soul tells 색상 ; park jimin.

By joonzle_

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esa noche, mi corazón se partió -si es que se podía aún más-. esa noche, lloré hasta que perdí todos los sent... More

capítulo uno; palette.
capítulo dos; gray.
capítulo tres; fossil.
capítulo cuatro; mink.
capítulo cinco; pearl river.
capítulo siete; smoke.
capítulo ocho; thunder.
capítulo nueve; pewter.
capítulo diez; steel.
capítulo once; seal.
capítulo doce; lava.
capítulo trece; shadow.
capítulo catorce; anchor.
capítulo quince; charcoal.
eyes tells; park jimin.
it maybe tells; new palette.
soul tells; jimin.

capítulo seis; abalone.

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By joonzle_

farah.

los hospitales siempre me pusieron muy nerviosa, no me gustaban; tanta gente muriendo, tanta gente sanando, tanta gente enfermando, dios.. simplemente no soportaba el ambiente aquí.

me encontraba sentada en una camilla blanca, con una bata color celeste que cubría mi entera desnudez.

yo reiteré que mi examen era de los ojos, pero al parecer este maldito lugar tiene reglas y hay que usar la bata para cualquier examen.

suspiré mientras jugaba con algunas hebras de mi cabello, esperando a jimin, quien se encontraba afuera del consultorio hablando con un enfermero.

el chico estaba loco, de verdad me estaba cuestionando cómo es que podía ser él.

¿traerme a un hospital a hacer un examen de la vista para comprobar mi acromatopsia, solo porque pensaba que estaba mintiendo para ganar su atención? dios, que ridiculez, nunca haría eso.

escuché cómo se abría la puerta, y a continuación, jimin entró con una carpeta entre sus manos mientras vestía una bata blanca y unos lentes.

dios, que guapo.

— ¿ahora haces de oftalmólogo?

el me miró, y pude ver los lindos colores que adornaban su alrededor.

— ven acá, cielito.

mierda, ese maldito apodo.

me puse de pie con pereza, cuidando que la bata no se abriera por ningún lado. caminé hacia el algo desconfiada, y me posicioné justo a su lado.

jimin leyó algo en su carpeta y chasqueó la lengua.

de los hombros, me dirigió hacia una silla blanca y algo alta. me ordenó sentarme, y recargar mi cabeza en el respaldo.

podía sentir mi cuerpo temblar.

— abre bien los ojos.

— ¿qué vas a hacer?

— voy a meterte un aparato para ver dentro de ellos.

me senté de golpe, con la respiración agitada.

jimin cerró los ojos, harto.

— era una broma, no haré eso. — dijo — necesito que abras los ojos porque voy a ponerte un dispositivo que se llama retractor. — dijo, luego me dio una mirada corta — no duele, si es lo que piensas.

— solo un poco.

— el retractor sirve para ayudar a mantener los ojos abiertos. — explicó — después voy a colocar un sensor eléctrico en cada ojo, y este me va decir cuanta respuesta eléctrica tienen en cuanto a la luz.

asentí a pesar de no haber entendido nada.

— ¿y-y eso para qué es? — pregunté.

jimin sacó un aparato raro y se acercó a mi, subió el asiento con una palanca, y quedé a la altura de su pecho.

lucía concentrado, como si hacerle requiriera de esto en demasía.

— jimin.

— ¿mmh?

— ¿para qué es eso? — volví a preguntar.

el me miró, dejando apreciar una tentadora imagen a color de el en su bata.

— te pusiste la bata mal, cielito. vas a batallar al quitártela. — dijo — y será rápido, y es para demostrar la pérdida de las funciones de tus conos. — explicó — también el consecuente mantenimiento de la función de tus bastones.

mierda, no entendía nada.

finalmente, luego de pelear un poco por mis nervios, colocó esa jodida cosa que mantenía mis ojos abiertos.

moría de la vergüenza, aun más cuando quiso ocultar una risa por lo graciosa que lucía.

me colocó dos círculos plateados que se supone eran los sensores, y comenzó a escribir cosas a medida que veía un aparato en sus manos.

yo por mi parte, estaba callada.

jimin gruñó por lo bajo, y me quitó los círculos a los lados de mis ojos, junto con el aparato que mantenía estos abiertos.

balbuceó un par de cosas.

— ¿qué es?

