La novia de Mario Calderón

By AriiiCano

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Esta es una historia en la que Mario Calderon ejecuta el plan que tenia pensado para Armando. ¿Qué pasara con... More

Introducción
Capítulo 1. ¿Usted está enamorada de...?
Capitulo 2. Supermario en acción.
Capitulo 3. ¡Eso es algo asqueroso!
Capitulo 4. Betty ¿Qué se hizo?
Capitulo 5. La nueva Beatriz Pinzón
Capitulo 6. Tercera etapa de la "Operación Alfabeto". Pt.1
Capitulo 7. Tercera etapa de la "Operación Alfabeto". Pt.2
Capitulo 8. ¿Tiene algún compromiso esta noche?.
Capitulo 9. Tres galanes al acecho. Pt. 1
Capitulo 10. Tres galanes al acecho. Pt.2
Capitulo 11. Eramos pocos y...
Capitulo 12. Empleandose a fondo. Pt.1
Capitulo 13. Empleandose a fondo. Pt. 2
Capitulo 15. ¿Vamos a mi apartamento?
Capitulo 16. ¿Pero qué demonios hace usted acá?
Capitulo 17. Lo que tengo que decirles es algo muy grave.
Capitulo 18. Todo lo que tengo... es tuyo.
Capitulo 19. ¿Qué es lo que le pasa tigre?
Capitulo 20. ¡No es para tanto!
Capitulo 21. ¡Esto es increible!
Capitulo 22. ¿Pero... qué demonios es esto?
Capitulo 23. Tengo que reconocer que fue muy fácil...
Capitulo 24. ¡Otra vez no, Señor!
Capitulo 25.¿No me está mimando demasiado?
Capitulo 26. Me ha regalado su sonrisa.
Capitulo 27. Yo no tengo nada que hablar con usted.
Capitulo 28. Dando explicaciones.
Capitulo 29. Tantas atenciones dan de que pensar...
Capitulo 30. Piénsalo Betty...
Capitulo 31.¡Tenia razón Aura María!
Capitulo 32. ¡Ahora si lo entiendo!
Capitulo 33. Yo ya te perdoné.
Capitulo 34.¿Sigues enamorada de él?
Capitulo 35. ¡Cómo han cambiado los tiempos!
Capitulo 36. La novia de Mario.
Epílogo

Capitulo 14. Empleandose a fondo. Pt.3

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By AriiiCano


Acababa de regresar de la cena con David Arteaga. El pobre muchacho prácticamente habló solo durante toda la noche porque ella estaba como ausente. Por más que intentó llamar su atención, todo fue inútil. Ella no estaba allí esa noche. Estaba en otro lugar y David no tenía ni idea de qué lugar era ese. Pero no consiguió que regresara.

En realidad Betty “estaba” aún en el parque adonde había ido con Mario esa tarde. No podía dejar de darle vueltas a lo que había sucedido. Él se le había declarado y le había pedido que fuese su... novia... ”Betty, esto no te puede estar pasando a ti. No es posible que don Mario te haya dicho que tú le obsesionas y que quiere ser novio tuyo. ¿Será que estoy viviendo un sueño? Y tú como una tonta te quedaste de piedra sin saber qué contestarle. Hasta que te besó... ¡Qué beso más tierno! Tiene que haber notado que me hizo temblar.
¡Y es que me encantó! ¿Y entonces por qué te separaste, Beatriz Aurora? Si lo que te provocaba era pegarte más a él y besarlo como una loca. Oj oj oj oj. Pero si llego a hacer eso igual hasta se asusta. Oj oj oj oj. Y él tan caballeroso... ¡Con qué voz tan encantadora te pidió que fueras su novia! Y tú deseando echarte en sus brazos y decirle que sí, que eso es lo que más deseabas en la vida. Ser su novia... y su esposa... ¡Frene, Betty! ¿Adónde va tan deprisa? ¡Mire que lo va a asustar como se dé cuenta de lo que está pensando! Claro que en vez de asustarse debió pensar que eras boba... No fuiste capaz de pronunciar una frase coherente. Menos mal que él mismo sugirió que me tomara un tiempo para reflexionar... ¿Cómo si yo tuviera que reflexionar si quiero ser su novia? ¡Sí, quiero! Mañana sin falta se lo digo... Estoy deseando que llegue el día de mañana...”

