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By -CamilleBlack-

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La magia siempre ha jugado un papel intrincado en la vida de Harry Potter. Es el Niño-que-Vivió, un título qu... More

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SELCOUTH
the potter family
prologue
chapter one
chapter three
chapter four
chapter five
chapter six
chapter seven
chapter eight
chapter nine
chapter ten
chapter eleven
chapter twelve

chapter two

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By -CamilleBlack-

No tenía sentido negar que los niños Potter estaban muy emocionados por visitar el zoo aquella tarde, ya que sus sonrisas no se borraron ni un segundo, incluso cuando llegaron a la puerta de entrada. Habían visto muchas criaturas mágicas durante su educación, ya fuera en persona o a través de los libros que se guardaban en la casa, pero había algo mágico en ver animales que incluso los muggles podían ver.

Mientras que los niños no tenían problemas para mezclarse con la vestimenta muggle, eran Renata y James los que tenían que deshacerse de sus túnicas para no destacar. Y cuando llegaron a las puertas para comprar sus entradas, Harry echó un rápido vistazo a su alrededor y se sintió satisfecho de que no destacaran. Había oído historias de tío Sirius y tío Remus sobre magos y brujas que intentaban pasar desapercibidos entre los muggles y fracasaban estrepitosamente.

-Mira todos estos muggles- oyó Harry que susurraba Ilaria en voz baja -¡Quiero tocar uno!

-Ilaria- resopló Harry mientras se dirigía a su hermana pequeña -son personas como tú y yo. Sólo que no pueden hacer magia.

A Ilaria no parecía importarle lo que Harry tuviera que decir en ese momento, pues ya estaba en movimiento para empujar la pierna de un hombre que estaba parado cerca de ellos en la fila. En cuanto lo hizo, el hombre saltó y se dio la vuelta con una mirada irritada antes de ver a Ilaria sonriéndole. Todo se olvidó o se perdonó en cuestión de segundos, ya que no tuvo el valor de regañar a una niña por el mero hecho de rozarle la pierna.

Gracias a Merlín, no sabía que era intencional.

-Hmmph- dijo Ilaria con la cabeza inclinada hacia un lado -Pensé que serían más blandas.

Harry siguió manteniendo a su hermana a raya mientras James pagaba las entradas y Renata llevaba a Monte a través de la multitud de gente hasta que llegaron a una zona abierta donde se sintió lo suficientemente segura como para dejarlo en el suelo. Monte ya estaba señalando en varias direcciones, indicando a todo el mundo dónde quería ir primero.

Los dos más jóvenes ya mostraban su impaciencia por tener que esperar, pero Harry tampoco podía culparlos. Las colas eran largas y él también estaba listo para empezar a explorar. De repente, sintió que una mano le pasaba por encima del pelo, lo que le hizo levantar la vista para ver a Renata mirándolo.

-Creo que he visto algunos helados por allí- señaló con la cabeza en dirección a una furgoneta que estaba cubierta de decoraciones dulces -¿por qué no vas con Ilaria y coges algo? ¿Traer algo para Monte?

Le tendió el dinero y Harry sonrió en respuesta antes de tomar las monedas y billetes muggles. Ilaria no tuvo que oír las instrucciones de escuchar a su hermano mayor, pues ya le cogió de la mano y esperó a que él le guiara.

Al llegar a la furgoneta, también tuvieron que esperar en otra cola, por suerte más corta que la de la venta de entradas. A un lado, Harry no pudo evitar fijarse en dos chicos que estaban de pie, con helados ya en su poder. Uno de ellos era increíblemente escuálido y, para no sonar mal, tenía una cara que Harry sólo podía relacionar con una rata. Pero tal vez sólo parece tan pequeño en comparación con el chico bastante grande que estaba a su lado.

El otro chico no era mucho más alto, pero era más redondo, con bastante sobrepeso, y devoraba un helado de chocolate. Justo cuando Harry pensaba que había estado mirando demasiado tiempo, una niña pequeña se había cruzado delante de los dos chicos y Harry había sido testigo de cómo el niño gordo sacaba la pierna para hacerla tropezar. Inmediatamente, ella cayó, perdiendo su helado y raspándose la rodilla. Los adultos que la acompañaban supusieron que sólo había sido algo torpe, la levantaron para quitarle el polvo y abandonaron la paleta helada, lo que sólo la hizo llorar más.