— necesito hacer otro examen.

cerré mis ojos, ya quería largarme de este lugar.

sentí frío recorrer todo mi cuerpo, así que me abracé a mi misma, y suspiré.

— bueno, hazlo ya, mientras más rápido termines más rápido me voy.

jimin se puso de pie, caminó hacia su silla y tomó su chaqueta, para luego lanzármela en la cara.

supongo que la intención es lo que cuenta.

— te haré una prueba farnsworth-munseull 100 hue.

— no se qué es eso.

el siguió con su mirada en su carpeta, anotando, tachando, circulando, y demás.

— no necesitas hacerlo.

— ¿para qué es esa prueba?

jimin dejó su carpeta en sus piernas y me miró, con ojos molestos.

— ¿hablas mucho siempre?

mordí mi labio.

— a veces.

el suspiró. — es una prueba del sistema visual humano que se usa a menudo para evaluar el daltonismo.

— no puedo creerlo.

el me miró.

— ¿qué cosa?

— todo lo que estás haciendo porque piensas que estoy mintiéndote.

jimin se quedó quieto, analizando y saboreando lo que dije. se acercó a mi lentamente, y me atrapó contra el asiento; sus brazos a ambos lados.

sus ojos no dejaban los míos, y por primera vez, quise alejarlos.

— ¿por qué balbuceas cuando estás nerviosa? ¿acaso te pongo nerviosa? — asentí, el dejó mi mirada, convirtiéndola en blanco y negro de nuevo, y luego comenzó a bajarla.

por favor que ya acabe esto, me estaba torturando lentamente.

temblé cuando habló; — te queda bien la bata, cielito.

se alejó a quien sabe qué parte de la habitación, y yo me abracé a mi misma, cubriendo mis pechos. había olvidado que no llevaba ni siquiera un sostén debajo, y justo hacia unos segundos estaba muriendo de frío.

— ¿no tienes frío? te di la chaqueta para que no pasara eso.

mis mejillas se calentaron.

dios, moría de vergüenza.

— bien, cielito, este examen es sencillo, vas a sentarte en esa mesa con superficie negra de allá, y vas a organizar quince botones de colores de acuerdo con un disco de referencia. — me dijo, me puse de pie bajo su orden y me senté en donde me indicó — haré la prueba dos veces en cada ojo de acuerdo a como organices los botones. — dijo mientras pasaba atrás de mi, y se quedaba parado ahí — con eso se determina tu percepción al color.

sentí mi alma dejar mi cuerpo cuando sus manos tocaron mi espalda para amarrar los listones de la haya, dándole descargas eléctricas a todo mi cuerpo.

cuando terminó, sin decir nada, se sentó frente a mi y me extendió el supuesto disco. lo jalé hacia mi con duda, y luego comencé a separarlos.

mis manos sudaban; — tranquilízate, cielito, puedes confundir los colores si te pones nerviosa.

— l-lo siento, nunca me habían hecho hacer un examen como este.

seguí en lo mío, pero a decir verdad, estaba completamente perdida y confundida.

¿cómo jodidos se suponía que tenía que organizar las fichas por colores, si ni siquiera podía ver estos?

— ¿por qué paras?

— porque no se qué estoy haciendo, solo veo tonos grises. — dije algo a la defensiva — esto es ridículo, entiendo que quieras humillarme y ese tipo de cosas, pero no tienes porqué.. — me interrumpió.

— solo sigue el examen, cielito.

bufé, pero obedecí.

al final, quien sabe que rayos hice, pero terminé por acomodar todas las fichas.

jimin pasó las manos por su rostro con frustración y apretó la mandíbula.

no sabía que le sucedía, pero estaba segura de que o quería matarse, o quería matarme. esperaba que los resultados de los exámenes le callaran esa linda boquita que tenía, porque me había hartado.

se puso de pie rápidamente, y se dirigió a un cajón, de donde sacó una especie de caja de cristal con alguna figura dentro de ella.

— ven acá, cielito.

bufé como por quinta o sexta vez al escuchar ese apodo.

me puse de pie y me acerqué a él, el se colocó detrás mío y puso sus brazos a mis lados, juntando sus manos frente a mi.

sentí su respiración en mi oreja, haciéndome perder la cordura. tragué saliva, y decidí romper el silencio con cualquier cosa; — parece una oruga muerte.

jimin rio detrás de mi, lo cual fue jodidamente caliente para mi sano juicio.

