Entre Joy y Nueva York (AQS #...

By BeastDramaQueen

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Joy Finlay es descuidada, desprolija, despistada y una pésima cocinera. Vive su vida un día a la vez, odia la... More

Advertencia
Prólogo.
Capítulo 01
Capítulo 02.
Capítulo 03.
Capítulo 04.
Capítulo 05.
Capítulo 06.
Capítulo 07.
Capítulo 08.
Capítulo 09.
Capítulo 10.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Epílogo.
Agradecimientos.
Extra N°1.

Capítulo 11.

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By BeastDramaQueen

Respiramos tensión sexual desde el primer momento cuando me vio en prendas menores bailando en su casa, y la cosa fue creciendo hasta el punto en que siento que mi corazón se detendrá si posa sus labios sobre los míos.

Cierro los ojos esperando el momento, estoy temblando entre sus brazos sin embargo los segundos corren y nada sucede hasta que lo siento alejarse. Abro los ojos de golpe y no veo más que arrepentimiento en su mirada.

—¿Qué sucede?—susurro, todavía con las manos apoyadas en sus hombros.

—Joy, lo siento, no puedo...

Y de repente me siento estúpida. Observo a mi alrededor y noto que tenemos muchos ojos sobre nosotros ahora mismo, ojos que han sido testigos del desplante que acaba de hacerme.

Me han rechazado antes, pero no alguien como él. De inmediato me siento pequeña, insegura y muy poca cosa a su lado, y me siento así porque realmente es la verdad.

Doy dos pasos hacia atrás y eran pequeños, pero en cuestión de nada me veo corriendo hacia el elevador. Escucho que grita mi nombre, sé que es él y no voy a dejar que me tome como una estúpida pues ya me siento de esa forma así que no espero el elevador. Abro la puerta de emergencias y bajo las escaleras.

Jamás fui buena en tacones pero vaya que estorban cuando estás en una huida de emergencias.

Los ojos me escuecen, el pecho me arde y en la garganta siento un gran nudo que solo deja a la vista que me emocioné demasiado pronto con él. Me emocioné porque siempre supe que Liam McMurray no era de mujeres como yo sino de chicas con más clase, jóvenes que hayan nacido en su mundo y así no las quieran terminan casados con esa clase de mujer por su status de mierda. Quise creer que era diferente, pero ahora me doy cuenta de que me ha convertido en Sarah, en la segunda, en la chica que jamás será una opción.

Abro con fuerza la puerta de entrada del edificio. El frío me cala los huesos pues estamos a nada de diciembre y me olvidé el abrigo arriba. Observo al cielo y la nieve que comienza a caer sobre me paraliza por unos cuantos segundos hasta que regreso la vista a la calle.

Hago seña con la mano cuando veo un taxi acercarse y como no tengo otro lugar dónde ir, le doy la dirección de Liam. De repente noto que no tengo otro lugar donde ir pero tampoco cargo las llaves ni mi móvil y mucho menos mi abrigo.

Estoy prácticamente desnuda y sin abrigo en una noche de invierno en Nueva York. Y sin dinero.

Los nervios comienzan a recorrerme hasta las manos cuando llegamos a nuestro destino pues sé que tendré que pagarle el viaje y no tengo ni un solo centavo conmigo. Trago grueso cuando el conductor me observa por el espejo retrovisor al hacer chillar las ruedas sobre el pavimento frente al edificio de Liam.

—¿No va a bajar?—pregunta el hombre. —¿O ahora me va a decir que no trae dinero?

Solo fueron unas cuantas cuadras, podría regresar por mi cartera para pagarle y luego hacer me traiga de regreso. El plan que se me ocurre es brillante, estoy por abrir la boca para ver si quiere aceptar pero entonces veo el esmoquin de Liam en la ventanilla del conductor.

—Aquí tiene, gracias por traerla—le dice al hombre que recibe gustoso el fajo de billetes que le dio mi compañero de piso. —Joy, baja del coche.

