en sus casas. Mejor, así no se cruzaría con nadie ni tendría que aparentar que todo estaba bien.

Cuando finalmente llegó a su destino abrió la puerta y cruzó el umbral sin más demora. La recibió la calidez propia del fuego, que ardía en el hogar entre varios troncos gruesos. Aquella sensación tan acogedora logró reconfortarla, aunque solo fuese durante unos breves segundos. Cerró la puerta tras de sí y suspiró al darse cuenta de que se había dejado la capa en el comedor. Con las prisas y la tensión del momento se le había olvidado cogerla antes de irse.

Una sombra se movió frente a ella.

El cristiano que tenían por esclavo se levantó de la silla que había estado ocupando y adoptó una postura solícita, con las manos unidas a la espalda y sus iris negros fijos en ella. Le habían dejado al cuidado de la casa mientras ellas no estaban, de ahí que aún estuviese en la vivienda y no en las barracas, que era el lugar donde solían concentrarse la mayoría de los thralls para pasar la noche.

Drasil lo observó con un gesto vacío de toda expresión, para posteriormente avanzar hacia la zona que actuaba de cocina. Pasó por su lado en el más absoluto mutismo y se detuvo frente a una pequeña mesa sobre la que había una jarra y dos vasos de cuerno. Cogió uno de los recipientes y vertió en él un poco de agua, sintiendo la penetrante mirada del sajón clavada en su nuca. Lo vació de un trago y apoyó las manos en la superficie de madera. Sus hombros se hundieron en una pose de derrota total, con la cabeza gacha y un rictus amargo contrayendo sus rasgos faciales.

Cerró los ojos con fuerza, tratando por todos los medios de mantener sus inestables emociones bajo control. Cuando los volvió a abrir estos estaban relucientes a causa de las lágrimas contenidas. Arrugó la nariz con desagrado cuando una resbaló por su mejilla derecha, dejando un rastro salado en su sonrosada piel. Se la secó rápidamente con la manga de su vestido y carraspeó en un vano intento por recuperar la compostura.

No podía derrumbarse. No con el inglés delante.

Y hablando del cristiano... Sabía que este no le quitaba la vista de encima, que estaba pendiente de todos y cada uno de sus movimientos. Aunque no hacía ni decía nada, limitándose a mantenerse relegado a un discreto segundo plano. Y es que su esclavo era la persona más reservada y taciturna que había conocido nunca, hasta el punto de que continuaba sin saber su nombre o el más mínimo detalle sobre su vida.

Por suerte para él, la hija de La Imbatible se lo estaba tomando todo con humor, como un juego. Pero sí era cierto que en esos dos últimos meses habían avanzado bastante en su relación. El muchacho ya no parecía sentirse tan tenso e incómodo en presencia de ella y su madre, como si se hubiese dado cuenta de que no suponían ninguna amenaza. Incluso ya no se mostraba tan reticente a hablar —o al menos intentarlo— y a relacionarse con ellas.

Inhaló profundamente y se resguardó tras una máscara de fría impasibilidad, justo antes de girar sobre sus talones y quedar cara a cara con el sajón. Era rebelde, obstinado y más terco que una mula, pero debía reconocer que le caía bien. A sus ojos era un auténtico enigma, un misterio que quería resolver a toda costa. Y confiaba en que con el tiempo pudiera conseguirlo.

La skjaldmö se abrazó a sí misma y apoyó las caderas en el borde de la mesita, ocasionando que la madera crujiera levemente bajo su peso. Sus orbes esmeralda no se apartaban de los azabache del inglés, que no había variado lo más mínimo su expresión corporal. Exhaló un grácil suspiro, para luego romper el contacto visual con él y masajearse el tabique nasal en un gesto que denotaba cansancio.

—¿Mala... noche? —Fueron las primeras palabras del thrall.

Drasil volvió a alzar el rostro hacia él, con los ojos ligeramente enrojecidos y los labios apretados en una fina línea. Habían progresado mucho con el tema del idioma, tanto que cada vez le costaba menos entablar conversaciones —siempre que estas fueran cortas y simples, claro está—. El acento, por el contrario, seguía ahí, evidenciando sus orígenes. Aunque a ella le gustaba, le parecía gracioso y le brindaba la excusa perfecta para meterse con él y picarlo de vez en cuando.

—Eso parece —respondió la castaña, lacónica.

