(Definitivo)
(Rain)
Prometida... prometida... Era todo en lo que podía pensar mientras me escabullía, no, él no podía estar prometido, no se merecía ser feliz con ninguna mujer, mejor dicho, nadie se merecía tenerle por marido.
Llegué a la puerta de mi antiguo cuarto, pero en cuanto la abrí decidí que no era buena idea, ahí habían sucedido muchas cosas relacionadas con la persona de la que estaba huyendo.
Rápidamente continué por el pasillo hasta la habitación de mi madre, entré y me inundó el perfume de lavanda que siempre usaba. Seguía teniendo el mismo aspecto de siempre, era una habitación totalmente blanca, con un cama de matrimonio justo en la pared contraria a la puerta, un balcón a la izquierda, una cómoda a la derecha de la cama y encima de la cabecera un estante con fotografías de toda la familia.
Fue siempre tan relajante entrar aquí, curiosamente cada vez que quería huir de algo en esta ciudad venía aquí, me escondía debajo de la cama y no salía, hubo veces que llegué a quedarme dormida hay abajo, hasta el día siguiente.
Me acerqué a la cama, y una de las fotos de la repisa llamó mi atención.
La cogí y le pasé la mano para quitarle la fina capa de polvo que tenía.
Mientras la observaba muchos recuerdos llegaron a mi mente, pero está vez no eran amargos, me llegaron agradables y agridulces.
Mi primera llegada a la casa, estaba tan emocionada y triste a la vez.
Los días que tenía pesadillas y papá venía a revisar el armario para asegurarse de que los monstruos no se habían escondido.
Mi décimo cumpleaños, cuando Alexander me regaló al Señorabracitosdeositosdecuqui, el que desde entonces sería mi peluche favorito.
La gran fiesta que preparó mamá por mi decimosexto cumpleaños.
Mi primer baile de parejas.
Acaricie la imagen con cariño.
-Gilipollas- susurré.
-¿Me has llamado?-
Me giré y por poco no me choco con Alexander.
¡Qué susto me ha dado!
Pero en seguida me repongo y me centro en que siento su aliento caliente en mis labios, estamos prácticamente pegados el uno del otro.
Maldita sea, por qué tenía que seguirme, por qué tenía que hablarme, por qué... por qué...
-Podría denunciarte por estar tan cerca-
-Puedes apartarte, nadie te está reteniendo-
Se me empieza a nublar la razón así que me aparto antes de que mi respiración se acelere y haga algo que se que después me repugnaría...
-¿Querías algo?-
-Solo saber cómo estás.-
-No te ha importado en 3 años te va a importar ahora.-
-Fuiste tu la que se fue- sonaba como enfadado.
-Mis motivos tenía-
Vale, había sonado un poco a mujer despechada, pero su opinión ya no me importa, hubo un tiempo que lo hizo, hasta que me di cuenta que yo era para él menos que el suelo que pisaba.
Le bordeo para dirigirme a la puerta y salir de la atmósfera que nos ha invadido. Tampoco quiero seguir mirándole a la cara, ni siquiera cuando me vuelve a hablar me giro.
-¿Y puedo saber cuáles fueron?-
-No tiene nada que ver contigo- miento
- Te despediste de todos menos de mí y todavía dices que no tengo nada que ver , eres increíble-suspira.
Mañana vamos a leer el testamento de mamá-
Oigo como algo se hunde.
-De acuerdo-, entonces una duda me asalta. -¿Va a estar Sharon?-
-Sí, y va atraer a Jeremy-
-Vaya, parece que con ella si has hablado...
-Eso es porque ella no me evita-
No voy a discutir con él hoy, nuestra madre merece un poco de respeto.
Me vuelvo para decírselo y lo veo sentado en la cama con la cabeza entre las manos, esta llorando.
Son unas lágrimas silenciosas, para evitar que alguien sepa que esta destrozado.
Sí, es un capullo pero quería tanto como yo a Isabela.
Alexander no es un hombre que se derrumbe fácilmente, por ejemplo cuando nuestro padre murió, en pleno funeral se plantó delante de nuestra madre y le dijo "ya no llores mamá, yo os voy a cuidar. No tienes de que preocuparte, papá no querría vernos tristes". Por eso verle así ahora hace que mi corazón se sienta oprimido.
Me arrodillo ante él, le retiro las manos de la cara y en su lugar pongo las mías. Le miro durante unos segundos a los ojos y acto seguido le abrazo. Se sorprende bastante al principio y tarda en responderme, pero al final el calor de sus brazos me rodea, y yo también dejo salir el llanto.