La puerta trasera se abre pero bajo del otro lado sin corresponder a su falsa amabilidad conmigo. Sin mirarlo rodeo el taxi y subo los peldaños de la escalera abriendo la puerta del edificio y subiendo por los peldaños y no por el ascensor.

—¡Joy!—me grita Liam. —¡Regresa aquí, demonios!

La gente a nuestro alrededor nos está mirando extrañados y como no me gusta demasiado la mala atención, solo le enseño el dedo medio y continúo mi camino. Al llegar al segundo piso supongo que es una maldita mala idea porque no estoy acostumbrada ni al ejercicio ni a esta mierda de tacones los cuales terminan en mi mano para el tercer piso.

Ya al cuarto no puedo más, la respiración la tengo agitada, el corazón parece estar a punto de salirse de mi pecho pero mi orgullo herido me lleva a caminar dos pisos más.

—¿Ya vas a rendirte?—me sobresalto con su voz. Levanto la mirada para verlo de pie frente a la puerta de su apartamento, con la llave en las manos y una sonrisa de superioridad en el rostro.

—Abre—digo, manteniendo mi distancia.

—No—niega con su cabeza.—No hasta que me digas qué pasó contigo, por qué saliste huyendo de mí.

Ruedo los ojos.

—Mi orgullo no me permite hacerlo, ahora por favor, abre la puerta—le pido a lo que vuelve a negar. Sé que si continúo insistiendo se pondrá más pesado así que me hago a la idea de que debo utilizar el don con el que nacemos todas las mujeres y es de fingir llorar. Tomo aire y lo observo fijo a los ojos dejando que los míos se cristalicen. Veo que le afecta porque la sonrisa ladina se desvanece y con las manos temblorosas no tarda ni cinco segundos en abrir la puerta.

Aprovecho para pasar al apartamento y no puedo evitar reírme. Es tan dulce que hasta por ingenuo lo pueden tomar.

—¿Estabas fingiendo?—pregunta, aferrando su mano a mi brazo al pasar. Me sacude un poco y con su otra mano me toma el rostro obligándome a mirarlo. No disimulo la sonrisa y tampoco dejo que me sostenga demasiado pues me hago a un lado. —Eres imposible, de verdad... primero quieres que te bese, me lo pides y luego...

—Y luego me rechazas frente a todos nuestros compañeros—le suelto, dejándolo mudo.

—Así que fue eso lo que te molestó—comenta sorprendido.

Cada día comprendo el dicho de que los hombres son lentos. Ruedo los ojos y camino a mi habitación abriendo la puerta. Hace mucho tiempo que no me pasaba por aquí puesto que he estado durmiendo con Liam todo este tiempo.

Me hago a la idea de que a partir de hoy tendré que dormir sola y en parte no me agrada porque el calor de su compañía es algo que voy a echar de menos. Tomo aire mentalizándome a todos los cambios que habrán a partir de hoy en nuestra relación cuando lo siento detrás de mí.

No es necesario ni que voltee pues siento su calor emanando en mi espalda, un calor que me paraliza y me emociona al mismo tiempo, aunque esté enfadada con él.

—¿Qué crees que haces?

—Voy a cambiarme y me iré a la cama—digo en voz baja. Cierro los ojos cuando siento su mano en mi brazo aunque ya no es un toque autoritario ni mucho menos pues se siente como un leve roce que me eriza la piel. —Liam...

—Ésta ya no es tu habitación—dice de golpe.

—¿Quieres que duerma en el sofá?—pregunto, sabiendo a ciencia cierta cuál será su respuesta.

En segundos me voltea estampándome contra la puerta de la habitación. Su pecho queda a la altura de mi rostro y debo levantar la mirada para poder encontrar sus ojos. En cuestión de segundos el calor que emana su cuerpo me altera, me alborota las putas hormonas que me hacen gemir sin quererlo.

—Te quiero enredada entre mis sábanas—dice sin titubeos mirando fijamente mi boca.—¿Por qué lo complicas todo?

—¿Por qué no quisiste besarme?—ataco.