Se frotó los brazos con suavidad y bajó la mirada para evitar que su interlocutor pudiera reparar en lo cristalizados que tenía los ojos. El nudo en su garganta no se desvanecía. Es más, parecía estrecharse con cada bocanada de aire. Sentía que estaba a punto de explotar, y eso era lo último que necesitaba en aquellos momentos. Eran tantas las cosas que tenía encima que no sabía cómo gestionarlas.

Todo se estaba escapando de su control, y lo odiaba.

Detestaba sentirse así.

No fue hasta un minuto después que restableció el contacto visual con el cristiano, que la escudriñaba en silencio. Esa era la primera vez que se mostraba así ante él: tan abatida, tan vulnerable. Y a una parte de ella no le agradaba lo más mínimo que la viera en ese estado, pero a esas alturas de la noche estaba harta de fingir. Simplemente ya no podía más.

—¿Qué? ¿Tanto te sorprende que tenga sentimientos? —Contra todo pronóstico, Drasil carcajeó. Y es que el esclavo la observaba de una manera un tanto peculiar—. Supongo que esto echa por tierra tu teoría de que sea una salvaje despiadada y carente de escrúpulos —añadió en un improvisado tono jocoso—. ¿Lo ves, soldadito? No somos tan diferentes después de todo.

El aludido no dijo nada al respecto, como ya venía siendo habitual en él. Lo que sí hizo fue apartar la mirada, fijándola en los tablones de madera del suelo. La escudera tan solo sonrió en tanto negaba con la cabeza. Era muy orgulloso, demasiado. Aunque ella también lo era, así que no podía recriminarle nada.

Fue entonces cuando unos golpecitos llenaron el aire.

Alguien estaba llamando a la puerta.

Drasil intercambió una significativa mirada con el sajón. En lugar de dejar que fuera este quien abriese, lo hizo ella misma: se encaminó hacia la entrada, agarró el picaporte con firmeza y, sin más dilación, tiró de él para descubrir quién se hallaba al otro lado del umbral. Tenía claro que no era su progenitora, dado que esta habría entrado directamente sin necesidad de llamar. Y no se equivocaba.

No era Kaia quien aguardaba tras la puerta.

Sino Ubbe.

Sus pulmones parecieron encoger de tamaño cuando los iris celestes de su prometido se posaron en ella. Lucía serio, pero también desasosegado. Y lo demostró cuando acortó la distancia que los separaba y llevó una mano a su mejilla, ansioso por saber si se encontraba bien.

Los músculos de la hija de La Imbatible se contrajeron ante aquel repentino acercamiento, lo que la llevó a apartarse de él, repeliendo su mero contacto. Ubbe la miró con desconcierto, pero entendió que necesitaba su espacio.

—Björn me ha contado lo que ha sucedido con Margrethe —articuló el primogénito de Ragnar y Aslaug luego de unos instantes más de fluctuación. Drasil se cogió los codos y rehuyó su mirada, ceñuda. Tenía tantas cosas en la cabeza que ni siquiera se preguntó cómo era que Piel de Hierro se había enterado—. ¿Puedo pasar? —inquirió, agachándose levemente para que así sus ojos volvieran a encontrarse.

Todo cuanto pudo hacer la skjaldmö fue asentir. Se apartó del umbral para permitirle el paso y focalizó toda su atención en el thrall, que no se había movido de su sitio. Este la observaba con una mueca indescifrable contrayendo su atractiva fisonomía. Estaba convencida de que ya debía de haber empezado a atar cabos y a sacar alguna que otra conclusión sobre lo que había sucedido en el Gran Salón. Puede que fuera callado y circunspecto, que la mayoría de las veces pareciera estar en su mundo, pero no se le escapaba nada.

Ubbe también miró al inglés, aunque con algo más de urgencia. Estaba deseando que se marchara y los dejase a solas para poder hablar más tranquilamente con su futura esposa, puesto que era un tema demasiado privado. Aparte de que aquel hombre seguía sin inspirarle confianza.

—Puedes retirarte —pronunció Drasil, rompiendo el aciago silencio que se había instaurado en la sala. Continuaba de pie junto a la puerta, que seguía entreabierta—. Ve a descansar. A... dormir. —Hizo un gesto con las manos, juntándolas a un costado de su cabeza para que le resultara más sencillo entender a lo que se refería.