Esa mañana cuando bajó a desayunar ya Nicolás estaba sentado a la mesa de
su casa. Su papá había salido muy temprano hacia la empresa donde trabajaba, a ver si por fin ese día conseguía que le pagaran su liquidación y Doña Julia trajinaba en la cocina. Cuando le vio la cara a Nicolás, enseguida se dio cuenta, de que estaba enfadado. ¡No en vano lo conocía desde que eran niños!
No tuvo necesidad de preguntarle, porque nada más verla, la abordó.

Ni.: ¿Qué Betty? ¿Cómo le fue anoche? Porque eran más de las doce y aún no había regresado. –Celoso- ¿Lo pasó rico con David?

B.: -Sin darse cuenta del tono de su amigo- Pues... estuvimos hablando de su trabajo y del tiempo que vivió en Estados Unidos mientras estudiaba en Harvard...

Ni.: Ya veo... Oiga Betty, esta noche la invito a cenar en un restaurante nuevo que han abierto en el centro que...

B.: -Interrumpiéndolo- Esta noche no puedo Nicolás.

Ni.: ¿Cómo así? ¿Por qué no puede?

B.: Porque he quedado con... Mario para cenar...

Ni.: ¿Mario? Se refiere al Dr. Calderón.

B.: -Sonriendo- Sí, al mismo. –Mirando el reloj y levantándose para irse- Lo siento Nicolás, pero tengo que irme que voy a llegar tarde. Hasta... Bueno será hasta mañana porque no creo que cuando regrese esta noche usted esté acá todavía. Oj oj oj oj.

Ni.: -Reclamando- Ya veo que la señorita vuelve a llegar tarde esta noche...

B.: No sea cansón, Nicolás. Está peor que mi papá.

Y diciendo esto salió de la casa dejando a Nicolás con la sensación de que definitivamente esa mujer no era para él.

Durante la jornada laboral prácticamente no se vieron y las pocas veces que lo hicieron fue delante de Armando o de los empleados de la planta ejecutiva y se limitaron a hablar de asuntos estrictamente laborales. Betty evitaba su mirada por timidez y él, porque sin saber por qué, se sentía incómodo. Poco antes de la hora de salida, Mario la llamó al hueco.

Ma.: Betty, ¿ya está de salida?

B.: En unos minutos, Don Mario. En cuando acabe este informe me marcho.

Ma.: Avíseme cuando vaya a salir y la recojo como siempre..

B.: Sí, ya le llamaré.

Mario la había llevado a un coqueto y romántico restaurante italiano iluminado con velas y con música de violines de fondo. Betty estaba como viviendo un sueño. Durante la cena hablaron de la empresa, de las supuestas inversiones de Mario –que dicho sea de paso había realizado algunas con un pequeño capital que tenía en el banco siguiendo las indicaciones de Betty y había obtenido muy buenos beneficios- y de otros temas triviales. A la hora del postre, Mario pidió champaña.

Ma.: -Con su más “auténtica” voz de galán seductor y mirada penetrante- Betty, he pedido champaña porque espero que tengamos algo que celebrar...

La pobre Betty se ruboriza y sólo es capaz de balbucear... B.: Yo...
Ma.: Betty, ¿se acuerda que estoy esperando una respuesta?

Y ante el silencio de ella, toma sus manos entre las suyas y continúa. Ma.: Dígame , Betty... ¿quiere ser mi novia?
En ese momento vienen a la mente de Betty las recomendaciones de Armando. Sabe que su jefe tiene razón, que Don Mario es un mujeriego empedernido y que ella tan sólo es una conquista más... Pero nunca en toda su vida se ha sentido tan feliz y decide vivir ese sueño. En el fondo de su corazón cree que su amor puede hacerlo cambiar y ¡quién sabe...! quizás hasta se enamore sinceramente de ella... Muy ilusionada le responde

B.: Sí, Mario... quiero ser su novia.

Él sonríe satisfecho y acercando su cara a la de ella la besa con deleite.

Al día siguiente coincidieron en la entrada de Ecomoda Mario, Armando, Marcela y Betty. Marcela aún no la había visto después de que ella pasara por el salón de belleza de Modestico y no la reconoció.

B.: Buenos días.

Marc.: Buenos días. ¿Qué se le ofrece?

A.: Marcela, ¿no conoces a Betty?

Marc.: ¿Qué Betty?

A.: Beatriz Pinzón, Marcela. Mi asistente. Pareces tonta.

Marc.: -Mirándola de arriba a abajo con desprecio- ¿Está... mujer es Betty?

A.: Sí, Marcela. –Haciendo ademán de entrar en la empresa- ¿Entramos?