Frunce el ceño. Se ve tan tierno ahora mismo con su aura de chico malo y posesivo, un aura que me eriza la piel y moja mis bragas cuando inhalo su exquisito aroma varonil.

—Quiero besarte—afirma de golpe dejándome en blanco.—Pero todos estaban viendo nuestro espectáculo y no quería que nadie dijera cosas estúpidas luego, pero joder, créeme cuando digo que quería besarte entonces y muero por besarte ahora.

Sus manos aflojan el agarre pero no me liberan del todo pues con la punta de sus dedos me recorre la longitud de los brazos. Lento, pausado, tomándose todo el tiempo del mundo para recorrerme como buscando guardar a la perfección cada detalle en su mente.

Sube hasta mis hombros y cierro los ojos cuando sube ambas manos por mi cuello dejando una ahí y con la otra jalándome en cabello hacia atrás.

—Mírame—me pide con la voz grave.

Abro los ojos para encontrarme con su exquisito azul profundo en los ojos.

—Quiero besarte, Joy Finlay—susurra.

—Entonces hazlo.

Una sonrisa pinta sus labios y cierro los ojos cuando lo veo acercarse a mí. Tan suaves, tan exquisitos como los imaginé alguna vez sus labios presionan los míos enviando miles de emociones a mi cuerpo, emociones que me dejan la mente en blanco.

Su lengua invade mi boca y comienza un juego perverso con la mía donde no me da ninguna clase de tregua. El sonido que abandona su garganta es tan malditamente excitante que de no estar siendo tomada por él me habría derretido en el suelo.

Una de sus manos va a mi cintura. De repente mi cuerpo lo necesita, cada parte de mí lo aclama y mientras afuera los copos de la primera nieve caen, entre nosotros no existe más que un fogoso sentimiento ardiente que me pone a mil.

Su chaqueta me estorba y termina en el suelo. Estoy tan perdido en su boca y no quiero dejarlo ni un segundo por lo que aún besándonos, él se la termina de quitar quedando solo con la camisa y la corbata.

Saco la tela agarrada por su cinturón dejando que mis manos jueguen con sus duros abdominales subiendo lento por su pecho. Es tan suave su piel y la forma en la que me besa que me llevan directo al cielo en cuestión de segundos.

Sé que con solo dos toques en el lugar correcto terminaré por correrme en segundos. Respiro agitada cuando se aleja de mí, en sus ojos veo el apetito voraz que lo está consumiendo y la forma en que me observa mi pecho subiendo y bajando con intensidad.

—¿Estás segura de esto?—pregunta jadeando.—Porque no me gustan los juegos, Joy y si seguimos sé que no podré dejarte, así que....

No pienso en las posibilidades, no pienso en lo que podría salir mal porque simplemente no puedo hacerlo. Solo tengo en la cabeza que él me hace bien y viceversa, que sorpresivamente encajamos a la perfección y que todo ha estado bien.

Mi mente piensa en todo lo que podría salir de esto y en ningún lado veo el cartel de peligro, al contrario, solo veo un camino lleno de felicidad si es que es posible.

Llevo ambas manos hacia mi espalda mientras él aún espera una respuesta. Agarro con una el cierre de mi vestido y lentamente lo bajo sintiendo el placer en mi cuerpo al deshacerme de él. Mis tetas están felices y lo demuestran estirando la tela hacia adelante.

Veo cómo me come con la mirada y sonrío porque me ve como si fuera una obra de arte en exposición solamente para él.

Llevo ambas manos a las tiras delgadas que sostienen la prenda y las jalo hacia abajo quedando solo con las bragas frente a Liam. Siento como el aire endurece mis pezones, sin querer mi mirada viaja a su polla erecta que parece estar a punto de romper la tela del pantalón pero desvío la mirada siguiendo sus manos hacia la corbata que deshace en segundos para continuar con la camisa dándome el placer visual más exquisito de todos al tomarse el tiempo de desabotonar botón tras botón, aumentando la tensión y el aura sexual que amenaza con hacer que me corra con solo verlo, sin necesidad de un toque por su parte.