Durante unas milésimas de segundo el esclavo pareció algo reacio a irse, aunque no tardó en acatar la orden. Avanzó hacia la silla en cuyo respaldo había dejado doblada su capa y se la puso sobre los hombros, anudándosela después al cuello. Se despidió de la castaña y, sin más dilación, abandonó la vivienda, cerrando la puerta tras de sí.

La tensión aumentó en cuanto se quedaron solos, cayendo sobre ellos como una losa de piedra. Drasil se mordisqueó el interior del carrillo mientras evitaba a toda costa los ojos de Ubbe, aquellos dos luceros que consideraba su bendición... Pero también su perdición. Por Odín, le estaban entrando unas ganas incontenibles de salir corriendo de allí y no regresar hasta que tuviera bien aclaradas sus ideas.

Quizá hubiera sido lo mejor. Lo más prudente.

—¿Quieres contarme lo que ha ocurrido, Dras? —volvió a hablar el Ragnarsson, instándola a que compartiera con él su versión de los hechos. Björn le había puesto al corriente de lo que había sucedido de una forma bastante superficial, de ahí que quisiera conocer todos los detalles.

La susodicha arrugó el entrecejo.

—Creo que ya te lo puedes imaginar —contestó con cierta irritación—. Al fin y al cabo, tú la conoces mejor que yo. —Aquello último lo pronunció en tanto alzaba la vista hacia Ubbe, que no pudo hacer otra cosa que suspirar—. A tu ex amante no parece entrarle en la cabeza que ya no estáis juntos. Me da a mí que no se lo dejaste lo suficientemente claro el otro día cuando... te besó —soltó, punzante. Las mejillas le ardían, al igual que el resto del cuerpo. Todo producto de esa rabia y frustración que se habían arremolinado en su interior y que no le daban tregua.

Ahora fue el turno del joven de fruncir el ceño.

—¿Y eso a qué viene? —Ubbe acortó la distancia que lo separaba de Drasil, que cuadró los hombros e irguió el mentón con altivez. Los orbes verdes de la guerrera centelleaban como dos bolas de fuego—. Fue ella la que se presentó en mi casa, la que me besó... ¿Es que acaso no me crees? —cuestionó con un poso de decepción en su mirada. ¿Cómo podía pensar eso de él después de todo por lo que habían pasado juntos?

La arruga vertical entre las cejas de Drasil se acentuó, señal inequívoca de que su humor no estaba haciendo más que decaer a medida que la conversación fluía. No flaqueó lo más mínimo, encarando al hombre del que estaba enamorada con una entereza admirable. Se sentía furiosa, impotente y frustrada. Los comentarios insidiosos de Margrethe, así como los dardos envenenados de Lagertha, no dejaban de repetirse en bucle en su atolondrada mente.

«No opinaba lo mismo cuando le hice gemir mi nombre. Apuesto a que eso no te lo ha contado... El cómo se entregó a mí en una noche de extenuante pasión».

Cada vez se sentía más incapaz de mantener el control sobre sí misma.

De pensar con la cabeza fría.

—Margrethe ha dicho muchas cosas —farfulló la hija de La Imbatible, evadiendo por completo su interpelación—. Y no es que te hayan dejado en muy buen lugar, precisamente. —Reprimió el impulso de masajearse las sienes, que le palpitaban con tanta fuerza que parecían gozar de vida propia.

Ubbe chasqueó la lengua.

—Margrethe puede decir lo que quiera —rebatió él, hastiado. Su semblante también estaba algo congestionado, todo producto de la tensión del momento—. ¿No te das cuenta? Esto es justo lo que quiere —añadió, haciendo especial énfasis en esa última locución—. Hará y dirá lo que sea con tal de separarnos. No debería tener ninguna credibilidad para ti.

La escudera rio con desgana, guardándose para sí misma el hecho de que Lagertha también había contribuido a que ahora fuese un hervidero de dudas e inseguridades. Realizó un movimiento negativo con la cabeza y avanzó hacia la mesa del comedor, para luego dejarse caer en una de las sillas. Se llevó una mano a la frente y cerró momentáneamente los ojos, como si estuviera tratando de serenarse, de encontrar algo de calma en aquella virulencia emocional a la que se estaba viendo sometida.

El caudillo vikingo, en cambio, se quedó estático en su sitio.

—¿Vamos a estar siempre así entonces? —preguntó Drasil sin siquiera mirarle—. ¿Voy a tener que pasar por esto cada vez que Margrethe o cualquiera de tus anteriores amantes quiera un poco de atención? —masculló entre dientes.