Solos, nos habíamos quedado solos, perder a una madre siempre es doloroso y te hace sentir desamparado. Hablo por experiencia.
Tras estar así por lo menos media hora, nos levantamos, nos miramos y pasa su mano por mi mejilla, su pulgar acaricia mi labio inferior, del cual sus ojos no apartaban la vista.
Me congelo y le frunzo el ceño, se da cuenta de lo que hace y lo retira rápidamente.
-¿Rain? ¿Dónde estás?- oigo que me llaman, es mi... el chico con el que salgo actualmente, Julian.
No nos habíamos dado cuenta de lo cerca que estábamos hasta ese momento, y nos separamos en seguida.
-Me voy ya, estaré aquí mañana a las 10:00-
Justo en ese instante entra Julian:
-Aquí estás, mi ninfa-
-Te he dicho mil veces que ese no es un apodo normal- le digo sonriendo, la única sonrisa sincera que he puesto desde que llegué aquí, me acerco y le doy un pequeño beso en los labios.
Julian es un buen tío, guapo, divertido, comprensivo, el follamigo perfecto.
-No es culpa mía que te parezcas a un hada del agua-.
Él piensa que parezco una ninfa, porque dice que de niño su madre le leía un libro, y en la portada tenía un dibujo en el que asegura que salía yo.
Era una mujer con el pelo negro hasta la espalda, con unas piernas largas, y ojos violetas intensos. O sea que era como yo, excepto que yo tengo más curvas, palabras textuales suyas, no mías.
Escucho que alguien carraspea de tras de mí, Alexander quiere que haga las presentaciones.
-Preséntate tú solo que eres mayorcito-
-¿Te he dicho ya lo "dulce" que eres, hermanita?-
-Alguna vez-
-Eres una cría-
Le saco la lengua para que tenga un motivo para llamarme así.
Nos hemos puesto de nuevo de frente, desafiándonos con la mirada. Odia que le contradigan o desobedezcan, y yo soy una especialista en ambas cosas.
(Alexander)
¿Por qué tiene que ser tan tocapelotas?
-Hola, soy Julian-
-Alexander-
Nos estrechamos la mano.
-Por como le has hablado y por como te mira ella tú debes ser su hermano-
-Por desgracia, mi madre tenía demasiado buen corazón-
-Olvídale Julian, esta resentido porque una vez descubrí que tenía el pene pequeño-
Tenía que sacarlo a colación.
Hace 3 años
Pero que falta me hacía esta ducha de agua fría, estaba empezando a volverme loco, si seguía así me iban a tomar de un maldito enfermo. Tenían que estar las 2, una encima de la otra peleándose como cuando eran niñas, pero ya no lo son.
Sharon y Rain, mi prima y mi hermana.
Eran como el día y la noche, Sharon tenía esa belleza explosiva que tienen las pelirrojas, me ponía tan cachondo, a mí y a cualquiera que la viese.
Y Rain... ni siquiera lo pienses, no vayas allí. Demasiado tarde... mi mano bajo hasta mi polla, esa escena me había puesto a cien.
Por suerte reaccioné a tiempo, retiro la mano y abrí al máximo el agua fría.
-Alex, ¿estás hay?-
Estaba saliendo de la ducha cuando Rain entró.
-¡Maldición Rain!-
Se giró, aunque ya era tarde me había visto totalmente desnudo. Y vi como le temblaban los hombros, se estaba riendo de mí. En mi vida me había puesto tan rojo, menos a mis 20 años. Lo que me molestaba es que fuera una mocosa de 16 años la que lo logrará.
Actualidad
-Ejem, bueno, nos vemos mañana- dice el tal Julian.
-¿Vas a volver mañana?-
Tal vez he sonado demasiado grosero, pero no entiendo que tiene que hacer él en una reunión familiar.
-Si, Rain me ha pedido que la acompañe, y donde manda la dama no lo hace el caballero- y se rie de su propia broma, al igual que ella.
¿Qué tiene de gracioso?
-No sé yo si es apropiado que lo hagas-
-Perdona, pero es mi invitado-
-No es de la familia-
-Jeremy tampoco y él si va a venir. ¿O es qué acaso tu amiguita Sharon tiene privilegios por los hechos pasados?-
-Te refieres a esa historia que me contaste sobre que él se había liado con esa prima vuestra.
-Sí, Alexander solo cumple las reglas cuando le conviene-.
Dicho esto coge a Julian por el brazo y se va conél.