Harry sintió que sus fosas nasales se encendían ante la escena, observando que la niña no parecía mucho mayor que Ilaria en ese momento. No podía imaginar lo que habría pasado si hubieran optado por hacerle eso a ella en su lugar.

-¡Harry, vamos, es nuestro turno!



Dos cucuruchos y un helado más tarde, Harry volvió al lado de su madre con Ilaria. No le apetecía mucho un helado después de ver a los dos matones junto a la furgoneta, pero sabía que su madre le preguntaría mucho más si volvía con las manos vacías. Se decantó por un helado con sabor a limón, mientras que Ilaria había conseguido un helado de fresa y uno de chocolate para Monte.

-¿Está todo bien?- era sólo cuestión de tiempo que Renata preguntara. Harry sabía que ella podía sentir que algo andaba mal de inmediato, aunque le sonriera a la cara. No era su culpa, era sólo su habilidad como empática.

-Sí- contestó -sólo dos chicos por allí causando problemas. Aunque los evitamos.

Renata no tuvo la oportunidad de echar un vistazo cuando James volvió por fin hacia ellos, con un aspecto ligeramente nervioso pero agradecido de que tuvieran sus billetes y se les permitiera continuar. Pero pareció relajarse cuando Ilaria le mostró el helado que tenía, ofreciéndole un sorbo.

Para un niño de seis años, el helado lo hacía todo mejor.

Y Renata quería que siguiera siendo un buen día, animando a toda la familia a avanzar para poder empezar a ver los animales. Harry se olvidó rápidamente de los dos chicos de antes, concentrándose en los animales que sus hermanos señalaban cada dos minutos emocionados. Mientras James tenía las manos ocupadas en levantar a Monte e Ilaria para que pudieran ver bien los recintos, Harry siguió a su madre hasta donde ella leía la información correspondiente a cada animal.

Cuando llegaron a la exposición del mono araña boliviano, Harry observó cómo una de las monas estaba acicalando a su cría y, cuando terminó, se la llevó a cuestas. Varios de los animales que habían observado les hicieron describir cómo algunas de ellas eran madres fantásticas entre el reino animal. Algunas eran ferozmente protectoras de sus crías, mientras que otras se aseguraban de tener todo lo que sus crías necesitaban, incluso si eso significaba sacrificarse a largo plazo.

Había muchos otros datos, pero a Harry le resultaba difícil concentrarse en ellos. En cambio, cada vez que se mencionaba a una madre, miraba en dirección a Renata.

¿Cómo no iba a ser su verdadera madre?

El sentimiento de culpa parecía volver al recordar su temprana petición con su padre para hablar de Lily. Renata nunca lo había tratado de forma diferente a sus otros hermanos, Harry nunca se había sentido excluido o ignorado. Diablos, ella incluso había dejado de trabajar en su propio restaurante durante años mientras él crecía y antes de que llegaran sus hermanos, sólo para asegurarse de que tuviera todo lo que necesitaba.

Y aunque nadie le contaba las historias del pasado, por considerarlo demasiado joven para conocerlas, Harry había oído a los adultos hablar de lo lejos que llegaría Renata por sus hijos... los tres, debido a su propia crianza junto al tío Adelmo.

En el reino animal, Renata era una madre de primera, así que ¿por qué quería saber tanto sobre una mujer que nunca iba a estar ahí para él? Debería estar agradecido por tener una madre cariñosa, un padre y dos hermanos que le admiraban incluso cuando no hacía nada.

Pero si Harry pensaba que era el único que sentía la incomodidad o los pensamientos molestos respecto a la situación, no entendía cómo se sentía Renata porque ella también intentaba disimularlo.



Desde que ella y James sentaron a Harry para hablar de Lily, tenía un nudo en el estómago que nunca parecía desaparecer. Cuando James sacó el tema de que tenían que hablar con Harry, se sintió absolutamente aterrorizada. Harry siempre había sido un niño relativamente fácil de llevar, pero temía que llegara a estar resentido con ella o que tal vez no se sintiera tan unido a ella una vez que supiera la verdad. Ella sabía que él tenía derecho a saber, sólo esperaba que nada cambiara después.

Desgraciadamente, lo hizo, aunque ambos no se dieran cuenta de inmediato.