Su piel blanquecina y dura queda a mi vista, Liam se saca el cinturón y lo tira a un lado mientras se saca los zapatos sin esfuerzo dejando caer el pantalón a sus pies, logrando que vea la gran polla que suponía que tenía.

La boca se me hace agua, muero por sentirlo de todas las formas posibles y es por eso que camino hacia la cama sin cortar el contacto visual.

—Aquí no—dice por fin tomando mi mano. Me jala hacia él y toma mi rostro buscando mi boca, mordiendo mi labio inferior.—Si voy a cogerte será en mi cama.

Con ambas manos en mi trasero me eleva en el aire. Enredo las piernas a su cintura, de no ser por la tela tendría su polla bien adentro pues choca en mi entrada a medida que nos movemos hacia la habitación.

Mi espalda toca el cobertor de la cama y Liam se acomoda entre mis piernas presionando contra mí, haciéndome jadear.

—Eres tan hermosa—susurra en mi boca. Sus labios bajan a mi cuello dejando un camino hacia mi clavícula. Continúa por entre medio de mis senos y debo decir que no son enormes, seguramente lo ha visto más grandes pues Ciara tenía unas tetas espectaculares, sin embargo él toma uno en su boca y lo chupa como si fuera el caramelo más exquisito que ha probado jamás. Espero ansiosa a que con la otra mano le preste atención a mi otro seno pero hace un recorrido por mi abdomen adentrándose en mis bragas sin tapujos abriendo los pliegues de mi sexo. —Estás tan mojada.

Sus dedos se pasean de arriba abajo esparciendo mi humedad hasta que introduce uno haciendo que me retuerza en la cama. Su boca no me da tregua alguna al chupar mi pezón y luego haciendo lo mismo con el otro mientras su dedo me penetra aumentando los fluidos en su mano.

—Ay, Liam... —me siento en las putas nubes, estoy a nada de correrme cuando su mano me deja con todas las ganas del mundo. Busco su mirada esperando una respuesta pero solo consigo un beso casto en mis labios pues se levanta un poco. Admira mi cuerpo y casi sin notarlo se mete el dedo que estuvo dentro de mí, a la boca. Cierra los ojos mientras lo chupa, disfruta de cada fluido que consiguió y creo que eso me calienta aún más que cuando me penetraba con su dedo.

—Eres tan exquisita como lo imaginaba—dice abriendo los ojos. Muerdo mis labios, lleva ambas manos a mis caderas jalando la tela de mi ropa interior hacia abajo dibujando una sonrisa en sus labios al verme por completo desnuda. —Enviaré una carta de agradecimiento a quienes te depilaron, cariño. Tienes un coño espectacular.

Me separa las piernas y sin romper el contacto visual baja hasta quedar frente a mi punto rojo. Me sopla un poco ahí liberando sensaciones que no pensé jamás que tenía. La tensión sexual me está dejando al límite hasta el punto en que tomo las sábanas con ambas manos sintiendo el gran nudo que crece sin control en mi abdomen.

El primer lenguetazo que me da me hace jadear en voz alta. Luego viene el segundo y un tercero le sigue mientras soy consciente de que está tomando cada parte de mí en su boca.

—¡No te detengas!—digo alterada.

Lo escucho carcajear hasta que sin tapujos se mete mi coño a la boca chupando esa parte más sensible de mi cuerpo que me envía a Marte más o menos. Siento sus dedos dentro de mí, entrando y saliendo, sacando hasta el último jugo mientras su boca no le da tregua a mi clítoris.

Deja de chupar para lamerme y de repente ya tengo su dedo frotándome. Me apoyo en mis codos pues necesito verlo y no me equivoqué al hacerlo porque la vista es espectacular.

—Muévete—me ordena sin dejar de frotarme. —Muévete como si te estuviera cogiendo ahora mismo.

Contorneo las caderas y echo la cabeza hacia atrás al notar que no se ha equivocado. El placer que siento es tanto y tan exquisito que disfruto mirar como frota y chupa mi clítoris mientras poco a poco me voy elevando. Liam saca su lengua y me frota, siento que poco a poco voy llegando a mi límite y él también es consciente de esto pues aleja su boca de mi coño y sube a mi boca dejando que su mano se encargue de darme placer en esa zona para que pueda tomar mis labios.

