Capitulo 9. Tres galanes al acecho. Pt. 1

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A Mario no le gustó para nada que Armando invitase a Betty a salir esa noche. Antes de que la muchacha pudiese responder, dijo impulsivo:

Ma: Pues vea Mendoza, yo iba a pedirle lo mismo en este momento. ¿Qué le parece si vamos los... tres?

Betty estaba estupefacta. Jamás pensó que dos hombres como Mario Calderón y Armando Mendoza que tenían a sus pies a cuanta mujer deseaban estuviesen interesados “los dos al mismo tiempo” en invitarla a ella. Su perplejidad alcanzó las cotas máximas cuando oyó la respuesta de su jefe y el diálogo que se entabló entre ellos.

A.: Pues vea Calderón, que no estoy de acuerdo. Yo la invité primero así que no me parece para nada adecuado que se una usted también a la invitación.

Ma.: ¿Es que acaso usted cree que tiene la exclusiva para invitarla? ¿Por qué no puedo ir yo también? ¿Se cree que no voy a contribuir a pagar la invitación?

A.: Pero ¿usted es idiota o qué? No se trata de quién va a pagar o no. Se trata de que yo he invitado a MI –remarcando el posesivo- asistente a celebrar su cambio de imagen esta noche y a USTED nadie le ha dado “vela en este entierro”.

Ma.: -Sarcástico- ¡Pues qué macabro se me ha puesto, con entierros y todo! Pero yo me pregunto, ¿por qué usted no quiere que yo vaya? ¿Es que acaso tiene intenciones inconfesables con SU asistente para que le moleste tanto mi presencia?

A.: ¿Pero usted se ha creído que yo soy un pervertido? ¡Betty no lo escuche! Este hombre como que se ha vuelto loco...

Betty decide que ya va siento hora de intervenir y de cortar esa conversación tan surrealista que está escuchando. En el fondo muerta de risa por dentro al ver lo “bobos” que se pueden llegar a poner dos tipos para conseguir salir con una chica y también feliz porque jamás pensó que eso le sucediera a ella, les propone:

B.: Doctores... qué pena con ustedes. A mí no me parece mala idea salir los... tres pero si usted no quiere, Don Armando, podemos dejar la invitación de Don Mario para mañana. Si es que a usted le parece bien, Doctor Calderón.

De repente Armando pensó que no era buena idea dejar a su “inocente asistente” sola con el pervertido de Mario y aparentando que Betty le había convencido con sus “argumentos”, les dice :

A.: Usted tiene razón, Beatriz. Podemos ir los tres, si Mario no tiene inconveniente.

Mario abre unos ojos como platos. ¡Pero si eso era lo que le estaba diciendo él todo el rato y Armando se negaba! ¿Qué ha pasado que ahora accede tan fácilmente? Iba a protestar cuando escuchó que Beatriz decía

B.: Entonces, solucionado. ¿A qué hora les parece bien?

Habían quedado que se irían directamente desde Ecomoda a tomar unas copas y más tarde a cenar. Betty había avisado a sus papás que llegaría tarde. La excusa que dio fue una cena “de negocios” a la que tenía que acompañar a su jefe. Don Hermes a regañadientes no le quedó de otra que aceptar. ¡Se trataba de su trabajo!

Bajaron los tres en el elevador y se despidieron de Wilson que era el único
que estaba en esos momentos en la empresa. El problema se presentó a la hora de subir a los carros.

Ma: Betty, suba en mi carro que yo la llevo.

A.: ¿Y eso por qué? Es mejor que la lleve yo, Beatriz. Vea, es que a Calderón le gusta manejar a mucha velocidad. Irá más segura conmigo...

Ma.: Pero ¿usted que se cree, Mendoza? ¿Es que acaso usted no maneja como un loco? ¿O es que no se acuerda de las multas por exceso de velocidad que
ha tenido que pagar?

La novia de Mario CalderónWhere stories live. Discover now