Ubbe compuso una mueca perpleja.

No le gustaba el cariz que estaba tomando aquello.

#

—Drasil... —Se pasó una mano por la cara e inspiró por la nariz, ganando así algo de tiempo para poder pensar lo que iba a decir a continuación. Debía elegir bien sus palabras si quería quitarle aquella absurda idea de la cabeza—. Te estás adelantando a los acontecimientos. No estás pensando con clari... —La mencionada lo cortó con un siseo, cosa que lo molestó a más no poder.

—Estoy pensando con toda la claridad del mundo, créeme —contradijo Drasil, echándose hacia atrás en su asiento—. Así que deja de tratarme como a una paranoica.

El primogénito de Ragnar y Aslaug profirió un breve resoplido. Sus facciones se habían crispado en un gesto adusto y sus iris azules se habían oscurecido como la peor de las tormentas. Se le estaba agotando la paciencia, era más que obvio... Y aquello no le beneficiaba a ninguno.

—Muy bien. Ya que no pareces querer escucharme ni atender a razones, te seré franco —manifestó Ubbe con una severidad que muy pocas veces había empleado con ella—. No sé qué te habrá dicho Margrethe, pero creo que te has excedido.

«Supongo que era lo que tenía que pasar... Al fin y al cabo, él siempre vuelve a mí».

La skjaldmö cerró las manos en dos puños apretados. Una descarga de dolor le recorrió las muñecas cuando sus uñas se clavaron con saña en sus sudorosas palmas, creando una serie de muescas con forma de media luna en su delicada piel. Su expresión se había ensombrecido por completo, junto con una furia catastrófica que ahora se retorcía en el fondo de sus orbes esmeralda.

—¿Perdón? —Su voz sonó inusualmente aguda, estridente incluso.

Ubbe se enderezó en toda su altura, hinchando el pecho en el proceso. Estaba harto de contenerse, de callarse lo que pensaba, así que no tenía le menor intención de retractarse.

—Tendrías que haber ignorado sus provocaciones —expuso con simpleza, como si lo que acababa de decir fuera lo más obvio del mundo. Vio cómo Drasil se ponía en pie y se aproximaba a él con el rostro lívido; se fijó en sus manos, en cómo tenía los puños apretados y pegados al cuerpo. Era consciente de que estaba jugando con fuego, pero en aquellos momentos le daba absolutamente igual quemarse. Él también tenía un límite—. En vez de ser más inteligente que ella, has caído en su juego.

La castaña se detuvo frente a él, quedando a escasos centímetros de su cuerpo. La cabeza le dolía horrores, pero aquello no le impidió comprimir la mandíbula con fuerza, haciendo rechinar sus dientes.

¿Por qué no era capaz de entenderla? ¿Por qué la estaba juzgando a ella en lugar de a Margrethe? A la ira que la estaba corroyendo por dentro se le unió una nueva emoción, una muchísimo más peligrosa y devastadora: el dolor de la traición.

—¿Te molesta que la haya golpeado? ¿Es que acaso la estás defendiendo? —le espetó ella con una ceja arqueada. La sangre le hervía en las venas como hierro fundido—. Porque no me arrepiento. Es más, lo volvería a hacer —sentenció con la convicción grabada a fuego en sus titilantes pupilas.

—Yo no he dicho eso —se apresuró a aclarar el guerrero.

Drasil se tomó unos instantes para poder escrutarlo con rigurosidad, como si quisiera ver a través de él. La impotencia que sentía en aquellos momentos era enorme, sumamente asfixiante. Quería gritar hasta desgarrarse las cuerdas vocales, llorar hasta quedarse sin lágrimas... Necesitaba dejar salir todo lo que la estaba oprimiendo por dentro, pero estaba tan saturada que no podía.

Ya no se sentía la dueña de su cuerpo ni de sus emociones. Nuevamente se estaba convirtiendo en un títere, en una marioneta de los dioses.

«Recemos para que Ubbe no haya salido también a su padre en ese aspecto. Aunque no sería tan extraño, después de todo. Ragnar nunca fue hombre de una sola mujer, ¿quién dice que tu prometido no acabará siguiendo su mismo camino?»

—¿Te gustó?

Y ahí estaba la temida pregunta. Aquella que amenazaba con derrumbar su nuevo castillo de felicidad, con hacer añicos todo lo que hasta ahora habían construido juntos... A pesar de las diferencias. A pesar de los conflictos. A pesar de las adversidades.