Comparte mi sabor entre beso y beso.

—Córrete, cariño, grita mi nombre con fuerzas—sus dedos entran y salen de mi interior. Me sostengo de su brazo cuando echo la cabeza hacia atrás, cuando lo siento venir dejando que su nariz me recorra la piel de la mejilla pues no deja de besarme en cada parte que puede. —Vamos, hermosa, dame lo que tanto quiero.

Se mueve con tanta rapidez que abro los ojos cuando siento que me estoy orinando cuando en realidad solo son los fluidos que salen mi cuerpo al ritmo de mis gritos. Gritos en los que clamo su nombre una y otra vez.

Lo siento carcajearse pero estoy tan perdida, la vista se me ha nublado pues ha sido el orgasmo más exquisito que alguna vez he tenido.

—Eres extremadamente exquisita, Joy—medio abro los ojos para concentrarme en que se está chupando los dedos para luego meterlos a mi boca.—Pruébate, prueba lo exquisita que eres cuando te corres gritando mi nombre.

Saboreo su dedo sin tapujos. Succiono y dejo que me mire hacerlo hasta que me lo arrebata de la boca dándome su boca en su lugar. Su lengua recorre la mía, baila a mi ritmo y se acomoda entre mis piernas.

Doy un salto cuando noto que se ha quitado el boxer. Estamos a nada de estar piel a piel y mi mano curiosa no puede evitar tocarlo. Siento su exquisita longitud y se me hace agua la boca. Me pregunto qué se sentirá tenerla por completo y ya estoy encendida de nuevo. Subo lento hasta llegar a la cabeza de su falo mordiendo mis labios al notar que está mojado con algunas gotas de semen fuera.

Hago ademán de bajar pero él me detiene.

—Otro día te dejaré jugar, ahora es mi turno—susurra. Me besa mordiendo mis labios antes de levantarse un poco llevando mi pierna hacia su hombro. Me deja en una posición demasiado comprometedora pero estoy tan ansiosa, tan deseosa de polla con un poco de vello recortado alrededor. Joder... —¿Te estás cuidando o quieres que lo haga?

De inmediato niego.

—Tomo píldoras—le aseguro, a lo que sonríe.

—Bien—de repente abro la boca formando una perfecta O cuando siento que la tengo dentro. Su rudeza me pone al mil porque no deja que me acostumbre a su enorme tamaño y gordura, sino que empuja aún más dentro. —Mierda, se siente genial.

Me penetra un poco más y siento que estoy a punto de tenerla en la garganta. No sé cuánto medirá pero es larga y gruesa, incluso puedo sentir sus venas hinchadas al entrar y salir de mí.

La posición le da más lugar para una penetración profunda y lo sabe a la perfección pues entra y sale del todo gracias a toda mi humedad. Liam me sube la otra pierna y me sostiene con ambas manos en mis caderas elevándome unos cuantos centímetros, moviéndome como si fuera una muñeca.

Empuja con todo lo que puede haciéndome gritar. Su nombre abandona mi boca como una gran melodía y mierda, no podría estar más excitada.

—Abre los ojos, mírame cogerte—me ordena. Verlo supone un placer sexual tan exquisito, tan íntimo como no tuve nunca antes pues siempre me agradó las luces apagadas y solo la posición del misionero, sin embargo ahora mismo no creo poder nunca regresar a eso. No cuando le veo la oscuridad en los ojos al mover mis caderas a su antojo. —Ponte en cuatro.

Sale de mi interior y espera a que lo haga de pie a un lado de la cama, pero verle la polla con la cabeza de su fallo sonrojada y cubierta de mí, me obliga a dejarme caer arrodillada frente a esa majestuosidad erecta entre sus piernas.

—Está bien, te dejaré saciarte primero—susurra. Su mano se enreda en mi cabello, me doy cuenta que es tan posesivo en el sexo como en todas sus facetas y me impresiona y calienta al mismo tiempo. —Abre la boca.