— sostenla, es una prueba de rescate. — murmuró, yo hice caso y tomé la cajita de cristal entre mis manos.

jimin tomó su libreta, y luego se colocó a mi lado mientras leía.

— ¿qué? ¿quieres que me quede así todo el día?

cielito. — habló — del uno al diez, dime cuán oscuro es la figura que ves adentro.

lo observé, a decir verdad se veía muy oscuro para mi gusto.

mierda, ¿sí era una oruga muerta? espero que no.

seguí viendo hasta los mínimos detalles, encontrando diferentes tonalidades de gris en ella. finalmente, decidí el número con algo de duda.

— un ocho o nueve, está muy oscuro.

jimin apretó su mandíbula.

— ¿notaste algo interesante?

— el centro es más claro, pero sigue siendo oscuro. y la punta de abajo parece más oscura que todo lo demás. — expliqué — es algo perturbador ver a una oruga muerta, ¿sabias?

jimin me quitó la caja de golpe y gruñó por lo bajo.

me senté en la silla anterior en la que estaba y comencé a menear mis pies mientas el seguía parado, callado, perdido en su cabeza.

mis nervios aumentaron cuando pasó sus manos por su rostro y cabello, claramente frustrado con algo o alguien.

mierda, esperaba que ese alguien no fuera yo.

— ¿desde hace cuanto dices que tienes esto?

— desde los diez.

asintió, suspirando.

lo pensé bien, y recordé cuando pasó.

recién había cumplido los diez años, y de un momento a otro, parpadeé como cualquier persona normal y todo cambió. lloré y lloré porque por más que volvía a
parpadear tratando de traer mi vista colorida de vuelta, no podía.

terminé resignándome, y aquí estoy.

jimin soltó una maldición.

— no se qué está mal contigo, farah. — habló, con un tono suave y neutro.

me miró, y regresó frente a mi. tomó una gran bocanada de aire, y suspiró.

— tú acromatopsia no es parcial, ni cerebral. no se de dónde carajos salió, no es hereditario, y tampoco tienes ninguna alteración en las células fotorreceptoras sensibles de tu retina. se supone que esto hace que su comportamiento no sea el correcto, lo que provoca que los colores no se perciban como es debido, pero todo está bien.

asentí, sin entender.

— tú acromatopsia es.. — paró — ..rarísima. está ahí, presente, los exámenes son claros y se muestra perfectamente tu falta de luz visual, pero a pesar de estar ahí, no lo está, ¿entiendes?

claro que lo entendía.

yo había ganado porque no había mentido, y el había perdido.

— me debes una disculpa.

jimin me miró. — ¿qué dijiste?

— que me debes una disculpa.

el se cruzó de brazos, tentándole al juego.

— ¿y por qué te debería una disculpa?

— no lo sé, tal vez por llamarme loca y tacharme de una. — me puse de pie.

estaba enojada, molesta.

quería golpear esa linda carita arrogante.

jimin rio con sorna, con una sonrisita burlona en el rostro, esa que pensaba que me había a acostumbrar a ver.

jimin se puso de pie, rodeó la mesa y se acercó a mi.

si pelear con jimin mientras lo veía a los ojos se iba a convertir en rutina, no me molestaba hacerlo; en diez años, nunca había visto tanto color y estaba más sensible que nunca.

mis piernas temblaron en todo momento, me aguanté todas mis lágrimas. quería gritarle que no era ninguna loca, que decía la verdad, y que la verdad era que tenía que estar conmigo para que pudiera ver colores.

pero en medio del pensamiento, pensé, ¿qué tal si el no quiere estar conmigo?, y mi ánimo bajó de golpe.

sentí una de sus manos tocar mi hombro desnudo por la bata que se corrió por accidente. con suavidad, re acomodó la prenda sobre el lugar y dejó una suave caricia en el.

me sentí pequeña cuando sus ojos abandonaron los míos y se dirigieron a mi cuello desnudo.

— si de disculpas vamos a estar hablando, cielito, la que debería de pedirme una disculpa eres tú. — dijo con un tono jodidamente seductor — por haberme arrastrado y atado a tu vida rara y sin colores de la cual yo no quería formar parte.

voy a golpearlo, lo juro.