Marc.: -Con voz autoritaria- ¡Un momento! ¿Alguien me puede explicar qué es lo que ha pasado acá? Es que no me puedo creer que el “adefesio” de
Beatriz se haya convertido en... esto...

A.: ¡Ya basta de ofender a Betty, Marcela! Ella simplemente –sonriendo- ha buscado asesoramiento y ha cambiado su imagen. –Y con toda la intención de mortificar a Marcela añade mirándola dulcemente- ¿Verdad que está bonita?

Marc.: ¡Lo que me faltaba! Tenerme que escuchar de tus propios labios que
TE GUSTA una tipa... ¡Hasta aquí podíamos llegar, Armando Mendoza!

A.: Marcela lo tuyo ya es de psiquiatra...

Y sin decir nada más entró en la empresa. Betty y Mario que han contemplado en silencio toda la escena también hacen intención de entrar, pero Marcela detiene a la muchacha.

Marc.: ¡Espere... Beatriz... o quien quiera que sea usted!

B.: Usted dirá, doña Marcela.

Marc.: -Mirándola a los ojos con cara de odio- ¡Ni sueñe que me va a quitar a
MI PROMETIDO!

B.: Pero doña Marcela... yo para nada...

Marc.: No se haga la mosquita muerta. Que yo sé qué clase de mujer es usted... Y estoy segura de que ese cambio tan... repentino es con algún fin... Pero se lo advierto.. ¡a Armando ni lo mire! ¿Entendió?

Y diciendo esto también entró en la empresa y sin esperar el ascensor subió por las escaleras.

Ma.: Betty, no le haga caso a Marcela. Ya sabe cómo es...

B.: -A punto de echarse a llorar- Pero es que yo no sé por qué me dice esas cosas... Yo a Don Armando lo respeto mucho y respeto su... compromiso con doña Marcela...

Ma.: -En voz baja- Yo lo sé Betty. Yo sé que quien le gusta a usted en la empresa es –picándole un ojo- otra persona... ¿cierto?

B.: -Nerviosa, ahora porque alguien pudiera oír lo que su novio está diciendo- Mejor subimos, ¿sí?

Ha pasado ya un mes desde que se hicieron novios. Habían decidido mantener en secreto su relación en la empresa. La misma Betty lo propuso y Mario vio el cielo abierto. A él tampoco le convenía que se supiera. Sobre todo no quería que Armando se enterara porque temía ver descubierto su juego.

En la empresa seguían manteniendo las distancias y sólo en alguna ocasión en la que se hallaban solos habían tenido un fugaz acercamiento... Un beso robado o una rápida caricia. Pero desde esa cena en la que ella aceptó ser su novia, Mario la recogía a la salida todos los días, pasaban el resto de la tarde juntos y por la noche, algunos días bastante tarde para el disgusto de Don Hermes, él la acompaña a su casa. En cuando ella desaparecía por la puerta, y aún teniendo el carro parado delante de la casa de Palermo, Mario marcaba en su celular el número de alguna de sus amiguitas y acababa de pasar la noche... bien rico.

A pesar de que Mario se lo ha insinuado varias veces, de momento no habían pasado de unos besos más o menos apasionados y unas caricias no demasiado atrevidas. Él la desea mucho y cada vez quería más, pero ella en parte por timidez y en parte por la experiencia vivida con el mal nacido de Miguel, se resistía. No puede evitar recordar que una relación, que entonces ella creía tan bonita y sincera como la que tuvo con ese desgraciado, se había ido al traste el mismo día en que ella se le entregó. Claro que después había sabido que ese era el único objetivo de aquel sinvergüenza... Pero de algún modo temía que con Mario le pasara lo mismo... Aún sonaban en sus oídos las palabras de Armando. ” Él sólo quiere añadirla a la larga lista de sus conquistas... y cuando la consiga... dejará de tener interés para él y se buscará otra...”

Pero ese no era el único motivo por el que se resistía a entregarse a él. El recuerdo de aquella primera experiencia con Miguel, aún antes de saber que todo era un engaño, le había dejado muy mal sabor de boca. ¿Eso era el sexo?
¡Pues no había para tanto! A ella le resultó una experiencia más bien... desagradable. Y en su fuero interno temía que con Mario le pasase lo mismo.

La cuestión es que su novio cada vez se impacientaba más y cada vez le insistía más en que “pasaran a mayores”... y a ella cada vez se le hacía más difícil hallar una excusa para negarse.

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