Con su mano libre toma el nacimiento de su polla apuntando hacia mí. Pasea la cabeza por el contorno de mis labios hasta que saco la lengua y le recorro la punta, tomando cada gota de semen que se le escapa.

Lo veo directo a los ojos mientras engullo. Centímetro a centímetro lo pongo en mi boca con lentitud hasta que el saco de sus pelotas queda choca en mi barbilla. Hago arcadas pero me las aguanto para poder tenerlo dentro hasta que la saco igual de lento dejando un rastro de saliva en todos lados.

Me concentro en su polla, chupo su cabeza y luego engullo de nuevo esta vez con más rapidez. No aprieto sino que disfruto de la piel que lo recubre mientras subo y bajo dejando que me penetre la boca a su maldito antojo llevando mi cabeza como quiere mientras me jala del cabello.

Es exquisito, cada parte de su cuerpo es una obra de arte y el que gima mi nombre me hace sentir una maldita reina.

Me toma la cabeza con ambas manos, se acomoda y comienza a penetrarme la boca a su ritmo sin igual dejando que la saliva caiga por ambos lados de mis labios. No me importa parecer una golfa, no con él y no tengo tapujos en llevarme la mano al coño estimulándome mientras él se sacia como se le de la gana.

—No resistiré mucho, ponte el cuatro—dice al salir. Trago grueso la saliva que tengo en la boca, me limpio los labios y subo de nuevo a la cama con las rodillas apoyadas sobre el colchón cuando siento sus enormes manos tomarme de las caderas.—Vaya trasero te cargas, nena.

Doblo la espalda hasta que mi pecho toca la tela de la sábana. Estiro las manos pero él las lleva directo a mi trasero.

—Eres exquisita, Joy Finlay—doy un brinco cuando me palmea la nalga sintiendo como se esparcen mis fluidos por entre medio de mis piernas. Jadeo cuando Liam juega con la cabeza de su polla en mi entrada hasta que la introduce completa. Comienza un juego infernal donde la mete y la saca con rapidez dejándome deseosa de su brutalidad hasta que la deja dentro para tomarme de la cintura.

Se sostiene de mí para penetrarme y debo decir que no hay cosa más rica que ésta posición. Sus manos están sobre las mías hasta que con una me acaricia la espalda baja.

—Liam, por favor, por favor haz que me corra—le suplico. No puedo más con las miles de sensaciones que están abarcando mi cuerpo en estos momentos y agradezco que me haga caso pues baja una mano a mi sexo mientras que con la otra me sostiene fuerte del cabello.

Su brutalidad y bestialidad en la cama me prenden más que su maldita boca. Su mano sabe perfectamente lo que hace, me retuerzo bajo su toque cuando jala mi cabeza hacia atrás llevándose también mi cuerpo. Deja mi espalda pegada a la suya, su mano aún continúa en mi coño y estimulándome me ofrece la vista de nosotros cogiendo reflejada en las paredes de cristal de su apartamento.

Sudados, agitados, siguiendo el mismo ritmo que nos mantiene a nada de gritar.

—Observa lo bien que encajamos juntos—susurra en mi oído. Su mano libre va a mi pecho tomando mis senos mientras me penetra cada vez con más rapidez. Me siento en las malditas nubes, siento que estoy tan elevada que no sé cómo me bajaré luego hasta que el fuego se expande por mi estómago. —Córrete junto a mí, Joy, córrete.

Como si sus deseo fuesen órdenes para mi cuerpo, libero los fluidos del orgasmo mientras él hace lo mismo sin dejar de verme por el cristal. 

No se habrán creído lo de un mes para la actualización ¿cierto? Jaja. 

Quería decirles que estoy algo estresada y por eso no actualicé. Tengo dos historias en Wattpad, la historia bajo contrato que también debo actualizar y estoy en medio de una construcción y no puedo con tanto. 

Pero gracias a quienes siguen apoyándome. Las adoro, en serio gracias. 

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