— ¿crees que me tiene muy contenta tener que soportarte por el resto de mi vida? mierda, podía ser yoongi o taehyung, incluso joon, pero tuviste que ser tu.

— ¿ahora lo malo aquí soy yo? — dijo con burla.

— si no te negaras a tratar de.. — me interrumpió mientras se acercaba.

— no me gustas, farah. — dijo, seco — ¿ya te dije lo que opino de ti?

no dije nada, simplemente seguí mirándolo a los ojos, viendo el color rojo que su rostro tomaba.

— eres como una niñita con esa carita y esos ojitos de venado que piensan que pueden conseguir lo que quieren. apenas estás empezando tu carrera universitaria, y tu único amigo es yoongi, al parecer. ¿crees que voy a decirte oh, farah, claro que acepto ser tu mierda-esa-de-colores? — murmuró — no, no lo haré, así que deja de estar jodiendo con eso y deja de verme tanto.

mi corazón se agitó por la impotencia y tristeza creciendo en mi corazón

— digas lo que digas, no me harás cambiar de opinión, ¿okay? me abruma tenerte cerca, y eso que es la segunda vez que nos vemos. — dijo — así que vístete, y sal de aquí, ya terminé contigo y tengo algo que hacer.

empuñé mis puños, y lo golpeé en la espinilla con mi pie.

se retorció en dolor y me miró con coraje, pude jurar que si no estuviera en dolor y no fuera una chica, justo ahora estaría moliéndome a golpes.

mis ojos se llenaron de lágrimas, y volteé la mirada mientras me quitaba la chaqueta y la dejaba en la silla a mi lado.

me di la vuelta y tomé mi ropa, para después encerrarme en el baño y sentarme en la taza del escusado a limpiar mis lágrimas.

en verdad odiaba la personalidad elevada de jimin, no entendía porqué no me daba una oportunidad. ¿acaso soy tan mala? digo, yoongi dice que soy divertida, y que soy inteligente y una chica amable.

ah, ya sé.

no era una de las folla-chicas con las que jimin acostumbraba a relacionarse.

suspiré, sacando esos pensamientos en mi cabeza.

me quité la bata con molestia, enredándome con las tiras de esta que se encontraban en mi espalda. estiré mis manos hacia atrás, y a como pude, metí mis manos por debajo de la primera para sacarla por encima de mi cabeza.

error.

— ¡maldición!

dejé caer mis brazos a mis costados y suspiré en grande. mi cabello se encontraba desordenado, y la bata me cubría de una manera rara, sin contar que los listones estaban enredados entre ellos.

seguí tratando de sacarme la jodida bata del cuerpo, pero no pude.

bufé mientras comenzaba a buscar algún par de tijeras entre los cajones del baño, pero solo encontré vendas, curitas, jabón y más mierdas de medicina.

gruñí cuando escuché toquidos en la puerta.

— ¿se atoró tu bata, cierto?

— vete a la mierda.

con enojo, ignoré lo que dijo y continué con mi intento.

cuando pensé que todo iba a mi favor y que en realidad si estaba desenredándome esta mierda del cuerpo, mi brazo quedó atorado entre el cuello y la manga.

cerré los ojos comenzando a tener un severo ataque de ansiedad al estar sometida y sin movilidad de mis brazos bajo aquella bata.

mierda, odiaba los ataúdes y esto era como estar dentro de uno. parecía que me habían atado y yo estaba perdiendo los estribos.

— tú pulso está acelerado, farah.

— ¿y tú c-cómo sabes eso? — respondí enojada.

— porque aún traes el sensor en la muñeca.

miré mi muñeca, y mierda, tenía razón.

me había puesto esa maldita cosa para que mi presión se mantuviera controlada, al igual que mi pulso. los tenía a ambos checando desde su reloj.

llevé mi mano al pecho, y tomé una gran y profunda bocanada de aire.

— ¿ya dejas de ser tan orgullosa y me abres la puerta para ayudarte con eso?

a la mierda, no iba a ceder tan fácil.

jimin era un coqueto de mierda que probablemente iba  a tardarse más de lo normal, y yo iba a sufrir lentamente teniéndolo tan cerca.

tomé mi ropa en un gran bulto, y a como pude, saqué mis brazos con brusquedad de aquella cosa diabólica. acomodé el cuello lo más que pude, y después ignoré que probablemente tendría las tiras de tela en mi espalda por sin ningún rumbo.

arreglé mi cabello en una cebolla desordenada, y giré la perilla de la puerta para luego salir rápidamente.

con la cabeza baja, sin mirarlo, caminé hasta la puerta.