—¿Qué? —Su futuro marido la observó con confusión.

—El beso con Margrethe, ¿te gustó? —quiso saber Drasil sin variar lo más mínimo la expresión de su semblante. El dolor que martilleaba sus sienes no cesaba.

Ubbe se quedó mudo. Aquello lo había pillado desprevenido, tanto que se había quedado totalmente en blanco. Miró a su pareja con estupefacción, como si le estuviera costando dar crédito a lo que acababa de decir.

—Dras... —Trató de acercarse a ella, pero la susodicha retrocedió en un acto reflejo. Esta se había cruzado de brazos y tenía los ojos brillantes—. Ese beso no ha significado nada. No ha cambiado lo que siento por ti —remarcó, encomendándose a los Æsir y a los Vanir para que le creyera. Aunque poco sabía que la mente de la mujer que amaba había sido envenenada por terceras personas que nada tenían que ver con Margrethe.

Un músculo pequeño palpitó en la mandíbula de Drasil, que cada vez estaba más pálida. Sus dedos se hundieron en las mangas de su vestido y ejercieron algo de presión en la carne sensible de sus brazos, los cuales temblaban ligeramente. Iba a tener unas buenas marcas al día siguiente, aunque poco le importaba. Necesitaba sentir ese pellizco de dolor, lo que fuera con tal de ignorar ese caos de sensaciones contradictorias que se agitaba en su interior.

—No has respondido a mi pregunta —insistió la hija de La Imbatible, muy seria.

Por un momento, la esperanza creció ácida en su corazón al ver que Ubbe abría la boca con la intención de decir algo. Realmente deseaba con todas sus fuerzas que lo hiciera, que le dejase claro que ya no sentía ningún tipo de interés por Margrethe... Aunque no llegó a verbalizar nada. Y aquello, como cabía esperar, fue la gota que colmó el vaso.

—Vete.

Se hizo el silencio. Uno condenadamente opresivo.

—Drasil, por favor... —suplicó el Ragnarsson.

La guerrera volvió a recular un par de pasos cuando Ubbe avanzó hacia ella, a fin de envolverla en sus brazos o establecer cualquier otro tipo de contacto físico. Se apartó de él como si se tratara de la peor de las pestes y, con un nuevo nudo constriñéndole las cuerdas vocales, dirigió sus apresurados pasos hacia la puerta.

Su prometido la observó mientras negaba con la cabeza, igual de pálido que ella. Puede que hasta incluso más.

—He dicho que te vayas —repitió Drasil, negándole la mirada. Su rostro no transmitía nada, ni la más mínima emoción, como si se estuviera reprimiendo. Aunque sus ojos eran una puerta abierta que dejaba ver todo lo que sus rasgos no permitían. Y a través de esa puerta solo se podía atisbar una única cosa: dolor. Un profundo dolor que amenazaba con consumirla—. ¡Largo! —exclamó, ocasionando que el muchacho se sobrecogiera—. No quiero verte... Márchate.

Una traicionera lágrima se deslizó por su mejilla izquierda, aunque no demoró en secársela con el dorso de la mano. Sentía que le faltaba el aire, que aquella molesta presión en su garganta la asfixiaría en cualquier momento. Por no mencionar esa desazón que se había instaurado en su pecho y que no parecía querer darle tregua.

Había experimentado muchos tipos de dolor a lo largo de su vida, pero jamás el que producía un corazón roto. Y el suyo se resquebrajó en mil pedazos cuando Ubbe echó a andar hacia la salida.

▬▬▬▬⊱≼≽⊰▬▬▬▬

N. de la A.:

¡Hola, mis amores!

Bueno, bueno, bueno... Hoy tengo muchas cositas que comentaros, así que os agradecería que leyerais la nota de autora hasta el final, por favor. Sé que me he demorado bastante en actualizar (nada más y nada menos que un mes), pero ha sido por una buena razón: estas últimas semanas he estado escribiendo como una loca para así conseguir una buena cantidad de capítulos de reserva. En serio, he escrito más en este último mes que en todo lo que llevamos de año x'D

El caso es que voy a cambiar la dinámica de las actualizaciones.