Había algo en la mente de Harry después de la discusión, algo que le molestaba, pero aunque ella le preguntara, él no se lo diría. Ella sólo podía sentir sus sentimientos, pero no podía escuchar sus pensamientos. Y, por supuesto, eso llevó a Renata a creer que Harry estaba algo molesto con ella o tal vez molesto con la idea de que ella no era su madre biológica. Quizás de repente ya no se sentía tan unido a ella o quizás estaba atrapado en los pensamientos de "¿y si?".

Si Lily hubiera sobrevivido, ¿dónde estaría la familia Potter?

Renata no podía culparlo por preguntarse esas cosas, suponía que era natural. Pero esperaba que Harry no llegara a estar resentido con ella o con sus hermanos. No parecía estar en su naturaleza, pero era algo nuevo y difícil de procesar.

Sus pesadillas parecían ser más frecuentes, pero tampoco hablaba de ellas. Cuando era más joven, no tenía ningún problema en pedirle que mirara debajo de su cama en busca de monstruos o le contaba lo que le había causado ese susto. Hoy en día, se limitaba a decir que estaba "bien", incluso con la cara pálida y la frente perlada de sudor.

Cuando ella se lo había comentado a James, éste había afirmado que probablemente Harry sólo se hacía el duro. Al fin y al cabo, se estaba haciendo mayor y probablemente no quería confesar a su madre ni depender de ella cada vez que tenía un mal sueño. Y aunque podía entenderlo, seguía queriendo que Harry supiera que siempre podía decírselo a ella o a James si algo le molestaba. Ellos sabían mejor que nadie que los adultos seguían sufriendo pesadillas y que lo mejor era hablar de ellas en lugar de ignorarlas.

-Mamá, ¿vienes?

Al interrumpir sus propios pensamientos, Renata miró para ver a su familia esperándola, lista para dirigirse a la Casa de los Reptiles.

-Justo detrás de ti.



La Casa de los Reptiles se mantenía a oscuras, excepto por las luces que salían de los expositores y las pequeñas luces esparcidas por el suelo para evitar que la gente tropezara. Harry se estremeció una vez que entraron, ya era un día ventoso en el exterior, pero en el interior hacía aún más frío. Por supuesto, a Ilaria y a Monte no parecía importarles, pues ya estaban de puntillas para observar unas coloridas y venenosas ranas.

James empezó a hacer ruidos tontos de rana, lo que les hizo reír, y también habló con diferentes voces agudas para que pareciera que los animales estaban hablando. Sin embargo, a Harry sólo le hizo gracia durante unos segundos antes de ver a Renata caminando delante de ellos. Por alguna razón, a pesar de haber pasado tanto tiempo con ella, entre el restaurante y la casa, le parecía que no había hablado con ella en años.

Se apresuró a estrechar los brazos con ella, pero dudó en el último momento. En el momento menos oportuno le surgieron preguntas estúpidas, como por ejemplo: si se trataba de salvar a sus hijos, ¿elegiría a Monte e Ilaria antes que a él?

Por supuesto que lo haría, después de todo, eran sus verdaderos hijos. Ella no dio a luz a Harry y también había otras diferencias. Después de todo, sus hermanos tenían nombres italianos y aunque Harry hablaba italiano con fluidez, estaba claro que no era italiano como ellos. Ni siquiera la mitad. Ella les tendría más lealtad a ellos que a él y ¿qué hay de su propio padre?

Renata era su esposa y esos eran sus hijos con ella, ¿los elegiría a ellos antes que a Harry si se diera la situación?

No, no, no, deja de pensar así, se dijo Harry, no es así. Nos quiere a todos por igual, a papá también.

Siguió repitiéndolo una y otra vez en su cabeza mientras llegaba a situarse junto a Renata frente al mayor tanque del lugar.

-Precioso, ¿verdad?- le dijo Renata en voz baja -Es una pena que esté dormido, pero yo también lo estaría. Me imagino que es terriblemente aburrido estar ahí dentro todo el día. No es divertido estar encerrado entre cuatro paredes día tras día.

Si Harry no lo supiera, le parecería que su madre hablaba por experiencia, pero eso le parecía una tontería.

Fueron interrumpidos por Monte que corrió hacia allí, agarrando a Renata de la mano para arrastrarla hacia donde una lagartija estaba masticando unos insectos recién entregados. Sin embargo, Harry decidió quedarse atrás y observar a la serpiente que seguía durmiendo.

-¿De dónde vienes?- susurró Harry para sí mismo y, justo cuando iba a echar un vistazo al pequeño cartel informativo, vio cómo la serpiente levantaba la cola y la clavaba en dirección al cartel.