— ¿vas a irte con eso solamente? no seas tonta, por favor.

aun dándole la espalda, hablé; — ¿te importa acaso?

dije eso con una hilo de voz que apenas y salió, así que carraspeé y sacudí la cabeza.

— farah.. — advirtió.

por su tono de voz, supe que el chico estaba perdiendo los estribos debido a mi presencia.

— déjalo, jimin, nos vemos. — dije saliendo — o tal vez no quieras y.. ah, lo que sea.

salí del consultorio con el rostro rojo de la vergüenza por todas las miradas raras que me dirigían al verme usando esa maldita bata.

mordí mi labio con nerviosismo, y cuando vi la salida, suspiré con alivio. caminé con rapidez hasta ella, e inhalé aire cuando por fin sentí aire fresco llenar mis pulmones.

miré mi ropa entre mis brazos, y suspiré.

no me quedaba otra que caminar hasta mi casa, o a algún lugar en donde pudiera cambiarme sin prisa. decidí irme en un autobús a pesar de lo criticada que sería, así que comencé a caminar hacia la más cercana.

lucía patética, estaba segura.

la gente me observaba como si fuera una enferma mental que se había escapado de algún manicomio, lo juro.

odiaba al mundo.

si el estúpido de jimin no hubiera querido probar que siempre tenía la razón, nada de esto me estuviera pasando.

a lo lejos vi cómo el autobús se acercaba, así que con cuidado de que la bata no se abriera por la parte de atrás y dejara a la vista mi trasero, me puse de pie.

bufé cuando el camión se tardó más de lo que pensé.

— farah, sube al auto.

volteé hacia un lado, encontrándome con jimin, completamente serio. volteé mi mirada hacia el autobús nuevamente, ignorándolo.

la idea era tentadora, no me dejarán mentir, pero vamos, hasta este momento yo parecía una acosadora obsesionada con el —algo en parte cierto, pero era solo por los colores— y no debía ceder a esa reputación.

así que con la poca dignidad que me quedaba, caminé hacia el autobús que se acercó.

— te dije que subieras al auto, farah.

no respondí, ni siquiera me inmuté.

— mierda, no me hagas bajarme del auto y subirte a la fuerza, ¿en serio piensas que alguien no va a jugar con tu apariencia?

— ¿y qué hay de ti? — gruñí a su lado mientras me volteaba, dándole la espalda — desde que te conocí, solo has jugado con el tema de los colores.

el bufó. — volvemos a lo.. — lo interrumpí.

me di la vuelta completamente molesta, sintiéndome capaz de enfrentarlo.

— ¡pasé años buscándote! — exclamé sintiendo las lágrimas en mis ojos — ¡años caminando entre la gente, buscando tu mirada! ¡y cuando por fin te encuentro, resultas ser un completo idiota!

el se acercó a mi, rojo del coraje que seguramente lo estaba consumiendo.

— lamento decepcionarte, farah. — escupió con coraje — pero necesitas saber que tu vida es de color blanco y negro, siempre estuvo destinada a ser así. — gritó, sus palabras retumbando en mi cabeza — que yo haya llegado y te haya dejado ver algunos colores, no significa que los verás para siempre. — dijo antes de darse la vuelta, y caminar hacia su auto, dispuesto a dejarme sola, en medio de la nada.

mi corazón en ese momento se rompió, aun más.

— te odio, jimin.

dicho esto, regresé mi mirada hacia el frente, y agradecí internamente cuando el autobús llegó.

con rapidez, y cuidando mi bata, subí con prisa, sin darme cuenta de que jimin en realidad si se había bajado y estaba a nada de jalarme hasta su auto.

me senté al final del autobús, y solté un par de lágrimas que mis ojos tenían.

miré hacia afuera, encontrándome con jimin apunto de explotar del coraje, viéndome fijamente.

no pude soportar ver colores, así que simplemente bajé mi mirada y jugué con mis dedos en mi regazo.

en todo el camino, no hice nada más que pensar en lo jodida que estaba por tener como generador de colores a un chico tan raro como jimin.

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