En junio del próximo año tengo el examen más importante de mi vida (y no, no estoy exagerando). Soy maestra y si quiero conseguir una plaza de trabajo fija, debo presentarme a este examen. Pero no solo basta con aprobarlo, sino que debo sacar de las mejores notas para poder quedar entre los elegidos. Los que vivís en España sabréis que el tema de las oposiciones es bastante chungo: hay muy pocas vacantes y se presenta muchísima gente, así que las probabilidades de conseguir una plaza son muy bajas :')

¿Qué quiero decir con todo esto? Pues que los próximos meses van a ser muy duros para mí, porque voy a tener que dedicar casi todas las horas del día a estudiar, así que no sé cuánto tiempo voy a tener para escribir. El miércoles empiezo las clases, de modo que aún tengo que organizarme, pero ya os digo que apenas voy a tener libertad para hacer nada *se va a un rincón a llorar*. Por eso este último mes he estado tan desaparecida, porque he querido aprovechar para ponerme a tope y escribir al máximo.

Entonces, ¿qué va a pasar a partir de ahora con el tema de las actualizaciones?

Mi idea es subir un capítulo al mes. Tengo seis caps. de reserva, lo que nos garantizaría una actualización segura en cada uno de los seis próximos meses. Creo que es lo mejor, dadas las circunstancias. No es plan subir todos los capítulos que tengo escritos de golpe y luego tirarme sin actualizar cinco meses. ¿No os parece? =/

So, este sería el cap. de septiembre. Quizá al final no sea para tanto y pueda sacar ratitos para escribir, pero, en un principio, esta será la nueva dinámica de actualizaciones. Prometo que, en cuanto todo esto pase, volveré con más fuerzas que nunca y terminaré el primer libro de la trilogía, que ya falta muy poquito <3

Y ahora sí: vayamos al contenido del capítulo.

Estoy segura de que más de uno querréis lincharme, pero en mi defensa diré que esto tenía que ocurrir tarde o temprano u.u Algunos comentasteis en el cap. anterior que Drasil debe ser más fuerte y no dejar que ciertos comentarios la hundan, pero no hay que olvidar que esta situación la lleva viviendo desde que prácticamente regresó de Inglaterra. Y ya no solo es que tenga que aguantar a Margrethe, sino que también está Lagertha. Y para Dras lo que diga esta última sí tiene importancia. Así que no seáis duros con mi bebé, pls </3

So... Podría decirse que el Drabbe ha vuelto a hundirse :D

Hay que tener en cuenta que nunca antes han tenido pareja estable y que aún están aprendiendo a estar juntos. No quiero que desde el minuto uno sean un ejemplo a seguir o la pareja perfecta porque no tendría sentido. No sería real. Este tipo de conflictos, en cambio, sí lo es. Porque, señoras y señores, las parejas discuten y tienen altibajos. No todo puede ser color de rosa. Y si encima hay terceras personas tirando mierda, pues apaga y vámonos xD

Como bien digo en el apartado de aclaraciones, mi intención no es crear personajes perfectos, sino realistas. Y Drasil no es perfecta, ni mucho menos. Todos tenemos un límite, y ella ha llegado al suyo en este capítulo. Y respecto a Ubbe... Él tampoco es que haya tenido muchas luces, pero bueno x'D

¿Qué me decís del hecho de que no haya contestado a la pregunta de Dras? ¿Qué creéis que ha pasado ahí? ¿Le ha podido la tensión del momento o es que Margrethe sigue despertando algo en él? (͡° ͜ʖ ͡°) Creo que no hace falta decir que los próximos capítulos se vienen con mucho drama xP

Y eso es todo por el momento. Espero que os haya gustado el capítulo. Si es así, por favor, no olvidéis votar y comentar, que eso me anima muchísimo a seguir escribiendo =)

Besos ^3^

P.D.: ¿no os parece maravillosa la nueva portada? :3

Continue Reading

You'll Also Like

345K 50.9K 38
Una sola noche. Dos mujeres lesbianas. ΒΏUn embarazo? Β‘Imposible!
416K 57.5K 58
El amor puede llegar de manera impredecible... Para aquel Omega que por mucho tiempo creyΓ³ que lo habΓ­a encontrado, vendrΓ‘ en su demandante e impone...
285K 14.7K 118
No se aceptan copias ni adaptaciones.
3.8K 788 9
━━ π†π‘π„π„πŠ π“π‘π€π†π„πƒπ˜! ❝ no puedo controlar la tragedia, sΓ³lo mi miedo a ella ❞ en el que la hija ...