Levantando una ceja y volviendo a mirar la cabeza de la serpiente, pudo ver que ahora estaba despierta y, si Harry no lo supiera, diría que la serpiente le guiñó un ojo.

Boa Constrictor, Brasil.

-¿Era agradable allí?

La boa constrictor volvió a clavar su cola en el cartel y Harry supo que había sido criada en cautividad -Oh, ya veo, ¿así que nunca has estado en Brasil?



En medio de la extraña conversación entre la serpiente y Harry, Ilaria apareció al lado de su hermano y se maravilló con la criatura.

-¡Wow, es una gran serpiente! ¡Es hermosa! Es una ella, ¿verdad?

Cuando Harry volvió a mirar a la serpiente, pudo ver cómo ésta sacudía la cabeza, dejándole una sonrisa -No, creo que es un niño, Lari.

-Oops, lo siento, señor seríente, pero sigo pensando que eres hermosa. Yo...

Antes de que la niña pudiera continuar con sus cumplidos, fueron interrumpidos por lo que sonó como un chillido de banshee detrás de ellos.

-¡DUDLEY! SEÑOR ¡DURSLEY! ¡VENGA A VER ESTA SERPIENTE! NO VAS A CREER LO QUE ESTÁ HACIENDO!

Rápidamente, Harry reconoció a uno de los chicos de antes, junto a la furgoneta de los helados; el escuálido había dado los gritos, mientras que el más grande se acercaba a duras penas. El escuálido se había acercado primero y decidió que iba a empujar a Ilaria, tirándola al suelo.

-¡Eh!- gruñó Harry, dispuesto a defender a su hermana, pero el más grande había llegado y le dio un puñetazo en las costillas para apartarlo y poder ver mejor el cristal. Harry sintió el dolor en los costados, pero su primer pensamiento fue mirar a Ilaria, que estaba llorando después de rasparse las manos en el suelo de cemento.

Inmediatamente, miró en dirección a los chicos, golpeando el cristal. Pero nada podía prepararle para lo que ocurrió a continuación, ya que el cristal del tanque desapareció de repente y los dos chicos cayeron hacia adelante. Segundos después, el caos se había desatado cuando la serpiente empezó a deslizarse fuera del tanque hasta el suelo, mientras los demás se daban cuenta.

Cuando se acercó a los dos, el llanto de Ilaria cesó rápidamente, pero Harry siguió concentrado en la serpiente cuando se detuvo frente a él.

-Brasil, allá voy... Gracias, amigo.

Harry no tuvo oportunidad de responder cuando la conmoción continuó y los adultos comenzaron a intervenir. En cuestión de segundos, Renata había aparecido, y el alivio le invadió el rostro cuando vio a los dos en el suelo, aparentemente ilesos.

-¡Harry! ¡Ilaria! ¿Están bien ustedes dos?

Tal vez no significara nada en ese momento, pero Harry no pudo evitar notar que ella había dicho su nombre primero antes de preguntar si estaban bien, haciéndole pensar en sus tontas preguntas de antes.

-¿Qué pasó?

-¡Esos chicos nos empujaron!- dijo Ilaria señalando en dirección a los dos que estaban siendo revisados por otro hombre y una mujer -¡El gorila y la rata!

Ignorando los insultos, Renata miró a Harry en busca de confirmación y éste asintió rápidamente con la cabeza. Inmediatamente, observó cómo los ojos de su madre se entrecerraban hasta convertirse en casi rendijas antes de que se diera la vuelta para mirar a la otra familia. Y de repente, lo que salió de la boca de su madre fue rápido y lleno de ira, y todo en su lengua materna.

La otra pareja parecía algo furiosa por la mujer que les gritaba, pero no tenían ni idea de lo que decía. Sin embargo, Harry sí lo sabía y rápidamente se puso a tapar los oídos de Ilaria. Sin embargo, su carácter feroz había atraído a James, que intentaba consolar a la gritona Monte, que se había vuelto prácticamente loca al ver la serpiente suelta.

-¿Qué está pasando aquí?

Y por un momento, cuando todo quedó en silencio, Harry se preguntó si el tiempo mismo se había detenido. Nadie dijo una palabra durante un rato, pero pudo ver a James y al otro hombre mirándose fijamente.

-¡¿Potter?!

-Dursley.

-¡Deberíamos haber sabido que tu clase estaba detrás de esto!

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